El cumpleaños de Victoria (2)

Este relato contiene un alto contenido de sado extremo. No apto para mentes sensibles. Repito lo mismo que en relatos anteriores, es pura fantasía y como dice el refrán “Del dicho al hecho hay un largo trecho”. Las torturas que aquí se detallan, son en su mayoría extraídas de libros y reportajes de historia, de películas e incluso de la historia sagrada.

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El cumpleaños de Victoria (2)

Introducción:

Este relato contiene un alto contenido de sado extremo. No apto para mentes sensibles.

Repito lo mismo que en relatos anteriores, es pura fantasía y como dice el refrán "Del dicho al hecho hay un largo trecho". Las torturas que aquí se detallan, son en su mayoría extraídas de libros y reportajes de historia, de películas e incluso de la historia sagrada.

Victoria es la parte oscura y salvaje de nuestra alma, que nos seduce, que nos fascina y que nos precipita al abismo de la lujuria y la perversión.

Victoria es tentación, seducción, el diablo y el dragón con que los míticos Ángeles luchan con sus espadas en un cruento combate de titanes.

Como en los anteriores relatos sigue siendo el fiel mayordomo de la Archiduquesa quien nos cuenta la historia.

El cumpleaños de Victoria (2)

Como es costumbre en los grandes festejos que celebra Su Alteza Real la Archiduquesa Victoria Fernández Von Kummer Haider, todos sus sirvientes y esclavos estábamos en ayunas des del día anterior, esta vez la orden se extendió al resto de adeptos de la secta "Diosa Victoria".

A primeras horas de la mañana, centenares de fieles que aun permanecían en el campo de la secta, fueron trasladados completamente desnudos en camiones del ejército hasta el coliseo. A su llegada se encontraron con el macabro espectáculo de los veinte cinco empalados dispuestos entorno al estadio y bramando de dolor. Todos los adictos fueron instalados en la gradería del anfiteatro donde permanecieron horas y horas a la espera de la llegada de Su Majestad para dar inicio a los juegos.

  • ¡Su Alteza Real ha despertado!. ¡Su Alteza Real ha despertado!.

Iba anunciando por las dependencias de palacio y luego por el resto de instalaciones adjuntas uno de sus eunucos. Eran casi las once de la mañana.

El anuncio obedecía a dos potentes motivos. El primero, anunciar a todo ser viviente que su Diosa había despertado y esto era tan importante como la salida diaria del astro rey. El segundo, que debíamos apresurarnos a tenerlo todo dispuesto para cuando a Su Majestad se le antojara dar comienzo a las celebraciones.

Preparación

Los devotos elegidos para ser sacrificados en honor a Diosa Victoria y sus selectos invitados, mujeres y hombres de todas las edades, hacia ya un par de días que se amontonaban en los calabozos de los sótanos del circo.

Se me ordeno a mí instruir a un numeroso grupo de adeptos, escogidos como servidumbre en la Tribuna Real. Criados, sirvientes y lacayos, todos ellos destinados al servicio personal y sexual de las Ilustrísimas Señoras/es.

Empecé a clasificarlos según las tareas que tuvieran que realizar. Unos, los criados, servirían manjares, néctares y champaña. Otros tantos seria usados para dar placer oral a las Damas y Caballeros o para ser usados como ceniceros, escupideros, orinales o lo que a las Amas/os se les antojara y aun otros serian los encargados de abanicarles.

Una vez recibidas las instrucciones, tal y como Diosa Victoria deseaba, totalmente desnudos pasaban a ser embadurnados íntegramente con una pistola de aire comprimido con pintura hecha de polvo de oro. A pesar de que al cabo de unas horas morirían irremediablemente de hipertermia.

Pero a la Archiduquesa lo único que le importaba era que sus esclavos no desentonarán con la decoración de la Tribuna Real.

Este hecho obligo a que tuviéramos que tener un rápido repuesto de sirvientes preparados para actuar en el momento de que uno de ellos falleciera, porque si una cosa estaba clara, es que no podíamos dejar ni un segundo a Sus Excelencias sin servicio.

Se les colocaba un amplio collar de acero reluciente y se les anillaba los pezones colgando en ellos unas pequeñas pesas. También se anillaba el clítoris y la punta del pene donde se les pendían otras pesas, todo destinado a provocar un continuo dolor a los esclavos en contraste con el sumo placer de Sus Excelencias.

La llegada de Su Alteza Real

Ocho dorados esclavos tiraban de la lujosa y pesada calesa que trasladaba a una radiante Victoria por la avenida, repleta de exaltados fieles que vitoreaban a Su Líder Suprema, que conduce al anfiteatro. Adornada con unas largas banderolas rojas con un círculo blanco en medio donde estaba gravada la corona imperial encima de las siglas DV.

Hacia a las dos de la tarde, un toque de trompetas anunciaba su llegada al Palco Honorífico donde la esperaban todos sus distinguidos huéspedes.

Victoria lucia un look estilo Cleopatra que le daba un toque aun más sexy que de costumbre.

Hermosa y voluminosa melena negra hasta la nuca, bajando en diagonal de forma simétrica por las dos mejillas hasta los hombros, dejando asomar por debajo de ella unos gruesos pendientes de aro.

El flequillo recto sobre su frente, justo encima de los ojos, cejas extremadamente finas.

Largas y doradas pestañas acompañaban un deslumbrante sombreado de parparos, combinando diferentes tonalidades de morado, bañados de tonos áureos y enmarcados con delgadas líneas negras que hacían resaltar sus fascinantes ojos color esmeralda.

En contraste con ello, pero a juego con las uñas de las manos y de los pies, sus sugerentes y carnosos labios maquillados de rojo oscuro luminoso, pulverizados con matices dorados.

