El descubrimiento (2)

Después de descubrir a mi padre con Amadeo, yo no sabía que mi propio infierno estaba a punto de empezar.

Los siguientes días fueron de los más raros de mi vida, no me atrevía a mirar a mi padre a la cara, lo observaba sin que me viera y pensaba lo poco que sabía de el, físicamente éramos bastante parecidos, no muy altos, pelo castaño liso, él un poco más grueso que yo sin ser gordo, pero claro ya no era un chaval de 18 años como yo. Los dos éramos miopes y usábamos gafas para corregirlo, el en cambio era más varonil que yo, por lo que había podido ver, ya que nunca nos habíamos visto completamente desnudos tenía más vello que yo, ya que para mi todavía pasarían unos años antes de que me saliera vello en el pecho como a él. Papá, sin ser musculoso también tenía el cuerpo más desarrollado que yo que carecía de sus bíceps y sus fuertes piernas. En conjunto era un hombre atractivo, varonil y no podía comprender como se sometía a la vejación de Amadeo, yo no era tonto y sabia que existían las relaciones homosexuales, pero lo que había visto era a mi padre travestido y penetrado por un hombre rudo que lo humillaba y lo insultaba sin ningún reparo.

Su comportamiento, ajeno a que lo había sorprendido con Amadeo, era el de siempre y yo intentaba que no se me notara la turbación. Amadeo vino un par de veces a tratar temas de las tierras, como era habitual y yo procuré desaparecer, su presencia me incomodaba, aunque ninguno de los dos hombres hizo nada que delatara su relación.

Apenas una semana después de la tarde en que los vi juntos, mi Padre salió por la mañana para alguna gestión en su editorial, nada anormal ya que lo hacía a menudo. Yo me levanté tarde, comí solo y por la tarde me disponía a ver un video cuando oí un coche entrando por el camino de la casa. Me asomé y reconocí el coche de Amadeo, salí a recibirlo y mientras bajaba del coche le avisé que mi Padre no estaba, deseoso de quitármelo de encima.

Me contestó que ya lo sabía mientras venía hacia la casa, venía con la ropa de trabajo, sudado y como siempre mal afeitado. Sin darme tiempo a reaccionar entró en el salón y masculló que venía a verme a mi. Yo iba a decir algo sin entender que podía querer de mi cuando su mano me cruzó la cara, el bofetón me pilló tan de sorpresa que me sentó en el suelo. Ni mi padre me había abofeteado antes, desconcertado, lo mire mientras me frotaba la mejilla.

Esto por mirón! – me espetó amenazándome con el dedo – que te creías que no te había visto? Tranquilo, tu padre pierde el mundo de vista cuando pone el culo, además sin gafas no ve ni torta, pero yo veo muy bien.

Me sonrojé inmediatamente, no sospechaba que me hubieran visto pero estaba claro que Amadeo se había dado perfecta cuenta de mi presencia mientras penetraba a mi padre.

Yo no... – alcancé a balbucear.

Tu si, y no me cabrees o te muelo a palos – me cortó - y si no quieres que se lo cuente a la maricona de tu padre harás lo que diga. Entendido? – no se si llegué a asentir – vamos a ver si has salido tan puta como tu padre, abre la boquita de mamona.

Mentiría si dijera que me asusté por lo que sucedió, estaba en shock, solo se que seguí sentado en el suelo y vi como Amadeo se me acercaba, se abría la bragueta y metiendo su mano sacaba un pene grande y flácido que me colocó en las narices. No me resistí, pero tampoco supe que hacer, otro bofetón me hizo abrir la boca y sentí como la verga de Amadeo se metía en ella y crecía sobre mi lengua. No puedo decir que se la chupara, creo que no, sólo abrí la boca y sentí como aquel cilindro de carne entraba y salía de mi boca, crecía y se ponía duro, me ahogaba, me atragantaba e intenté retirar la cabeza, pero su mano en mi nuca me lo impidió, sentí nauseas, sentí el olor a sudor de su sexo, el sabor salado de su miembro poco preocupado por la higiene... se me cayeron unas lagrimas, creo que de reprimir las arcadas.

