El Descorchador
Todo comenzó en un mercadillo ambulante, mi mujer y yo de compras... quién iba a imaginar lo que pasaría...
EL DESCORCHADOR
Yo llevo casado con mi mujer un año y nuestra relación es normal y corriente. Salimos por ahí, vamos al cine, tenemos casa, no tenemos hijos por ahora...y tenemos relaciones sexuales como cualquier pareja(siempre usando protección). Yo soy normal de estatura, castaño de pelo, no soy un guaperas pero tampoco soy feo, soy del montón. Mi mujer es rubia, tiene unos pechos normales y un buen trasero. Su pelo es largo, le llega sobre la mitad de la espalda. Suele vestir faldas vaqueras por encima de las rodillas, aunque de vez en cuando me sorprende con alguna mini. Ambos trabajamos, ella es agente de policía y yo programador.
La cosa comienza en un mercadillo ambulante que hacen todos los sábados en mi pueblo. El sitio se llena de puestos de marroquíes y gitanos (no soy racista) vendiendo alfombras, relojes y demás utensilios. De repente me llamó la atención un puesto de ropa interior y avisé a mi esposa. Había muchos tanguitas y prendas íntimas de mujer y el sitio lo llevaba un gitano asqueroso(perdónenme la expresión). El tío era todo flacucho, típico aparca-coches lleno de mugre con ropa vieja y apestando a mil demonios. Le faltaban varios dientes y tenía algunos picados.
Como mi mujer no tiene tangas apenas y a mi me gustan mucho le dije de ir a mirar. Solo tiene uno rojo que le regalé el dia de los enamorados con un "te amo" bordado. Mi mujer nada más ver al tipo dijo de no ir, porque le repugnaba el llevar ropa que hubiera estado en contacto con dicho sujeto.
-Vamos cariño te llevas un par de prendas y las lavas en casa a conciencia.
-Es que encima el tío tiene cara de sádico, me repugna...- decía ella, con cara realmente de asco.
Total que al final la convencí.
-Buena tarde ceñora, que buzca.- hablaba algo tosco y mal.
Mi mujer evitando mirar a su cara dijo que venía a mirar la mercancía.
-Bien, po mire-dijo el gitano rascándose los bajos sin ninguna educación.
Yo de mientras me puse a mirar unos cinturones que tenía pero vamos a mi no me echaba cuenta el gitano.
Pasó un rato y mi mujer vió dos tangas que le gustaron. Cojió uno y otro estaba fuera de su alcance. El gitano tenía su mano metida por dentro del pantalón y se la estaba rascando, se dió cuenta, se sacó la mano y cojió el tanga que le gustaba a mi mujer, pero haciéndolo una bola y como limpiándose las manos en el. Mi mujer lo percibió.
-Necesito una talla distinta a esa-dijo evitando tocar el tanga.
El gitano sonrió con sus dientes mugrientos y dijo:
-Comprendo, en la furgoneta tengo más tallas.
Hasta ahí todo normal, pero al salir el gitano pasó por al lado de mi mujer y le dijo algo que no escuché bien porque estaba lejos y siguió hacia su furgoneta. Más tarde me enteré que dijo el descorchador a su servicio.
A todo esto apareció una compañera de mi mujer, policía también y se pusieron a charlar. Como eran dos y además eran policías me dije para mí mismo que podía dejarlas a su plan e irme yo a mirar unas cosas por mi cuenta. La amiga de mi mujer es morena, con el pelo largo, rizado y también está casada, tiene un cuerpazo y es famosa por ser borde con los tíos cuando le entran.
Volvió el descorchador, vió a la otra amiga y sonrió aun mas.
-Ceñora me temo quel modelo que buzca se nus ha agotao, tengo más modelo en mi flagoneta que está atra en el callejón po si quieren vé. No me los atraigo pa cá porque cerraremo en ná.
