El demonio de nombre extraño (49)

Ayudando con un negocio nuevo a la familia uruguaya en Italia y algo saco a cambio.

NEGOCIO NUEVO - EMPRESA ESCONDIDA - LA “TANA”.

Hugo fue puntual, estábamos en el bar del hotel cuando ingresó del brazo de la esposa, una hermosa mujer de un poco menos de metro setenta, morocha de cabello largo y ojos negros, picantes, traviesos, divertidos, sin ningún tipo de connotación sexual, estaba expectante y alegre por encontrarse con gente afín a su país de origen.  Los dos vestían de jeans y campera aunque en ella se notaba que la campera era de más calidad, lo mismo que la blusa tipo camisa que llevaba debajo de ésta y los zapatos de taco medio que calzaba.

Me levanté rápido de la banqueta en la que estaba sentado y me acerqué a saludarlos, me la presentó como Carola y la reticencia natural por el lujo que la rodeaba y las dudas propias de mujeres por la ropa que vestía, quedó rápidamente de lado cuando todas se acercaron a saludarlos y notó que las chicas estaban tan sencillas y cómodas como ella.  Que fuera más rellena y de caderas llamativas quedó completamente de lado cuando Kande le presentó a las demás y se prendió con desparpajo al intercambio de diálogos en su lengua natal.

El uruguayo no pudo contener sus pensamientos de admiración ante la fauna femenina que se acercó a él para darle los besos de presentación, lo mismo pensó ella aunque con los hombres le pasó por la mente un ramalazo de deseo por los físicos de éstos.  Se movilizaban en el taxi y el hijo con la novia, él Máximo y ella Carla de un poco más de veinte años, descendieron del mismo para saludarnos.  La chica hablaba poco el Español pero, como existe en las mujeres un lenguaje “internacional” de gestos y ademanes, pronto se entendieron entre todas.

Hugo hizo punta para marcarnos el camino y los seguimos en las cuatro camionetas, el lugar al que nos iba a llevar no quedaba lejos pero le había pedido al taxista rioplatense que diera un par de vueltas por lugares a los que se podía admirar, así lo hizo y nos dejó ver partes de la reducida Ciudad del Vaticano iluminada a giorno en avenidas, calles y edificios, todos nosotros de parabienes.  Luego nos fuimos, como dirían los españoles, “a por las pastas” , estacionamos los vehículos frente a la Trattoria de Aldo , un lugar exquisito, cálido, las arcadas grandes le daban un toque casi colonial y con una atención esmerada.

El dueño en la puerta lo saludó a Hugo que me presentó y nos dijo que nos estaban esperando, habían colocado las mesas de manteles de cuadrillé rosa y blanco juntas pero separadas en dos filas, había pocos clientes y la tranquilidad del lugar pasó a un segundo plano debido al “cotorrerío femenino” .  A último momento tuvo que separar una de las mesas porque las féminas se sentaron juntas y hablaban todas a la vez admirando las paredes tapizadas de carteles de viejas propagandas y la música de películas que sonaba tenue.

El anfitrión me ofreció un Massolino Barolo , un vino tinto de buen “cuerpo” para acompañar las pastas y se rieron con Hugo cuando éste le tradujo que ese vino era sólo para mí, que los demás pidieran lo que se les antojara.  La comida podía ser a la carta pero le pedí que ni nombrara eso porque las indecisiones estarían a la orden del día y tardaríamos un montón de tiempo.  Fue una entrada acompañando las bebidas que fueron de lo más variadas y no faltaron los flashes de los celulares para las presentaciones de las entradas y las botellas de vino tinto espumante a las que las “niñas” se prendieron.

El plato principal fue el de los fideos con salsas variadas, abundantes y para comerlos con tenedor y cuchara o tenedor sólo para envolverlos preparando el bocado, de cualquiera de las maneras, todos, absolutamente todos, les “entramos” como si fuera la última cena.  La mayoría no comió postre, salvo claro está Tai y Andrey a los que siempre les quedaba un “huequito” más.  Para el momento del café conversamos más íntimamente con Hugo y Máximo .  Los había estado “escuchando” y me resultaron más que sinceros y honestos.

Encaminé la charla para el lado del trabajo que realizaban.  Me contó Hugo que, en algún momento se pudo hacer buenas diferencias en base a trabajar casi todo el día en la calle, por eso había surgido la posibilidad de comprar la casa y los autos porque existían facilidades para pagarlos en cuotas pero que hacía un par de años había mermado mucho el trabajo de los taxis, según él, por dos circunstancias que no escapaban al común de los taxistas, se había incrementado la cantidad de taxis en toda Italia .  Nuevas compañías de taxis invertían comprando autos que manejaban los inmigrantes de todas clases que provenían de otros países europeos o africanos, amén de otros servicios privados.

El otro problema estaba dado porque el turismo, se cuidaba mucho en los gastos con efectivo y prácticamente utilizaba sólo tarjetas de créditos para moverse, amén de que, cuando lo hacían recorriendo los destinos turísticos utilizaban los micros y las combis que ofrecían los hoteles o las Agencias de Turismo. “Como sea, -dijo-, no se puede retroceder ni se puede aflojar porque la hipoteca y las cuotas de los autos hay que seguir pagándolas”. De inmediato se me cruzaron dos cosas por la cabeza y pensé que ese “casi” compatriota merecía algún tipo de ayuda para mejorar su situación y la de su familia.

Llegado a este punto debería aclarar algunas cosas, mi mentalidad no era la de “regalar” a tontas y a locas pero, por el motivo que fuera, la montaña de dinero la tenía, no podría llegar a gastarla así pasaran trescientos años, es más, su incremento mensual superaba siempre los gastos que yo pudiera tener y como corría con la “ventaja de escuchar” podía darme el lujo de disponer de él como se me diera la gana sin que me convencieran los argumentos de nadie para ello.

Otra cosa que muchas veces se me ocurrió pensar es si esta forma de dar o ayudar no sería una especie de balanza por las “malas” que desde un primer momento no me había costado cometer, aunque me costó muy poco descartar este pensamiento, las “malas” no hacían mella en mi conciencia, las realizaba como algo que debía acontecer y, para más claridad, daba en lo material, sólo a quien llegaba a pertenecer a mis afectos porque podía y porque “se me cantaban las pelotas”

Pensando en la posible ayuda, recordé que en algunas empresas de La Argentina se trabajaba con agencias de Remises, digamos, de “calidad superior” con autos de alta gama y éstos estaban a disposición del personal ejecutivo de la empresa, se los llamaba si se los necesitaba, para recorridos a otros puntos de la ciudad, para realizar trámites, incluso para traslados de empleados, etc.  Las tarifas eran más altas pero la empresa se evitaba tener a conductores en las nóminas, la utilización de los autos particulares o conducir ellos en el tránsito intrincado.

