El cumplimiento de un sueño erótico largamente per

Esta es la version fantasiosa de una experiencia real, publicada anteriormente en grandes relatos. Es lo que no fue, pero que me hubiera gustado que fuera....

El cumplimiento de un sueño erótico largamente perseguido

Por aquel entonces yo debía de tener unos 30 años y vivía y trabajaba en una capital europea desde hace un año y pico. Tenía novia desde hace tiempo, pero la cosa no iba bien y lo acabamos dejando al poco tiempo.

Un día me llamaron desde España una pareja amiga mía, Celeste y Fran, para contarme que les destinaban a ambos a la misma ciudad en que yo estaba. Celeste iría antes y Fran mas o menos un mes mas tarde. Por supuesto le ofrecí mi casa a Celeste para que se quedara hasta que encontraran un sitio donde instalarse. Ella acepto encantada.

Nos conocemos los tres desde pequeños. Habíamos sido compañeros de colegio y Fran y Celeste empezaron a salir antes de terminar COU. Siguieron saliendo muchos años y luego acabaron casándose. Esta historia transcurre mientras todavía eran novios.

Físicamente Celeste es una mujer espectacular, una Diosa. Es una mujer muy mujer, con todo en su sitio y bien puesto. Es aquel tipo de mujer que despierta mucha imaginación y cuando ves lo que hay incluso desborda las mas osadas expectativas. Hay mujeres que vestidas , aunque sea con un bikini dan una imagen que luego al desnudo no son capaces de sostener. Celeste era todo lo contrario, como luego pude comprobar. Al natural era perfecta. No tenía nada que desilusionara, al contrario. Desnuda brillaba en todo su esplendor.

Estaba muy alejada del tipo andrógino o anoréxico que ha tenido tanto predicamento últimamente. Su cuerpo es muy voluptuoso, pero ahí donde tiene que serlo. Recuerdo que no tendríamos mas de doce o trece años y ella ya lucía unos pechos incipientes y llamativos. Por supuesto mas allá de alguna ocasional visión en bikini, no había mas que sitio para la imaginación. Para mi, desde entonces, se convirtieron (sus pechos) en un mito erótico y en mi principal fuente de inspiración para mis cada vez mas frecuentes juegos solitarios. Con los años desarrolló un aura erótica que hacía que cada vez que me encontraba con ella tuviera como un hormigueo y echara miradas furtivas al escote, al culo y a lo que se prestara.

Ella es , por lo que la conozco, una persona bastante normal en todos los aspectos. Ni recatada ni libertina. Ni mojigata ni guarrilla como se diría. Lo que si tengo claro es que es una persona muy segura de su físico y que sabe que atrae, sin ser para nada una calentona. Ella sabe que dos buenas tetas, con perdón, mueven mas que diez, cien o mil carretas y le gusta lucir pero sin mostrar. Es decir, que yo sepa no hace ni top less, ni lleva tangas en la playa ni nada similar. Pero luego tiene una relación muy natural con su cuerpo y con la desnudez. No es una persona con complejos raros en una palabra.

Sí que a posteriori creo, y esto es una opinión personal, que esa seguridad en su cuerpo hace que tenga un ligero punto de exhibicionismo. Me explico. No en general, ni con todos, pero si se genera el ambiente y la situación adecuada, creo, y no me equivoco, que ella disfruta siendo observada y admirada En esos momentos mostrar su cuerpo a alguien de confianza, pero no habitual, le puede resultar estimulante, excitante, erótico….ella igual lo rebatiría, pero yo creo que es así….

En fin, para no alargarlo mucho y como no se trata de una historia puntual, sino de una sucesión de situaciones, paso a contarlas.

Celeste se instaló en el dormitorio de invitados que tenía en mi piso. Yo llevaba, desde que aceptó instalarse en mi casa, viendo como podría cumplir mi fantasía de contemplarla desnuda en todo su esplendor. Obviamente el cuarto de baño era el lugar ideal. El destino me ayudó definitivamente. La puerta del baño tenía unas rejillas a unos veinte centímetros del suelo para facilitar la aireación. Comprobé tumbándome que tenía una vista perfecta de la bañera. Para mejorar y alargar la exposición decidí quitar las cortinas de la bañera. Así la podría contemplar todo el tiempo. Como excusa le diría que se me rompieron y que todavía no me había dado tiempo a comprar otras.