Sobre ellos, en la parte superior del labio izquierdo, Victoria lucia un pequeño diamante igual que el pircing del lado derecho de la nariz.

Como único complemento sobre su perfecta y bronceada piel, la Archiduquesa iba ataviada con un costoso conjunto, que había costado sudores y lágrimas a centenares de trabajadores de sus minas, formado de pequeñas cadenitas de fina pedrería que apenas si cubrían sus firmes senos, dejando al descubierto sus erectos y sensuales pezones.

Este singular y oneroso sujetador iba compaginado con un diminuto tanga hecho del mismo material.

Un bonito pircing adorna su ombligo.

Suntuosas joyas combinadas con el conjunto anterior terminaban de completar su embellecimiento. Destacando un hermoso collar y un brazalete en forma de serpiente en el antebrazo izquierdo.

En las manos, sus ya habituales gruesos anillos junto con un ancho brazalete de oro que metalizaba su muñeca.

Calzaba unas lujosas sandalias sin correas ni otros sujetadores, con un taco aguja de vértigo, quince centímetros de alto, hecho de oro. Unas finas tiras en forma de V, saliendo de entre el dedo gordo y el segundo dedo adornadas de preciosas joyas, destacando unas pequeñas calaveras en los lados exteriores de las sandalias, cruzaban sus hermosos pies.

Una bonita tobillera y un anillo en un dedo del pie terminaban de completar los adornos de Su Alteza Real.

Cubría su esplendoroso cuerpo una larga capa de fino tul blanco bordada de fina pedrería y ribetes de oro. Enmarcando su majestuoso rostro con un alto cuello.

Entrada triunfal

Por una amplia puerta en forma de arco triunfal, Victoria entro en la Tribuna Real. Sus Excelencias formaron un pasadizo arrojando a su paso infinidad de pétalos de rosa.

¡Felicidades Vikky!. La saludo la joven Sonia.

La Archiduquesa se le acerco y las dos se dieron un largo morreo.

Luego siguieron el resto de distinguidos miembros del Club Sado los que felicitaron y saludaron a Victoria como es costumbre entre ellos.

Besándose en la boca, en los pechos o lamiendo los pezones entre las Damas. Morreándose, besando las manos o acariciando el abultado pene entre Caballeros y Damas.

¡Brindemos por tus veinte cinco dorados años Reina i Diosa Victoria!.

Expreso en voz alta el Príncipe Hans alzando una majestuosa copa de fino cristal, con adornos de oro y brillantes, llena del más caro champaña.

Gesto que fue seguido por el resto de hermosas y gallardos invitados, que vestían al más puro estilo romano. Los hombres túnicas de finas telas adornadas con preciosas joyas y bordadas en oro.

Tan solo cabe destacar una remarcable diferencia. Las glamorosas Señoras calzaban sandalias de altos y finos tacones adornadas también con bonitas joyas y lucían túnicas extremadamente cortas que dejaban al descubierto sus preciosas piernas y con monumentales escotes en la espalda o en la delantera, hechas de brillantes tejidos plateados o dorados.

Su Alteza Real se acerco al balcón de la Tribuna para saludar majestuosamente a sus adeptos. Momento en que la masa fascinada por su Diosa se vio envuelta de una histeria colectiva.

Cientos de voces gritaban y se desgañitaban con todas sus fuerzas.

¡Viva nuestra Divina Diosa Victoria!.

¡Alteza Real y Divina Majestad, Reina y Diosa Victoria, por usted existimos, por usted vivimos y por usted moriremos!.

Victoria tomo asiento en su confortable Augusto Trono de estilo rococó, forrado con piel autentica de leopardo y situado encima de un amplio pedestal de mármol blanco.

A sus pies, dos jovencísimas fieles esclavas y su perro Rudolf. Flanqueando los lados dos sumisos la abanicaban.

¡Alteza!. Dirigiéndome a Victoria le anuncie…..

El Coronel Dictador suplica permiso para ser recibido.

¡Esta bien!… ¡Mayordomo!. ¡Hágale pasar!.

Cuatro escalones separaban la Tribuna Real de la inferior que ocupaban todos los altos ejecutivos de la Archiduquesa junto a los miembros del gobierno militar del país.

El Coronel se persono ante Ella.

Le ruego, Divina Majestad, acepté en nombre de mi gobierno y del mío propio el regalo que humildemente le ofrecemos con toda devoción y entusiasmo.

Una muchacha teñida también de oro se arrodilló a sus pies portando un mullido cojín en donde reposaba una suntuosa corona imperial hecha de metales y piedras preciosas.

¡Alteza Real!. ¡Permítame que le coloque esta Corona Imperial en Su Majestuosa cabeza como símbolo de dignidad real y señal de sometimiento hacia vuestra idolatrada persona!.

La Archiduquesa asistía complacida y sorprendida a la vez a tal demostración de vasallaje sin igual.

Una vez entronizada, el Dictador le beso la mano y postrándose ante Su Alteza Real le beso el pie en el que luce el fabuloso anillo de diamantes y el tatuaje de escorpión.

La corona, ligeramente inclinada hacia un lado de su linda cabeza, le daba un toque desenfadado y divertido.

¡Puede retirarse!. ¡Coronel…!. Dirigiéndose al Presidente de forma altanera y algo despectiva.

Aunque la estética de la celebración eran los juegos en la antigua roma, algunos elementos se modernizaron y actualizaron.

Espectáculos

El primer espectáculo fue algo familiar, una corrida de toros de la que la Archiduquesa es una ferviente admiradora.

Un apuesto torero llegado desde España quiso brindarle un bravo astado. El toro, un pura raza de lidia de Casta castellana, traído expresamente de la península Ibérica; salia a la arena con ganas de guerrear.