Mi mujer miró a su amiga y dijo bueno venga. Ambas fueron siguiendo al gitano y yo me fuí por mi cuenta a mirar. Transcurrieron 20 minutos. Yo por mi parte ya acabé de mirar las cosas y ví que la gente se iba marchando del mercadillo porque era la hora de cerrarlo. Volví al puesto del gitano y ví que estaba cerrado así que me puse a buscar la furgoneta. Ya había oscurecido y no se distinguían bien los objetos. Llegué al vehículo y ví que estaba cerrado, cuando me iba a marchar pensando en que mi mujer estaría tomándose un café con su amiga, oí ruido de voces que provenían del interior de la furgoneta.
Los cristales del coche eran tintados y no se veía bien pero había una esquina que estaba sin tintar y por ahí pude ver lo que pasaba dentro. Estaba el descorchador sentado en una caja de naranjas, a su derecha de pie la amiga de mi mujer y por las voces sin campo de visión supuse que a la izquierda estaba mi mujer. Yo pensé joder que pasará, sabía que mi mujer sabía defenderse y su compañera también, con lo que eran dos contra uno, así que no sabía que pasaba y me limité a escuchar.
-¿Estais casadas?-dijo el gitano.
-Si-dijeron ambas.
-¿Y os gustan los buenos vergajos no?-dijo el gitano y yo me quedé pasmado, sin reaccionar.
La amiga de mi mujer sonrió mirando a la izquierda donde supuestamente estaba mi mujer.
-Lo suponía, bueno pos quitaros los tanguitas.
La amiga de mi mujer que llevaba una falda vaquera también se la subió y se quitó un tanga blanco con rayas negras(similar a la piel de una cebra, era bastante original el tanga), sin decir nada se lo dió al gitano. Ví como el gitano tenía otro tanga en la otra mano, uno rojo con letras bordadas (y supe que era el de mi mujer) y luego se metió los tangas por dentro del pantalón y empezó a meneársela con ellos. Solo se oía el "clask clask" de la paja que se estaba haciendo y de repente dijo:
-Vale, ya teneiz ezto lizto.
Se los sacó y vi que estaban húmedos, mezcla de sudor, líquido preseminal y vete a saber que. Me fijé en que ambas intercambiaron tangas. Cuando pensé que ya no podia haber cosa más fuerte el gitano dijo:
-Bueno venga que os quiero dar candela.
Ambas mujeres se acercaron y alternativamente empezaron a comerle la boca al tipo, sin ningún asco. Juntaban las lenguas, la chocaban con las mejillas del tío, ellas se lo estaban comiendo, parecía mentira que el tío fuera un cerdo y oliera mal. Solo se oía el ruido de saliva y besos. Incluso el tío sacaba la lengua para fuera y las dos luchaban por absorverla, fue un espectáculo digno de una película X pero ésto era muy fuerte... mi mujer y su amiga, ambas policías y con un gitano sucio que quizás hasta fuera delincuente, comiéndoles la boca con desesperación.
Al rato de tanto besuqueo el tío dijo:
-Me pica el carajo necesito que os lo comais.
Mi mujer fue la que dejo de besarlo, se agachó y desabrochó el pantalón. Salió un pene sucio, grueso, brillante y con pelos pegados. Mi mujer es de las mujeres que solo hace sexo oral si el miembro está limpio, porque le repugna un poco, pero yo no sé que tendría ese que no le repugnó en absoluto y lo engulló sin miramientos. La imagen era esa, la amiga de mi mujer comiéndole la boca al sucio gitano y mi mujer comiéndole la polla (y pensar que le hizo ascos al gitano nada más verlo...y ahí estaba pasándole la lengua por los mismos cojones).
-Venga paya chúpala, ¿y eso que te doy asco eh?jajaja-rió el tipo.
-Si, pero tu polla me encanta.-decía toda descontrolada.
