El demonio de nombre extraño (57)

No podía dejar pasar por alto a las “extranjeras” pero luego de pasarla muy bien, regresan algunos problemas que se solucionan drásticamente.

LAS “EXTRANJERAS” - LADRONES

En la mañana desayuné temprano y le dije a Kande iba a ir a retirar mi ropa y después no sabía que haría pero que no contara conmigo para nada, “mejor que Gonzalo no ande dando vueltas por aquí, van a venir a armar las estructuras y esto será un lío infernal” , -pensó-.  Me sorprendía la africana, más de una vez la había “escuchado” para tratar de saber cómo estaba mentalmente con todo esto y me agradó notar que, no sólo no perdía la línea con nadie sino que asumía todo con naturalidad y tranquilidad aún a pesar de los detalles de los problemas que se le presentaban.  Tenía un dominio total de todo lo que hacía, yo no hubiese podido aguantar todo ese maremágnum ni dos días.

Dejé toda la ropa que retiré debidamente empacada en el baúl del auto que quedó guardado en el estacionamiento del hotel y a las nueve y media estaba entrando en la suite del tercer piso que había tomado por tres días.  Faltando cinco minutos para las diez de la mañana me llamó Carola por teléfono avisando que en unos minutos salía a caminar sola por las calles de la ciudad, le contesté que estaba alojado en la habitación 312 y que le dejaba la puerta entreabierta.

Apenas eran pasadas las diez cuando entró decidida empujando la puerta, luego la cerró y desde allí se quedó mirándome, los ojos le brillaban y parecía una hembra en celo pronto a saltar o a dejarse asaltar por el macho elegido.  La pollera larga hasta las rodillas y ligeramente acampanada dejaba sus hermosas pantorrillas a la vista e imaginé que no podría disimular sus nalgas paradas, se sacó la campera dejando ver una blusa semi ajustada que apenas podía contener sus tetas y le extendí las dos manos hacia arriba, tal como lo había hecho la primera vez.

Me las tomó con una sonrisa de oreja a oreja y me dijo: “No sabés cuanto esperé repetir este momento” .  Después me apretó contra su pecho haciéndome sentir las durezas de sus dos montes superiores y las bocas se prodigaron en un beso en el que nos parecíamos comer los labios.  Mi lengua incursionaba en su cavidad y soltándole las manos, coloqué las mías en su zona más erógena, fue inmediato, apretar sus nalgas le produjo una contracción que aflojó con un suspiro que sonó a gemido de placer.

Pasé por detrás de su cuerpo porque sabía que “apoyarla” y hacerle sentir el “bulto” era algo que la derretía, besé su cuello con dulzura, tomé sus tetas sueltas y erguidas y me llené las palmas de las manos con ellas, a la vez que apoyaba toda mi erección en la zanja de sus nalgas prietas.  Le faltó poco para tener un orgasmo, sus piernas se aflojaron y el gemido sonó alto, fuerte y más que claro.  Los pezones endurecidos me pedían que jugara con ellos y mis dedos se dedicaron a darle placer a ese otro punto erótico mientras ellas movía sus caderas acariciándose con el miembro que le urgía tener adentro de su cuerpo.

“Metela ya por donde sea Gonzalo , estoy como loca, no tengo ropa interior, reventame a pijazos, tengo muchas ganas de sentirte” , -me dijo sin ningún prurito ni vergüenza-.  Me vi tentado a apoyarla en el sofá pero lo pensé mejor y tomando una de sus manos la llevé hasta la cama, fueron un par de metros y ya se había desabrochado la blusa, luego fue una traba de la pollera y dejó caer todo a sus pies.  Di un paso hacia atrás para admirarla y le dije que estaba más hermosa que de costumbre, algo que le provocó un estremecimiento en todo el cuerpo.

Me desnudé rápido y nos dejamos caer en la cama acariciándonos y besándonos, esto no duró mucho porque se comenzó a desesperar pidiendo que la penetrara y yo no estaba por esa labor, me iba a tomar mi tiempo con la “tana” y cuando comencé a bajar besando todo su cuerpo, primero se tensionó sabiendo lo que seguía y después se fue aflojando tratando de disfrutar, besar el interior de sus muslos actuó como un resorte para que levantara sus piernas y que su vagina y su culo quedaran expuestos.  Mentalmente hice algo que nunca hacía pero sabía que podía, le pedí a mi “yo interior” que insonorizara la habitación y el “dale” que me diera por respuesta, activó aún más mis ganas.

Pasé la lengua desde sus muslos hasta casi tocar sus labios íntimos y ya los gemidos se hicieron más sonoros, toda ella era un volcán a punto de erupción y el orgasmo como lava a punto de estallar comenzó a notarse en sus contracciones cuando aplasté mi boca abarcando toda su vagina, mi lengua se enloqueció moviéndose por su intimidad penetrando todo lo que podía la zona más que anegada.  La absorción del clítoris fue el botón que activó todo, los codos se apoyaron en la cama, se contrajo apretando sus pechos y se soltó gritando a viva voz… “Sííííí, la puta madre, síííí, ¡qué polvo, por Dios, que polvo!, seguí Gonza, por favor no pares” .

Ni borracho pensaba parar, sus jugos me inundaban la boca y tragaba para que no me rebalsara las comisuras, parecía que fuera una ventosa amorrada a sus genitales mientras sus gritos sonaban en la habitación y atronaban en mi cabeza.  Por la duración e intensidad no fue un sólo orgasmo, parecían encadenarse y tuvo que ser ella la que me tocó el hombro para pedirme casi sollozando que parara.  Le hice caso y la miré desmadejada cuando dejó caer sus piernas, “no lo puedo creer, se debe haber enterado todo el hotel de este polvo” , -me dijo ruborizada-. “Si es por eso no te preocupes, la suite es insonorizada, nadie escucha, si lo hicieran te envidiarían” .

