El David del siglo XXI

Este sera el modelo de hombre en los siglos venideros.

Suelo visitar una conocida página, donde chateo con chicos gays de todo el mundo. Varios de los que considero muy buenos amigos y tengo añadidos a mi lista del msn, los encontré allí. También suele haber en ese lugar cam abiertas que solazan mi vista y animan mis genitales. Es ahí donde coincidí, hace unos días, con quien es el verdadero protagonista de este relato.

Estuvimos "hablando" unos minutos en la pantalla común donde lo hacen todos a la vez y para poder seguir una conversación particular nos dimos la dirección de correo.

A veces una frase dicha a tiempo te abre la confianza hacia la persona con quien chateas y eso pasó en esta ocasión.

Como intento ser honrado con quien hablo por internet, cuando dejamos de intercambiar lugares comunes para iniciar una conversación más personal, le anuncio no poseo cámara de video para que mi interlocutor, que sí la suele poseer, sepa a que atenerse.

El motivo de no tenerla se lo explico a quien me lo solicita y ha ganado mi confianza.

¿Pero sabes escribir verdad?

Fue la contestación recibida en esta ocasión del chico que tenía conectado a mi msn, lo que me predispuso y abrió hacia él.

Claro y aunque aficionado, soy escritor de relatos que cuelgo en todorelatos. - y para corresponder a su simpática y amable apertura al diálogo puse mi fotografía en la pantalla.

Eres guapo - leí

Gracias, ponme la tuya.

En vez de hacerlo me invitó a verle en su cam.

Cuando su figura apareció en mi ordenador quedé tan maravillado que se me obnubiló la mente y tardé unos largos segundos en reaccionar.

Tenía ante mis ojos la imagen de un joven al que sentí inmediatamente la necesidad de decirle que era lindo, hermoso, guapo y bello. Alguien que si tenías la suerte de cruzar en la calle, te obligaría a avanzar con el cuello torcido, con el peligro de proporcionarte una fuerte tortícolis o cambiar de dirección, olvidarte hacia donde ibas y seguirle atontado y rendido ante su belleza y esbeltez de cuerpo.

Además de poder contemplar su bello rostro, como premio adicional, me ofreció contemplara la parte superior de su desnudo pecho y pudiese admirar sus dos oscuras y redondas aureolas resaltando sobre una suave y tostada piel.

El colmo del placer visual lo sentí al ver asomar en el centro de aquellas sexuales manchas redondas, unos pezoncitos que me recordaron las maduras cerecitas silvestres que suelo degustar en el otoño al recorrer los rurales campos cercanos a mi casa.

¡¡ Qué bello eres !! - pude al fin escribir cuando conseguí calmar mi inicial excitación.

Su frente despejada bajo un buen recortado pelo oscuro, su griega nariz, unos ojos listos y brillantes y un poderoso mentón, me hicieron teclear.

- ¡¡ No me canso de admirarte y decirte lo guapo que eres !!

Gracias. ¿De verdad escribes relatos gays en esa página? - intentó cambiar el sesgo de la conversación ante tantas alabanzas por mi parte.

Sí.

Mándame uno.

Mientras mantenía clavados mis ojos en su ancho pecho de marcados pero no excesivos músculos, los conseguidos en el gimnasio intentando ser un Hércules artificial no me atraen, propuse atrevido, al haber encontrado una forma no mendicante de pedirle me enseñase su anatomía al completo.

Hagamos un trato. Si te gusta el relato que te envío bajas el objetivo de la cam y veo el resto de tu lindo cuerpo.

De cuerdo - aceptó mi petición.

Mientras nerviosamente buscaba en la carpeta de mi disco duro, donde guardo los relatos ya enviados a T.R. y elegía al azar uno, creo fue PARA VER LA POLLA DE MATEO y lo enviaba, seguí admirando los dones que Dios, o la naturaleza, habían concedido a aquel lindo chico.

  • ¡¡ Dios mío !! ¡¡ Qué labios tienes !! - murmuré en mi solitaria habitación mientras venían a mi memoria unos versos que escribí y dediqué a unos tan bellos y sensuales como los que mi admirado poseía.

