El desayuno

Experiencia de una amiga que me pide que le dé "forma" y lo publique. La base me asegura que es real, con ciertos adornos que yo he añadido. Espero que os guste

Hola, me presento, mi nombre es Laura, casada desde hace varios años, treinta y tantos años, (lo dejo ahí), y sin hijos todavía.

Todo empezó con una de esas decisiones impulsivas que muchas veces cambian nuestras vidas. A mí no me la ha cambiado, pero pudo hacerlo, ya que esto sucedió realmente.

Estaba en una cafetería cercana a mi trabajo, ese día me había demorado por trabajo, y me había tocado desayunar sola, sin mis compañeros que ya habían regresado a la oficina.

El lugar estaba más lleno de lo habitual, seguramente por la hora, y mientras desayunaba intentaba leer el periódico, malamente por el bullicio del lugar, cuando alguien amablemente me dijo…

―Disculpa, está todo lleno, ¿te importa si me siento contigo para tomar un café?

En una ciudad tan grande como es esta, donde que te salude el vecino después de varios años es un éxito, el que alguien te pida irrumpir en la intimidad de tu mesa me rompió los esquemas, estaba a punto de decir que lo sentía, que estaba esperando a más gente, cuando al mirarle simplemente salió de mi garganta un…

―Por supuesto, además estoy casi terminando.

―Muchas gracias, - me respondió – encontrar una mesa libre es imposible.

Pidió su café y una tostada, y yo, por alguna razón, no me atrevía a mirar su rostro y me limitaba a mirar sus manos de reojo, mientras intentaba parecer muy interesada en el editorial del periódico.

― ¿Vienes mucho a esta cafetería?

La pregunta me llegó de improviso, no esperaba escuchar nada de sus labios, suponía que terminaría de desayunar y con un cortés adiós, se marcharía.

― ¿Perdón? – dije en un intento de ganar tiempo y ordenar las ideas.

―Preguntaba si vienes mucho a esta cafetería.

―Si, normalmente desayuno todos los días a aquí, ¿y tú?

―En alguna ocasión.

Nuevamente el silencio, el silencio entre el bullicio de la cafetería, no se me ocurría nada inteligente que decir y preferí callar.

Sentía que sus ojos estaban clavados en los míos, en mis miradas furtivas veía su rostro, a la vez duro y suave: Su forma de mover las manos mientras hablaba parecía    querer decir más que su boca.

Yo había terminado de desayunar e intentaba llamar la atención del camarero, pero José, como siempre, parecía mirar siempre al otro lado del local.

Cuando por fin vi que se daba la vuelta hacia mi mesa, levanté la mano y José se acercó rápidamente.

―Me trae la cuenta, la de la señorita también, dijo, dirigiendo su

mirada hacia mí.  Si me lo permites, claro.

―Señora, pero no, no hace falta, no te preocupes, (por lealtad a mi marido me salió lo de "señora")

―Por favor, insisto, y disculpa, no sabía que estabas casada.

---No pasa nada, no tienes porqué saberlo

---¿puedo pagar como desagravio?

---Jajajajajaja, vale, como quieras.

--Muchas gracias – una sonrisa afloró en sus labios, su cara pareció iluminarse y sus ojos grises destellaban vivacidad.

José ya estaba junto a la mesa con la nota de papel manchada de grasa de churros, tostadas y demás alimentos.

Pagó rápidamente y se dispuso a levantarse. Yo empecé también a recoger mis cosas, bolso, gafas de sol, periódico, etc.., y me di cuenta de que sin pensarlo era como si estuviéramos juntos y fuéramos a salir los dos a la vez.

Mientras lo hacía le examiné un poco, ahora más detenidamente. Es más alto que yo, parece que está en forma, un poco de barriguita, pero quien no tiene un poco, su traje esta perfecto, con esas arrugas en la ingle, diosss, no sé por qué le miro la ingle, pensé.

Salimos a la calle y dirigiéndose a mi nuevamente me preguntó,

―Disculpa no te he preguntado si querías tomar algo más, he dado por sentado que habías terminado.

―No, sí, quiero decir que ya había terminado, muchas gracias por la invitación.

―Permíteme que te invite a otro café, ¿tienes tiempo?

―Gracias, pero tengo que regresar al trabajo.

--Sólo unos minutos, parece que vamos en la misma dirección.

--Vale, contesté, sin saber porqué en ese momento, pero rápido, por favor.

