El debut de Eduardo

Eduardo es un lector de Buenos Aires que al leer un relato mío el cual sucedía en un cine mee scribió para contarme que al él lo desvirgaron en un cine de la Calle Lavalle.

EL DEBUT DE EDUARDO

Hay muchos lectores que gentilmente me cuentan sus cosas y algunos de ellos supongo que como no tiene a alguien de confianza con quien desahogarse lo hacen conmigo.

Eduardo es un lector que hace un tiempo que comenzó a escribirme y a contarme sus experiencias o aventuras, su debut creo que puede interesarle a mis lectores por eso trataré de contarlo lo más fielmente posible de como según él sucedió.

Mi lector-amigo trabaja en el horario nocturno de un hotel en la ciudad de Buenos Aires cerca del Congreso de la Nación y allí conoce a mucha gente que no va precisamente a dormir en las limpias camas del establecimiento en el que él trabaja.

Comenzó a leer mis relatos por casualidad en una noche de poco trabajo donde se puso a buscar historias eróticas en Internet y se encontró con un relato mío que sucedía en un cine porno y mientras lo leía le pareció muy familiar por eso se decidió a escribirme.

Según me contó ese relato le trajo a su memoria lo que le había sucedido cuarenta años atrás cuando él tenía 17 años y había concurrido a un cine de la calle Lavalle donde proyectaban una película de James Bond.

Ese domingo de 1966 como todos los domingos Eduardo había ido con sus padres a la casa de su abuela, donde ese día almorzaron sin la presencia de sus primos los cuales no habían concurrido y por ser el único adolescente en esa reunión familiar se aburría mucho porque no tenía con quienes jugar, por eso le pidió a su abuela unos pesos para ir a un cine cercano.

Cuando llegó la función estaba por terminar por eso esperó en el hall y luego de que saliesen los pocos asistentes que había en la sala entró ubicándose en una butaca al borde del pasillo.

A los pocos minutos entró un muchacho como de 25 años que le pidió permiso para pasar y se sentó una butaca por medio de donde el cómodamente estaba.

Como la película todavía no empezaba el tipo empezó a conversarle, diciéndole si sería mejor que las anteriores, si le gustaba James Bond y otras cosas referentes a las películas de ese tipo.

Le gustó todo lo que el tipo decía, también le agradó la forma tan culta y refinada que su interlocutor ostentaba sin hacer alharaca de ser una persona mayor que él.

Antes de que apagasen la luz para comenzar la exhibición el muchacho le dijo que se iba a sentar al lado suyo porque si había alguna escena que comentar no quería hablar fuerte desde su asiento para no molestar a las pocas personas que habían entrado a ver la función.

-Por mí está bien, siéntese a mi lado.

Eduardo le respondió así porque en esa época a las personas mayores no se las tuteaba, además como ese tipo imponía respeto por su vestimenta y su forma de hablar ni se le ocurrió tutearlo.

A los pocos minutos en los cuales estaban disfrutando de la película sintió que una mano se posaba sobre su muslo, al principio no le dio importancia porque pensó que el tipo se estaba acomodando y sin querer lo había tocado pero esa mano seguía apretando su pierna de una forma inusual para un simple toque accidental.

Inmediatamente reconoció los movimientos de esa mano como lo que los argentinos llaman "franeleo", porque él lo había practicado varias veces cuando había ido al cine con amigas o compañeras de estudio, pero aunque tenía fantasías con hombres nunca se le había ocurrido tocar a uno o que alguno lo tocase a él.

Se dejó acariciar la pierna para no hacer un escándalo en el cine, además porque se había excitado y su verga se había puesto dura con el solo contacto de esa atrevida mano.

A pesar de la agitación producida por los nervios de ser descubiertos se quedó quieto, por eso su manoseador pensó que el muchacho quería acción y subió la mano hasta su bragueta dándose cuenta que Eduardo estaba "empalmado" como dicen en España.

Esa mano atrevida buscó los botones de su bragueta para abrirlos y quién sabe que intenciones tendría para cuando esta estuviese abierta.

