El demonio de nombre extraño (12)

Lo de Cielo y Gisela estuvo más que bien, luego paseamos en limusina por el Nueva York nocturno. En la empresa armo un lío de aquellos.

INFORMÁTICAS, VIAJE TURÍSTICO Y EMPRESAS.

Cuando entré en la habitación comencé a sacarme la ropa, dormiría desnudo, aunque afuera estaba algo fresco y daba para usar un sueter y una campera, adentro de la habitación estaba más que templado en todos los ambientes y, acorde a mis gustos, andar en pelotas no se me daba mal…

  • Me viene genial que te vengas a dormir un rato, este es un buen momento para que me autorices a “dejarte” por un instante.  Te aseguro que vas a dormir y para cuando despiertes ya estaré contigo nuevamente, es más, estoy seguro que vas a necesitarme, jajaja.

La voz del YAOGUAI sonando en mi cabeza entre seria y divertida, me tomó casi de sorpresa y, lógicamente le permití el momentáneo “abandono” preguntando que tenía que hacer yo… “Vos no tenés que hacer nada, simplemente, andá a dormir y no te preocupes”. Preguntar más era “al pedo” , además, sentí un escalofrío bastante pronunciado que pareció venir desde el centro de mi cabeza y se extendía hasta la punta de los dedos de los pies, tenía una idea formada respecto a lo que el Espíritu debía hacer y opté por no preguntar nada.

Me quedé dormido sin darme cuenta, prácticamente desnudo sobre el cobertor, ni supe como llegué hasta la cama.  Casi a las dos horas me desperté, fresco, renovado, como si hubiera descansado todo un día entero y sin signos de embotamiento. “¿Estás?” -pregunté-, “estoy” , -me contestaron- y me quedé más tranquilo, no me jodía en la conciencia pero tenía claro que había habido “limpieza” en la familia del ex Jefe de la TRIADA neoyorkina.

El sonido de unos golpes suaves en la puerta ayudó a que me despabilara por completo.  Al abrir me encontré con los ojos color celeste profundo de Cielo y con el rojo de la melena de Gisela , me miraban como con signos de interrogación y sin percatarme de que estaba vestido sólo con el bóxer, les dije que pasaran, ya en el interior se quedaron mirándome y ninguna atinaba a decir palabras.

  • ¿Qué hacen por acá?, las hacía recorriendo distintos lugares.
  • No sí, lo que pasa es que… algo recorrimos pero... preferimos ver si podíamos…

Cielo parecía elaborar un trabalenguas para decir lo que pensaba y yo ya lo tenía clarito, ambas querían “desmelenarse” junto a mí.  Las dos tenían puestas sendas camperitas de jeans y minifaldas, la de la rubia un tanto arrugada porque retorcía sus bordes inferiores con ambas manos debido al punto de nerviosismo que experimentaba y que no la dejaba expresarse bien… Gisela lo solucionó más rápido haciendo gala de su desinhibición, “¡Nena, qué complicada que sos!, veníamos para estar un rato con vos, yo tengo una o dos deudas que “pagar” y Cielo quiere colaborar y recibir algunos “mimos”” .

No pude evitar la risa, mí carcajada las sorprendió y se miraron dudando de su iniciativa, algo que corregí al instante abrazando a la “colorada” , la apreté contra mi pecho que sintió el “impacto” de sus pezones endurecidos y levantando su barbilla con una de mis manos le “comí” la boca, primero fue con dulzura, aunque de boca bien abierta, ella reaccionó como si se raspara un fósforo y encendió su llama prendiéndose a mi boca con desesperación.  El intercambio de salivas y de lenguas enloquecidas arrancó un gemido de la boca de Cielo a la que atraje con la mano libre abrazándola contra mi costado y permitiendo que me abrazara, a la par que dejaba de lado todos sus temores y dudas.

Mi otra mano acariciaba una de las nalgas de Gisela que se movía como una víbora aceptando y gozando la caricia, la rubia se deslizó de mi abrazo e hizo lo que mi miembro endurecido estaba esperando, lo liberó de la prisión del bóxer y lo calmó rápido besándolo, mamándolo y ensalivándolo, no podía con todo, apenas lo introducía un poco más de la mitad pero lo hacía bien y con ganas.

Mirarla y ver que me miraba con ojos de hembra desatada, lagrimeando y la mitad de mi pija en su boca casi me hace terminar en ella, no sé cómo me retuve pero lo saqué de su boca y tomándolas de la cintura fui con las dos hasta la cama.  Las camperas, camisa y remera de una y otra quedaron en el corto camino, no había sostenes, no eran necesarios, esos dos hermosos pares de tetas se sostenían solos sin necesidad de ayuda.

Se tomaron escasos segundos para que las minifaldas “desaparecieran” y no las dejé sacarse las tangas blancas que llevaban. Gisela subió a la cama y antes de que lo hiciera Cielo , la abracé “comiéndole” la boca tal cual lo había hecho con la amiga, el beso se sintió distinto, apasionado y con ganas pero expresaba un tipo de ternura y cierta candidez que no había experimentado con la “colo” , hasta el gemido de placer sonó distinto.

La rubia había quedado entre la cama y yo dándole la espalda a la compañera que no perdió tiempo y arrodillada en la cama la abrazó desde atrás y se dedicó a enloquecerla con caricias en las tetas y apretando con fuerza los pezones duros.  El pulgar y el índice de cada mano hicieron estragos en la fotogénica modelo.