Escuchar esto pareció activarla, se levantó, me empujó para que quedara boca arriba y se lanzó a chupar mi ariete, sí, digo bien, a chupar, no hubo lamidas ni preliminares, se lo tragó de una y aunque se atoró un poco volvió a insistir y pronto se cogió la boca ella sola entrando y saliendo hasta con un poco de brusquedad, el miembro comenzó a palpitar y estaba a punto de llenar su boca cuando paró, la dejó y me pidió que quería sentirla, para eso se puso en cuatro y como ya me había pasado, la vista de ese culo me enardeció.

Primero fue la vagina, de una y sin respirar porque le encantaba sentir el “pijazo” y las continuas estocadas a fondo, gritó como desquiciada cuando, luego de varias entradas y salidas, otro orgasmo prácticamente la “golpeó” , se contraía pegándole a la cama con sus puños y decía: “sííí, otro más, sííí, más, quiero más, rompeme la concha, metelo en el culo, no quiero parar de acabar” .  Sus pedidos eran como órdenes y cambié de lugar, entré sin detenerme y se aunó el grito de dolor con el de placer, la sentía y la sintió pero gozaba enormemente cuando le rompían el culo y me lo hizo saber empujando a mi pelvis con sus nalgas.

“No salgas, dame más fuerte, entrá con ganas, rompelo, por favor, rompelo, ¡ayyy Diosito, como me gusta que me rompan el orto!” , -me decía sollozando-.  Yo a eso jamás me iba a negar y mis movimientos se aceleraron, le di con todas mis ganas y cuando volvió a tener otro orgasmo casi violento, le inundé las tripas, lo que provocó un grito de placer acompañado del, “me quema, tu leche me quema, ¡qué placer, es sublime, qué placer! ...  Aferrado a sus caderas la dejé que temblara y recuperé las energías que ese “polvo” me había restado, absorbí lo suficiente como para que quedara sin ganas de más sexo por un largo rato.

No bien dejó de moverse y aún notándola totalmente agotada me salí de ella sin esperar a que mi miembro se “desinflara” completamente, el sonido del “descorche” era música para mis oídos, a ella no le afectó parecía como desmayada pero el agujero del culo quedó a la vista más dilatado que nunca y las nalgas parecían que se quedaban abiertas tomando aire por allí.

Me levanté y serví dos vasos de gaseosas agregando un poco de bebida con alcohol, después me acerqué a la cama y la tuve que ayudar a que se reincorporara y se sentara apoyándose en el respaldo, ella, con coquetería propia, se arregló el cabello y se limpio las mejillas que mostraban las líneas que junto con el delineador habían dejado sus lágrimas.  Me miró y se sonrió diciendo: “Sabía que iba a estar bueno pero esto fue inimaginable, ¡qué cogida Gonza, qué cogida!, superó con creces a la de Italia , aquella me llevó a las nubes, ésta me hizo mirarlas desde el cielo” .

Me senté a su lado y la abracé pasando un brazo sobre su hombro, la besé delicadamente en los labios y le dije: “Mejor no te cuento como me siento yo, la culpa de todo es tuya, toda vos, tu presencia, tu fuego y tu pasión son capaces de encender la pólvora mojada” …  Puede que haya sonado como una boludez pero el abrazo y el beso profundo que me dio Carola me hizo saber que le había caído bien lo escuchado, la necesidad de escuchar un halago hacia su persona está siempre latente en todos.

Después hablamos de generalidades, me contó de cómo les había cambiado la vida con el nuevo emprendimiento, que Hugo estaba mejor que nunca, más suelto, sin tantas preocupaciones, más atento a las necesidades de la familia, me dijo que lo amaba aunque nadie lo creería viéndola en ese momento y que estaban más que felices de poder asistir a mi casamiento con todo lo que implicaba volver a pisar estos lares.  Luego fue el baño con ración extra y otro orgasmo disfrutado a pleno, nos cambiamos y me dijo que se iría a almorzar más feliz y plena que nunca, “jajaja, voy a tratar de disimular al sentarme porque tengo el culo que no quiere más lola” , -me dijo sonriendo al despedirse antes de salir-.

Me quedaba una hora para verla a Mariángeles y pedí el servicio en la habitación junto con un tentempié, hicieron todo rápido.  Comí algo mientras arreglaban el cuarto, sólo el cuarto porque la otra parte de la suite no la había utilizado para nada y la llamé por teléfono, habíamos quedado en que me esperaba en su habitación pero yo prefería estar tranquilo en la mía me obviaba la intranquilidad de pensar que alguien podría llegar a importunar o dejar alguna señal indiscreta.  La mexicana estuvo en un todo de acuerdo y me dijo que en unos minutos bajaba.

También vino de polleras amplias pero el saludo fue distinto, apenas cerró la puerta del cuarto se acercó presurosa y me comió la boca sin decir más nada, la diferencia de comportamiento, de roce y de personalidad se notaba, por lo menos era lo que a mí me pasaba.  Sólo habló después de un rato de lenguas entrelazadas y labios desatados… “Al fin puedo estar nuevamente junto a mi “animal”, vine con la mujer para que la lleves al cielo y con la perra para que la hagas gozar a pleno” .  Me reí con su comentario recordando que ella había intuido al “animal” que moraba en mí, además, lo había gozado a pleno.