Caminamos un par de manzanas hasta un hotel cercano que tiene una cafetería de lo más simpática y acogedora.

Mientras él pedía la consumición le dije que iba al baño. Seguía sin saber porqué, o a lo mejor en mi interior sí que lo sabía, pero estaba nerviosa con esta medio cita        improvisada.

Yo me llevo muy bien con mi marido, somos bastante liberales, nuestra relación es, para nosotros, perfecta y nos lo contamos todo. Me miré en el espejo del baño, respiré, y decidí llamarle.

Le conté todo lo que estaba pasando. Le dije como me sentía, y le pedí permiso para en el caso de que este hombre quisiera ir a más, como me parecía que iba a ser lo más probable, me dejara actúar.

Me dijo que por supuesto no tenía que pedirle permiso, que accediera a lo que yo estimara, pero que tuviera cuidado, y me dijo que cuando regresara esta tarde a casa debería contárselo con todo con  lujo de detalles, y si podía que hiciera alguna foto. Con mi voz más sensual y traviesa le dije que sí, que lo haría, que se lo contaría con pelos y señales, que lo amaba con toda mi alma, y regresé a la mesa.

Al salir del baño estaba él, que también salía del baño y nos dirigimos a la mesa.

Hablamos durante unos minutos mientras tomábamos un magnífico capuchino, nos contamos a que nos dedicábamos los dos, y me dijo que él también era casado.

De repente, como un disparo, y sin tener nada que ver con lo que estábamos hablando me dijo...

―Acompáñame a una habitación.

― ¿Cómo?

No dijo más, simplemente se levantó y me tendió su mano.

Yo le miré a los ojos fijamente. Los suyos estaban clavados en los míos, con una suficiencia que me puso nerviosa y, sobre todo, noté que me estaba poniendo cachonda.

Transcurrieron unos segundos y sin decir nada, me levanté, agarré su mano sin más y me dejé llevar.

Caminamos hasta la recepción, todo fue muy rápido como en una película que pasa a doble velocidad, cogió la habitación y subimos a la planta.

El número de la habitación estaba, en números romanos, algo poco visto, por cierto. Abrió la puerta y me cedió el paso.

Corrió las cortinas, encendió la lámpara de las mesillas y se sentó en una de las butacas de la habitación, mientras yo permanecía como congelada en el centro de la habitación, mirando con cara de "no soy yo" a todos lados.

Escuche su voz como si viniera del fondo de mi cerebro.

―Desnúdate.

―No sé qué piensas, pero…

Comencé a decir mientras dejaba el bolso junto a la televisión y comenzaba a quitarme la chaqueta.

―No pienso nada, simplemente te pido que te desnudes.

No me llegaban las palabras a la boca, mi cerebro me decía ¡sal corriendo!, pero mis piernas no obedecían, mis manos ya estaban desabrochando la camisa, y en mi coño sentía una humedad irrefrenable.

En un momento estaba mi camisa, mi sujetador, el pantalón a juego con la chaqueta y las bragas en el suelo, las medias cortas estaban aun en mis pies.

―Del todo…. – un silencio que me pareció eterno, ...... por favor

Me agaché a quitarme las medias y sentí como mis senos quedaban colgando, como oscilaban con mis torpes movimientos a la pata coja.

Nuevamente, ahora si totalmente desnuda, me quede quieta en el centro de la habitación. Él me contemplaba sentado en su butaca, una de esas sillas con brazos que hay en casi todos los hoteles.

― ¿Hasta dónde? – pronunció esas dos palabras, esa pregunta, como quien pronuncia una orden

― ¿Perdón? – nuevamente dije queriendo ganar tiempo –

―Que hasta donde quieres llegar.

―No me hagas daño, por favor. – fue más una súplica que una petición –

―Ven aquí

Camine los tres pasos que me separaban de donde él se encontraba.

―Arrodíllate

Me arrodillé, quedando frente a él

―Un poco más cerca.

Arrastré las rodillas por la alfombra hasta quedar entre sus piernas separadas.

―Hazlo

Yo sabía perfectamente lo que estaba haciendo, aunque fuera en una nube, lo sabía, pero, ¿lo estaba disfrutando?, no sé si disfrutando, pero me sentía húmeda, muy húmeda, empapada lo define mejor, y con un nivel de deseo como hacía tiempo que no sentía.

