El Descenso de Martha Stone 7

Sabrina pasa la tarde con sus compañeras de trabajo, afianzando lazos, y consigue, por fin, pasar esa noche especial con Victoria que tanto tiempo se había pospuesto. Mientras tanto, sus padres reafirman su nueva forma de vida y lo que esto implica para con su hija.

Natasha antaño había sido una amante dominante, una cazadora de hombres que había abusado de muchos. Victoria hacía tiempo que había aplastado ese espíritu con su magia y la había convertido en una sierva fiel y sumisa a sus caprichos y los de sus clientes. Hacía años que sus oportunidades para revelar su verdadera naturaleza estaban contadas.

Vanessa era distinta, ella encajaba a la perfección en el rol en el que Victoria la había encajado. Sumisa, deseosa de complacer, rechazaba los conflictos. Natasha sabía que sólo tenía que pinchar un poco a Vanessa y accedería, así que se puso a su espalda y le puso las manos en los hombros.

_ Vanessa… la Jefa quiero que nos divirtamos juntas… que ella siga practicando… ¿Por qué si no iba a dejarla aquí, tomando la personalidad de Eva?

_ Bueno… yo no sé. _ Dijo Vanessa, notando las cálidas manos de su compañera.

_ Yo creo… que si la dejamos así, comiéndose el coño a sí misma… Victoria se va a enfadar… ¿Quieres que Victoria se enfade? ¿Te recuerdo lo que hace si se enfada?

_ No, no quiero que se enfade… _ Dijo Vanessa. Miró a Eva. _ Oye… ¿A ti te parece bien follar?

Eva reaccionó como Natasha imaginaba que haría. Levantó la cabeza del coño y se metió los dedos. Había estado escuchando lo que Victoria había hablado con los clientes, ya sabía cómo se movía Eva.

_ Eva follar, chupar, mamar. Boca coño, rico. _ Dijo, relamiéndose, mirando a las dos mujeres delante de ella.

_ Sigue sin dejarle que le rompan el culo… Una lástima… _ Suspiró Natasha.

_ Pero se lo podemos chupar muy a gusto… eso sí que me lo permitió Victoria. _ Comentó Vanessa, más receptiva, mirando a Eva con otros ojos.

_ Bien… traigamos los juguetes de Victoria… Te espero aquí. _ Ordenó.

Mientras Vanesa se apartaba, Natasha se desnudó, moviendo sus grandes pechos por la sala. Decididamente era como una modelo y sabía cómo actuar a ese respecto, contoneando su gordo culo ante Eva que sin pensárselo demasiado hundió la cabeza entre sus nalgas.

_ Sí, así… buena puta… Eres todo un animalito… ahora entiendo por qué le gustas tanto a Victoria… _ Gruñó, entre gemidos.

_ Siempre te ha encantado que una chiquilla te coma el culo.

Vanessa estaba observando, con la caja llena de vibradores. Le gustaba bastante mirar y no había podido resistirse, se mordió el labio ante la forma en la que Natasha le devolvió la mirada. La pelirroja comenzó a desnudarse, con prisas.

Para Eva el cómo se desnudaba alguien era irrelevante, los conceptos de provocación y juego previo era incomprensibles. Sólo había un culo que chupar y unos gemidos que provocar. Natasha sonrió a Vanessa.

_ Ponle uno de esos… quiero ver cómo… reacciona. _ Dijo Natasha entre gemidos.

_ ¿Estás segura? Lo va a sentir todo.

_ Por eso mismo… _ Sonrió entre gemidos.

_ Natasha, eres una puerca cachonda, ¿Lo sabías?

_ Por eso Victoria me escogió. _ Susurró, apartando a Eva de su culo.

La morena, sin embargo, siguió intentando alcanzar ese ano que había convertido en el centro de su realidad hasta que la rubia la sujetó.

_ Vamos, Vanessa, pónselo.

La pelirroja sonrió, marcando las pecas de su rostro. Se inclinó, luchando contra Eva para colocarle el dildo más monstruoso que tenía. De un vivo color negro, se acopló sobre el coño de Eva y se reblandeció cuando la magia que contenía se activó.

