El demonio de nombre extraño. (22)

Los días y las noches en isla Barú fueron espectaculares, luego me encontré con sorpresas al llegar a Bogotá, reacondicioné a la Familia exiliada en esa zona y recurrí a “amigos peligrosos”.

NOCHES DE BARÚ - BOGOTÁ.

A las ocho de la mañana nos despedimos del Hilton y nos fuimos todos al muelle donde nos esperaba Mao junto a su padre y, como no podía ser de otra manera, Maylín quien luego de saludarnos efusivamente a todos me pidió con un poco de temor si podía ir con nosotros, le contesté abrazándola y riendo, “me parece mi querida Maylín que no vienes por mí, yo no tengo inconvenientes pero, hablalo con quien corresponda” , se fue más que contenta a hablar con Tai , al que se le notaba la alegría en la mirada.

El padre me pidió disculpas por el atrevimiento de su hija y le dije que estaba bien, que me gustara que tuviera esa iniciativa pero además era muy respetuosa y se llevaba muy bien con todos, encima agregué sonriendo, “aunque el padre se resista porque es la nena más joven, me parece que en poco tiempo o gana un yerno o pierde una hija y yo le aseguro que mejor yerno no va a encontrar”. Se puso muy contento con mis palabras y sabía que al decirlas le estaba allanando el camino a Tai y a Maylín ante cualquier duda familiar que pudiera surgir.

Como regresábamos con todo el equipaje Maylín nos dijo que lleváramos lo imprescindible porque estaríamos todo el día en trajes de baño, lo restante quedaría en las camionetas y bien resguardado.  Solucionado esto nos subimos al yate-aliscafo y nos dispusimos a partir, los pilotos del avión se asombraron de lo rápido que navegaba y Siara y Zulma entre risas se aferraron de mis brazos para “protegerme” , las demás rieron y dijeron que después les tocaba a ellas.  El ambiente, como siempre, era espectacular y todos juntos, salvo Tai y la joven china que cuchicheaban en un costado.

Fuimos directamente al muelle del hotel y el recibimiento fue de primera, las habitaciones que parecían dúplex de dos plantas, daban por el frente a una gran pileta a cuyos costados abundaban las reposeras y por la parte trasera al mar y a una tupida vegetación anterior tenían desde cuatro a dos camas y estaban construidas en madera que resplandecían por los cuatro costados, lo mismo con los baños que eran comodísimos, junto a grandes ventanales que dejaban apreciar todo el paisaje, teníamos todos los servicios y un spa de categoría, sin contar la playa privada con arenas blancas y un mar celeste verdoso casi transparente.

Se repartieron entre ellos las habitaciones para no quedar mal ubicados y eligiendo a gusto, el único que estaba apartado era yo, la suite que me tocó estaba casi al borde del agua y era una cabaña enorme con balcones hacía el mar, dos camas más que grandes como para que en cada una durmieran tres personas, mueble de esterilla que parecían nuevos y un baño de película con jacuzzi.

La temperatura oscilaba en los 30° pero no era agobiante.  Después de acomodados nos fuimos al comedor a “picar” algo antes del almuerzo y éste era otro lugar de ensueño, lo mismo que la confitería donde se podía ir a tomar algo, todo el lugar tenía un espacio abierto que, desde los cuatro costados se podía observar el mar y la selva que nos rodeaba.

Pasamos unos días maravillosos en esa isla, anduvimos en motos de agua, paseamos, conocimos porque no es sólo esa playa en la que estábamos, vimos, pisamos y nos metimos en el agua en otras playas. Roberto , Iker y Danny bucearon por los corales y hasta se animaron a más porque alquilaron trajes de buceo y se fueron con un guía a practicar caza submarina en lugares más profundos y las chicas alquilaron motos de agua para saber lo que era navegar en ella.

Tal como daba vueltas en el aire y en sus intenciones, después de la cena de la primera noche hicieron planes para pasear por la playa, yo ya había caminado bastante en el día y me retiré a mi suite esperando despatarrarme en la cama y descansar como si al otro día tuviera que correr una maratón.

Las ganas de descansar me quedaron, luego de un baño más que reparador me hice dueño de la cama, mirando al techo y abierto de piernas y brazos, le dije a Morfeo que hiciera lo que quisiera conmigo.  No, no fue Morfeo , fueron una veterana infartante y una negra espectacular las que se deslizaron silenciosamente hasta mi habitación e hicieron lo que quisieron conmigo.  Para ser sincero, aún en plena oscuridad las escuché y les hablé cuando se acercaron a mi cama, “Zulma ya sabe que estando así en la cama no pienso colaborar, vamos a ver que hacen Kande y ella para hacerme gozar” .

La que me comió la boca aprisionando mi cara con las dos manos y viboreando con su lengua en su interior fue Kande , a la vez sentí que mi miembro “desaparecía” absorbido por la boca golosa de Zulma que también acariciaba suavemente mis testículos con las manos, levantándolos para lamerlos con la punta de la lengua que asomaba por su boca ocupada.

La negra había dejado de besarme y me acercaba sus tetas para que las besara y lamiera, el mordisco suave a su pezón excitado la hizo gemir y me prendí como un ternero mamón abarcando en la chupada pezón y areola, “me va a sacar leche Zulma , me las está exprimiendo” -dijo-…  Aquella, sacando por un momento la pija de la boca, le contestó, “leche es lo que le quiero sacar yo pero su aguante me pone frenética, ya tuve un orgasmo por mis dedos y quiero mucho más” .

Mi movimiento fue para encender el velador que estaba al lado de mi cama, la chef volvió a lo que estaba haciendo y, cruzando la pierna sobre mi cara, la africana me arrimó la zanja de sus maravillosas nalgas para que mi lengua y boca le hicieran los honores.  Quedó mirando hacia Zulma y al no poder hablar por los gemidos, la tomó de los pelos y la hizo incorporar tirando de ellos, “sííííí” dijo y se puso de frente para besar profundamente a la africana mientras se acomodaba enseguida y hacía que el miembro penetrara su vagina sin hacer escalas y movía las caderas para ayudarse.

