El dado mágico (1)

Un joven cuenta en primera persona su excepcional relación con su propia mente que le abrirá una nueva realidad de fantasías sexuales satisfechas.

El dado mágico ( I )

Estaba yo deambulando por mi vida cuando esta historia quebró el mundo en mi camino. Era un día cualquiera, uno entre semana para ser más cualquiera todavía. No recuerdo si martes, miércoles o lunes, daba igual.

Mi novia se recostó a mi lado en la cama, a punto de dormirse. Yo me empeñé en quedarme despierto con la intención de ver la televisión del cuarto un rato más, pero mis pensamientos ese día iban en otra dirección. Mi vida se mezcla entre fantasía y realidad. Acostumbro a fantasear continuamente, cuando voy en el coche, cuando estoy trabajando, y también cuando veo la televisión en mi cuarto una noche cualquiera, con mi novia a mi lado. Fantasías casi siempre eróticas, y siempre de una imposibilidad realista. Pero de un tiempo a esta parte siempre era la misma. Mi visión de la fantasía definitiva.

Me paré a pensar que si se me pudiera conceder una fantasía ¿qué pediría? Podría pedir una noche de pasión desenfrenada con Isus, una amiga de mi novia y mía con la que salíamos a bailar de vez en cuando. Con Dylia, una deliciosa bailarina rubia de un local al que íbamos mucho de marcha. Y mi propia novia. Ellas tres y yo. No estaría mal, pero si sólo tengo un deseo sería desperdiciarlo. Es como aquello del genio de los tres deseos, siempre he dicho que mi primer deseo ante ese genio sería un millón de deseos más. Así que decidí que mi fantasía habría de ser perdurable. Y no siempre con la misma mujer o con las mismas mujeres, pues si algo me enseñó la vida es que hasta de beber agua todos los días te cansas. Tampoco sería algo constante, la rutina puede matar la pasión, el azar tendría que tener que ver con ello para solucionarlo. Decidí después de mucho pensar que habría de ser una combinación entre azar y fantasía apegada a la realidad, a mi realidad. Pero hasta esa noche no pude darle forma. Y lo más curioso es que no la modelé yo, por lo menos no conscientemente. Lo soñé. No os diré qué soñé esa noche porque es indescriptible, al proceso de materialización de una fantasía es muy difícil aplicarle palabras. Erotismo, azar, realidad, fantasía, infinitas posibilidades. Lo que sucedió en mi mente sólo se podría explicar con el lenguaje de la mente. Pero lo resumiré en una imagen: un dado rojo. Entonces me desperté, y fue como volver a nacer.

La fantasía se había hecho realidad.

Me desperté y mi novia ya no estaba a mi lado, no es que hubiera desaparecido como parte de mis deseos, nunca hubiera deseado eliminarla de mis fantasías, sino hacerla partícipe. Amaba a mi morena, pero no creo que compartiera mi idea liberal del amor. Ella había acudido al trabajo, dejando su olor en la almohada, pero no era lo único que había en ella. También había un pequeño dado rojo. Era el dado de mi sueño. Mi primera reacción fue de desajuste temporal. Ya sabía porqué ese sueño tan turbante y la visión de ese dado rojo, allí mismo delante de mí tenía el motivo.

Entonces comprendí que mi sentido de la realidad me estaba engañando por primera vez, mi sueño no fue resultado de aquel dado. El dado fue el resultado de mi sueño.

Ahí estaba yo, en mi cama por la mañana recién levantado y admirando con incredulidad un dado. Creí que al parpadear desaparecería, pero no lo hizo. Tampoco cuando me froté los ojos ni cuando me pellizqué la pierna. No se cómo, pero sabía que aquel dado escondía mis fantasías mas inconfesables. En ese momento no sabía hasta qué punto se ocultaban en él.

