El descenso de Martha Stone 6

Sabrina siente muchas ganas de conseguir tener su noche con Victoria lo antes posible, así que decide intervenir en sus relaciones familiares... y de paso, acelerar los cambios en Martha.

Antes de empezar con el relato, me gustaría daros las gracias por los comentarios que me estáis dejando. Me alegro mucho de que os guste el viaje de Martha y compartáis vuestra teorías sobre hasta dónde va a degenerar la cosa y cuántas personalidades va a desarrollar. No os voy a dar un número, porque pueden terminar llegando más o menos... pero sí os puedo decir que Eva no va a ser la última, y que Martha va a tocar muchos palos. Sin más os dejo el capítulo.

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Martha se planteó llamar al trabajo para decir que estaba enferma. Cuando se levantó, y después de masturbarse, como ya hacía todas las mañanas para estar despejada, se dio cuenta de que le dolía todo el cuerpo. Pero es que era normal… ¿Cómo se le ocurría a Victoria pedirle que se ocupara de los archivos y los estuviera colocando el primer día?

Esperaba que el resto del trabajo no fuera así. Se suponía que iba a ser su secretaria, esperaba que no continuasen así. Ella no tenía la forma física para cargar cajas de un lado a otro. Se ajustó bien el tanga y el sostén. Hacía calor, no veía la necesidad de ponerse nada más hasta después de ducharse para salir.

Martha antiguamente había sido muy vergonzosa. No soportaba que la vieran en sostén y bragas… lo cierto es que nunca se había puesto un bikini para ir a la playa, y sus bañadores eran muy poco reveladores. Era una suerte que su piel fuese de natural de un tono café, porque de lo contrario, toda la zona del pecho y el abdomen contrastaría con el resto.

Pero aquellos días hacía… tantísimo calor que la idea de ponerse toda aquella ropa para estar en casa la agobiaba demasiado. Ella no se había dado cuenta de sus nuevos hábitos… de que se masturbaba entre cinco y diez veces al día, a veces incluso a escondidas durante las comidas, de cómo aunque no había cambiado todo su vestuario, cada vez se ponía las cosas de forma más sugerente, con menos botones y con más escote.

Si se había percatado de que había tirado toda su ropa interior anterior y ahora sólo se ponía tangas y sostenes provocativos, pero lo asociaba a que ahora era mayor y ya no tenía sentido llevar bragas de abuela ni con dibujos de Harry Potter.

Los que si se habían dado cuenta de todo aquello, eran Olivia y Jason, sus padres. Olivia le dio un beso a su marido antes de salir a trabajar, y ambos se miraron.

_ Sí, hablaré con ella. _ Se giró y miró a Martha con reproche.

Su hija estaba desayunando casi desnuda, enseñando impunemente sus nalgas, apretadas contra la silla. No, aquello no estaba bien. De hecho, estaba peor, porque podía ver la mano de Martha… no, no podía ser.

Pero sí, si que lo era. Bajo la mesa, la mano izquierda de Martha se encontraba bien colocada bajo su tanguita, frotando su coño en un gesto inconsciente, recorriendo las líneas de su depilado sexo. Parecía completamente desconectada del resto del cuerpo, que actuaba con normalidad mientras se comía un Sandwich.

_ ¡Martha! _ Le gritó Jason.

La muchacha pareció despertar del trance, sacándose la mano del coño y limpiándose apresuradamente sobre la pierna… Que desperdicio de flujos, se dijo.

_ Papá… ¿Qué pasa? _ Su padre nunca le había gritado.

Martha siempre había sido una chica modelo. Había sabido cómo vestirse, cómo comportarse, cómo actuar. Siempre dulce e inocente, siempre correcta. Siempre… reprimida.

_ Martha, tenemos que hablar de tu comportamiento.

_ ¿Mi comportamiento? ¿Qué pasa con él?

Martha tenía genuinas dudas en su mirada. No entendía a lo que se refería su padre. Ella no veía cambios en su comportamiento.

_ ¿De qué hablas, papá? _ Le preguntó, avergonzada.