Se le juntaron los dos chillidos, uno por el golpe del glande en su tope interior y otro por los dedos de la negra que retorcían sus pezones.  El orgasmo fue tremendo y se abrazó a Kande llorisqueando.  La “morocha subido de tono” no se detuvo, tuve que elevar la cabeza para seguir lamiéndola porque los brazos negros y largos hacían que sus manos llegaran hasta las nalgas de la chef pero ella quería más y se estiró para meter dos dedos en el culito palpitante, dedos que comenzó a mover con rapidez entrando y saliendo lo que potenció el orgasmo de la “blanca” que volvió a gritar su placer descontrolado, “sí, sí, sí, meté más, necesito algo más allí adentro” .

Kande no pudo seguir porque, como pude, había metido también dos dedos en su culo y los movía haciéndolos girar lo que hizo que el orgasmo la asaltara de sorpresa y lo único que atinó fue a abrazar más fuerte a Zulma y comerle la boca con desesperación y temblores de su cuerpo.

Se recuperaron enseguida y quisieron cambiar sus lugares, no las dejé hacerlo, me levanté porque recordé que yo tenía algo guardado y salí de la cama, les pedí que siguieran un ratito solas que yo ya regresaba.  En mi bolso tenía un recipiente del perfume que me fabricaban especialmente, era cilíndrico, de unos cinco centímetros de diámetro por casi veinte de largo, la tapa era a rosca y en forma de bombé, la ajusté bien y volví a la cama pensando que el envase hoy conocería otros usos más placenteros.

Al regresar Zulma estaba boca abajo, con una almohada bajo su vientre y dejaba el culo expuesto para que Kande se abusara de él queriendo meter un cuarto dedo ante los gemidos y súplicas de la chef que pedía más dedos y más movilidad.  Le pedí a la africana que saliera y se fuera hacia la cabeza, lo hizo rápidamente y tomándola de los cabellos metió la cara de Zulma entre sus piernas, la cara de satisfacción que puso enseguida daba a entender que la “blanquita” hacía muy bien su trabajo de dar placer.

No tardé en arrodillarme detrás de ella y la penetré por la vagina de forma casi violenta, el corcovo me hizo saber que la había sentido pero no pudo emitir más que un sonido gutural pues la negra le mantenía la boca incrustada haciendo presión sobre su cabeza. Kande miró el improvisado consolador y sonrió con cierto sadismo, yo, instalado en lo más hondo, toqué en par de veces el agujerito más chiquito, guardé el consolador casero sin hacer escalas y allí lo dejé.

No pudo gritar porque ya eran las dos manos oscuras las que le sostenían la cabeza y moverse era imposible pues la había inmovilizado con una de mis manos pero sin causarle daños.  Apoyándome en sus nalgas y absorbiendo un poco de su energía, entré y salí con fuerzas, ganas y velocidad haciendo que Zulma entrara en una sucesión de orgasmos que la llevaron prácticamente a absorber toda la concha de Kande , me satisfizo notar que ésta comenzó también a gemir en voz alta y a moverse con temblores que denunciaban el placer que recibía.

Zulma no tardó en quedar desmadejada y casi sin sentido, algo que aprovechamos con la negra para apartarla y dejarla a un costado, tardó lo que un suspiro en levantar las piernas y ponerlas sobre mis hombros.  La penetré en dos intentos, mirando su cara de placer y enseguida lo saqué para entrar en el otro lado, gimió sin sentir dolor y me activé.

No tenía forma de escapar, tampoco quería, porque le tenía aprisionada las caderas y también absorbí algo de energía mientras entraba y salía indistintamente de los dos agujeros, volvió con los orgasmos encadenados junto a contracciones, gemidos y temblores pero cuando le vi los ojos en blanco decidí terminar y metiéndome lo más profundo que podía inundé su concha de leche, todavía le alcanzó para dar un grito casi sin fuerzas cuando sintió el líquido caliente chocando contra su útero.

Unos segundos después salí y bajé sus piernas, lo intenté pero no pude reanimar a ninguna de las dos y las dejé desmadejadas, aunque tuve el tino de recordar sacar el improvisado “juguete” del culo de Zulma , lo puse sobre la mesa para irme a acostar sobre la otra cama, igual de grande y placentera.

Cuando desperté el sol que entraba por el ventanal “picaba” bastante y al mirar hacia la cama de al lado la encontré tendida y solitaria.  Había un papel escrito sobre las almohadas, “te queremos” decía y estaba firmado por Kande y Zulma .  Esos detalles que parecen tontos me ponían bien y me alegraba la mañana.

Pedí el desayuno y entré a bañarme, estaba secándome y golpearon la puerta, grité que pasaran y una hermosa mulata colombiana de unos veinte años me acercó el desayuno, lo puso sobre la mesa y procedió a cambiar las sábanas, una vez cambiado no me pude resistir a mirar las caderas “cargadas” de nalgas apetecibles y deseables, un culo muy parecido a los muchos que había visto en esta parte de Colombia , mulatas o negras altas, de ojos claros y tetas y culos altivos y duros sólo tapados por minúsculos trajes de baño.

Lógicamente, no hice más que mirar y admirar y me dediqué a tomar el desayuno “caribeño” que era casi un almuerzo.  Luego de eso bajé, pasé por la enorme piscina, no encontré a nadie y me largué a caminar solo por la playa.  El día pasó tranquilo, almorcé en uno de los puestos ambulantes, conversé con varios de los locales y lo pasé sensacional con toda una “banda” de unos diez chiquillos de siete a ocho años a los que miré mientras atosigaban a los turistas pidiendo ayudas varias, principalmente unas monedas.