Lo mismo que con Carola , sabía a lo que venía y la ropa interior brillaba por su ausencia, la pollera y el sueter de escote en “V” pronto quedó sobre la alfombra, desató el cinturón de la bata, con la mirada inequívoca de hembra pronta a disfrutar y con decisión me puso una mano en el pecho y me llevó hasta que me desplomé sobre el cubrecama acolchado.  Fue ella la que tomó la iniciativa y luego de recorrer todo mi torso con sus labios, puso las manos en mis muslos, buscó sólo con la boca al ariete, lo encontró donde debía estar erguido entre las piernas y se hizo cargo de él.

Digo “erguido entre las piernas” porque una mujer que se precie, que me besó que recorrió mi boca y mi cuerpo con besos y lamidas y/o que fue acariciada por mis manos jamás fue recibida con el miembro “desinflado” para que ella lo activara, desde siempre había considerado eso como una falta de respeto a la mujer y a la hembra, se podría dar después de terminar para no dejarlo decaer pero, para la primera instancia era impensable.  Puede que fuera una tontería mía pero era como decirle a quien estaba junto a vos: “Mirá como estoy porque deseo tenerte” que no es lo mismo que la grosería de decir: “Chupala para que me vengan las ganas, sino no me calentás” .

Como sea Mariángeles, aún cuando se esforzaba, no había corregido la calidad de sus mamadas y comprendí a que venía su apuro para tomar la iniciativa, ella sabía que se deshacía en orgasmos si yo me apropiaba de su vagina y eso fue lo que hice al girar el cuerpo para que se formara el tan conocido “69” . “Andale, perdiste Mari ahora me muero orgasmando” , -pensó cuando me dediqué a besarla y lamerla-.  Me abracé a sus piernas, hundí mi boca y ya no pudo seguir con lo suyo los temblores y las contracciones pudieron con ella.

La cara quedó recostada sobre el miembro torcido, “otra vez, otra vez, ayy, virgencita de Guadalupe, como extrañé esto” , -pensaba-.  Sus orgasmos se encadenaron y la tercera o cuarta vez que acusó los temblores con gemidos que se hacían oír en un “in crescendo” delicioso, se salió para decirme: “Así no puedo más, es superior a mí, tómame, cógeme, hazme sentir tu dureza” , casi que no hizo falta pedirlo la posición en cuatro que adoptó era su favorita y pronto estuve instalado lo más adentro que pude de su intimidad.

Sabía que le gustaba la penetración lenta, gemía, gritaba, decía que no aguantaba el placer y temblaba cuando me deslizaba lentamente recorriendo todas sus rugosidades.  Yo lo tenía muy presente eran dos o tres veces entrando lento, después la velocidad se incrementaba y con mis dos manos en sus caderas le di como para perforarla, alguna vez no pude frenar y sus alaridos de placer se mezclaban con el dolor al chocar el glande en su interior, aunque ella, ya un tanto desquiciada, seguía pidiendo más.

Esa vez fue distinto, su hermoso culo me llamaba y lubricación había para repartir porque ella no paraba de lubricar naturalmente la zona.  Lo estaba esperando porque no bien salí se abrió los cantos con las manos y me pidió que dejara salir al “animal” que su culo lo esperaba.  Lógicamente que no fue el “oso” el que salió pero seguramente algo influía porque más dureza no podía exigir, aquí también entré despacio “escuchando” mentalmente como se quejaba del dolor aunque, salvo apretar las almohadas con las manos y morderlas no me dijo nada.

Sentí su suspiro de alivio cuando nuestras pieles chocaron y me solté, fue prácticamente una animalada y en la habitación se escucharon los golpes de pelvis contra nalgas y sus gritos desaforados pidiendo que la rompiera, diciendo incluso que su culo sería siempre mío.  El orgasmo fue tremendo, levantó su cuerpo, quedó sólo apoyada en las rodillas y expuso su placer gritando sin complejos, luego se dejó caer llevándome con ella y allí fue dónde le llené las tripas con mi acabada, la inundé y el líquido caliente le sirvió para continuar sus contracciones, tanto que llevó un brazo hacia atrás y colocó un puño en mi cintura pidiendo que no saliera, “seguí allí adentro, movete un poco más, no puedo parar Gonzalo esto es hermoso” .

No tomé nada de su energía, bastante destruida estaba y se notaba pero me quedé sobre ella sintiendo como se iba calmando y sabiendo que ninguno de los dos quería más.  En ese momento se imponía una bebida más fuerte y me serví un whisky y a ella vodka con un poco de limón.  Cuando me acerqué con el vaso estaba en la misma posición pero me sonreía mirándome por entremedio de sus cabellos que le tapaban parcialmente la cara, “Ayy mi cielo, para variar me pasó el “animal” por encima como si fuera un tren y estoy felicísima por eso. Kande me parece una mujer sensacional te merece pero no sabés como la envidio” .

Me di cuenta que lo de la “envidia” era sólo un decir y después hicimos lo mismo que habíamos hecho con Carola , conversar un rato abrazados y sentados contra el respaldo de la cama.  Me contó de la sorpresa que se llevaron los dos cuando les llegó la invitación y la alegría que les dio venir a disfrutar del viaje, de conocer lugares nuevos, seguramente de la fiesta y también me dijo algo que ya había “escuchado” cuando lo pensaba: “Tenía la secreta esperanza de volver a repetir lo de Nueva York , me mojaba sola de pensarlo y al fin se dio aunque después tenga que andar cuidándome al caminar porque vaya cogidas que me estoy llevando” .

Yo no se lo dije pero fue una de las causas por las cuales la invité, desde la primera vez que la vi, se estableció con ella un algo “particular” , una atracción especial y en la cama era una fiera de cuidado con la cual quería repetir nuestro único encuentro.  Hablamos de otras cosas más, me contó de lo bien que llevaban el trabajo y como era su nueva vida, luego se despidió con un beso infartante, yo salí del hotel para volver a casa cuando eran pasadas las cinco de la tarde y estaba más que contento repleto de energía positiva, aún a pesar del gasto realizado en lo físico.