Se los puse en la pantalla y pude contemplar su agraciada sonrisa cuando los leyó.

A unos bellos labios

Son tus labios

Cerrados, sensuales, turgentes.

Gordezuelos, húmedos, quemantes.

Ensalivados, dulces, besantes.

Cariñosos, receptores, ardientes.

Sexuales, rojos, esperantes.

Entreabiertos, ansiosos, chupantes.

Las marcadas y negras cejas de mi interlocutor y sus largas y retorcidas pestañas que enmarcaban sus negros ojos, cual endrinas maduras, atrajeron mi atención cuando descansó su mirada sobre el relato que le había enviado y comenzó a leerlo.

Mientras esperaba ansioso, contemplando en los gestos de su rostro la reacción que le estaba produciendo su lectura y antes de admirar la totalidad de aquella beldad, tuve tiempo para enseñorear y dejar volar mi imaginación.

Imaginaba encontrarnos completamente desnudos realizando atrevidas y sensuales escenas. Le bajaba el pantalón y me arrodillaba ante él y lamía sus muslos morenos y dulces como caramelos y al mismo tiempo agrios y salados, con olor de macho joven, sedosos y valientes en el aire cálido de mi habitación y a la vez refrescantes como los helados de vainilla que son los que más me gustan.

Notaba, como si estuviera sucediendo verdaderamente, el placer de las tórridas caricias que me hacía, en mi boca los ardientes besos que recibía de él y sobre mi piel la suavidad de sus manos y el calor de su cuerpo al abrazarme.

Presioné mi cara contra aquel cuerpo que se me ofrecía despidiendo un aroma abrasador y le saqué la ropa que había caído hasta sus pies, dejándome ver la niebla oscura de su vello negro y rizado, presioné mis labios contra su duro sexo, haciéndole penetrar en mi boca, saboreándole mientras él tiraba de mi cabeza para que la lengua no desapareciera nunca de su miembro.

Finalmente encontrábamos una postura ideal para entrelazar nuestros cuerpos y quedar satisfechos del mutuo y sublime intercambio de semen que íbamos a realizar y cuando llegó su éxtasis me entregaba su mayor regalo, su sabor, su olor y su secreto.

¡¡ Qué bien escribes !! - vi de pronto en mi pantalla.

¿Te ha gustado?

Muchísimo.

En mi ansia por conocer su opinión no me di cuenta que aun no había terminado la lectura, simplemente había hecho una pausa y pensando en mi ansiosa espera, quiso dedicarme ese piropo.

Volví a la realidad y quedé en suspenso, quería fuese él quien iniciara de nuevo la conversación recordando su promesa. Hacerlo yo lo creía ineducado, ya que no podía corresponder de la misma forma, al no poseer una cam, ni un cuerpo tan sublime como el suyo.

Pensaba además que el envío de uno de mis relatos no contraprestaba la prometida admiración, ni el disfrute de contemplar el cuerpo de aquel serafín sobre la tierra.

Al fin, después de casi dos minutos de anhelante espera, tiempo que después me di cuenta tardó en terminar de leer el relato, contemplé finalmente en la pantalla sus esperadas palabras.

¿No crees que debo corresponder con lo prometido?

Lo deseo ardientemente y la parte baja de mi cuerpo lo espera con suma ansiedad - contesté.

Posé mi vista primero en su cara para volver a recrearme de la armonía de sus rasgos, la descendí luego por el cuello hasta el nacimiento de sus tetillas, mientras mis dientes imaginaban morder sus morenas puntitas, la deslicé después por el liso vientre, donde el hoyuelo de su ombligo atrajo mi atención, siguió hasta donde se iniciaba una carrera de abundante, negro y rizado vello púbico y quedó finalmente parada, absorta y quieta, observando, loco de excitación, donde se juntaban sus piernas y aparecía un duro e inhiesto trozo de viviente carne que empuñaba su mano derecha.

Cuando pactamos la bajada de la cam, me había enunciado tenía puestos unos calzones de pijama cortos y debajo unos slips y al ver ahora que ambos habían desaparecido, pensé había sido yo, quien por la fuerza óptica que había puesto en mis miradas o por los sueños eróticos que había realizado durante la espera, se los había arrancado de su cuerpo y hecho desaparecer como hacen los magos.

