El desconocido
Calor en Buenos Aires, una pileta y nuevos lugares que se van de las manos
Disfruto mucho de tocarme. Suelo hacerlo en mi cama, ambientando el cuarto. Tengo un par de juguetes. Sin embargo estas tardes de calor en baires me expuse a una situación totalmente nueva.
Era de noche y el sum del edificio estaba libre. La pileta, las luces tenues, muchas personas se habían ido de vacaciones. El calor era insoportable. Subía cuando llegaba de trabajar con un libro, el celular, la bikini y el celular. Una de esas tardes cuando el sol caía y ya me había dado un chapuzón, había leído un poco el libro y tome el teléfono. Sin darme cuenta me fui adentrando y empecé a mirar porno. Mi cuerpo ya caliente de la temperatura que no bajaba me pedía acción. Sin darme cuenta me comencé a acariciar las piernas. Mmm la sensación era fantástica, mi mano trepaba hacia mi entrepierna. Mis pechos se ponían duros y tenía que atenderlos también. Me los acariciaba suavemente, sintiendo como los pezones se erectaban. Mi mano jugaba por mi clitoris ya. Lo movía y se sentía muy rico. Solté un muy suave gemido. Al estirar el cuello, note la presencia de un vecino, que me miraba. Lejos de sentir vergüenza, eso me empujó a continuar con más fuerza. Me solté la parte de arriba de la bikini y mis pechos apenas se movían de lo duros que estaban , mi mano se iba metiendo más y más en mi concha, y mis gemidos se hacían más fuertes. Sentirme observada me gustaba mucho más. No demore mucho en venirme. Así que quede como estaba en la reposera con simplemente la parte de abajo un poco corrida. Entonces mi vecino se presentó y me dijo que venía a tomar un poco de aire. No atiné a taparme. Tampoco le dije nada. Él hablaba sobre el calor sin parar. Con mucha tranquilidad le pregunté si le había gustado mirarme. Se quedó pasmado. No pudo responderme. Me reí mucho y le dije que me había gustado. Me levante y le propuse seguir de a dos ahí mismo. Me tomo por la cintura, se quito la remera y apoyo su torso en mis tetas. Podía sentirlo duro ya. Sentí como sus manos me manoseaban mis tetas. Las mías buscaban su pija. Me hizo upa y me llevo contra la pared, me corrio la parte de abajo de la bikini y me la metió. Gritámos los dos al unísono. Fue una embestida maravillosa, con mucha fuerza y hasta el fondo de una. Mi cadera se movía pidiéndole más. El me respondía, entraba y salía como una bestia. Me trepaba casi sobre el para poder sentirla más adentro. Por mi concha los fluidos se escapaban. Me di vuelta y me agache para intentar otra pose él supo enseguida que hacer. Me levantó un poco y me la metió más adentro aún de espalda. No conforme con eso quise ir por más, la noche estaba muy caliente. Le puse el culo para que empezara a entrar despacito. Fue maravilloso, sus dedos me estimulaban el clitoris y de a poco iba cogiendome por el culo. Cuando ya estaba bien dilatada entro y sentía toda esa pija que me perforaba encantadoramente. Sus manos me sobaban las tetas. Gemiamos y gritábamos sin importarnos si alguien podía vernos, escucharnos o aparecerse. Estuvimos así un rato más. Volvimos a coger sobre una reposera, yo galopandolo. El me mamaba las tetas, y yo estaba en la gloria. Me movía encima de él como una bestia. Caí rendida. Sentía como el estaba acabando.
Nos quedamos unos minutos en silencio hasta vestirnos y bajar en el ascensor.
Al otro día cuando iba a trabajar lo vi con mi vecina de abajo. Sin dudas era Felix, su novio de la secundaria. Nos miramos de reojo entre miradas complices.