El orgasmo gritado con ganas nos sorprendió a los tres porque creo que ni ella misma lo esperaba y tuve que mantenerla desde las axilas para que no se desplomara a los pies de la cama cuando las piernas no le respondieron, “que te reparió, eso fue un señor polvo, quiero uno para mí” , le dijo Gisela dejándose caer de espalda todo a lo largo de la cama y riéndose pero no con la risa de la broma, reía como una forma de expresar el gozo que experimentaba por la situación.

Cielo , rápidamente recuperada, le contestó, “tonta, claro que te toca a vos” y se arrojó sobre su amiga, le apretó una teta en la pasada dejando la mano allí y se “soldaron” las bocas de las informáticas que se movían de un lado para el otro sin despegar los labios.  Ver a esos dos “monumentos” besarse espontáneamente y sin tapujos me puso como una “manada de burros” , me arrodillé entre las piernas abiertas de las dos y busqué la entrada delantera de Cielo con mi glande, ni le saqué la diminuta prenda interior totalmente anegada, sólo la corrí con dos dedos y empujé, no a tontas y a locas pero sin detenerme.

El ¡ayyyy! se le cortó abruptamente porque Gisela volvió a taparle la boca con un beso más que apasionado, entró todo y las paredes de su vagina acusaban el paso del ariete más grueso de lo que acostumbraba pero, habían venido a gozar y se repuso rápido buscando más penetración que la que se podía.  Ya suelta de la boca de Gisela , gemía, gritaba controlándose a medias y le hablaba en voz alta a su amiga.

  • Es enorme, me parte la concha, hija de puta, decime que a vos también te dolió, lo mejor es que la estoy gozando como nunca, ¡ahhhh!, tápame la boca que vienen los bomberos, Giselaaaaaaaa.

Me sacó de toda concentración y no pude más que reírme pues si Gisela no la besaba como lo hizo, seguramente vendrían los bomberos o por lo menos la seguridad del hotel para averiguar a quien estaban “matando” .  No me dejó salir, aún con contracciones hizo un movimiento inesperado que nos tomó de sorpresa a la “colo” y a mí y se salió sola dejándose caer hacia un costado para quedar mirando al techo, con los ojos bien abiertos y temblando por los coletazos del orgasmo.  Quedé de frente a Gisela quien, ni lerda ni perezosa, me cruzó las piernas sobre la cintura, tomó mi miembro con una mano y se penetró ella sola dando un golpe de pelvis.

Sentí el roce de la tirita de la tanga y con una sola mano la rompí, ¿cómo lo hice? , ni yo lo sé, sólo sé que quedé como “liberado” para darle un “misionero enloquecido” haciéndola subir y bajar en sus sensaciones y en la intensidad de sus gemidos y grititos pidiendo más.  La “Santa”Cielo mandó al cuerno sus remilgos, corrió mi cabeza suavemente con una mano y cruzó la pierna para quedar sentada sobre la cara de su mejor amiga, quien “perdió” boca y lengua en sus intimidades, mientras, haciendo un poco de malabarismo, una mano se metía entre los dos para llegar al agujerito del culo de la rubia.

Me encantó el estremecimiento que tuvo cuando un dedo, el corazón, se introdujo en su culo sin hacer paradas, en todo lo largo que le permitía la posición y otra vez sucedió… “El clítoris y el culo juntos nooooo, no lo aguantó, nooooo” , no llegó a gritar porque amortiguó el grito con su propio brazo y tuve que mantenerla porque si la dejaba caer sentada ahogaría a la “colo” que también se estremecía acabando junto conmigo.

Viendo el “polvo” de Cielo no me contuve y empujé lo más profundo que pude llenándole la vagina de leche a una “emputecida”Gisela que parecía potenciarse cuando los chorros calientes llegaban a su interior. “No puedo más, no puedo más”, -decía Cielo tratando de dejarse caer hacia un costado-. “No salgas Gonzalo , no salgas, quedate un poquito más” , -pedía Gisela apretándome con sus músculos vaginales-.

Me sentí muy bien con las dos y con el momento pasado pero aún quería más, mi miembro estaba “morcillón” y costaría muy poco hacerlo “revivir” pero ellas estaban desmadejadas y tiradas de espaldas en la enorme cama.  Mi ego masculino de parabienes y también me tomé un respiro, fui al bar de la suite, puse hielo en tres vasos, un poco de limón exprimido y me acerqué a la cama con los vasos y la botella de vodka, seguramente nos reanimaría a los tres, como así sucedió…  Habló Cielo

  • Me costó un poco decidirme y ser tan “caradura”, máxime con una mujer de por medio pero es lo mejor que me ha pasado en una cama, más de una vez tuve que fingir los orgasmos y ahora “explotaron” solos, sin pensarlos, fue brutal.
  • ¡Mirá vos!, ni Gisela ni yo nos dimos cuenta…
  • Jajaja, está bien, me merezco la “gastada”. Gonzalo , ya me dijo Gisela como es esto y quedate tranquilo que no pienso traerte ningún problema.
  • Lo doy por descontado, de última y perdoná la franqueza, las que perderían son ustedes y no precisamente porque sea un dotado o un amante excepcional.