Conversando con ellos y con dos señoras mayores, en realidad no tan mayores, (tenían treinta y seis y treinta y ocho años y parecían de cincuenta) , me enteré que vivían en otra parte de la isla que, como siempre sucede, era la parte pobre de la misma y estaba apartada de lo turístico.  Me contaban que trataban de aprovechar la llegada de las lanchas que traían a contingentes de turistas de menores ingresos porque eran los que más colaboraban con ellos y a decir verdad, los atosigaban pidiendo o tratando de venderles chucherías.

A la charla del grupo se sumó un heladero al que le vaciamos la conservadora de helados, se sorprendió cuando le dije que le compraba todo el contenido de la heladera para que los chicos se sirvieran a gusto, él no caminó más y la algarabía de los menores nos aturdió pero más se sorprendieron cuando les dije que me alojaba en el hotel La Isla en el fondo de la península porque la gente que paraba allí no se llegaba nunca a esos lugares y para ellos era imposible acercarse porque los corrían sin que nadie pudiera decir nada.

No se descubría nada, el dinero y las “supuestas posiciones” marcaban enormes diferencias aunque tampoco iba a entrar en esas disyuntivas sociales, sólo contesté que hay gente y gente.  Además de los helados regresé al hotel con una bolsa conteniendo dulces de la región y diversas chucherías de las utilizadas como “recuerdos de…” , esto no fue porque me condoliera de las necesidades de esa gente, el tema pasó por otro lado.

Fuera de la condición social que fuera, tuviese los estudios que tuviera, delincuente u honesto, aprendí algo de los colombianos, se expresan, aparte del tono melodioso de su habla, con una educación excelsa y respetuosa y no se demuestran sumisos con ello, son sus modos, sus formas y a mí me encantaron.

Cuando regresé al hotel atestado de helados, de agua pamela y de sol, ya había pasado largamente la hora de la merienda, pasé primero por la piscina del hotel y me dejé caer en una de las reposeras, pedí un trago largo y me quedé mirando, para que negarlo, cuerpos exuberantes “protegidos” por muy minúsculos trajes de baño, había de todo, mamás jovencitas, novias, “acompañantes de lujo” , trabajadoras del hotel y una muy distinta clase o color de piel, lo mismo que los cabellos.

A ciencia cierta, ni ganas tenía de hacerme el sonriente con ninguna, sabía que tenía los “cupos completos” .  Una risa divertida y contagiosa me llamó la atención y busqué con la mirada al grupo de cinco muchachos parados y tres chicas sentadas tapadas por estos.  Llamé a la camarera y le pedí que les preguntara a las tres chicas, de parte del “tío” , que deseaban tomar.

Bastó con que se acercara y les dijera para que Azul me buscara con la mirada y les avisara rápidamente a las amigas de mi presencia.  El resultado fue el de cinco “conquistadores” hablando solos y haciendo señas mientras tres hermosos culos apenas cubiertos por tiritas se alejaban raudamente de ellos y venían hacia mi lado.  La primera que habló al llegar junto a mí fue Gisela

-Hola Gonzalo estábamos hablando con unos muchachos que conocimos en la playa del hotel y…

-  Y, nada, no me cuentes, ya me he dado cuenta cómo actúan cuando yo no estoy cerca, no es la primera vez que sucede. -Habló Cielo porque Azul seguía callada y con los ojos bajos-.

-Pero, pero, no estábamos haciendo nada malo.

-  Ya lo sé, por eso estoy hablando con ustedes aunque debo reconocer que la confianza ya no es la misma.  Hoy es la última noche en este lugar y después de cenar va a tener que hacer algo para recuperar esa confianza.  Yo me voy a ir a mi suite y, no sé, piensen en algo.

Me levanté rápido para irme porque Gisela pensaba en comerme la boca delante de todos y Azul quería sentarse sobre mis piernas para sentirme adentro de su culito, Cielo , extrañamente, aunque después de verlas gozar juntas ya no era tan extraño, también pensaba en avisarle a Siara . “Las tres, sólo las tres” les dije antes de irme a duchar y acostarme un rato.

Luego de ducharme tomé el teléfono y lo llamé a Carlos , se alegró por la llamada y no había novedades, salvo el regreso de Blago y Andrey , pedí hablar con uno de ellos y fue Blago el que me contó sobre el ingreso a la vivienda de las dos mujeres cuando ellas habían salido a cenar a un restaurant, invitadas supuestamente por el hijo desde Brasil , esto “arreglo” mediante y propina con el maître del lugar que no hizo preguntas y se ocupó de las invitaciones.

La requisa concienzuda y detallada había arrojado la captura de varios informes y cartas con membretes de organismos oficiales, una pistola Beretta 3.8 y tres pendrive de 128 Gbs, a los que no accedieron esperando a que lo hicieran Cielo y Gisela .  Se habían retirado dejando todo perfectamente ordenado tal como lo encontraron.

Les di las gracias y aprovechando el celular también lo llamé a Chao , me contó con beneplácito que la Empresa de Seguridad a nivel nacional ya tenía nuevo Director General y que, de acuerdo a los informes que le dieron desde la Agencia de Detectives, tuvo que despedir a cuatro Directores de distintas áreas y que sólo habían quedado dos Directores de los anteriores, puestos que se ocuparía de llenar el nuevo Director General.

Le agradecí por esto y le pregunté por la Fundación, respecto de esto me comentó que ya estaba homologada y preparándose para funcionar en una nueva propiedad que se había adquirido en un barrio de la capital federal.  No lo hacía todavía porque después de reacondicionarla se estaban colocando los muebles nuevos y se cambiaba la instalación eléctrica para que los equipos de computación no tuvieran inconvenientes.  También me contó que la donación del tomógrafo fue todo un suceso y que él había sido invitado ese mismo lunes para la entrega al Municipio.

