El demonio de nombre extraño. (27)

Se soluciona el problema de las prótesis y tengo que viajar a México, en el vuelo soy muy bien atendido por la azafata y después es mejor. Se hace lo que se tiene que hacer y con la Familia chino-mexicana me toca hacer una curación.

AZAFATA - CASTIGO - CURA ENERGÉTICA.

Un par de horas después llegó Kande , pasó a saludarme, lo mismo hizo con todos y me dijo que ya estaba todo hecho pero que le diera un poco de tiempo para cambiarse porque no aguantaba las ganas de ponerse cómoda.  Se fue a cambiar y al rato volvió con la tanga y un pareo atado a su cintura, traía en la mano un folleto explicativo de las prótesis que necesitaría mi tía Antonia , la madre de Rocío. Le saqué unas fotos a los folletos y se los envié a Chao , luego lo llamé…

--  Chao necesito que hables con el Director de Hong Kong, sí, tú Jefe de Familia, tiene que conseguirme y hacerme llegar esas prótesis cuyos folletos te envié.  Es necesario que las haga llegar a la brevedad y que sean enviadas al doctor XXXXX, en tal clínica.

--Ya lo estoy llamando, ni siquiera tendrá que buscar al vendedor porque en el folleto está el nombre del laboratorio que fabrica las prótesis, creo que por la diferencia horario, mañana estarán en manos de ese doctor o en la clínica.

Corté la comunicación con Chao luego de agradecerle y saludarlo y le pedí a Kande que me contara como había sido todo y se explayó.

--Después de ir a ver al médico y teniendo el visto bueno de la clínica, retiramos el coche y la acompañé hasta la casa porque tenía que preparar a la madre y decirle al padre que se cambiara, al margen no sé como hacía esa chica para lidiar con ellos, tu tío respira muy mal y la madre estaba en un grito y encorvada en la cama para que no le duela.

--Cuando estuvieron listos, cuatro gritos mediantes con el padre porque decía que no era necesario, llamó a la ambulancia, justo al salir la llamó el Arquitecto y quedaron en verse mañana por la mañana en la casa de ella, hay bastante para hacer en esa casa.

--Ella fue con el auto nuevo y la seguí con la camioneta.  La clínica es espectacular y le dieron una habitación en conjunto con dos enfermeras que se turnan constantemente para cuidarlos, la dejé allí y me vine con la cabeza cargada de agradecimientos para los dos.

Le di un beso enorme a mi mujer agradeciéndole lo que había hecho y me deslizó al oído, “no creas que con un beso me vas a conformar” , luego se sacó el pareo y se metió a nadar un rato.  Lo de mis tíos y prima era un tema del cual ya no tendría que preocuparme, ya veríamos que pasaba con la operación.

Cuando el sol comenzaba a bajar llamó Carlos y al ver el nombre de él en el teléfono, me imaginé la noticia, “es como pensás, la señora falleció hace aproximadamente media hora” , -me avisó mentalmente el YAOGUAI -. Carlos dijo que la estaban ayudando a Virginia con la tramitación y me pedía permiso para quedarse ambos con ella.  Le contesté que lo hicieran sin problemas y que no escatimara en gastos, no sabía si se estilaba pero también le dije que se encargara de las flores.

La llamé a Kande y le pregunté que iba a hacer, yo entendía que tenía que ir al velatorio, si pensaban ir todos saldríamos un poco más temprano y cenaríamos en algún restaurant cercano, todos dijeron de ir un rato para saludarla y acompañarla.  Así lo hicimos, cenamos afuera y volvimos a casa de madrugada, así que esa noche, a dormir apenas apoyamos la cabeza en la almohada.  No, no vayan a pensar que se olvidó eso de que no la conformaría con un beso, sacó todo el repertorio de besos, lamidas, mamadas y poses hasta que se sintió satisfecha y eso porque mientras, arrodillado desde atrás, le entraba duro en su ejercitado culo y absorbí bastante energía con las manos que apoyaba en sus caderas y luego de ese último orgasmo quedó hecha una piltrafa.

En la mañana le avisé a mi mujer que, de acuerdo a lo que me informaran, esa noche o en la mañana siguiente iba a viajar a México con Tai para arreglar un pendiente allí pero que volvería lo más rápido posible, como era de esperarse, me contestó que para ella yo andaba de recorrida por las empresas y no tenía idea de cuales eran.  Al mediodía me llamó Roberto , era para avisarme que el negocio había salido bien y que tenían la mercadería en el depósito, les dije que yo viajaría a la tarde y que usaran la mercadería como quisieran porque era descartable.  No sabía cómo estaría la madre pero la chica bien valía unos mimos y me importaba tres carajos fijarme en eso o no.

Le pedí a Gisela que me averiguara el horario del próximo vuelo a Ciudad deMéxico , me confirmó que tenía uno a las 17 horas y en el momento hizo las confirmaciones y subí del sótano para dirigirme al gimnasio donde Tai estaba “ matándose ” con repeticiones de pesas.  Dejó todo cuando le dije que almorzábamos y salíamos para el aeropuerto, con él no hacía falta ningún tipo de explicaciones, sólo le dije que llevara una campera porque el clima era de finales de otoño.  Ni Zulma ni Carlos habían llegado, entonces dije que nos íbamos rápido que almorzaríamos en el aeropuerto y a Kande , aunque quería ponerse a cocinar, le dije que pidiera la comida o se fueran a almorzar a otro lugar, no hubo ningún problema con esto y me avisó que iría a encontrarse con mi prima para ver cómo evolucionaba todo.