Eva se quitó a Natasha de encima y aferró aquella monstruosa polla, rodeándola con los dedos y masturbándose con furia, gritando como un mono. Se corrió con violencia sobre el suelo y se inclinó para bebérselo.

Natasha observó aquella figura, como aquella gran polla se iba poniendo dura de nuevo, lanzó una risotada y tiró a Vanessa delante de ella.

_ ¡Eh! _ Gritó la pelirroja. _ ¿Qué haces?

_ Eva… ahora tú eres el macho… juega con tu hembra.

A Vanessa se le iluminaron mucho los ojos cuando Eva la cogió por la cintura y, sin aviso previo, la penetró hasta lo más profundo de su útero, provocando que Vanessa emitiera un hondo gemido.

Vanessa se entregó a aquella sumisión. Todos los clientes la adoraban por eso, porque se doblegaba con facilidad tal y como lo estaba haciendo en aquel momento. Tirada en el suelo, con el culo en pompa mientras Eva, con una expresión de estúpida felicidad, la seguía follando con todas sus fuerzas.

Natasha observaba a la rubia, desmadejada, y a la figura enloquecida de Eva, con la lengua fuera, moviendo su descomunales pechos mientras se reía, enloquecida. Era como un perrito que estaba montando a su hembra. Y fue entonces cuando Natasha se acercó y la tomó de la cintura. Le mordió los pechos furiosamente, empujándola para tirarla al suelo.

De un manotazo apartó a la mareada Vanessa y se montó violentamente sobre ella, imponiendo su dominio. Aferró a Eva por los hombros y empezó a cabalgarla con intensidad. Enloqueció por la visión de sus pechos botando. Eva se corrió violentamente, llenándola con su semilla.

_ Bienvenida, Sabrina… ahora eres una de nosotras de verdad. _ Le susurró al oído.

Sabrina pareció satisfecha durante unos momentos… y después se puso en cuclillas y se cagó sobre el suelo del salón. Era una suerte que no fuera una moqueta. Como si aquello le divirtiese, se orinó encima de su regalito. Natasha sonrió divertida y le lanzó la cara contra ese montón de mierda.

_ Tu macho te ordena que comas.

Ante la atónita mirada de Vanessa, y sin ofrecer la más mínima resistencia, Eva hundió la cabeza dentro y empezó a comer sin parar.

_ Eres una bruja malvada y retorcida. _ Dijo Vanessa. _ Le dices que es una de nosotras y después le haces eso.

_ No finjas que tú no estás cachonda. _ Le dio un azote. _ ¿Qué te parece si dejas de fingir que tienes moral y me siento en el sofá a que me comas el coño como tanto te gusta?

_ Me parece bien. _ Dijo, en voz baja y con la cabeza gacha.

Natasha se sentó en el sofá y tal como había dicho Vanessa se inclinó para comerle el coño con mucho gusto, desviando levemente la mirada para mirar atentamente a Eva, que se estaba terminando su particular “merienda”. Cuando hubo terminado, y aún con el rostro encharcado, se inclinó sobre sí misma y, con la misma soltura con la se comía su coño, comenzó a comerse el mágico dildo con un ansia desesperada.

Natasha entrecerró los ojos. Cuando Victoria rondaba era sólo otra de sus muñequitas, pero cuando estaban solas podía dar rienda suelta a su propia oscuridad… y lo extrañaba. Aunque quizá con Eva pudiera hacerlo más a menudo. Ella parecía feliz con su particular forma de onanismo.

Olivia también parecía feliz mientras tiraba la ropa vieja de su hija y llenaba sus armarios con sugerentes prendas que mostraban su figura, y sus cajones de ropa interior de tangas y sujetadores de colores vivos. Su hija no volvería a ser invisible. Todo el mundo vería las hermosas tetas de Martha, todos fantasearían con llenarla de esperma y montarla como animales.

Del mismo modo que su padre, que parecía haberse tomado como reto personal cubrir de esperma hasta la última fotografía de Martha que había en la casa. Los álbumes familiares resultaban complicados de abrir, y la imagen del salón habría sido grotesca para ella días antes.