_ Martha… ¿Me puedes explicar por qué vas casi desnuda por casa?

_ Bueno, es que hace calor. _ Le preguntó, encogiéndose de hombros. _ ¿Qué tiene eso de malo?

Martha le miraba fijamente a los ojos. De repente, todos sus argumentos y sus quejas se fueron haciendo muy pequeños… al mismo tiempo que su polla se iba haciendo más grande y más dura. Martha sonrió… una sonrisa que no era propia de Martha… porque no era Martha la que sonreía.

Sabrina no se podía creer lo fácil que había sido. Victoria le había dicho lo que tenía que hacer. Repetir un ensalmo en lo más recóndito de su mente, masturbarse para mantener alta su energía sexual y conseguir que la mirasen fijamente. Martha tenía unos grandes ojos muy expresivos y había capturado la mirada de Jason con facilidad.

_ Papi… ¿No será que te resulta incómodo mirarme el culo? _ Le acarició la polla sobre el pantalón. _ Es eso, ¿Verdad?

_ No… yo no… _ Gimoteó él.

_ Sí, yo creo que sí es eso… Mi culo… mis tetas… te incomoda lo mucho que me deseas. _ Cogió la mano de su padre y la llevó a su pecho. Él comenzó a apretarla. Ya era suyo. _ Vamos, reconócelo… no es malo estar cachondo.

_ Sí… me excita… tu culo… tus tetas…

_ Fantaseas conmigo cuando te follas a mamá.

_ No… yo no…

Martha le bajo el pantalón y cogió su polla con la mano, él se estremeció cuando empezó a tocarla.

_ Fantaseas conmigo todo el tiempo…

_ Fantaseo contigo… salvo cuando fantaseo con tu madre.

Sabrina puso los ojos en blanco. Tampoco podía culparlo. Su madre parecía una modelo de revista. Y se querían, su amor era auténtico. Sonrió, en parte orgullosa.

_ Si, fantaseas conmigo y con mamá. Porque he heredado sus tetas, su culo… y te encantan. Te gusta mi carita de ángel… quieres ver como te chupa la polla.

_ Quiero que me chupes la polla… _ Sabrina notó cómo su miembro latía.

_ Y te encanta verme desnuda por la casa… te encanta cómo me contoneo… cómo me luzco… lo hago para ti, papa.

_ Lo haces para mí… _ Sonrió, lascivo.

_ Muy bien, eso es, papá. Ahora te voy a comer la polla… y cuando te corras, aceptarás el nuevo rumbo de mi vida… aceptarás cómo me visto… lo que hago… y a quién me follo. Especialmente cuando eres tú.

_ Lo aceptaré todo.

Sabrina cumplió su palabra y se metió aquella polla en la boca. Su primera polla auténtica siendo Sabrina… ¿Cuántas primeras veces tendría? Se humedecía sólo de pensarlo. Podría ser puta toda su vida y desvirgarse cada noche. Su padre se acomodó mientras su moral y su dignidad se iban evaporando cada vez que su polla llegaba a rozar la garganta de su hija.

Se corrió con muchísima fuerza, y Sabrina se tragó todo con una gran sonrisa. Se incorporó, se acercó a su oído y le susurró en voz muy baja.

_ Me encanta cómo sabe tu leche, papá… _ Le acaricio el rostro. _ Quiero que esta noche te folles a mamá hasta que perdáis el sentido… y que pienses en mí. Te enviaré algo para que no me olvides.

Jason se quedó embobado mientras Sabrina se cambiaba. Se vistió con un traje que le había regalado Victoria, con un enorme escote y taconazos que realzaban su figura. Jason se quedó mirando su culo mientras salía.

_ Hasta mañana… papaíto. _ Le dijo, despidiéndose con la mano.

A Jason le sonó el móvil. Tenía un mensaje de su querida hija. Una foto en la que aparecía desnuda, en posición de ofrecer las tetas, con una sonrisa pícara. Una foto que le había sacado Victoria unos días antes, y el material con el que su padre se estuvo masturbando hasta que su cerebro le recordó que tenía que ir al trabajo. Al bajar, Sabrina dejó que Martha volviese a tomar el control.