Temía leer de un momento a otro.

Devuélveme mis calzones y slip.

Sin embargo lo que leí fue.

Esta empalmada de pene se la debo a tu relato.

Al comunicarse solamente mediante la escritura surge un problema y es que no podemos, para realzar las palabras escritas, incluir sonidos, a pesar de los emoticones que internet nos ofrece para ello, mediante muñequitos gesticulantes. Los acompañamientos sonoros que hubiera incluido yo, al ver como bajaba el objetivo de la cam hasta ese lugar escondido y delicioso, hubieran dejado diminutos los berridos que ejecutan los ciervos machos durante la berrea de primavera o lo que gritan miles de gargantas en un campo de fútbol cuando su equipo mete un decisivo gol.

A pesar de ello voy a intentar buscar, entre mi pobre vocabulario, las palabras adecuadas para describir los ayes, suspiros, palabras lascivas, besos al aire y abrazos imaginarios que hice, mientras la cámara fue descendiendo y proyectando en mi ordenador, lo que aquella divinidad poseía y que según lo prometido me estaba mostrando.

Su pene era largo, grueso y derecho y al contemplarle en toda su longitud, gordura y belleza suscitó un fuerte pinchazo en mis genitales, obligándome a decirle, a la vez que empuñaba el ya parado mío.

  • Posees el falo que imagino debiera tener la más bella estatua que existe, la que ha sido durante muchos años quien excitó mis masturbaciones.

La piel de su prepucio, por la presión de sus dedos, había descendido hasta dejar al descubierto su rosada, húmeda y turgente uretra, ya chorreante del jugo que habían depositado las glándulas de Cooper, que adelantándose a los acontecimientos, habían comenzado, hacía rato, a producir el pre-semen lubricante que imaginaban necesitaría mi joven y bello interlocutor para que aquel viviente y bamboleante trozo de carne penetrase en un suspirante orto.

Creo que mi admirado pensó poder meterlo en el mío porque entusiasmado leí la plasmación de su deseo.

En este instante querría follarte.

Me volvería loco que lo hicieras.

Se levantó del asiento que ocupara durante toda la charla y la punta de su verga quedó frente a mis ojos, mostrándome una diminuta boca babeante, que se abría y cerraba siguiendo los movimientos de su mano.

Creí correrme con aquella excelsa y sensual visión, pero hice un esfuerzo por evitarlo y seguir disfrutando. Mientras iniciaba un pausado y repetitivo movimiento de sube y baja sobre mi verga, que consiguió estremecer todos los músculos inferiores donde reposa mi sexualidad y un levantamiento y separación del culo del asiento, imitando la acción de follar al excelso ser que veía en la pantalla, sentía abrirse y cerrarse mi esfinter anal para mostrarme la imperiosa necesidad que tenía de recibir un pene en su interior.

Estás haciéndome el más feliz de los mortales - escribí mientras me pajeaba furiosamente - No solo porque te puedo contemplar mientras te masturbas sino porque me has permitido admirar el más hermoso, lindo y sublime cuerpo terrenal que existe y estás inyectando en mí un placer y ardor sexual como nunca sentí durante una masturbación.

Quizá si alguno lee este relato piense

¿Qué tenía esta paja de especial?

El masturbarse es algo muy común entre los varones. Es realizar, en sí mismo, un remedo de lo que la sexualidad, que llevamos dentro, solicita hacer entre dos personas. Yo como los demás lo he realizado multitud de veces a lo largo de mi vida. Algunas de mis poluciones fueron rutinarias, comenzaron por mover, casi sin darse cuenta, la mano sobre la polla, otras fueron buscadas por diversas circunstancias, las hubo que se iniciaron porque algo sexual me excitó y pocas pasaron al recuerdo al ser agradables y sabrosas. Aquella superaba a todas las anteriores.

Siempre he buscado la perfección, la beldad en los chicos que encontré. Supe entresacar de todos lo que tenían de lindo tanto interior como exterior y aquella persona me permitía la contemplación de la suma belleza masculina juvenil.