El torero dio unos pases con gracia y soltura. Los picadores a caballo ensartaron la puya en el lomo del animal. Salio luego el banderillero, cuando le ensarto las banderillas este le corneteo con fuerza entre las costillas.

Después de este incidente aplaudido en las tribunas y en las gradas, el torero siguió lidiando al animal hasta que le dio la estocada.

¡Bravo!. ¡Bravo!. Aplaudía y gritaba Victoria desde su Trono.

Las trompetas anunciaron la salida en la arena de una nueva res. El diestro se preparo para rejonearla.

Esta vez el animal era humano.

Victoria asistía asombrada y fascinada a esta sorprendente exhibición taurina, recostada en su placentera poltrona.

Noa se acerco por detrás del alto respaldo del soberbio Trono y le susurro al oído.

¡Es uno de mis más fieles esclavos!. Me excita tan solo pensar en ti y en tu fascinante cuerpo de vicio y escándalo. ¡Vikky!.

¡Es un orgullo para mí sacrificarlo en tu honor!.

A mi también me excitas inmensamente, Noa. Le contesto la escultural Archiduquesa.

Las dos bellas jóvenes se miraron con pasión y lujuria. Sus lenguas penetraron una en el interior de la boca de la otra y se fundieron en un lento y largo morreo, sus sexos se mojaron de placer.

¡Pero Vikky!. ¡Diviértete con el espectáculo que te he preparado!.

¡Jajajajajajajajajajajajajajajajaja!. Rieron las dos jóvenes.

El esclavo, que previamente había sido engordado para dar mayor espectáculo, llevaba incrustado en la cabeza una especie de casco con unos largos cuernos. Las manos estaban forradas con unos guantes en forma de pata de toro. No los pies para que pudiera moverse con mas soltura.

El torero, vestido con el traje de luces, empezó la faena en medio del griterío de los espectadores, especialmente las sádicas/os ocupantes de la Tribuna Real, que seguían ampliamente satisfechas/os los movimientos del rejoneador que a caballo pinchaba con la vara de puya los grasientos músculos del condenado, provocándole sangrantes heridas.

Luego empezó el tercio de la muleta. El apuesto torero capeó con gracia a la supuesta res.

¡Oooolé, Oooooolé!. Gritaban desde las tribunas.

Victoria, sentada en su Trono, seguía con atenta mirada y leve sonrisa la evolución de esta especial corrida en distinción suya.

A su derecha, erguida sobre las rodillas, la muchacha que sostenía encima del cojín la suntuosa corona imperial.

Los demás asistentes aplaudían con ímpetu los capeos del lidiador que conducía de forma vistosa las embestidas del supuesto toro.

El banderillero hizo su entrada en la plaza. El esclavo, que perdía bastante sangre por la herida producida por la puya, intentaba evadirlo, le fue imposible.

Entre el picador y el torero le obligaron a colocarse a su alcance. Unas finas banderillas hechas a medida para la ocasión, penetraron unos diez centímetros en el hombro del reo.

¡Bravo!. ¡Bravo!. ¡Bravo!. Chillaban Noa, Ágata y Lord Willams.

¡Hey, torooo!. ¡Vamos, capea!. Gritaba el matador.

Con la cabeza gacha y los cuernos por delante, la res sorteaba el capote del lidiador.

¡Olé!, ¡Oleeeeeeee!. ¡Oleeeeeee!. Seguían animando desde los palcos.

El condenado estaba agotado, casi no se mantenía en pie. La sangre brotaba en cantidad de las profundas heridas de su castigada espalda.

¡Córtale las orejas!. Grito la sádica Noa con entusiasmo.

Nuevamente el banderillero salio a la arena y clavo dos nuevas banderillas en el hombro del toro.

¡Bien!. ¡Muy bien!. Vociferaron los ejecutivos mientras aplaudían con fuerza.

El condenado iba dando tumbos de un lado a otro.

Victoria y Noa reían a carcajada limpia y aplaudían fogosamente.

Espada en mano, el torero se dispuso a dar la estocada final al reo. Giro su mirada hacia la Archiduquesa que con un suave y elegante movimiento de cabeza asintió para que terminara la tarea.

El diestro midió la distancia al toro y empezó a cuajar la faena.

El silencio en el anfiteatro se hizo abrumador, tan solo se oían ligeramente los gritos de dolor de los empalados. Momento en que el matador dio la estocada final a la res.

La espada atravesó las vértebras dorsales seccionándole la medula espinal. Este cayó en el suelo en medio de un gran charco de sangre.

Unos multitudinarios aplausos resonaron en las graderías y tribunas.

¡Córtale las orejas y el rabo!. Le grito una emocionada Victoria en medio de los aplausos y vítores de sus huéspedes.

El torero saco la montera y saludo a la Archiduquesa y seguidamente al público. Amputo las dos orejas y el falo al condenado, que agonizaba sangrando a borbotones por la boca en el suelo del circo.

El diestro alzo victorioso los trofeos en el aire en medio de un griterío general.

Excitadísima, la Archiduquesa, quiso follarse al apuesto torero.

Así que lo invito a subir a la Tribuna Real. Nada mas poner los pies en el, Victoria se le abalanzo encima y textualmente lo devoro.

Entonces giro su mirada hacia Noa, como queriendo excusarse por sus impulsos, cosa totalmente inusual en Ella.

¡Vikky!, ¡Como siempre!. ¡No te cortes!. ¡Tus deseos son lo primero que debes satisfacer!. Le expreso una muy excitada Noa.

Un abultado paquete se marcaba en la ajustada taleguilla del torero. Entretanto le desabrochaba la chaquetilla, Su Alteza, lo morreaba con delirio.