Amadeo no se inmutó, me agarró la cabeza con las dos manos y se dedicó a hundirme su miembro en la boca ajeno a mi malestar, entraba y salía, me golpeaba la mejillas con su verga dura, me la volvía a hundir en la boca.... me dirigía las mismas palabras que le había oído decir a mi padre, mamona, puta, cerda... pero yo no escuchaba, ni miraba, permanecía con los ojos cerrados soportando lo que me estaba haciendo incapaz de reaccionar... hasta que sujetándome la cabeza contra su pubis, se hundió de un golpe de nuevo en mi boca y palpitando en mi interior, su miembro escupió furiosos borbotones de semen en mi garganta.

El cilindro se salió de mi boca y sin poder reprimir las nauseas intenté escupir aquel líquido espeso y pastoso que llenaba mi boca esperando que cuando abriera los ojos Amadeo hubiera desaparecido y todo hubiera terminado.

Pero no fue así, cuando abrí los ojos seguía allí, de pie, con los pantalones abiertos alrededor de sus caderas y su poderoso sexo babeando todavía entre sus piernas mientras se encendía un cigarrillo. Me acarició la mejilla y aparté la cara, furioso y avergonzado, baje la mirada y le dije que se fuera, pero solo conseguí una carcajada.

Me iré cuando quiera, y todavía no quiero – contestó sencillamente inspirando el humo de su cigarrillo – quítate la ropa.

Mi reacción fue inmediata, se me dispararon todas las alertas y me incorporé de un salto abalanzándome hacia la puerta, escapando de aquel bruto, casi lo conseguí pero un golpe en las piernas me hizo caer al suelo, el corpachón de Amadeo me cayó encima aplastándome, forcejeamos, me llovieron bofetones y sentí como unas manos me levantaban la camiseta. En un instante mi propia camiseta me inmovilizaba las muñecas a la espalda y sentí como me arrancaba el pantalón, el slip y me magreaba las nalgas. El peso de Amador me aplastaba mientras yo intentaba inútilmente zafarme, cuando uno de sus dedos ásperos se introdujo en mi ano apenas me di cuenta presa del pánico como estaba.

Fue todo tan rápido que no percibí lo que iba a pasar si cuando sentí como me separaba las nalgas y algo grande y duro se apostaba sobre mi rincón más íntimo, solo quería zafarme, escapar de aquel cuerpo que me aplastaba, de los brazos que me sujetaban, las manos que me abofeteaban. Mi lucha solo cedió cuando aquel objeto duro se introdujo dentro de mi de un golpe seco, supongo que sólo me introdujo el glande en el ano, pero un dolor agudo me subió desde el ano por la espalda como un latigazo. Abrí la boca para gritar pero no pude, el dolor me paralizó, caí sobre el suelo sintiendo como cada centímetro de la verga de Amadeo se hundía en mis entrañas, desgarrándome el ano, venciendo mi resistencia, sin pausa, lentamente hasta que sentí su pubis contra mis nalgas.

Sólo entonces pude sollozar, las lágrimas me caían por la mejillas, sintiendo las punzadas de dolor que aquel cuerpo extraño que se había introducido en mi interior me provocaba. Amadeo empezó a imprimir un movimiento a sus caderas que deslizaba su miembro por sus entrañas, el dolor cedía un poco para convertirse en un escozor insoportable, pero volvía a punzadas cuando se hundía de nuevo a golpes secos... Yo lloraba, en silencio, más tarde lloraría por la humillación pero en aquel momento solo lloraba de dolor, rabia e impotencia.

De repente el mascullar de Amadeo se transformo en palabras comprensibles para mi cerebro, no se cuando había empezado, supongo que desde el primer momento pero hasta ese instante no lo escuché

Oh si, oh si, como me gusta tu coñito, no aprietes o te dolerá mas, relaja el coñito cerdita y veras que gusto, siiii, que gusto follarse un coñito tierno, no como el de la maricona de tu padre que es como la boca de un tunel. Te duele cerdita? Te duele lo que te hace el tio Amadeo? Siii, te duele, llora si quieres, todas las nenazas lloran cuando las desvirgan. De duele cerdita? Tranquilo pronto serás tan puta como tu papá y te tragarás las pollas dobladas, nos lo vamos a pasar muy bien cerdita, te gusta que te folle el coño? No? Que dices que no tienes coño? Bueno, tu creias que tenías culo pero los maricones como tú tienen coño como las hembras... Si, que gusto, a mi me da igual follarte el coño que darte por el culo, pero tu tienes coño, si cerdita, si, ábrelo para la polla de tu macho...