Llegué con un hambre de lobos, estacioné frente a la casa y salió Kande a abrazarme y besarme, tenía puesto un short que dejaba ver parte de sus nalgas y sí, no lo puedo negar, mis manos se posaron en ese culo adorado y luego de mirar todas las estructuras ya armadas, incluso con pisos pre-armados para no pisar el pasto, le dije que quería comer algo, fuimos abrazados hasta la cocina y se puso a prepararme una picada de quesos y fiambres. Virginia la miró, se sonrió y sólo le indicó donde estaban las cosas, ni mi madre que entró en ese momento a la cocina se metió a opinar, la “negra” atendía a su futuro marido y nadie lo impediría.

Tenía ganas de ir a descansar un rato pero Carlos se me acercó para darme novedades respecto a algunos invitados, por lo pronto el Canciller estaba en una Cumbre en los Países Bajos más concretamente en Amsterdam, pudo tener una comunicación directa con él, se disculpó por no poder cumplir con la invitación pero tenía la agenda muy complicada para llegar a la fiesta, de todos modos hizo llegar las felicitaciones.

Le fue imposible ubicarlo a Chao , tal que ni siquiera podían ubicarlo los integrantes de la Familia de Hong Kong ,ante esto le dije que por lo menos lo habíamos intentado, que no se preocupara más por ello.  Todos los demás habían comprometido su asistencia, “además, les hice hincapié a todos que ni Gonzalo ni Kande recibirían regalos de casamiento” , -me dijo-.

Esto era algo que solicité encarecidamente cuando cursarían las invitaciones y nos habíamos puesto de acuerdo con Kande para ello, entendíamos que ya de por si hacer un regalo cuando te invitan a una fiesta, la que fuere, implicaba una preocupación extra para los invitados y esto se acentuaba sobremanera cuando le tenías que elegir un regalo a quienes lo tenían todo y no les gustaba aparentar.  Era una disyuntiva que no quise que nadie tuviera y lógicamente, la futura esposa estuvo de acuerdo con ello.

Pregunté por algunas de las chicas a las que no vi y el tema de la ropa, los zapatos y otros menesteres propios las tenían más que ocupadas y diseminadas por la ciudad.  Hablé con mi “viejo” que estaba en el living entretenido viendo un documental en la pantalla gigante y me comentó que la estaba llevando bien a pesar de todo el despelote que había alrededor pero que, no bien terminara todo, se iba a ir a pescar Dorados a Corrientes, “es un gusto que me voy a dar, le guste o no a tu madre” , -me dijo riendo-, de todos modos, yo sabía que, le gustara o no, lo iba a acompañar.

En cuanto pude me escabullí a mi habitación y me tiré a dormir una siesta de “las mías” , a horas desacostumbradas.  Se me fue la mano y me despertaron para la hora de la cena, cenamos y luego me fui con Kande al living a tomar algo y para que me contara que se iba desarrollando todo, servir, servimos las copas pero apenas si pudimos tomar unos sorbos, la “negra” estaba cariñosa y no encontró mejor manera para contarme que sentarse sobre mis piernas.

Desde allí fueron risas, mimos, caricias y terminamos por excitarnos los dos, más no podíamos hacer, había demasiados dando vueltas por la casa aunque ambos sabíamos que nos esperaba una nochecita un tanto agitada.  No había vuelta de hoja, el “cuero” me daba para poder estar con quienes se me antojara y nunca quedaba mal porque mis energías no se agotaban, siempre encontraba el modo de recuperarlas pero, la “negra” era y lo sería por mucho tiempo, “especial” , sólo bastaba muy poco de su excitación para que me subiera a las motos más veloces.

Estábamos en esa posición cuando el carraspeo de mi madre nos interrumpió y aunque seguimos sentados como nos encontrábamos, le prestamos atención…

--Chicos, les quiero pedir un favor…

--  Jajaja, ¿qué te dije Kande?, ¿a quién querés invitar mamá?...

--¿Cómo?, ¿ya sabías que quería invitar a alguien?...

--No le haga caso suegra, cuente , -le dijo Kande riendo y dándome un golpecito en el brazo-.

--Nosotros tenemos a dos matrimonios amigos de hace tiempo, son vecinos y Gonzalo los conoce desde chico, me gustaría invitarlos a la fiesta.

--  Imagino de quienes hablás mamá, no tengo ningún inconveniente en que vengan y creo que Kande tampoco pero, vas a tener que tener en cuenta algo importante…

--¿Qué es nene?, decime.

--  No sé si tus amigas se van a sentir cómodas en todo el ambiente que se va a formar, el lujo es y será más que evidente y la calidad de las ropas que van a vestir los invitados no los va a hacer sentir bien.

--¿Vos decís? pero mirá que ellas se visten bien y son muy dadas en el trato.

--Tu hijo tiene razón, vos misma fuiste a comprar ropa en un lugar de alta costura y entre mujeres esas diferencias se notan, se pueden sentir mal, -dijo mi padre que entendió enseguida lo que yo quería explicar-.

--No creo que sea tan así…

--  Mamá, si tus amigas ven el guardarropa de Kande se caen de culo, imaginate a otras mujeres dando vueltas con vestidos similares, pueden llegar a sentirse incómodas pero, no te hagas problemas, si las querés invitar y quieren venir, te doy una solución.

--¿Qué solución pensaste nene?...

--  Creo que Cielo y Carlos ya acabaron con sus cosas y en atención a que ellos siempre fueron vecinos y me han tratado bien desde chico, le podemos brindar un ajuar completo a los cuatro.  Te vas vos con Cielo y tus amigas a comprar lo que necesiten y de paso se meten en un Salón de Belleza para que queden impecables, Carlos lo hará con papá y los maridos, a la fiesta pueden venir con una limusina que los espere para llevarlos cuando termine la fiesta.  ¿Te parece bien?...

