El Curso

Mi historia comenzó durante un curso que impartían en mi trabajo, uno de esos aburridos cursillos de empresa que hay que tragarse si no quieres que te pongan en la lista negra. Para variar me perdí y llegué tarde, todo ello sumado a mis pocas ganas de asistir, me puso de mal humor.

El curso

Mi historia comenzó durante un curso que impartían en mi trabajo, uno de esos aburridos cursillos de empresa que hay que tragarse si no quieres que te pongan en la lista negra. Para variar me perdí y llegué tarde, todo ello sumado a mis pocas ganas de asistir, me puso de mal humor. Cuando llegué ya todos estaban sentados en su sitio, y el profesor dispuesto a empezar. Todos me miraron cuando entré por la puerta y para colmo apagué la luz sin querer. Entre risas examiné la sala en busca de un sitio donde sentarme. Solo quedaba uno, justo al final, en la esquina, al lado de una gorda que creo que se llamaba Paula. La recordaba de vista, de pasar por la oficina de un lado para otro, aunque no había hablado una sola palabra con ella.

Me abrí paso entre la gente como buenamente pude y conseguí sentarme en mi sitio a trompicones. Cuando me senté, noté como mi compañera me dedicaba una agradable sonrisa, y yo le correspondí de la misma forma. Aquello hizo que me fijara un poco en ella. No era el tipo de tía que rompe, puesto que estaba demasiado gorda, pero no era fea, por el contrario tenía el pelo largo y rubio, iba bastante arreglada, unos ojos marrones claros y la piel morena, como recién salida de los rayos uva. Olía a perfume caro del corte inglés. Tiene estilo, no cabe duda , pero lo que más destacaba de ella eran sus enormes tetas, que se distinguían a través de su jersey ajustado. Aparentaba tener unos 35 años, quizá este casada , pensé.

El curso duraba tooooodo el día, de modo que acomódense en sus asientos, señores que empieza la función. Creo que la primera hora trate de prestar atención y lo hice bastante bien para lo que esperaba, pero finalmente el aburrimiento se fue imponiendo. El aburrimiento y el dolor de espalda, puesto que las sillas eran de lo más incómodo, no paraba de dar vueltas en la silla para coger mejor la postura. En alguno de mis movimientos, debido a la proximidad, rocé la pierna de mi voluminosa compañera sin querer. No pasa nada, me dirigió otra sonrisa de las suyas y siguió escribiendo cosas en su cuaderno. Que poder de concentración tiene, si hasta toma apuntes, pensé. Sus manos se movían inquietas en la mesa cuando paraba de escribir, como acariciando el pupitre con la yema de los dedos. ¿Y si la cogiera la mano?, probablemente te daría un codazo en las costillas, ATIENDE!

Seguí en mi mundo particular, rezando porque el tiempo no pasara tan despacio cuando noté que mi compañera había apoyado sin querer su pierna en la mía. Un leve roce a la altura de la rodilla, pero no la había apartado en seguida, había dejado su pierna apoyada en la mía… ¿inconscientemente? Bueno, ya se que no es gran cosa, pero como no tenía mejor que hacer, me monté mi película a mi manera. Vamos a ver que pasa… Sigue igual, no se aparta. ¿Voy mas lejos? En ese momento el profesor avisó de que era la hora del descanso. Con lo que todos empezaron a salir al pasillo para estirar las piernas. Por último lo hizo mi compañera, y yo esperé que saliera para contemplarla de cuerpo entero. Vestía una falda blanca con florecillas que la llegaba un poco más abajo de sus rodillas. Tenía un enorme pandero, acorde con sus gigantescos melones. Por un momento me dieron ganas de estrujar esas tremendas tetas con mis manos hasta dejarlas coloradas de la irritación.

Salí el último de la sala y me tomé un café bien cargado. Fui a orinar al baño, y me sorprendió descubrir que mi pene estaba mas despierto de lo normal. Esa gorda te la ha puesto morcillona, ¿eh? Después de 15 minutos la gente volvió a sus asientos. Paula entró detrás de mi y se sentó a mi lado. El tiempo pasó.

Otra vez su pierna, esta vez un poco forzado, puesto que yo me había arrimado sin que ella se diese cuenta. Estábamos bastante cerca el uno del otro, yo no paraba de oler su perfume, que estaba poniéndome cachondo. Y el roce de su pierna ¡tiene que haberse dado cuenta! Lentamente moví mi rodilla rozando la suya. Ella no hizo lo más mínimo por evitar el roce, pero siguió a lo suyo como si no pasara nada. Me envalentoné, comencé a rozar mi rodilla de forma más descarada. Ella me miró de reojo y soltó una risita disimulada. Esto hizo que me creciera, así que rocé su mano con la mía. Sin dejar de sonreír ella enganchó su dedo meñique con el mío. Ahora vas a ver, ya no hay quien me detenga. Lentamente dirigí mi mano debajo de la mesa y la situé encima de su muslo. En ese momento noté como sus pezones se ponían rígidos y amenazaban con rasgar su ceñido jersey marrón. Comencé a acariciar su muslo por encima de su falda. Estaba nerviosa, eso saltaba a la vista. Se colocó la punta de su boli en su boca y lo mordió juguetonamente. Yo estaba poniendome a cien, no podia parar. Tenia que tocar su piel. Comencé a subir su falda lentamente, pero cuando habia conseguido subir la mitad ella puso su mano sobre la mía para que parara. Aparté la mano de su muslo y ella volvió a sostener el boli entre sus labios. No creas que esto a acabado.