Llegamos al aeropuerto con tiempo suficiente y nos fuimos a almorzar en la confitería, comimos bien y yo disfruté, como siempre me pasaba, del movimiento de la gente en un aeropuerto internacional, es todo un mundo particular con sus normas y con gente de distintas facetas que se mueven por los salones, “de todo como en botica” diría mi abuela y verdaderamente la lista para, digamos “encasillarlos” sería larguísima porque no es sólo el que viaja o que viene a recibir a alguien, es todo como un movimiento interno de un hormiguero.  Terminamos de comer, fuimos a despachar los equipajes y cambié por asientos en Primera Clase, luego se impuso un café cortado hasta que hicieran los llamados para embarcar.

El avión salió un poco más tarde de lo previsto y ni problema que me hice, iba dispuesto a tener un viaje muy relajado, para mejor, el avión tenía ocho plazas de Primera Clase y no había otros pasajeros en ese lugar.  Nos acomodamos con toda la comodidad posible en asientos separados por unos cinco metros y la azafata, una hermosa rubia de ojos claros con unas piernas de ensueño y una altura que con zapatos llegaba casi a mi misma estatura, nos ofreció muy amablemente algo para tomar, Tai se deleitó con su bebida energética y yo con un whisky en las rocas que me supo a gloria.

Me puse a charlar con la joven haciéndole notar que me encantaba el hermoso “cantito” que le noté y que caracterizaba a los oriundos de la Provincia de Córdoba en el centro mismo de mi país.  Me contestó que, efectivamente era de Córdoba capital y aunque no debía ponerlo de manifiesto, muchas veces se le “escapaba” el tonito.  Entre “pitos y flautas” después de que le pidiera que se sentara a mi lado, algo que hizo porque no había más pasajeros en el sector y que me aceptara una cerveza sin alcohol, me contó algo de ella.

Se llamaba Cintia , tenía veinticinco años, soltera y vivía en un barrio de la Capital Federal en un departamento que alquilaba con una amiga, también azafata.  Se notaba muy cómoda conversando conmigo y además, acostumbrada al trato con hombres de cierto nivel.  El par de botones de la camisa del uniforme que se desprendió delante de mí alegando que se sentía apretada con él, me dejó ver un hermoso canal que dejaba adivinar un estupendo par de tetas.

Cruzó las piernas para lucirlas ante mis ojos y al momento de hacerlo cierto aroma característico llegó hasta mis fosas nasales, Cintia se estaba excitando o estaba excitada y eso a mí me ponía como burro además pensó: “lástima que está el chino sino podría pasar un rato agradable con este hombre, me gusta su tipo y no parece ser ningún tonto” .  Juro que quería dormir en el viaje para llegar y hacer rápido lo que había ido a hacer pero…  Me paré delante de ella que seguía sentada y le dije: “Tai es mi custodio, es ciego, sordo y mudo” .

Pasé una mano por detrás de su nuca, me agaché un poco y traté de comerle la boca de labios más que apetecibles, digo que traté porque eso fue sólo al principio, no tardó en prenderse a la misma tarea respondiendo con ganas a la idea de la comida recíproca con una danza de lenguas incluida.  Mi otra mano se dirigió a una de las tetas que noté dura y con un pezón que parecía querer reventar el sostén de tela muy fina.  Sus dos manos no estuvieran quietas y se ocuparon rápido de mi pantalón para bajarlo de un tirón hasta dejarlo a la altura de las rodillas.

Una mano me la acarició y otra se dedicó a los testículos, dejó de besarme y le salió el terruño, “qué lo qué, guaso, tremenda pija, me vua atragantar con esto” .  Me arrancó una sonrisa y la dejé que se entretuviera besándola y acariciándola, no tardó en meterla en su boca y aferrando con las dos manos mis caderas trataba de introducirla para que llegara hasta su garganta, le faltó muy poco para lograrlo y la sacó de la boca tosiendo y con los ojos llenos de lágrimas. “Lo voy a intentar de nuevo porque me encanta” , -dijo-, se puso nuevamente a la tarea y, ayudada por el movimiento que le di a mis caderas, logró tocar mi pubis con su nariz.

De nuevo la sacó tosiendo y me dijo, “cooogeme laa boooca loco, dame la lechita” , no me hice rogar y me la cogí por la boca estimulado por sus apretones y por sus gemidos, se notaba que disfrutaba las entradas, a veces suaves y a veces más profundas, le bastó sentir que me endurecía un poco más y, asiéndome fuerte de las caderas, se la “comió” toda para que le depositara la leche directamente en la garganta.  Sus contracciones y el gemido profundo que dio me hicieron saber que la ingesta le había provocado un buen orgasmo.

