El desconocido del camión

Un día cualquiera rumbo al trabajo se puede convertir en una experiencia placentera

Era un día como cualquier otro, me despertaba antes de las 5 de la mañana y debía salir de casa de mis papás antes de las 6 para tomar un camión desde el Estado de Mexico que me llevara a Toreo y de ahí otro a Polanco, pero hoy era peor; como había reunión con directivos debía arreglarme más que de costumbre para el trabajo. Llevaba un vestido corto color negro con detalles de flores, medias negras, un abrigo largo del mismo color, cabello suelto y labios rojos, no había tiempo de cambiarme así que llevaba tacones desde que salí.

Para no variar el transporte estaba lleno a más no poder, dos filas de asientos dobles y un pequeñísimo pasillo en medio, solo de subir podías sentir el calor humano de todos los pasajeros apretados unos contra otros. En cuanto arranco el camión el chofer apago las luces interiores y subió al máximo el radio, era inútil intentar sacar mis audífonos así que me resigné e intentaba ver hacia el exterior para distraerme.

La oscuridad, el movimiento del camión, ir tan apretada y los efectos de dormir poco empezaron a afectarme, podía sentir como se cerraban mis ojos, entonces escuché una voz “¿Quieres que te ayude con tu bolsa?, No te puedo dar el asiento porque estoy mal de la rodilla, pero te puedo aligerar el peso” No lo distinguía bien por la poca luz, pero su voz era gruesa y amable, le dije que sí y se la entregué, dijo dos o tres frases más, pero era imposible distinguir sus palabras entre tanto ruido. A su lado y pegado a la ventana iba otro tipo pero al parecer dormía. Ya con las manos libres pude sujetarme del respaldo de los asientos por lo que no había casi espacio entre nosotros y yo quedaba prácticamente pegada a su lado derecho.

Cerré los ojos nuevamente intentando pensar en otra cosa que no fuera ese camión cuando empecé a sentir un roce que al principio creí accidental, su brazo rozaba mis piernas y subía un poco la orilla de mi vestido, poco a poco la presión fue aumentando, pero no lo suficiente como para pensar que era intencional. Luego se acomodó abrazando su mochila y mi bolsa, entonces su mano quedo a la altura de mi muslo y con el dorso rozaba mis piernas. Al principio era muy cuidadoso, pero al ver que yo no decía nada se animaba a ir más lejos, sentía el dorso de su mano jugando con mi pierna y la orilla de mi vestido, después fueron sus dedos y cuando reaccioné me sobaba con toda la mano, yo empecé a excitarme pensando hasta donde sería capaz de llegar estando a plena vista.

Se animó a meter la mano dentro mi vestido intentando alcanzar mi conchita que para ese entonces ya estaba mojadísima, me sobaba por arriba de la tanga y las medias y yo sin pensarlo abrí más las piernas para dejarlo hacer. Creo que fue la señal que estaba esperando por que empezó a intentar jalar o rasgar las medias, pude sentir como se rompían y sus dedos entrando por el hueco recién abierto, después sentí una corriente en todo el cuerpo cundo por fin me hizo la tanga de lado y jugaba con mis fluidos, primero metió uno y después dos de sus dedos mientras yo hacía un esfuerzo sobrehumano por no gemir como perra en celo y no hacer ningún movimiento que me delatara, con el abrigo me cubría para que nadie viera lo que pasaba. Me estaba dedeando de lo lindo un desconocido en medio del transporte y yo lo dejaba hacer, estaba concentrada en seguir recibiendo placer cuando el tipo de la ventana le pidió permiso por que se iba a bajar. En cuanto escuchamos esa voz, el que me estaba atendiendo me saco los dedos rápida y disimuladamente y se levantó para darle pasó y para que yo pudiera pasarme al asiento que se desocuparía. Cuando el tipo que iba dormido pasó junto a mi pude escuchar que me dijo “que puta eres” y me agarro el culo antes de perderse entre el resto de los pasajeros y poder bajar.

En ese momento no le di importancia, lo único que quería es que mi desconocido siguiera jugando conmigo y me hiciera tener un orgasmo, cuando me senté el me dio mi bolsa y yo la abrace acomodándola para que me tapara todo, el no tardó en volver a buscar mi húmeda vagina y otra vez meterme los dedos, primero uno y después dos y esta vez los movía más fuerte tratando de llegar más adentro al mismo tiempo que me frotaba el clítoris. Pude escuchar que me susurraba cosas como “vente, se una buena perra y vente en mi mano”, “eres una puta dejando que te meta los dedos un desconocido, de seguro de encanta la verga” “que ganas de encularte aquí mismo y dejarte todos mis mecos adentro”. En ese momento no pude más y tuve un orgasmo como pocas veces en la vida, me vine mojando su mano y mi ropa. Me saco los dedos y pude ver como los chupaba, estaba segura de que alguien más se había dado cuenta y había visto el show. Me dijo “Ya me voy a bajar, ¿te bajas conmigo y nos divertimos?” . Lo pensé pero terminé diciéndole que no podía, Intercambiamos nombres y números y se fue. Llegue al trabajo con una sonrisa y un nuevo amigo al que me moría de ganas de ver otra vez.