Le agradecí todo y corté la comunicación satisfecho porque las cosas marchaban acorde a como yo lo quería.  Al final no dormí, me cambié y bajé al bar a tomar algo como aperitivo de la cena.  Allí me encontré con todo el grupo y comprobé con alegría que Maylín se tomaba del brazo de Tai que sólo me miró resignado como diciendo, “ya está” , le sonreí e hice la seña del pulgar levantado.

Luego la charla y la cena posterior transcurrieron con cuentos de lo acontecido durante el día por cada uno de ellos, bueno, en realidad Tai y su pareja no contaron nada.  Un poco raro e inesperado fue la decisión de Roberto de pedir un brindis por la futura felicidad de Tai y Maylín y lo mismo pidió para Kaila y Patricia , afirmando también que la iban a extrañar.  Se plegaron todos a esa celebración y hubo algunas lágrimas que se deslizaron.

Iker y Roberto habían alquilado una combi como para diez personas y nos invitaron a ir a un casino que se encontraba en un hotel como a veinte kilómetros, se prendieron todos menos las tres chicas y yo que dije de ir a descansar porque el casino no era de mi total agrado, las chicas alegaron una cita previa y recibieron bromas porque las habían visto con los “moscardones” de la tarde.

Me fui a la habitación, me desnudé, me acosté y tapé sólo medio cuerpo con la sábana, a los quince minutos abrieron la puerta e ingresaron las tres, me sonreí en la oscuridad porque si me hacían todo lo que pensaban iba a quedar para desecho.  Escuché cuando se desnudaban en silencio y divisé en la oscuridad los contornos de sus figuras.  La primera en adelantarse y sacarme la sábana que cubría mi cuerpo fue Gisela , se adueñó rápido del miembro morcillón y no tardó en ponerlo en condiciones. Azul se entretenía besando y mordisqueando mis tetillas y Cielo me comió la boca que respondió enseguida a sus requerimientos.

Las arcadas de Gisela queriendo penetrarse la garganta y la saliva que corría por mis testículos me pusieron como una moto, el festín se lo hicieron mis manos que se aferraron a las tetas de la azafata y la ex modelo haciéndolas suspirar cuando les apretaba los pezones chiquitos pero sensibles y receptivos, a la par que elevaba la pelvis para que la mamada de la pelirroja fuera más profunda.

“No puedo más” dijo Gisela y se incorporó para sentarse arriba del miembro, la penetración total tardó segundos y comenzó a moverse como electrizada tratando de procurarse un placer apresurado. Cielo se sentó prácticamente en mi boca y se agarró como de un pasamano a las tetas de Azul que se había sentado en mi estómago para besarse con Gisela y apretarse los pechos mutuamente, me estaban aplastando y ahogando y, si hubiera sido “normal” lo habrían logrado pero yo podía aguantar perfectamente su peso y los movimientos de Cielo me permitían tomar aire y continuar la tortura deliciosa que le provocaba con la lengua.

Sabía lo que la enloquecería a Cielo y con mi lengua instalada en su vagina busqué de introducir el pulgar en el agujerito más chiquito que me quedaba a la vista.  Tomé aire porque esperé lo que vino a continuación, el orgasmo hizo que se desplomara sobre mi cara y me ayudó el que se levantara un poco para apoyarse sobre Azul y hacerla tener un orgasmo apretando sus pechos y sus pezones con fuerza.

Gisela estaba a punto y no esperó más, tuvo su orgasmo haciendo que todo el miembro desapareciera en su interior y lo apretaba con sus contracciones en toda su extensión, parecía una mano que apretaba y soltaba, no sé como hice para aguantar porque a eso se unía la delicia de escucharlas gritar en forma disonante pero placentera.

La colorada salió tirándose a un costado y la azafata no perdió tiempo, lubricación sobraba y se sentó dándome la espalda para penetrarse el culito haciendo movimientos para encontrar sin problemas el canal del recto, no bien calzó el glande le di un caderazo para penetrarla rápido y profundo, gritó como si la mataran pero se calmó enseguida porque era lo que buscaba y comenzó a moverse entrando y saliendo con velocidad.

Cielo que se había quedado parada al lado, se puso delante de ella y la empujó suavemente para que abriera las piernas y se dejara caer sobre mi pecho, al tenerla así se zambulló en su entrepierna para lamer los labios íntimos y mordisquear el clítoris de la “petisa” que comenzó a gritar, “el clítoris noooo, sííííí, dale chupalo, mordelo, hija de puta, tengo el culo roto y me estás llevando al cielo” .  Yo no me quedé quieto y me prendí a las tetas que estaban perfectamente a mi alcance, apreté, pellizqué y tiré de ellas hasta que no pudo más y tuvo una especie de orgasmo combinado.

Se contraía, gritaba y temblaba pero Cielo no la dejaba, se agarraba firmemente de ella porque Gisela había aprovechado la posición de la rubia y metía y sacaba sus dedos (dos en el culito y el pulgar en la vagina) con rapidez y ritmo hasta que logró que su amiga gritara también su orgasmo y quedara con la cara apoyada en el pubis de Azul .  La pelirroja no gritó pero también tembló porque su mano libre se ocupó de su entrepierna y de su clítoris ya no tan erguido ni tan desafiante.

Las tres estaban chochas de la vida y se desparramaron en la cama, yo tenía los huevos echando humo y pregunté quién iba a ser la que me sacara la leche.  Sin decir ni una palabra las tres se pusieron en cuatro en el borde de la cama esperando que me decidiera por alguna.  Las miré y me dio un “no sé que” tener que elegir a uno y me fui acercando hasta prenderme a las caderas de Gisela , fue la primera en recibirme hasta el fondo por uno y otro lado y no hubo forma de arrancarme de allí por más manotazos y pedidos que intentara, llegó al orgasmo mientras yo tomaba parte de su energía y quedó como piltrafa tendida de bruces sobre la cama.

