El Descenso de Martha Stone 14
Primera visita de los padres de Martha a sus hijas, con inesperadas consecuencias.
_ Me llamo Martha Stone. Martha Stone. _ Repitió, mirándose en el espejo.
Lo cierto es que, llegados a ese punto, el sonido de su propia voz le resultaba extraño. Se había pasado todo un mes siendo Rosario de forma ininterrumpida. Se había acostumbrado a escuchar el acento que salía de su boca de forma natural, a llamar a las cosas de otra forma. Lo cierto es que era una personalidad que le parecía muy invasiva, pero también muy divertida.
Se pasó la mano por el vientre, sorprendida de saber que había una vida creciendo dentro de ella. Era un pensamiento extraño y cálido a la vez. No albergaba deseo alguno de criar un hijo, pero era extraño que la experiencia le estuviera gustando a pesar de que seguramente terminaría siendo más gorda de lo que había sido en toda su vida, una vida en la que siempre había tenido complejo con su peso.
_ Me pregunto cómo te llamará tu papá… _ Suspiró y se encaminó fuera.
Cuando se cruzó con Julia, sintió el impulso de abrazarla, y la estrechó con fuerza entre sus brazos. La rubia devolvió el gesto con una sonrisa radiante.
_ Vaya… es extraño, te he visto todos los días, pero siento que hace mucho que no estamos juntas. _ Dijo Martha, ruborizada.
_ Sí… bueno, estamos juntas, pero tú no eres tú, y yo no soy yo. Yoli es… muy absorbente.
_ Sí, Rosario también… Si vuelvo a escuchar las palabras “verga” o “chamaquita”, me va a dar algo. La peor parte es que ahora he intentado imitarla y ni me sale ese acento.
_ Necesitábamos este descanso. _ Razonó Julia. _ También tengo ganas de ver a papá y mamá.
_ Tengo ganas de comerle las tetas a mamá. _ Dijo Martha. _ ¡Anda, mi primer antojo!
Julia dejó escapar una risotada y Martha la siguió. La verdad, sonaba muy gracioso si se paraba a pensarlo… pero sí que se moría de ganas de comerle las tetas a su madre.
_ Te has quedado preñada en seguida. _ Dijo Julia. Se subió la falda y le enseñó el cinturón de castidad. _ A ti no te han puesto uno de estos, ¿Verdad?
_ No… ¿Te molesta que vaya a tirarme a papá y tú no puedas? Porque, puedo esperar por ti si lo prefieres.
_ No, pásatelo bien, en serio. Tú has cumplido, yo… no he estado a la altura y…
_ Julia, en serio… quedarse embarazada es cosa de muchos factores. No es sólo ponerle empeño.
Olivia llegó temprano a la cita. Se moría de ganas de ver a Martha. Estaba claro que Jason también. Había aguantado las ganas de masturbarse y venía con una tienda de campaña en los pantalones. Olivia adoraba a su marido cachondón y sobre excitado.
A Olivia le gustó mucho el corte de la mansión. Ojalá poder permitirse vivir en un lugar así. Decididamente, Martha estaba haciendo algo bien.
Padres e Hijas se reunieron en un gran salón de la casa. En cuanto se vieron, Martha y Julia se abalanzaron sobre su madre. Olivia sonrió mientras tomaba en primer lugar a Martha, por supuesto, y le daba un beso profundo en los labios, aferrando sus nalgas con ambas manos.
Su hija estaba guapísima… El moreno que había cogido en la piscina le sentaba muy bien. Julia no le parecía que estuviera tan bien. Se había dejado las coletas de Yoli puestas y, a su juicio, le quedaban fatal. Julia siendo una decepción, como siempre.
_ Mamá, ya estoy embarazada. _ Dijo Martha, muy emocionada.
_ Esa es mi niña. _ Olivia se mostró orgullosa. _ El señor Williams es un cretino con fuerte. Le vas a dar un heredero guapísimo.
_ ¿Y tú? _ Miró a Julia.
_ Aún no, pero sigo trabajando en ello.
_ ¿Por qué no me sorprende? _ Bufó Olivia. _ ¿Por qué no haces algo útil y se la chupas a tu padre? A ver si dejas de ser una decepción.
_ Mamá… No.
_ No, Martha. Ya es hora de que aprenda la lección.
Jason se bajó los pantalones y, sin ceremonias, cogió a Julia por las coletas y empezó a follarse su boca sin contemplaciones. Había estado casi una hora sin correrse, y eso para él era un infierno. La boquita de su hija era llenada de forma tiránica, forzándola a tragar hasta la base. Julia reprimía las arcadas.
_ De… ver…dad… lo sien…to _ Articulaba Julia cuando su padre se la sacaba de la boca.