El estado de sumo placer en que me encontraba frotándome la polla mientras permanecía en mi pantalla la imagen del más bello entre los bellos, deseaba quedase duradero y eterno en mí, no solo como recuerdo de una polución maravillosa de mis genitales, sino como la cima de la excitación sexual conseguida por mi libido durante una masturbación.

- ¿Por qué - me preguntaba - los más bellos momentos vividos, cuando son recordados al cabo del tiempo, son tan breves?

Para evitarlo, puse a todos mis axones en estado de alerta para que el inalcanzable e irrepetible nirvana que estaba sintiendo al pajearme mirando el cuerpo más hermoso que nunca contemplé, quedase escrito mediante los signos que el cerebro utiliza y guardado en el secreto lugar donde la mente esconde las ensoñaciones placenteras, los momentos felices, los deseos agradables o los recuerdos inolvidables.

Si lo conseguí totalmente aun no lo sé, tendré que comprobarlo cuando pase un largo tiempo, lo que sí sé, que pasados varios días, aun perdura en mí el recuerdo de aquellos momentos placenteros, cuando alcancé la mayor ensoñación jamás imaginada, que hizo ascender la lechada desde mis testículos al lugar donde se prepara para salir al exterior y el sumo placer carnal y un desmadejamiento del cuerpo cuando el semen salió a borbotones por la punta de mi verga, manchando todas las teclas de mi ordenador, porque no deseé cambiar de posición ante tan importante instante de mi existencia.

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Pero describir la contemplación de aquella beldad y la excitación de la excelsa masturbación que suscitó en mí, me han hecho olvidar lo principal que pensaba narrar en este relato.

Me había corrido ya, cuando le pregunté su nombre.

Me llamo David.

Al leerlo me hizo recordar que muchos de los grandes hechos de la humanidad ocurrieron por un cúmulo de circunstancias, como el descubrimiento de la fuerza de la gravedad al caer una manzana sobre la testa de Newton o contemplar que el pan se le encanecía en el cajón de su alacena, para que otro sabio, descubriera las encimas.

Me enteré hace unos días que en Italia estaban preparando, en reconocimiento y admiración hacia Miguel Ángel, el más insigne escultor italiano de todos los tiempos, los actos de conmoración del quinto centenario en que realizó la más célebre estatua que existe para mí, la de David, el héroe del Antiguo Testamento, que fue elegida por la humanidad, desde su construcción y colocación en una plaza de la ciudad de Florencia, hasta nuestros días, como el mayor exponente de la belleza juvenil masculina.

Siento tanta admiración hacia esta estatua que si hubiera tenido ocasión de elegir un nombre cuando en la pila del bautismo me impusieron el que ahora disfruto, sé que me llamaría David.

Me gustó ese apelativo desde que conocí la existencia de un David bíblico durante las clases de catecismo y religión que recibí como preparación para celebrar mi primera comunión.

Recuerdo nos las daba un seminarista muy joven que nos ponía aquel chico como ejemplo que debiéramos seguir, hablándonos de un pastor niño que tuvo el atrevimiento de enfrentarse al gigante Goliat para defender sus ovejas.

En el libro donde leíamos y estudiábamos el catecismo David venía representado por el dibujo a plumilla de un pastorcillo muy bello, ataviado con pieles de oveja, cuidando un rebaño en la ladera de una montaña con una honda en la mano y a lo lejos, en la cima, un gigantón tumbado en el suelo por la certera piedra que había recibido en la frente.

El nombre y la imagen de aquel niño tan valiente evocaron en mí cerebro infantil la aventura y el arrojo de un jovencito, al que deseé desde entonces, imitar.

Años después el libro de historia de las civilizaciones, no recuerdo en que curso se estudiaba, había elegido para describir la vida y obra de aquel pastorcillo, ya convertido en rey de Israel, una fotografía de la estatua del David de Miguel Ángel. Aparece en ella como un joven atleta, desnudo, musculoso, en tensión, con la mirada fija en la distancia, pareciendo estar buscando a su enemigo Goliat. No sé si era la belleza de la escultura, el desnudo de la estatua o que comenzaba ya a notar mi tendencia homosexual, la que hacían saltar las terminaciones nerviosas que circundaban mis genitales, pero cada que vez que miraba esa página mi pene elevaba su tamaño.

