El delicioso sabor de su interior
De como un par de jóvenes tienen una entretenida experiencia sexual en la facultad.
Creo que en relatos de este tipo, los nombres y lugares no son importantes, en mi opinión los hechos y los sentimientos (o falta de sentimientos) son lo que definen a un autor de relatos eróticos. Yo, personalmente, no me considero autor, este relatos es mi primer relato, y si al publico no le gusta, probablemente sea el ultimo. Mis experiencias sexuales se pueden contar con los dedos de las manos, no son muchas, pero si han sido intensas, en mi opinión. Empezare a relatarles los acontecimientos de ese día. Este relato esta basado en hechos reales.
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Era un martes cualquiera, la primavera acababa de llegar a Madrid y el polen atosigaba a los alérgicos. Yo, cogía el autobús de camino a la facultad pensando en mis cosas cuando vi a una joven que era su misma imagen, la misma imagen de la mujer que ame hace tiempo. La ame muchísimo y me hizo muchísimo daño. Aun creo ver retazos de ese amor en mi corazón.
Cuando baje del autobús, me dirigí a la facultad, caminando lentamente, pues aquel precioso día era el mas idóneo para quedarse en casa durmiendo. Me crucé con varios compañeros a los que salude con desgana.
Al llegar a clase, me reuní con mi grupo de amigos. Éramos cuatro, dos chicos y dos chicas. Mi compañero, al que llamaré Santiago, es un joven ecuatoriano bastante hablador y dicharachero, totalmente contrario a mi.
Las dos chicas eran muy majas y simpáticas, pero de ellas destacare a una, a Teresa. Era una chica joven, universitaria, bastante guapa y atractiva, y lo sabia, aunque no lo utilizaba. Solo había una pega, tenia novio.
Tengo antecedentes con chicas que tienen novio, así que, en un principio, no la hice mucho caso, pero como bien es sabido, el roce hace el cariño y por una serie de hechos, la muchacha me dijo que yo le gustaba. Al principio no le di importancia, pero una cosa llevo a la otra y consiguió que yo estuviese loquito por ella.
Al principio, eran naderías y piropos que nos lanzábamos de broma, o eso pensaba yo, hasta que llego el día.
Estábamos en una de tantas clases aburridas que suelen dar en la universidad, era un momento de verdadero sopor, el profesor era un egocéntrico que adoraba su propia voz y explicaba de forma un tanto inverosímil la materia que nos impartía.
Entonces, yo mientras bostezaba, acerque la mano al final del pupitre y la deje allí durante toda la clase. Craso error, no debí hacerlo.
Cuando su mano acarició la mía, una chispa de emoción recorrió mi cuerpo. Estábamos haciendo manitas en clase. Como un par de adolescentes en celo, nos dábamos la manita en clase, nos acariciábamos. Aun recuerdo el suave tacto de su piel rozando la mía, aún recuerdo su olor y su sonrisa, su risa, sus miradas. Aun la quiero y aun la odio.
Seguimos dándonos la mano en clase, aun a sabiendas de que nos pillarían, pero a mi me daba igual. El grupo de amigos empezó a sospechar, la clase empezó a sospechar, se nos veía a la legua que estábamos idiotizados el uno por el otro. O eso quiero creer.
Nos propusimos que de hacer manitas no pasaríamos, de hecho, ella se sentía algo culpable por hacer lo que hacíamos. A mi me daba igual, no tenia nada que perder. Todo cambio el día que nos besamos en el metro. Fue un beso tierno y bonito, fruto del azar y propio de las películas románticas de Hollywood, fue uno de los mejores besos que tuve. Era mi amiga y yo era su amigo, su amigo y su amante. Este pensamiento aun tortura mi alma cada vez que ronda por mi cabeza, pues me jure a mi mismo no volver a enamorarme de una chica con novio.
Los besos fueron el pan nuestro de cada día, besarla era la única escusa que tenia para ir a la facultad, hasta que un día, nos quedamos solos haciendo un trabajo en una de las clases vacías dispuestas a disposición del alumnado. Fue allí donde todo empezó.
Estábamos tonteando, ella sentada en mis rodillas, yo abrazado a ella como si alguien me la fuese a arrebatar en algún momento, fue entonces cuando noto mi erección.
-¿Qué? ¿Estas contento hoy no Jorge?- me dijo en tono burlón, aunque pude ver un pequeño rastro de lujuria en sus ojos.
-Es el móvil, pequeña, si no te sentases encima, no lo sentirías.
-Si es así, me bajo y me siento en esa silla-. Hizo un ademán para bajarse pero la abracé y la obligue a besarme.
-Acomódate, y podrás sentir el móvil mejor pequeña.
-¿Cómo quieres que me siente? ¿Así?-. Dijo mientras se sentaba con las piernas abiertas frente a mí, mirándome a la cara con lascivia y lujuria, mezclada con un poco de inocencia. Restregó toda su entrepierna por mi miembro, más que abultado, y vi como poco a poco se sonrojaba.