Esa conversación no daba para más, ni que decir que sus pensamientos corroboraban lo que me decía de forma oral, entonces les dije que nos fuéramos a bañar porque quería recorrer parte de la ciudad y ellas me acompañarían. “Como quieras Gonzalo pero yo todavía no pagué mis “deudas”” , -dijo Gisela -, le contesté riendo que ya las pagaría porque yo no me olvidaba de lo que ella había prometido y acoté, “además, la vista de las nalgas de ambas me han incentivado en demasía y tendrán que “pagar” las dos” .  Me miraron ambas y con sonrisas pícaras se golpearon las nalgas antes de dirigirse al baño.

Luego del baño que, aparte de unas caricias entretenidas y risueñas no pasó de allí, ellas se fueron a cambiar rápido a su habitación y regresaron en no más de veinte minutos.  Yo tenía la idea de tomar un taxi y que nos hiciera de Cicerone por gran parte de la ciudad pero entré a dudar cuando Gisela dijo, “espero que sepa hablar el Español” .

Decididamente, si hay dinero las soluciones aparecen más rápido, en el hall central del hotel nos encontramos con una señora o señorita muy agraciada que rondaba los treinta y cinco años, era la Encargada de Relaciones Públicas, le explicamos el inconveniente y, en un perfecto Español nos aconsejó alquilar una limusina para recorrer los lugares que quisiéramos y por el tiempo que estimáramos, era más seguro y el chofer, de hecho, era un mexicano de unos cuarenta y cinco años que hacía tiempo que hacía estos recorridos.

No hubo más que pensar, hizo llamar al automóvil y en muy poco tiempo estábamos instalados en la amplitud y el lujo de una limusina de color gris, el conductor de nombre Jacinto se nos presentó muy amablemente y le pedí que nos llevara a todos los lugares que fueran dignos de verse, dijo que así lo haría y nos iría comentando por el altavoz acorde a lo que nos mostraba, me dijo también que el botón azul que había a un costado de una consola servía para silenciar lo que nosotros habláramos en nuestros lugares, después de eso, accionó un motorcito y cerró el lugar convirtiendo todo en un compartimiento estanco.  Las chicas estaban enloquecidas y excitadas por partida doble, el aroma no me engañaba y me ponía bastante caliente.

Paseamos por el Barrio Chino que, de noche e iluminado era más atractivo que como lo había visto yo a pleno día, recorrió toda la Quinta Avenida mostrándonos las vidrieras de los negocios más importantes de las más reconocidas marcas mundiales, dimos varias vueltas adentrándonos en el Central Park por dónde se permitía el paso de vehículos y que, dicho sea de paso, no me pareció más que un gran parque iluminado.  A todo esto Gisela estaba más que cariñosa, lo mismo Cielo , las dos, sin haberlo hablado entre ellas, pensaban en tener sexo adentro del vehículo.

Yo las abrazaba a las dos pasando los brazos por detrás de sus cabezas y acariciaba sus cuellos con las puntas de los dedos, me propuse no “escucharlas” y guiarme sólo por las sensaciones que me demostraban.  Las caricias en el cuello generaban distintas reacciones en una u otra. Cielo se mostraba mimosa, casi como desamparada, en cambio Gisela , aparte de mimosa demostraba tensión en todo su cuerpo, tal como si fuera una pantera a punto de saltar y el brillo de su mirada denunciaba deseos de hembra.

“Si querés, animate” , le dije luego de besarla dulcemente en los labios.  No fue necesario repetirle nada más, se fue deslizando y arrodillándose en el piso alfombrado de la limusina, me soltó el cinturón, bajó el cierre y deslizó mis pantalones hasta los tobillos, lo único que hice fue levantar un poco mis nalgas y mi erección quedó a disposición de su boca, era una de las “deudas” y esperé a ver como la pagaría.

La “pagó” con creces y además con intereses, comenzó despacio amoldando la boca al grosor, pareció acumular saliva y, lentamente, lo hizo deslizar hasta la garganta, lo introducía apretando con la lengua y con los labios y lo sacaba del mismo modo pero apretando con más fuerza.  Me enloquecía con eso y luego de unas diez veces o más de entrar y salir así, en realidad no conté, no me pude aguantar y, sin avisarle, le llené la garganta de leche.

No dijo ni ay, tampoco hubiese podido pero ni siquiera hizo ningún gesto de asco o de repulsión, tragó con deleite.  Yo estaba atento a las sensaciones que me producía Gisela con su boca pero no por eso dejé de besar con hambre la boca de Cielo que, no bien la “colo” se arrodilló, se lanzó a devorar la mía. “Sí, sí, lo hice, hasta el fondo y la leche me encantó” , gritó Gisela incorporándose y dejando que sus gestos y el brillo de sus ojos verdes expresaran lo bien logrado.

No tardó mucho en agacharse nuevamente para seguir “trabajando” y limpiando al miembro, lo hacía muy bien y no tardé en responder poniéndome, si se quiere, todavía más duro. Cielo dejó de besarme y me dijo al oído, Gonza , no puedo más, estoy recaliente” , entonces recordando lo de la habitación, llevé mi mano a su entrepierna, trataría de enloquecerla nuevamente con su clítoris y su culito.  Linda sorpresa me llevé allí, las dos habían cambiado minifaldas por polleras tableadas un poco más largas y entendí el por qué, la rubia no llevaba ninguna ropa interior e imaginé que Gisela tampoco.

