El descampado

Conforme iba llegando, fue mirando los coches, hasta que reconoció el suyo y una mezcla de vergüenza, alegría y excitación se apoderó de ella y su coñito de puerca empezó a latir ansioso y deseoso

Como cada día de la semana, sobre la misma hora, salió del trabajo y se dirigió rápidamente al coche, más rápido de lo habitual puesto que había quedado, una perrita andaba esperando ansiosa en su casa.

De camino al coche iba pensando en todo lo que quería hacerle, en como quería usarla y sin poder, ni querer evitarlo, se le puso la poya dura y aligeró el paso.

Ella había acabado de arreglarse, salió de su casa y se encaminó al lugar donde la recogía, no muy lejos de su casa.

Conforme iba llegando, fue mirando los coches, hasta que reconoció el suyo y una mezcla de vergüenza, alegría y excitación se apoderó de ella y su coñito de puerca empezó a latir ansioso y deseoso.

Se metió en el coche y sin mediar palabra se abalanzaron el uno a la boca del otro, se mordieron, se lamieron, se besaron, se babearon, hasta casi no poder respirar.

Ella dirigió la mano a su pantalón, buscando su poya, la cual notó dura y frotó por encima del pantalón, hasta que fue a desabrocharle el cinturón. Mientras, él impaciente, metió su mano por dentro del pantalón de ella, sin esperar a desabrochárselo y su mano se perdió dentro ese coño mojado de cerda, del cual sabía que podía disfrutar todo lo que quisiera.

De repente oyeron voces y pasos, se separaron rápidamente y mirándose se sonrieron.

  • Hola! - dijo Él

  • Hola! - dijo ella

  • Nos vamos?, si seguimos, te follo aquí mismo cerdita y no es plan

  • Vámonos, por favor - dijo ella mordiéndose los labios y aguantándose las ganas de volver a lamerle la boca

Arrancó el coche y se dirigieron a un colegio que había a las afueras y que estaba rodeado de campo, cerca de la carretera, pero lo suficientemente lejos como para que nadie los viera y pudieran estar tranquilos y dieran rienda suelta a sus deseos.

Aparcó en medio del descampado, apagó el motor y la agarró del pelo atrayéndola hacia Él.

  • Abre esa boca de puerca viciosa que tienes

Ella obedeció y Él escupió, para luego abalanzarse a lamerle la boca mientras su mano volvía a colarse por su pantalón y nuevamente se perdía dentro de su coño aún más mojado si todavía era posible.

Sacó la mano y acercándosela a la boca, ella comenzó a lamerla hasta dejársela limpia.

  • Te gusta lamer, puerca? Te gusta como sabe tu coño, verdad?

  • Si Señor, me gusta mucho como sabe mi coño de puerca

  • Eres una puta cerda viciosa

Y agarrándola del pelo le dio un par de fuertes bofetadas, lo cual la excitó aún más, haciendo que se revolviera en el asiento.

  • Señor, no cree que detrás estaríamos más cómodos, podrá usar a su cerda ansiosa más a gusto

  • Si, es una buena idea, cerdita

Salieron del coche y ella se dirigió a la puerta por donde Él debía entrar a la parte de atrás y sin decirle nada, se puso de rodillas en el suelo al lado de la puerta.

  • Señor, que le parecería usar mi boca de comepoyas aquí fuera del coche?

  • Me parece mejor idea que usarla dentro, por supuesto

Y abriéndose el pantalón, se sacó la poya y se la acercó a la boca agarrándola de la cabeza, pero solo le rozaba los labios y se apartaba, divirtiéndose con las ganas y las ansias de ella. Por muy rápida que fuera con su lengua, Él la apartaba a tiempo y no llegaba a saborearla.

Cuando decidió que era el momento, la agarró más fuerte del pelo y ella abrió la boca para recibirla, la fue metiendo lentamente, hasta la garganta, quedándose quieto un segundo, disfrutando de la boca de su cerda.

Ella cerró los ojos y se concentró en esa poya tan deliciosa que tanto le había gustado desde la primera vez que la vio, pero sobre todo, desde la primera vez que pudo probarla, era todo un manjar y todo un honor que Él le concediera el privilegio de poder disfrutarla.