-Uhmm estas rojita ¿pasa algo?-. Pregunte con voz inocente.
-Si, veras, hay algo aquí -bajo su mano hacia mi entrepierna- que hace que esta zona de aquí- cogió mi mano y la dirigió hacia el milagro de su entrepierna se vuelva mas sensible.
Su mirada era la lujuria personificada, veía deseo en cada mirada suya. Se mordía el labio, señal inequívoca de que una mujer te desea.
-Ah, ¿si? Pues, si quisieras yo podría - mientras decía esto, mi mano busco la calidez que habitaba entre sus muslos, encontró la calidez y la acarició.
-No sabes que no debo Jorge
-Es un juego, pequeña, todo esto es un juego, ¿verdad?
-Si, pero
La acaricie con cuidado, arrancándola pequeños suspiros que me excitaron hasta niveles extremos. Su carita era todo un poema, sus ojos se entrecerraban y sus labios buscaban los míos con avidez.
En un arranque de lascivia, la subí a la mesa y la bese suavemente, primero esos labios que me enloquecían, después baje con los míos hacia su cuello de cisne. Poco a poco baje hasta su precioso escote. La bese ambos pechos por encima de la camiseta que la cubría y le subí la parte inferior. Vi todo su vientre, su ombligo que era mi perdición, y vi ese lunar que habitaba al lado de su ombligo. Era lo más erótico que jamás haya visto. Bese suavemente su vientre, bajando poco a poco hacia su ombligo, y baje. Baje hacia el inicio de su parte intima, hacia lo que me traería loco los próximos meses, baje hacia la lujuria y el deseo. Bese el principio de su monte Venus mientras apartaba su pantalón vaquero.
-Date la vuelta, y siéntate otra vez.- dije yo. Fue decirlo y darse ella la vuelta, dándome la espalda y dejándome vía libre hacia su sexo.
-Hazlo desde aquí, por favor - me dijo.
-Me parece bien, ya veras pequeña
Desabroche su cinturón con cuidado, desabotone el botón y baje la cremallera de su pantalón, vi la simpática cara de Hello Kitty invertida, con una pequeña humedad en lo que seria su boca. Eso me volvió loco de deseo.
La acaricie por encima de la braguita y la oí gemir, eso me excito aun mas si cabe, su cara de placer era preciosa.
-Por dentro, por favor - me suplico con voz entrecortada y llena de deseo.
Pase mi mano por debajo de la braguita, pase mi dedo corazón por encima de sus labios. Estaban húmedos. Húmedos y depilados. Estaba totalmente suavecita, lista para mí. O eso quería pensar yo en ese momento.
Mi dedo corazón acarició suavemente su clítoris, con movimientos circulares y pausados, mientras yo disfrutaba de sus pequeños gemidos y besaba su cuello. Luego aparte los labios vaginales con cuidado y ternura, arrancándola otro suspiro. Luego, simplemente la penetre con mi dedo corazón, robándola otro gemido, esta vez más fuerte.
Fui penetrándola poco a poco, con cuidado y mimo, sacándola gemidos que me llevaban al cielo. Después de un tiempo masturbándola, retire mi dedo para acariciarla el clítoris.
-No, no lo retires, por favor, no lo retires
La hice caso, la volví a penetrar suavemente y empecé a aumentar el ritmo de la masturbación, la sentía rodeando mi dedo, cálida y húmeda. Deliciosamente erótico. Sentí por sus suspiros y gemiditos que el culmen se aproximaba, que sus paredes vaginales se contraían contra mi dedo, que llegaba al orgasmo.
Se corrió mientras me besaba, mientras nos sumíamos en un beso infinito. Sentí como sus deliciosos flujos vaginales mojaban mi mano. Nos estuvimos comiendo a besos durante un largo tiempo.
Cuando retire mi dedo de su interior, profirió otro gemido. Lleve mi mano hacia mi boca y lamí con gusto mis dedos empapados en ese licor delicioso. Su sabor habría hecho enloquecer a más de un gourmet.
Entre besos y caricias, ella se abrocho el pantalón. Cuando se puso de pie, las piernas no la soportaban. Tuve que ayudarla y sentarla sobre mi otra vez. Me propuso recompensarme, pero era bastante tarde, yo ardía en deseos, pero quería tenerla para mí, quería comérmela, quería recorrer su cuerpo con mis labios, beber de sus flujos y morder sus pezones. Besar su clítoris y penetrarla con mi lengua. Quería tenerla para mí, quería hacerla el amor suavemente, quería amarla. Pero no pude.
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Bueno, este es mi primer relato, quizá demasiado empalagoso por centrarme en los sentimientos casi tanto como en el sexo, pero esa es mi forma de escribir.
Acepto críticas constructivas, comentarios de todo tipo y recomendaciones. Este relato es solo uno de varios que tengo en mente, pero solo los escribiré si este es acogido con gusto.