El departamento de Pablo: putita de sus amigos (I)
[bisexual - gay] Pablo me "invita" a su departamento para que sea su sirvienta y la de sus amigos en su noche de poker
Estaba en el cine cuando el celular vibró en mi bolsillo. Miré de reojo, era Pablo. Un cosquilleo me recorrió el cuerpo y se concentró en mi pito. Tenía muchísimas ganas de ver esa película, y la estaba por ver con una chica que me gustaba mucho y estaba por llegar, pero no podía no responderle a Amo Pablo, así que salí de la sala.
Veinte minutos después estaba subiendo al departamento de Pablo con mi corazón latiendo a mil. En su mensaje me había dicho “Vení ya al depto, te estamos esperando”, y ese plural era lo que más nervioso me ponía.
Me dirigí a mi pequeño vestuario y me quité la ropa hasta quedar desnudo, después empecé a vestirme, apurado y asustado, sin prestar demasiada atención al look y salí en silencio al pasillo. Golpee la puerta y esperé impaciente.
La puerta se abrió y ante mí apareció una figura distinta y desconocida. Era un sujeto grandote y tosco, más alto y ancho que Pablo; tenía un aire intimidatorio y una impecable barba candado. El miedo recorrió todo mi cuerpo y no supe que hacer, me quedé paralizado y agaché la mirada. Al hacerlo vi que estaba vestido de mucama, con medias de red y un uniforme cortísimo y muy ceñido. La peluca que caía sobre mis hombros era rubia platinada.
Y ahí estaba yo, vestido de mucamita sexual ante un enorme señor desconocido que me miraba de arriba abajo relamiéndose de forma desagradable.
- Llegó mi putita? – escuché la voz de Pablo y me tranquilicé.
El sujeto abrió la puerta de par en par y en el living se encontraban amo Pablo y dos hombres más, de similar edad. Los tres, al igual que el que me abrió la puerta estaban vestidos de oficina, con sus camisas fuera del pantalón y abierta hasta la mitad. Sobre la mesa ratona había vasos de whisky y habanos.
- Si, parece que si. ¿Vos sos la putita de Pablo? – me preguntó con malicia
- Si… soy la putita de amo Pablo. – dije con mucha vergüenza.
- Si chicos, es la putita.
Se pegó a mi cuerpo y me olió el cuello mientras su mano tosca y dura se apoderaba de mi muslo y subía hasta llegar a mi culo.
- Un gusto putita, soy Osvaldo – dijo el tipo y mientras se separaba de mi cuerpo su mano pasó de mi culo a mi entrepierna y apretó despacito mis huevitos riéndose. Me hizo sentir humilladísimo.
Me tomó de la mano y me llevó al living. Yo aún no podía creer lo que estaba pasando. Hacía ya varias semanas que era la putita a domicilio del señor Pablo, y ya me había sometido a diversas humillaciones que en otra ocasión narraré, pero jamás me había exhibido ante nadie. Y ahí estaba yo, vestido de la mucamita mas zorra de la historia, siendo presentada a un grupo de hombres cincuentones como mercancía, de la mano de Osvaldo que me hacía dar vueltas como muñeca de cajita musical. El resto de los sujetos aplaudían y decían guarangadas que preferí no oír.
De repente sentí una mano subiendo por el interior de mis muslos hasta mi entrepierna. Unos dedos arrugados rozaron mis huevos y un dedo índice buscó acercarse a mi ano.
- Soy Ricardo – dijo el dueño de la mano.
- Yo soy Adrián – acotó el último desconocido.
Me quedé parado inmóvil, en parte por miedo y pudor, y en parte porque no sabía que esperaba que hicieran; no estaba acostumbrado a los grupos.
- ¿Dónde estabas puta? – preguntó mi amo sirviendo whisky a todos.
- En el cine señor
- ¿Y que hiciste cuando te escribí?