Según llegó no tuve que esperar mucho. Tenía ganas de darse una ducha después del viaje. El corazón se me salía literalmente de la boca de la emoción y los nervios. Medio balbuceando le dije que no tenía cortinas de momento y le dí una toalla. Aquí también fui perrillo y le dí una pequeñita, lo justo para taparse y no una de las grandes

En cuanto se metió en el baño y cerró la puerta me tumbé delante y miré hacia arriba. No ví nada porque debía de estar en un ángulo muerto. De repente apareció. Estaba de espaldas en tanguita y sujetador blancos de encaje. Su culo es espectacular. A la altura o mejor que sus tetas, ya no lo sabría decir. Yo estaba con una erección imparable. Estaba mirando la bañera dándome la espalda cuando se fue agachando arrastrando el tanga consigo y quitándoselo primero por un pie y luego por el otro. Ahí estaba en todo su esplendor ese magnífico culo!! Es grande pero no exagerado, es redondo pero se le ve, y luego pude comprobarlo in situ, firme. Creo recordar que una vez me contó que tenía antepasados cubanos. Ahí estaba la explicación a semejante culo. Era mas caribeño que español…pero bien blanquito. Otro detalle que me encantó fue que se quitara primero las braguitas. Puede ser una tontería, pero me encanta cuando una mujer se desnuda primero por abajo…para mi demuestra la seguridad de quien enseña todo desde el principio.

Ahí estaba Celeste con ese culo grande y respingón llevándose las manos a la espalda buscando el broche del sujetador blanco de encaje. Se lo quitó con una sola mano denotando la experiencia acumulada durante los años en esa operación. Ahora la tenía completamente desnuda de espaldas a mí. El cuerpo es de infarto. Ese culo redondo y perfecto se estrechaba hacia la cintura y se volvía a ensanchar conforme subía hacia los hombros. Aunque estaba de espaldas los pechos se adivinaban pletóricos por los laterales cuando levantaba los brazos.

Pero lo mejor estaba por venir. Anticipando su movimiento natural, coloqué todo tipo de champús y estropajos diversos en la bañera. Ella se inclinó a recogerlos y al hacerlo me dejó con la visión erótica mas celestial que uno pueda tener de una mujer. Ví todo su sexo asomar de entre sus piernas. Se adivinaban entre la maraña de vello unos labios grandes y carnosos de lo mas apetecibles. Así estuvo al menos durante un minuto para mi deleite. A estas alturas yo ya había desenfundado mi instrumento que brillaba en todo su esplendor, que dicho con modestia no es poco, y estaba a dos manos sacándole brillo a mis 20 centímetros.

Ahora me quedaba esperar para contemplar esos míticos y celestiales pechos, cuya imagen tantas y tantas noches me había acompañado. Pues bien, cuando hubo recogido todo, se metió en la bañera y se giró para coger la ducha. Que visión tan increíble. Esos pechos tan grandes, tan bien contorneados, de perfil, con un gran pezón oscuro, erecto y apuntando al cielo. Ni un atisbo de carne caída. Dos pedazo de tetas desafiando la ley de la gravedad con una forma absolutamente perfecta y agresiva, pues todo en ellas era desafiante: el tamaño, los pezones, el color, la forma puntiaguda hacia arriba…en fin. Yo soy un asiduo a paginas erótico festivas en Internet y os puedo asegurar que muy pocas tetas he visto de esa calidad y de esa belleza.

Empezó a ducharse con cuidado de no salpicar por lo de la cortina e incluso se puso de cuclillas en algunos momentos. Cuando terminó de mojarse cogió el gel y empezó a extendérselo por el cuerpo masajeándose las tetas generosamente. Estuvo un largo tiempo masajeándose. En un momento dado a mi me pareció que había pasado del frotar normal a algo mas íntimo y personal. Empezó por apoyarse con una mano en la pared de la bañera, mientras con la otra seguía tocándose uno y otro pecho. Yo estaba que me salía de madre. Y de repente bajo la mano y empezó a tocarse por abajo. Yo no me lo podía creer, pensé que se trataba simplemente de su higiene íntima, pero no. Ante mi emoción empezó a arquear el cuerpo hacia delante y hacia atrás mientras no dejaba de masajearse su sexo. Ví que tenía los ojos cerrados y ya no me quedó duda: Celeste se estaba masturbando en mi bañera!

En un momento dado Celeste se giró dándome la espalda y se apoyó en la pared. Tuve entonces una vista increíble de su culo en pompa con sus piernas medio abiertas y su mano asomando por detrás. Estaba utilizando el dedo índice y el corazón para darse placer y vaya si lo estaba consiguiendo y no sólo a ella. Sus labios carnosos y rojos se iban hinchando conforme su excitación iba en aumento. Tenía poco vello ahí, por lo que sus labios aparecían ante mí en todo su esplendor. Su cadencia fue en aumento al igual que los dedos que estaba utilizando para la operación. Eran ahora tres y ya no discurrían por la superficie, sino que estaban entrando y saliendo de su sexo a un ritmo cada vez mas rápido. Pese a tener la ducha encendida, pude percibir ligeros y rítmicos jadeos que acompañaban toda la escena.

