El descanso de las guerreras

LadyBlue tiene una experiencia corta pero intensa con otras dos mujeres.

Entré en la habitación, segura de mí misma, a pesar de estar todo a oscuras y de no saber realmente qué iba a encontrarme.

De repente una mano cálida acarició mi cintura, me acercó suavemente hacia la pared, olía bien, dulce pero no empalagoso, era un aroma interesante, acercó otra mano a mi cuello. Pude percibir lentamente su respiración hasta que su boca estaba a escasos centímetros de mí.

Bajó la mano del cuello lentamente, mientras me olía y pegaba sus labios a mi oreja. Rozó mi pecho. Quise quitarle la camiseta, pero contuvo mis prisas. Volvió a agarrarme de la cintura con las dos manos y me guio hacía la cama. Me quitó despacio la camiseta, besó mis pechos, sutilmente, como si solo quisiera que me sintiera cómoda y deseada. Se deslizó hacia abajo besando mi tripa, rozó su boca con mi cremallera y me mordió ligeramente antes de empezar a bajarla. Me desnudó y sentí una mano en mi espalda desde la cama.

Allí ya había alguien, sentada, desnuda. Estaba sentada con las piernas entrelazadas, me senté encima de ella de manera que mi pecho quedaba a la altura de su cara. Empezó a lamerme los pechos mientras los acariciaba, primero despacio, sutilmente, yo empezaba a estar bastante húmeda y noté como una mano se deslizaba desde mi espalda hasta mi vagina, despacio, casi sin tocarme, era la persona que me había guiado hasta la cama… me moría de ganas porque entrara en mí.

Mientras... mordiscos en los pezones. Cada vez estaba más húmeda. Eché hacia atrás a la que estaba sentada y quedó extendida en la cama, yo con las rodillas apoyada mientras la primera persona seguía con mi clítoris, yo estaba tan mojada que empezó a penetrarme casi por inercia. Empecé a lamer el pecho de la segunda desconocida, tenía un pecho turgente, los pezones duros, la oía gemir, y estuve un rato entretenida con ellos, bajé mi mano hacia su pubis, estaba hinchada, húmeda, mi mano se deslizaba con movimientos seguros, entraba dentro de ella, salía. Mi cadera empezó a experimentar movimientos espasmódicos, adelante y atrás. Gemíamos a la vez. Y de repente fue imposible contenerme más. No podía parar los espasmos de mi cadera. Ellas paraban y de repente mi cuerpo cobraba vida propia, adelante y atrás. Mi mente volaba. Solo había sitio para el placer en ese momento. Después de un rato de baile quedamos tendidas en la cama, ojos cerrados. Y el descanso de las guerreras durante horas.