La idea, así un poco en el aire, se la planteé a Hugo pero sólo haciendo mención al servicio que brindaban esas agencias de autos de alquiler, lo que me contestó me llevó a interiorizarme más del tema…

--Eso sería ideal porque habría continuidad en los viajes, se evita el gasto de andar “girando” esperando al pasajero, el material rodante no se gasta demasiado y las ganancias son superiores.  Sé de una agencia que se dedica a eso aunque los autos son de un nivel medio, tienen un arreglo contractual con una empresa y acuden sólo cuando se los llama pero se mueven más con el personal subalterno, tienen cuatro coches para eso y otros cuatro para atender los pedidos comunes de la gente de calle.

--  ¿Qué te parece la idea de conformar una empresa de autos y conductores que preste servicio con el personal de la empresa y las subsidiarias de la cual soy dueño?

--¡Pará loco!, ¿te tomaste todo el tinto?...  Tu empresa es un monstruo y tiene un movimiento constante, para eso se necesitaría una dotación de autos de alta gama, con choferes trajeados, educados y una buena administración.  No puedo llegar a eso ni borracho, para serte sincero con mi hijo íbamos a aprovechar la cena para pedirte un par de empleos para mi esposa y mi futura nuera. -Ya había “escuchado” esas intenciones”-.

--  Más a mi favor, mirá yo seré un “loco rayado” pero mis decisiones se basan mucho en mis instintos y éste me dice que ustedes son personas en las que se puede confiar, -tampoco le iba a contar que les había “exprimido” los pensamientos, eso ni loco-, por eso te ofrezco esta posibilidad.

--  Una empresa estrictamente familiar, ocho autos de alta gama, una oficina en la propia empresa que sería atendida por tu mujer y tu nuera.  Tu hijo y vos se ocuparían de los autos y del personal que tendrás que elegir “afinando el lápiz”, buenas tarifas aunque con diferencias para el personal subalterno pero también buenos sueldos para los conductores, estacionamiento gratuito de los autos dentro de la misma empresa, equipos de comunicaciones para cada auto conectados a la oficina, asesoramiento legal para conseguir las autorizaciones pertinentes y dependencia absoluta de mí o en su defecto del Director General.

El hijo le apretaba el brazo demostrando que la idea le encantaba y Hugo se quedó mirando a un punto fijo de la pared, no atinaba a contestar ni a decir nada, estaba como “ido” , fue la esposa desde la mesa contigua quien notó esto y se acercó a nosotros con cierto temor dirigiéndose al hijo…

--¿Qué sucede hijo, qué pasó?

--No sé, Gonzalo nos estaba haciendo una oferta increíble y se quedó “en otro mundo”, jajaja, está vivo pero quedó, como dicen por los pagos de ustedes, “pelotudísimo”. - Hugo se sonrió como idiota mirando a la mujer y alcanzó a decir-.

--No sé si a Gonzalo me lo mandó Dios o el Diablo pero, habrá que “ponerse las pilas” porque nos está ofreciendo la posibilidad de dar el “gran salto” con un trabajo que trasciende nuestros posibles nietos.

--  Jajaja.  No jodás ni con uno ni con otro, yo tengo mi propio Demonio particular.  Vengan vamos a sentarnos con Miguel y les explico bien.

Nos fuimos a sentar los seis en una mesa aparte y whisky y café cortado capucchino de por medio me puse a explicarles las condiciones, pidiéndole a Miguel que prestara atención a lo que pretendía hacer pues él sería el encargado de trasladar todo esto al Director de la empresa y a la gente del Estudio Jurídico.

--  El emprendimiento va a ir a nombre mio, inclusive los autos, con poder total a Hugo para que disponga en mi ausencia.  No lo tomen a mal pero con esto me evito que mañana anden a las patadas y quieran vender la empresa, dividirla o repartírsela, si tienen problemas de esa índole van a tener que recurrir sólo a sus bienes personales, además caminar por veredas distintas implicará dejar de pertenecer a la empresa y una cosa debe quedar clara, el que se va no vuelve.

--Es lógico y entendible pero no está en nuestra mentalidad , -expresó Carola , la mujer de Hugo -.

--  Me alegro que así sea pero el ser humano, sin distinción de género, está proclive a cualquier cagada, si no, no existirían los divorcios y las separaciones, acá los intereses tienen que ser recíprocos y duraderos.

--  La idea primordial es la siguiente, una oficina en la planta baja de la empresa que será atendida por cualquiera de las dos mujeres, los autos estarán estacionados en la playa subterránea de la misma empresa, quien necesite el servicio puede tomarlo en la misma playa o en el frente del edificio, no hay demoras al respecto o las mínimas, salvo que no haya más vehículos y ustedes, lógicamente, manejarán los turnos.  Los autos no son para uso particular.

--Yo podría vender un par de taxis y aportar otro coche, -opinó Hugo -.

--  Yo te aconsejaría que no lo hicieras y los alquilaras para que otros lo trabajen, siempre será un ingreso extra.  Voy a abrir una cuenta con doscientos mil Euros que manejarás exclusivamente vos, de allí comprás los equipos de comunicación y un auto más chico para que se muevan ustedes, los conductores bien vestidos y amables con los pasajeros, esto es a “cara de perro” Hugo, el que no rinde queda afuera del juego.

--¿A quién le tendríamos que rendir cuentas?

--  Como yo no voy a estar, de eso se ocupará gente del Estudio Jurídico y ¡ojo!, cero imposiciones de la gente de la empresa, no creo que los jodan porque estaré yo de por medio y saben que tengo “pocas pulgas” y la mano firme para los despidos, de todos modos, nadie debe “subirse al caballo” por esto.

--Está muy claro.

--  Exigiré un balance trimestral de viajes, ingresos y gastos y de las ganancias netas me quedaré con un 20%, el 80% restante se repartirá entre ustedes cuatro, yo creo que 25% para dos y 15% para los otros dos, es un buen ingreso pensando que se multiplica por cuatro o cinco o más a lo de ahora.  Creo que van a trabajar cómodos y mejorarán todos sus recursos, piénsenlo, mañana pensaba irme con todos hasta Calcata en la zona del Lazio y desde allí regresar al Fiumicino para subirnos al avión y regresar pero puedo esperar un día más para esto o mandarlos a los chicos solos, vean ustedes que deciden.