No la dejé recuperarse, me arrodillé y levantándole la falda la arrimé al borde del asiento, la tela de la tanga no fue obstáculo y me devoré los labios de su vagina aguantando sus contorsiones con mis manos en sus caderas.  Los gemidos corrían por cuenta de ella, si alguien se daba cuenta era su problema no el mío, me dediqué a lamerla y a penetrarla con la lengua que me parecía más larga y gruesa y ella también parecía sentirla así porque gimoteaba y se movía para tratar de zafar de esa sensación de placer que creo que no esperaba.  Absorber y lamer su clítoris chiquito y endurecido fue el detonante para un orgasmo enorme que no se privó de gritar y que me llenó la cara de flujos.

Se incorporó rápido cuando se percató del grito que había dado y aún temblando y con las piernas flojas se acomodó la ropa, “ahora no podemos hacer otra cosa, esto es sólo un preliminar y merecés más, tengo dos días para estar en México , decime dónde vas a estar y te busco” .  Le dije que esa noche estaría en el Four Seasons , que preguntara por la suite en que me alojaba, yo dejaría dicho en recepción para que la dejaran pasar.  Tenía las reservas para esa noche pero no sabía el número de la suite, Tai tendría que ir a otra habitación.  Quedamos así y se fue al lugar en que le correspondía estar, yo aproveché a dormir unas tres horas.

Al llegar al Aeropuerto Internacional Benito Juárez , después de quedar liberados de Migraciones y Aduana, admirando lo enorme y moderno de ese aeropuerto le dije a Tai que nos iríamos al hotel en taxi, luego veríamos de alquilar un auto, por lo que sabía del tránsito en Ciudad de México , nos iba a costar ubicar el lugar rápido.  No era mucha distancia, apenas unos 15 kilómetros pero tardamos unos cincuenta minutos para ese recorrido.  Ya en el hotel pedí la suite reservada a mi nombre y otra habitación para Tai , además dejé dicho que dejaran pasar a la persona que me visitaría.

La suite era elegante y hermosa, con un balcón interno que daba a un gran patio interior en el que se podía observar una gran fuente iluminada y diversos jardines con flores y variada vegetación que resaltaba con iluminación artificial.  La cama con respaldo de caoba era enorme y ni hablar del baño, sofá, escritorio y mesa como para reuniones.  La ducha se imponía y daban ganas de quedarse bajo el chorro de agua pero me obligué a salir, no sabía si Cintia vendría pero estar preparado no costaba nada.  Media hora después de la ducha me avisaron que la señorita que esperaba estaba subiendo.

Cuando abrí la puerta me quedé observándola, tacos altos, minifalda de color negra ajustada que apenas llegaba a tapar el encaje de las medias, camisa blanca que dejaba ver el canal de sus tetas, una campera negra de cuero de calidad, el cabello rubio cayéndole en cascada hasta los hombros, los ojos celestes inmensos y extrañamente expresivos y resaltados y la completaba con una enorme y contagiosa sonrisa.  La saludé con un beso y se maravilló de la suite, se sacó la campera y me dijo que no me enojara pero quería recorrerla y lo hizo mientras yo preparaba un par de tragos en el mini bar de la habitación.

Regresó del baño con sólo un sostén blanco de media copa que apenas tapaba el pezón de sus tetas erguidas dejando la mitad de la areola a la vista, con la tanga conjuntada y las medias negras ceñidas a unos muslos duros.  Tomó la copa que le alcancé, brindamos y le dije que me había dejado maravillado con la hermosa imagen que me brindaba.  Dejó la copa sobre una mesa chica y subió a la cama gateando, yo miraba sus nalgas y ella ladeando la cara semi tapada con su cabello rubio me preguntó qué es lo que le iba a hacer ahora.

No le contesté, la tomé de las caderas y hundí mi cara en esas nalgas y besé sus intimidades por sobre la escasa tira de la tanga.  No tardé nada en sacársela y quedó el fruncido agujerito de su culo a mi disposición.  Se lo “gasté” a lengüetazos que abarcaban también a su vagina y ella sólo gemía cada vez más fuerte pero no podía moverse por la fuerza de mis manos en sus caderas.  Me costaba meter la lengua en su ano hasta que se relajó después de un primer orgasmo, chiquito pero que alivió todas sus tensiones y pareció abrirse a lo que viniera.

Me saqué rápido los pantalones y mientras lo hacía me afirmé más en la idea de que el Mundo es un pañuelo chiquito e imprevisible.  Me puse a “escucharla” para saber que sentía y como le gustaba tal o cual cosa y me llevé una sorpresa. “Ni cuando volvió de Nueva York ni tampoco cuando volvió del Caribe me quiso contar pero estoy segura que esta petisa hija de mil se lo cogió o se la recontra cogieron porque estaba felicísima” .  Eso pensó y no me cupo ninguna duda de que la compañera de departamento era Azul , después me lo corroboró, cuando vió mi nombre entre los pasajeros se hizo un montón de “películas” precisamente porque su amiga no había abierto la boca.