Sus carnosos labios chupetearon la piel del pecho del matador mientras le liberaba el erecto pene de sus ajustados pantalones.

Victoria alzo una pierna y rodeo a su macho con ella, mientras que con los brazos abrazaba el cuello de su victima, obligando a penetrar su grueso pene en su divino coño.

Mientras follaban con delirio, Vikky y Noa se lanzaban entre ellas lascivas miradas de pasión y deseo.

El torero apretaba con las manos hacia él los perfectos glúteos de la Diosa, que a su vez se movía frenéticamente llevando completamente la iniciativa.

Los dignísimos invitados, no menos excitados, obligaban a los esclavos y esclavas destinadas para ello, a darles placer sexual.

Victoria estallo en un orgasmo descomunal seguida del diestro que quedo totalmente agotado.

La fastuosa comida

Después de aquella singular corrida de toros, Sus Excelencias tomaron asiento alrededor de la cristalina mesa donde los dorados esclavos se encargaron de servirles un fastuoso festín.

Yo me ocupé, con exclusivo celo, de que todo fuera con la máxima precisión.

No debía haber en el banquete en honor a mi preciosa Diosa y Ama, fallo alguno que pudiera incomodarla, a Ella o a sus selectos invitados.

Suculentos manjares y costosos vinos eran servidos con esmero por aquellos particulares criados de cuerpo desnudo y piel teñida en oro.

Siempre guardando las distancias entre clases, en la tribuna de directivos y miembros del gobierno militar la comida era servida por criados y criadas debidamente uniformados y aun que suculenta, era algo de menor calidad que la de Sus Excelencias.

Era del agrado de los selectos huéspedes que durante las ostentosas comilonas les fuera oralmente estimulado el sexo.

Así que un esclavo para cada invitado, postrados de rodillas debajo de la mesa lamiendo el clítoris o chupando el pene.

¡Torpe!. ¡Inepta!. ¡Tu asquerosa lengua no sirve para nada!. Alejandra, una malvada aristócrata Rusa, pataleaba y clavaba sus afilados tacones en la piel de una esclava adolescente porque no sabia lamerle el coño tal y como a ella deseaba.

¡Vikky!. ¡Esta estupida esta acabando con mi paciencia!.

¡Lleváosla!. Ordeno la Archiduquesa a sus eunucos.

¡Y traéis la cabeza de esta zopenca a mi invitada!.

¿Satisfecha Alexia?.

¡Satisfecha querida!

¡Jajajajajajajajajajajajaja!. La orden de Victoria animo las risas y carcajadas de los miembros del Club Sado.

En lugares estratégicos de la Tribuna Real estaban colocados de rodillas y con las manos esposadas a la espalda, unos sufridos esclavos y esclavas con las bocas forzadas por unas mordazas a permanecer extremadamente abiertas.

El Pricipe Hans tenía ganas de orinar.

¡Ven aquí!. ¡Bobo!.

El esclavo repto de rodillas hasta encontrarse a los pies del Príncipe.

Hans acerco su polla a la boca del sumiso y meo en su interior para seguir luego masturbándose, corriéndose en la cara del esclavo.

Las duras condiciones a que fueron sometidos los sirvientes, debido al forzoso ayuno y a la capa dorada que cubría sus cuerpos, hicieron que hacia el final de la comilona alguno de ellos empezara a dar claras muestras de fatiga.

Esto forzó a reemplazar a los que observe que su debilidad impediría ofrecer a las dignísimas Damas y Caballeros un servició apropiado a su rango.

Ante la sorpresa de Sus Excelencias una de las muchachas que servia una bandeja de marisco se desplomo al suelo delirando y presentando fuertes convulsiones.

¿Qué demonios le ocurre a esta incompetente?. Pregunto el Marques de la Reviera, dando un sonoro puntapié en las costillas de la infortunada.

Ligera e insensible, encogiendo los hombros. La poderosa Archiduquesa, asevero a sus queridos huéspedes:

¡Es el inconveniente que tiene llevar todo el cuerpo embadurnado en oro!. ¡Jajajajajajajajaja!. No iba a prescindir Yo, del placer visual que representa tener un servicio conjuntado con la decoración del entorno ¿verdad?. ¡Jajajajajajajajajajajajajajajaja!.

Sin poder contener la risa, contó a sus invitados el motivo del desmayo de la criada.

A sido antojo mío hacer que les unten con pintura dorada. Aun sabiendo que iban a padecer terribles consecuencias, e incluso la muerte por hipertermia.

¡Pero no os preocupéis!. ¡No nos quedaremos sin servicio!. ¡Jajajajajajajajajajaja!. He dado órdenes de que cuando haya una baja sea inmediatamente substituida. Por supuesto, por otro esclavo pintado en oro. ¡Jajajajajajajajajajajajajajajaja!

¡Que ocurrencias tienes! ¡Vikky!. Le replico la despampanante Esther. ¡Pero brindemos por ellas!. Añadió.

Luchas en la arena. 1er combate

Hacia media tarde, ya después de la opulenta comida, mostrando una enorme crueldad y menosprecio a la vida humana, Sus Excelencias se dispusieron a seguir gozando de los bárbaros espectáculos que se celebraban en el anfiteatro como distinción al cumpleaños de Su Alteza Real La Archiduquesa Victoria Fernández Von Kummer Haider.

Formando cuatro columnas, cien gladiadores salían a la arena del circo acompañados del resonar de los tambores y el sonido de instrumentos de viento, tales como la Bucina, el Cornu y trompetas de variadas formas.

Los Reciarius que portaban una túnica con un cinturón ancho de cuero, armados con tridente, puñal y una red.

Los Secutors armados con espada, escudo y casco con visera.