En aquel momento, de hecho, estaba tocándose violentamente frente a una foto de Martha con doce años. Olivia se acercó con mucho mimo y le apartó la mano del miembro, besándole en los labios.

_ Cariño… estás casi seco… te vas a hacer daño. _ Le acarició el rostro. _ Yo también estoy muy cachonda… con Martha, es natural.

_ Martha… ¿Por qué no viene a casa? _ Gruñó.

_ Yo también me muero de ganas… pero nosotros sólo debemos apoyarla… _ Le miró a los ojos. _ Tranquilo… deja que te la chupe al menos… estarás más cómodo…

Olivia se agachó y engulló la polla de su marido con ímpetu. Había tomado su nuevo papel como sostén de la familia muy en serio. Mantener a su excitado marido medianamente cuerdo y asegurarse de que su hija se convirtiese en la mejor fulana de todas.

Y por eso cuando separó la polla de su boca y ayudó a su marido a correrse sobre aquellas fotos, lo hizo con una sonrisa en los labios.

_ Bien… bien… ahora que tal si descansas un rato y esperamos a que nuestra querida hija vuelva para enseñarle lo que hemos hecho por ella. Es mejor que estés fresco cuando vayas a follarla, ¿No crees?

_ Sí… debo estar… descansado… _ Repuso, dejándose caer en el sofá.

Sabrina recuperaba el control de su cuerpo ya a media tarde. Se sorprendía de la cantidad de locuras que era capaz de hacer cuando era Eva… y ansiaba más… más personalidades que la deformasen y le permitiesen ser otras personas… romper aún más límites.

_ Por otro lado… preferiría reducir el comer mierda al mínimo, Natasha. _ Le dijo a la rubia mientras se lavaba los dientes por séptima vez.

Lo último que quería en su gran noche con Victoria era que le apestase el aliento a orina. Por otro lado, Sabrina tenía aquello que Martha siempre había ansiado, amistades, autoestima… y de una extraña y enfermiza manera… amor.

Se puso un elegante vestido rojo, muy revelador, largos tacones, y se sentó a la mesa del comedor a esperarla cerca de la hora. Natasha y Vanessa habían preparado una elaborada cena con varios platos para, según sus palabras, agradecer la buena tarde que habían pasado juntas.

Así que se encontraba sentada frente a un plato de ensalada de pasta, observando a los ojos a Victoria. La tatuada pareció encontrar divertida la historia que le había contado.

_ Natasha es un mal bicho. _ Susurró Victoria, divertida. _ Pero también es fácil de controlar… mira.

En aquel momento, Natasha y Vanessa traían los postres. Con un chasquido de dedos, ambas chicas se quedaron en completo silencio, las miradas perdidas, un espeso hilo de baba cayendo por la comisura del labio y una fina línea de flujo manando de ambos coños.

_ Excitante… ¿No crees? _ Victoria alzó las cejas.

_ Mucho… y ellas… ¿Qué sienten ahora mismo? _ Preguntó con curiosidad.

_ Obediencia… y lujuria, más que nada. Son como marionetas movidas por el deseo. ¿Por?

_ Porque quiero experimentarlo… _ Sabrina se mordió el labio con deseo. _ Que me sometas del todo… quiero eso en una de mis cajas.

_ Ah… ¿Eso quieres? ¿Y te quejas de Natasha? Tú sí que eres una pervertida. ¿Alguna idea más?

_ Quiero… experimentar lo que es el poder… lo que tú sientes… Hazme poderosa… dominante…

_ Veo que quieres tocar todos los palos. _ Victoria sonrió. _ Pero de eso… ya nos ocuparemos mañana. Ahora… ya hemos cenado y…

Chasqueó los dedos y las chicas recuperaron la compostura.

_ Natasha y Vanessa estaban a punto de dejarnos solas.

_ Sí, claro. Os dejamos. _ Vanessa se sonrojó y se acercó a la puerta.

_ Hasta que nos necesites, ama. _ Dijo Natasha, con una leve reverencia.