Era rojo, con números grabados en cada una de sus 10 caras. Sí, era un dado de diez caras, curiosamente del dos al once. Cómodamente instalado en mi almohada parecía pedirme a gritos que lo cogiera y lo lanzara. Pero temí muchísimo hacerlo, ¿sería todo aquello producto de mi locura? Estaba despierto, de eso estaba seguro. De lo que no estaba tan seguro es de si aquello formaba parte de mi imaginación. Pero sabía que era real, mi corazón me lo decía.

El ruido del tráfico rebotaba en la ventana de la habitación, decidí que ese día no iría a trabajar, llevaba casi una hora peleando con mi mente y con aquella situación. Hasta llegar a la lógica solución de que no podía ignorar más el hecho de que allí había mucho que ganar y muy poco que perder. Y mientras me regañaba a mi mismo por mi cobardía cogí el dado. Esperaba algo, una sensación diferente al asirlo, pero no fue así, parecía no ser nada más que un dado de diez caras. Pesaba muy poco y parecía de madera. Pero el hecho de no provocar nada en mí su contacto no descartaba su posible efecto al usarlo. ¿Cuál podría ser ese efecto? Teniendo en cuenta que era producto de mi imaginación seguro que podría imaginarlo, pero temía que en una ocasión única en la vida como parecía esta acabara defraudado si me hacía muchas ilusiones.

Lo lancé sin más.

Todo lo que ocurrió entonces cambió mi vida, pero en aquel momento no pensaba en el futuro, solo en la voz que apareció en mi cabeza. "Señor, su resultado de hoy es un cuatro". Era una voz asexuada, de un hombre joven o una mujer decidida. Di un respingo sobre la cama, pero no se porqué ya me esperaba algo así. Efectivamente era un cuatro el resultado que anunciaba el dado, ahora en el suelo junto a la cama. Mi primer pensamiento después de recuperarme de aquello fue "es un cuatro, ¿y que?". Y enseguida recibí una respuesta: "Señor, distribúyalo en personas y tentativas, por favor". Ya no era consciente de que el ruido del tráfico había desaparecido y el reloj de mi mesilla había detenido su tictaqueo.

Hice un alto obligatorio, pensé que era ridículo, o que no lo entendía. Era lo segundo, porque inmediatamente el dado me ofreció una solución "¿me permite enseñarle el funcionamiento de su propia fantasía?".

-Si, por favor.-La cosa mejoraba, ahora estaba hablando con un dado que se había metido en mi cabeza y además se ponía irónico.

Entonces fue cuando crucé todo límite de duda.

Mi habitación, en la que estaba, desapareció en un parpadeo y apareció ante mí una habitación de igual tamaño, pero blanca completamente, blancos también un gran colchón en el suelo y una bonita estatua de una mujer desnuda. Insertada en los pechos de esta dama de piedra una pantalla de televisión. Me incorporé con una naturalidad que ahora mismo me extraña, y me dirigí a ella.

Apareció un cuatro en la pantalla y la voz asexuada en mi mente:"Señor, ésta es la forma de explicarle el funcionamiento de su fantasía que su propia imaginación cree mas adecuada para que lo comprenda"

De repente un escrito apareció en la pantalla:

"Puedes repartir tu resultado en personas (mujeres) y tentativas (orgasmos) para iniciar la fantasía. Por ejemplo 1 mujer y tres orgasmos, dos mujeres y dos orgasmos o tres mujeres y un solo orgasmo"

Es decir, en chicas y orgasmos, entendido. Era como las instrucciones de un video juego, desde luego mi mente me conocía bien. La primera mujer me vino a la cabeza en un acto reflejo.

Dylia. Allí estaba en la pantalla, mi bailarina preferida. Rubia, de unos 19 años de edad, de pelo liso muy largo hasta la cintura, delgadita pero tonificada, ojos verdes y belleza española, tez morena pero no en exceso. De pechos turgentes y redondos, generosos. Estaba girando poco a poco en la pantalla para poder verla des cualquier ángulo. Su mirada verde enternecía de simpatía, sonrisa perpetua, porque ésa era su forma de ser.