-Uy mira pero si son de la pasma jajaja venga deja de besarme y comemela tú tambien puta poli.-le dijo a la otra mientras miraba su bolso.
-Enseguida.-dijo la amiga de mi mujer sonriendo.
Y ahí estaban las dos, chupando al unísono. Veía como se le formaba el bulto en la mejilla a mi mujer y me ponía malo. De repente el tío dijo:
-Parad zorras, ha llegado el momento de llenaros de carne en barra.
Mi mujer dijo:
-Supongo que no tendrás condones.
Él dijo que no. Mi mujer se levantó y cojió su bolso, entonces pensé en llamarla al móvil.
Así lo hice y lo cojió:
-¿Si?¿Cariño?-mientras decía ésto cojió un condón y se lo pasó a su amiga, ésta lo abrió e intentó ponerlo, pero el pene era demasiado ancho y se dedicó únicamente a pajearlo y mamarlo.
-¿Oye dónde andas?Estoy harto de buscarte-dije, procurando no parecer alterado.
-Cielo he ido a tomar un café con esta compañera y me acaban de llamar de la central, nos ha surgido un problema gordo-la amiga rió y empezó a pegar lametones fuertes a la poya del gitano.
-No te preocupes volveré dentro de unas horas-diciendo esto colgó.
-Bueno mi marido ha llamado, lo haremos sin condón; venga antes de que le dé por buscarnos y nos deje a medias.-dijo riéndose. Le daba igual que pudiera preñarla o cojer alguna enfermedad de transmisión sexual.
El gitano sonrió y dijo:
-Claro coño, azín ez como lo hago yo ciempre con mis clientas.
La amiga no dejaba de chupar. Acto seguido, mi mujer cojió el manubrio, se apartó el tanga blanco a un lado, la amiga escupió sobre el nabo y se lo insertó literalmente a mi mujer. Mi esposa empezó a darle lametones al gitano por toda la cara, estaba salidísima, nada más hacía llenarse la cara de saliva del tipo. Así estuvo un buen rato. Luego cambiaron y fue la compañera la que lo cabalgó. Decir que lo hacian con ropa, mi mujer estaba sentada sobre él con la falda arremangada, el tanga hechado para un lado y su compañera de forma similar. Así estuvieron otro rato con el "plas plas" y de repente el tío quitó de encima a la amiga y le dijo a mi mujer:
-Venga mojarmela que te voy a dezcorchar paya.
-A mí no me gusta por el culo, no me atrae, me da miedo, házselo a ella-dijo mi esposa.
-Tu a callar so furcia, a ella se lo hice la semana pasada cuando vino con su otra amiga. Si quieres ser mía, te tengo que dejar mi marca.
Me quedé anodadado, resulta que el tío se dedicaba a tirarse a las tías a pares en su furgoneta, con ese aspecto de guarro y les iba partiendo el ano a cada una, "marcándolas".
-Está bién-diciendo ésto, mi mujer se acercó y le dió un morreo.
La amiga escupió en la polla, la chupó varias veces y acto seguido mi mujer se sentó encima del gitano. Éste se ensalivo un dedo, se lo metió por el orto y seguidamente la enculó. Yo ya no pude aguantar más y lleno de rabia no se me ocurrió otra cosa que llamar a la policía. Alegué que mi mujer había sido retenida en una furgoneta contra su voluntad. Llegó un coche patrulla, un hombre y una mujer, de uniforme los dos. El tipo tenía pinta de duro, de no soportar bromas. La compañera era una rubia con coleta, guapa de cara y con aspecto serio. Se bajaron y por la radio se oyó que había disturbios cerca de la zona con lo que acordaron en que el policía iría a investigar la zona y ella se ocuparía del gitano. La policía desenfundó el arma y miró por la ventanilla, dentro estaban mi mujer y la compañera chupándole el tronco al gitano.
-¡¡Joder que fuerte!!-dijo.
-Si agente la están violando...-dije.