La intensa y penetrante mirada, la fuerza expresiva que emanaba del rostro de ese David de mármol y sobre todo el cuerpo desnudo que representaba a un bello y lindo joven, hizo que se convirtiera, desde el momento que hojeé el libro y encontré la fotografía, en la imagen que mi mente evocaba para excitar mi libido y masturbarme.

El libro describía poco de David, recordaba su hazaña juvenil y añadía que posteriormente reunió a las doce tribus de los judíos, fue el primer rey de Israel y padre de Salomón el constructor del Templo de Jerusalén.

Nunca perdí la ocasión de ampliar los conocimientos sobre este personaje bíblico, cuya somera biografía podría resumir así.

Era el hijo más joven de José, de la tribu de Judá, un pastor de Belén, región en la que pasó su juventud cuidando los rebaños de su padre. Adquirió fama entre todos sus compañeros pastores, antes de hacerlo por su valentía, por sus aptitudes musicales, pues desde niño tocaba la cítara como un virtuoso y componía versos y canciones con el sentimiento de un verdadero poeta. Parte de ellos son recogidos en el Antiguo Testamento.

Con su honda, de la que era muy hábil, tuvo la valentía de enfrentarse, siendo un adolescente, al temible, fuerte, duro y sanguinario Goliat, que aterraba con su sola presencia a los avezados pastores de su tribu, a los que robaba ganado, asustaba con sus amenazas y golpeaba a quien osase enfrentársele.

Cuando éste amenazaba y retaba desde una colina cercana a todos los componentes de la tribu de Judá y hacía mención de correr hacia ellos, haciéndoles huir en desbandada, le abatió colocando tres cantos planos, de los que buscó especialmente por el río, de tres certeros lanzamientos de su honda, que se incrustaron en medio de la frente del gigante filisteo,

Asustado y herido Goliat nunca más se acercó por donde pastaban los rebaños de la tribu de David, que se vieron así libres de aquella pesadilla que les había acechado durante bastante tiempo.

Después de su enfrentamiento con el gigante, su fama de joven bello, valiente y virtuoso músico creció de tal manera que traspasó los límites de su tierra, hasta que el rey Saúl le llamó a la corte para curarle, con su música, de su melancolía, donde se casó con su hija, luchó y venció a los enemigos de su patria y fue proclamado rey a la muerte de su suegro.

Durante su reinado unió a las doce tribus, que se habían formado alrededor de los hijos de Isaac, creando el fermento del verdadero Israel. Isaac, su abuelo, fue aquel a quien pidió Dios sacrificase un hijo y que al ver que era capaz de hacerlo paró su mano en el último minuto,

Está también demostrado que a su vejez organizó un buen lío con la esposa de un general al que mando matar para conseguirla, Betsabé, que fue posteriormente la madre de Salomón el que construyó el templo de Jerusalén.

Mas fue estando en una clase de historia del arte, de esto hace poco tiempo, cuando supe, por el enterado profesor que las impartía, que bajo su belleza masculina, aquel pastor valiente que fue capaz de enfrentarse al filisteo Goliat con una honda, y llegar posteriormente a ser rey de Israel, había sido por lo menos bisexual, por lo que me pareció necesario indagar más sobre su sexualidad.

Efectivamente encontré rebuscando entre los escritos antiguos que hablan de este personaje, incluida la biblia, que David fue elegido por el rey Saúl no solo porque tocaba maravillosamente la cítara y para que con su música levantara su ánimo, sino para que con su belleza levantase también otra parte de su cuerpo y que en la corte de este rey, no solo había enamorado a su hija, con la que se casó, como una manera de alcanzar la cumbre, también enamoró a Jonathan, otro hijo de Seúl, que fue su amante durante toda su vida, compartió su lecho y le ayudó a alcanzar el trono, enfrentándose a sus otros hermanos cuando quedó vacante.