- Vine hasta acá señor. – todos estallaron en risas
- ¿Con quien estabas en el cine?
- Con Julieta
- Y la dejaste solita pobrecita… ¿por qué?
- Porque me llamó usted amo – nuevas risas.
- ¿Dejó sola a su chica para venir a ser nuestra sirvienta? – preguntó Adrián risueño.
- Las putitas siempre acuden corriendo al llamado de su macho, ¿no putita?
- Si.. si señor Pablo – dije mirando al suelo.
Pablo se levantó y se acercó a mí. Me rodeó mirándome fijo, luego se colocó detrás de mi y me apoyó toda su humanidad mientras con una mano buscaba mi cuello y con la otra mi pito. Sentí el enorme bulto de mi amo.
- Preferís venir a comerte la pija de tu macho que cogerte a esa putita de Julieta, ¿no? Decilo, putita.
- Si señor, preferí venir a comerme la pija de mi macho.
- ¿Tenías muchas ganas, no puta?
- Si amo, extrañaba mucho su pija. – todos estallaron en risas nuevamente.
- Así que se coge a una putita este maricón? – dijo Ricardo
- Pero que se va a coger este puto, no me hagas reír. Putita, mostrale tu vergota a mi amigo.
Yo obedecí, muy a mi pesar, y dejé exhibido ante ellos mi pequeño pitito enfundado en una tanga naranja flúor; todos rieron e hicieron comentarios al respecto.
- Encima no sabes lo buena que esta la puta esa, y este maricón que no se la coge… porque yo no lo dejo, y el me obedece, ¿no maricón?
- Si amo Pablo – suspiré yo
- Igual le estoy ahorrando la vergüenza. Imaginate lo que le diría la piba si están por coger y este marica pela ese manicito…. – terminó la frase y me bajó la tanga hasta las rodillas. Yo me quedé inmóvil, aún levantándome la falda.
Las risas fueron mas estruendosas que antes. Así empezó mi noche.
La primera hora fue de relativa tranquilidad y solo me dediqué a llevarles hielo y habanos mientras ellos jugaban al poker, y tan solo tuve que soportar algunos comentarios humillantes y varias manoseadas en mis partes íntimas. Pero luego, con el correr del whisky y algunas sustancias ilegales los señores comenzaron a ponerse mas calientes y agresivos.
- La puta madre! – dijo Pablo, enojado tras perder otra pequeña fortuna en una mano. – vení putita, vení con papi que necesito liberar tensión.
A esa altura yo ya conocía muy bien a mi amo Pablo, y estando en ese estado lo mejor era no solo obedecerlo al pie de la letra, sino dejarlo contento haciendo puntos extras, por lo que desde el portal de la cocina me puse a cuatro patitas y avancé hasta él moviendo bien mi cola, como a él le gustaba. Todos rieron y comentaron lo putita golosa que era… alguno hasta aplaudió.
Abrí el cinturón y la bragueta de mi amo, y como toda una profesional tomé su enorme pija entre mis manitos y comencé a masturbarlo. Continué mi labor durante dos minutos mientras mi amo Se encendía un porro, luego me hizo una seña y yo, como buena putita, me agaché y me tragué su verga sin preguntas ni vueltas.
Escuchaba sus insutos y su sorpresa ante mi docilidad mientras con los ojos cerrados intentaba abstraerme y dedicarme a lamer.
- La tenés muy bien entrenada – dijo Ricardo, el más panzón del grupo. – de donde la sacaste?
- Tuve suerte, mirá que ando mucho en esta movida y he conocido de todo, hombres mujeres y travestis, pero nunca había visto un putito tan goloso y sumiso como este. – contestó Pablo acariciándome la cabeza.
- Es recontra puto, mirá todo lo que hace por un poco de pija! – acotó Osvaldo pegándome un chirlo.
- Si esto los sorprende… esta va a ser la mejor noche de su vida jaja! Miren esto.. a los ojos putita – dijo Pablo en tono firme y bajito.