--Eso es fantástico hijo, no creo que se nieguen.

Kande se sonreía y pensaba que estaba muy bien lo que yo decía.  Ya lo habíamos hablado antes, le había preguntado si tenía a alguien a quien invitar y hubiese hecho lo necesario para que compartieran su felicidad pero amigos no tenía y su familia no existía, no pudo obviar las lágrimas en esa charla y acabó diciendo que SU familia era yo, junto con mis afectos y la gente del entorno íntimo.  Entendió claro que mi madre quería mostrar a sus amistades lo que había logrado el hijo y pensaba en ese momento que su madre hubiera hecho algo similar.

Fue ella misma quien los llamó a Cielo y a Carlos para pedirles que se ocuparan de plasmar mi idea, los dos fueron materia dispuesta y sabían muy bien lo que tenían que hacer, “Cielo, Carlos, no se fijen en gastos, usen la tarjeta en lo que sea necesario, que no se priven pero adquieran lo mejorcito que encuentren” , -les dije- y les aclaré que después veríamos el tema del vehículo.  Luego, dirigiéndome a mi madre expresé: “Hablá con tus amigas y haceles entender que es en agradecimiento por ser tan buenos vecinos” …  No le daban los dedos a la “vieja” para comunicarse con las amigas y ponerse de acuerdo con el horario pues saldrían de casa con dos camionetas.

Solucionado este “temita” familiar, nos fuimos a la habitación llevando los tragos que casi no habíamos tocado.  Quedaron para el “después” porque Kande entró, cerró la puerta y comenzó a sacarse la ropa mirándome con cara de pantera en celo.  Caminó hacia mí portando toda su negra desnudez, yo me había acercado a la cama y alcancé a desabrocharme los puños de la camisa, sabía porque lo hacía, ya la conocía cuando se ponía así y… a la mierda con la camisa, mientras me besaba comiéndome la boca no perdió tiempo en desabrocharme botón por botón, el tirón la desgarró y quedó convertida en harapos.

Luego me besó las tetillas a la par que trataba de bajar mi pantalón y cuando lo tuvo en los tobillos un leve empujón me depositó sobre el cubrecama y ya me desnudó totalmente, “Pará, pará no sigas” , -le dije- y aproveché ese momento para ubicarme en el centro de la cama abierto de piernas y brazos, “ahora sí, hacé lo que quieras” .  Le brillaron los dientes de la sonrisa que enarboló, los ojos y hasta la cara, tardó segundos en acomodarse encima de mi cuerpo y se prendió a mi boca, no pensaba moverme, tampoco me dejaría, la mano sobre mi pecho me lo dejaba entender cuando comenzó a bajar.

Enseguida encontró lo que buscaba, su boca se hizo dueña de “el erguido” y me reí solo e íntimamente pues me vino a la mente la frase popular, esa que habla de “tirar el fideo” , lo llevaba hasta la garganta y lo sacaba frunciendo los labios y aspirando a la vez y tuve que esforzarme para que no me hiciera pasar de “vueltas” . ¿Qué de nuevo puedo contar? ...

La futura esposa hizo conmigo lo que quiso y se la notaba feliz porque se lo permití.  Me cabalgó haciendo uso y abuso de sus dos cavidades de placer, por momentos anduvo “al paso” , luego fue “al trote” y fue acelerando hasta que la cosa pasó a “galope tendido” con una jinete casi desesperada que se apoyaba en mi pecho con sus manos y gritaba a viva voz sus orgasmos sin importar por dónde era penetrada.  Después me tocó a mí y la “cosa” fue más pausada, más tranquila, de penetraciones lentas, sin perdonar ninguna de sus cavidades pero sumando a ello besos y caricias, al terminar me vacié y ella me acompañó con un par de orgasmos distintos.

Me quedé adentro de ella y me miró sin poder hablarme, la felicidad la enmudecía y atinó a abrazarme fuerte, que no me hablara no era algo que me molestara, yo la “escuchaba” y me transmitía todo su amor, “yo también te amo mi cielo” , -le dije acercándome a su oído”-.  Luego se quedó dormida casi de improviso pues aparte del día pasado, de los orgasmos y del “toquecito” de energía que me hizo recuperarme, no quería más y yo también me despatarré para dormir.

A las tres y cuarto de la mañana me desperté sobresaltado, un repiqueteo constante me zumbaba en los oídos y medio entredormido no pude discernir que era, de pronto cesó y volví a apoyar la cabeza en la almohada, en principio me había parecido una alarma pero lo descarté enseguida, una porque la alarma de la casa sonaba distinta y otra porque era muy difícil que alguien se acercara a la casa habiendo todo un grupo de efectivos de Seguridad recorriéndola.

A los dos o tres minutos volvió a sonar y el “despertá Gonzalo que me sonó como un alarido en el interior de la cabeza y los golpes en la puerta al grito de “soy yo Gisela , me despabilaron completamente al igual que a Kande .  Alcancé a ponerme un bóxer y abrí la puerta, allí estaban Cielo y Gisela en pijamas, “es la alarma del portón del garaje de la casa de Tai , -me dijo la “colorada” -…

--Suena en casa cuando abren la puerta, con todo el lío del casamiento de ellos y después el de ustedes, dejé todo en el sótano y no se los instalé a los chicos de la puerta, alguien abrió el portón, es mi culpa, estaba sonando y no lo oí, -estaba alteradísima-.

--  Calmate Gisela, ¿no hay posibilidades de que alguien se hubiese apoyado y activado la alarma?