Quizá la verdadera figura del David judío no se parezca ni a la que presentaba el libro de religión de mi niñez ni a la que esculpió el excelso escultor italiano, pero en mi mente, la que se presenta al leer o oír su nombre, el que intenté imitar en mi niñez por su valentía, estuve enamorado durante un tiempo al elegirle mi corazón como el máximo compendio de la belleza y del deseo sexual o enseñoreó mis masturbaciones al pajearme durante esta época de mi vida, es la de mármol blanco de Carrara que permanece en Florencia.

No solo lo es para mí, sino para toda la humanidad porque desde que salió de las manos de Miguel Ángel, se convirtió en un icono de juventud, belleza adolescente y frescura juvenil, nunca superada.

Solo encontré en ella una cosa que no me convenció nunca, sobre todo en los momentos en que la utilizaba para excitarme, elevar mi libido y contemplar su desnudez en el momento de derramarme, era el pequeño pene que el escultor, siguiendo quizá la costumbre de la época, nos ofreció. Para mí ese joven lindo, bello y maravilloso debiera tener por lo menos diez centímetros más de polla, aun estando flácida como aparece en la estatua.

No quiero imaginar lo que ganaría, si el excelso escultor de la Edad Media, se hubiese atrevido a ponerle un pene acorde con el que le colocaba mi imaginación entre sus piernas, cuando me masturbaba pensando en su hermosura.

Como sigo todas las noticias que se relacionan con mi querido y admirado personaje supe que el primer y principal acto de la conmemoración de los quinientos años en que fue construida, ha sido organizar un concurso mundial para elegir un joven modelo, que se llamase David, nombre que existe en todas las culturas, que prestaría su imagen para tallar la réplica moderna de un David actual, esperando se convierta en el canon de belleza de los años venideros, como sucedió con el que talló el florentino hace cinco siglos.

El escultor que ejecutará la obra en mármol de Carrara, como el de su antecesor, había sido ya elegido por unanimidad, entre los actuales escultores italianos, por un jurado internacional. El nombre del designado se acababa de dar a conocer durante el pasado mes de julio, habiendo recaído en el célebre Lucarini.

Las bases del concurso le permiten tallar libremente la figura del chico seleccionado como modelo, solo ponen como condición que la estatua tenga las medidas sensiblemente iguales a la de Miguel Ángel, 4,4, 4 metros.

Se la daría el título de "DAVID DEL SIGLO XXI" y se colocaría en el centro de una plaza pública de Florencia aún sin designar.

Anunciaban estar buscando un chico de nombre David, que manteniendo la belleza clásica que la estatua nos muestra, poseyese a la vez una hermosura moderna y actual.

No existía premio en metálico para el modelo, solo comprendería el pago de las estancias y viajes necesarios para posar y la fama y reconocimiento de ser el más bello y famoso de los David actuales.

La elección del modelo se realizaría durante el mes de octubre porque se deseaba, que lo más tardar, en noviembre se empezase su construcción.

El jurado aceptaba fotografías de todos los jóvenes menores de veintidós años que quisieran optar a ser elegido el icono de la actual belleza masculina mundial.

Por mantener la costumbre de guardar toda la información que se relaciona con este personaje, anoté la dirección donde se podían enviar las fotografías.

Y ahora, quiso la casualidad, que fuese yo quien encontrase al más lindo, bello, guapo, excelso y maravilloso David que existe.

Hice una fotografía del desnudo cuerpo que veía en mi pantalla, sé que hubiera sido mejor pedirle una directamente porque con los brillos del cristal perdía algo de nitidez, pero no quise supiera nada. La he enviado a Italia.

Sé con toda seguridad que será el elegido, porque estoy convencido no hay nadie que se le pueda igualar.

Tendrá de premio ser considerado como el canon de la belleza quizá durante los próximos cinco siglos como gozó el anterior David de los pasados y yo haber sido el primero de los mortales que gozó de la contemplación de su cuerpo, de sus ardientes palabras y de la visión de su excelsa polla y pudiese ocurrir, que agradecido, goce también de su culo algún día.