Iba vestida con un biquini azul de muy poca tela, con una faldita de seda a juego, transparente, que sólo le caía por un lado en forma de punta, pero no tapaba nada. Sin pensarlo pulsé la tecla ok que aparecía en la pantalla. Entonces apareció el mensaje: "defina actitud Dylia". Pensé qué demonios querría decir aquello, la voz sonó otra vez en mi cabeza. "Señor, esto quiere decir que debe definir la actitud que desea que adopte Dylia para la fantasía de hoy, solo pensándolo." Así que decidí que quería a una Dylia deseosa de placer proveniente de cualquier modo. Así apareció en la pantalla y pulsé ok. Entonces aquello cambió de dimensión cuando la bailarina apareció tendida en la cama, sonriéndome, con unas botas azules a juego con el diminuto vestido. Y miró directamente a mis ojos. Yo estaba en calzoncillos, unos boxers blancos.

-Tranquilo, puedo esperar a que termines con tu elección, pero date prisa por favor, no se porqué pero estoy ansiosa de ti.- Dylia dijo todo aquello con una sonrisa sincera.

Sufrí una erección súbita, casi me corro instantáneamente, pero conseguí controlarme. No le dije nada y con el pene durísimo dirigí mi vista a la pantalla. Mi segunda elección podría haber sido mi novia, pero no sabría que repercusión podría tener esto en la realidad, así que me decidí por Isus, La preciosa amiga de mi novia y mía.

Estaba allí y podía verla, estaba claro que la pantalla me mostraba a las chicas vestidas como más me gustaría a mí. Llevaba unos pantalones vaqueros azules de cintura baja que dejaban ver un tatuaje tribal que llevaba en la espalda encima de su precioso culito respingón, así como apreciar el asomo de un tanga oscuro. Arriba un top muy pequeño y apretado de color negro. Isus es morena pero con mechas rubias, melena al hombro, tiene unos 19 años también, una piel morena de semanas al sol, porque ésta es una chica de la calle, bastante mal hablada pero con una simpatía desbordante. Siempre nos hemos llevado muy bien. Yo quería poseerla.

Era bajita, un poco más todavía que Dylia, también delgada , con unos pechos pequeñitos y muy bien puestos, daban ganas de comérselos. Me moría de ganas ver sus pezones. Tiene unos ojos muy grandes y marrones y una boquita de piñón de labios esponjosos. Siempre he sospechado que Isus fumaba algo clandestinamente, esa debería ser la causa de su punto de alegría ausente. Su cara se ilumina cuando sonríe ¿Cómo sería su cara mientras la penetro por el ano? Estaba a punto de descubrirlo. Pulsé ok otra vez.

Quise que su actitud fuera como la de Dylia, y apareció en la cama junto a ella, pero sentada en el borde de la cama, y miraba a su alrededor y a mí, y se le escapaban sonrisas muy peculiares de complicidad conmigo.

-Joder, tío, esto es muy fuerte.- Dijo Isus. Yo estaba en el paraíso, y pensé :- qué pasada si ellas se liaran mientras yo acabo con esto.- Inmediatamente Dylia se incorporó y con mucha dulzura abrazó por detrás a Isus, rodeando su top con los brazos. Y mientras me miraba a los ojos con una sonrisa preciosa, le dijo algo al oído. Entonces Isus giró con los ojos cerrados la cara hacia ella y se empezaron a besar dulcemente, lengua con lengua. Era increíble, habían hecho lo que estaba pensado - "Señor, harán todo lo que piense de aquí en adelante hasta su último orgasmo de hoy"-esas palabras sonaron como música en mi cabeza. Sabía la pantalla que mis dos puntos restantes eran para dos orgasmos. Qué pena no haber obtenido un 11 en el dado.

Pulsé ok y la pantalla desapareció. Mientras, me dirigía a la cama para deleitarme con aquellas chicas, que para mí eran dos diosas hasta hoy intocables. La voz apareció una última vez: "la próxima vez use su mente y no le hará falta ninguna pantalla". ¿Próxima vez?