Estaba empapada cuando metí dos dedos en su vagina y el gemido llenó todo el habitáculo, apenas un par de movimientos y salí de allí, aprisioné el clítoris con el índice y el pulgar y estirando la mano lo más que pude, metí el anular en su culito. “No, no, no puedo, no Gonza no, es superior a mí, no por favor” , alcanzó a decir un poco antes de gritar su orgasmo con todas sus ganas.

Gisela estaba enfrascada en “pagar” su otra “deuda” y pretendía sentarse sobre el miembro para que el glande perforara el virginal culito, la cabeza había encontrado ya al recto y pretendía penetrarse despacio, sintiendo y haciéndomelo sentir a mí.  No pudo ser y le costó lágrimas, el grito de Cielo la sorprendió de tal manera que perdió el control de su descenso y se sentó sin hacer escalas.  El alarido de Gisela , sin ninguna duda, fue de dolor y la diferencia se notó pero abrazándola no dejé que se levantara.

  • Por favor Gonzalo, está todo roto, me lo rompí sola, estoy segura que me lo rompí, no te muevas, ¡qué dolor por Dios, qué dolor!...  No te muevas, dejá que salga”.

Ni loco la dejaba salir de allí, el lugar era más que estrecho y me apretaba sin que ella hiciera nada para esto, no ya la base sino gran parte del miembro latía apretado aunque no me importaba y deseaba seguir.  La calmé de a poco besando su cuello y pidiéndole que esperara un rato así, le hice una seña a Cielo y entendió enseguida el modo en que debía brindar su ayuda.

La boca de la rubia se hizo dueña de la vagina y el clítoris de la “colo” y todo comenzó a funcionar mejor, los movimientos de las caderas de Gisela comenzaron a aparecer y después era imposible de hacerla parar en sus subidas y bajadas, los insultos desaforados y hasta con gracia hacía la amiga que le chupaba la concha y hacia mí porque le seguía rompiendo el culo desembocaron en risas que ninguno de los tres podía contener.

Resultado de esto: Gisela quedó con el culo abierto y rebosante de mi leche, la vagina inflamada y el clítoris irritado e hinchado, los pezones doloridos por los apretones que yo le daba y con el cuerpo desmadejado por la suma de orgasmos que la asaltaron y que se sucedían unos detrás de otros.

Después de un rato en que nos recuperamos los tres, ni sabíamos por dónde andábamos, pulsé otra vez el botón que nos comunicaba con el conductor y le pedí que nos llevara a algún lugar bonito para tomar algo.  Ni lerdo ni perezoso, Jacinto nos llevó a South Street Seaport , un pequeño puerto donde abundaban los bares, restaurant, indudablemente un lugar para la joda y desde donde salía un crucero para dar una vuelta alrededor del famoso puente de Brooklyn .

Las chicas necesitaban pasar a un sanitario y elegí el mejor lugar que vi en la zona, Jacinto estacionó la limusina y me dijo que nos tomáramos el tiempo que quisiéramos, que él nos esperaría lo que fuera necesario. “Ni que estuviera borracho Jacinto, usted se baja con nosotros y nos acompaña en el festejo, salvo las chicas, pida, tome y coma lo que quiera” .  El mexicano me miró sorprendido pensando si eso no le traería problemas pero se decidió rápido, cerró el vehículo y nos acompañó con una sonrisa de oreja a oreja.

El lugar era un restaurant selecto y lujoso y junto a unas arcadas que lo dividían había un bar con la correspondiente barra, mesas individuales y pista de baile.  Cuando las chicas regresaron del sanitarios, ya recompuestas y con las ojeras disimuladas con un poco de maquillaje, nos pusimos a cenar los cuatro, nos atendieron de primera, comimos carne asada tal como les gusta a los americanos, “chorreando sangre” y no me agradó porque cuando comí carne en otros países siempre me acordé de las carnes argentinas y la calidad que tienen los asadores para prepararla, nos miramos con las chicas y lo comentamos, es una conjunción, ante el mismo corte de carne, la calidad del asador argentino se impone.

Jacinto nos dijo que, de haber sabido que queríamos carne y asadores de nuestra tierra nos hubiera llevado del otro lado del puente, allí había un restaurant típicamente argentino, de dueños argentinos y con asadores argentinos o varios más en el propio Manhattan .  Como fuera, la comida que estuvimos comiendo la “adobamos” con un vino tinto exquisito y unos postres a los que no pudimos menos que hacerle honores.  Luego de hacer un rato de sobremesa con los cafés las chicas quisieron ir un rato al bar-discoteca, así lo hicimos, ellas bailaron un rato con el mexicano que se prendió encantado a la jarana y yo me entretuve con el champan y viendo a los distintos especímenes que daban vueltas por el lugar.

Me causó gracia porque estábamos en EE.UU. a miles de kilómetros de casa, con otro idioma, con otra idiosincrasia pero sucedía lo mismo que en cualquier boliche de allá.  Grupos de chicas por aquí, muchachos por allá, parejas que hacían “la suya” , “conquistadores de boliche” atentos para tratar de dar el golpe a alguna descuidada, chicas “habitué” del lugar, solas o en grupo de dos o tres, tratando de “pasarla bien” con el que en ese momento se cuadrara, el “flaco” que se acercaba, charlaba, jaraneaba y seguramente, te deslizaba el paquetito con la “merca” , el “paganini” , un poco mayor que todos, al que las chicas se acercaban para obtener tragos gratis, el galán que la iba de “rompedor” .