Victoria tomó a Sabrina de la mano y la llevó hasta la cama, con una delicadeza inusitada en ella la tumbó sobre la cama y empezaron a besarse. Mientras Victoria y Sabrina se desnudaban mutuamente, la morena se sometió y dejó que la experimentada tomase el mando.

_ Vaya infierno de vestido… _ Susurró Victoria, justo antes de morderle la oreja.

_ Pero… ¿Y lo bien que me queda? _ Le respondió, mordiéndole el cuello.

Entre risas, las dos mujeres se fueron deshaciendo de la ropa de la otra, hasta que ambos cuerpos se frotaron desnudos. Sabrina se había vuelto adicta al cuerpo de Victoria, embriagada por el sabor de su piel. Victoria sonrió y le dio la vuelta repentinamente.

Sabrina lanzó una risotada cuando Victoria empezó a jugar con su ano. La lengua de la tatuada era increíble, y provocó que Sabrina perdiera la cabeza. Por un momento recordó mucho a Eva, con la mirada perdida en el placer, moviéndose como una yonki del placer. Ya le habían comido el culo varias veces, pero Victoria era… impresionante.

_ ¿Qué me haces? _ Se dejó caer sobre las sábanas, derrotada.

_ Pensé que querías recordar esta noche… me aseguro de ello. _ Victoria se colocó el consolador. _ ¿Quieres chuparlo?

Sabrina ronroneó.

_ Siempre… _ Se arrastró con una sonrisa y empezó a chupárselo.

Había pedido consejo a las chicas, se la había comido a su padre, había visto muchos vídeos y, en especial, recordaba lo que había sentido aquella tarde al comerse el consolador que ella llevaba puesto. Como resultado, había mejorado mucho dando mamadas… y Victoria, con un hondo gemido, lo notó.

Pero aquella no era su noche, así que aunque se moría de ganas, no le marcó un ritmo a una Sabrina entusiasta que dedicó un buen rato a su tarea. Cuando terminó, la polla estaba húmeda y dura. Eso la hizo sonreír, recordando su sueño con el anciano.

_ Es el momento… Prepárate… Esto te va a doler más que por el coño. _ La avisó mientras posicionaba el consolador frente a su entrada.

_ Deja de postergarlo más. _ Le suplicó Sabrina. _ Hazme tuya…

Victoria no necesitó más aspavientos. Finalmente, empezó a introducir aquella polla que, lo cierto es que no era especialmente grande, en las entrañas de Sabrina. Y no le había mentido, el culo no había sido diseñado para albergar pollas y la penetración fue ligeramente dolorosa.

Pero Sabrina cerró los ojos, mordió la almohada y pensó en lo que vendría después. Efectivamente, poco a poco, y con las ligeras estocadas, el dolor se fue extinguiendo y empezó a experimentar por primera vez el placer anal. Sentía como todo su cuerpo se congestionaba de placer y gratitud. Martha jamás se habría atrevido a hacer algo así, a pesar de que fantaseaba continuamente con ello.

El bombeo de Victoria se fue haciendo cada vez más agresivo, hasta que se convirtió en un rápido vaivén. Sabrina gozaba y gritaba para demostrarlo. Su cuerpo casi inmóvil, simplemente recibiendo, dejándose hacer. Movió la cabeza y pudo ver a Victoria sobre ella, sujetándole las caderas con maestría mientras se movía sobre ella. Sabrina fue verdaderamente feliz en aquel instante. Supo, que con Victoria lo tenía todo.

Y eso provocó un intenso orgasmo que la hizo estremecerse. Ambas mujeres se quedaron tiradas sobre la cama, mirándose. Aquella vez no había prisa, y empezaron a besarse con pasión, con intensidad. Sabrina tenía una sonrisa pícara. Por fin tenía lo que quería, no había sido tan difícil.

_ ¿Y ahora?

_ Ahora me das tú a mí. _ Respondió Victoria.

_ Martha… ¿Martha?

Martha se había abstraído. Estaba sentada en el despacho, sobre una gran pila de informes. No sabía por qué, pero se sentía extrañamente bien, extrañamente contenta a pesar de que se había pasado toda la noche trabajando en unos informes con Victoria y de que se había caído de culo intentando coger unos documentos de la parte alta del estudio de Victoria.