Yo inmediatamente abrí mis ojos y comencé a lamer su pija lo mas devotamente posible mientras lo miraba fijo a los ojos. Todos reían y comenzaban a frotarse los paquetes viendo como yo le pasaba la lengua al tronco de Pablo de la base a la punta ida y vuelta sin dejar de mirarlo.
- Es tan obediente que no le importa nada, no va a dejar de chupármela hasta que acabe o hasta que le diga que pare, no importa cuanto le peguen o la insulten… y lo mas divertido es que cuanto mas la humillen mas caliente se va a poner.
La descripción de amo Pablo era muy acertada y muy humillante, por lo que me excitó más y comencé a mover la cola como una perrita que sabe que están hablando de ella. Sentí como unas manos anónimas se apoderaban de mi culo y un escalofrío me recorrió el cuerpo. Parecía disfrutar mucho mis nalgas carnosas, pero pronto pasó a dedicarse a mi pito. Levantó mi falda, corrió mi bombachita al costado y dejó caer mis dos pequeños huevitos y mi pito. Los manoseo un rato mientras comentaba lo dócil que era.
- Miren esto, muchachos – dijo Pablo, y se acomodó.
Yo entendí el mensaje y pegué mi boca a su pija y la llevé hasta la base. Sumisamente recibí toda su leche en mi boca. Lechazo tras lechazo fueron llenando mi boquita y los recibí agradecido. Cuando hubo terminado, me tragué toda su leche sin sacar su pija de mi boca; era un talento que había adquirido y estaba patéticamente orgulloso de él. Solté el pito de Pablo sin dejar de lamerlo, y cuando salió de mi boca estaba dormido y reluciente. Yo abrí mi boca, saque la lengua y se la mostré a mi amo, que me acarició la cabeza orgulloso de que no hubiera dejado ni una gota. Sus amigotes chiflaron y aplaudieron, cada vez mas calientes.
- Yo quiero una buena chupada de pija también, Pablito – exclamó Osvaldo, y los otros dos se unieron al reclamo.
- Hagamos así – contestó mi amo – yo ya estoy afuera, así que el que gana este partido se gana el servicio bucal de mi putita – concluyó, y me acarició de nuevo, esta vez la barbilla.
Yo no quería saber nada con el asunto. Me sentía un objeto despreciable siendo ofertado así, además una cosa era chupar la pija del señor Pablo, y otra muy distinta andar lamiendo vergas de viejos extraños, pero no podía negarme a sus deseos.
Mientras jugaban se abusaron de mi rol se mucama y me solicitaron cosas constantemente que yo debía llevarles con una sonrisa para ganarme mi pellizco en la cola. A mi amo parecía gustarle la situación y decidió no intervenir.
Osvaldo me había sentado en sus piernas y me decía cosas al oído con su desagradable barba candado raspándome la oreja mientras su mano libre acariciaba mis muslos. Me tuvo en su falda varias manos, sin parar de acariciarme, mientras me contaba como lo volvía loco una putita como yo.
- Las putitas así como vos me vuelven loco. Porque las mujeres saben que tienen el poder sobre el hombre y se abusan, pero las q son como vos, así mariquitas con el pito chico son más agradecidas, porque saben que ese es su lugar, ¿no bonita? – me dijo mientras su asquerosa mano se colaba debajo de mi falta y sus dos dedos se apoderaban de mi semi erecto pitito y lo masturbaban lentamente. Yo me limité a gemir lo mas femeninamente posible.
Cuando su suerte se acabó temí por mi integridad, ya que casi me arroja al suelo, pero sólo me hizo volcar su vaso de whisky.
- Puta de mierda! Mirá lo que hiciste – gritó enojado mientras sus amigos reían. – ya mismo lo limpias.