Los Tracius llevaban una larga espada, escudo cuadrado, tridente o espada corta. Sus piernas estaban protegidas.

Los Hoplomacus adornados con multitud de tiras de cuero por diferentes partes del cuerpo y un slip también de cuero. Luchaban con grandes escudos, casco con visera y cimera.

Durante largo tiempo, en el campo de la secta, decenas de adeptos habían sido entrenados como bravos gladiadores pera combatir en el homenaje a su Diosa.

Como muestra de sumisión a Su Líder Suprema los gladiadores rendían un juramento en él que juraban soportar ser quemados vivos, golpeados o atravesados por una espada.

Ante la Tribuna Real hincaron una rodilla al suelo y con el brazo en alto, como hacían en la antigua roma, saludaron disciplinariamente a Su Alteza.

¡Salve Diosa Victoria!. ¡Los que van a morir te saludan!.

La hermosa cara de la Archiduquesa reflejaba un enorme regocijo ante tal demostración de sumisión.

Los gladiadores Reciarius debían de luchar contra los Hoplomacus y los Secutores contra los Tracius. De modo que al final de estos primeros combates tenían que sobrevivir tan solo cincuenta luchadores.

El sonido de un cuerno dio la señal para dar comienzo al espectáculo.

El polvo, los gritos y la sangre de los primeros heridos, junto al fuerte golpeteo de las espadas de acero de los Secutors contra los escudos de los Tracius y de los tridentes de los Reciarius golpeando a los Hoplomacus rompieron el silencio del anfiteatro.

El espectáculo se seguía con atención y satisfacción por los crueles miembros del Club Sado acomodados en la Tribuna Real.

¡Golpéale fuerte!. Gritaba Lord William a unos gladiadores que luchaban cerca del palco.

¡Destrózalo!. ¡Córtale la cabeza!. Les chillaba la guapa Esther.

Desde la tribuna de Ejecutivos y miembros del gobierno también se oían voces exaltadas.

Un primer gladiador caído al suelo levanto el brazo en señal de rendición. Sus Excelencias, junto a los asistentes de la tribuna secundaria y el resto de espectadores de las gradas dirigieron sus miradas al Trono Real, donde una soberbia Victoria se disponía a decidir sobre la vida del infortunado luchador.

El pulgar de la Archiduquesa se inclino sin piedad alguna hacia al suelo. El bravo combatiente Tracius clavo su tridente en el pecho del vencido.

Un fuerte griterío de todos los asistentes acompaño la sádica acción.

Al cabo de media hora la arena estaba empapada de sangre de los luchadores derrotados.

Unos esclavos sacaban los cadáveres de la pista prendiéndolos con ganchos y tirando de ellos; un hombre vestido de Mercurio comprobaba la muerte de aquellos infelices, tocándolos con un hierro candente; a los heridos se les daba la muerte.

Cincuenta bravos gladiadores se proclamaban vencedores del primer combate. En el centro del anfiteatro alzaron sus brazos al grito de:

¡Por Su Divina Majestad!.

2n combate.

El sonido del cuerno daba paso a un segundo combate. Ahora sobrevivientes Secutors y Tracius luchaban contra los restos de los gladiadores Reciarius y Hoplomacus.

La pelea fue cruenta, sin tregua. Miembros amputados se mezclaban con la arena del suelo. Gritos de dolor y de muerte con caras de complacencia y satisfacción.

Risas, silbidos y clamores salían de las gradas donde contemplaban la cruel exhibición el resto de adeptos a la secta.

El bárbaro espectáculo levantaba pasiones desenfrenadas entre los selectos miembros del Club Sado.

Al final un gladiador Secutors agarraba por el pelo a un guerrero Reaciarius que agotado se aguantaba a duras penas sobre sus rodillas.

¡La cabeza!. ¡La cabeza!. Gritaban apasionados los asistentes de la Tribuna Real.

¡Decapítalo!. Ordeno sin vacilar la despiadada Archiduquesa.

El corpulento gladiador dio un tajo en el cuello de su victima y se quedo con la cabeza colgando en sus manos. Levantándola como un trofeo la mostró orgulloso a una multitud enardecida.

Los combates habían terminado, veinte cinco gladiadores se proclamaban vencedores de la lucha. Desfilando por el anfiteatro se postraron a los pies de Diosa Victoria ofreciéndole en una bandeja plateada la cabeza del último combatiente muerto.

Carrera de Bigas.

El siguiente espectáculo iba destinado a la participación y divertimiento de los depravados huéspedes de la atractiva Archiduquesa.

Se trataba de una clásica carrera de carros a la romana, pero con toques de modernidad, como la indumentaria de los jinetes.

Los caballos eran substituidos por humanos debidamente guarnecidos como si de equinos se tratara.

Cada carruaje era tirado por dos corceles (bigas), macho y hembra. Una cadena de unos cincuenta centímetros unía el tobillo derecho de uno con el izquierdo de la otra dificultando el movimiento de las piernas.

Los caballos iban enganchados a unas riendas sujetas a ambos lados de los labios, con un bocado que servia para guiarlos hacia donde apeteciera a sus amazonas y caballeros.

Dos barras, la una a la altura del vientre del animal y la otra sujetándoles la cabeza hacia al suelo, les obligaba a permanecer curvados quedando así las nalgas del corcel a disposición de los jinetes.

En la cara llevaban puesto un acial que les oprimía fuertemente el hocico y las orejas, en las cuales llevaban unas largas extensiones asimilando a las de los equinos.

La parte superior de la cabeza, rasurada como todos los esclavos de la Archiduquesa, iba adornada con un capistro terminado en vistosos plumeros de variados colores según el antojo del jinete.

La cola, un arnés en forma de pene introducido en el ano, salían unos largos filamentos adornados con una colera.