Iba a ponerme a pensar en esa cuestión cuando la imagen de Dylia, ahora encima de Isus sobre la cama, lamiéndole el tostado vientre con suma delicadeza, mientras le desabrochaba los vaqueros, pudo con toda cuestión ajena a ellas dos. Me quedé como un mirón viendo como la desnudaba completamente mientras la besaba, y pasaba su larga melena rubia sobre ella. Esto le hizo estremecerse a Isus, endureciendo sus pezones, ahora al descubierto, pequeños pero muy prominentes y tostados. Me quedé admirando la reacción de mi amiga y sus ojos se cruzaron con los mios. Entonces se sonrojó.

-No me mires joder, que me da vergüenza.- esto con una sonrisa ruborizada que me excitaba mucho más. Para que mi amiga se sintiera mejor me quité los boxers y me quedé completamente desnudo, con mi polla a punto de reventar. Sabía que mi primera corrida llegaría pronto, pero no importa, tendría otra.

Me puse tras Dylia, y entonces la toqué y fue cuando me cercioré de que era todo real, esa piel suave y sedosa tenía el tacto más real posible. Le pedí que le quitara el tanga negro que llevaba Isus. Así lo hizo, pausadamente. Isus aún parecía un poco avergonzada, pero también debía estar muy caliente, pues levantó un poco su culito para que saliera mejor. Y apareció ante Dylia y ante mí un precioso coñito rasurado, pequeñito pero muy apetecible. Moreno y ahora tapado por Isus, a la que avergonzaba que viéramos así, indefensa pero deseosa.

-¿ Te has comido un coño alguna vez , Dylia?.-le pregunté a la preciosa rubia que estaba pasándoselo tan bien como yo.

-Lo he deseado muchas veces, pero nunca me he atrevido. Pero ahora no se porqué estoy mucho más que dispuesta. Pero lo haré sólo si luego me dejas comértela.- lo último que dijo era solo un susurro, pero puso sus ojos en los míos para decirlo. E inmediatamente se inclinó abriendo las piernas de Isus y apartando la mano con la que se tapaba ella, alojó sus labios en su coño.

Isus se estremeció, y miró con sorpresa y deseo lo que hacía aquella rubia a la que conoció de pasada hace tiempo en una disco, y tan bien le había caído entonces.

Ante aquel espectáculo me decidí a actuar y sin pensármelo me situé en la cama de rodillas ante la carita de placer avergonzado de Isus, y le puse la polla, durísima y caliente, ante la cara. Ella me miró, sabía lo que yo quería.

Dylia estaba haciendo muy bien su cometido, ahora jugando con el clítoris de Isus utilizando su lengua, estaba esplendorosa así vestida comiéndose con ese deleite el coñito de mi amiga. Aprecié que se llevaba una mano a la parte de debajo de su bikini, acariciándose por encima del tanga azul.

Entre gemidos mudos, y como para no defraudarme, Isus sacó su lengua y recorrió mi polla en horizontal llegando a rozarme los testículos, yo estaba demasiado caliente, no estaba acostumbrado a este nivel de excitación, así que me coloqué para metérsela entera en la boca, ella se asustó y levantó las manos, pero cuando vio que podía con toda se relajó, y mirándome a los ojos con complacencia y respirando dificultosamente por la nariz debido al placer que le estaba dando Dylia, empezó con la felación a ritmo pausado, cogiendo con una mano mis huevos muy prietos.

-Isus si sigues así me correré en tu boca.-acerté a pronunciar mientras temblaba de placer. -¿Eso te gustaría?- Y como pudo asintió con la cabeza con todo mi pene en su boca, desfigurando un poco su preciosa cara dulcemente agitanada. Entonces la saqué dispuesta a correrme sobre sus labios.

-Déjame a mí.-Dijo Isus mientras cogía mi rabo ahora con más confianza y ponía mi glande en su lengua. Ahora estaba mucho más tranquila y empezaba a disfrutar de verdad de lo que le hacía Dylia entre las piernas. Y me dedicó una gran sonrisa inocente y placentera cuando derramé toda mi leche, llenando su boca. Sentí un estremecimiento en el momento del orgasmo como nunca había sentido, era casi irreal. Mi semen rebosó la boquita de Isus y se derramó por su cuello y garganta.