A estas alturas yo ya estaba disparando mi líquido caliente contra la puerta de forma incontrolada. Es por todos conocido el hecho de que cuanto mas excitado estás, mas semen expulsas durante el orgasmo. Yo pude seguramente haber llenado medio vaso de agua con aquello. Tal era mi estado de excitación. Por fin, después de años imaginándomela, no solo veía a Celeste desnuda, sino que la veía masturbándose en la bañera mientras el agua le caía por todo el cuerpo. Esta visión nunca la olvidaré.

Celeste debía de estar a punto de llegar al orgasmo, porque su ritmo empezó a ser errático. Arqueó mas el cuerpo hacia delante apoyando la cabeza en la pared. La mano que le quedó libre la utilizó ahora para sobarse las tetas. Fue separando las piernas mas y mas, con la mano prácticamente metida hasta los nudillos en su chochito. De repente jadeó muy fuerte y se estiró apretando con sus piernas su mano todavía dentro de ella. Asi estuvo durante unos 30 segundos disfrutando de la intensidad del orgasmo. Fue una visión bestial. Nunca había visto a una mujer masturbarse en la intimidad, desplegando toda su fuerza y sin cortarse por no sentirse observada. Fue apoteósico y mi erección creo recordar que duró días.

Como estaba a punto de salir del baño, rápidamente limpié mi estropicio y me senté en el sofá como si nada. Celeste salió al poco con la toallita enrollada al cuerpo cubriéndole escuetamente desde las tetas hasta un poco por debajo del culo. Le dije que si se había quedado a gusto después de una larga ducha como se había dado. Celeste se ruborizó un poco por la pregunta tan certera que le había hecho. Igual pensó que le había oído. Me dijo que si, que estaba agotada después del viaje y que le había relajado mucho la ducha. Y tanto, pensé yo. Celeste, ahí, de pie, delante de mi con una mini toalla tapándole ese cuerpo de infarto que acababa de ver, me produjo una súbita erección, que creo que no le pasó desapercibida a Celeste.

Después de aquella ducha no recuerdo mas episodios similares. Al poco llegó Fran y alquilaron un apartamento no muy lejos del mío. Yo le daba vueltas y vueltas a como poder verla nuevamente desnuda.

Para mi cumpleaños me regalaron un set de pinturas al óleo y tela, ya que tenía afición a la pintura. Le ofrecí a Celeste hacerle un retrato como le había hecho a mi novia con anterioridad. A ella le encantó la idea y estuvimos una tarde discutiendo sobre como hacerlo y el tipo de posado. Medio en broma le dije que el modelo clásico de retrato femenino era el desnudo y ella ante mi sorpresa accedió sin problemas.

Mi imaginación voló y mi pulso se aceleró. Quedamos en hacer una sesión de fotos y elegir la foto mas adecuada.

Llegó el día. Fran se había ido de viaje. Celeste me abrió la puerta de casa y me dió la cámara de fotos. Por aquel entonces no eran digitales. Le pregunté si había pensado en algún tipo de prenda y me enseñó varias entre las que nos decidimos por un kimono fucsia con distintos adornos orientales. Celeste lo cogió y se metió en su dormitorio. Al poco salió con el kimono puesto y descalza. Adiviné que sólo llevaba la ropa interior puesta. Los dos un poco nerviosos empezamos a hacer algunas fotos sin ningún tipo de gracia, pero que servían para que se relajara el ambiente y nos fuéramos sintiendo cada vez mas cómodos. En una de estas, le dije que se sentara en el suelo y se apoyara contra la pared. Le abrí un poco el escote y asomó un sujetador azul claro también de encaje, precioso. Le dije que si podía quitarse la ropa interior, ya que en las fotos quedaría mal. Ella no rechistó y se quitó el sujetador, sacándolo por una manga del kimono y se bajó el tanga sin mostrar nada. Se volvió a sentar y le fui abriendo un poco el escote del kimono. Este iba cerrado por la cintura como un albornoz y le aflojé el nudo. Foto a foto le iba destapando mas el pecho hasta llegar casi hasta el pezón. Por abajo las piernas estaban también casi al aire y sólo quedaba tapado el pubis. Armándome de valor destapé ambos pezones, que imponentes se erguían desafiantes ante mí. Finalmente dejé los dos pechos completamente al aire y también su negro pubis. La situación era de lo mas erótica y eso lo notaba mi entrepierna desde hace tiempo. Terminé de hacerle unas fotos mas y Celeste se incorporó cerrándose el kimono y diciendo que iba a por otra ropa para probar. Apareció con un abrigo y ante mi sorpresa se quitó el kimono quedándose completamente desnuda ante mí diciendo que total ya la tenía mas que vista. La contemplación a escasos centímetros de semejante belleza corporal me dejó de piedra y no pude dejar de clavar la mirada en todo su cuerpo. Seguimos haciendo fotos con el abrigo cuando sonó su teléfono móvil. Mientras hablaba nos habíamos ido a la cocina y yo seguía haciendo fotos. En esto Celeste se reclinó sobre la encimera de la cocina y apoyó ambos codos sobre ella dándome medio la espalda. Yo aproveché su concentración en la llamada para ir subiéndole lentamente el abrigo por la parte trasera hasta dejar expuesto su majestuoso culo entre cuyas piernas asomaba una vez mas su delicioso sexo del cual hice unas cuantas fotos mas. Terminamos la sesión con otras fotos en el cuarto de baño tapándose con una sabana, pero lo que es entre foto y foto, Celeste ya se paseaba completamente desnuda ante mi sin el menor recato, es mas, diría que disfrutaba siendo admirada y devorada con la mirada. Mi cara debía de ser todo un poema y mi pantalón todo un espectáculo.