_ ¡Me importa una mierda que lo sientas! _ Le gritó Olivia. _ Jason, el cinturón.
Jason le pasó los pantalones a su mujer, y ella cogió el cinturón que llevaban. Sin más dilación, empezó a pegar a su hija con él. Martha no se lo impidió porque estaba en Shock.
_ Lo ha… go… Lo… me… jor… que… pue…do.
Julia estaba pasando el peor momento de su vida. Aquella polla la destrozaba, su madre la azotaba con fuerza en las nalgas, y el golpeteo del cinturón golpeaba el cinturón de castidad, que le estaba haciendo daño en el clítoris.
_ ¡No es suficiente! Tenías una sola cosa que hacer, quedarte preñada del señor Williams. Es la única razón por la que estás aquí.
Los azotes se iban sucediendo y Martha se veía incapaz de reaccionar. Se quedó mirando cómo torturaban a su hermana. Julia ya no conseguía hablar… sólo lloraba y se tragaba la polla.
_ Llegados a este punto me da igual si te preña Williams, tu padre o el puñetero vagabundo del aeropuerto. _ Jason se corrió fuertemente en la cara de su hija.
Julia se quedó tirada en el suelo, desmadejada y llorando a pleno pulmón. Sabía que sus padres tenían razón. Ella sólo era un montón de mierda. Lo había sabido siempre. Olivia tensó el cinturón para seguir con los azotes.
_ ¡Ya basta! _ Gritó Martha.
La morena tenía una expresión de terror. Hasta el momento no se había parado a observar lo que habían hecho sus padres con Julia. No se había dado cuenta de que parecían odiarla sinceramente. Ella quería ser la favorita, sí… pero no a ese precio.
_ ¿Ya basta por qué? Este pedazo de mierda no vale para nada. _ Dijo Olivia.
Tiró el cinturón al suelo y antes de que su hija pudiera reaccionar, salió por la puerta. Martha gritó de frustración. Primero se ocuparía de su padre.
_ Papá, mírame a los ojos.
Jason entró en trance con una facilidad pasmosa, con la mirada perdida, la polla dura y un hilo de esperma aun saliendo de ella.
_ Tú quieres a Julia tanto como a mí.
_ Quiero a Julia tanto como a ti. _ Repitió Jason.
_ La tratarás con el mismo cariño y respeto que a mí.
_ La trataré con el mismo cariño y respeto que a ti.
Jason despertó del trance algo confuso. Seguía cachondo perdido, como siempre. Pero no pudo evitar fijarse en Julia, tirada en el suelo, con la cara llena de semen y el culo enrojecido, llorando a pleno pulmón. Se dio cuenta de que eso estaba mal.
_ Mi nena… _ Susurró, tomándola en brazos.
Jason no pudo evitar empezar a penetrar analmente a su hija. Pero restando ese movimiento, Jason la estaba consolando mientras apretaba sus pechos con mucho mimo.
_ Papá… siento ser una mierda que no se preña… _ repetía Julia.
_ No eres una mierda… tranquila mi nena. _ Le susurraba él, jugueteando con sus pezones. _ Eres una niña muy guapa… muy lista… no es tu culpa. Tú eres muy buena.
_ Pero… el señor Williams.
_ No te preocupes por eso ahora…
Julia entrecerró los ojos, sintiéndose mejor. Sentía que hacía toda una vida que sus padres no la alentaban tanto, apenas unas palabras de ánimo bastaban para crear la diferencia.
_ Papi… me encanta cuando me das por el culo… _ Le dijo, con voz melosa.
_ Tienes un culo muy rico, hija. _ Jason la besó en los labios sin detener sus manejos.
Tras esa extraña forma de decirse “te quiero”, Martha supo que su siguiente paso era su madre. Pero para eso, antes tenía que encontrarla. ¿Dónde estaría Olivia?
Lo cierto es que Olivia en aquel momento se encontraba compartiendo un cigarrillo con el señor Williams. Había encontrado al hombre de casualidad y habían iniciado una conversación que podía ser trascendente para los dos.
_ Como le digo, sé que mi hija tiene buenos atributos físicos, algo bueno tuvo que sacar de mí y de su padre. Pero tiene tendencia a ser una decepción.
_ Por el momento está haciendo bien su trabajo, señora. _ La defendió Thomas.
_ Quizá. _ Olivia dio una honda calada. Thomas la imitó, pero él tosió después de hacerlo. _ Pero no quiero correr riesgos. Sé que esto es importante para todos nosotros, y quiero asegurar el éxito de esta misión.
_ ¿Y cómo haría eso? _ Preguntó Thomas.
_ Verá… no soy tan joven como mi hija, pero aún puedo tener hijos. Me ofrezco a usted, como seguro.
_ ¿Disculpe?