Volví a poner mi mano es sus muslos. Esta vez en lugar de dedicarme a subir su falda dirigí mi mano hacia su entrepierna. Cuando la posé sobre su chocho ella volvió a poner su mano encima de la mía. Lejos de detenerme, apreté mi mano contra su entrepierna, lo que hizo que ella se arqueara hacia delante. Este movimiento consiguió que se acercara más a mí, y uno de sus pechos se aplastó contra mi brazo, lo que hizo que me pusiera más cachondo aún. Como un acto reflejo, acerqué mi boca a su oreja echándole mi calido aliento, lo que provocó en ella un escalofrío. Volví a posar la mano en su muslo, y comencé de nuevo a subir su falda. Intentó detenerme, de nuevo, pero esta vez sin fuerza, con lo que seguí subiendo su falda.

Por fin llegue a tocar su muslo desnudo. Lo acaricié lentamente y pasé mi mano por el interior de su pierna. Fui subiendo poco a poco hacia su entrepierna. Ella tenía las piernas cerradas, pero no opuos mucha resistencia, con lo que al final logre contactar con sus bragas, que estaban completamente mojadas. La zorra está como una moto, le está chorreando el chocho! . Pasé un dedo por su coño de arriba abajo, recorriendo toda su enorme raja, apretando sus bragas contra ella. Sus mojadas bragas se introdujeron en su húmedo coño, era una gozada! Ella estaba apoyada en mí, y su respiración se estaba haciendo más y más acelerada. Aparté a un lado sus bragas para poder tocar su coño a placer. Con la yema de mis dedos recorrí toda su humedad de abajo a arriba. Introduje un dedo en su raja que entró con increíble facilidad, y comencé a menearlo dentro suyo. Ella no pudo más. Con un espasmo se colocó la falda nerviosamente y salió nerviosamente simulando ir al servicio. Esta es la mía . Deje que pasara un minuto y me levanté disimuladamente, lo que provocó las risitas de algunos despiertos.

Me dirigí hacia el servicio de las chicas. La puerta estaba abierta y allí encontré a mi rolliza compañera sentada sobre la tapa del váter con una mano acariciando su clítoris. Cuando me vio pareció sorprendida Sin decir una palabra me bajé los pantalones dejando que mi polla saltara de golpe. Me acerqué y la dirigí hacia su boca cogiéndola del cuello para atraerla hacia mí. La corpulenta mujer se metió toda mi polla en la boca, y después empezó a succionarla divinamente. Empecé a masturbarme con su boca, empujando su cabeza hacia mi, primero despacio, y luego mas aprisa. Entonces exploté en su boca. La cogió desprevenida, no pudo tragárselo todo y tosió escupiendo semen por la comisura de sus labios. No tenía bastante. La ayudé a que se pusiera de pié y la levanté el jersey para dejar al descubierto sus enormes tetas, las amasé y estruje. Las chupé a placer pellizcando los pezones, mientras ella se retorcía contra la pared. Mientras trabajaba bajé una maño hacia su coño. Pase toda mi mano por su raja, limpiando sus flujos. Tenía que penetrara. No esperé más, metí mi polla de golpe en su húmeda raja y ella soltó un sofocado grito. Seguí embistiendo rápidamente, mientras sus melones botaban de un lado para otro. Los agarré estrujándolos cuando me corrí dentro de ella. Ella estaba extasiada, su piel sudaba por el esfuerzo. Yo la tenía apretada contra mi cuerpo. No me canso de esta putita . La di la vuelta, mirando hacia la pared. Abrí los carrillos de su enorme culo y metí un dedo dentro de su ano. Ella apoyó su cara contra la paréd con los ojos cerrados. Acerqué mi polla a su culo y la introduje despacio. Después fuy subiendo el ritmo desenfrenadamente. Sus enormes tetas casi la pegaban en las cara. Ufff estaba a mil!!!! Seguí follandome su culo sin parar mientras ella se mordía el puño para no gritar. Por fin me corrí dentro de su culo y me dejé caer encima suya. Poco a poco me fui recuperando. Cuando lo hice me vestí y la dejé ahí en el servicio. Volví al curso, pero ella no entró. Cuando el profesor me preguntó la dije que no tenía muy buen aspecto y que se había marchado a casa.

Y así fue como transcurrió el que en un principio iba a ser un largo y aburrido curso.