Empecé a pintar el cuadro, pero le comenté que la necesitaba posando para mí unas cuantas veces mas, a lo que accedió sin problemas. Entre medias nos fuimos un día de compras a unos grandes almacenes y entre otras cosas me dijo que quería renovar parte de su vestuario de ropa interior. Nos fuimos a la sección de lencería y escogió unos cuantos modelos sugerentes de tanguita y sujetador. Yo me metí con ella, ya sin preguntar, en el probador y ella con toda naturalidad se quitó el sujetador que llevaba puesto, dejando su impresionante delantera bamboleándose a escasos centímetros de mí. Se probó varios sujetadores y me mandó a por otros modelos y tallas. Siempre que volvía al probador se quitaba el que tenía y se ponía el nuevo dejándome contemplar una y otra vez esas dos maravillas de la naturaleza. Yo con ella vivía en una permanente erección.

Otro día fuimos a una piscina y como estos países son muy modernos, el vestuario era mixto, aunque había cambiadores. Nos metimos en uno y cuando quise darme cuenta estaba Celeste desnuda poniéndose el bañador. Yo me puse el mío intentando disimular mi pene erecto cosa que no sé si logre del todo.

Ese día después de la piscina le dije a Celeste que si se venía a casa a posar y accedió sin rechistar. Había puesto el lienzo en la habitación de invitados y le dije a Celeste que se podía cambiar en mi cuarto. Yo lógicamente la acompañé y nos dimos cuenta entonces de que no teníamos el kimono. Ella dijo que que mas daba, que lo podía ir copiando de la foto. Recuerdo que estábamos hablando, yo tumbado en la cama y Celeste enfrente de mí desnudándose. Ese momento fue también de los mas álgidos. Tenía a esa Diosa desnudándose para mí, mientras yo no perdía detalle tumbado en la cama. Se quedó con un conjunto de encaje de los que había comprado recientemente y le dije que se diera la vuelta para mostrármelo. Que gozada ver ese cuerpo, siendo mostrado sin pudor atendiendo a tus requerimientos. Sin dejar de hablar cogió Celeste y se bajó lentamente el tanguita. Nuevamente se desnudaba primero por abajo poniéndome el corazón a mil. Ahí estaba hablando conmigo con el pubis al aire y el sujetador puesto. Este duró unos segundos mas en su sitio, hasta que también cayó. Nos dirigimos entonces hacia mi improvisado estudio de pintura. Qué afortunado me sentí caminando detrás de una hembra como Celeste, teniéndola completamente desnuda en mi piso. Empezamos la sesión y yo intenté concentrarme como pude en la pintura, aunque el pincel que me estaba funcionando no era precisamente el que tenía en la mano. Como era un posado de interior, era importante la luz y el efecto de ella en el cuerpo junto con las sombras. Para potenciar el reflejo se me ocurrió traer una botella de aceite de oliva y dársela a Celeste para que se embadurnara el cuerpo. Mi erección era ya mas que visible cuando Celeste se recreaba en untarse una y otra vez el pecho con el aceite. Esos pechos subiendo y bajando, moviéndose de izquierda a derecha ejercían un efecto hipnótico sobre mi.

Se produjeron dos momentos álgidos en esa sesión. El primero menor, pero importante fue, cuando ella sentada sobre la cama, subió las piernas y las flexionó, como si estuviera en cuclillas pero sentada. La visión de su coñito entre sus rotundos muslos fue sublime.

El otro momento y uno de los mejores de mi vida fue cuando de repente la llamó su jefe al móvil. Ella me hizo un gesto de que continuara sin problemas. Yo estuve así como un minuto hasta que me lancé a mi oportunidad. Me acerqué a ella y cogí la botella de aceite. Me unté las manos bien de aceite y empecé a embadurnarle las piernas y su zona abdominal. Hasta ahora no habíamos tenido contacto físico desde que empezaron nuestras sesiones y quise ver cual era su reacción. Ella no me prestaba atención y me dejaba hacer. Empecé por sus piernas y fui subiendo poco a poco. Me apliqué especialmente en sus caderas. Me puse entre sus piernas flexionadas y las separé un poco mas. Ante mi se abrió ligeramente su coñito rosado. Pasé mis manos entre sus piernas rozando el vello lo cual erizó mi piel súbitamente.