“Despacito Gonzalo , despacito” , me pedía Azul pero mentalmente me rogaba por una penetración a fondo, haciéndola sentir una hembra dedicada a mí.  Le encantaba sentirse “usada” con un poco de violencia y yo no quería defraudarla, aunque al principio pataleó, gritó y hasta incluso lloró, terminó acoplándose con placer a las penetraciones, terminó igual o peor que Gisela .

Lo de Cielo fue distinto, si bien es cierto que no perdoné ninguna de esas dos oquedades, las penetraciones fueron profundas pero realizadas en forma lenta y eso la desesperaba.  Las lágrimas y los pedidos de más y más fueron de absoluto placer y en ella me descargué haciéndola delirar cuando sintió el líquido caliente en el fondo de sus tripas.  Lógicamente también quedó desvencijada.

Fui a servirme un trago para bajar un poco la adrenalina y cuando pregunté desde la habitación de al lado que querían tomar, ninguna contestó, fui a verlas y me las encontré a las tres, cruzadas en la cama, absolutamente dormidas e imposibles de despertar, se me había ido la mano con la “chupada de energía” , estaban bien aunque sin fuerzas para mover un dedo y allí las dejé.  Mejor para mí, la otra cama me esperaba feliz.

Me despertaron en la mañana y no las dejé ponerse mimosas, Gisela riendo me dijo que era mejor porque estaban irritadas hasta en los ojos y estaban contentas porque además de una noche espectacular conmigo habían hecho una buena obra.  La miré como interrogándola pero ya la había “escuchado” pensar de qué forma tenía pensado Maylín en aprovechar la habitación si las chicas no estaban, hasta les había pedido consejos respecto a cómo hacer para relajarse ante una pija grande porque, según parecía el chino grandote era todo proporcional y la chinita estaba algo asustada por esto.

Les pedí que me contaran como era eso de la “buena obra” . Azul comenzó a explayarse dando vueltas para terminar diciendo que Maylín estaría más cómoda y saltó Gisela para interrumpirla…

-No Azul , con Gonzalo eso no va, a él hay que decirle la verdad sin ocultar nada y sin dar vueltas.  Le dijimos a Maylín que estaríamos toda la noche afuera y ella iba a aprovechar para “entrarle” a Tai , -siguió Cielo -.

-Sí, además nos preguntó cómo hacer para relajarse si él resultaba ser “grande”.

-  Claro y supongo que ustedes tienen experiencia en eso, ¿no?

-Sí que tenemos, amor, preguntale a mi culito que tenía miedo y ahora muere por seguir probando la tuya. -completó Gisela lanzando una carcajada-.

-Yo estoy igual y cada vez me gusta más pero era sólo que no quería “mandarla al frente” a Maylín .

-Pero se entera Azul , no sé cómo pero se entera y ninguna quiere quedar mal engañándolo, Cielo y yo ya lo comprendimos.

Después de esa charla nos bañamos todos juntos y recibí una mamada a trío hasta que lograron que les llenara la cara de leche.  Salimos del baño y pedí el desayuno para los cuatro.  Luego fue todo parecido hasta que, luego de almorzar Tai quiso saber si podía hablar conmigo, ya sabía lo que quería decirme y le contesté que no hacía falta que me dijera nada, que me alegraba por él y por Maylín , que aprobaba todo pero con una única condición.  Se puso tenso esperando la condición que le iba a expresar y le dije: “cuando hagan la fiesta de casamiento me tenés que invitar” .  Suspiró más que aliviado y me contestó que eso ni siquiera tenía que dudarlo.

Para las cuatro de la tarde estábamos esperando a Mao que llegó a horario y en el viaje de regresó me comentó que le parecía que tenía un nuevo cuñado, “yo creo que sí y me alegro por ellos, son dos joyas engarzadas a la perfección” -le contesté-.  Ya en el puerto turístico de Cartagena nos despedimos de todos y salimos para el Aeropuerto Rafael Núñez , esperamos como dos horas a que Gustavo , Sergio y Azul se cambiaran, arreglaran todos los papeles junto al plan de vuelo y decoló el avión para ir a Bogotá .

El viaje hasta el Aeropuerto El Dorado Luis Carlos Galán , en plena ciudad de Bogotá duraría unos 40 minutos y cuando llegamos allí nos maravillamos por lo hermoso y grande de esta terminal aérea.  El grupo se quedó en las inmediaciones para esperarnos y las mujeres aprovecharon para visitar varios de los locales comerciales que existían allí, se estaba mejor en el aeropuerto por el aire acondicionado debido a que la temperatura había cambiado y el aire era pesado y húmedo.

Tai y yo alquilamos un auto y nos dirigimos a la ciudad para ver y conocer a los integrantes de la familia que había emigrado de Venezuela .  Llegar fue relativamente fácil, tomamos por la Avenida El Dorado que no sacó del Aeropuerto, viajamos por ésta hasta llegar a la Avenida Carrera 30 y por las cercanías del estadio El Campín , sólo a cinco cuadras de éste, encontramos la empresa de transporte, la edificación no parecía ser muy prospera y los camiones medianos y las tres camionetas de fletes que había en las inmediaciones tampoco parecían estar en buenas condiciones.  Lo miré serio a Tai porque me esperaba problemas allí.

Estaban por cerrar y nos apuramos a entrar en las oficinas donde se atendía al público y se notó que allí no sobraba la limpieza, salió a atendernos una china de unos cuarenta años, despeinada y bastante mal vestida preguntando que queríamos, una más se asomó y también en las mismas condiciones que la anterior preguntándole en Chino a la primera si sabía quiénes éramos.  Le contesté que veníamos de parte de la familia “tal” de Cartagena para contratar unos viajes y queríamos ver al Jefe de Familia.