Dylia ya quería alguna recompensa y viendo el panorama dejó de lamer el fruto ahora madurísimo y húmedo en extremo de Isus. Ahora sólo lo acariciaba, apreciando como metía mi rabo lechoso otra vez en la boca de aquella pequeña preciosidad. Luego lo saqué para que se limpiara para el próximo.

  • Déjame que me limpie, anda.-Dijo Isus incorporándose. Con su sonrisa peculiar, adivinando mis pensamientos y alucinada por lo que estaba pasando, se dirigió a una puerta corriendo a saltitos, completamente desnuda y deseando volver limpita a darle más placer al novio de su amiga, yo. Era contradictoriamente morboso para ella, no lo entendía, pero no podía parar.

-Me desnudaré para ti, a ver si animamos otra vez la cosa.- Dijo Dylia, con un tono suave y divertido, dirigiéndose a mi miembro, ahora calmado y recuperándose.

Dylia se puso ante mí y empezó un baile muy suave y sinuoso, pues estábamos en silencio. Una a una sus prendas cayeron al suelo. Su contoneo acentuaba sus curvas una a una, era melodioso. El corazón se me aceleró al pensar un momento en lo que me estaba pasando. La larga melena rubia de Dylia tendió delante mía cuando ella se inclinó para sacar su última tela, un tanga celeste.

Se quedó un momento ante mí de pie. Era maravilloso ver el triangulito que sus piernas cerradas creaban entre los muslos y su precioso coño. Éste estaba decorado con un hilo de pelito rubio, sobre la piel bronceada. Yo todavía tenía el pene blando y más pequeño, por lo que ella tomó cartas en el asunto. Sin mediar palabra y con una amplia sonrisa en sus labios, Dylia se acercó a mí pausadamente y se arrodilló. Entonces apartó mi mano, con la que me estaba acariciando mi fláccido rabo. Entonces lo tomó ella como si fuera una golosina, y tierno y aún húmedo de mi anterior corrida, se lo metió en la boca. Noté como jugaba con su lengua, después una sensación latente, y mi polla se fue endureciendo en su boca. Pero ella no se impacientaba y seguía.

Entonces volvió Isus sonriendo como una colegiala, y se arrodilló en la cama tras de mí, abrazándome. Fue muy reconfortante notar sus prietos pechos contra mi espalda, y mientras una preciosidad rubia se deleitaba endureciéndome el pene.

-Es toda una profesional ¿a que lo hace bien?- me dijo al oído Isus al oído. A lo que Dylia respondió con una suave carcajada que le hizo sacar mi polla de su boca, ahora la meneaba con avaricia, miró a Isus y cuando se concentró otra vez, siguió chupándola maravillosamente moviendo todo su cuerpo hasta que estuvo completamente dura. Entonces se puso de pie.

-Por favor, acuéstate en la cama.-Me pidió Dylia, ¿y quien soy yo para negarme? Me soltó Isus de buena gana y me tendí en la cama. Y mientras mi amiga miraba, la bailarina se sentó encima de mí. Con cuidado de que mi polla la penetrara bien la colocó con la mano, y eso me encanta verlo hacer a una mujer.

Me entregué a ella. Empezó a cabalgarme con mucha parsimonia, me encantaba ver cómo su coño, que por cierto estaba mucho más húmedo de lo que yo esperaba, engullía mi rabo una y otra vez sin cansarse. Aumentó el ritmo y su respiración cada vez se oía más jadeante. Entonces aprecié que Isus estaba disfrutando de la escena, y disfrutando todavía más de sus dedos. Yo la miraba de reojo porque ella estaba segura de que no le estábamos haciendo caso. Cuál fue mi sorpresa cuando se llevo esos dedos húmedos disimuladamente a la boca para probar su propio sabor, nunca habría pensado que Isus fuera tan atrevida, pero ese gesto tenía otro motivo.