Se merecía una buena cogida para que supiera él porqué de la cara de felicidad de Azul y lo primero que tenía a mano era el agujerito, ahora no tan fruncido y a él me dediqué.  No era “el” culo latino que yo prefería pero aunque un poco chato, era duro y compacto, no estaba nada mal, volví a jugar con mi lengua allí, salivándolo y jugando con uno de mis pulgares para dilatarlo más, sabiendo lo que se le venía me pidió, “hacelo despacito Gonzalo , está casi 0 km y tengo miedo que con el “pijón” me rajes toda” .  Recordé que en la ducha había jabón líquido y fui corriendo a buscar el recipiente con vertedor.  Un poco de jabón, algo de saliva y mejor lubricante no podía pedir.

La sintió, claro que la sintió y ya desde el ingreso del glande comenzó a quejarse pero como no paré, por la mitad ya fue grito que atemperé con un buen chirlo en el costado de la nalga, algo se calmó aunque los sollozos no pararon.  Pensé que entrando despacio la sentiría más y apuré el trámite, al segundo siguiente mi pelvis chocaba con sus nalgas y allí me quedé “escuchándola” , “la reputísima madre pensé que la iba a aguantar mejor, me hizo mierda el culo, siento como si tuviera un tronco allí adentro, que no se mueva, que no se mueva” .

Las piernas se le habían vencido y se dejó caer boca abajo toda estirada, yo no iba a salir ni loco y la acompañé tratando de no aplastarla, no quería moverme y las caricias a sus pezones comenzaron a aflojarla, lo mismo que los besos en el cuello y la nuca, “hasta que no comiences a moverte vos y lo disfrutes, no pienso moverme” , -le dije al oído-.  La respuesta la noté enseguida en leves movimientos que hacía con su culo tratando de elevarlo un poco o hacia los costados.  Poquito a poco, se fue animando más porque algo me había incorporado para que tuviera espacio, no tuve necesidad de decirle nada extra, los movimientos timoratos se fueron acelerando, hasta que pareció desquiciarse.

“Dale Gonza, reempujá que no es corta, acomodame las tripas, rompeme el culo, abrilo bien mi macho, que delicia lo parió, me voyyyy, hijo de puta, me estás arrancando un polvazo por el orto” , ya no pudo decir más, su grito de placer, sus contracciones violentas y sus temblores posteriores no me dejaron lugar a dudas, había tenido un orgasmo casi liberador y luego de un rato siguió pidiendo, “más adentro Gonzalo , más adentro, hacé que la sienta en la garganta, llename el culo de leche” .  Que pidiera lo que quisiera, no le daría pelota, iba a hacerla gozar pero mi satisfacción me importaba más y luego de un rato me salí de allí, el descontento le duró sólo hasta que, levantándola como una pluma, la volví a poner de rodillas.

Aquí me di el gusto, entré sin parar y de una, la lubricación abundante lo hizo más fácil, el “ahhhhhhhhh” fue prolongado y ya no era por dolor o se le hizo más sencillo aguantarlo, de todos modos mordió fuerte la almohada y sus dos manos asieron como garfios a las sábanas. “Síííí, síííí, síííí” , me decía cuando aceleré en mis entradas y salidas pero no había contracción muscular que valiera, el lugar era bastante estrecho para el émbolo que la penetraba y se dejó coger, ni siquiera intentó participar, apenas unos pocos movimientos de caderas y contracciones esporádicas con orgasmos chicos que no podía contener, “me estás matando de placer, seguí así hasta mañana y mandame flores al velatorio, ¡por favor!, esto es sublime” .

En un momento robé un poco de su energía afirmando las manos en sus caderas y quedó muda y laxa, con las manos debajo de su vientre no la dejé caer hasta que pude terminar en lo más profundo.  Verdaderamente no quería más, salí de su interior me acosté a su lado y la abracé para que apoyara la cabeza en mi pecho, ella me miraba con las marcas del resaltador diluido que bajaban por su mejilla y hacia los costados de sus sienes.  Una mano cruzaba mi pecho, me apretaba el bíceps e intentaba decirme algo con palabras ininteligibles, temí que se me hubiera ido la mano con la absorción y la dejé descansar para irme a servir un trago.

Me senté en un sillón y observé que tenía un físico escultural, quizás de nalgas no tan paradas ni llamativas pero no desentonaban en todo el conjunto, comparar no podía comparar porque Kande se imponía por sobre todas, quizás quien estaba a la altura era Cielo porque el culo de ésta era como para soñarlo, como fuere, el polvo no había estado nada mal y estaba seguro de que lo había disfrutado mucho más de lo que esperaba.  Me faltaba averiguar cómo era su historia con Azul y se me ocurrió que con la petisa se podría hacer un lindo trío.

Dejé de pensar en ello porque me estaba empezando a calentar nuevamente con mis imaginaciones y mi ocasional compañera no estaba para más.  La dejé dormir en ese lado de la cama, terminé mi bebida y me desparramé en la amplia cama, es lo último que recuerdo de esa noche.  Al despertar, cerca de las nueve de la mañana, vi que aún dormía toda despatarrada y me levanté sin hacer ruido para ir a darme un regio baño.  Disfrutaba del agua y no tardó en aparecer Cintia , “me dejaste molida, apenas puedo caminar, tengo una flojedad total pero es lo mejor que me pasó ”, me besó con ganas y se puso debajo del chorro del agua.

--  Tan cansada no parecías estar, anoche te movías en la cama y nombrabas riendo a una tal Azul, ¿será la misma Azul que conozco? , -se sorprendió con esto, bajó la mirada y me dijo-.