Agarrándola un poco más fuerte del pelo, comenzó a darle una buena follada a esa boca de guarra que tenía para su uso y disfrute.

Ella babeaba, lloraba, no le daba ningún respiro, pero cuanto más fuerte lo hacía, más caliente se ponía, a duras penas controlaba las arcadas, hasta que en uno de los movimientos se echó hacia atrás, vomitando un poco del zumo que se había tomado antes de salir de su casa.

  • Quien te ha dicho que podías dejar de comerme la poya mientras vomitabas, cerda?

  • Nadie, Señor, lo siento, no quería mancharlo, lo siento, discúlpeme

  • Está bien, perrita, no te preocupes

La ayudó a levantarse y besándola como solo Él sabía hacerlo, la fue empujando hacia el maletero del coche, apoyándola contra él.

Le desabrochó el pantalón y una vez más su mano se perdió dentro de ese coño ansioso, lo recorrió entero, empapando su mano para después volver a dársela a lamer.

  • Que te gusta, cerda, me encanta que seas tan viciosa
  • dijo apretando su cuerpo contra el de ella y mirando como su lengua lamía la mano hasta dejarla completamente limpia

  • Le gusta, Señor? De verdad le gusta?

  • Claro que si, puta

  • No sabe lo que me alegra oírle decir eso, Señor, me encanta que le guste, soy una puta cerda viciosa que está a su disposición cuando lo desee, para que me use como más le plazca, me encantará complacerle en todos sus deseos - dijo haciendo más patente su entrega y moviendo las caderas adelante y atrás, refregando su coño contra la mano de Él.

Tras dedicarse un rato a ponerla más caliente y ansiosa, acariciando su clítoris y metiéndole hasta 3 y 4 dedos en ese coño hambriento, le dio la vuelta y la empotró contra el coche, apretándose contra ella, bajándole el pantalón y poniéndole la poya en el culo.

  • La notas, perra?

  • Si Señor, la noto

  • Quieres que te folle con ella, verdad?

  • Si Señor, estoy deseando que me folle, por favor, hágalo

La separó un poco del coche, la obligó a inclinarse hacia delante, le bajó los pantalones y separándole las piernas, de una sola vez, le metió la poya hasta el fondo, empujándola contra el coche y comenzó a follarla allí en medio.

Un azote tras otro resonó allí en medio de la nada, cuando se cansó de azotarla, se fijó en que tenía el culo rojo y sonrió. Puso las dos manos y abriéndolo, escupió en él.

Con un dedo se puso a jugar a la entrada de su culo, esparciendo su propia saliva, metiendo el dedo despacito, mientras no dejaba de follarla, con su otra mano, se dedicó a sobarle las tetas, después de un dedo, fueron dos los que se alojaban dentro de su culo, entraban y salían sin ninguna dificultad y metió un tercero, cuando ya entraban y salían sin ningún problema, sacó la poya de su coño y la colocó a la entrada de ese culo y empujando lentamente, la metió entera.

Se movía lentamente, pero no aguantó mucho, con ese ritmo y fue acelerando, estaba pronto a correrse y no quería retrasarlo mucho más, luego podría volver a usarla nuevamente, así que siguió follándose ese culo de cerda sin piedad alguna, hasta que paró de repente y agarrándola del cuello y acercando su boca a su oreja le dijo:

  • Voy a correrme, cerda, voy a llenar tu culo con mi leche

  • Ohhh, si, Señor, por favor, regáleme su leche, me gustaría más poder saborearla, pero si prefiere llenar mi culo de cerda, hágalo, seguro que después tiene más para que yo pueda saborearla, verdad, Señor?

  • Por supuesto, cerda - dijo a la vez que se corría - en cuanto me recupere tendrás más para disfrutar y entonces será cuando quizás deje que te corras, pero ahora mismo no lo harás, te quiero así, ansiosa, caliente y viciosa para mi, aún estaremos un rato más por aquí. Ahora entremos en el coche, necesito descansar un poco.