-A que sabe bien.- le dije por sorpresa a Isus.

-¡Me estabas mirando!- me reprochó Isus con una sonrisa ruborizada y unos ojos muy abiertos.

-ven aquí.- le pedí. Y mientras los pechos increíblemente bonitos de Dylia botaban con un ritmo sinuoso, al son de sus movimientos en los que mi rabo desaparecía y aparecía entre sus muslos tonificados, me coloque a Isus sobre mi boca, de frente a su nueva amante. Metí mi lengua en su coño sin pensarlo, y a ella le pilló de sorpresa que le gustara tanto. Entonces Dylia atrajo hacia sí a Isus y sus pechos se encontraron entre jadeos. Mientras la go-gó rubia me follaba, yo me follaba con la lengua a Isus, y ésta ahora tenía las manos en las tetas de Dylia, lo noté porque yo tenía las mías en las de mi amiga. Y en el momento en que Isus acarició a Dylia esta tuvo un orgasmo espectacular, noté como su gemido mas intenso coincidía con un torrente de humedad en su coño. Pasó un momento hasta que la preciosa rubia sacó mi polla de su modelado coño, e instantes después oí su dulce voz en mi oído, mientras Isus follaba con mi lengua y mis labios.

-Por favor, deja que tu amiga me coma el coño.-

Imposible negarse.

Saqué a pulso a Isus de mi lengua, era impresionantemente ligera. Ella parecía aún insatisfecha, pero la recompensaría enseguida. Dylia ya estaba tendida en la cama abierta de piernas, mirando a los ojos a Isus y sonriendo como pidiéndole un favor. Ella enseguida comprendió el mensaje.

-No se si lo haré bien.- se disculpó por adelantado Isus.

-Tranquila… es muy fácil.- la tranquilizó Dylia. Yo estaba alucinando viendo como se deseaban, unas horas antes me habría reído si alguien me lo cuenta.

Isus se acomodó a cuatro patas ante las tonificadas piernas de Dylia, y empezó a lamerle tímidamente con la lengua, muy superficialmente. Pero eso pareció bastante para que Dylia temblara de placer. Su coño emanaba un licor delicioso, como el que Isus probó de ella misma antes.

Yo disfruté del espectáculo un rato, pero quería clavársela a Isus, hacía meses que lo deseaba. Alli estaba con ese culito moreno todo para mi, adornado con un tatuaje bajo la espalda. Ella estaba muy ocupada con el coño de Dylia, los gemidos de la rubia así lo atestiguaban, ahora se lo comía con la boca abierta.

Separé las nalgas de Isus y aprecié que su ano estaba muy limpio. Entonces apareció la mano de mi amiga entre sus propias piernas, acariciándose mientras saboreaba a su nueva amiga. Eso era señal de que quería más. Le metí la polla por su coño, y entró muy suavemente debido a una lubricación exagerada. Su respiración se aceleró y empecé a follármela como a una perrita, yo ya tenía total control sobre mí. Entonces mi mirada lasciva se cruzó con los ojos verdes de Dylia, estaba descoyuntada de placer, intentaba sonreir, pero un impulso que hizo que se mordiera el labio inferior no la dejó. Una mueca de gozo en su cara, en una chica de su impresionante belleza, me aceleró.

Sin dudarlo saque mi polla del coño de Isus y mojé su ano con el líquido que había en ella. No era suficiente, se notaba que aquel ano estaba muy virgen, y no quería hacerle daño a mi amiga, mi novia no me lo perdonaría. Así que con la mano recogí mas líquido lubricante de ese coñito rapado, humedeciendo su ano, entonces le metí un dedo.

Ella pareció parar para disfrutarlo, pero enseguida siguió dándole placer a Dylia. Ahora ella estaba con su lengua en su clítoris, pero al notar lo que le hacía yo, le hizo lo mismo a ella, que pareció tener convulsiones de placer.

Viendo que con un dedo no tenía bastante, acomodé mi glande en su ano, era mucho más grande por lo que ofreció bastante resistencia, pero mi suavidad era extrema. Ella gimió ahora de dolor y giro su cabeza para mirarme.