De verdad era para quedarse pensando, allá, en el “culo del Mundo” era exactamente igual.  La noche no daba para más y me vino bien que los “bailarines” regresaran a la mesa porque aproveché para pedirles que nos fuéramos.  Ni punto de discusión, apuraron sus tragos y nos fuimos a buscar el vehículo, antes de ingresar al mismo le deslicé a Jacinto una buena propina por “habernos hecho la gamba” o “acompañados” para que quede más claro, se negó a aceptar nada porque, según dijo, lo había pasado sensacional con las “morritas” y conmigo, para más yo había pagado todo.

Eran casi las cinco de la mañana y yo no estaba para explicaciones ni nada por el estilo, le puse los billetes en el bolsillo superior del saco y entré en la limusina, allí adentro ya estaban las chicas, despatarradas en los asientos pero con una cara de felicidad que no podían con ella, llegamos rápido y en la puerta del hotel Jacinto me volvió a decir que contara con él si había otra ocasión, lo saludé con un apretón de manos y entré al hall para llegar hasta el ascensor, lo único que recuerdo después fue el sonido del teléfono a las nueve de la mañana.

El desayuno lo pedí en la habitación y cuando salí del baño ya estaba servido con Chao sentado en un sillón y esperando.  Pegó un salto cuando salí, se paró e hizo una reverencia, le tuve que decir lo mismo que a Tai , que se dejara de joder con las reverencias y me siguiera tratando igual que siempre.  Ya había visto los dossiers de los Directivos de la empresa que íbamos a visitar en primer lugar y no tenía objeción con ninguno de ellos, sin embargo, lo “escuché” pensando para sí, “me parece que me mandé una cagada” y mientras me servía el café cortándolo con un poco de leche, sin mirarlo le pregunté, “qué cagada te mandaste o que te olvidaste” .

Pegó un respingo con la pregunta y se sorprendió pero enseguida se recompuso, “yo avisé para la reunión en esta empresa pero en la otra no confirmé nada” .  Era una tontería que su mentalidad magnificaba y lo dejé tranquilo, “no te hagas problemas, no digas en la otra empresa que vamos a ir, si terminamos rápido en esta, nos hacemos una escapada hasta allí y caemos de “sopetón”, sino lo dejamos para mañana, de todos modos, no avises nada”. El Directivo que cumplía las funciones de Presidente de la empresa, la Vicepresidente y ambos Secretarios (hombre y mujer) tenían y llevaban un nivel de vida muy por encima de sus ingresos y quería saber bien por qué.

La primera a la que fuimos era una empresa de transportes que hacía entregas al por mayor y al por menor, tenía una enorme flota de vehículos grandes y medianos.  Fuimos recibidos en la puerta de la empresa por los cuatro directivos que eran los principales referentes y sus respectivos secretarios.  Me gustó porque la amabilidad no era fingida y en la reunión que tuvimos después, a pesar de preguntar capciosamente, no pude enterarme de que hicieran ninguna trastada con el trabajo y los ingresos.  Nos ofrecieron un refrigerio que algunos de los muchachos aceptaron pero yo me dediqué con Chao , Tai y tres Directivos a recorrer las instalaciones y ver la flota que se encontraba en la playa de estacionamiento.

El único que tenía algo que “ocultar” era el Jefe de Mantenimiento de la flota y esto era porque había colocado en la fila a un camión que no tenía caja de velocidad, le había dicho a los Directivos que estaban todos en condiciones, pero no llegó con el tiempo para arreglarlo y rogaba para que no se dieran cuenta, mucho menos yo.

Los felicité a todos y especialmente al Jefe de Mantenimiento por el estado de los vehículos pero al apartarnos le dije a Chao que se acercara al hombre y que de parte mía le dijera que ahora tendría tiempo de ponerle la caja al camión de patente xxxxx.  El Abogado lo hizo y me tuve que girar a mirarlos al escuchar las carcajadas del hombre en cuestión, nos miramos y con una sonrisa me hizo una señal de aprobación con el puño cerrado y el pulgar levantado.

Salimos de allí luego de haber confirmado los puestos de todos y camino a la otra empresa le dije a Tai que diera la vuelta y parara en la acera de la cuadra anterior por la que habíamos pasado, nadie entendía nada y estacionaron las otras camionetas detrás de dónde le había señalado a Tai .  Estaba en Nueva York y quería darme un gusto, me acerqué a un puesto de hot dog y pedí el más grande que tenía, les dije a los demás que era “un antojo” y además de reírse hasta casi las lágrimas, se prendieron todos al “perro caliente” .

En las películas uno los ve tragar con deleite esas salchichas con pan poniéndole cualquier cantidad de aderezos y picantes y no se entiende como hacen para comer toda esa porquería junta.  Lo probé, juro que lo probé pero tuve que tirar más de la mitad y sigo sin explicarme como hacen para comer eso.  Después de tomar unos refrescos que aliviaron en parte el fuego de mi estómago, nos fuimos para la empresa que conformaba además un conglomerado de otras tres empresas más chicas, tenía la fachada de una enorme empresa de construcción y las subsidiarias también estaban en el ramo pero, todo negocio que surgía valía para hacer dinero.