Se miró en el espejo y se preguntó por qué se había puesto un vestido tan provocativo si lo que iba a hacer era sencillamente ver a su madre. Pero se detuvo un segundo y se observó, su maquillaje… su ropa. Estaba…

_Increíble _ Susurró Sabrina en su oído. Sí, sí que estaba increíble. ¿Siempre había sido tan… guapa? _ Sí… eres guapa, Martha… eres preciosa…

Martha se quedó mirando su propio reflejo durante unos momentos, con la mirada perdida.

_ Soy guapa… soy preciosa. _ Repitió.

Martha pestañeó muy rápido, sintiendo una repentina seguridad en su misma que antes no tenía. Con una sonrisa en los labios, se encaminó hacia el ascensor, y de allí, en el metro, al trabajo de su madre. Atraía miradas mientras se encontraba allí.

Le lanzaron piropos… y le gustó. Incluso coqueteó con algunos chicos de camino a las oficinas de su madre. En las oficinas también atraía las miradas. Cuando se quiso dar cuenta andaba con la cabeza alta, sacando pecho. Tocó en el despacho de su madre y la mujer abrió la puerta, poniendo los ojos como platos al verla.

La tomó del brazo y la hizo entrar dentro del despacho. No entendía cómo Jason la había dejado salir así. Iba a echarle la bronca, cuando su hija clavó su mirada en sus ojos… y Sabrina se puso a trabajar.

Unos minutos después, Olivia estaba sentada en su silla, con los brazos a los lados, la mirada perdida y las bragas en los tobillos. Sabrina le metía los dedos con mucha calma, provocando que su madre gimiese. Lentamente, sin prisa, Sabrina había echado el pestillo.

_ Tienes que aprender a apoyarme, mamá… ya no soy una niña…

_ No eres… una niña… _ Dijo, entre gemidos.

_ Soy una mujer… adulta y deseable para muchos. _ Pellizcó los pezones de su madre.

_ Adulta y deseable para muchos… _ Repitió.

_ Incluso para ti.

_ ¿Qué? Yo…

Sabrina suspiró y negó con la cabeza, le pellizcó el clítoris.

_ Tú me deseas, mamá. Te excita mirarme… por eso te incomoda que me muestre.

_ Te… deseo. _ Asimiló, pasándose la lengua por los labios.

_ Y ahora… vas a dejar de reprimir ese deseo, mamá… lo vas a abrazar, y vas a apoyarme en mi nueva carrera.

_ Abrazar… apoyarte. _ Susurró, cerca del orgasmo.

_ Voy a ser la mejor puta de todas, y tú vas a ayudarme ello.

_ Te ayudaré…

Sabrina finalmente se metió entre las piernas de Olivia y comenzó a hacerle una buena comida al coño del que en su día había salido. Olivia le aferró la cabeza y la apretó contra su entrepierna mientras se corría violentamente.

Martha reaccionó encontrándose de nuevo tras la puerta. Su madre le dedicaba una gran sonrisa.

_ Guau, Martha… vaya modelito… Ese no te lo he comprado yo. Te sienta muy bien.

_ Gracias… sé que no es mi estilo habitual, pero…

_ No tienes que disculparte cariño… Ya eres toda una mujer. Y estás muy guapa así vestida. Estoy orgullosa de ti. _ Martha sonrió. _ Anda, vete al trabajo.

_ Sí, mamá.

Martha iba a darle un beso en la mejilla para despedirse, pero Olivia giró la cabeza y le interceptó los labios, comiéndole la boca. Martha respondió por inercia. Sabrina le susurró que aquello era lo normal, y respondió al beso con intensidad.

_ Hasta mañana, mamá.

_ Hasta mañana, cariño… _ Susurró Olivia, mirándola con deseo.

No pudo evitar mirar el culo de su hija cuando se marchaba. Pensaba en como Jason y ella habían creado a una muchacha tan guapa, deseable… tan sexy. Martha era perfecta. Y ella pensaba ayudarla en todo lo que pudiera para que cumpliera sus objetivos.