_ Le estoy pidiendo que me llene con su semilla. _ Dijo Olivia, lanzando una bocanada de humo. _ Julia o yo acabaremos quedando embarazadas… con suerte, puede que incluso ambas, y entonces tendría tres herederos, ¿Le interesa?
_ Sí, sí que me interesa. _ Dijo él.
Olivia no era una jovencita, pero se conservaba muy bien. Thomas se la habría follado por el simple gusto de follársela. Ni siquiera necesita hacerlo por asegurar su descendencia.
_ Bien, casualmente hoy estoy ovulando… Sígame.
Thomas se encontraba tirado en la cama. Sobre él, Olivia cabalgaba con todas sus fuerzas. Thomas no le parecía atractivo, y decididamente su polla no era tan grande como la de Jason. Pero Olivia fingía muy bien. Sus gritos eran muy convincentes, y sabía exactamente lo que Thomas quería oír.
_ ¡Dame duro, papito! _ Le decía a voz en grito. _ Fóllame, fóllame, joder, sí.
Thomas le apretó los pechos con fuerza, retorciendo sus pezones. Olivia botaba con fuerza. En el tiempo que había pasado desde que su marido estaba hipnotizado había aprendido muy bien cómo lograr que una polla vaciara su contenido.
Retuvo el esperma dentro de sí, apretando las piernas cuando se sacó la polla de Thomas, tratando de mantener toda aquella semilla dentro de sí para asegurarse de que hubiera más posibilidades de quedar embarazada.
_ Hasta mi próxima ovulación, señor Williams. _ Se despidió, de forma muy formal, como si acabara de cerrar un acuerdo comercial.
_ Hasta el mes próximo, señorita… _ Williams se acomodó en la cama, se sentía el rey del mundo.
Olivia acababa de vestirse y se encontraba por los pasillos cuando Martha finalmente la encontró. La morena estaba tan concentrada en su misión personal que ni siquiera se fijó en que su madre parecía acalorada.
_ Por fin te encuentro, mamá. _ Respiraba con dificultad, había estado corriendo. _ Mírame a los ojos.
Olivia miró a los ojos de su hija y se perdió en ellos. Cayó rápidamente en trance. Martha no se dio cuenta, pero cuando se relajó, un pequeño hilo de semen cayó por el lateral de su pierna. Martha estaba más concentrada en el hilo de babas que le caía por el labio, o en los ojos vidriosos e inexpresivos. Estaba mucho más preocupada por Julia.
Julia acababa de terminar de darle un servicio anal a su padre. El hombre la había tomado en brazos y la estaba meciendo ligeramente, consolándola. Julia aún lloraba. Se sentía mal por las palabras que le había dicho su madre. Sentía que eran ciertas.
Cuando Olivia entró en la habitación, estaba muy distinta a cuando salió. Tenía el rostro cargado de culpa. Aferró a Julia entre sus brazos y apretó su cabeza contra su pecho. Mientras tanto, Jason se acercó a Martha. La morena sabiendo lo que quería, se bajó las bragas y se ofreció su coño.
Sí, había hecho que su padre volviese a querer a Julia, pero seguía siendo un monstruo cachondo, con eso no había hecho nada. Así que se apoyó en la mesa y se entregó, gimiendo de gusto y con una tierna sonrisa mientras veía a su padre hacer las paces con su hija.
Había algo muy bonito en ver a Olivia besando en los labios a Julia, aferrándola contra su cuerpo y acariciando sus glúteos con dulzura. Era como si madre e hija volvieran a conocerse. Martha se sintió un poco culpable por su comportamiento previo con Julia… pensó que tendría que buscar alguna forma de compensarla en el futuro.
El resto de la tarde fue relativamente “normal” para los Stone. Vieron una película, ambas hermanas recibieron sexo oral de parte de su madre, se pusieron al día, hicieron una mamada a tres bandas, estuvieron hablando sobre prendas premamá para Martha, ambas hijas penetraron a su madre como “castigo” por haber sido tan mala con Julia… cosas de familia normales y corrientes.
Cuando Rosario y Yoli volvieron a sus habitaciones, no recordaban nada de aquello. La más “joven” estaba chupando distraídamente su chupa chups favorito cuando la interrumpió Eleanor.
_ Yolanda… lo he pensado y… me gustaría. Quiero probarlo. _ Le susurró al oído.
_ Sabía que accederías. Bueno, ¿Qué harás? ¿Ponerte un consolador y darme bien duro?
_ No sé si estoy preparada para eso… _ Reconoció. _ ¿Podemos empezar con un poco de sexo oral?
_ Ah… pillina. Sí, me encanta el sexo oral.
Eleanor aún no se sentía segura. Había buscando una habitación apartada de la mansión. Le daba miedo que la descubrieran, pero al mismo tiempo, eso le daba mucho morbo. Se desnudó con cierta parsimonia, muy distinta a Yoli, que se quitó la ropa de forma apresurada.