El edificio era enorme, treinta pisos y parecía sólo sustentado con vigas de acero, poca mampostería y ventanales inmensos de vidrios tan largos y anchos como gruesos.  En el hall del edificio y en la entrada el movimiento de gente era más que importante y un largo mostrador donde atendían unas diez personas entre chicas y chicos, comunicaban telefónicamente a los que ingresaban con los que venían a ver, también noté que la seguridad era importante en efectivos.

Le dije a Tai y a los muchachos que esperaran en las camionetas, ingresaríamos sólo con el Abogado .  Danny, Roberto y Siara serían uno más de los visitantes del lugar, a Chao le dije que únicamente hablara en Español.  La soberbia que solía demostrar el yanqui me molestaba sobremanera, un puesto no hace a las personas, al contrario, suele suceder que cuanto más alto es el puesto, afloran más y más sus mediocridades y pensaba divertirme con eso, como diríamos en nuestros pagos, “a forro, forro y medio” .

Tomándolo del brazo a Chao le señalé a un tipo que andaría en los cuarenta y tantos y parecía dar las órdenes a los chicos y chicas del personal tratándolos de forma despectiva, al igual que a algunos visitantes.  Acercándome al mostrador le dije en voz alta y en Español a la chica que me atendió que queríamos ver al señor “fulano de tal” o en su defecto a la señora “fulana de tal” .  El tipo en cuestión que estaba parado cerca de la chica le preguntó en Inglés que querían esos dos tipos.

  • No los entiendo bien, creo que quieren ver al señor XXXX o a la señora XXXX .
  • ¿Quiénes son?, pregunte si tienen cita” .

Todo su diálogo era en Inglés y a nosotros nos ignoraban, en realidad el “fulano” nos ignoraba porque la chica trataba de hacerse entender ante los dos que no parecíamos comprender. “You cited, please” -preguntó- y yo le contesté con la mejor cara de boludo, “No, no cited, I am owner, ¿no me entiende?” (No tengo cita, yo soy el dueño). “Hey mister, I am company owner” (Hey señor, yo soy el dueño de esta compañía) -le decía-, no sabía si estaba bien, trataba de decirle que era el dueño de la empresa y actuó como yo esperaba, no me creyó, “claro y yo soy Papá Noel” -contestó en Inglés- y comenzó a los gritos llamando a la Seguridad, “saquen a patadas de aquí a estos dos idiotas” , les ordenó.

De inmediato nos rodearon tres tipos vestidos con uniformes ya conocidos y uno de civil, de elegante traje, un uniformado lo tomó con rudeza a Chao del brazo y como quiso zafar amagó con pegarle con una cachiporra extensible, le tomé el brazo en el aire y se lo dejé, no seco pero si totalmente inútil y dormido.  El de traje me quiso manotear a mí y el golpe en la nuca que le aplicó Siara lo dejó tendido boca abajo, se armó un desbarajuste de aquellos, algunos chicos con el teléfono en la mano llamaban a la policía y se desplegaron más efectivos de Seguridad para repelernos.

A Kaila , se le sumaron los demás, “al de seguridad que quiera actuar, lo rompen o lo duermen” , les dije a todos, repartieron para que tuviesen y guardasen y me encantó ver a las chicas como revoleaban patadas y dormían a tipos casi sin despeinarse, yo sólo pude pegar dos trompadas y la fuerza del oso no era joda, dejé a los dos tipos grandotes completamente dormidos y casi seguro que a uno, estampado contra una pared, le quebré la mandíbula.

La gente que no tenía nada que ver salió disparada del lugar, los chicos y las chicas junto al “tarado” que ordenaba estaban pálidos detrás de los mostradores, en el piso desmayados o quejándose había unas veinticinco personas si no más y unos diez o quince que no se animaban a acercársenos.

Le dije a Chao que le ordenara en Inglés al “tarado” que si estaban el Señor XXX y la señora XXXX bajaran urgente al hall que el dueño de la empresa quería hablar con ellos y que les dijera a los de Seguridad que se hiciera presente el Encargado de la misma, además que le dieran mi tarjeta, saqué la tarjeta que me acreditaba como Presidente de la empresa de Seguridad y Chao se la alcanzó a uno de los uniformados que salió corriendo a avisarle al Encargado.

Faltaba la policía que no tardó en llegar, entraron seis al hall, cuatro de ellos uniformados y con las armas táser en la mano, a estos les salió al cruce Chao identificándose como Abogado, conjuntamente con Danny , se les explicó que no quisieron dejarlo entrar al dueño de la empresa, que lo trataron despectivamente, que la Seguridad los había querido echar y la custodia había reaccionado, guardaron las armas pero se quedaron esperando por si había que hacer alguna denuncia.

En ese momento salieron del ascensor, un tipo alto de unos cincuenta años y una arpía, bueno una mujer de unos cuarenta años, vestía un elegante traje sastre de ejecutiva y calzaba zapatos de tacos altísimos, estaba “sacada” , gritaba desaforada exigiendo que nos detuvieran, que éramos unos impostores. Chao se les plantó adelante y comenzó a increparlos diciéndoles que se estaban jugando el puesto, no hubo caso y cuando los policías se apretaban a intervenir, apareció el Jefe de Seguridad del edificio.