Luego esperé a que Tai les tradujera y aproveché para “escuchar” los pensamientos de las dos mujeres que parecían temblar de miedo esperando castigos de “fulano” .  Me contestaron casi a la vez que no podían atendernos y una de ellas pensó que el Jefe de Familia, quien resultaba ser el esposo de quien nos hablaba, había sido asesinado por “fulano” y que el anciano estaba encerrado en una habitación.  Una voz de hombre hablando Chino se dirigió en voz alta a las mujeres, “que se vayan, no conocemos a nadie de ese apellido” .

Le dije a Tai que le gritara al que estaba adentro para que saliera que queríamos hablar con él, que había mucho dinero en juego y lo iba a beneficiar. “Dinero” la palabra que abre todas las puertas.  El tipo, casi de mi altura, mal vestido, grasoso y mal hablado empujó a una de las mujeres y salió, de inmediato asomó otro más atrás de él y con una mano en la empuñadura de una pistola que llevaba en la cintura preguntó de qué dinero hablábamos.

Apenas salieron el YAOGUAI me hizo saber que ninguno de los dos eran de la familia y en voz baja le dije a Tai , “el más delgado no me interesa pero no lo mates, procedé cuando yo inmovilicé a éste” .  Me dirigí al tipo acercándome, “Buenas noches yo soy el, LÁI RÉN, venimos de parte del YAOGUAI” .

El “fulano” me entendió aunque no tenía ni puta idea de quién era el YAOGUAI, no pasó igual con la mujer que había pensado en el marido asesinado, ella era de la familia y si sabía porque se puso pálida y se tuvo que sentar porque empezó a temblar.  Estaba muy cerca del chino y con celeridad lo tomé del brazo y lo dejé inmovilizado, casi al mismo tiempo los cuchillos de Tai impactaron en los bíceps de los brazos del otro chino y quedó gritando con los brazos caídos al costado de su cuerpo, tras cartón, el golpe en la nuca lo desmayó.

La mujer se tiró a mis pies, lloraba a moco tendido y pedía perdón, la otra hizo exactamente lo mismo, yo le hice una seña a Tai que les gritó y mandó a una a buscar algo para atarlos y amordazarlos y a la otra la mandó a cerrar el local.  En sólo dos minutos estaban los dos chinos hechos unos paquetes amordazados y el local completamente cerrado.

Pasamos al interior, a la casa propiamente dicha y eso era la dejadez total, dejamos a los tipos tirados a un costado y me dirigí a las mujeres que temblaban abrazadas, eran hermanas y, siempre por intermediación de Tai , las tranquilicé diciendo que no tuvieran miedo, que yo era el “Portador” y que venía a ayudarlas.  Les pregunté cuantos eran de familia, respondió que eran seis personas, les pregunté también qué había pasado con el Jefe de Familia anterior y me comenzó a contar:

-Mi marido era una persona muy buena y cuando tuvimos que escapar de Venezuela , salimos casi con lo puesto y fuimos ayudados por otras familias chinas.  Éste hombre le rogó a mi marido que lo dejara venir con nosotros aduciendo que estaba solo y tenía miedo a quedarse, accedimos porque nos ayudaría con el anciano y con los hijos que tenían trece, catorce y quince años.  El anciano aguantó pero no así el marido de mi hermana que falleció en esa caminata que parecía no terminar nunca.

-  ¿Qué pasó con el otro que está atado?

-A ese lo mandó a llamar a los seis meses de estar aquí y después de matar a mi marido, según él en un asalto cuando les robaron una de las camionetas.  Este hombre se hizo dueño de la familia y nos golpeaba cada dos por tres.  Mis hijos eran menores pero ahora que tienen dieciocho y diecinueve años están obligados a trabajar porque él nos tenía de rehenes, mi hija se escapó y está viviendo en casa de unas amigas y estudiando en un colegio nocturno.

A medida que iba contando me daba cuenta que era todo verdad, aunque algunas cosas sobre los castigos que les propinaba o que “usaba” a la hermana como mujer no las contó o que la hija se escapó porque el amigo quiso violarla.  Le pregunté por qué estaba todo en tan malas condiciones y si eran ayudados por las empresas.

-Las empresas nos ayudan y le hicimos creer que era todo proveniente de la comunidad china colombiana pero no le importaba de dónde venía, se la gastaba en juego y en mujeres al igual que lo poco que producía la empresa y ni siquiera hacía mantenimiento de los vehículos.

-  ¿Por qué no pidieron ayuda o comentaron esto con otras familias?

-Porque estábamos aislados, nos sacó todos los datos que tenían que ver con amigos o ayudas, no sabíamos adónde vivían, ni teléfonos ni nada, hasta nos fijaba un tiempo para ir a hacer las compras.

La cosa venía para largo y la llamé por teléfono a Siara para que usara su tarjeta para gastos y se quedaran en algún hotel, le dije que a nosotros se nos habían presentado problemas y tendríamos para rato.  Luego de eso fuimos a la habitación donde estaba encerrado el anciano, el pobre viejo estaba moribundo, sentado en una cama, rodeado de mierda y orina de varios días y haciendo esfuerzos para respirar un poco de aire puro.  Lo revisé y el YAOGUAI me dijo que no moriría pero que primero me mostrara a él y luego necesitaba atención médica para hidratarlo y para que se le hicieran análisis y lo medicaran.