Ahora era el momento de intentar acariciar esos mágicos y sagrados pechos. Fui subiendo las manos por su abdomen lentamente hasta que empecé a rozar sus pechos por abajo. Enseguida me llamó poderosamente la atención lo duros que parecía que estaban esas enormes tetas. Cogí nuevamente mas aceite y ya sin pensármelo apliqué mis manos directamente sobre sus tetas. Dios mío que momento!!!

El cielo se abrió y creí estar soñando. Ha sido sin duda alguna uno de los momentos mas emocionantes eróticamente hablando de mi vida. Que sensación! Esas tetas eran una autentica maravilla. Que duras, que tacto, que pezones tan duros. En estado de erección sus pezones debían medir por lo menos dos o tres centímetros. Pero lo que mas me impresionó como digo fue la firmeza de sus carnes. Uno podría esperar que unos pechos tan grandes fueran de carne blanda y esponjosa, como blanduchos. Nada mas alejado de la realidad. Era de tal firmeza que ante cualquier desplazamiento brusco, volvían a su posición inicial como movidos por un resorte. Que deleite, que mágico momento. Esas tetas todas para mí. Las movía de arriba abajo, de izquierda a derecha. Presionaba para adentro. Hacía circunferencias con los dedos por sus pezones…Dios mío, no sé cuanto tiempo estuve así, pero para mi fue algo sublime. De verdad no sé si sólo fue un par de minutos o quizás cinco o seis, pero desde luego fue algo fuera de lo normal. Ahí tenia el sueño erótico mío desde hace mas de diez años, enteramente a mi disposición para acariciarlas a mi antojo.

El caso es que como todo en esta vida, la cosa terminó, no sé si porque acabó de hablar o porque yo decidí parar, el caso es que ella en ningún momento se molestó o intentó pararme. Lo que sé es que me hizo un comentario al terminar de hablar por teléfono del tipo de…vaya como nos hemos puesto, no? Cuando terminamos la sesión y mientras se vestía, entré ya sin poder aguantarme mas al cuarto de baño y fue sacármela y correrme locamente sin apenas haberme tocado, de lo caliente que estaba.

Siguieron otras sesiones en las que recuerdo que ya hablábamos libremente de relaciones sexuales y sus preferencias y las de Fran. Me contó que era bastante clásica en cuanto a sus posturas preferidas sin grandes fantasías. Lo que si no perdonaba en cualquier situación sexual, era que la masajearan las tetas. Era uno de sus puntos erógenos mas importantes. Me acordé del episodio de la bañera y no pude mas que asentir. Le pregunté por la parte de su cuerpo que a Fran mas le gustaba y me contestó sin dudarlo que el culo..comprensible. En ese momento estaba Celeste de pie, desnuda delante de mi y del lienzo y le pedí que se diera la vuelta para contemplarlo… como si yo no lo hubiera hecho ya….Sin dudarlo se dió la vuelta y dejó ante mi durante unos segundos interminables ese majestuoso culo perfecto. Incluso de motu propio se inclinó hacia delante con las piernas ligeramente abiertas dejándome otra vez enfrentado con esa celestial vista de su pubis asomando de entre sus prietas y duras nalgas.

Había veces también que yo después del trabajo me acercaba a su casa y estando agotado, ella me preparaba un baño de espuma en el jacuzzi que tenían. Fran solía llegar tarde y así pasábamos unas horas a solas charlando mientras me relajaba en el jacuzzi tomando una cerveza. Una vez Celeste se ofreció para ponerme una mascarilla en la cara. Cerré los ojos y fue tan relajante y estimulante que cuando los volví a abrir me encontré con que la espuma del baño había desaparecido dejando mi pene, erecto por supuesto, expuesto ante ella. Ella seguía masajeándome suavemente la cara y cuando levanté los ojos hacia ella, me dí cuenta que estaba absorta mirándome el pene con la boca ligeramente entreabierta. La verdad es que era todo un espectáculo, porque emergía del agua con sus 20 centímetros relucientes y con el glande hinchado al rojo vivo como si fuera una ciruela. Hice un gesto como denotando que despertaba, porque no quería que se diese cuenta que la había cazado mirándome la polla.

Me parece que te ha gustado, no? Me preguntó con ironía y un punto de picaresca.

Yo tengo también un pelín de exhibicionista y me excitaba pensar que me había visto el pene en todo su esplendor. Sabía que Fran tenía un miembro viril normal y quise pensar que se calentó viendo el mío.