Se calmaron de inmediato cuando a los gritos de, “señor, señor, por favor, no sabíamos” se acercó a mí muy solicito y me extendió la mano, apenas si se la di y le pedí a Chao que le preguntara dónde estaba él cuando se habían sucedido todos estos altercados y me llevé la mano a la cara para oler el inconfundible aroma femenino en ella, el olfato no me engañaba, el hombre estaba entretenido con alguna mujer y sus pensamientos me hicieron saber que era con su secretaria Edith , también empleada de la Agencia.  Dirigiéndome siempre a Chao le expresé:

  • Decile a este tipo que el personal de Seguridad deja mucho que desear, que está despedido, también está despedida su Secretaria Edith, nombrá a uno de los “sanos”, que llame a urgencias médicas para la atención de los que estén más lastimados y a la Agencia para explicar lo sucedido, además, apuntalo con el dedo al tipo que nos atendió y decile que no sirve ni para barrer el piso, también está despedido y la chica que nos atendió pasará a ocupar su puesto, a partir de ahora aquí se hablarán varios idiomas o habrá que poner traductores automáticos, después vamos a hablar con estos dos “mandamás” gritones”.

Sabía que se me “había salido un poco la cadena” y sabía que lo podría haber encarado todo de otra manera más “civilizada” pero, ¡qué joder! , conociendo que tenés el Poder, la posición y las posibilidades para hacerlo, ¿a quién no se le ocurriría ejercitarlo y ponerlo a prueba por alabar tu propio ego o para sacarse algunas “espinas” o, simplemente, porque se te “cantaban las pelotas”? , así y todo trataba de controlarme, aunque, ¿nunca les dio ganas de agarrar a alguien del cuello cuando saben que pueden hacerlo? y yo tenía ganas de “bajar del caballo” a varios.

Di la vuelta y me puse a mirar muy serio a la pareja que había entrado ostentando su Poder, esperando que Chao terminara con sus órdenes, el Jefe de Seguridad gritaba y el “tarado” también, amenazando ambos con ponerse violentos, no llegaron a dar dos pasos, las manos de Tai aferrando sus cuellos se lo impidieron, “Chao, deciles que se vayan ya o los hago sacar a patadas, que Andrey y Blago los acompañen a buscar sus cosas, no los quiero ver más por acá” .  Los policías se miraban entre ellos sin decidirse a intervenir.  Saltó el Presidente y la  Vice Presidenta, éste a los gritos…

  • Pero, pero, ¿usted quién se cree que es para venir aquí a hacer semejante escándalo?, deténganlos.
  • Esperá John , seguramente nos querrá explicar, -dijo la Vice que se dio cuenta que no trataba con un cualquiera-.
  • Efectivamente señora, mi nombre el Gonzalo XXXXX y creo que no hace falta decirle quien soy en esta empresa y ahora no tengo tiempo ni ganas de hablar con ustedes, para mañana quiero una reunión de Directivos a las doce del mediodía, me parece que tendrán que haber muchos cambios en esta empresa.

Chao se apuró a traducir lo que yo había dicho, sin cambiar ni una coma y le extendió su tarjeta de presentación junto a la mía, yo me quedé mirando la cara de sorpresa, quizás de susto, de la mujer al mirar las tarjetas.  Nos estábamos retirando, los policías se acercaron a la pareja y el Presidente cometió un terrible error, le dijo a la mujer en voz alta algo que no pude dejar de escuchar, aún a pesar de que estaba como a unos ocho metros de distancia, “eso será si llega a mañana, nuestros amigos chinos se tendrán que encargar de él” .

Me paré, me giré para mirarlo fríamente y la mujer lo golpeó en el codo para que dejara de hablar.  Salí de la empresa diciéndole a Chao que me comunicara telefónicamente con el nuevo jefe de la TRIADA en Nueva York .  Cuando subí a la camioneta Chao hablaba con el chino diciéndole que yo lo estaría esperando, en una hora, en el mismo restaurant dónde él había asumido la jefatura de la TRIADA .  Me dijo Chao que el tipo tartamudeaba y dijo que allí estaría.

Por el intercomunicador les dije a las chicas y a los muchachos que habían estado muy bien, oportunos y expeditivos, me dieron las gracias y sentí como que se encontraban satisfechos estando a mis órdenes, como si la cosa fuera más allá del dinero que cobraban.  Pasamos antes por la casa de la Familia, no quise entrar porque estaban con el velatorio o algo similar del Jefe anterior, salió la anciana y la nueva Jefa de Familia a las que les reiteré las condolencias y no les permití las reverencias.

La idea era consultarlas por si sabían que había algún grupo chino que operaba en Nueva York , aparte de la TRIADA. Me explicaron, con lujo de detalles que eso era imposible, que si había algún grupo escindido actuando por su cuenta, lo ubicarían y lo destruirían ellos mismos, les agradecí las explicaciones y me despedí rápido de ellas para evitar las manifestaciones de aprecio y casi adoración.

