El demonio de nombre extraño (4)

Las ayudas para mi entorno familiar son necesarias. Zulma resulta más que una chef internacional y consolido a la primera Familia designada.

El Abogado, que resultó de nombre Chao y yo nos fuimos al despacho para terminar de aclarar algunas cosas y mientras él servía unas copas me puse a pensar preocupado, tenía dudas respecto a que si la nueva vida no me quedaría muy grande o si las decisiones eran las correctas, después de todo, de ser un tipo simple, trasnochador y mujeriego que se mantenía más o menos bien por una empresita de servicios y repartos, me encontraba de la noche a la mañana rodeado de lujos, Poder e incógnitas que me llevarían por lugares y entornos jamás pensados. “Quedate tranquilo, lo estás haciendo muy bien y yo te voy a estar guiando, sólo tenés que recordar que sos el que da las órdenes y sabiendo que a aquel que no las cumpla tendrás que sacártelo de encima”. La voz del YAOGUAI en mi cabeza me trajo tranquilidad.

El Doctor Chao me hizo saber que me urgía buscar a los custodios porque la relación con los empresarios no iba a ser tan fácil, habida cuenta que varios de ellos estaban relacionados con gente del Crimen Organizado de las distintas ciudades y como sabían que yo tomaría medidas, era como para esperar algunas represalias, por ello, yo tenía que dar una imagen de Seguridad y de ser inaccesible para todos ellos.

De inmediato pensé en mi familia, eran los más vulnerables y no era cuestión de llorarlos para después vengarme.  Se lo expliqué al Abogado, lo comprendió y opinó que lo mejor era que ellos se mudaran a la mansión, el lugar era prácticamente inaccesible y cuando tuvieran que movilizarse lo podrían hacer con los custodios pertinentes.  Estuve de acuerdo pero había que explicárselo a ellos y que lo entendieran.  Decidí que lo haría en la mañana y nos pusimos a ver los curriculum de los candidatos para mi custodia personal.

El curriculum del chino que estaba oficiando de conductor, cuyo nombre era Tai , era inmejorable y lo aparté para que se quedara conmigo.  Me presentó además los curriculum de tres mujeres que cumplían las condiciones, una israelí, otra belga y la tercera africana, las fotos de sus fichas me mostraban a tres mujeres espectaculares provenientes de los Servicios Especiales de sus países pero dos de ellas, la israelí y la africana, además hablaban el español y también aparté sus fichas.

Al final fueron cinco hombres más, un ruso, un norteamericano, un mexicano, un croata y un español, para más datos, vasco.  Los ingresos que solicitaban fueron aumentados en un 50%, estos serían depositados mensualmente por las empresas de sus países originarios y figurarían como Gastos de Representación, éstos no estarían en ninguna nómina.  Deberían viajar para reunirse conmigo en la tarde siguiente y les daría o no el visto bueno para comenzar a trabajar después de las entrevistas.

Respecto a la persona que se ocuparía de toda la parte tecnológica y también efectuaría eventualmente “trabajos de campo” , nos remitimos a consultarlo a quien se encargaba de todo esto en el edificio en que estábamos.  Primero le ofrecí el trabajo a él pero se negó diciendo que le daba terror viajar en avión, habría que dormirlo para eso y aún cuando sabía todo lo necesario, tenía que pensar bastante para proceder, lo que, de acuerdo, a lo que yo pedía, iba a ser para restar más que para sumar.

Sus pensamientos me corroboraron la veracidad de lo que nos decía y no le insistí.  De todos modos, nos dijo que conocía a una chica que podría cumplir todas mis expectativas y más, porque, según él, era una genia de la informática aunque trabajara como modelo publicitaria.  Quedó en citarla para conversar con ella a la brevedad, “es decir “para ayer”” -le dije-, me contestó que se lo pediría como favor personal.

El tema del posible equipo de custodios quedó casi solucionado.  De seguido el Doctor Chao se puso en comunicación con el Director General de la Empresa de Seguridad para por orden del nuevo propietario de la Empresa conformar un Equipo de Seguimiento e Investigación que operaría independiente de la empresa, respondería a órdenes del nuevo dueño y esto no debería trascender de él pues era el único que lo sabría.  Le dijo que no había inconveniente y que le haría llegar un dossier con los datos de doce posibles candidatos, aprovechó también para preguntar qué había pasado con el Jefe de Seguridad de tal empresa.

-Pasó que el tipo se creyó muy listo y el nuevo dueño no se “casa con nadie”, no se amilana por cargos o títulos y no tolera errores, por otro lado, trate de mandar a los mejores hombres o mujeres porque usted será el responsable si son ineptos.

Se despidió del hombre y giró para mirarme de forma interrogativa pensando si había hecho bien al contestar así, le dije riendo que había estado muy bien, que era hora que todos se ajustaran los pantalones porque no pensaba permitir “agachadas” e ineptitud de nadie.  Estábamos cerca de las  cinco de la tarde de un día rarísimo y cargado de cosas nuevas, ya no quería más, me resistía a seguir hablando de todo lo nuevo que se avecinaba y le dije al Doctor Chao que por hoy no había nada más que hacer y que se podía retirar, hice que Tai lo llevara y le pedí que le explicara cual sería el trabajo de él de ahora en adelante.

Una vez que se fueron le dije al de informática, de nombre Raúl , que me tenía que conseguir unos traductores de idioma porque me iba a encontrar perdido con los custodios, ante esto me dio unos traductores-intercomunicadores que se introducían en el oído y yo podía hablar y recibir en español según los idiomas que se determinaran en él, entonces le pedí que programara el inglés, el croata, el ruso, el israelí y el chino y que programara ocho aparatitos más para que el ruso recibiera todos los demás idiomas y así sucesivamente, me contestó que me entendía y que ya salía a comprarlos en una tienda especial que los comercializaba y se ponía a realizar el trabajo.