Sin preguntar que debía hacer comencé a bajar la cremallera de su pantalón y a sacar su polla, estaba medio dura, ese estado que sabes que con nada se pondrá totalmente tiesa.

Agaché mi cabeza y comencé a lamerla poco a poco, hasta que creció y se transformó en una preciosa polla, grande, dura, consistente.

―Métela en la boca, toda, hasta el fondo.

Le he mamado en múltiples ocasiones la polla a mi marido, le encanta que se lo haga, pero a mí nunca me ha gustado que se corra en mi boca, y las pocas veces que lo ha hecho me he tragado su leche, pero a desgana.

Por supuesto no lo he hecho con ninguno de mis otros amantes, pero mientras se la chupaba a este desconocido pensé, ¿querrá hacerlo en mi boca?, no, no quiero, si me lo pide le diré que no, mientras seguía introduciendo su rabo en mi boca y a subir y bajar la cabeza rítmicamente, mientras se la sujetaba con mi mano derecha.

―Pon tus manos en la espalda.

Solté su polla como si me hubiera dado calambre, y sin tan siquiera pensarlo, enlacé las manos en mi espalda mientras seguía bajando y subiendo la cabeza.

Pasaron un par de minutos así, él con las manos sobre los reposabrazos de la butaca, dominándome solo con la mirada, noté como empezaba a gemir débilmente,

―Métela toda, no dejes nada fuera, ummmm....

Me detuve por un momento mientras mi cerebro intentaba "digerir" sus últimas palabras. No podía, es imposible, me haría vomitar, debían faltarme como tres dedos y ya la notaba chocar contra mi garganta, no, no estaba dispuesta…

Él puso sus manos en mi cabeza, simplemente me las hizo notar, y empecé lentamente a bajar, más y más, hasta que mi nariz chocó contra la tela del pantalón, sentía como entraba en mi garganta, como la llenaba, me faltaba la respiración, pero sin embargo continué bajando la cabeza con mis manos entrelazadas a la espalda, hasta quedar mi boca "empalada" por su sexo.

Pasaron unos eternos segundos, sus dedos entre mi pelo apretaron, ahora sí, mi cabeza para dejar su polla dentro, empezó a bufar follándome la boca, pero sin sacarla en ningún momento, y en un segundo comencé a notar su semen espeso, caliente, estrellarse contra mi garganta, sin ningún aviso por su parte.

No, no podía, vomitaría, iba a vomitar, seguro que lo haría.

Con un gesto casi brusco retiré mi cabeza, la lance para atrás hasta sacar su rabo completamente de mi boca.

En ella quedaba una mezcla de saliva y semen, por un momento pensé en escupirla, en correr al cuarto de baño para deshacerme de aquellos líquidos que ocupaban mi boca.

Desde mi postura, arrodillada frente a él, con las manos enlazadas a la espalda lo miré, vi sus ojos, su gesto ahora ya nuevamente tranquilo, y … me tragué todo el contenido de la boca mirándole, lo tragué todo como nunca pensé que podría hacer con un desconocido.

Mi sexo estaba totalmente empapado, me sentía cachonda como nunca, me palpitaba, estaba deseando recibir esa polla que había tenido en mi boca, que había mamado, que me había llenado, deseaba tenerla dentro de mí, dentro de mi coño, deseaba que me follara como nadie lo había hecho, sabía que sería así, deseaba como loca que me lo destrozara, que me reventara.

Lentamente se levantó de la butaca, aún vestido con su traje y con la polla saliendo por la bragueta, se acercó a la cama y comenzó a desvestirse,  tranquilo, sin prisa, dejando la ropa bien colocada en la silla que estaba junto a esta.

Yo seguía en la alfombra, desnuda, de rodillas, mirándole con las manos enlazadas a mi espalda, no se me ocurría deshacerlas si él no me lo pedía, desesperada por su lentitud, esperando, con mi sexo palpitando, con los ojos fijos en su figura.

En ese momento le pedí por favor si podría hacerme un par de fotos para recordarle.

A lo cual accedió con la condición de que se las mandara, cosa a la cual accedí ya que no se me vería el rostro.

Por fin terminó de desnudarse, se tumbó en la cama, con su polla medio flácida.

―Ven aquí, túmbate a mi lado.