Lo último que les dije fue un poco de retórica pues yo ya sabía que mentalmente “bailaban en una pata” y sólo con mirarse ya habían decidido aceptar la propuesta. Carola estaba emocionada, me tomó de la mano diciendo que aceptaban y agregó…

--¿Cómo podremos pagarte esta oportunidad que nos das y casi sin conocernos?

--  El único modo es trabajando y haciendo las cosas bien para progresar, depende sólo de ustedes y voy a ser más que sincero, en la “vuelta” entran todos ustedes pero esto se lo ganó tu marido cuando me llevó en el taxi la primera vez, era el segundo viaje del día, congeniamos bien y aún con los problemas de ingresos que tenía y también sin conocerme, no quiso cobrarme el viaje, ese gesto de buena persona no se paga con nada y merece cualquier ayuda.

--Sí, bueno pero me dejaste más dinero de lo que valía el viaje.

--  Eso es al margen, para bien o para mal, si hay algo que me sobra es el dinero pero no se lo regalo a nadie que creo que no lo merece y si me joden un poco vuelvo a Italia para el casamiento de los “pibes”.

Carla , la nuera de Hugo me miró sorprendida porque justamente eso es lo que estaba pensando pues tenían fecha para dentro de ocho meses. “Sí, sí, tenés que estar” fue la exclamación de la chica, Kande que se acercó a la mesa para preguntar qué haríamos en la mañana, se sorprendió con el gritó que dio la “tana” y preguntó qué era lo que pasaba que estábamos tan contentos. Carola se levantó de la silla, la abrazó y no pudo contener las lágrimas diciendo que yo les había cambiado la vida para mejor. “Jajaja, como si no lo conociera, si le cayeron bien se brinda por completo pero si le caen mal, bueno, ni siquiera estaríamos acá” .

Kande me abrazó desde atrás para besarme en el cuello y se mantuvo parada detrás de mí mientras yo le decía a Miguel que tenía que ponerse de acuerdo con Hugo para ir en la mañana a realizar el papelerío, las presentaciones y activar la compra de los autos.  Luego de esto mi mujer me preguntó:

--Cielo, queríamos saber si íbamos a ir a Calcata , además, como en hipótesis ésta sería la última noche pensamos en que Máximo y Carla no llevaran a conocer algunos boliches bailables.

--  Yo mañana no puedo ir a Calcata pero podemos hacer así, vayan ustedes y lleven las camionetas, yo me quedo con Andrey, paren en algún hotel de las inmediaciones y viajamos para ese lugar a la tarde-noche de mañana, algún taxista me llevará, jajaja.  Por lo otro, sabés que ahora me gusta poco ir de boliches, seguramente se irán a cambiar y saldrán a las apuradas, no podrán ver muchos lugares, vayan pero recuerden que mañana temprano hay que ir a Calcata, las remolonas se quedan.

--No hay historia, Kande y Graciela ya me dijeron lo que buscan, los llevamos a “Magic Fly” y no les van a quedar ganas de ir a otro lado, -dijo Máximo abrazando a la novia-.

Nunca los vi salir tan apurados a todos y aún a pesar de las reticencias de Tai nos quedamos solos con Hugo y Carola . Hugo se reía y me dijo que volverían rondando las cuatro de la mañana porque las discotecas romanas cerraban alrededor de las dos o tres de la madrugada.  Me contaron que los dos eran oriundos de Montevideo y algunas anécdotas de cuando vivían en una pensión a pocas cuadras del centro de la ciudad de Buenos Aires porque les salía más barato que andar viajando y cruzando el “gran charco marrón” , trabajaban los dos en Mantenimiento de una empresa cobrando en “negro” y Máximo que era chico se quedaba con una señora que también vivía en la pensión.

Tenían una casa chica en Montevideo y cuando la empresa cerró los indemnizaron, intentó un tiempo como viajante pero, al final tuvieron que volverse a Uruguay , allí las cosas no estaban mejor y surgió la posibilidad de venirse para Italia , conocían el idioma por los respectivos padres y acá habían trabajado en lo que fuera, con más ventajas que otros inmigrantes porque tenían la doble nacionalidad, hasta que Hugo tuvo la posibilidad de comprar el primer taxi, en el que trabajaba casi veinte horas diarias, las cosas mejoraron y ahora las alternativas, por lo que yo les ofrecía, eran más que favorables.

Terminaron casi echándonos porque ya no había clientes, pagué en efectivo todo lo consumido y en el viaje me entretuve “escuchando” a Carola , estaba más que excitada y el pobre Hugo iba a tener que hacer “horas extras” , yo me reía para mí mismo porque si se le resistía pensaba atarlo a la cama y gastarlo con besos, caricias y lengua.  La “tana-rioplatense” era fuego puro y pensaba “calcinarlo” a su marido para festejar el principio de su nueva vida.

Me despedí de ellos y entré en el hotel riéndome solo pero con una calentura tremenda, el aroma de la intimidad de Carola flotando en el pequeño habitáculo del taxi me había desquiciado, de las chicas de mi entorno no podía contar con ninguna, hasta Carlos, que ni pensarlo, ¡Vade retro! , también se había ido a la discoteca y opté por hacer un poco de huevo en la confitería del hotel.  Me senté en un rincón de la barra y pedí un whisky en las rocas, luego de que me lo sirvieran me fijé en quienes estaban allí.

En una mesa para dos había sentadas precisamente dos mujeres, calculé más de cuarenta años a cada una aunque, acorde a mi gusto respecto a las mujeres, no daban ni para mirarlas, flacas y altas las dos, de cabello cortado al modo varonil, ropas caras y ambas casi “sintéticas” porque las observaba desde un costado y las tetas apenas si se adivinaban en su torso, se tomaban de las manos sobre la mesa enarbolando miradas tiernas recíprocas y estaba cantado que, para ellas, el entorno no existía.

En la otra punta de la barra, un señor de unos cincuenta años, entrado en canas, de traje y muy atildado, entablaba conversación con una jovencita que andaría en los veintitrés o veinticuatro años, el tipo hablaba y ella me miró de forma intensa sacando pecho para que admirara su mercadería y no estaba nada mal, el físico estilizado y los rasgos más marcados de su cara me daban a entender que no era italiana, seguramente de Europa del Este y sin dudas, ejerciendo el oficio más viejo del Mundo y sabía que las encontraba en los mejores hoteles.  Me hice el desentendido y no tardó en dirigirse con él a los ascensores.