Raúl salió a comprar los aparatitos, quien sabe dónde y yo me fui para la cocina, me faltaba algo primordial, no había ni mate, ni termo, ni azúcar, ni yerba y quejándome por ello me senté a conversar con las tres mujeres “de la casa” , Zulma era la chef y tenía 42 años, viuda y sin hijos, Virginia tenía 28 años y Patricia 24 años, éstas solteras, las tres eran argentinas y tenían una altura que oscilaba en el metro con setenta centímetros, lo que, con los tacos medios de las sandalias llegaban casi al metro setenta y cinco.

Eran esbeltas y sin el uniforme, con jeans, remeras y sandalias se las veía muy llamativas, dos morochas y una castaña cuyo rostro, tetas, culos y muslos te agitaban los “ratones” . Charles era el mayordomo, el cual pasaría a ser llamado Carlos , era irlandés pero hablaba muy bien el español.  Los cuatro estaban sentados y cuando entré en la cocina se pararon preguntando si necesita algo, les contesté que no, que sólo estaba paseando.

Me senté y ellos continuaron parados, les hice señas para que se sentaran y me dirigí a ellos diciéndoles que los pondría al tanto de algunas cosas.

-Primero que nada decirles que como ya les comenté, me considero un patrón atípico, no soy de gritar para pedir las cosas pero cuando pido algo quiero respuestas positivas y rápidas, las excusas no me gustan, tampoco los estereotipos, el trato entre ustedes debe ser normal pero respetuoso y no quiero órdenes para que el otro haga, cada uno es lo suficientemente adulto para saber lo que tiene que hacer sin necesidad de imponer o exigir nada, yo no voy a venir muy seguido por aquí pero cuando lo haga quiero pasarla bien y como si estuviéramos en familia, yo los voy a llamar por el nombre de pila y quiero que se dirijan a mí como Gonzalo.

-Zulma, yo no voy a pedirte platos especiales, puedo comer los mejores platos pero no soy un gourmet y una pechuga de pollo con ensalada o un pedazo de carne o una suprema me conforman igual.  Carlos, si te gusta andar con saco y pajarita o moño es un tema tuyo pero a mí no me molesta que me atiendas con remera y jeans y ya se los dije “los de afuera son de palo”, no necesito demostrarle nada a nadie.  El mate y todo lo necesario que quiero que me compren, lo tomo sólo y no es por egoísmo, es por costumbre.

Yo sabía que vivían en el piso anterior con habitaciones muy bien montadas para cada uno de ellos pero quise saber más y comenzaron a contarme sobre lo que hacían en sus días francos, Carlos jugaba al golf con amigos, uno de los cuales era más que íntimo o salía a pasear con él, Patricia se juntaba con dos amigas y salía a bailar en los boliches, no le hacía ascos a espécimen masculino o femenino que le gustara, Zulma visitaba a su hermana y a sus sobrinos a quienes ayudaba con su sueldo y Virginia lo pasaba con sus padres alejada de hombres por un desengaño amoroso.  Después de “chusmear” un rato con ellos se me ocurrió algo y se los dije:

-Hoy cambió completamente mi vida y hay que festejar, esta noche aquí no trabaja nadie, vamos a ir todos a cenar afuera, Zulma, elegí el mejor restaurant que conozcas, seguramente algún chef conocido tendrás que nos pueda dar bien de comer, reservá lugar para seis personas porque Tai viene con nosotros.  Patricia anda pensando en el mejor boliche bailable para ir a tomar algo y las quiero a las tres despampanantes, yo voy a dormir un par de horas, Carlos llamame como a las ocho de la noche y vemos que ropa me pongo.

No les di lugar a decir nada y me fui a la habitación, la cama era espectacular y me recibió de tal manera que una vez sobre ella ni siquiera quise quitarme la ropa y así me dormí.  Con puntualidad británica Carlos me tuvo que tocar en el brazo para despertarme, me desnudé ante él y pensó en inglés: “¡por Dios!, tiene un cuerpo muy excitante” , me causó gracia y me metí en el baño para darme el baño que estaba necesitando.

Al salir tenía la muda de ropa interior preparada y dos trajes y un conjunto sport listos para que eligiera alguno de ellos, los trajes con la respectiva corbata, medias y zapatos al tono.  Elegí un traje azul con la camisa y corbata al tono en distintos matices del celeste.  Mirándome en el espejo me sentí satisfecho dentro de esa ropa carísima para el bolsillo que tenía hacía dos días atrás, hasta el perfume era exquisito aunque no pude saber cual era porque el frasco no tenía etiqueta, a posteriori me enteré que lo hacía un perfumista especialmente para mí y a pedido.

El mayordomo estaba impecable con el traje y todo el conjunto hasta los zapatos en distintas gamas de gris, Tai también estaba bien vestido con un traje negro pero estaba claro que esas espaldas eran difíciles para vestir, a menos que la ropa fuera confeccionada a medida, las que si estaban para romper la noche eran las tres mujeres.

Zulma de pantalones de vestir negros y una blusa que destacaba las curvas de su torso y las restantes con vestidos de noche a media pierna y semi escotados que hacían notar las bellezas que guardaban debajo, sus nalgas se adivinaban sueltas pero duras y no se les notaba la ropa interior, todas calzaban sandalias de tacos bastante altos que estilizaban sus piernas y pantorrillas, muy agradables por cierto aunque en el caso de Zulma sólo quedaba imaginar, además el maquillaje era muy sutil lo que agregaba belleza a sus rostros.  Las felicité por lo hermosa que estaban las tres y me dirigí a todos ellos:

-Espero que hayan elegido un restaurant y un bailable acorde a nuestra presencia pues pretendo lo mejor de lo mejor para mí y mis amigos, ya que esta noche eso es lo que soy, un amigo, para ustedes y para todos los que nos vayan a rodear.  Me encanta la noche y pienso disfrutarla, no se priven de nada y mañana duerman hasta que se les cante, están francos para todo servicio, salvo Tai que me tiene que llevar a mi casa anterior y a casa de mis padres, ¿estamos de acuerdo?