Le dije a Tai que le dijera al viejo que yo era quien era y que se lo iba a demostrar para que se quedara tranquilo respecto a que la familia estaría protegida.  El custodio salió y me quedé solo con el viejo, me saqué la camisa de manga corta y le mostré al oso, no podía hacer ningún tipo de reverencia debido a su estado pero bajó los ojos e inclinó la cabeza, yo tuve un poco de temor porque dos lágrimas surcaron sus mejillas casi secas. “Se nos va” me gritó el YAOGUAI repercutiendo en mi cabeza, “juntá los dedos de las manos en un solo punto, apretá los costados de su cuello con ambas manos en punta y traspasale energías, es el único modo” .

No sabía esto pero seguí sus instrucciones y el viejo pareció revivir un par de años, tanto que ya quiso levantarse para reverenciarme.  Le dije que no y poniéndome la camisa llamé a las mujeres para que me ayudaran con él.  Cuando volvimos con el viejo a la sala, entraban los dos hijos que se abrazaron a la madre y a la tía preguntando qué pasaba y quiénes éramos nosotros.  La madre le dijo que había cosas que nunca se las explicaron pero era hora que supieran que su familia dependía de una persona a la que le debían servir hasta con la vida y era quien los protegería.

Les explicó que esa persona era el “Portador” del YAOGUAI que se había hecho presente para ayudarnos. “¿Por qué no apareció cuando más lo necesitábamos?” dijo uno y la madre le contestó llorando, “porque no había forma de hacérselo saber, nos ayuda pero no es adivino.  Ahora nos tiene que mostrar algo para saber que es verdaderamente él y luego les explicaremos con más detalles, tómenlo con calma y sin miedos”.

En ese momento el tipo que me interesaba había recobrado el conocimiento y me acerqué a él para preguntarle quien era, de dónde venía y que hacía en esta familia, no me quiso contestar pero… me enteré que era “fulano de tal” , que venía huyendo porque había pertenecido a la TRIADA afincada en Brasil ,los había traicionado y robado, desde entonces estaba huyendo y había utilizado a esta familia para pasar como parte de ellos y poder salir de Venezuela porque allí también lo buscaban a él y al amigo al que mandó llamar y le costeó el viaje.  Los iba a secar a los dos pero se me ocurrió quedar bien a la vez que los eliminaban ellos porque no olvidaban ni daban causas por vencidas.

Sería cerca del mediodía en Hong Kong , le di mi teléfono a Tai y le pedí que llamara al Jefe Máximo de la TRIADA china.  Atendió enseguida el teléfono y pidió unos instantes para conseguir un intérprete.  Los chinos de la familia me miraban sorprendidos, cuando el hombre contestó Tai me pasó el teléfono, lo saludé muy amablemente, él hizo lo mismo y le expuse el problema hablando pausado…

-  Tengo en mis manos a dos chinos que traicionaron y robaron a la TRIADA de Brasil, se habían fugado a Venezuela pero ahora están en Colombia, si los quieren, su gente de Colombia los puede venir a buscar, si no los quieren me encargo yo de ellos como usted ya vio que lo hago pero quería que lo supieran.

-Es un honor para nosotros que nos haga esa “entrega”, servirán de escarmiento, de inmediato me estoy poniendo en comunicación con nuestra gente para que los vayan a buscar.

-  Le paso la dirección por mensaje y que quede claro, ésta gente está sentenciada por haber atentado contra un miembro de una de mis familias, debería ser yo quien me hiciera cargo, esto es sólo una atención a ustedes, no quisiera saber que se han condolido de alguno de ellos.

-Descuide “Portador”, en persona me comprometo a que el castigo sea al “modo chino” para que no les quepan dudas del error que cometieron.

Lo saludé y sólo quedaba esperar a que los vinieran a buscar, algo que imaginé que sería lo más rápido posible y mientras el viejo hablaba y trataba de explicarle a sus familiares el por qué de su repentina mejoría, me acerqué al que había reducido Tai , le apoyé la mano en el hombro y recuperé la energía pasada al anciano.

Quedaba mostrarme ante todos y lo hice como siempre en un cuarto y a solas, no hubo gritos pero el terror se apoderó de ellos, temblaban, balbuceaban y tuve que llamar a Tai para que con cuatro alaridos los hiciera reaccionar.  Mandé a las mujeres a bañarse y a cambiarse con lo mejor que tuvieran y que de paso lo hicieran con el padre, los jóvenes me miraban sin saber qué hacer ni que decir y les pregunté si había por la zona algún centro comercial abierto.

Había uno en las cercanías y luego de que las mujeres terminaran de bañarse mandé a uno de los jóvenes con la tía para que compraran algo de ropa más decente para las mujeres, dos celulares de uso rápido comida abundante para la cena y artículos de limpieza, no sólo para la casa sino también para ellos, les di dinero más que suficiente y les dije que no regresaran hasta no haber conseguido todo lo que necesitaban.

Llamé a la tía aparte y como hablaba bastante de Español, le dije que comprara ropa interior nueva y moderna, utensillos para depilarse junto a crema depilatoria, peines, cepillos para el cabello y algo de maquillaje, pretendió negarse y la dejé dura poniéndole la mano sobre el hombro, la miré a los ojos y le hablé mirándola fijo: “no quiero peros, mis órdenes no se discuten, se arreglan entre las dos y mañana las quiero ver como las más lindas del barrio” .  Asintió bajando la cabeza y se marchó luego con el sobrino.

Sólo quedaba esperar y nos quedamos con el viejo y uno de los jóvenes porque mandé a la viuda a limpiar y ventilar la habitación del viejo.  Cuando se sentaron los dos mirando a los que estaban atados el odio parecía flotar en el ambiente y pensaban mil y un modo de proceder para hacerlos sufrir, me enteré allí de las palizas que habían recibido de este mal parido y estuve a punto de dejarles hacer lo que quisieran con esos dos pero… ya había asumido un compromiso con otra persona y no podía defraudarlo.