_ Toma… quiero que te las quedes como recuerdo. _ Dijo, entregándole su tanguita.
Eleanor lo cogió.
_ ¿Qué hago con ellas?
_ Huélelas, tonta. _ Yoli se rio con ganas. Era muy obvio.
Eleanor se las acercó a la nariz. Yoli tenía todo el día el sexo húmedo, y aquellas bragas olían muy fuerte. Eleanor notó como ella misma se calentaba con ese olor.
_ ¿Sabes qué? Esto es lino… pero quédatelas. _ Dijo, entregándole las suyas.
_ Yoli tomó las bragas de Eleanor y se las llevó a la nariz, aspiró con fuerza.
_ Ah, huelen a hembra… _ Bromeó. _ No te hacía tan húmeda.
_ Me paso el día viendo a mi marido follar con otras y nunca me toca… _ Suspiró. _ ¿Te extraña que esté caliente?
_ No, no me extraña. Por eso estoy aquí, para ayudarte.
Las tetas de Eleanor habían caído por la gravedad, pero no tanto como para ser un problema. A Yoli le sorprendía que Thomas no la tocara. Seguía estando de muy buen ver. Tenía una belleza clásica muy atrayente.
Yoli había sido condicionada para sentirse atraída por la gente mayor en aras de encontrar atractivo a su papito. Pero eso también incidía en su forma de ver a Eleanor. Cuando la mujer se tumbó en la cama, Yoli se dejó caer rápidamente sobre ella y le estrujó un pecho por inercia, juntando sus labios a los suyos.
_ Veo que tampoco te depilas… _ Yoli se rio. _ A papito le gustan los coños peluditos… por suerte… a mí también.
_ No hables de él… no ahora. _ Le rogó.
_ Prometido… _ Susurró Yoli.
_ Sabes… lo he pensado mejor… no me hagas sexo oral… quiero… probar la tijera.
_ Vaya, Eleanor, eres una caja de sorpresas. _ Yoli se rio. _ Vale, no la he hecho nunca, la probaremos las dos.
Yoli se encajó sobre Eleanor, notando cómo el vello de ambos sexos se rozaba de forma extrañamente placentera. Yoli empezó a moverse lentamente, frotándolos. En su mente, había muchos recuerdos falsos en los que su hermana mayor jugaba con ella.
En su mente, Yoli había sido virgen hasta que su papito la había desvirgado, sí… pero Rosario la había usado como juguete sexual entre sus viajes por Latinoamérica. Martha y Victoria habían pensado que un pasado de abusos y de problemas familiares aportarían al personaje de Yoli. Julia había estado de acuerdo.
Lo importante era que Yoli había visto mucho porno lésbico debido a aquello. Y aunque no había hecho la tijera con Rosario, que siempre había sido una amante egoísta con ella, sí que recordaba ver esa postura muchas veces. Así que se acomodó como en los vídeos.
La forma en la que Eleanor gemía le estaba dejando claro que algo estaba haciendo bien. Se sonrió, sabiendo que su “mamita” no se iba a conformar sólo con aquello. Lo que ninguna de las dos sabía era que los peores temores de Eleanor se habían hecho realidad.
En su dormitorio, sentado en un sofá de orejas, Thomas tenía en su mano derecha el móvil, y en él, a través de una de las muchas cámaras ocultad de la casa, estaba viendo a su esposa correrse a causa de Yoli. No, no estaba furioso. Yoli había acertado, aquello le ponía muy cachondo. Era una suerte que Rosario estuviera allí, ocupándose de su polla.
_ Adoro la verga de Papito… _ Susurraba entre succiones y lametones.
_ ¿Harías cualquier cosa por esa verga?
_ Sí, cualquier cosa. _ Repitió, mientras la apretaba entre sus tetas.
_ Entonces… me gustaría que me contaras cómo funciona ese hechizo que Martha lanzó sobre sus padres.
_ Yo… no debería hablar de eso, papito. _ Rosario parecía algo asustada.
_ Bueno, supongo entonces que puedo darle estar verga sólo a Yoli… tú ya estás preñada. _ La amenazó.
_ ¡No, papito, No! No puedes dejarme sin esta verga. Sin tu verga yo me moriré.
_ Entonces explícame cómo funciona… si lo haces, te daré por culo con más fuerza que nunca.
A Rosario la excitación por obedecer a su papito y la promesa de ser enculada con fuerza la dominaron. Martha, en su interior, no pudo reaccionar.
_ Sí, papito. Te contaré todo, todo, todito. Pero dame tu leche en el culo, en la concha… en la cara. _ Por un momento su rostro se deformó por la desesperación hasta recordar a Eva.