Sin que me dijera nada, yo me coloqué en cuatro patas junto a el y acerqué mi cara al charco de whisky para lamerlo. A Osvaldo le encantó mi sumisión y me compensó, según él, con unas buenas caricias en mi culo expuesto, chirlos incluídos. yo senti sus dedos estrellarse contra mi carne, apretando y pegando, y movi la cola sumisamente.
Amo Pablo rió divertido, pero pareció extrañarme porque me llamó a su lado. Me acerqué a cuatro patas con la cabeza gacha mientras escuchaba a Osvaldo denigrarme con sus comentarios. llegué junto a las piernas de Pablo y comenzó a acariciarme la cabeza, y casi sin esfuerzo la colocó sobre sus piernas. Como buena perrita me dejé acariciar y me acomodé en su regazo. Sus caricias fueron bajando a mi pecho y comenzó a masajear mis inexistentes tetas. Yo sentí como su pedazo se iba despertando entre sus piernas.
El partido de poker continuó hasta que Ricardo le ganó a Adrián. Festejó entre risas y pitadas a su habano, después me miró fijo, con su mirada desagradable y lasciva mientras se relamía los labios; yo sabía lo que me esperaba.
Se abrió los botones de la camisa, de desabrochó el cinturon y dejó al descubierto su prominente abdomen. Debajo apareció una verga de tamaño considerable, bastante peluda y poco cuidado, todo lo contrario a la de mi amo Pablo. Se sacó el pantalón dejandose las medias y los zapatos puestos, formando una imagen desagradable; a continuación abrió las piernas y llevó su mano a su pija.
- Veni putita, a lo tuyo
Yo miré preocupado a mi amo Pablo, que sin dejar de acariciarme me sonrió; tomó mi barbilla, levantó mi cara y me miró a los ojos.
- Anda putita, dale, cumplí tu parte.
Yo tragué saliva y contuve las lágrimas mientras caminaba en cuatro patas hacia él. En el camino varias manos se apoderaron de mi culito. Cuando llegué a sus pies me arrodillé y miré su verga. Tenía un olor fuerte y desagradable, y aunque no era tan larga como la de Pablo su grosor era considerable.
Ricardo se acomodó sobre el sillón y emitió una risa grotesca; su verga empezaba a crecer. Lo miré a la cara con mis ojos vidriosos, realmente no quería hacerlo, pero recibí un inesperado cachetazo.
- ¿Qué estas esperando puta? Dale, metetela en la boca. - dijo enojado.
Yo obedecí temeroso y dirigí mi boca abierta a su verga.
- Pará, pará, primero lameme los huevos - dijo divertido, buscando complicidad en sus amigotes.
- Si señor - conteste yo, y acerque mi cara a sus enormes testículos.
Apoyé mi lengua en la base de sus huevos y soportando el sabor y el olor desagradables la deslicé por toda su extensión mirándolo directo a la cara. Repetí mi lamida varias veces, haciendo cada vez más presión contra sus huevos, que latían contra mi lengua; luego, sin esperar a que me lo ordenara, me metí uno en la boca. Sentí sus espasmos de placer antes de repetir con el otro huevo. Después me concentré en el tronco. Lamí varias veces hasta llegar al glande y luego me lo introduje en mi boca.
Soporté el olor y el gusto fuerte y salado mientras contenía las lágrimas e intentaba hacer el mejor trabajo posible. Sentí su mano en mi cabeza presionarme; no era como mi amo Pablo, él realmente me empujaba y yo me dejé hacer. Estaba casi atragantado soportando toda la verga de Ricardo en mi garganta cuando me ordenó que levantara y moviera mi colita. Obedecí como buena zorra mientras continuaba con su pija entera dentro de mi boca, y no me soltó hasta después de que la hubiera meneado varias veces.
- Ufff, que putita hermosa y obediente, y como la chupa! - dijo sin dejar de manejar mi cabeza a su antojo.
Sentí manos apoderarse nuevamente de mi culo, masajearlo y apretarlo con pasión.