-Silencio, pueden oírnos, usted aguarde fuera por su seguridad.
Dicho esto entró en la furgoneta y cerro la puerta. Yo me rayé bastante porque no escuché señal de alto; me fuí acercando a la ventana de nuevo y miré dentro. Mi mujer y su amiga seguían chupando como posesas. El gitano dijo:
-Buenas agente, ci quiere confiscárme la polla ya sabe, póngase rodillas y al pilón.
Yo me quedé estupefacto, como podía hablarle así a un agente armado... pensé para mis adentros que se iba a enterar. Que equivocado estaba...
La mujer policía enfundó su pistola y dijo:
-Me pregunto si me cabrá dicho vergajo en la boca.
-Todavía hay carne en barra para tres-dijo mi mujer.
Aquí ya es cuando me dije dios esto no puede ser real. La mujer policía se quitó la gorra, se la puso al gitano y dejó en el suelo su cinturón con la pistola. Se bajó los pantalones y ví que llevaba un tanga negro.
-Veo que llevas el tanga que me compraste el sábado pasado, te queda muy bien-dijo el gitano.
Ella sonrió, se arrodilló y comenzó a lamerle el trócolo junto con mi mujer y su amiga.
-Como me gusta follarme a payas casadas y encima estoy jodiendo a la policía-dijo entre risas.
Ellas rieron y siguieron a la suyo. Así hasta que el tío eyaculó en las bocas de ambas. Acto seguido se liaron a pasarse el esperma de una boca a otra relamiéndose. Henchido de rabia y descontrolado totalmente entré en la furgoneta y cojí la pistola de la mujer policía. Se sorprendieron todas pero siguieron lamiendo, mi mujer me miraba con la polla del gitano en la boca y haciendo ruidos de succión.
-¡¡¡Qué haceis putas!!!¡¡¡Dejad de chupar!!!-grité.
-No podemos-dijo la amiga de mi mujer mordiéndole un testículo.
-Hasta que no lo diga él no paramos-dijo la policía lamiéndole el otro testículo, la última que había llegado.
-¡¡¡Diles que paren hijo puta!!-estaba fuera de mí.
-Eztá bien payo pero relájate, a vé parad zorras-y le dió un cachete flojillo a mi mujer, que paró sonriéndole.
-¡¡¡Hijo de puta cómo haces ésto!!!-grité.
-Fácil payo, eztas mujere vienen al mercadillo a por un cervicio que yo lez doy, hoy po ejemplo a tu zeñora, que por cierto la mama muy bien y me guztan laz zorritas que ce depilan los bajos-dijo riéndose.
Mi mujer le sonrió y le besó en la boca.
-¡¡Increíble!!¡¡Y tú que dices so guarra!!-dije.
-Cariño no te sulfures, sólo le he comido la polla, me he tragado su saliva, me ha dado por el coño sin condón, me ha estrenado el culo y me he bebido su esperma, por lo demás sólo te quiero a tí, aunque eso sí, todos los sábados voy a seguir viniendo al mercadillo-dijo tan normal.
Dicho ésto se vistieron todas y se limpiaron; el gitano puso cara de asustado y dijo de repente:
-¡¡¡NOOOO por favor!!! ¡¡¡tengo churumbele no!!!
-¡¡¡Cariño qué haces!!!-dijo mi mujer.
-¡¡¡Se ha vuelto loco!!!-dijo la amiga de mi mujer.
-¡¡¡Me ha quitado el arma!!!-dijo la mujer policía.
Y de repente sentí un disparo, y un golpe en la espalda. Todo se oscureció y pensé que había muerto.
Cuando abrí los ojos estaba en el hospital y mi mujer estaba a mi lado.
-¿Qué ha pasado?¿Y el gitano cabrón ese?-dije.
-¿Qué gitano?¿Qué dices cariño?
Por un momento pensé que había sido una pesadilla. Le dije que hace poco habíamos ido al mercadillo a comprar a un puesto y tal.