Todos estuvieron de acuerdo, hasta el custodio chino que tenía colocado el aparatito traductor, entendió perfectamente todo lo hablado y asintió.  Bajamos los seis hasta la cochera, el conductor, Carlos y Patricia se sentaron adelante, los restantes lo hicimos en la parte trasera, eso sí, el clima estaba bastante templado, casi caluroso y Tai no nos dejó bajar la ventanilla con vidrios polarizados y a prueba de balas, el climatizador cumplía a la perfección y con la dirección en el GPS no tardaríamos en llegar.

Zulma me miraba y pensaba, “Ojalá pueda disimular la calentura que me provoca estar a su lado, me encantaría que me llevara del brazo y espero no haberme equivocado con el lugar y la comida” , Virginia se preocupaba por no desentonar en un ambiente que no conocía, Patricia se encontraba excitada porque era más de mostrarse y máxime en estos lugares donde no solía concurrir ya que había elegido una confitería bailable prohibitiva para un asalariado, Carlos estaba sorprendido porque era la primera vez que un empleador se mostraba así con todos sus empleados más allegados y Tai pensaba en estar muy atento para evitar cualquier problema.  Yo la pasaba fantástico.

El restaurant de nombre francés estaba ubicado en el barrio más pudiente y caro de la capital federal y tenía un estacionamiento privado subterráneo, al entrar con el vehículo nos pararon para identificarnos y Zulma bajó la ventanilla para darle los datos de ella que había hecho las reservaciones, como estaba sentada en el medio de los tres, se estiró, apoyó una mano en el respaldo del asiento de Tai y la otra resbaló y la apoyó en mi muslo, muy cercana a la entrepierna.

La semi erección fue casi instantánea y la notó, yo no dije nada y ella se quedó quieta, con la mano estática mientras le daba los datos al custodio de esa entrada, después se retiró despacio pidiéndome disculpas, le contesté que no era nada, que estuviera tranquila, el caso es que me divertí “escuchándola” pensar, “¡Madre mía!, me pareció enorme y se comportó como un señor, no hizo ni un gesto, menos mal que está oscuro porque debo estar toda roja de la vergüenza, espero que no se enoje” .  Yo la miré, le sonreí y no sabía dónde meterse.

Cuando entramos sentí una gran satisfacción, el lugar era lujosísimo, lleno de gente y me sentí muy cómodo al estar allí.  Noté que todos acusaron la magnificencia del lugar y el maître nos sacó del casi estupor y nos escoltó hasta la mesa, ya en el lugar le dije a Tai que se sentara en la cabecera porque tenía acceso visual a todo el lugar y me lo agradeció, yo me senté a su izquierda porque él era diestro y a mi lado se sentó Zulma , a la que yo ya estaba mirando con cariño y fue quien cargó con la responsabilidad de elegir los platos y el vino, ninguno de nosotros entendía mucho del menú y ella sólo nos preguntó que teníamos ganas de comer.

Estábamos en eso y se acercó una persona a la mesa colocándose al lado de nuestra chef, por el gorro todos nos percatamos que era el chef del lugar, el mismo la llamó a Zulma por su nombre, ésta al verlo se levantó para saludarlo y se dieron un abrazo enorme.  Ella había preguntado por él al hacer las reservaciones y el hombre sabiendo que vendría una colega se acercó a saludarla, amén de que eran amigos que habían estudiado juntos.

Me presentó como el hombre para quien cocinaba y quien los había invitado a cenar pidiendo que los trajera al restaurant del mejor chef y allí estábamos.  El hombre no cabía en sí mismo, su ego era palpable y nos prometió su mejor esfuerzo.  Luego nos saludó y volvió a sus obligaciones.  Que el chef se acercara a la mesa de los comensales no era algo que solía suceder, menos que menos el trato que nos dispensó y esto no hizo más que atraer las miradas de los otros clientes, los hombres miraron sin disimulo a las chicas aún cuando estaban acompañados de verdaderas bellezas que, salvo tres o cuatro, no parecían esposas, también algunos nos miraron a nosotros y nos sonreímos con Carlos mirándonos.

Bromeamos, la pasamos bien y comimos de lo mejor, en esos lugares caros y sofisticados la comida se sirve en platos grandes y la cantidad de comida es bastante escasa, pues, en este caso hubiera jurado que los platos venían más cargados, el súmmum fue el postre, hasta el propio Tai no pudo comer más y nos decía en un español totalmente atravesado, “no poder, yo no poder comer más” .  Luego de abonar la cuenta y de degustar el café, cuando era pasada la medianoche le dijimos a Patricia que ahora le tocaba a ella, la esperamos a Zulma que fue a agradecer y a despedirse del chef y partimos hacia el boliche bailable, el cual no quedaba lejos y también tenía estacionamiento propio aunque sin custodias en él.

Yo estaba acostumbrado a distintos boliches en la noche y había visto algunos muy bien puestos pero éste colmó mis expectativas y ni hablar de los especímenes masculinos y femeninos que en él se movían.  Fui hasta la barra a hablar con el que parecía el mandamás y solicité un lugar VIP a la par que le deslizaba un billete de Euros y le pedía dos botellas del mejor champan.  Resultó igual que en todos lados, si aparecía el “billete” se solucionaban los inconvenientes.

Nos acomodaron en un lugar cercano a la pista y nos encontrábamos muy cómodos allí porque como era un poco más elevado podíamos mirar a los bailaban, a los que estaban quietos y a los que se desplazaban, se notaba que las edades eran muy disímiles entre los concurrentes y las chicas habitúes de las noches eran espectaculares, muchas de ellas acompañadas de hombres mayores que no tenían visas de ser parientes.  Nunca había visto tanta cantidad de “gatos” juntas y algunos de “ellos” televisivos o de la farándula.  Las chicas y Carlos no perdieron tiempo para salir a moverse, quisieron arrastrarme y decliné la invitación, nunca bailaba y no empezaría ahora.

Quedé sentado con Tai que miraba todo y al rato se levantó diciendo que estuviera tranquilo, que enseguida volvía.  Lo perdí de vista cerca de la barra y me dediqué a observar todo el ambiente y a Carlos y a las chicas que bailaban.  Nuevos en el ambiente y muy bien puestos, no tardaron en tener a varios bailando y tratando de entablar conversación con ellas y con él.