Otros que noté era una pareja de jóvenes, ninguno de los dos llegaba a los treinta años y, por la ropa, parecían regresar de alguna fiesta, me interesaron y los “escuché” afinando el oído y la mente.  Estaban casados y habían venido desde el interior al casamiento de una prima, ellos dos provenían de unas familias acomodadas y habían decidido darse el gusto de pasar el día y la noche en un buen hotel.  No daba para saber más y ya se levantaban para irse a su habitación.  Parecía que me quedaba solo con el barman y escuché el acento español en una voz altisonante…

--Sabéis que no me gusta ir al casino, me disteis el gusto de traerme a Roma pero me he pasado todo el día en el hotel y para colmo de los colmos te quieres ir al casino, que como te conozco, vais a pasaros toda la noche allí.

--Vale, vale mujer, no me toques los huevos, si no me queréis acompañar me voy solo y mañana vemos de salir a recorrer.

El hombre, de unos cincuenta años, cabello entrecano y buen pasar, vestía un traje ambo y se desentendió completamente de la jovencita que estaba con él, se paró, arregló el nudo de la corbata y amagó con darle un beso que fue a parar a la mejilla de la mujer porque ésta apartó la cara, luego se retiró con paso apresurado.  Al pasar cerca de mí no pude evitar “escucharlo” , “joder con la chavala y sus imposiciones que tetas y culos puedo tener los que quiera” .  La chica de unos veintitrés a veinticinco años se quedó sentada rumiando bronca.

Le pedí al barman que sirviera una copa de lo que estaba tomando la jovencita y me acerqué a su mesa diciendo. “Si adivino tu nombre, ¿habrá alguna posibilidad de que me aceptes esta copa para que se te vaya un poco el enojo?” .  Primero se sorprendió por el idioma pero se recuperó enseguida y luego de echarme una mirada apreciativa se sonrió y me contestó:

--Tú me hablas en Español pero no eres español, ¿cierto?

--  Es cierto, no lo soy, ¿me vas a dejar adivinar el nombre?

--Vale, aunque la copa te la acepto igual, siéntate por favor y me cuentas de dónde eres, ¿acaso se nota mucho el enojo?

--  Digamos que si aunque me animo a afirmar que es justificado.  Me vas a tener que perdonar pero no pude evitar escuchar tu diálogo con tonos un tanto elevados.

--Que te perdono, te perdono aunque lo mío ha sido vergonzoso y soy quien debería disculparse.

Acusó un escaso rubor y bajó la vista, lo que me permitió mirarla de frente apartando la mirada de sus ojos.  La niña no pasaría de los veinticinco años, una cara de ensueño y un par de ojos negros grandes y decidores, el cabello era oscuro cortado a ras de la nuca y un hermoso flequillo como mechón caía sobre una de sus cejas.  Se me hacía que no era bajita porque el torso que sobresalía de la mesa dejaba la cabeza casi a mi misma altura y la camisa, aunque era de cuello tipo Mao dejaba adivinar un hermoso par de tetas apenas un poco más grandes que el tamaño mediano.

Al levantar la vista me miró y los pensamientos le caminaban a mil por hora en la cabeza, ninguno era a favor de quien la había “plantado” para irse al casino… “Hombre, que está muy guapo y este estúpido de mi jefe se merece una cornamenta de ciervo, que si me invita no me le niego a nada” .  Sin ahondar demasiado me figuré que era la secretaria de un empresario, a la que, para darle gusto, la había traído un par de días a Roma y, posiblemente, el tipo tenía conocidos en el lugar y le escapaba a mostrarse con ella.  La voz me sacó de mis pensamientos…

--Estoy esperando que me digas mi nombre y de dónde eres.

--  Soy argentino, de Buenos Aires y respecto a tu nombre dejame pensar un poco porque creo que es y no es, soy adivino pero se me entrecruzan dos nombres.

--Oye, jajaja, no me engañes, ¿cómo es eso de que eres adivino?

--  Sí, lo soy pero no se lo cuentes a nadie porque me estarían preguntando de todo a cada rato.  A ver, todos te llaman por el segundo nombre que es Pilar y el primero es Consuelo que no te gusta porque de chica te hacían chanzas con él.

--Pe, pe, pero, ¿cómo sabes eso?

--  No sólo eso, sé muchas cosas más que me pasaron por la mente pero me acerqué a ti para que se te pasara el enojo, no vine a decirte cosas de tu vida, no es el momento ni el lugar y prefiero ver lo bella que eres cuando no estás enojada.

Había entrado por la variante y además de intrigada estaba comenzando a excitarse porque se le ocurrió pensar si yo sabría cómo sería ella en la cama.  Era evidente que estaba acostumbrada a sacar algún tipo de partido usando su cuerpo para ello y a mí eso no me molestaba ni un poquito, la “gallega” , porque era gallega de un pueblo que se llamaba Lalín aunque trabajaba en Vigo como secretaria y era la amante desde hacía poco tiempo del “fulano” jugador, tenía ganas de que el argentino, no sólo le contara sino que le hiciera.

--Oye, me gustaría que me cuentes más, ¿estás solo en tu habitación?

--  No, estoy con mi mujer pero, entre nosotros, si tenés ganas de hablar en la intimidad y alejada de ojos y oídos curiosos, no me cuesta nada alquilar otra habitación, mi mujer salió con amigas y vos vas a pasar la noche muy sola.

--Pues no se hable más, ve a alquilarla, me avisas y me esperas en ella pero me tienes que contar todo lo que quiera saber.

--  Prometido, aguarda un segundo.

Acercarme a recepción y alquilar una habitación fue un abrir y cerrar los ojos, luego me acerqué como a saludarla, le dije el piso, el número del cuarto y me marché hacia el lugar.  Entré en él y ni tiempo tuve para acomodarme que ya estaba tocando a la puerta, allí noté que parada era bastante alta y vestía un pantalón palazzo que, cuando se sacó la campera haciendo juego, dejó adivinar unas nalgas paradas y bien formadas, aunque con sólo verle los ojos pícaros y notar el aroma a hembra no me importaba que fueran gordas, flojas o chatas, igual les haría honores.