En otra ocasión estando Fran en casa charlando conmigo en el salón. Celeste se fue a darse un baño y yo al rato le dije a Fran que me iba a casa que era tarde. Me despedí de el y fui a la puerta del baño para decirle a Celeste que me iba, pero sin abrir la puerta. Como me empezó a hablar y no la entendía, abrí la puerta un poco y la vi desnuda en el jacuzzi, dándose un baño y sin importarle mi presencia. Fran no nos podía ver. Estuvimos un par de minutos charlando y Celeste aprovechó para enjabonarse el pelo. No hay tampoco imagen mas erótica que una mujer con los brazos en alto tocándose el pelo y si es con los pechos al aire mas todavía. Recuerdo como sus tetas subían y bajaban firmes con sus movimientos de manos. Una situación de lo mas excitante.

El momento culmen llegó en otra ocasión y con el finalizo esta serie de relatos cortos unidos entre si. Fran estaba de viaje unos cuantos días y me quedaba a ver una peli en casa con Celeste y quizás a dormir en el salón, según lo tarde que se hiciera. Estábamos viendo una peli tumbados en el sofá y Celeste puso las piernas sobre mi regazo. El hacernos cosquillas mientras veíamos la tele no era una práctica infrecuente en su casa desde siempre, así que tampoco suponía nada. Llevaba Celeste un camisón hasta mitad del muslo, porque era verano y hacia calor. Le fui haciendo cosquillas por la pierna desde los tobillos hasta por encima de la rodilla. Poco a poco, no obstante, fui subiendo lentamente mis caricias hasta mitad del muslo. Retiré un poco el camisón y seguía acariciando cada vez mas arriba. Eché una mirada de reojo y vi al final del túnel su pubis negro…no llevaba braguitas!! Mi pene reaccionó de inmediato. El caso es que antes de que llegaran mis caricias demasiado lejos, se incorporó Celeste, y me dijo que si no me importaba darle un masaje en la espalda, ya que la tenía algo dolorida. Le dije que claro y se fue al dormitorio. Ya no volvimos a cruzar palabra alguna esa noche.

Yo la seguí al poco y me la encontré tumbada boca abajo con la espalda descubierta y el edredón subido hasta la cintura. Yo llevaba unos calzoncillos y una camiseta a modo de pijama. Me subí a la cama y me monté sobre ella a la altura de su cintura, pero sin sentarme encima de ella para no resultar incómodo. Celeste dejó a su lado unas cremas y yo empecé a untarlas en su espalda. No tenía mucha idea de masajes, pero la necesidad hace al fraile, y yo me apliqué lo mejor que pude. En un momento dado me incorporé un poco y retiré el edredón. Ante mi sorpresa apareció su fantástico culo desnudo en todo su esplendor. Se había metido Celeste como Dios la trajo al mundo en la cama.

Me arrodillé a la altura de sus rodillas, dejando sus piernas entre las mías. Tenía desde ahí una visión fantástica de su imponente trasero y empecé decidido a masajear sus piernas subiendo hasta las estribaciones de su culo. Como con sus tetas en aquella ocasión, lo primero que me sorprendió y calentó fue lo duro de sus carnes. Ese culito era duro, duro, nada de blandeces ni carnes fofas. Era respingón y altanero, desafiando la gravedad se mantenía en su sitio. Empecé a masajearlo de arriba abajo, en círculo y de mil maneras. Conforme iba acelerando el ritmo empecé a separar los dos cachetes del culo. Ante mi se abría nuevamente su vulva magnífica. Esto ya era demasiado, era un calentón sin igual. Aprovechando un magreo mas intenso acerqué mi cara y me puse a escasos centímetros de su chochito. Cerré los ojos y aspiré cuanto pude. Que perfume de mujer! Tenía ese ligero olor entre dulce y amargo y fijándome bien pude ver un hilito brillante entre sus labios. Celeste estaba excitándose!

Cuando hube terminado con su culo empecé a darle largos masajes desde ahí abajo hasta los hombros. Para llegar hasta ellos y el final de sus brazos, lo que hacía era tumbarme sobre ella. Me había quitado la camiseta para no ensuciármela y empecé a masajearla hasta quedarme completamente tumbado encima de ella. Inevitablemente o mas bien deliberadamente mi pene erecto, encerrado en los calzoncillos pero luchando denodadamente por salir de su encierro, se hundía entre sus nalgas cada vez que me estiraba sobre ella.. Al principio lo hice mas pudorosamente, conforme iba pasando el tiempo ya no me cortaba y se lo fui clavando sin recato entre su culo. La sensación era mágica. Parecía que estábamos follando sin estarlo. Mis movimientos pélvicos eran como los del amante en plena acción pero mas suaves. Celeste no reaccionaba y me dejaba hacer. Mi mancha en los calzoncillos debía de ser ya de tamaño preocupante. En un momento dado pensé que aquí se planteaba un dilema entre atacar a muerte ahora o nunca o dejarlo estar, porque estábamos cruzando una línea peligrosa. No hay que olvidar que Fran es uno de mis mejores amigos y la situación se nos estaba escapando de las manos. Evalúe como pude la situación y pensé que el ataque directo pero sibilino sería la mejor táctica. Aprovechando un cambio de postura rápido que hice, me despojé de mis calzoncillos sin que ella lo notara al principio. Luego volví a sentarme encima de ella y comencé nuevamente el mismo masaje de antes. La diferencia era que ahora estaba restregando mi verga directamente sobre su cuerpo. Cuando me tumbaba ahora sobre ella, era mi polla sin paños interpuestos, la que se frotaba contra su culo y su entrepierna. Esperé una reacción negativa de Celeste, pero ella ni se inmutó y me dejo seguir.

