El curioso caso de Nora Casan 2

Continuan las aventuras sexuales de una chica que de pronto, una mañana amaneció con un pene.

Tuve mi primera fantasía erótica a los doce años, soñaba con mi maestro de inglés en secundaria. No fue mi culpa, un día me dirigía a la oficina de la directora y estaba cerrada con llave, miré por la rendija de la puerta y presencié lo que sería mi primer encuentro con las relaciones sexuales. La directora le estaba chupando la polla a mi maestro. Nunca he podido sacar esa imagen de mi mente, en un principio me parecía repugnante pero ahora cuando me pongo a pensar en ese instante, con una mente tan ejercitada en el ámbito sexual, hasta me mojo.

Todo esto viene a cuenta de que siempre me pregunté ¿Por qué a los hombres les encanta que les mamen el miembro? ¿No es lo mismo que meterla en la concha o en otro lado? He tenido mas de cinco novios en mis 26 años y a casi todos les he chupado, me he vuelto casi una experta y ahora tengo la oportunidad de estar del otro lado.

Al llegar a casa después de aquella noche subí al cuarto y me mire al espejo. No me miré triunfante, ni con un aire de éxito, ni al contrario derrotada. Me vi como una persona víctima del destino, una persona confundida. Después de sacudirme la cabeza y mojarme la cara traté de poner en orden el asunto.

Soy Nora Casan, tengo 26 años, estudié diseño gráfico y tengo mi propia empresa, un novio con el que me casaré en tres meses que no tardará en regresar de su viaje.

Me gusta el cine, los libros de aventuras, ir al antro con mi mejor amiga y hacer el sexo, sobre todo si es en agua, es mi forma favorita (playa, bañera, piscina o jacuzzi). Pero la mañana pasada me apareció de repente, de forma inexplicable e ilógica, un pene. Mis teorías son risibles, pero incluso la mera situación provoca gracia. Creo que el destino me ha dado la oportunidad de por fin desvelar todas mis dudas de la sexualidad y conocerla desde todos los puntos de vista, una oportunidad de vivir las más increíbles experiencias y sensaciones. Pero eso sería demasiado vanaglorioso, ¿qué he hecho para merecer algo tan magnifico como eso?

Mis pensamientos seguían divagando cuando la puerta del cuarto se abrió. Era mi novio.

"¿quieres continuar lo que dejamos la vez pasada?" me dijo después de saludarme con un beso. "No, no es que no quiera, es que tengo que decirte algo". Decidí que era mejor soltarle todo y esperar a ver que pasa.

Nos sentamos en la cama y le conté la sucesión de eventos, excluyendo la parte de la chica y el antro.

Desde la ventana vi como se subía a su auto y lloraba, después lo arrancó y se marchó quizá para siempre. Me escuchó, pidió ver el miembro creyendo que era una broma. Pero cuando descubrió lo que lo que le había dicho era verdad casi se desmaya y me miró como si fuera un monstruo. Me gusta pensar que le dio envidia, quizá pienso eso para no recordarlo y mejor reírme, pero la verdad es que las siguientes horas y días lo extrañé.

Días mas tarde estaba en un café con mi mejor amiga y sonó el celular. Mi amiga ya lo sabe para ese entonces, también se sorprendió pero me terminó aceptando. Pero nunca le hablé de los poderes que tenía mi nueva polla para evitar que quisiera tener relaciones sexuales conmigo. Naturalmente lo supo. Quien llamó fue la chica del antro y cometí la burrada, por costumbre, de poner el altavoz. Llamó desesperada, quería verme, necesitaba que me la cogiera, con esas palabras "cógeme por favor, no he dejado de pensar en ti".

Obviamente me sentí comprometida, yo había sido la culpable y me dije que sería la última vez que lo haría con ella. Mi amiga insistió acompañarme, podía ver en su mirada que estaba intrigada de cómo es que una chica le suplicará a alguien que no fuera un chico que se la cogiera de esa forma.

Lo siguiente fue la cosa más rara que me ha pasado, no cabe duda que toda mi vida había cambiado. De repente, la chica con la que había convivido desde la primaria y con la que compartía una amistad increíble me agarró la cintura en la puerta de la casa de la otra cuando tocamos el timbre y me susurró: "Sea lo que sea que le vayas a dar a ella, házmelo a mí también". Traté de resistirme pero me asió fuerte. En eso abrió la puerta la chica del antro, días despues descubrí que su nombre era Samanta, y al verme me jaló del brazo y se colgó de mí con un beso apasionado. Fue inebitable que me prendiera de ella con el beso, estaba delicioso se había preparado para la ocasión.

Ni siquiera cerró la puerta y mi amiga tampoco lo hizo.