--Mi compañera de departamento es la azafata que te atiende en tus vuelos privados, me habló maravillas de vos cuando estuvo en Nueva York y también en el Caribe , lo mismo hizo de una tal Cielo y de otra Gisela pero no me quiso contar más.  Yo la conozco a esa “enana” y estoy segura que alguna noche pasó contigo o, viendo lo que pasó anoche, vos con ella.  Al ver tu nombre en el manifiesto de pasajeros me hice una “película” tremenda y no me equivoqué, ahora entiendo la cara de felicidad que tenía.

--  Yo no hablo de las mujeres que pasan o no por mi cama aunque estoy más que seguro que Azul no hubiese perdido la oportunidad de atenderme también en la ducha.

Entendió la indirecta enseguida y me dijo, “yo tampoco” , se arrodilló y aferrando mis glúteos con las dos manos, literalmente, se tragó el miembro hasta la garganta y comenzó a entrar y salir apretándome con labios y lengua.  Si los preliminares tontos de una mamada no me gustaban, eso que me hacía Cintia me encantaba y no tardé mucho en llenarle la garganta de leche pues al notar que el miembro palpitaba pegó la nariz a mi pubis y aguantó toda la corrida.  Al levantarse y besarme ni gusto a semen tenía en la boca, pasó directo y su cavidad bucal ni lo saboreó.

Le di la vuelta a su cuerpo y la hice agachar para que pusiera las manos en el borde de la bañera, “hacelo muy despacio Gonza, estoy en carne viva” ,-dijo y esperó sumisa-.  No quería que sufriera, no me satisfacía eso con ella, me agaché a pasarle la lengua por ambos orificios, le di un pequeño chirlo en la nalga y le pedí que termináramos de bañarnos, que no me interesaba que se sintiera forzada a recibirme, “yo me aguanto” -me manifestó-.  De todos modos, para mí, había pasado el momento y lo dejamos estar, la ayudé a bañarse y ella colaboró haciendo lo mismo conmigo.

Una vez cambiados y cuando desayunábamos le dije que yo tenía que atender algunos asuntos y le pregunté qué haría ella, me contestó, “supongo que volver a la habitación que tenemos asignada por la compañía” .  Le propuse que me esperara, que disfrutara del hotel y gastara a cuenta de mi habitación, andá al spa, comprá algo que te guste, almorzá en el restaurant, yo creo que volveré en cinco o seis horas y espero que estés recuperada.

Me besó echándome los brazos al cuello y me dijo que la iba a encontrar como nueva.  La dejé allí y fui a encontrarme con Tai que me esperaba en la confitería, pasé antes por la recepción y dejé dicho que lo que gastara mi acompañante se cargara a mi cuenta, me dieron el conforme y fui a buscar a mi custodio.  Cuando llegué a su lado terminaba de hablar por teléfono, seguramente con su novia porque se sonrojó al mirarme.

--  Tai, ahora lo llamo a Roberto, hacemos lo que vine a hacer, aprovechamos a pasar por donde la Familia china y luego me vuelvo solo o acompañado por Roberto e Iker, esto si no se quieren quedar unos días más para que Roberto visite a la parentela.  Vos te tomás otro avión y te vas a Cartagena, estoy seguro que Maylín se alegrará de verte, una semana les va a venir de maravillas a los dos.  Movete cómodo y tranquilo.

Le brillaron los ojos y me agradeció la posibilidad, algo que rechacé de plano, “cerrá la boca, andá, disfrutá y no quiero escuchar nada de agradecimientos” .  Ya conocía como era y no dijo más nada. Roberto me atendió enseguida pues estaba esperando mi llamada, me dio la dirección y nos fuimos con un taxi que tomamos en la puerta del hotel.  Anduvimos como cuarenta minutos hasta llegar a un barrio de la periferia y a la casa donde nos esperaban.

Era un caserón que había pasado tiempos mejores pero se encontraba todavía bien parado.  Tenía un muy pequeño jardín descuidado al frente, una puerta de rejas para el ingreso y una construcción aledaña con un portón de dos hojas que parecía ser un garaje o cochera.  Pasamos de largo y desde la esquina lo llamé a Roberto para avisarle que estábamos prácticamente en la puerta.

Salió a recibirnos y me contó que apuraron todo porque salían de viaje a Cancún , tuvieron que hacerlo en el trayecto, respecto a la casa era de un primo ciego, sordo y mudo para muchas cosas, vivía solo y que no quedarían rastros de nada.  Eso no me preocupaba, lo único que le pregunté es si el primo había visto a la “mercadería” , me aseguró que no, las traían en el baúl cuando entraron el auto por la cochera, además estaban en una habitación en los fondos del terreno y sólo había acceso por una puerta.

Pasar a los fondos de la casa y verlo me sorprendió, había un lindo jardín y una variada vegetación tendría unos veinticinco metros de ancho y hasta el cuarto que se divisaba en el fondo habría unos cincuenta metros, éste tenía a su costado una especie de quemadero de hojas y adentro otra habitación más chica y un baño con ducha.  En una cama de plaza y media estaban las dos mujeres, amordazadas, atadas a la cabecera de la cama y desnudas, madre e hija me miraron con todo el terror dibujado en el rostro cuando entré con Tai en la habitación.