Igual no se ha dado cuenta, me dije, pero eso era totalmente imposible.

Seguimos así un buen rato y yo empecé a soltar líquido preseminal por encima de ella.

Era ya demasiado para mi y decidí atacar, viendo además que Celeste no había tenido ningún gesto en contra. Todo transcurría en silencio. Llevábamos mas de media hora así, completamente callados, lo que tenía un efecto aun mas erótico si cabe, porque tenías la sensación de estar haciendo algo prohibido y sin haberlo acordado previamente.

Me centré entonces nuevamente en su culo y en sus piernas, separándole ligeramente éstas. Le masajeé los gemelos y fui subiendo hasta dedicarle unos minutos a sus muslos. De ahí pasé nuevamente a su perfecto culo. Primero por un lado, luego por el otro y finalmente masajeándolo con ambas manos a la vez en círculos. Estaba arrodillado sobre ella y mi verga estaba apuntando directamente a su cueva.

Fue entonces cuando fui masajeándole el interior de los muslos de arriba abajo. Poco a poco fui subiendo las manos hasta alcanzar el borde de su sexo. En cada círculo que hacia ahora, iba rozando su vulva muy ligeramente primero para luego ir cada vez haciéndolo con mas detenimiento y claridad. Esta era su última oportunidad de pararme los pies. Sino lo hacía era que daba su consentimiento tácito.

No sólo no dijo nada, sino que percibí un ligero movimiento que hizo para abrir un poco mas las piernas. Fue entonces cuando ya pasé mi mano directamente por su raja muy suavemente. Estaba completamente mojada! Las siguientes pasadas las hice con el dedo corazón ligeramente hacia dentro, para que se le metiera un poco. Dios mio que flujos mas salvajes estaban saliendo de esa cueva sagrada. Fui delicadamente elevando la cadencia de mi masaje y no sólo le pasaba los dedos por los labios, sino que también me estaba concentrando en buscarle el clítoris. Cuando lo palpé me llamo poderosamente la atención lo prominente y abultado que lo tenía. Celeste era de esas mujeres que realmente tienen un sexo grande, un verdadero monte y un clítoris muy marcado. De esas que en bikini y tumbadas boca arriba marcan paquete.

En fin, empecé a hacer círculos por su clítoris. Celeste empezó a jadear pero ahogaba sus emociones con lo que el silencio no se rompía. Las piernas las tenía ya muy separadas y el culo ligeramente en pompa, flexionando suavemente las rodillas. Me estaba ofreciendo su sexo sin ambages y yo pasé a masturbarla sin parar y con un ritmo in crescendo. Con un dedo seguía jugando con su clítoris mientras que otros dos de la misma mano iban entrando y saliendo de su coño húmedo sin parar. Celeste estaba a cien, pero no rompió en ningún momento el silencio.

Sólo por el errático jadeo y por los espasmos de su sexo pude adivinar que se estaba corriendo. Noté como sus jugos femeninos recorrían mi mano y como ella apretaba sus muslos atenazando mi mano dentro de ella. Asi se pasó unos 30 segundo mágicos.

Entre tanto mi verga estaba rezumando semen por todos lados, pero sin acabar de correrme. Celeste seguía en la misma postura, incluso había flexionado mas las piernas, con lo que estaba casi a cuatro patas con su coñito brillante y bien abierto.

Se veía tan rico y delicioso, que no me lo pensé dos veces. Acerqué la cara, separé con las manos su culo y empecé a besarle su preciosa conchita. Primero fueron besos suaves por todo su coñito, luego saqué la lengua a pasear y empecé a juguetear con su clítoris haciendo círculos y chupando de arriba abajo y de un lado al otro. De siempre me ha gustado mucho el cunnilingus y creo que he llegado a dominar la técnica con la lengua. Celeste estaba desbocada. Se movía como si estuviera cabalgando un caballo en plena carrera. Sus jugos empezaron a aflorar y me caían por toda la cara.