Todo y que los fieles adictos estaban obligados a relinchar y ha comportarse como caballos, corrían a dos patas para así aumentar la velocidad. Las manos las llevaban sujetas con un símil de uñas de jamelgo pero no los pies que los llevaban descalzos.

El ornamento se completaba con unas campanitas en el collar.

La espalda y las nalgas, libres de todo adorno para así poder ser azotados con facilidad por sus cocheras/os.

Además de las riendas, las amazonas y los caballistas dominaban a sus jamelgos con una sicha para el macho y una especie de cinta de ocho centímetros de ancha repleta de pequeñas púas adosada al clítoris a las hembras, de tal manera que al correr dichos artilugios erosionaban dolorosamente los genitales de los animales.

El carro consistía en un pequeño compartimiento para una persona sentada en un cómodo sillín de piel.

El jinete reposaba cómodamente los pies en una plataforma dorada cerca de las nalgas del corcel favoreciendo así poder clavar los tacones en los lomos del esclavo.

Las ruedas, de un metro de diámetro, tenían en su centro un afilado y cortante punzón destinado a lesionar a los caballos de los carros contrincantes.

Veinte cinco carruajes guiados por sádicas/os amazonas y caballeros se disponían a competir en esta cruel carrera en honor a Diosa Victoria.

Como con los miembros del Club Sado no se llegaba a la cifra deseada por Su Alteza Real, fueron invitados a la participación, el Dictador y diez más elegidos entre los fieles y competitivos ejecutivos de la Archiduquesa, que por supuesto consideraban un gran orgullo tal elección.

Desde su Trono, Diosa Victoria se disponía a dar comienzo a la feroz carrera que consistía en dar veinte cinco vueltas al anfiteatro.

Se proclamaría vencedora o vencedor el jinete que primero las completara.

Por razón de espacio los carros estaban alineados de tres en tres. Se hizo un sorteo entre las Damas y Caballeros del Club para designar el orden de salida. Los demás participantes, coronel dictador y altos ejecutivos, se consideraba ya que debían de salir en las últimas posiciones.

Victoria dejo caer el blanco pañuelo, al tocar la arena los carros arrancaron a correr al tiempo que los primeros trallazos impactaban en las espaldas de los corceles.

En primer lugar se posicionaron Michelle, una bella dama de ojos claros y pelo castaño, esposa de un magnate francés y Lord William, seguidos de cerca por Sonia, Ágata, el Príncipe Hans y la sorprendente Esther.

Michelle aproximo su carruaje al de Sir William, de tal modo que los afilados punzones que sobresalían de sus ruedas provocaron unos profundos cortes en las piernas de los caballos de su contrincante.

Viendo que perdía velocidad, Lord William azoto fuertemente a sus corceles. Pero su cruel reacción fue en balde, las heridas eran demasiado profundas y el pobre animal cojeaba y finalmente cayo al suelo sangrando abundantemente, de tal manera que su compañera de carruaje se vio también imposibilitada para seguir corriendo.

¡Levantad holgazanes!. Vociferaba un encolerizado y furioso Sir William mientras les pataleaba y azotaba cada vez con más saña.

¡Relinchar!!!!. ¡Equinos!. ¡Relinchar!!!!.

¡Iiiiiiiiiiiiiiiiih!. ¡Iiiiiiiiiiiiiiiiiiih!.

Las pomposas Damas y guapos Caballeros habían substituido sus elegantes túnicas romanas por una vestimenta mas apropiada para la actividad que estaban ejerciendo. Camisa holgada de color blanca con una corbata de cuero negro sujetada por una aguja de oro en forma de calavera, cortos guantes de cuero, ajustados pantalones y botas de montar con fino tacón para las Damas y normales para los Caballeros.

Sonia seguía de cerca a la bella Michelle. Mientras Esther alcanzaba la carroza del Príncipe Hans, golpeando con su larga fusta los caballos de su amante para entorpecer su carrera.

¡Aparta de mi camino!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!. Le grito sonriendo y de forma burlesca la bella modelo a su amado Príncipe.

La preciosa Victoria sonreía placenteramente y enormemente divertida con la carrera que le estaban ofreciendo sus allegados camaradas.

Al pasar por debajo de la Tribuna Real, Noa, que no iba nada bien posicionada, recibió de la Archiduquesa una perfumada rosa roja en señal de complicidad hacia su amante.

Un gesto que la bella mulata agradeció con una de sus hermosas sonrisas y fustigando con mas ímpetu a sus esclavos para que aligerasen la marcha y así poder ofrecer a Vikky una buena posición en la carrera.

Lord William cansado de azotar a sus corceles y viendo que ya no podría seguir en la carrera, saco de su cartuchera un revolver y sádicamente disparo a bocajarro a sus dos esclavos.

Inmediatamente subió a la Tribuna donde la malvada Archiduquesa le beso eufóricamente en la boca felicitándolo por la crueldad demostrada con sus corceles.

El Coronel Dictador, haciendo gala de su sanguinaria fama, se habría paso con su carro desde las ultimas posiciones. Eliminando con sus cortantes punzas a tres carros conducidos por directivos, los caballos de los cuales presentaban profundos cortes a la altura de los muslos viéndose imposibilitados de seguir activos.

¡Vamos!. ¡Torpes!. ¡Inútiles!. Gritaba desde la segunda posición la malvada Sonia, una adinerada y exuberante pija de pelo rubio y ojos marrón oscuro, conocida también como la Condesita. Sonia clavaba sus finos tacos en las nalgas de sus corceles azotándolos con dureza.