Nos caimos en el suelo de la sala, mi amiga sólo se sentó en un sofá y comenzó a masturbarse viendo como la chica se apoderaba de mí con un frenesí incontrolable.

Me arrancó la camiseta y en el mismo movimiento me chupo una teta.

Me besó casi todo mi abdomen, eso me excitó muchisimo por que siempre he tenido cosquillas en esa zona. Yo le acariciaba su espalda. Me hizo pensar en que no necesitaría de mi novio nunca más, la piel de esa chica era tersa y suave, mis manos se resbalaban fácilmente y podía sentirle todo el relieve sin problemas.

Voltee la cabeza y vi a mi amiga que se disfrutaba, no se había quitado la ropa, pero me la imaginé desnuda.

La chica se aproximó a la bragueta de mi pantalón con el fin de sacarme la polla, o lamerme la concha por que ella estaba tan borracha la vez pasada que ni se acordaría que fue una polla la que le penetró hasta el éxtasis. Con miedo a que se asustará y dejará de acariciarme y besarme de aquella forma traté de evitarlo pero ella fue más rápida.

En efecto se quedó inmóvil al ver la polla. Mi amiga se levantó del asiento, a ella ya se la había mostrado, y agarró mi polla con una mano, me volteó a ver y me dijo: "Desde que me la mostraste la otra vez quería hacer esto". Ahí venía, por fin mis dudas sobre esa sensación iba a ser desvelada. Ella abrió su boca y un poco vacilante la llevó hasta mi pene, en ese transición yo me excité y segregué un poco de líquido transparente. Mi pene no rozó ni con sus labios, ni con sus dientes, ni con su lengua, sino que fue limpio pasando por le centro de su boca y de repente la cerró. Dentro sentí como jugueteaba con su lengua mi punta y fue divino. No había prestado atención a la chica pero cuando caí en cuenta nos veía atónita. Mi amiga se sacó la polla y se la ofreció a la chica, ésta dudó al principio pero mi amiga le tomó la cabeza y con gentileza la fue empujando hasta que me la mamó.

Mi amiga no dejaba de sostenerle la cabeza y la empujaba una y otra vez. Sentí que a la chica le faltaba el aliento, me la mamó como por treinta segundos y al final apartó con un manotazo a mi amiga y tomó con las dos manos mi pene y lo estimuló, luego se lo metió, los 18 cms que medía mi pene se lo metió todo hasta que sentí su garganta. Casi me vine dentro. Desde arriba veía sus rubias cabelleras rebotar con el contoneo de la cabeza y sus carnosos labios prensados a mi pene deslizándose. Sus pestañas y sus hermosos ojos, era todo un espectáculo, mejor que en las películas porno.

Entonces la saqué y la puse de rodillas, en posición de perrito y se la metí por su concha. Mi amiga se puso detrás de mí y me masajeó los pechos, me acariciaba el cuello y el cabello mientras me besaba la mejilla, creo que dudaba en besarme, a fin de cuentas éramos como hermanas.

Pero la verdad es que yo estaba tan excitada que eso no me importó, sólo quería más placer y le estiré la lengua. Ella la aceptó y me besó largo y tiernamente. La chica no dejaba de gritar y sus pechos, aún cubiertos por su camisón se movían de un lado a otro.

Me corrí dentro de ella y volvió a entrar en shock y gritó tan fuerte que nos tuvimos que cubrir los oídos. Quedó fatigada, se arrastró por el suelo hasta el sofá y se quedó acostada tratando de recuperar el aire.

Ahora tenía todo el tiempo para mi amiga. La desvestí con ternura pero firme en mi decisión, quería tirarme a mi vieja amiga. Su cuerpo desnudo no era un misterio para mi, incluso nos habíamos bañado juntas en muchas ocasiones. Pero sus ojos estaban en parte asustados en parte expectantes. Le acaricié los labios con los dedos y le estimulé el clítoris. Luego se la metí como la primera vez a la chica del antro. Creo que la segunda corrida fue más rápida con mi amiga por la carga excitable que tenía el hecho de que fuera eso, mi mejor amiga.

Cuando acabamos las dos estaban casi muertas en el sofá y yo acostada en el piso, ahora si totalmente triunfante. "No se como describirlo" dijo casi sin poder hablar mi amiga "es como si, guau, no sé, pero se siente tremendamente intenso, es lo mejor que me ha pasado". Fue cuando me di cuenta que la puerta siempre permaneció abierta y había gente en el patio de enfrene viéndonos. Un chavillo que estaba casi dentro de la casa se percató de que lo había cachado espiando y me dijo: "perdón, esque escuché los gritos y quería ver que ocurría". Yo sólo me reí, me levanté y cerré la puerta.

Había sido divertido y me la había pasado bien, muy bien, pero no podía dejar de pensar en que esto no era normal y decidí que me dedicaría a buscar la causa.

Continuará