Lo esperaba, lo deseaba, lo temía, lo anhelaba …

Lentamente me incorporé y me tumbé en la cama, a su lado, reposando mi cabeza en su pecho, sintiendo su respiración y su corazón. Su mano se posó en mi hombro, sentía pasar su brazo por mi espalda, con ese sentimiento de protección que necesitaba, que añoraba.

Giró su cara y me besó, un beso ardiente lleno de pasión, sus dientes mordisquearon mis labios. Yo le correspondí comiéndole la boca con todo mi ser, apretando mi cuerpo contra él y sintiendo como su polla volvía a cobrar vida apretándose contra mi vientre, contra mi estómago,

deseando que me penetrara, sentirle en mi interior, sentía ganas de que me rompiera y al mismo tiempo de acariciarle.

Tomé su sexo en mi mano y comencé a pajearle mientras seguíamos comiéndonos la boca, su polla respondió poco a poco, poniéndose dura, tan dura como la había notado en mi boca, tan dura como la deseaba en mi sexo. El con sus dedos acariciaba mi coño, los pasaba por mis labios arriba y abajo, parando un imperceptible segundo en mi clítoris haciéndome casi estallar y llevándome casi al límite para volver a dejarme caer una y otra vez…diossssssssssssssssss, nunca he estado más cachonda en toda mi vida.

---!!qué me haces joder, ¡¡¡qué me haces cabrón, me estás matando !!!, chillaba sin poder evitarlo.

―Arrodíllate en la cama.

Ni lo pensé, me puse en cuatro, él se levantó y vino a ponerse tras de mí, con una mano en mi espalda me indico que quería que mi cabeza quedara sobre la cama, sus manos tomaron mis manos y las llevaron a mi espalda, mis manos se enlazaron ellas solas nuevamente sin que ni siquiera tuviera que insinuarlo.

Sentí su polla en la entrada de mi sexo, entrar poco a poco, un poco más, cada vez más dentro, cada vez más llena, empezó a salir y a entrar, una, dos, tres veces, veinte... …. Perdí la cuenta, mi cabeza cada vez más llena de placer, de hermosas sensaciones, mis lágrimas rodaron por mis mejillas mientras apretaba mi culo contra su polla para sentirla más profunda, dioooosssss, como me gustaba este cabronazo!!!.

El agarrado a mis caderas golpeando con todas sus fuerzas, sentía su polla golpearme en la matriz, no podía estar más dentro ni con más fuerza, era único, esta follada me estaba volviendo loca.

Sin parar de follarme cogió mi móvil que estaba encima de la mesilla.

---¿cómo tienes grabado a tu marido?

---¿quée?

---Dímelo....te he oido antes hablar con él, "te lo contaré con pelos y señales", le has dicho, así que mejor en directo, ¿no? Dime como lo tienes grabado,

quiero llamarle y que te oiga.

---Noooo, por favor, no eso no!!!

Agarró mis caderas con más fuerza y me clavó la polla hasta hacerme gritar,

---ahhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!....

---dímelo, a él le va a gustar oirte, y tú podrás decirle lo que estás disfrutando…dijo, al tiempo de volver a hundir esa polla dentro de mí. El muy cabrón sabía que lo haría, sabía que se lo diría.

---Vale, si, si, si...llámale, ¡¡¡este es el contacto !!!, pero no te pares por dios...no pares de follarme!!!

Marcó, oí los tonos de llamada temblando de placer, con mis liquidos chorreando por mis piernas, y la voz de mi marido diciendo,

---Hola cari, ¿qué tal, parece que no ha ido muy bien, ¿no?  llamas pronto.

---Diossss, no, no, en absoluto, ahhhhhhh!!!, estoy follando con él ahora mismo cariño, quería que me oyeras, diossss, me está volviendo loca, me está destrozando, me está matando de placer!!!

En ese momento agarró mi pelo haciendo una coleta y tirando de mi hacia atrás me mordió la boca, mientras su polla reventaba mi coño,

---diosssssssssss, sí, sí, más, dame más polla por favor, soy tuya, soy tuya, quiero másssssssss!!!, grité sin poder contenerme y olvidándome del teléfono conectado.

---Toma polla, joderrr, dios que buena estás, qué coño tienes!!! Te lo voy a reventar, ¡¡¡te lo voy a llenar de leche !!!, toma, tomaaaaaaaa!!!!, luego podrás contarle todo esto a tu marido con más detalles, aahhhhhh, joderrr!!!