A media carrera tan solo quedaban en activo ocho bigas. La mayoría habían sucumbido por agotamiento o por las heridas producidas principalmente por las cortantes púas de los carros contrarios. Pero también por los azotes recibidos por sus jinetes o por los jinetes de las caballerizas contrincantes.

Sus labios sangraban copiosamente debido a las lesiones ocasionadas por los ganchos de las riendas.

Siguiendo el ejemplo de Lord William, Ágata la sexy morena de ojos azules e intima amiga de Victoria, junto a la mayoría de jockey terminaron ejecutando a sus corceles después de encarnizarse cruelmente con ellos.

Tan solo cuatro de los participantes, todos ellos altos ejecutivos, optaron por indultar a sus cabalgaduras.

Una medida que disgusto profundamente a la Archiduquesa, tomando buena nota de ello, ya que lo considero una muestra de debilidad por parte de sus subordinados.

Los caballos de Michelle no resistieron la presión a la que les sometían Sonia y el Marqués de la Reviera y terminaron por claudicar totalmente agotados.

¡Inútiles!. ¡Sois unos ineptos!. La preciosa Michelle fustigaba con rabia a sus animales.

¡Iiiiiiiiiiiiiih!. ¡Iiiiiiiiiiiiiiiiih!. Relinchaban los pobres esclavos con dificultad y totalmente extenuados para contentar a su Ama y infundirle compasión.

No siendo menos que los demás, Michelle desenfundo su pistola y elimino de un solo tiro en la sien a sus caballos.

Entre tanto la insidiosa Condesita se proclamaba vencedora absoluta y recibía de Su Alteza Real una clamorosa felicitación, con morreo incluido y la corona de laurel de oro que la acreditaba como triunfadora.

Sus caballos yacían en el suelo totalmente agotados, reventados, extenuados. Sangrando por la boca y por las profundas heridas derivadas de los múltiples trallazos recibidos en sus espaldas.

Pero si alguien se enseño con sus cabalgaduras esta fue Noa. Llena de ira por haber quedado eliminada y no poder ofrecer el triunfo a su bella amada Victoria, hizo desenganchar los corceles de su carruaje.

¡A dos patas!. ¡Energúmenos!!!!!. ¡Las manos a la nuca!.

Noa dio impulso a su pie enfundado en unas altas botas de fino tacón y arremetió fuertemente contra los genitales del macho.

¡Uauuuuuuaaaaa!. Un grito de dolor salio de la boca del infeliz.

¡Rebuzna!. ¡Estupido!. ¡Los burros como vosotros rebuznan!.

¡Uauauauauaua!!!!!.

¡Jajajajajajajajajaja!. ¡Así!, ¡Así!. ¡Sigue rebuznando!.

De otro puntapié le reventó los labios.

Látigo en mano, Noa azotaba a sus dos animales.

¡En pie!. ¡Vamos!. ¡Rápido!.

Otra vez las puntiagudas botas de la bella mulata impactaron en los testículos del semental. Sin dejarlo caer al suelo, otra fuerte patada y otra hasta que finalmente se doblego de daño.

Te voy a reventar los huevos. ¡Invalido!. ¡Jajajajajajajajajaja!.

Noa clavo los finos tacos en los testículos del esclavo hasta casi hacerle perder el conocimiento de dolor.

Luego paso a enseñarse con la hembra. Hizo que le trajesen unas pequeñas tenazas muy cortantes.

Con la extrema crueldad que la caracteriza, una sonriente Noa, amputo los pezones a su esclava para fustigarla seguidamente con dureza.

¡Basta!. ¡Se lo suplico Ama!.

¡Calla y brama!. ¡Burra!. Un latigazo le cruzo la cara.

¡Uauauauauauauaua!!!!!.

¡Ponerles unas mordazas para mantener las bocas de estos jamelgos abiertas!. Ordeno la linda mulata a unos guardias.

Cansada ya de castigarlos, Noa, desenfundo también su arma y haciendo poner de rodillas a sus dos esclavos les introdujo primero a uno y después a la otra el cañón de la pistola en la boca, jugueteando un rato con ella.

¡Jajajajajajajajajajaja!. De manera aleatoria, la despiadada Noa, penetraba la pistola en las bocas de sus cabalgaduras simulando el disparo.

Desde su Trono, Victoria seguía divertida y con supremo interés las diabluras de la Dama que en aquellos momentos la excitaba enormemente.

Pistola en mano, Noa acerco su clítoris a la boca de la hembra.

¡Traga mis orines!. ¡Inepta!!!!!.

Seguidamente un chorro de orina penetro en la boca de la esclava que permanecía arrodillada debajo de las piernas de Noa.

¡Límpiame el coño! ¡Retrasada!.

La esclava se esmeraba en pasar su lengua por el clítoris de la atractiva mulata.

Noa le apunto su arma en la sien y cuando estaba alcanzando un maravilloso orgasmo, apretó sin piedad el gatillo.

¡Bravo Noa!. Exclamo Vikky desde su Trono.

¡Jajajajajajajajajajaja!. Sonreía Noa enormemente excitada.

Lenta pero firme, Noa se acerco hacia el macho que temblaba y sudaba de miedo.

¡De rodillas!. ¡Subnormal!

¡Traedme un cazo con aceite hirviendo!.

Los ojos del sumiso se desorbitaron cuando vio que la libidinosa Noa, cazo en mano, se disponía a derramar el ardiente líquido en el interior de su boca.

Sonriente y con cara de vicio, Noa vertió el aceite en la boca del angustiado esclavo.

¡Traga inútil de mierda!!!!!!!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!.

Unos horrendos sonidos salieron de su quemada garganta.

Con la mano levantó la cara del desdichado y le introdujo el cañón de su pistola en ella.

Dirigiendo su picara mirada hacia la Archiduquesa apretó también el gatillo de su arma cayendo su corcel desplomado al suelo.