El ingreso al restaurant chino fue distinto, ya las reverencias y atenciones fueron para mí y en segundo lugar para Chao y Tai , les pedí que ubicaran y sirvieran a mi gente y mientras unos lo hacían la mar de solícitos con los custodios, el Encargado nos acompañaba a hablar con el Jefe que nos esperaba.  Tanto éste como los tres custodios, cuando me vieron entrar, se postraron de cara al suelo y debo reconocer que, si bien es cierto que en algunos me molestaban estas demostraciones, en otros lo veía muy bien y como aconsejable para su propio bienestar.  Este caso no fue distinto, me gustó el miedo que dejaban emanar estos hombres.  Le hice una seña y Chao se encargó de decirles que se incorporaran.

No hubo presentaciones ni saludos, directamente le dije al Jefe que sabía de la relación existente con tal empresa y quería saber cual era esa relación y como se llevaba a cabo, le dije que no me diera vueltas y me explicara en qué consistía todo.  Me explicó todos los pormenores y me aclaró que la relación era con el Presidente, la Vicepresidente y los secretarios de ambos que actuaban de intermediarios, no era con la empresa en sí pero estos Directivos utilizaban el material rodante y las influencias adquiridas por medio de la empresa para que la TRIADA y ellos se beneficiaran.  Con seriedad y mirándolo a los ojos le dije:

  • A partir del día de hoy no habrá ningún negocio más con esa empresa ni con ninguno de sus Directivos.  Esa empresa es MÍA y bajo su responsabilidad ante mí, ustedes tienen prohibido hacer ningún negocio con ellos, lo mismo sucederá con todas las otras empresas de la zona que sean de mi propiedad, Chao les facilitará los nombres.

No bien Chao tradujo, la sorpresa fue indudable y quiso disculparse por ello, le dije que no era necesario porque la Organización no lo sabía hasta ahora pero, que de aquí en más, si me enteraba de algún negociado, sería distinto.  Aceptó sin ninguna duda la orden dada pero no se privó de pensar, “es una pena porque se hacían muy buenos negocios con estos dos, ni sabe con quién se metió cuando me pidió eliminarlo” .

Evidentemente el Presidente no había perdido el tiempo con su pedido pero el Jefe se estaba dando cuenta de quién era el “fulano” del que debía “hacerse cargo” esa misma noche como le habían solicitado.  Solo, sin que le dijera nada, al levantar la vista y mirarme a los ojos, se puso pálido y creo que frío como muerto de un par de días. “Efectivamente, tal como lo está pensando, yo soy el tipo del “encargo”, ¿quiere ocuparse ahora o damos vuelta la página y se ocupa usted de todos ellos?” .  Sinceramente creo que no se puso a gritar por el terror que lo embargó debido a que a último momento pudo recuperarse.  Me pidió todas las disculpas del caso y casi rogando me consultó sobre lo que quería hacer.

A mí no se me movía ni un pelo cuando le dije que dejara pruebas a la vista para que se supiera lo “sucio” que estaban, tratando que las mismas no comprometieran a su Organización y los eliminaran a todos, “caiga quien caiga y estén con quién estén, que sirva como escarmiento” , Chao me miró raro y hasta yo me sorprendí del tenor de mis palabras pero, ya estaban dichas y no podía retraerme o retractarme.

Me contestó que lo diera por hecho, que tenía a tres “profesionales” que se encargarían del tema para que no pareciera una “chapuceada” y le pedí serio que se ahorrara las explicaciones, yo miraba sólo los resultados.  Luego, ya un poco más distendidos me contó de los negocios “legales” que tenían como fachada pero lo corté de plano cuando también me iba a decir de los “ilegales” o los nombres de todos los policías, Fiscales y Jueces a los que “adornaban” y le agradó que no quisiera enterarme.

Cuando ya nos retirábamos nos invitó a cenar a un restaurant que estaba pegado a un club nocturno y que podíamos degustar a placer “exquisiteces” en uno y otro lugar, Chao y Tai me hicieron una señal afirmativa con la cabeza porque, según me lo explicaron después, rechazar la invitación hubiera sido una afrenta a su honor, algo que no me “calentaba” mucho, si se ofendía o no me tenía sin cuidado y le acepté la invitación pero le dejé claro que no lo haríamos esa noche, me parecía que no era conveniente que, precisamente hoy, nos vieran juntos.  Lo entendió y quedamos que sería dos noches después.

Cuando llegamos al hotel, Chao , Tai y yo teníamos un hambre que nos devorábamos las paredes, nos fuimos todos al comedor, nosotros tres a comer, los demás esperaban órdenes y les dije que quedaban todos liberados hasta las once de la mañana.  En ese momento aparecieron Cielo , Gisela , Azul e Iker que se había quedado con ellas, Gisela no podía estar más extravertida y nos contaba lo que habían hecho.

  • Hola Gonzalo, hola chicos, no saben lo bien que lo pasamos, recorrimos con Iker gran parte de Central Park , nos metimos por lugares dónde grabaron escenas escabrosas de varias las películas, fue de lo más emocionante, estamos con la adrenalina a flor de piel.
  • Mirá vos, me alegro por ustedes, lo nuestro fue demasiado rutinario.

Lo dije con una sonrisa sarcástica y las risas de todos los que estuvieron conmigo en el lío de la empresa, sonaron fuertes en todo el restaurant.

Continuará…

Por favor, valoren y comenten, GUILLEOS1 se los agradece.