Me llamó la atención un tipo mayor que desde un costado de la pista miraba con atención a Carlos y a las chicas, pensé riendo para mí que a alguien le había salido un admirador, esto lo descarté enseguida porque una morocha infartante lo tomó del brazo al tipo, lo franeleó un poco y cuando se lo quiso llevar de allí, le habló haciendo gestos y señalando a las chicas y al mayordomo y eso no me agradó.

Traté con la mirada de ubicar a Tai y le hablé por el intercomunicador, me contestó que me quedara tranquilo que ya volvía y había visto todo.  No bien llegó me dijo que el custodio del tipo que estaba con la mujer en la pista nos estaba vigilando y que él creía que era un directivo de la empresa multinacional que yo ya conocía.  Detrás de Tai se acercaron las tres chicas y Carlos , salvo Patricia , los demás estaban bastante preocupados. Carlos me dijo que el tipo en cuestión era el Director de Recursos Humanos de la empresa que los tenía contratados y les había dicho que quería hablar con todos ellos.

-Parece que ustedes no me entendieron cuando les dije que NADIE puede darles órdenes, si se llega a acercar, yo me voy a apartar y vos Patricia, le vas a contestar que están con un amigo y que no los joda porque no están trabajando, si insiste lo mandás lisa y llanamente a la mierda, de paso aprovecho a ver cuál es la confianza que tienen en lo que yo les digo.

Me aparté un poco conversando con Tai cuando lo vi venir como toro enfurecido y esperé.  El tipo en cuestión comenzó a increparlos porque deberían estar en el edificio y no en un boliche bailable.  La que contestó como no dándole pelota fue Patricia

-Vinimos a bailar y a tomar algo con un amigo, hoy estamos de franco así que no nos moleste.

-No están de franco un carajo porque yo estaría enterado, se deben haber escapado y estos les va a costar el puesto, desde ya les digo que están despedidos.

-Usted no nos puede despedir así que no nos joda más y de paso, váyase a la remismísima mierda.

-Esto te va a costar caro, mocosa.

Se giró como para llamar al “ropero” que le oficiaba de custodio y me acerqué a los que discutían.

-¿Qué le anda pasando viejo, algo le cayó mal?, estamos entre amigos, ¿por qué carajos tiene que venir a molestar y a gritar.  Chicas, ¿quién es este fulano que parece que se empastilló con Viagra para atender a la morocha y le cayó mal?

-Es un directivo de la empresa y dice que nos va a echar del trabajo, -dijo Carlos -

-No le den pelota y usted, dejé de comportarse como un boludo y vaya a atender al “gato” o hago un escándalo para hacerlo sacar a patadas por la Seguridad.

El fulano dio media vuelta y se fue para el lado de la barra seguido del “gato” y del custodio, seguramente no le convenía estar metido en medio de un escándalo pero estaba verde de la rabia.  Lo llamé a Tai y le dije que en unos minutos yo iba a ir al baño, que si el custodio del tipo me seguía que viniera detrás pero que no interviniera, me contestó que estaba bien pero que, por favor, no me arriesgara a nada.

Sólo a éste que era chino le iba a demostrar que no se tenía que hacer tantos problemas por mí.  Me levanté para ir al baño y le dije a los demás que se siguieran divirtiendo que ese tipo ya no cortaba ni pinchaba más en la empresa.  Cuando estaba a punto de entrar en el baño lo vi al custodio de reojo que enfilaba apresurado para el mismo lugar, seguramente Tai vendría detrás.

El baño era enorme y luego de los lavatorios y los espejos había que caminar unos tres metros y doblar en un recodo para acceder a los reservados, allí había dos jovencitos esnifando y les dije que el tipo que venía detrás era policía, salieron de raje dejándome sólo y me apoyé en una pared para esperarlo, al llegar se sonrió con suficiencia, sacó una navaja, la blandió mostrándola y me dijo que su jefe le había pedido que no hubiera ruido, se abalanzó sobre mí pero con rapidez inusitada le tomé la muñeca que portaba la navaja y se quedó duro, como paralizado.  Justo en ese momento apareció Tai al que le dije que se quedara quieto allí y volviendo a mirar al tipo de la navaja le dije en la cara…

-Estaba todo bien hasta que tu jefe se puso en pelotudo y ya me hicieron enojar.

Mientras Tai abría grandes los ojos, lo más que podía porque eran bastante rasgados, tomé la garganta con la otra mano y lo comencé a secar, en treinta segundo sólo quedaba ropa y piel seca que arrojé a un costado.  El chino como en cámara lenta se dejó caer de rodilla y luego extendió todo su cuerpo hacía mi, “lo sabía, sabía que era verdad, le pertenezco en cuerpo y alma” repetía pensando.  Le ordené que se levantara y me dirigí a él con voz dura y gesto serio…

-Esto es un secreto que te vas a tener que llevar a la tumba, terminá con las reverencias y ocupate de este tipo, tirá toda la piel en el fondo de ese tacho de basura y dejá toda la ropa y los zapatos arriba de la tapa de un inodoro en cualquier reservado después volvé a la mesa, yo voy a dejar sin trabajo a un Jefe de Recursos Humanos.

Pensé que me podría sentir mal pues esa había sido mi decisión sin que nadie influyera pero, extrañamente, no sentía absolutamente ningún cargo de conciencia, ni siquiera estaba agitado.  Al acercarme a la mesa vi que Patricia y Virginia estaban bailando y riendo con dos flacos, Zulma y Carlos conversaban con un tono de preocupación, me iba a servir una copa y ya no quedaba, entonces le hice señas al encargado para que mandara otra botella más y me dirigí a los dos…

-¿Qué hacen sin bebida?, no me tenían que preguntar a mí para pedirla, -me contestó Carlos -.

-En realidad estamos preocupados, no desconfiamos de usted pero seguro que mañana vamos a tener problemas o el problema lo va a tener usted para explicar esta salida.

-Sucede que ustedes no saben que yo soy el dueño de esa empresa y los directivos son mis empleados, de todos modos, esto lo voy a solucionar ahora.