“Cuéntame que quiero saber” fue lo primero que me dijo al entrar a la habitación, esperé a que se sacara la campera, le contesté que eso sería para después y la abracé para comerle la boca, sus labios medianos aunque llenos respondieron rápidamente a la requisitoria de los míos y las lenguas se trenzaron.  Ella aplastó su pecho al mío haciendo sentir la dureza de sus tetas y yo, con mis manos, rodeé su deliciosa cintura, la gallega, tenía la cintura de avispa porque mis índices y mis pulgares parecían tocarse pero a ella con eso no le alcanzó y me tomó las manos para llevarlas a los gloriosos montes de sus nalgas.

“Dime que te encanta amasarme el culo, usa tus manos, úsalas que eso me encanta” , -decía- y se apretaba contra mi erección con un movimiento tenue y sensual, por la altura se la hacía sentir en poco más arriba del pubis, la sintió y quiso verla pero al apartarse no la dejé que me aflojara el cinturón, la tomé de la mano y nos acercamos a la cama, se soltó de mi mano para desabrocharse el cuello cerrado de su camisa y los que le seguían, pronto se despojó de ella y con las tetas al aire se dejó caer boca arriba en la cama pidiéndome que la ayudara con el pantalón.

La gallega estaba más que bien y cuando le saqué los pantalones elevó un poco las rodillas para facilitarme el trabajo y su aroma me inundó.  Su ropa quedó hecha un bollo junto a los zapatos y abrió los ojos sorprendida cuando abrí mi camisa de un tirón y pisando mis propios pantalones quedé en bóxer y la aferré de las pantorrillas.  No sé ni cuando desapareció su tanga negra, lo que si empecé a escuchar fueron sus gemidos porque mi boca se había adueñado de su entrepierna, quería “gastarla” y luego del beso que fue como una sopapa en su vagina puse a trabajar mi lengua sobre los labios y en el  interior de su oquedad y… se enloqueció.

Las piernas ya no las pudo mover pero el pubis, la cintura y el torso parecían estar electrificados, se arqueaba y quedaba apoyada con su cabeza en las sábanas mientras golpeaba la cama con el dorso de las manos abriendo sus brazos en cruz.  Lo único que le escuchaba decir era “más, más, más” y “por Dios, por Dios” , todos los demás eran gemidos y contracciones por la sucesión de orgasmos cortos pero intensos que la asaltó y que ni siquiera esperaba. “Mete la lengua más adentro y si me chupáis el clítoris me muero” , pensaba y, por lógica, yo me aprovechaba de sus pensamientos para darle lo que quería.  Ella pedía pensando y allí se dirigía mi boca y lengua, resultado, una española desmadejada a la que tuve que soltar porque mi fijación era anal, no lingual.

“Hombre de Dios, esto no me pasó nunca, me estoy yendo en polvos” , -me dijo cuando la dejé que se moviera para apoyarse en las almohadas-.  Sólo la miré, me sonreí y aproveché para sacarme el bóxer y reptar hasta besarla con intensidad mientras amasaba sus tetas de areolas grandes y pezón endurecido.  Su juventud le otorgaba algunas ventajas y luego de los besos y de algunas caricias, se incorporó para cambiar de lugar diciendo que ahora le tocaba a ella.  La dejé pero la confianza se le diluyó cuando la tuvo en sus manos frente a su cara, “hostia, hostia, hostia, ¿cómo hago para comerme esto?” .

Con mi mejor cara de póker me recosté en las almohadas y la dejé que hiciera, entrecrucé los dedos de mis manos y apoyé la cabeza en las palmas esperando a que se decidiera por la mamada.  Sabía que no podría proporcionarme placer, tendría que forzarla para que hiciera lo que me gustaba y yo no estaba por la labor.  Por un rato se ocupó del glande con lamidas insulsas y finalmente se lo llevó a la boca, no llegó ni a la mitad, subía y bajaba pajeándome con una mano y me miraba poniendo cara de “gozadora” .  Conmigo eso no resultaba y la tomé de los brazos para que se colocara sobre mí, “ahora sí, hacé a tu gusto” , -le dije y me entendió enseguida-.

Puso las rodillas a los costados de mis piernas y se sentó dirigiendo el glande con una mano, “mierda, mierda, no la voy a aguantar” , -pensaba- pero igual comenzó a penetrarse aguantando la intrusión del ariete de carne.  La fui llevando despacio y hablando para que no se apurara, ella me hacía caso y lo agradecía con sonrisas pensando en el miembro de su jefe-amante y comparando tamaños.  Decididamente no debería ser un dotado porque parecía que la estaba desvirgando, sentía su estrechez y todas sus rugosidades y no había trabajo muscular que valiera en esa zona, no podía hacer nada más que aguantar la penetración y menos mal que lubricación sobraba, la sentía hasta en mis testículos empapados.

Finalmente todo el miembro desapareció y movió las caderas para acomodarse y para gozar con toda la carne en su interior, “madre de Dios, que me he comido toda la polla y me voy a derretir de placer, tengo miedo de moverme pero me encanta” , -pensaba-.  Ya no la quise “escuchar” más y me dediqué a gozar de sus entradas y salidas que fue acelerando a medida que tomaba más confianza y se abandonaba a los temblores que la asaltaban.  Tuvo dos orgasmos que se hicieron sentir pues aparte de sus contracciones me apretaba fuerte las tetillas con las dos manos apoyadas, en el segundo quedó tirada sobre mi pecho pensando que “no quería más” .

Estaba lista la gallega si pensaba que yo me iba a conformar con esto solamente, sin sacarla totalmente hice que girara su cuerpo y la posición dominante cambió, “para, para” , decía a viva voz y subiendo sus piernas a mis hombros le contesté: “ya tuviste lo tuyo, ahora falto yo y voy por lo que más me gusta” .  No tardó en darse cuenta como venía la mano porque mi pulgar hurgaba en su orificio más chiquito y, evidentemente acostumbrada, relajó su esfínter para permitirme jugar un rato allí.  El tema cambió bastante cuando el glande forzó la entrada, se notó claramente que no era a lo que estaba amoldada y pretendió zafar dando caderazos.

“El culo sólo cuando yo quiero” , -dijo levantando la voz y moviéndose a los costados-. “Estoy seguro que querés” le contesté dejándola dura para entrar sin hacer escalas, la sintió porque los ojos parecieron salirse de las órbitas y la boca quedó dibujando una “O” enorme pero no me importó.  En principio iba a entrar despacio para tratar de que gozáramos los dos pero sus pensamientos la traicionaron, estaba hecha a la idea de “dar el culo” a cambio de algo, sabía el deseo que sus nalgas despertaban y las “usaba” con los “paganinis” de turno, de hecho así le había sacado el viaje a Roma a su jefe.