Cuando Martha llegó al trabajo, Sabrina ni esperó a que llegara al edificio para volver a tomar el control. Había trabajado mucho aquella mañana, con sus padres y con Martha. Aquella era su noche, lo tenía decidido. Por eso le dolió tanto en el alma ver a Victoria preparando un maletín.

_ Amor… _ La llamó. _ ¿Te vas?

Victoria se enterneció al ver aquella imagen. Sabrina estaba acongojada, con el pecho encogido y la mirada turbada.

_ Es que, tengo una reunión, es importante, no puedo faltar. _ Respondió la tatuada.

_ Pero… es que… me he ocupado de mis padre para… poder pasar juntas esta noche. _ Dijo, sin poder evitar sollozar. _ Les he convertido en unos degenerados sólo para pasar la noche contigo.

Victoria se acercó y le puso un dedo en los labios. Sabrina estaba desesperada. Aquella tenía que ser la noche.

_ Tú lo has dicho… esta noche, cielo. Llegaré a tiempo para esta noche. _ La miró a los ojos. _ Te prometo que valdrá la pena.

Sabrina sonrió… y Victoria se asustó de lo bien que eso le hizo sentir. Pero le devolvió la sonrisa.

_ ¡Vale, pero no faltes! _ Sabrina dio un bote. _ ¿Qué hago mientras?

_ Las chicas están en casa… podrías enseñarle a Eva… seguro que entonces te cogen cariño. O puedes volver a ser Martha y revisarme la contabilidad.

_ No, creo que de eso paso, me quedo con lo de Eva… me gusta mucho ser Eva… Estoy pensando ya en ideas para nuevas cajas…

_ Te esfuerzas demasiado. _ Victoria le besó la frente.

_ Sólo quiero lo mejor para los clientes, y para ti. _ Sabrina le dio un abrazo, y Victoria respondió.

_ Sí, y lo estás haciendo muy bien. _ Victoria le sobó el culo con descaro. _ Oye… guarda ese vestido para esta noche… te queda de infarto.

Sabrina asintió, dejando marchar a Victoria, no sin cierto pesar. Se quitó el vestido y la ropa interior, y de su casillero sacó los harapos y el collar de Eva. Se cambió, se dirigió al salón, se sentó en el suelo, y en un pestañeo, Eva tomó el control y empezó a chuparse el coño como tan bien sabía hacer.

Natasha y Vanessa la encontraron así. La pelirroja parecía algo dudosa, pero Natasha tenia una sonrisa diabólica en sus labios.

_ Vane… creo que Victoria espera que nos divirtamos un poco las tres juntas…

Mientras aquello sucedía, tanto Olivia como Jason habían pedido salir antes del trabajo, alegando enfermedad. Pero no estaban enfermos… estaban excitados. Jason se había estado tocando de camino a casa, y Olivia había parado en un sex-shop a comprar un vibrador que se había incrustado en lo más hondo de su coño.

Cuando entró en casa, se encontró a su marido desnudo, sentado en el sofá del salón, con la mirada perdida y tocándose con furia mientras sostenía en la mano la foto de la graduación de Martha. El cuadro estaba lleno de semen de repetidas cargas del hombre. Olivia no hizo ningún comentario. Por el contrario, se desnudó, se sentó con él y sustituyó su mano por la suya.

Jason, sin apartar la vista del cuadro, lo posicionó mejor para que ambos pudieran verlo bien y hundió los dedos en el coño de su mujer. Durante un largo rato, ambos mantuvieron la mirada sobre la foto de su hija, manchada por el semen de Jason, mientras se masturbaban el uno al otro.

Eso fue antes de pasar a poner los vídeos familiares más recientes de fondo mientras follaban violentamente. En toda la noche, mientras follaban como animales, no se hablaron el uno al otro… pero sí pronunciaron el nombre de su hija una y otra vez cuando alcanzaron sus respectivos orgasmos.