Saqué mi teléfono y mirando la cara de sorpresa de los dos, lo llamé al Presidente en ejercicio de la empresa que había visto en la mañana.

-¿Señor fulano de tal?, buenas noches o buenos días, sí, sé la hora que es y no me importa, a usted tampoco le debería importar, acaban de atentar contra mi vida por orden de un directivo y creo que voy a intervenir la empresa porque algo está muy podrido ahí adentro y tienen que darme muchas explicaciones.  Ya hablaré con usted en la tarde, ahora le voy a pedir que hoy a la mañana no entre a la empresa al señor fulano de tal, sí, sí, el mismo, desde ahora es el ex Director de Recursos Humanos.

-Quiero que vacíe su oficina de todos los objetos personales y usted en persona se los entregue a él en la puerta de la empresa sin que se le permita la entrada, dele curso a la renuncia que él, como todos los directivos, tiene firmada y “bajamos la cortina” con ese individuo.  Lo hago a usted único responsable para que esta orden se cumpla tal como la he dado.  No, no me entendió, no pienso darle explicación ni a usted ni a nadie, limítese a cumplir lo que le ordeno o siga el mismo camino, buenas noches.

Corté la comunicación y vi a Carlos y de Zulma que me miraban con la boca abierta. Tai estaba parado a mi costado y lo miré como preguntándole que hacia allí parado, no se animaba a contestarme.

-Tai, dejate de joder con las pavadas y sentate que quiero seguir disfrutando de la noche con mis amigos, según parece ahora van a creer un poco más en mí.  Llamen a las chicas que quiero decirles algo, -cuando se acercaron seguí hablando- el tema es así, aprovechen y terminen la noche con quien quieran, no es necesario que regresen a la casa, hagan su vida hasta mañana a la noche, tienen el día libre, ustedes chicas si quieren sigan con los flacos esos y Zulma con quien quiera, Carlos, si querés aprovecha a visitarlo a tu amigo Cristian o a quien te venga en ganas, yo termino de tomar esta copa y me voy para casa porque tengo que salir temprano.

Carlos se sorprendió por lo que dije del tal Cristian porque nadie sabía nada de él, yo lo había sabido por “escuchar” cuando lo pensaba pero, lógicamente, no se lo diría. Zulma que tenía más ganas que nunca de que la “empomara” expresó que, si no me parecía mal, se volvía conmigo porque no pensaba quedarse con nadie. Tai me dijo en chino que en el coche tenía la bolsa para quemarla en el incinerador del edificio y que había tirado los dientes por el inodoro, le dije que estaba bien y me percaté que ese era un detalle muy profesional que no había tenido en cuenta.

Después de más o menos una media hora, le dejé dinero en Euros a Carlos para que se lo repartiera con las chicas, lo mandé a Tai a pagar en efectivo lo que habíamos consumido y me despedí de ellos tres, estaba seguro que disfrutarían lo que quedaba de noche y todo el día que aún les quedaba a su favor.

Llegamos rápido, Tai controló que dentro del piso estuviera todo bien y me dijo que iba a hacer lo acordado, lo dejé que se fuera, le pedí a Zulma que nos tomáramos un café y cuando estábamos en eso, le dije:

-Zulma, me parece que los dos deseamos lo mismo y tengo ganas de terminar la noche contigo pero… sólo si entendés que esto es sin ningún tipo de compromiso a posteriori, te puede parecer poco romántico y es lo que hay, si estás de acuerdo todo genial y nos quedamos en mi habitación, si no estás de acuerdo sigue estando genial pero vos te vas a la tuya.

-Por Dios, sí, estoy de acuerdo y no vas a tener que arrepentirte, pensé que no me lo ibas a pedir nunca, lo que no sé es si voy a poder cumplir porque ya casi me olvidé de cómo era.

Entre risas por lo que había dicho, se acercó a mí, en realidad, nos acercamos y nos comimos la boca al unísono.  Fue un placer inesperado saborear sus labios llenos pues parecía denotar todas sus urgencias en ese beso profundo cargado de lenguas, dientes, saliva y suspiros.  Sus brazos rodearon mi cuello y mis manos acariciaron su cintura, aflojé el cinturón de su pantalón y levanté su blusa, apenas hasta la cintura y mis dedos acariciaron toda esa franja de piel, suave, firme, sin adiposidades, era una especie de fetiche que yo tenía, si mi tacto y mis manos se sentían a gusto con esa franja de piel todo sería sensacional, sino, costaría un poco más y todo sería un tanto forzado.  Nos separamos del beso y tomándola de la mano nos fuimos al dormitorio.

Aquí los deseos y las caricias se desataron, nos volvimos a besar con ganas y mientras ella me abrazaba fuerte pasando sus brazos por debajo de los míos yo me prendí con fuerza a sus dos nalgas, no me decepcionaron eran duras, compactas, paradas, dignas de admirar y gozar, después me enteraría que usaba todos los días el gimnasio que tenían los custodios en el piso inferior.

Así como estábamos nos dejamos caer sobre la cama pegados como siameses por los labios, al separarnos comenzó a sacarme la corbata y a desabrocharme la camisa con la sapiencia de quien supo y sabe de ese metiers.  No bien me sacó la camisa devoró mi pecho con lamidas y besos que electrizaban mi piel, ocupada en mis tetillas bajó las manos a ciegas para ocuparse de mi pantalón, “dejame a mí, dejame a mí” , repetía constantemente y la dejé, claro que la dejé, iba a recibir una cogida espectacular.

Con el descenso de su cuerpo pegado al mío, desapareció su blusa, se incorporó un poco para sacársela y la visión de sus pechos tersos de botones chicos pero endurecidos como piedritas me transportó y quise incorporarme para acariciarlos, una de sus manos en mi pecho lo impidió y de seguido se dirigió a mis caderas para sacarme los pantalones junto con el bóxer, sus ojos brillaban mirando el miembro y bajó sus pantalones casi a la par, relamiéndose y con la vista fija en lo que tanto ansiaba.