Conmigo ese tipo de especulaciones no cabían y lo entendió clarito cuando me quedé mirándola, quieto pero firmemente instalado en su interior.  Aflojé la parte inferior de su cuerpo y esperé a que fuera ella la que comenzara a moverse, no tardó mucho, poquito a poco sus caderas se movieron y empujaba el cuerpo hacía mí.  Me ayudé pellizcando sus pezones endurecidos y comencé con mis movimientos de entradas y salidas pero sin apurarme. “Para no creer, me ha roto el culo pero me estoy meando del gusto, nunca me pasó nada igual, que siga, que siga” , -pensaba a medida que aceleraba sus movimientos-.

Le di un rato así y ella no podía contener sus contracciones, sus dedos se afirmaban como garras a mis brazos estirados pues tenía mis manos acariciando sus tetas y apretando sus pezones, gozaba la penetración aunque, por momentos, emitía algún quejido porque yo trataba de entrar más adentro de lo que se podía.  Parecía aguantar para liberar un orgasmo más violento y eso fue lo que sucedió cuando ya no quise aguantar y muy adentro de sus entrañas me descargué con ganas, el líquido caliente ayudó a que explotara, se movió como electrizada y no pudo contener su grito de placer ni el “sííííí´” que expresó a viva voz.

Salí despacio y bajé sus piernas sin que reaccionara, estaba como ida porque, además, en el momento del orgasmo, absorbí lo suficiente de su energía como para que no quisiera más, sus ojos estaban abiertos mirando a ninguna parte, todo su cuerpo estaba laxo sobre la cama con sus brazos en cruz, su rostro quedó mirando a un costado y un hilillo de baba salía de la comisura de su boca.  Fui a lavarme y cuando regresé noté que se había movido y limpiado la cara, entonces le alcancé una botellita de whisky sacada del frigo-bar, otra la utilicé yo.

Antes de tomar un trago le acomodé las almohadas sobre el respaldo de la cama y la hice sentar apoyando la espalda en ellas, me senté a su lado, la abracé por los hombros dejando que mi mano descansara sobre una de sus tetas, luego le dije de brindar y le hablé. “Me destruiste Pilar, ha sido un placer que no se puede contar” , me miró como si me estuviera mofando de ella, “Ni de coña hombre, que has sido tú quien me paseó por los séptimos cielos, de ida y de vuelta, yo sí que lo querría contar a este estúpido “mecha corta” y aprovechador que prefiere una mesa de casino” .  Me causó gracia lo que dijo y me reí sin tapujos.

--Pensé que “echaría un polvo” para pasar el rato y me has follado como Dios manda y como has querido y no te rías tanto que me tienes que responder algunas cosas que me dan vueltas en la cabeza.

--  Dale, preguntá, voy a tratar de sacarte las dudas.

--Ya te habrás dado cuenta que mi pareja no es mi novio ni mi marido, ¿no?

--  Sí, ya me di cuenta que es tu jefe y que eres la tercera secretaria, es decir, la que está en tercer lugar porque hay dos antes que vos en el escalafón.  La primera o favorita es Emilce y luego está Laura, las tres tienen relaciones con él pero vos lo convenciste de que te trajera en este viaje.

La cara de sorpresa de Pilar daba para largarle la carcajada en la cara, yo no hacía más que repetir lo que ella iba pensando y trataba de mantener la seriedad apuntando a hacer bien las preguntas para que ella me diera las respuestas que necesitaba para seguir siendo el “adivino” .

--  ¡Coño!, ¿cómo haces para saber todo eso?, traeme otra botellita.  ¿Tú crees que dejará a la familia y me pondrá al frente en la oficina?

--  No creo que deje a la mujer y a los dos hijos, varón y mujer que tiene, además Emilce y Laura no le niegan nada y contigo ha tenido que rogar un poco para que le entregues… lo que tú sabes…

--Gracias a eso fue que le saqué el viaje y porque si no accedía me echaba al paro, las otras dos se “rascan” todo el día y yo tengo que trabajar por todas.  Él es empresario de una empresa muy importante, subsidiaria de una multinacional y para colmo hoy estaba de mal humor porque tenía una reunión que debió postergarse porque cayeron de improviso los dueños o el dueño de la empresa principal y no pudieron atenderlo.

Ahora el sorprendido fui yo y tuve que hacer un esfuerzo para que no se notara, de inmediato, mentalmente, lo consulté a “mi ser interior”

--  Decime la verdad, esto no es casualidad, ¿no?, me la pusiste en bandeja porque pertenece a una de las empresas y querés que me entere de lo que pasa…

--“Jajaja, no me pude resistir, el tipo es el Director General de una empresa subsidiaria italiana que se abrió en Vigo en España , con anuencia de la empresa española pero dependiendo de la empresa italiana.  No hay nada sucio en eso, el “sucio” es el “fulano” las dos secretarias que tiene “dibujadas” no aportan para la empresa, la tiene para sus “fiestitas” pero tienen autos y viven en departamentos que paga la empresa.  Esta empresa se le pasó por alto a Chao debido a esa particularidad de los países”.

--  Bueno, ya que está, decime que pasa con esta chica, ¿conoce su trabajo, es competente?

--  “Conoce perfectamente todo el movimiento de la empresa, estudia Administración Empresarial y en poco menos de un año se recibe, tuvo que ceder ante el tipo porque que te echen de una de “tus” empresas es una mancha enorme en cualquier curriculum pero, saber, sabe”.

Con esos datos en mi haber continué la charla con Pilar pero ya encaminado a averiguar otros datos que me sirvieran para hacer una “limpieza” .

--¡Hombre!, ¿Qué te pasó?, te quedaste pensativo, ¿qué otras cosas estás adivinando? , en mi culito ni pienses porque está destruido, feliz pero no sirve para nada más.

--  Jajaja, no nada que ver, tengo otras cosas en la cabeza…  Pilar, de verdad no te entiendo, tenés buenos estudios, con una carrera meteórica en Administración, ¿no buscas de acceder a algo mejor?

--Sí pero tengo que ir despacio, lo primero que me surgió fue un puesto como Secretaria y no lo dudé, el problema es el Director pero hay que “apechugar” y evitar que te echen porque el tipo es una mierda.  A mí me gusta la parte de Administración pero allí está de Director el sobrino de éste y es tan malo como el tío.