-¿Qué dices cariño?Eso lo has soñado. Te cuento, te caíste en la bañera y te golpeaste con el lavabo rompiéndolo e hiriéndote en la espalda. Quedaste inconsciente y llevas varios días durmiendo en observación.
Pensé para mi mismo y dije joder pues que real era todo y suspiré aliviado. Mi mujer me dijo que iba a comprar flores para adornar la habitación y que ahora volvía... al levantarse vi un resplandor blanco entre sus piernas; me extrañó, tiré un bolígrafo al suelo antes de que se marchara y le dije:
-¿Cariño puedes cojerme el bolígrafo ese que voy a hacer un crucigrama?
-Sí claro amor.
Llevaba la misma ropa de mi sueño, se agachó de espaldas a mí y ví la tira de un tanga blanco con rayas negras similares a una cebra(como el de la amiga con el cuál se habia intercambiado el tanga). Volvió a darme el bolígrafo y le pregunté que si ese tanga era nuevo.
-Si cariño, ¿te gusta? He decidido usar tangas de ahora en adelante, son muy cómodos y muy manejables-y me guiñó un ojo.-Por cierto es sábado hoy, se cumple una semana de tu ingreso en el hospital.
De repente sonó su móvil, lo cojió y resulta que era su amiga(la de mi sueño).
-¿Hola?¿Qué tal? ¿Que has visto unos tanguitas en el mercadillo? jajaja vale ahora bajo-dijo.-Oye cariño que me voy con ésta a comprar unos regalitos, luego vuelvo, no te aburrirás con esos crucigramas.
Y salió de la habitación para cojer el ascensor. Con mucho esfuerzo me levanté de la cama y me acerqué a la ventana, estaba en una segunda planta del hospital y ví una furgoneta que me resultaba familiar con los cristales de atrás tintados. Tenía un logo..."El descorchador".
En el asiento del copiloto había una mujer rubia con coleta que también me sonaba (luego caí en la cuenta que era la policía de mi sueño). Apareció mi mujer abajo y se acercó a la furgoneta; salió del lado del conductor un gitano con un sombrero de paja y ví que le decía algo a mi mujer. La mujer copiloto se bajó de la furgoneta, abrió la puerta trasera y se metió. Luego apareció la amiga de mi mujer, saludó a mi esposa y se subió donde la otra mujer, por la puerta trasera. Al momento llegó un chaval de unos 18 años, el gitano del sombrero se rascó sus partes y sacó un fajo de billetes. Se los dió al muchacho y éste subió en el sitio del conductor. Entonces el tipo del sombrero agarró a mi mujer del trasero, le dió un morreo con lengua y se quitó el sombrero. Miró hacia mi ventana e hizo un gesto de saludo, en esto que mi mujer se dió la vuelta hacia donde yo estaba y la ví sonriendo, me hizo un gesto con la mano, le dió otro morreo al tipo y se subió a la parte de atrás de la furgoneta con las otras dos. Por último se subió él, se sacó de dentro de su bragueta un tanga rojo con letras bordadas y manchas amarillentas y me hizo el ademán de adiós tirándolo al suelo. La furgoneta arrancó y yo empecé a gritar en el hospital como un poseso, vinieron a sedarme y estuve ingresado dos meses en observación porque no sabían que tenía.
Cuando salí por fín, volví a casa; estaba mi mujer allí y me recibió tan normal. Yo siempre que le pregunto sobre las cosas que pasaron me dice que son sueños y delirios de cuando estaba enfermo, pero lo cierto es que mi mujer nunca falta a su cita de los sábados en el mercadillo y encima en el frigorífico hay un posit con un número de teléfono donde pone Servicio de Emergencia del Descorchador, por si no puede esperar al sábado. FIN.
Es mi primer relato y no se si tendré tiempo de escribir alguno más, espero que les guste.