Ni siquiera pude ver si tenía ropa interior y volvió a ascender besándome todo el cuerpo hasta llegar nuevamente a mi boca, su cuerpo y su piel ayudada por el sudor resbaladizo parecían adosarse a mi propio cuerpo y el miembro quedó en medio de su entrepierna mojándose con su lubricación.  Se movía viboreando y me estaba sacando de quicio, trataba de penetrarla y apretaba mi miembro cerrando sus piernas, me habló con voz ronca como rogando…

-Así no Gonzalo , así no, dejame sentir que me tomás, yo necesito entregarme, después seguimos jugando.

Me abrazó y rodó en la cama arrastrándome, quedó debajo de mí y abrió las piernas casi en 90° esperando la penetración.  No me hice rogar y mientras apretaba y pellizcaba los duros botones de sus tetas calcé el glande en el orificio vaginal y comencé a entrar despacio como haciéndome desear, logré lo que quería porque a medida que penetraba en su interior hacía notar gestos de dolor y dejaba escuchar un concierto de gemidos y pedidos de más, más y más, a la par que trataba de elevar la pelvis para que entrara más profundo.

Cuando mi pubis chocó con el suyo, el glande hizo tope en su interior y el “síííííí” largo y profundo se acompañó de contracciones, liberación de flujo que empapó ambos genitales y un intenso abrazo que pareció que buscaba fundirse en mi cuerpo.  Se recuperó rápido del orgasmo experimentado y comenzó a acoplarse a mi ritmo que aceleraba con fuerza en cuatro o cinco movimientos y salía y entraba de improviso con lentitud exasperante que la hacía rogar por más a punto de lágrimas.

Llegó un momento en que la sentí totalmente entregada y a la vez liberada de tapujos o auto limitaciones, me lo hizo saber con movimientos que se acompasaban a los míos y con la cadena de orgasmos que no quiso contener.  Eran como impulsos eléctricos que partían de su entrepierna y recorrían todo su cuerpo haciendo que los gemidos se convirtieran en gritos de placer liberado.  De pronto, luego de una contracción más fuerte y con el rostro surcado por lágrimas de ojos plenos de dicha quedó como laxa.

Yo quería más, mucho más, me sentía con toda una energía extra que quería descargar en la hembra que tapaba con mi cuerpo y que comenzaba a moverse de nuevo lentamente y pensé en lo que hacía poco tiempo me habían dicho, “tomarás la energía de quien esté a tu lado pero con cuidado, que no sea demasiado para no secarla” , sin descartar que, en el baño de la confitería bailable me había nutrido más que bien.

Salí de ella y descendí besando su vientre plano y acariciando sus costados y sus caderas, al llegar a la vagina enrojecida y empapada me prendí suave con boca y dientes a su clítoris que, aunque pequeño, sobresalía de su capuchón y aquí el grito y la contracción de todo su cuerpo verdaderamente me sorprendió pero no por eso dejé de hacer lo que tanto me gustaba mientras el dedo medio se aventuraba recorriendo la zanja de sus nalgas, la tensión cuando intenté penetrar el fruncido agujerito fue de décimas de segundos pero enseguida se relajó dejando que la penetración suave pero profunda se produjera.

La mejor posición era colocando sus piernas en mis hombros para, arrodillado, aferrando sus caderas y muslos con mis brazos, darme un festín de jugos disfrutando de sus gemidos convertidos en gritos que decidió no contener.  Me entretuve un rato allí tratando de enloquecerla con mi boca en su intimidad y ya dos dedos profundamente instalados en su recto, “el culo, por favor Gonzalo , rompeme el culo como más te guste, haceme más feliz” , la voz ronca de su pedido y la entrega manifiesta de toda su persona no dejaba lugar a dudas, por otro lado, era lo que yo quería, ese culo macizo y bien formado ameritaba la toma de posesión y la descarga de todo mi placer.  Del dicho al hecho y acomodé su cuerpo y sus piernas para que el agujerito enfrentara a mi glande y comencé a presionar.

Un culo de esa naturaleza me exacerbaba y no iba a detenerme en mi ingreso que, aunque suave, sería profundo y sin escalas porque lubricación sobraba.  Zulma trató de relajarse pero no le alcanzó, si esto hubiera sucedido en un hotel o en otro departamento, de seguro me mandaban a la policía, el grito fue espeluznante y los movimientos para zafarse no pudieron llegar a buen término porque la tenía fuertemente asida con mis brazos.

Instalado en lo profundo del interior de su recto, esperé haciendo latir al miembro a la par que acariciaba su vientre plano y tensionado, quiso moverse tratando de recuperarse rápido y no la dejé, aguanté un poco más para que la plaza ocupada se hiciera amiga del invasor. “Ni mi culo ni mi conchita casi desahuciada ni yo nos olvidaremos jamás de la felicidad que me brindaste, esta noche fue mágica, con mago, globos, serpentinas y una alegría y placer inenarrables”, lo que me decía por medio de la voz yo lo sentía magnificado por lo que pensaba y no llegaba a explicar.

Me sentí muy bien y le contesté que era recíproco, eso sólo bastó para que los movimientos se volvieran a instalar y ahora ya no me importaron ni gemidos, ni gritos ni sus orgasmos encadenados, busqué mi propio placer en entradas y salidas casi violentas hasta que en lo más profundo que pude entrar deposité toda la leche acumulada  erupcionando como volcán enfurecido, algo que me agradeció cerrando los ojos y apretando mi mano con las dos suyas juntas.  No sé ni cuando nos acomodamos ni lo que hicimos al salir de ella, pues quedamos los dos para el arrastre y dormidos sin que nos diéramos cuenta.