- Tiene un culito hermoso - escuché decir a Adrián. - mejor que el de mi novia. - concluyó apretándolo y cacheteándolo. Yo continuaba meneándolo.
Ricardó hundió mi cara en su entrepierna con fuerza, aplastando mi frente contra su flácida panza y comenzó a bombearme mientras me insultaba. En ese momento sentí como las manos de Adrián abrían mis nalgas y su lengua mojada se apoderaba de mi ano. Esa sensación, sumado a los comentarios e insultos de ambos me volvieron loco y comencé a menear desesperado mi cola, buscando profundizar el contacto.
Escuchaba las carcajadas burlonas y comentarios del tipo “mirá como le gusta a la putita, mirá como mueve el culito” que fueron seguidas de sendos chirlos y órdenes para que me moviera más. a las chupadas de cola se le sumó una mano traviesa que agarró mi pitito colgante y comenzó a masturbarme. Estaba prendido fuego, fuera de mí, sólo me interesaba el placer que obtenía siendo abusado y humillado por aquellos señores ebrios y drogados que me trataban como su juguetito personal.
En ese momento Ricardo apretó fuerte mi cara contra su entrepierna y comenzó a bombear con fuerza hasta que inundó mi garganta y mi boca de leche tibia y rancia. Cuatro abundantes chorros me llenaron y tagué lo más que pude a pesar de las arcadas; el resto escapó por mis comisuras y se deslizó por sus huevos.
La lengua y la mano en mis partes intimas intensificó su trabajo y yo me movía con desesperación como una perra en celo que busca a su macho, pero cuando empezaba a sentir los espasmos de mi inminente orgasmo Adrián me soltó de golpe. Sentí una profunda decepción mezclada con desesperación y me moví buscando un nuevo contacto que me permitiera acabar, pero resultó en vano y sentí como una única y dolorosa gota de leche se asomaba por mi glande y quedaba allí, sin fuerza suficiente siquiera para caer al suelo. Mi frustración era tan grande e incontrolable que, sin sacarme la pija de Ricardo de la boca empecé a aullar:
- pod favod señodez hagan acabad a ezta putita golosa, pod favod se lo suplico!
La única respuesta que obtuve fueron carcajadas burlonas.
- Limpiame bien la pija, putita de mierda, que no te la tomaste toda- me dijo enojado el señor Ricardo, y yo obedecí sin chistar.
Cuando terminé de pasar la lengua y tragarme los restos apestosos de su leche, levanté la vista y, mirándolo directo a los ojos abrí mi boca y saqué mi lengua para mostrarle que había cumplido su orden como buena esclava.
En eso vi que amo Pablo se levantaba y comenzaba a repartir unas pastillas azules entre sus amigos. Ricardo se levantó dejando que su panza enorme cubriera su verga dormida, me miró desde arriba y se agachó a agarrarme de la cara.
- Abrí la boquita - me ordenó.
Yo obedecí y Adrián escupió en el interior de mi boca, luego me empujó al suelo. En esa posición tenía acceso nuevamente a mi pito e instintivamente llevé mi mano a él para masturbarme y acabar con aquella frustración, pero la voz de alto de Pablo me detuvo.
- Ni se te ocurra tocarte putito, sos nuestro, nuestra putita, nuestra esclava, y tu placer nos pertenece a nosotros. La noche recién empieza.
Concluyó su frase tomándose su pastilla azul y bajándola con whisky. Lo mismo hicieron sus amigos. Yo los observé desde el suelo, con mi tanga corrida, mi pijita afuera, mi cara llena de leche y saliva y mi boca con pelos del señor Ricardo entre mis dientes. Eran cuatro hombres mayores, pajeros, desagradables y muy morbosos, y me tenían a su merced, podían hacer conmigo lo que quisieran. Yo ya había chupado una pija extraña por primera vez en mi vida, pero todo lo que faltaba era incomparable.