Le pedí a Roberto y a Iker que nos dejaran solos, que fueran preparando un fuego para quemar sus ropas y documentos, que Tai y yo nos ocuparíamos.  No hubo más que hablar y me senté en una silla mirándolas serio sin decir ni una palabra y luego le pedí a Tai que les sacara la mordaza a la madre.  La mujer comenzó a rogar, pedía que si queríamos las violáramos, que estaban dispuestas a todo, que no dirían nada, que el marido nos daría todo el dinero que quisiéramos, que el padre de la hija era muy influyente.  No quise escucharla más y la amordacé nuevamente diciendo.

--  Desgraciadamente, nada de lo que diga me interesa, usted está acá porque, de alguna manera ha sido cómplice de su hija apañándola en muchas cosas y va a servir de ejemplo para que ella vea lo que le sucede a los que son cómplices de traidores a su propio país y para que sepa lo que logró con su aventura con el tal Luis María, quien, por otra parte, ya fue alimento de los peces en algún lugar del Mar Caribe.

Ambas se sorprendieron por lo que dije, la madre abría grande sus ojos mirando a la hija y negando con la cabeza mientras la joven agachaba su cara tratando de ocultar su rostro asustado y avergonzado.  Me dirigí a ella.

--  ¿Es verdad o no es verdad que le robaste información confidencial a tu padre para dársela a tu amante de turno sin que te importara traicionar a tu país?, ¿es verdad o no que lo acusaste a tu padre de haberlo mandado a matar?, ¿es verdad o no que lo usaste sin importarle lo que le pudiera pasar?

No me podía contestar pero asentía moviendo la cabeza en forma afirmativa, la furia se dibujó en los ojos de la madre y como tenía las piernas sueltas comenzó a darle patadas a las piernas y muslos de la joven.  La dejé que se descargara y después de hacerlo se puso a llorar desconsoladamente, supo en ese instante que estaban sentenciadas por lo que su hija había hecho y no había forma de librar de ello.

--  Lo lamento señora, lo suyo será el último recuerdo de su hija la traidora.

No daba para más charla y ante los ojos aterrorizados de la hija, apoyé la mano en el cuello y la madre se convirtió en un atado de piel que quedó a su costado en la cama.  La desesperación fue tal que la hija trató de liberarse con toda la fuerza que tenía y se desgarró las muñecas aprisionadas por las esposas. Tai abrió las esposas de la madre que habían quedado solitarias en el respaldo de la cama y yo hice lo mismo absorbiendo a la hija pero más lentamente y desde sus piernas para que viera el deterioro que se iba produciendo.

Los muchachos ya casi habían terminado de quemar las ropas y las carteras de ambas, sólo quedaba una campera gruesa y un tapado, eso lo llevaríamos, a alguno en la calle le haría falta.  Nos fuimos los tres para hablar con el primo de Roberto y Tai se ocupó de las pieles que pronto quedaron reducidas a cenizas, redujo todo en un balde con agua y lo desparramó entre la vegetación.  El primo de Roberto se daba por bien pagado al haber sido de ayuda a su primo y me di cuenta “escuchándolo” que no había visto nada ni había querido intervenir en nada.  El cuarto había quedado impecable y nadie podría decir que hubo dos personas secuestradas en él.

El sueldo básico en México es de doscientos dólares y los cinco mil que le dejé le ayudarían a estar mejor por un tiempo, me lo agradeció él y también Roberto , aproveché a decirle que si quería podía quedarse con el vasco una semana más para ir a visitar a sus familiares que se encontraban en otra provincia.  Aceptaron ambos y nos separamos allí mismo, abordamos un taxi que nos tendría que llevar al Barrio Chino, a un restaurant de mariscos que quedaba cerca del Arco de la Amistad que es el más antiguo erigido por la comunidad china.  La bolsa con el tapado y la campera quedó “olvidada” en el taxi, algún uso le darían.

La familia china que íbamos a ver tenía dos restaurant de mariscos casi pegados el uno al otro, los separaba una puerta que oficiaba de pasillo para ingresar al domicilio familiar.  Le dije a Tai que primero almorzaríamos, comimos como si fuera la última cena, la entrada de langostinos estuvo deliciosa, luego pedimos pulpo en su salsa y por último, la fuente con la langosta la terminó de completar, el vino no era de lo mejor pero bien frío se degustaba de distinta manera, Tai pidió postre, yo no podría tragar ni una pastilla de menta.  Pedí la cuenta y aboné en efectivo.

Cuando volvió el camarero con el vuelto le dejé la propina, pedí un par de cafés cortados y ante mi pedido Tai , en chino, pidió hablar con el Jefe de Familia, le contestaron que era difícil que nos atendiera, que allí todos eran de la familia y preguntara si quería saber algo. “No, no queremos saber nada en particular, ya veremos si nos atiende o no, háganle saber que conmigo está el “Portador”” , el hombre de unos treinta años se puso blanco, me miró y haciendo una reverencia salió corriendo para el interior del restaurant, la cajera, una china cincuentona lo paró en el camino y le preguntó qué pasaba, el “Portador” , el “Portador” le contestó el chino y siguió su carrera.