Eduardo se quedó muy quietito posando su mano sobre la del tipo que seguía apretando su enhiesta verga y en un segundo intento logró desabrochar tres de los botones que aun ostentaban la s braguetas de ese remoto tiempo.

Por la pequeña abertura quiso introducir su suave mano logrando tocarle con la yema de sus dedos los pendejos que se asomaban por la abertura de sus calzoncillos pero esa intromisión duró muy pocos segundos ya que Eduardo ante el temor que lo embargaba rápidamente sacó la mano de tan atrevido acompañante y abotonó nuevamente su bragueta.

El tipo no se dio por vencido porque lo intentó nuevamente logrando esta vez desabrochar enteramente la bragueta de Eduardo y por esa abertura metió la mano apoderándose de la pija dura del infante, extrayéndola hacia el exterior y allí muy descaradamente se puso a pajearlo muy lentamente.

Eduardo estaba gozando intensamente con el contacto de la mano de ese extraño sobre su verga por esa razón lo dejó hacer entregándose muy sumiso al placer que le prodigaba ese desconocido sobre una parte de su anatomía que hasta ese momento de su vida solamente él había tenido el privilegio de masturbar.

Por los nervios acabó inmediatamente mojándole toda la mano y parte del pantalón a ese atrevido señor pero no le importaron demasiado las consecuencias ya que él había gozado de una forma desconocida hasta ese momento por eso luego de la descarga retiró la mano chorreante de semen de su pajeador anónimo, guardó su pija aun mojada, abotonó su bragueta y se levantó para irse sin siquiera haber terminado de ver la película.

El tipo quedó sentado sin siquiera decirle "No te vayas" o algo similar.

Pero al llegar a la puerta Eduardo pensó: "Yo no hice nada malo, por que me tengo que ir", pero igualmente salió de la sala para entrar inmediatamente por la otra puerta tratando de que el tipo no lo viese.

Rápidamente se ubicó en un asiento de la última fila desde donde podía divisar los movimientos de los espectadores y a los pocos minutos vio que se levantaba una persona dándose cuenta que era su "amigo" que se dirigió a la salida yéndose hacia la calle.

Eduardo a pesar de los nervios por los momentos vividos trató de concentrarse en la película, por eso no advirtió que alguien entraba a esa sala en penumbras, ésta persona luego de un rato en que sus ojos se adaptaron a la semi oscuridad vio que él estaba sentado en la última fila y fue directamente a ubicarse a su lado.

Cuando notó esa presencia tenía los labios de ese hombre sobre su oído susurrándole:

-Creí que habías ido al baño y como no te encontré allí pensé que te habrías ido para la calle, me dejaste muy caliente...

Lo miró y efectivamente se dio cuenta de que el tipo estaba muy caliente porque ya tenía la pija afuera de sus pantalones, luego le tomó la mano llevándola hasta su órgano palpitante.

A lo mejor por estar sentado en esa última fila Eduardo a pesar de lo apesadumbrado que se encontraba se animó a apretar ese falo que le ofrecían para luego comenzar a acariciarlo temerosamente, pero como se excitó nuevamente con el contacto de ese húmedo pedazo de carne latiente permitió que su nuevo amigo le rodease los hombros con un brazo atrayéndolo hacia él.

Nunca había tenido intimidad con un hombre pero igualmente permitió que el desconocido lo besase en la boca con suaves "piquitos" los cuales aumentaron en intensidad y en una furioso intercambio de salivas provocado por los deslices linguales de ese tipo que cada vez más se atrevía a introducirse en su boca.

Las manos del muchacho buscaron nuevamente su bragueta, desabrochándola sin ninguna resistencia por parte de Eduardo que ya estaba entregado totalmente al placer que le estaba dando ese desconocido y que lo estaba haciendo gozar como nunca lo había hecho.

Esa mano audaz no solamente abrió la bragueta sino que llegó a mayores abriéndole el gancho de arriba para luego aflojarle el cinturón.

Una vez que tuvo libre esa zona, metió la mano por la parte superior de calzoncillo apoderándose de la reata de Eduardo que de tan dura estaba otra vez a punto de reventar por lo excitado que se había puesto con todos esos arrumacos previos.