--No Gonza, no, esas alarmas sólo se activan si abren la puerta porque rompen el circuito que las conecta, es la única independiente las otras tres alarmas, la de la puerta principal, la de la puerta posteriores y de las ventanas están unificadas, alguien lo abrió .

Los gritos de Gisela despertaron a todos y le pedí a Andrey que se quedara en la casa con todos ellos porque nos íbamos a ir a fijar con Kande .  A Gisela le pedí que viera de ubicar la camioneta de Tai porque si habían abierto el portón fue para sacar la camioneta y que me avisara por teléfono, mi papá preguntó si podía acompañarnos y le dije que no, sólo iba a ir para que la “colo” se quedara tranquila, de última, si habían robado, iba a hacer la denuncia más no podía hacer. Kande , Cielo , Gisela y Andrey me miraron sin creer nada de lo que les decía.

Al llegar a la casa, efectivamente el portón estaba abierto y faltaba la camioneta, también estaba abierta la puerta que comunicaba el garaje con la casa. Kande , desde el garaje, se metió al interior de la vivienda con el arma en la mano, aunque daba por descartado que no habría nadie, efectivamente no había nadie, ni ladrones ni cosas de valor, hasta la ropa se habían llevado y estaba todo desparramado por el suelo.

Se habían tomado su tiempo para revisar y elegir, la alarma principal estaba inutilizada y los pasos fueron simples, cargaron todo en la camioneta y abrieron el portón para irse, nunca imaginaron que esa alarma era independiente porque, por lo general, están todas conectadas a un núcleo principal.

Tomé el teléfono para llamar a Gisela y vibró antes de marcar, era ella, me dijo que la camioneta estaba en viaje por una ruta interior y se dirigía a una zona industrial que había en la misma Localidad, “ya paró, ya paró, enseguida te mando la dirección” .  Ni siquiera tuve necesidad de preguntarle, ninguno de ellos se creyó lo de la denuncia policial, sabían que los saldría a buscar.

Me pasó la dirección y lo único que le dije era que viera la posibilidad de anular las posibles cámaras de las inmediaciones.  Salimos raudos para el lugar y le dije a Kande que había que tener cuidado porque, más que seguro los ladrones ya estaban más armados.

Kande me miró extrañada y preguntó: “Lo decís porque faltan las espadas” , ella también lo había notado. Tai había traído a la vuelta del viaje a Hong Kong un par de espadas JIAN y otro par de espadas TAO , conjuntamente con tres cuchillos MARIPOSA de distintos tamaños, todo esto lo tenía en el living a modo decorativo junto a una de las paredes pero no eran imitaciones, tenían filo y un buen metal…

--  No son sólo las espadas, estoy seguro que Tai no se llevó con él la pistola que usa habitualmente, ni los cargadores ni el silenciador y todo eso debe estar en poder de estos delincuentes .

--“Otra vez me pasó que no tuve en cuenta lo de uno de tus allegados que es prácticamente familia, me confié en las alarmas electrónicas, menos mal que sólo trajiste a Kande porque estoy muy enojado, voy a destrozar a esos delincuentes”, -me dijo la “voz interior” y verdaderamente se lo notaba furioso-.

--  Ahora no vale arrepentirse, “a lo hecho, pecho”, vamos a tratar de recuperar todo pero me tenés que decir qué posibilidades hay, -le contesté mentalmente-.

--“Las mejores, son cinco tipos, cuatro quedaron en un galpón con la camioneta junto a las cosas robadas y otro se fue solo para un local de su pertenencia, que es donde vive, éste es el que maneja todo, es Técnico Electrónico, por eso supo desconectar la alarma, nunca pensó que podía haber una independiente” .

--  ¿Hay que averiguar dónde es la dirección de ese local? , -esto lo dije en voz alta y Kande me miró pero se dio cuenta de que no hablaba con ella y no me interrumpió-.

Me pasó la dirección y asentí dándome cuenta que era en una zona comercial del Distrito pero, lo primero era lo primero…  El lugar donde estaba la camioneta con lo robado y los cuatro delincuentes se correspondía con un galpón grande que se encontraba en medio de dos edificios que parecían ser fábricas, precisamente en una zona fabril donde había unas seis fábricas más, diseminadas en unas cuatro manzanas.  Pasamos por el lugar y vimos que la propiedad, en un frente de unos veinte metros tenía un portón grande en un extremo, una puerta más chica a un costado y dos grandes ventanas en lo alto por la cual se podía observar luces encendidas.

Le dije a Kande que allí había un mínimo de cuatro tipos y teníamos que ver como hacíamos para entrar, “dejame a mí, no creo que se nieguen a ayudarle a una bonita negra a cambiar la rueda del auto, pasá al asiento trasero, yo me encargo” .  Paré el auto, me pasé al asiento trasero y la “negra” se hizo cargo del volante, hasta que se detuvo justo enfrente del portón.

Se bajó dejando la puerta abierta y golpeó la puerta con fuerza, de adentro le preguntaron de malos modos que es lo que quería… “Disculpe que lo moleste señor, vine a traer a una amiga a la casa que está pasando una fábrica grande y me perdí al salir, para colmo pinché una cubierta, estoy sola, mi celular no tiene batería y necesitaría a alguna persona que me ayude a cambiarla” .  La voz sensual de Kande haría dudar a un zombi de comer cerebros, para mejor se había desabrochado los tres primeros botones de la camisa y el canal que marcaban las tetas parecían un imán para ojos ajenos.

Sin dudas que miraron por la mirilla y vieron un auto con la puerta y el baúl abierto cruzado frente al portón y a una negra espectacular casi con las tetas al aire que les pedía ayuda.  Salieron dos que no llegaban a los treinta años y un poco más bajos que mi futura esposa, los dos muy galantes y solícitos pensando en beneficiarse a la negra que pedía ayuda pero… no alcanzaron a dar dos pasos afuera del galpón.  Uno cayó como bolsa de papas por el golpe dado con el canto de la mano sobre su nuca y el otro se encontró con una pistola que se apoyaba en su cara.