A las ocho me despertó Tai con unos suaves golpes en la puerta, le avisé que ya salía y me metí en el baño, Zulma , desnuda y boca abajo sobre las sábanas, comenzó a moverse cuando salía del baño secándome y buscaba la ropa en el vestidor, dándole un piquito le dije que siguiera durmiendo hasta cuando quisiera y que no se preocupara por nada más, yo iba a desayunar afuera.  Me contestó algo ininteligible y salí de la habitación sonriendo, Tai me esperó parado en el medio del loft, me saludó con una reverencia y con cierto sesgo temeroso en su mirada que había que sacarlo y como tenía el traductor en su oído le dije…

-Tai, a ver si nos entendemos, hoy te dejé ver algo que nadie tendría que ver y seguir vivo, lo hice porque sos chino y lo entenderías y para demostrarte que quiero que seas mi hombre de plena confianza y lealtad, tratá de evitar las reverencias y los temores, las reverencias porque no me gustan en mis allegados, para mí es suficiente un buenos días o buenas tardes o buenas noches y los temores porque no hay porque tenerlos.

-Comprendido señor Gonzalo y le agradezco la confianza, no voy a defraudarlos.

Entendí que la respuesta iba dirigida al YAOGUAI y a mí, aclarados los tantos, salimos del edificio y paramos a desayunar para pensar bien lo que tenía que hacer.  En primera instancia lo llamé al Doctor Chao , le conté sin muchos detalles lo acontecido, la orden que había dado con respecto al directivo de la empresa y le pedí que presionara al Director de la empresa de Seguridad por el tema del equipo de Investigaciones, había que sanear urgente a esa empresa y no lo quería hacer por simple capricho.

Además le pedí que me hiciera llegar por mail el formulario de un Contrato de Cesión para firmárselo al encargado de la empresita, se lo iba a dejar a él ya que lo necesitaba y era un tipo de lo más emprendedor y trabajador.  Por último le avisé que reuniera a la gente para las seis de la tarde, yo no regresaría hasta esa hora y que el personal de la casa tenía libre hasta la noche.  Terminamos de desayunar y nos fuimos a casa de mis padres, en el viaje lo llamé a mi hermano y le pedí que nos reuniéramos allí.

Mi familia se sorprendió cuando aparecimos Tai y yo en el automóvil, se los presenté y le dije que entendía el idioma Español pero no lo hablaba, ingresamos a la casa y él se sentó en un sofá individual cercano a nosotros sin intervenir en la conversación.  Mi hermano y mis padres no podían creer cuando le contaba todo lo que tenía y juntamente con ello les expliqué que no sólo mi vida había cambiado, también tendría que cambiar la de ellos.  Mi papá que era jubilado de un Servicio de Seguridad estatal entendió enseguida de lo que hablaba…

-Imagino que, por lo que contás que tenés en lo material, te habrás adosado enemigos importantes a granel entre propios y extraños, -mi hermano asintió con ese razonamiento-.

-Es verdad viejo, esa es la evaluación primera, de hecho ya he despedido a dos Directores importantes, eso que es sólo una de las empresa y, para presionarme, ustedes son el hilo o eslabón más débil de toda la cadena.

-Yo no puedo opinar por tu hermano pero creo que todos nos ponemos a tu disposición para lo que quieras hacer o decirnos que es lo que querés que hagamos, -mi hermano opinó igual-.

Siempre me sorprendían las formas de reaccionar de mi familia y este caso no fue la excepción, pensé que iba a ser más complicado y pasé a explicarles.

-Yo les podría abrir una cuenta bancaria de varios millones de Euros para cada uno y que se movieran como quisieran pero sería muy riesgoso porque quedarían muy expuestos, la proposición es que se muden a un lugar adónde haya confort y seguridad extrema y que se muevan con custodios por lo menos hasta que yo arregle varios entuertos.  En ese lugar hay personal especializado para atenderlos y los custodios suficientes.

-No es necesario que les diga el buen trato que pretendo para el personal, sin humillar a nadie y respetándolos pero ellos no tienen que olvidar que ustedes son los familiares directos del dueño de todo y vos viejo tenés suficiente autoridad y experiencia como para que nadie los pase por encima y olvídense de cualquier tipo de necesidad económica, habrá una cuenta abierta para que gasten sin dudar, aunque creo que allí no faltará nada, sólo hay que acostumbrarse a pedir por lo que quieran.

-Está todo muy bien pero, ¿dónde sería ese lugar y que hacemos con lo que tenemos?

-Hay una casa-mansión ocupada nada más que por el personal y está a mi disposición, después que haga un par de trámites los busco para ir a conocerla y ya me gustaría que estén preparados para quedarse pues, salvo cosas muy íntima, no es necesario que lleven nada, lo que les falte se compra, lo que tienen lo dejan cerrado y pueden mandar a alguien a que venga a controlar periódicamente, eso sí, las amistades, otros parientes o novias “fueron”, es como si se mudaran a otro país.

Le preguntó a mi madre y a mi hermano si tendrían algún problema y como opinaron que no y que siempre quedaba la posibilidad de acercarse debidamente custodiado a finiquitar alguna cosa pendiente, quedamos en que en una hora los pasaba a buscar para mudarlos. Tai les hizo una reverencia y nos fuimos a mi casa para cargar un par de pavadas que quería llevar conmigo, cargué lo necesario, cerré la casa y nos trasladamos a la empresita.

Hablé con el encargado explicándole que tenía que viajar urgente y que había decidido dejarle el negocio a él, bajé el archivo e imprimí el Contrato de Cesión, lo firmamos con dos repartidores de testigos y expresando toda una serie de agradecimientos pasó a ser dueño del local y de la empresa, independientemente de eso, le dejé el número de teléfono del Doctor Chao por cualquier inconveniente que le pudiera surgir, luego le dije a Tai que me llevara al supermercado de la familia china.

Al entrar al supermercado los saludos fueron muy efusivos y cargados de risas y reverencias entre Tai y ellos y aunque sabían que yo no era muy amante de esto, las reverencias fueron también para mí, ni hablar de Mei y Yun y de las ganas que tenían de tirarse encima.  Hablé con la Jefe del Clan para saber si había algún problema y me contestó que estaba todo mejor encaminado que nunca y ya había hablado con un Arquitecto para presupuestar todo, les di también el teléfono del Doctor Chao y me sorprendí cuando se le escapó un pensamiento deseando recibir algo de lo que habían recibido Mei y Yun .