El tipo sabía muy bien lo que hacía porque cuando se dio cuenta de que Eduardo estaba otra vez a punto de estallar le susurró al oído:

-Chupámela un poco...

Vaciló un poco porque nunca lo había hecho y aunque él había gozado una vez que se la había mamado una chica, ni idea tenía de cómo encarar esa situación pero se dejó llevar por la mano del tipo que le empujó la cabeza hasta su verga y al sentir el olor del precum no tuvo otro deseo que sentir el sabor dentro de su boca.

Muy torpemente fue lamiéndosela hasta que se tragó ese pedazo de carne hirviente, chupó hasta que al tipo le vinieron convulsiones porque su leche en cualquier momento iba a hacer una soberbia aparición y antes de que se produjese ese acontecimiento sacó la verga de la boca de Eduardo.

Le indicó que se agachase en el piso y se pusiese mirando hacia el pasillo.

Eduardo ignoraba que quería hacer el tipo pero obedeció pajeándose un poco porque no podía resistir más el calor que rodeaba su verga.

Inmediatamente después que Eduardo hizo lo que le pidió el tipo, éste se puso atrás de él rodeándolo con sus brazos para luego apoderarse de su verga y mientras le fregaba su pija por el culo le besaba la oreja dándole mordiscos muy suaves.

Lo puso contra el piso y escupiéndole el agujero de su culo fue acercándole la pija para terminar metiéndosela por ese canal estrecho, que fue inaugurado por la verga de ese muchacho tan bien vestido, por suerte para él no era muy grande ya que esta era su primera vez y no tenía las comodidades de un sitio tranquilo en el cual le hubiesen dilatado cariñosamente su virginal agujero..

Según el E-mail de mi amigo Eduardo el tipo acabó dos veces llenándole el culo con su leche, acto que le dio un inmenso placer el cual lo hizo eyacular una vez más sobre el piso del cine donde su verga permaneció apoyada durante la infernal cabalgata.

Eduardo me aseguró que no le molestó para nada porque la suvidad de esa pija deslizándose por su recto lo excitó como nunca hasta es momento le había sucedido en su vida.

Cuando terminó la descarga el tipo se puso de pie, se arregló la ropa y sin decirle ni una palabra desapareció de la sala, él pensó que habría ido al baño a lavarse por eso se vistió e inmediatamente salió tras de su desvirgado, pero en el baño no lo encontró.

Allí sintió unos retorcijones terribles acompañados por contracciones constantes de su esfínter por eso se ubicó en uno de los gabinetes y se puso a descargar el contenido de sus intestinos.

Cuando se levantó vio una terrible cantidad de leche entreverada con sangre y con sus materias fecales, esa enorme cantidad lo hizo asustar por el volumen impresionante de los deshechos que había expulsado su cuerpo.

Un poco más calmado volvió a la casa de su abuela donde siguió teniendo molestias en sus recto y adyacencias, por eso se fue a su casa donde se durmió plácidamente por el esfuerzo que había hecho al gozar tan intensamente.

Aunque en los domingos siguientes concurrió a ese cine buscando a su desvirgador porque quería tener nuevamente esa placentera experiencia y gozar nuevamente sintiendo como esa leche entraba por sus agujeros, nunca lo encontró o no lo reconoció en las penumbras de esa sala.

Después de ese E-mail Eduardo no volvió a escribirme, solamente sé que tiene una hija y un nieto.

A pesar de rondar los sesenta le siguen entusiasmando las vergas como ese día en que las descubrió, le encanta hacerles una mamada para terminar tragándose la leche de sus amantes y luego en una segunda vuelta les entrega su culo para que se lo llenen con una segunda eyaculación.

Espero que mi ex-lector lea este relato y si me cuenta algo más de los casi cuarenta años en que está tragando verga al mismo tiempo que la suya se la entrega a su esposa escribiré otro nuevo relato diciendo algo más sobre su vida.

OMAR

Espero comentarios como siempre en omarkiwi@yahoo.com