Bajé de inmediato del auto, tomé de la nuca al tipo que estaba en el suelo, lo levanté como si fuera un pedazo de papel y entramos en el galpón, en realidad no fue al galpón propiamente dicho, era un pasillo de unos cinco metros que tenía tres puertas, dos de ellas enfrentaban a una que resultó ser un baño, las otras dos parecían oficinas aunque estaban cerradas, al fondo de éste pasillo se veía la luz encendida del galpón en que estaban descargando la camioneta.  Al cerrar la puerta de calle el lugar quedó a oscuras pero se podía ver por el reflejo, máxime yo que veía todo con total claridad y me estaba desnudando con rapidez.

“¿Qué pasó José , te volteaste a la negra? , -se escuchó preguntar a una voz-, no tuvo tiempo de preguntar nada más, un enorme oso de garras afiladas, de grandes escamas que parecían ser una armadura y con piernas humanas los atacó sin darles tiempo a reaccionar, los dos se quedaron estáticos de la sorpresa y el miedo que los paralizó.  El “oso” no les dio tiempo ni a enarbolar un pensamiento, estaba demasiado enojado como para pararse a “escuchar” nada, con una de sus manos de garras afiladas y duras como diamantes penetró a uno de los ateridos asaltantes y lo abrió en canal desde el bajo vientre hasta la cabeza.

El otro corrió la misma suerte pero en sentido contrario, el zarpazo bajó desde la cabeza hasta incluso una de sus muslos, se vió claro cuando ambos atinaron sólo a tomarse el vientre tratando de evitar que los intestinos se escaparan de entre sus dedos.  Allí quedaron, la muerte los esperaba en minutos pero el “oso” ni se inmutó, se giró para mirarla a la cara a Kande que estaba pálida apoyada en una pared y le tiró el zarpazo al único que estaba en condiciones de escapar, ni siquiera gritó cuando las garras cruzaron por toda su espalda arrastrando carne y parte de la columna vertebral, luego lo tomó de la cabeza y le cruzó las garras por toda la cara y la garganta.

La sonrisa sádica parecía resplandecer en su cara cuando se acercó al que estaba en el suelo, lo despertó apoyando la garra en la cabeza y cuando abrió los ojos la cara de terror fue imposible de describir, de todos modos no le duró mucho, el mordisco le arrancó la cara por completo y la zarpa afilada como bisturí cortó el cuello casi por completo, tanto fue que la cabeza quedó ladeada y colgando sostenida sólo por la piel del cuello. Kande no pudo retener las arcadas y salió disparada para vomitar con la cabeza inclinada en el inodoro.

Cuando me acerqué hasta el baño ya era Gonzalo nuevamente, no le dije nada, sólo me lavé las manos y los brazos salpicados de sangre, me sequé con una toalla un poco sucia y me miré en el espejo buscando alguna otra señal en el torso, no había nada y me puse la camisa mirando como Kande se recuperaba y se enjuagaba la boca.  Ya estaba bien y más que consciente, de inmediato tiró la cadena un par de veces para que el agua del inodoro se llevara cualquier resto de ella que la pudiera identificar y se abrazó a mí con fuerza, no hizo mención a nada de lo visto y experimentado.

Después del abrazo se dirigió a la camioneta de Tai y comprobó que todavía no habían comenzado a descargarla, miró su interior desde la tapa del baúl abierta y la volvió a cerrar.  Las paredes del lugar estaban llenas de anaqueles tapados por largas lonas que ocultaban productos de otros robos, destapamos todo y vimos televisores de distintos tamaños, computadoras de escritorio y portátiles, tablet, distintas joyas y otros artículos para la casa como hornos microondas, cafeteras y demás.  No tocamos nada y nos cuidamos bien de no dejar huellas.

Luego me miró, me tomó de la mano y nos fuimos para el lado de las oficinas, ambas estaban cerradas pero no resistieron la patada que les di usando la fuerza del “oso” para ello.  Aquí había televisores de plasma y otros artículos más lujosos, también estaban en anaqueles pero codificados o marcados por números, prendí la computadora empujando el botón de encendido con la uña del pulgar y ubiqué enseguida el inventario de lo robado y ya determinado para la venta.

No había nada para copiarlo y le saqué fotos al listado de los productos enfocando a la pantalla, luego la dejé encendida pero borré las huellas de mis dedos que pudiera haber dejado en el teclado.  No quedaba más por hacer allí, caja fuerte no había y en los cajones no encontramos nada que nos pudiera servir.

Yo sabía que Tai tenía efectivo en la casa pero salvo lo que los delincuentes llevaban encima, no había más dinero, tampoco estaba la pistola con silenciador, seguramente el que sería el jefe de la banda lo llevaba con él.  Abrimos el portón y saqué la camioneta para conducirla yo, Kande se llevó el auto y era ella con el GPS quien ubicaría la dirección que me había pasado el YAOGUAI. El Técnico Electrónico que, más que probable, fuera el jefe de la banda iba a recibir una visita desagradable.

De pasada la llamé nuevamente a Gisela , le pedí que anulara las cámaras de tal dirección y le conté que habíamos recuperado la camioneta con todo lo de la casa, ella me pasó un nuevo código que le había puesto a la alarma, ante esto le recordé que la pareja de luna de miel regresaba ese día y que era conveniente avisarles, seguidamente me avisó que ya estaban inutilizadas las cámaras y el circuito de alarmas de dos manzanas a la redonda.