-No pares, por favor te lo pido.- Ya no sonreía , su cara era de sumisión total, nunca la había visto así. Empujé mi polla y la parte más gruesa de mi glande se hundió en su ano, ella respondió con un grito ahogado. Dylia ya parecía haberse corrido más de una vez en la boca de Isus, pero apretó dulcemente la preciosa cabellera negra mechada de mi amiga contra su coño, para que le costara jadear mientras la penetraba por el ano. Dylia resultó ser bastante perversa.

Ahora el ano de Isus ya me recibía con más facilidad y fue cuando la follé más violentamente, incorporándome un poco para conseguir un mejor ángulo de penetración. Gritaba ella contra el coño de la bailarina, pero no intentaba liberarse, estaba gozando como nunca en su vida. Entonces se corrió en su propia mano por mis embestidas, dejando un último gemido bestial entre las piernas de Dylia.

Yo estaba a mil, y apunto de mi último orgasmo, puede que fuera el último ante estas diosas, pero no podía reprimirlo. Dylia pareció presenciarlo en mi cara y, después de besar a Isus como agradecimiento, separó mi polla del ano de mi amiga empujando ese culito moreno hacia fuera mientras me miraba a los ojos. Me empujó hacia fuera de la cama y quedé de pie sobe el suelo, de una blancura marmólea.

-No hace falta que nos lo pidas, queremos que te corras en nuestra cara, en las dos a la vez. ¿Verdad cariño?- preguntó a Isus que ahora, con los ojos llorosos del trance que acababa de pasar, asentía sonriente. Se situaron ante mí de rodillas. Dylia, que era más decidida, se la metió entera en la boca y la sacó rápidamente, para ofrecérsela a Isus, ella la miró a los ojos y la aceptó gustosa, entonces la cogió dulcemente del pelo y la sacó otra vez , y así, ellas dos con la boca abierta, fui metiéndola y sacándola, de una a otra preciosidad mientras ellas se comían con la mirada, fue la compenetración entre ellas lo que más me excitó, y una sacudida me avisó de que me correría en breve.

-Besaros, por favor.- Les pedí. Y lo hicieron de una forma natural, como si lo estuvieran deseando, sonriendo. Además adoptaron una postura muy sexi, pecho contra pecho, las manos de ambas en el culito de la otra. Era una imagen deliciosa, y yo iba a correrme sobre ella.

Cuando notaron mi primer semen, enseguida sacaron ambas la lengua, juntándolas para recibir el resto. No se cómo describir la sensación de sumo placer que obtuve de ese momento. El resto del semen que pude expulsar lo dirigí a la unión de sus tetas. Como colofón a un polvo increíble para mí, ellas se esparcieron mutuamente mi semen por el pecho. Era emocionante ver a esas bellezas sonrientes, totalmente satisfechas, degustando mi esencia. Esa fue la última imagen que tuve de ellas aquel día.

La fantasía había terminado.

En un parpadeo volvió mi habitación, el ruido del tráfico tras la ventana y el tictaqueo del reloj de mi mesilla. Entonces me di de bruces contra la asombrosa realidad.

El dado seguía allí.

No había sido un sueño, estaba allí. Pero yo estaba confundido y un mal presentimiento me devoró: el dado ya no podía funcionaría más.

Estaba allí él, rojo, mostrando impertérrito un número cuatro. Lo recogí, y en un acto reflejo y resolutivo lo volví a lanzar. Marcó otro cuatro, pero no pasó nada más.

¿Habría sido todo cosa de mi imaginación? Claro que sí, ¿Qué otra cosa podría ser? Que tonto que había sido, ¿Acaso pretendía tener un dado mágico que me permitiese hacer realidad mis más ocultas fantasías, en qué cabeza cabría eso?

Y súbitamente llegó la respuesta a todas mis preguntas, y fue lo último que oí, hasta el final de aquel día, de aquella voz asexuada: "Señor, hasta mañana no, una vez por día".