Su letanía no cesaba, como no cesaban los golpes de sus caderas contra mis nalgas, ni las punzadas de dolor que me causaban, empecé a tomar conciencia de la humillación de lo que me estaba haciendo, violándome sin paliativos, desgarrándome brutalmente indiferente a mis sollozos, degradándome con sus palabras... Dejé de oponer resistencia, no podía, atenazado de dolor, solo podía soportar sus envestidas, el recto me escocia dilatado por aquel cilindro de carne que no dejaba de moverse en mi interior, casi no lo escuchaba sólo esperaba que el suplicio terminara y aquel cuerpo ardiente saliera de mi interior.

Su ritmo se aceleró, oía el golpeteo de su pubis contra mis nalgas, sus palabras insultantes;

Si, cerdida, siiii, voy a preñarte, te voy a llenar el coño con mi leche, voy a hacerte un niño en la barriga, siiiii, toma, toma, toma, ahhhhg

Su espalda se arqueó hacia atrás y me hundió la polla hasta el fondo arrancándome un ultimo grito, sentí como su verga bombeaba en mi interior, como se vaciaba en mis entrañas al tiempo que el cuerpo de Amadeo se desplomaba sobre mi espalda, me empapaba con su sudor y jadeaba en mi nuca. Quedó unos instantes inmóvil, aplastándome con su peso, recuperando el ritmo de su respiración. Mi ano palpitaba intentando liberarse del ariete que lo atravesaba, pero el ariete no parecía dispuesto a salirse, la presión cedió levemente y sentí como algo húmedo y caliente se resbalaba entre mis piernas. Quedamos así unos minutos, en silencio, yo esperaba que se saliera y se fuera, pero no lo hizo, quedamos unidos como dos perros, su cuerpo sobre el mío, por primera vez pude articular unas palabras.

Sácamela por favor...

Todavía no cerdita, tenemos que aprovechar que hemos abierto el camino, ahora que tienes el coñito abierto nos lo pasaremos mejor – rió – Amadeo es todo un macho cerdita, si me dejas descansar un poquito te puede pegar dos o tres polvos seguidos...

Por favor... me duele

Relájate, te duele porque quieres, no aprietes, deja que tu coñito se acostumbre a mi polla y verás como te gusta. Me encanta estar ahí dentro metido, se está calentito, ummmm, ni te imaginas lo a gusto que esta mi polla dentro de tu coño, ummmm

Sollocé comprendiendo que estaba en sus manos, que no pararía hasta que le diera la gana, lo cierto es que sentía que la presión había cedido en mi interior, el dolor no era tan intenso, pero me sentía vejado, humillado, sucio... Entonces sentí que algo caliente me inundaba los intestinos y me asusté.

Que haces? Que es eso?...

Quieto! Lo notas? Es una meadita, siempre me pasa después de correrme, tranquilo, no te muevas que se me corta, déjame mearme dentro, ummm que calentito cerdita, te gusta?

No lo creí, no creí que aquello fuera posible, pero si, sentí como me llenaba con su orina y reaccioné con violencia intentando zafarme de la nueva degradación, me llovieron los bofetones hasta que me quedé quieto, impotente y sentí como el chorro se reanudaba en mi interior. Lloré desconsolado y supongo que por algun instinto infantil me puse a llamar a mi padre, sabía que no estaba que no podía oírme, pero le llamé como cuando era niño y me despertaba con pesadillas buscando su protección; papaaaa, papaaa

Quieres a tu papá? No te va a ayudar, hay muchas cosas que no sabes de tu papaito, lo que viste el otro dia no fue nada, tu papá hace mucho que es la puta más cerda que te puedas encontrar, hace cosas que ninguna puta haría ni por todo el oro del mundo. Porque crees que lo dejó tu madre? No te lo ha contado nadie no? Pues ya va siendo hora de que alguien te cuente quien es tu padre, quieres que te lo cuente yo? No? Pues te lo voy a contar igual, veras que sorpresa...

Amadeo rió histéricamente y sin salir de mi interior empezó a contarme cosas de mi padre, yo lo escuchaba sin poder creerlo, sintiendo sus orines en mi vientre, su verga en mi recto, las lagrimas en mis mejillas. Escuché su relato sin quererlo, sintiéndome sucio, humillado, vejado, sintiendo como la figura protectora de mi padre se me rompía a pedazos.