Opté por pedirle al joven que me mostrara la casa y me fuera contando sobre las disponibilidades del material de la empresa.  La casa estaba bastante deteriorada y surgió que sólo funcionaban dos de las seis camionetas que tenían y de los tres camiones de mudanzas funcionaba uno sólo pero no eran modelos muy viejos, únicamente necesitaban arreglos y mantenimiento.

Me comentó que existía un taller mecánico a unos 100 metros de allí, era de un joven amigo que se encargaba de arreglar lo que podía y a los saltos porque nunca había dinero para repuestos y reparaciones más grandes.  Le pregunté si había confianza con ese mecánico y me lo aseguró, entonces le pregunté si había manera de ubicarlo ahora mismo.

Me contestó que sí, que vivía en el lugar y le pedí a Tai que vigilara, que si venían a buscar a los tipos les dijera que me esperaran, que yo volvería enseguida.  Nos fuimos caminando a ver al mecánico, el joven me presentó como un amigo del padre y el mecánico me resultó una persona emprendedora y muy decente, sus pensamientos no me decían lo contrario, motivo por el cual le pedí un presupuesto estimado para dejar a los vehículos en óptimas condiciones.

Tomó papel y lápiz y detalló lo que le hacía falta para arreglar dos camionetas en forma urgente, el cambio de cubiertas y los trabajos de chapa eran aparte, le dejé casi un 60% del valor que me pasó y le pedí que mañana mismo metiera mano en esos vehículos, tenía trabajo asegurado para dos meses con todos los vehículos y aceptó encantado.

Al regresar había una camioneta oscura tipo Van en la puerta y un coche de alta gama, al entrar nos encontramos a un chino bien vestido, trajeado a la moda que, con reverencias, se me presentó diciendo que venía de parte de “tal”(era el jefe de Hong Kong ) para ponerse a mi disposición.  Le devolví el saludo deferentemente y le expliqué quienes eran los tipos atados, los dos miraban con terror indisimulado porque conocían a quien los venía a buscar.  Le dije a este señor que, según me enteré luego era el Presidente de una gran empresa de construcción de la zona, que estos dos eran una atención para el señor “tal” y que no fuera a ser cosa que trataran de escapar o zafaran de los castigos que merecían.

Me hizo saber que estaba enterado de quién era yo y que no dudara que mis pedidos serían como órdenes emanadas de la Central, “escapar no van a escapar” -dijo- y sacando una daga de entre sus ropas caras les cortó a ambos y de un sólo movimiento con cada uno, los tendones que pasaban por detrás de las rodillas y luego limpió la daga en la ropa de los desgraciados que no pudieron ni gritar.  El joven de la familia hizo ingresar la camioneta a un garaje de la casa y cuatro chinos que iban con el “elegante” los metieron en la parte trasera arrojándolos como fardos.

Me dio luego su tarjeta personal y allí fue donde me enteré de su cargo en la empresa, me vino bien porque aproveché para pedirle que viera la posibilidad de enviar a pintores, electricistas y albañiles para dejar la casa y los locales como si fueran nuevos.  Saqué la tarjeta para darle los datos y que se descontaran de allí los gastos que eso ocasionaría y se negó a recibirla.

-  A usted no se le puede ni se le debe cobrar absolutamente nada y no dude que a partir de mañana empezarán a trabajar, la familia jamás será molestada, lo mismo el personal que utilicen y buscaremos el modo de hacerles llegar trabajos legales que no los identifiquen con nuestra sociedad ilegal .

Le agradecí sinceramente lo que decía, sabiendo que esto se cumpliría a rajatablas, hice extensivo esta recomendación para la subsidiaria de la empresa madre que me pertenecía, haciéndole saber precisamente eso, que era mía.  Cuando le nombré a esa empresa frunció el ceño y pensó en los negocios que tenían con varios de sus directivos.  Lo aparté y le dije serio tomándolo del brazo…

-  Eso no puede ser factible los Directores de mis empresas no pueden tener arreglos ni tratos ilegales, lo lamento si ustedes pierden pero tengo que sacarme a esa lacra de encima .

Se sorprendió al saber que le había leído la mente pero bajó la vista y me dijo que así sería y yo seguí, “es más, no sé si pedírselo al Jefe Máximo o arreglarme directamente con usted pero en lo inmediato quiero una limpieza total en esa gente y con todos los involucrados, sólo con despedirlos no me alcanza” , entendió enseguida el pedido y me respondió que no era necesario molestar al Jefe, que él se encargaría personalmente de esto y esa empresa tampoco volvería a ser tenida en cuenta ni molestada por ellos, volví a agradecerle y me despedí dejándole mi número telefónico y haciéndole saber que podía contactarme cuando lo creyera conveniente.

Una vez que se fueron se respiró otro aire en la casa y el joven, mientras le contaba al abuelo sobre las reparaciones que efectuarían en los vehículos se puso a limpiar la cocina y luego de esto a ordenar la mesa poniendo los platos para la comida que no tardaría en llegar.  La hice llamar a la mujer que ni se había asomado cuando se llevaron a los tipos, cuando vino lo miré a Tai y luego al anciano, a la madre y al joven a quienes me dirigí…

-  Nosotros no nos vamos a quedar a comer, tendrán mucho de qué hablar y ustedes los jóvenes que escuchar y aprender, mañana esto se va a llenar de obreros, déjenlos trabajar tranquilos, vamos a volver a media mañana y lo tenemos que llevar al anciano a una clínica para que lo atiendan y lo mediquen .  Quisieron insistir pero me mantuve firme en eso y nos retiramos.

Íbamos en el coche con Tai hablando con el manos libres para averiguar donde se había alojado el resto del grupo y me puse a pensar en cuanta razón tenía el YAOGUAI cuando me decía que iba a tener un trabajo arduo con las empresas, sus directivos y las familias con las que había una correspondencia recíproca y una risa cristalina sonó en mi cabeza.

Continuará…

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