Un par de minutos después apareció, trasladándose en una silla de ruedas, un anciano de cabello muy blanco que pasaría cómodo los sesenta años, se acercó a la mesa y antes de llegar a ella Tai me señaló, se detuvo delante de mí y agachó la cabeza con una reverencia que las seis personas que lo acompañaban imitaron. Gonzalo , hay un camarero que todavía no es de la familia, hacelo saber, además el Jefe tiene un problema en las tres últimas vértebras de la columna, es raro porque se solidificó el sinovial, vos podés curarlo si seguís mis indicaciones ”.

Las palabras de mi “visitante” repercutieron en mi cabeza y los miré a todos para luego decirle al Jefe que “ese” camarero -se lo señalé- debía retirarse porque no era de la familia.  No bien Tai tradujo, se disculpó alegando que era la pareja de una de sus hijas y tenían dos hijos aunque no estuvieran casados, “dejalo pero, llegado el momento, hay que brindarle una atención especial para que nunca abra la boca sobre esto” , el pobre tipo ni se esperaba el susto que se llevaría.

Eran veinte de familia, él y la esposa que oficiaba de cajera, seis hijas mujeres de entre cuarenta y cinco a treinta años, cinco de ellas casadas, seis nietos y un hijo de unos veinte años que debió haber sido un último polvo a las perdidas y sin esperarlo.  Le dije que necesitaba privacidad para presentarme como era debido y contestó que todo gusto, sólo pidió, de forma temerosa, unos instantes para que se fueran yendo los clientes.

Le pedí a Tai que le dijera que no se hiciera problemas, que yo esperaría pero quería tomar, si fuera factible, un whisky con hielo, que él pidiera lo que quisiera y que el Jefe se quedara a mi lado porque quería hablar con él.  No hubo inconvenientes e hizo que todos los demás que nos rodeaban se retiraran.

--  ¿Cuánto hace que tiene problemas de inmovilidad en las piernas?, el YAOGUAI me hizo saber que lo suyo tiene solución y me gustaría que me deje intentarlo.

--Ya hace mucho tiempo, los médicos no me han dado solución porque es un endurecimiento raro y no hay forma de hacerlo, salvo con una cirugía y prótesis pero a mi edad eso es muy arriesgado, de todos modos si el YAOGUAI lo ha dicho, me someto a su voluntad.

--  Primero me presentaré y sacaré cualquier duda al respecto del “Portador”, luego veremos lo suyo.

Quedamos en eso y luego de que se retiraron los clientes cerraron los negocios, la hija menor de unos treinta y dos años me acompañó muy deferente y simpática.  Estaba muy bien la china y vestida a la usanza con ese vestido ajustado y el tajo hasta medio muslo se me hacía bastante apetecible, lo peor fue que me acordé de la madre, la hija y la tía de la familia de Venezuela afincada en Bogotá y mis ganas se trasladaban lentamente a mi entrepierna.  No me aguanté, tenía ganas de gozar de la suavidad y la entrega de una nueva mujer china.

La tomé de la mano y me acerqué a su oído para decirle en español porque estaba seguro que me entendería, “tu cara, tu cuerpo y ese vestido que llevas que deja adivinar unas piernas hermosas me enloquecieron” , primero no me contestó nada, luego se sonrió coqueta y me dijo: “Estoy a su total disposición aunque me gustaría que no fuera aquí en la casa” .

Enseguida pensé en la suite y me acordé de Cintia , no me importó, si quería compartir bien, sino “a otra cosa mariposa” .  Me pareció que era una especie de fijación con las chinas y seguramente en algo influiría el YAOGUAI .  Eran las cuatro de la tarde y le pedí que me buscara a las ocho de la noche en la confitería del Four Seasons .

Después de salir por los fondos del restaurant y luego de pasar por unas cocinas inmensas dimos con una gran y cómoda sala que imaginé como salón de reunión de la familia.  La esposa del Jefe que se acercó a saludarme con una reverencia y me preguntó si podría ser en su propia habitación.  No tuve inconvenientes y entramos todos a una enorme habitación, la mujer cerró las pesadas cortinas que no permitían el paso de la luz y le dije a Tai que cerrara la puerta y se quedara del lado de adentro, me agradeció pero prefirió quedarse con las criaturas.

Cuando el oso apareció, la cosa fue igual que siempre, con las reverencias y el terror instalado en todos, mucho más en el camarero porque me acerqué a él, lo levanté del cuello como si fuera de papel y llevé el dedo índice de la mano con garras y lo puse sobre mi boca indicándole silencio, luego pasé la mano de punta a punta de la boca como diciendo que no hablara.  Lo entendió perfectamente y bajaba la cabeza repetidas veces asintiendo en silencio, cuando lo dejé en el suelo noté todo su pantalón mojado porque no había podido contener su orina.

Vuelto a ser Gonzalo , les reiteré el silencio y el secreto para todo aquel que no fuera de la familia y les pedí que me dejaran con el Jefe de Familia y su esposa.  Lo levanté de la silla de ruedas alzándolo livianamente a pulso y le pedí a la mujer que le sacara la ropa de la parte superior del cuerpo.  Una vez hecho esto quedó boca abajo en la cama y yo me puse por detrás apoyando las rodillas a los costados de su cuerpo para poder tener mejor acceso con mis manos.