Al llegar al local le pedí por teléfono a Kande que me esperara en el auto, yo entraría solo.  Lógicamente, el lugar estaba cerrado y si el tipo vivía allí era muy posible que la entrada de la casa estuviera por la puerta que había a un costado de la persiana cerrada.  En esta ocasión me puse unos guantes de cuero negro muy fino, tanto que parecían de tela plástica, con ellos podría tocar lo que quisiera.

A la puerta de entrada no la golpeé, la fuerza y la presión del hombro fue suficiente para que se doblaran los pestillos y se abriera, ya en el interior existía un pequeño rellano y luego una escalera a un piso superior, la cual subí velozmente, ésta puerta, la que estaba al final de la escalera tampoco aguantó y como hice algo de ruido me obligó a buscar rápido la habitación, eran las cinco y media de la mañana y después de la tensión del robo imaginaba que el “fulano” estaría durmiendo.  Efectivamente así fue y tenía a una mujer durmiendo a su lado.

Los dejé “duros” a ambos, ella siguió durmiendo como si nada pero al tipo lo saqué de los pelos de la cama, era un peso totalmente “muerto” pero no era peso para la fuerza del “Espíritu” , sólo podía revolear los ojos en los que se notaba un miedo espantoso porque aunque mentalmente trataba, no podía mover ninguna otra parte de su cuerpo.  Lo llevé así hasta el comedor y le pregunté dónde guardaba lo que robaba y dónde tenía la pistola que había traído hacía un rato.  Decir no me dijo nada pero lo pensó, así supe que la pistola y el dinero de los distintos robos estaban en un doble fondo de unos de los cajones de un mueble que se encontraba en la habitación contigua.

Lo dejé sentado en el suelo y me metí en la habitación señalada, de ese mueble saqué la pistola de Tai , los cargadores y el silenciador conjuntamente con otras armas de calibre más bajo, concretamente cinco pistolas más, además de varios fajos de billetes de distintos tamaños y valores atados cada uno con una banda elástica y perfectamente separados, todos tenían también un papel con un número en cada fajo, que en varios se repetían, imaginé que representaba lo que habían sacado en cada caso, eso no me interesaba.

Lo de Tai parecía ser lo más voluminoso y metí todo lo de él en una bolsa doble (una dentro de la otra) de papel decorado con el logo de la tienda de artículos electrónicos, todo lo demás lo metí en otra bolsa similar.  Regresé donde estaba el individuo y le pregunté si escondía más dinero u otras cosas de valor, me lo negó con el pensamiento y estaba claro que no mentía.  Inquirí sobre el porqué se había elegido la casa en cuestión y me dijo con su mente que hackeaba los datos de la Empresa de Seguridad que vendía las alarmas y que luego ubicaba las direcciones con un GPS portátil (el cual tenía en su habitación y que también me llevé) .

“Hacé que se acueste nuevamente, sacate el guante de la mano izquierda y déjamelo a mí” , la voz del YAOGUAI no sonó como un pedido, fue una orden imperativa y no iba a negarme a obedecerle.  Lo “aflojé” de las piernas y lo llevé nuevamente a la habitación pidiéndole que se acostara, lo hizo sin pensar nada en contrario y ante sus ojos abiertos a más no poder apareció la garra izquierda que lo abrió en varios canales desde la cabeza hasta la entrepierna, no conforme con eso lo degolló utilizando un sólo dedo y le seccionó limpiamente las dos manos.

Yo noté la bronca que tenía, era evidente que meterse con algún miembro de las familias resultaba violento y mortal para quien lo hiciera, menos que menos robarles.  De todos modos cuando terminó me hizo saber con otro tono de voz, “listo, éste no le roba más a nadie” , luego y por las mías desparramé sobre la cama las armas y los billetes que no eran los de Tai , la esposa o novia despertaría en un par de horas y vaya sorpresa que se llevaría.

Al salir dejé todo el contenido de las bolsas en el piso de la camioneta y tiré las bolsas vacías en la vereda, sabía que Kande me esperaba en la otra cuadra y sólo le toqué la bocina una vez cuando pasé con la camioneta a su lado.  Le hablé a Gisela pidiendo que “normalizara” todo y que se fueran a dormir un rato, nosotros nos fuimos directamente a casa y dejé la camioneta de Tai estacionada enfrente de la misma, ya vería lo que se hacía cuando fuera de día.

La abracé a Kande con cariño pues noté que, aún con toda su experiencia estaba impresionada y la besé diciéndole al oído:

--  Ya pasó mi cielo, te aseguro que ni yo puedo contenerlo cuando “se saca” de ese modo y tampoco me acostumbro.

--Lo sé vida, es tan violento, tan inesperado, tan repentino, tan sobrenatural que va más allá de cualquier razonamiento que se me ocurra.  La sangre no me impresiona, es el método en que hace surgir esa sangre lo que me estremece y, aunque se enoje, hasta te diría que lo disfruta.

--“Decile que sí, yo gozo cuando tengo que castigar a los que osaron tocar o robar a alguno de mi familia, además que es una lástima que no pueda mostrarlo para que sirvan de escarmiento”, -me hizo saber mentalmente mi “voz interior” -.

Le trasladé a mi futura esposa lo que había escuchado desde mi interior y noté su estremecimiento, después me dijo de irnos a dormir otro rato, se lo acepté y dije que dormiría hasta más o menos las diez y ellos deberían llevar todas las cosas a lo de Maylín porque la pareja volvería a media tarde, “te prometo que te dejo dormir” , -me dijo sonriendo- y me venía al pelo, esas casi tres horas y media me ayudarían a estar más que lúcido cuando me fuera a almorzar con las dos gallegas de Lalín , un pueblo cercano a Vigo .

Continuará…

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