Me causó gracia lo “bocasueltas” que eran las chinitas y pensé que, o eran confidentes o era parte de su forma de ser eso de informar lo que les acontecía al Jefe del Clan y no me  molesté, es más, la miré distinto, me di cuenta que no estaba nada mal y se me ocurrió dejarle un grato recuerdo, para ello le pedí hablar a solas en un lugar privado.  La mujer, de nombre Lian, se sorprendió pensando que había hecho algo mal y me hizo pasar a una oficina con una sola puerta de entrada y salida.  No bien entramos me preguntó qué pasaba y le dije que me encantaría comprobar que ella era mejor mujer que Mei y Yun .

No alcanzó a contestarme porque la besé como un occidental, comiéndole la boca y metiendo la lengua lo más que podía dentro de ella, no tardó nada en desesperarse y en tocarme por todos lados.  Le pedí que tratara de no gemir y apoyé mis manos en sus hombros, enseguida entendió y se arrodilló para desprenderme y bajarme el pantalón y el bóxer juntos.

El miembro erecto la hizo exclamar un  largo y sorpresivo, ¡Ohhhhh! y al contrario de las otras dos chinas más jóvenes mamó y tragó hasta traspasarse la garganta mientras me apretaba las nalgas con las dos manos.  Me calentó su predisposición y su forma de mamar y cuando menos lo esperó, con su boca apoyada en mi pubis, acabé y creo que pasando directo a su estómago, la erección no se perdió, entonces la levanté de las axilas, la hice apoyar en el escritorio que había, deslicé piernas abajo su bombacha enorme y anticuada, pincelé un poco la zona, para mi sorpresa depilada y penetré su vagina sin hacer escalas.

Aguantó el “pijazo” sin una queja y comenzó a gemir como con sordina, “ufff, ufff” era sólo lo que se le escuchaba, amén de las contracciones, cada una de las cuales lubricaba más su interior y denotaban orgasmos chiquitos pero consecutivos, tocarle el agujero del culo provocó una dilatación evidente y seguramente no le haría ascos a un visitante agresivo.  Salí de su vagina y al apoyar el glande acomodó el culo y las caderas para lo que se venía.

En principio aguantó bien la penetración, el problema es que no me detuve y a ese largo y a ese grosor no estaba acostumbrada, pasar de la mitad y guardarlo todo le hizo surgir un grito apagado y hasta a mí me trasladó su dolor cuando la “escuché” pensar, “dueleeeee, dueeeele, tengo que aguantar, tengo que aguantar” y se obligó a moverse tratando de disfrutarlo.  Quería probar y le iba a dar para que me recordara, mi ritmo de entradas y salidas se hizo rapidísimo, me aferré a sus tetitas escondidas dentro de un sostén también grande y antiguo y mientras las amasaba, sólo escuchaba sus gemidos y el golpe de mi pubis contra sus nalgas.

Ya no quise aguantar y mi acabada coincidió con un orgasmo tremendo que la dejó estirada sobre el mueble.  Todavía no se había deshinchado del todo cuando la saqué, el ¡plop! fue notorio y el agujero abierto inocultable por un largo rato.  Así y todo, se incorporó, se giró para mirarme y con las lágrimas que caían por sus mejillas me dijo: “Yo mejor, ¿no?, yo mejor que ellas, ¿no?” , le contesté que había estado espectacular y que era una exquisitez estar con ella, fue como si se hubiera sacado un primer premio dejando su honor fortalecido.

Volvimos a la casa de mis padres y ya nos estaban esperando para que los lleváramos a emprender una vida distinta.  Mi madre preguntaba por la casa, por cuanta gente trabajaba allí, como se arreglaban con los francos, quien cocinaría para tantos y muchas otras cosas más que no vienen al caso, todo hasta que mi viejo se cansó, “mujer, ¿por qué no aprendés a escuchar?, ya te dijo antes que él no conoce ni siquiera el lugar, vamos a llegar, nos presentaremos, vemos lo que tenemos que ver y después podrás preguntar lo que quieras”“Bueno, está bien” le contestó y se quedó pensando, vaya uno a saber qué cosas porque no quise averiguar.

El lugar constaba de cuarenta hectáreas de campo mantenido como parque y rodeado de un enorme bosque, la calle por la que transitábamos pasaba por el medio del mismo y luego de un claro de unos doscientos metros, se abría ante la vista un enorme paredón de unos tres metros de alto que rodeaba las ocho hectáreas en que se encontraba la casa-mansión, nos detuvimos ante un alto y magnífico portón de rejas artísticas con apertura automática que tuve que accionar colocando mi mano en una pantalla visor que me identificó enseguida y dio lugar a que los seis custodios interiores me saludaran cuadrándose como si fueran soldados aunque sin la venia militar, tuvimos que andar todavía unos cuatrocientos metros por el bosque y otros cien metros más para llegar frente a la casa.

Aunque estaba sorprendido, -sus pensamientos me lo hacían saber- , a Tai no se le notaba ningún gesto, mis padres, mi hermano y yo estábamos anonadados, era propiamente un castillo normando sin el foso de agua pero rodeado de jardines florecidos y contaba con treinta habitaciones y dependencias.  Se presentaron conmigo, el Jefe de Seguridad del lugar, el mayordomo y el ama de llaves, pedí disculpas porque no quise recibir la bienvenida del personal restante alegando que el tiempo me estaba corriendo pero si noté una gran predisposición y ningún pensamiento contrario en los que se me presentaron.

Les presenté a mis padres y a mi hermano diciéndoles que ellos ocuparían la propiedad y les pedí que pensaran y actuaran con ellos como si fuera yo, es más, dirigiéndome a mis padres les dije: “Cualquier problema me llaman por teléfono a mi privado pero, por ahora, comiencen a conocerse y pónganse de acuerdo según decidan” .  Luego de esto saludé a todos y prometiendo volver a la brevedad, me subí al coche para volver a la ciudad, tenía que tener las entrevistas con el futuro personal de custodios y otros.

Continuará…

Por favor, valoren y comenten.

Gracias.

Guilleos1