--  De acuerdo, ahora ayudame un poco a mí y luego te doy unas respuestas que me vienen a la mente.  ¿Cómo es el organigrama de la empresa?

--Director y Subdirector General que es el único que sabe del trabajo, Director de Administración General y Director de Recursos Humanos, éste último hace maravillas para mantener a la gente porque cuando hay muchos gastos siempre se elimina gente para equipararlos y luego se toman temporarios pero, ¿por qué me preguntas sobre la empresa?

--  Eso sólo nomás, era para tener una idea porque me parece que en menos de una semana va a haber muchos cambios allí y más de un jefe se va a quedar sin trabajo, en cambio a vos te veo bien parada.  Haceme caso, no digas nada, mantené el secreto, no lo hables ni con tu espejo y no te “regales” más, quiérete un poco, ¿puede ser?

--Visto que me lo pides así, así lo voy a hacer, me da mucha vergüenza que me hayas descubierto y espero que no te equivoques en tus apreciaciones, recién te conozco y ya te tengo mucha confianza, prometo no abrir la boca y cerrar las piernas.

--  Te aseguro que no voy a defraudar esa confianza, además no te estoy juzgando, por otro lado ya me voy a ir y te quiero agradecer el momento pasado, fue maravilloso.

--Ni que lo digas, fue lo mejor en muchísimo tiempo, yo me voy a quedar un rato más porque quedé para que “ni me mires ni me toques”, jajaja.

Sin comerla ni beberla me encontré con una sorpresa en una de las empresas a las que no tenía en cuenta, ahora tenía que ver como hacía para ir desde San Sebastián hasta Vigo y menuda sorpresa que se llevaría Pilar cuando los visitara el Presidente de la empresa multinacional de la cual dependían ellos.  No bien llegué a mi habitación me di un regio baño y acababa de meterme en la cama cuando apareció Kande , venía eufórica del boliche que habían visitado y comenzó a contarme, recuerdo que me habló de luces direccionales, de columnas y pistas marcadas con luces empotradas en el piso y en las paredes, luego entró al baño, cuando salió yo estaba en el séptimo sueño y me dejó dormir.

En la mañana nos juntamos para el desayuno y ya estaban todos listos para el viaje a Calcata , la emoción de Patricia era indescriptible y no sabía cómo hacer para agradecerme la posibilidad de poder llegarse hasta el pueblo de sus ancestros, todo lo cual se aunaba a la promesa cumplida o casi cumplida que le había hecho tiempo atrás.  Se acercó a mi mesa junto con Kaila y antes de que dijera nada la atajé… “Ni se te vaya a ocurrir agradecer nada porque me vas a hacer atragantar con el desayuno, andá, disfruta y pásenla lindo, es lo único que pretendo” , las dos me abrazaron y cada una de ella me besó en las mejillas sin decirme nada más.

Tai me preguntó si estaría bien y le contesté que estuviera tranquilo, que entre Andrey y “el otro” la llevaríamos bien, sólo se sonrió y dijo que nos esperaría impaciente.  Otro cantar fueron Kande,Graciela y Cynthia , me contaban maravillas del boliche al que habían ido, que la iluminación, que la distribución, que la cabina del Disk Jockey, que la ubicación de los reservados comunes y de los Vips y cuando quiso mostrarme las fotos que había sacado fue otra a la que tuve que cortar, “me alegro que les haya gustado chicas, apliquen todo lo que vieron en el “Complejo Kande”, serán sus mayores logros, estoy seguro que a todos nos encantará” .  Luego de esto y del beso de Kande diciendo que me esperaba partieron y nos quedamos Andrey , Miguel y yo esperando que viniera Hugo .

Aproveché para arreglar las cuentas en el hotel, yo me quedé con la suite y alquilé una habitación para Miguel y Andrey por todo ese día.  No habían pasado treinta minutos de la partida de todos cuando aparecieron Hugo y Carola seguidos de Máximo y Carla , la cara de Carola era de satisfacción y la de Hugo de casi destrucción total, la de los chicos sólo era de cansancio por la noche de boliche, me causó gracia verlos y no me pude aguantar el comentario, “jajaja, parece que lo pasaron bien, noto caras de cansados” .  El pensamiento de Carola me sorprendió un poco, “cansado él sólo porque lo que es yo, me quedé con ganas de que me rompieran el culo a lo guaso, estoy más caliente que anoche” .

La reacción en mis pantalones fue casi inmediata y me imaginé a la “tana-rioplatense” apoyada en la cama con el culo al aire y la cara ladeada pidiendo que la perforara con todas mis ganas apoyando su pedido con una mirada traviesa de sus ojos pícaros.  Lo decidí en ese momento, si las circunstancias se daban, a poco que me hiciera sentir su excitación y su aroma a hembra, buscaría la manera de llevarla para la suite, la relación reciente con Hugo no me inhibía, posiblemente no nos volveríamos a ver o pasaría algún tiempo y esas nalgas que se me antojaban “de fuego” merecían toda la atención.

Habían elegido autos Audi de cuatro puertas y color negro para brindar el servicio, una concesionaria nos hacía un precio especial por la compra de diez unidades a entregar en dos días, el gasto total con impuestos incluidos y seguro por dos años no llegaba a los doscientos cincuenta mil Euros, a eso había que sumarles los permisos gubernamentales para funcionar como tal, algo que se ocuparían de acelerar los Abogados del Estudio y ya había hablado Miguel para acondicionar una oficina en la planta baja de la empresa, pedido al cual accedieron sin ningún tipo de trabas, habida cuenta que provenía de mi parte.

La compra de los vehículos se hizo directamente vía Internet, restaba pasar por las oficinas municipales para que se le otorgara el permiso correspondiente a Hugo , esto les llevaría gran parte de la mañana y luego deberían presentarse ante el Director General de la empresa.  Entre ellos hablaban para repartirse los trabajos, Máximo se iría a la concesionaria y Miguel lo haría junto a Hugo para el tema de los permisos, quedaban las mujeres solas y como yo no tenía ni ganas de moverme del hotel decidieron quedarse conmigo, de paso aprovecharíamos para almorzar allí.

Estuvieron todos de acuerdo hasta que, a último momento Carla le dijo a Máximo que la llevara con él, ardía en deseos de ver los autos y aprovecharían para pasar todos juntos por la empresa. Hugo le dijo a la mujer que se quedara porque ellos andarían de un lado para el otro y ella lo aceptó aunque “escuché” que la decisión la disgustó porque, en cierto modo, se sintió marginada, me preguntó a mí sí me animaba a “aguantarla” hasta que volvieran y no puse ningún inconveniente, es más, delante de todos le dije: “dejalos que se vayan, nosotros vamos a esperar el almuerzo recorriendo algunas vidrieras de los negocios que hay en el hotel” .