Yo ya no podía mas. Cuando la vi ya muy cerca de correrse paré un momento, me giré, me metí con las piernas por delante y boca arriba entre sus piernas hasta que mi boca quedó debajo de su chochito y mi polla a la altura de su boca. Agarrando su culo con las dos manos me metí su almejita empapada nuevamente en la boca. Al mismo tiempo noté como Celeste engullía mi polla de una sola tacada hasta mis genitales. Empezó a juguetear con su lengua en mi glande de una forma como no me habían hecho hasta ahora. Yo bajé las manos de su culo y le agarré sus dos formidable tetas desde abajo. Estas dos hermosuras estaban colgando encima de mi estomago, frotándose contra mi cuerpo de una forma irresistible. El ritmo fue en aumento. Me estaba frotando toda la cara contra su coñito chorreante, mientras ella me estaba haciendo una mamada impresionante. Ella no sólo se dejaba chupar y besar, sino que se estaba frotando activamente contra mi cara. Había veces que me faltaba la respiración, pero yo chupaba, besaba, mordía suavemente y sobretodo tragaba y tragaba todo tipo de flujos. No tardé mucho en notar que se corría y apreté mi polla contra su boca todo lo que pude. Nos corrimos a la vez. Fue un orgasmo bestial y Celeste se tragó hasta la última gota de mi corrida, que no debió de ser pequeña. Yo estaba como si me hubiera comida de una sentada una docena de ostras sorbiendo todo su jugo! Salí de entre sus piernas y observé la situación. Celeste seguía a cuatro patas en una postura desafiante. El culo en pompa y su sexo limpio y brillante después de mi trabajito.

Estaba claro, Celeste quería mas guerra.

No me lo pensé, sabía que ella tomaba anticonceptivos, por lo que estuve tranquilo por ese lado. Me acerqué por detrás, apoyé mi glande grande y rojo en su vulva y lo introduje hasta el fondo de su coño de una embestida. Celeste se estremeció sin soltar un gemido, pero arqueando el cuerpo hacia delante y respirando profundamente. Yo la agarré por ambos lados del culo y empecé a follarla sin parar y cada vez mas rápido.

La visión de mi polla entrando y saliendo desenfrenadamente de su almejita prieta me produjo una excitación enorme.Tardé un par de minutos en correrme dentro de ella. Mi esperma salía por su chochito a chorros, mientras yo seguía embistiendo sin parar . Hasta ahora, y toco madera, he tenido siempre la capacidad de correrme varias veces y no necesitar ningún descanso entre orgasmo y orgasmo. Seguí follándola y follándola hasta que tuvo al poco su tercer orgasmo. Ya no podía contenerse los jadeos y los gemidos, pero no cruzábamos palabra. Seguí follándola ahora recostado sobre su espalda y agarrando esas majestuosas tetas que se movían frenéticamente al mismo ritmo que mis embestidas. Nos fueron viniendo alternativamente orgasmos hasta cuatro o cinco cada uno. Comprendí que Celeste me iba a dejar hacer hasta que yo quisiese o aguantase. Ella estaba siendo follada salvajemente, un orgasmo detrás del otro, disfrutando como una loca, pero sin decir una palabra.

Después del quinto o sexto orgasmo, salí de dentro de ella con la polla brillante y enhiesta todavía como un palo. Podía haber seguido utilizándola, pero me estaba quedando sin respiración y estaba sudando a mares. Me tumbé boca arriba a un lado de la cama. Celeste estaba tumbada boca abajo. Así permanecimos sin hablar hasta que el cansancio y el sopor me hicieron caer en un dulce sueño. Desperté unas horas mas tarde en la misma posición. Era todavía de noche y Celeste seguía boca abajo, dormida. Me levanté y me acosté en el sofá.

A la mañana siguiente me despertó Celeste desde la cocina preguntándome si quería café. Me incorporé de un respingo y toda la escena de anoche me vino a la cabeza de golpe. Estaba totalmente avergonzado y a duras penas llegué a la cocina con la cabeza gacha.

Mi sorpresa fue encontrarme a Celeste hablando como si tal cosa, como si no hubiera pasado nada. Hablaba sin parar y hablaba de Fran y de su viaje por Centroamérica y de las ganas que tenía de verle. Comprendí entonces que Celeste daba el capítulo de ayer por inexistente. Debía de estar igual de muerta de la vergüenza que yo, pero su forma de expresarlo era la de no parar de hablar y en concreto de Fran. El no haber hablado durante toda la noche anterior, hacía que tuviera un halo de irreal, como si lo hubiéramos soñado. Para mi que Celeste se tumbó boca abajo aquella noche, cerró los ojos, se dejó llevar y así cumplió una fantasía loca, pero aplacando su sentimiento de culpabilidad por la falta de contacto visual ni oral. Ni nos miramos, ni hablamos en ningún momento. Quedó como si hubiera sido un sueño. Así no hubo lugar a comentarios ni nada. Sino hablamos aquella noche, menos lo haríamos después sobre lo que ahí aconteció.

Así quedó la cosa. No volvimos a hablar del tema ni a tener mas relaciones sexuales ni visuales. Yo por mi parte, me sigo masturbando compulsivamente hoy en día con esta historia que me fascinó y me sigue fascinando.