---Cariño, cariño, no quería llamarte ahora, ha sido él…aunque, bueno, la verdad es que, ahhhhhhhhhh!!!!, es que me mata esta situación de que oigas como me follan, te quiero...te quierooooooooooooo!!!!, fóllame Javi, fóllame, me corro, me corro, me corroooooo, ahhhhhhhhhhhh, siiiiiiiiiiiiii!!!!

Exploté en un orgasmo tremendo soltando todos mis líquidos sobre su polla mientras él la seguia metiendo y sacando.

--Sigue, sigueeeeeee, dame más que me vuelvo a correr, córrete conmigo, lléname con tu leche!!!

Siguió culeando como un salvaje unos minutos, con una potencia terrible, me volvía loca, hasta que me llegaron

nuevas convulsiones, encadené un orgasmo con otro, clavé mis uñas en las sábanas, el placer me inundó, como nunca antes había sentido como deseaba sentir, como sabía que se podía sentir.

Poco a poco fué parando, jadeando, respirando afanosamente, sudando, su polla salió lentamente , salió de mi, por un momento sentí ganas de gritar de decirle que no se fuera que siguiera que aun podía sentir más, más, pero …

¿qué hace?!,

---no, por el culo no, por favor te lo pido, ¡no!, me dolerá, chillé mientras su capullo se restregaba por mi culo, buscando mi segundo orificio

―¡¡No!!, por favor, ¡No!.,  las palabras salieron por mi boca, pero no me moví, seguí en aquella posición en la que le ofrecía mi sexo, mi culo y mis palabras sonaron como una súplica y no como una orden.

―Silencio, no hables, …

---¿Cariño...cariño, estás bien?  estás bien?, sonó la voz de mi marido a través del teléfono.

---Si, sí, estoy bien, no te preocupes, cuelgo, luego hablamos, te quiero. No quería que oyera lo que iba a pasar, ya se lo contaría

Su polla, empapada de mis líquidos, comenzó a entrar en mí. Sentí como se abría paso, como me penetraba, lentamente como ante su dureza mi culo se rendía y se hacía cada vez más y más ancho, más accesible.

---ahhhh, despacio, por favor, despacio!!

---sí, tranquila, tranquila, sientela, siente como te entra y verás como eres tú la que me pide que te folle el culo más fuerte, dios, que morbazo verte así!!!

Poco a poco su rabo entraba más en mí, sentía como me taladraba. Me han follado más veces el culo, pero esta polla, diosss, esta polla es gordísima!!!!!

---sí, así, ahora, métela más, más dentro…agarra mis caderas y empuja, no me hagas caso si chillo, te quiero dentro!!!!!

---¿sí, ya me pides más, tan pronto?,  diossss, eres más zorra de lo que pensaba !!. Te gusta sentirte enculada, verdad?

---siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!!!!!!, sigue así y rómpeme el culo joder !!!

Siguió empujando clavando sus manos en mis caderas, poco a poco la sentí dentro, totalmente dentro, su sexo me llenaba, sentía un sabor en mi boca que nunca antes había sentido, su mano comenzaba a acariciar mi clítoris, mientras su polla, ahora ya sí totalmente acoplada entraba y salía de mi culo proporcionándome toda clase de sensaciones. La sacaba, y empujando con sus caderas volvía a entrar en mí hasta el fondo, ummmmmmmmm!!!!,

El placer mezclado con un cierto dolor me llenaba el cerebro, hasta que nuevamente, casi de repente estallé,

---ahhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!, siiiiiiiiii!, me corrooooooooooo!!!!

--y yo, toma mi leche zorra, me corro joderrr, te voy a llenar el culo !!!!!!!!!!!, gritó clavándome las uñas.

Temblando con mi orgasmo, sentí como me llenaba, como su semen rebosaba mi culo y se desplazaba por mis muslos.

Me dejé caer, sobre la cama, sentí como su pene se salía, como me quedaba vacía, tranquila, relajada, ….

El resto fue rápido, la ducha, vestirnos, el ascensor, una despedida en la puerta del hotel y de regreso a la oficina, sintiendo como mis bragas se impregnaban de su leche, mientras salía de mi ano.

Llegué a casa, llamé a mi jefe excusándome por no haber acudido a por la mañana , y me quedé pensando en lo que había pasado, sin saber claramente que es lo que había pasado, y mientras me desnudaba ante mi marido le comencé a contar todo.