“No te dejes llevar Gonzalo , mirá que es terrible recorriendo vidrieras, después me jode a mí con que quiere tal o cual cosa” , -me dijo Hugo riendo a carcajadas-.  Le contesté en el mismo tono: “Ya abrí la boca, ahora me tengo que aguantar y en una de esas Carla “liga” algo de rebote, no hay dramas, sería sólo un presente de mi parte” . Hugo no le dio mayor importancia, besó a la mujer en la mejilla y se fueron todos apurados.

Carola se aceleró bastante con la perspectiva de algún regalo que le gustara y me preguntó si era cierto que la dejaría elegir algo para ella y para Carla, antes de contestarle le dije a Andrey que dispusiera del tiempo que quisiera, que yo no lo necesitaría, luego le contesté:

--  No hay nada que me cause más placer que regalarle algo que le guste a una mujer hermosa.  No podemos dejarla afuera a Carla pero voy a hacer un trato con vos, vamos, recorremos y lo que te guste para vos o para tu nuera lo compramos .

--  Gonzalo, sos de lo más halagador, ya quisiera yo que Hugo fuera igual y me diera algunos gustos.

--  No está, en estos momentos no existe, dedicate a tu persona y dame el gusto de admirar tu cara de felicidad.

Ya casi la tenía, sus pensamientos pasaban desde el agradecimiento “comiéndome a besos” hasta aprovechar el momento para “probar lo que nunca había probado” , la muy pilla pensaba igual que yo, pronto no nos volveríamos a ver y el marido jamás se enteraría.  Como fuere, éste siempre aparecía en sus pensamientos poniendo una barrera a sus deseos.  Todavía no estaba excitada pero yo sabía que los negocios que había en el hotel no eran de artículos muy costosos, ropa, zapatos, perfumes y alguna que otra bijouterie, ella y la nuera quedarían más que conformes, el gasto no sería demasiado y aprovecharía a incentivarla.

No la dejé pensar más y nos encaminamos a mirar las vidrieras, la perfumería fue lo primero y luego de elegir un perfume para Carla , se dio el gusto de comprar uno al que nunca había podido acceder, a más, un par de cajas de maquillaje y otras chucherías.  En el negocio de venta de bijou se enloqueció con un par de pavadas, anillos, collares, pulseras y dijes completaron ese recorrido.  En la zapatería tardó un poco más hasta que terminó comprando dos pares de zapatos para ellas y otros tantos para la nuera.

Restaban dos negocios de ropa y como la noté un poco embalada y más que dispuesta a agradecerme le pregunté si no se enojaría el marido por los regalos que yo le estaba haciendo, primero pensó, “que se cague por idiota” pero a mí me contestó, “no para nada pero entre nosotros, no le voy a contar todo” .  Me reí con su salida y le dije que era una pícara de aquellas. “Ni te imaginás las picardías que estoy pensando” , ese pensamiento le cruzó por la mente y me animé a más, “ojo con lo que vas a comprar ahora porque estoy tentado de pedirte que me lo muestres puesto” .  No me contestó y entró al negocio.

Remeras, un par de jeans elastizados, unos vestidos como para quedar más que agradable a la vista en la empresa y lo mismo compró para la nuera, “sólo para disimular” , -pensó- y luego se dispuso a probar uno de los vestidos.  Entró al probador y después de unos instantes me llamó, estaba espectacular, era entallado hasta la cintura y después caía suelto hasta media pierna, apenas por arriba de las rodillas.  No pude evitar mirar sus tetas altivas que el vestido resaltaba y ella lo notó, sólo se ruborizó un poco y se lanzó, “no te parece que se me notan mucho, ¿no será muy escandaloso?” .

La pregunta tuvo doble intención porque me obligaba a mirar sus tetas en forma descarada y no me privé de contestar: “a mí me encantan esas… digo, el vestido pero, casi seguro que te van a mirar poco a los ojos” .  Se giró para verse de costado en el espejo y se sintió orgullosa de sus tetas naturales y erguidas, me dijo que para ella estaba bien pero al mirarme cuando habló me enganchó mirando la curva de sus nalgas y eso la excitó, yo seguí alabándola, “mejor me voy, no sólo sos una mujer hermosa sino que tenés mucho para admirar y alborotar a este pobre hombre” , no pudo más que reírse y me puso las manos en el pecho para que saliera del probador, “después te muestro lo otro” , -dijo-.

No hubo otro, salió del probador con el vestido puesto y guardó las ropas usadas en una bolsa, el cambió se notó en la mirada pícara, decidida y en los pezones endurecidos que el vestido hacía notar, “si me invita a la suite no le voy a decir que no” , -pensó jugada a todo o nada-.  En el siguiente negocio me pidió que me quedara afuera y entró a elegir la ropa interior, luego de esto me dijo que no quería caminar más, “me podría pasar toda la tarde en estos negocios pero tengo un hambre atroz” , -dijo-.

Se tomó de mi brazo para regresar y no perdió la oportunidad de hacerme sentir sus tetas duras pegadas a mis antebrazos y ese fue el momento en que, según ella pensaba, se jugaba todas las cartas, “¿adónde vamos a comer?” .  Me dio el pie, “si no te molesta prefiero hacerlo en la suite, de paso acomodás un poco las compras para que no se noten que son seis bolsas” .  Me contestó que le parecía más que bien y en el ascensor estaba más que decidida a “comerme la boca” pero, a pesar de su aroma, me mantuve como todo un señor, otro cantar sería al entrar.

No bien entramos, cerré la puerta y le saqué las bolsas de la mano para dejarlas sobre el sofá, luego me volví hacía ella, me paré enfrentándola y le extendí las manos con las palmas hacia arriba, respondió como esperaba, me tomó las manos y aplastó sus tetas en mi pecho buscando de besarme con desesperación, nos prodigamos los dos y pareció derretirse cuando le besé el cuello y aferré sus nalgas con las dos manos, el gemido fue profundo, sentido y cargado de deseos.  Besándonos nuevamente con furia nos acercamos a la cama y me dejó allí para poder ir al baño, tomó una bolsa y allí se fue sonriéndome, yo aproveché para sacarme la ropa.

Continuará…

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