_ Perdona… me he distraído… _ Confesó.

Se sentía extraña con Victoria. Se le ponían los pezones duros, se le mojaban las braguitas. Aquella mujer tenía un fuerte efecto erótico en ella. Quizá fuera la erótica del poder, se dijo. Después de todo, ella era su jefa, era bastante atractiva, y esos tatuajes llamaban mucho la atención.

_ No te puedo culpar, Martha. Has estado trabajando mucho.

_ Bueno, había que hacer inventario, y no podías hacerlo tú sola. _ Martha sonrió.

_ Sí, pero mañana… Hoy quiero que tengas el día libre. Quédate en casa, descansa. Tus padres me matarán si te hago trabajar en exceso.

_ Oh, no es nada. _ Martha se sonrojó.

_ Te acompañaré al ascensor. _ Dijo Victoria.

En el camino, la tomó de la cintura y Martha se dejó caer sobre ella instintivamente. Victoria olía muy bien, le gustaba el olor que desprendía. Se había quedado obnubilada mientras se acercaban. Victoria la ayudó a subir. Se miraron a los ojos y entonces Martha, al ver que se abrían las puerta… se atrevió.

Le dio un beso a su jefa, con el rostro ruborizado y claramente arrepentida, se metió en el ascensor y bajó ante la atónita Victoria que sólo pudo sonreír cuando se quedó sola.

_ Insisto en que es peligroso que te guste tanto. _ Natasha estaba ahí, de nuevo. Y cruzaron las miradas.

_ No deberías preocuparte por eso.

_ Me preocupo por tu felicidad. _ Le recordó. _ ¿Acaso has olvidado que tanto para Vanessa como para mí, tú eres nuestra mayor y única prioridad? Existimos para servirte y que seas feliz.

_ Pues ahora estás siendo una aguafiestas. _ Le recordó. _ ¿Y qué más da si la quiero? Sí, la quiero. ¿Qué importa?

_ Eso es muy bonito. _ Natasha la miró fijamente. _ No, no estoy celosa, si eso es lo que temes. Te aseguraste de que no pudiera. Escucha, Victoria. Soy tu esclava, en cuerpo y alma, pero eso no significa que sea estúpida y que no pueda pensar por mí misma.

_ ¿Y en qué piensas?

_ Probablemente en la misma razón por la que ese beso de Martha te ha hecho más feliz que romperle el culo a Sabrina. _ Le espetó. _ Tú la amas… eso está claro. Pero… ¿Martha te a ti o es sólo Sabrina disfrutando de ser tu sierva?

_ ¿Tan transparente soy? _ Victoria parecía derrotada.

_ Lo eres para mí. _ Natasha se acercó a Victoria y la besó en los labios. _ No quiero que Martha te haga daño…

Martha en ese momento llegaba a casa. Esperaba que sus padres no estuvieran enfadados con ella. Se había pasado la noche fuera y además había besado a la jefa. Su madre iba a estar furiosa cuando se lo contase. O al menos, eso esperaba.

Martha no dio la menor importancia al fuerte olor a sexo que inundaba la casa, ni a todos los cuadros cubiertos de semen que adornaban las estanterías y paredes. Sabrina se encargó de que viera todo aquello como algo normal. Estaba trabajando a marchas forzadas dentro del cerebro de Martha.

Sus padres estaban desnudos, tocándose mientras veían un viejo vídeo de Martha en el instituto. Pero para Martha no había nada extraño. Sólo sus padres recordando viejos tiempos.

_ Martha, por fin estás en casa. _ Olivia sonrió, parecía muy feliz.

Jason estaba demasiado cachondo, observando la figura de su hija embutida en aquel vestido tan sugerente. La morena se sintió reconfortada con su madre.

_ Mamá, tengo algo importante que contarte. _ Dijo Martha, algo tensa.

_ Sí, claro, por supuesto… Por qué no te quitas ese vestido, te sientas sobre la polla de tu padre y lo hablamos.

_ Claro, sin problemas. _ Sonrió Martha. Después de todo, era una petición completamente normal.