No la voy a ir de Manosanta o Curandero, la realidad fue que el YAOGUAI me pidió que lo hiciera así, incluso me dijo que le apoyara las manos sobre la parte de la columna afectada y lo dejara proceder a él.  De inmediato sentí que mis manos y mis brazos parecían hervir era como si circulara lava en lugar de sangre por el interior de mis venas y arterias.

El Jefe no se podía mover, ni gemir ni decir nada, lo había paralizado y la mujer le mantenía apretada una de sus manos mirando con ojos desorbitados.  Esta aplicación que duraba unos treinta segundos la aplicó en distintos lugares de la columna y me iba diciendo donde colocar las manos para hacer la siguiente, quedé muy cansado y finalmente me dijo: “costó más de lo que esperaba, decile que se ponga boca arriba y que trate de mover las piernas flexionando las rodillas” .

Se lo dije y se sorprendió de entrada porque pudo girar el cuerpo sin ayuda, cuando con temor comenzó a mover las piernas que le temblaban y las elevó flexionando las rodillas, los dos, abrazándose, irrumpieron en un llanto incontenible. “No dolor, no dolor” decía y las movía casi de continuo.  Así como estaba, descalzo y sin nada que le tapara la parte superior del cuerpo escuálido, siempre a instancias y pedidos de mi “visitante interior” , le pedí que se parara y tratara de dar unos pasos.  El temor era evidente pero se animó sosteniendo la mano de la esposa, la cual, al dar sus primeros dos pasos dio un grito incontenible de alegría llamando a sus hijos.  Entraron casi a la carrera y los gritos y la algarabía me sobrepasaron.

Le pedí a la hija soltera algo fuerte para tomar y como quien no quiere la cosa los tomé a dos de los yernos de los hombros y absorbí gran parte de la energía que me faltaba, ni lo sintieron pero yo ya estaba casi al 100 %.  Las mujeres no sabían cómo agradecerme y les prohibí las reverencias, Tai les explicó que por mi cultura occidental no me gustaban y ni siquiera a él se las permitía, que prefería un franco apretón de manos y me llovieron apretones de manos por todos lados.

Cuando se calmaron un poco le pregunté al Jefe si había algún tipo de problemas con gente de la comunidad y de algún otro lado y me dijo que no, nadie los molestaba, ni tenía, ni quería problemas con ellos.  Otra familia más normalizada y yo contento con ello, le dejé el número de teléfono al Jefe para que me llamara directamente ante cualquier inconveniente.

Irse de allí costó lo suyo porque querían hacer una fiesta, aduje otros compromisos y pudimos zafar, nos vino bien porque Tai , mientras estaba custodiando la puerta del dormitorio había averiguado y tenía vuelo directo a Cartagena en unas tres horas, le dije que lo confirmara y nos fuimos para el hotel.  Nos despedimos directamente en el hall, él prepararía sus cosas y se marcharía lo más pronto posible. Cintia no estaba en la suite y le mandé un mensaje avisándole que ya había llegado, pedí una merienda y me metí al baño a darme una regia ducha pues me hacía mucha falta, había transpirado un montón con eso del traspaso de energías y mi olfato comenzaba a sentir olores raros.

Salí del baño cubierto con la robe y tocaron a la puerta, traían la merienda que parecía casi una cena y me prendí con ganas descubriendo que tenía un hambre de lobos, no pude consumir ni la mitad y comencé a cambiarme, sólo tenía puesto el pantalón, las medias y los zapatos y entró Cintia a la habitación.  Las bolsas en las manos y el vestido nuevo ajustado al cuerpo, el brillo de felicidad en sus ojos y un toque distinto en el cabello recogido con una cola de caballo denunciaban que lo había pasado bien yendo de compras.

Dejó las bolsas sobre el sofá y me abrazó echándome los brazos al cuello, su boca buscó con urgencia mi boca y me besó con ganas, parecía no querer despegarse de mis labios.  Tenía ganas de contarme y luego del beso comenzó con su relato.

--Fui al spa, primero fue el sauna, luego fui a que me dieran un masaje que me dejó como nueva, después almorcé en este restaurant que es una maravilla, estuve oxigenándome en los jardines y como vi que había ciertos comercios, compré algunas cosas, lo cargué todo a tu cuenta pero no te asustes, fue sólo ropa y calzado, en la joyería ni entré pero cuando me veas la ropa interior no voy a poder ni querer escapar del ariete fantástico” .

Me sonreí y le dije que no había problemas, que me gustaba verla contenta pero que no sabía si podríamos estar juntos esta noche.  La desilusión se le notó en la cara y me preguntó si tenía alguna cena de negocios, le contesté que tenía que atender, en lo que fuera, a una joven empresaria china y seguramente cenaríamos en la suite con el postre posterior incluido. “Por mí no te preocupes, me quedo en la confitería y si ves que la china quiere “sopa” me llamás y le damos de comer con dos cucharas, es la última noche en que podemos estar juntos y no quiero perdérmela, dale Gonza, porfa”

Continuará.

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