Ya en la Tribuna.

¡Bien!!!!!. Noa… Esto merece una copa de champaña ¿verdad?. Dijo Victoria.

Las refinadas Damas entrelazaron sus brazos y brindaron festejando sus perversiones.

La caza.

El sol había dejado de brillar y la oscura noche se adueñaba del anfiteatro.

Unos potentes focos de luz, la potencia de los cuales habría servido para alumbrar las humildes viviendas de la capital durante varias semanas, iluminaban la arena del coliseo.

Un nuevo aterrador juego, reservado exclusivamente a la participación y diversión de los nobles miembros del Club Sado, estaba a punto de comenzar.

Sus Excelencias, todavía vestidas de amazonas y caballeros, montaban unos pura sangre de raza árabe.

Veinte cinco adictos sumisos, desnudos totalmente y esposados con las manos a la espalda iban atados por los testículos a la silla de montar de las cabalgaduras, con un fino, pero resistente, cordón trenzado con hilo de oro de unos doce metros de longitud.

Doce jinetes llevaban atados a dos sumisos y uno de ellos tan solo uno.

Colocados a un extremo del elíptico anfiteatro esperaban la señal de Su Alteza Real para espolear a sus caballos y hacer que estos salieran a trote.

La Archiduquesa, igual que en el espectáculo anterior, dejo caer un blanco pañuelo al suelo.

Momento en que las Amazonas y los Caballeros empezaron a cabalgar, primero a trote lento y luego cada vez con mas marcha, pero sin forzar demasiado a sus equinos. Obligando así a sus esclavos a correr ligeramente para no quedar demasiado rezagados y impedir de esta manera que sus testículos sufrieran terrible dolor a causa de la tirantez de la fina cuerda.

Después de unas cuantas vueltas al anfiteatro, cuando ya los sacrificados fieles empezaban a mostrar síntomas de cansancio, Victoria dio señal de aligerar la marcha.

Noa galopaba con su lisa y larga melena suelta al viento, delante de la Tribuna Real beso su enguantada mano y poniendo boquita de piñón soplo en la palma lanzando un afectuoso beso hacia su amada.

Victoria le respondió lamiéndose sugerentemente sus carnosos labios.

Los jinetes fustigaron sus monturas y estas arrancaron a galope. Los gritos de desconsuelo y dolor de los sufridos esclavos eran enormes.

Intentaban correr tanto como podían, pero al finalmente terminaban cayendo al suelo y siendo arrastrados por los testículos.

Cada vez que una Amazona o un Caballero arrancaban de cuajo los genitales de un humilde devoto de Diosa Victoria, era celebrado con gran jolgorio en las gradas y en la tribuna de Directivos i miembros del gobierno y con sádicas expresiones de entusiasmo entre los miembros del Club Sado.

Pero la que sin duda gozaba más de ello era la preciosa Archiduquesa, que desde su Trono reía a sus anchas con extrema crueldad, viendo el sufrimiento que por Ella estaban soportando sus fieles adictos.

Una vez mutilados los afligidos esclavos se retorcían de dolor en el suelo del anfiteatro, otros fieles adeptos con ayuda de perros amaestrados los hacían levantar. Empezaba entonces una autentica y salvaje caza de hombres.

Sus Excelencias armados de largas picas perseguían a caballo jugueteando con ellos hasta agotarlos completamente, momento en que atravesaban con sus lanzas a sus pobres victimas.

En esta ocasión fue Sonia, la Condesita, quien se enseño cruelmente con sus dos presas martirizándolas y torturándolas clavando su lanza en diferentes partes de sus cuerpos para producirles grandes heridas sin ser mortales.

Luego con un largo látigo los azoto des de su montura hasta destrozarlos completamente.

Excitada subió a la Tribuna y se hizo lamer por una inocente y asustada muchachita.

Cuando hubo ya alcanzado el clímax de su placer.

¡Traerme un afilado cuchillo y unas tenazas!. Grito Sonia imperativamente a otra de las criadas.

¡Jajajajajajajajajajajajajaja!. Despiadadamente Sonia corto la lengua que le había lamido el coño a la infeliz muchacha.

La cena.

Ya terminado el cruel juego Sus Excelencias volvieron a la Tribuna Real a la espera de nuevas diversiones, engalanados de nuevo con sus ostentosas y espectaculares túnicas.

La cristalina mesa había sido retirada, ahora al mas puro estilo romano, los dorados esclavos que habían sido substituidos ya un par de veces debido a las terribles consecuencias producidas por la pintura que cubría sus cuerpos se disponían a servir la cena.

Consistente en varios platos a base de pescados de diversas clases (lenguados, anguilas, salmonetes…), aves (perdices), y carnes asadas (cordero, cerdo, cabrito o jabalí). Todo esto acompañado con buen vino y sin faltar variedades de panes y miel.

Y como postre se ofrecería variedad de frutos secos y distintos tipos de dulces.

El banquete era amenizado por músicos que tocaban instrumentos de la época (instrumentos de viento y percusión)

Como auténticos romanos y romanas, Sus Excelencias comieron tumbados en mullidos cojines de lame dorado y recostados en ricos catres.

Seis esclavos se cuidaban de abanicarles desde diferentes ángulos de la sala. La mayor parte de la comida fue directamente a la basura debido al poco apetito de las nobles Damas y Caballeros ya que durante toda la tarde se les había servido aperitivos y bebidas de toda índole.

Sádica exhibición con bestias.

Richard y Robert se dirigieron a Diosa Victoria mientras veinte cinco mujeres con la cabeza rasurada y portando como única prenda un collar de acero se postraban de rodillas ante el Trono de su Líder Suprema.

¡Alteza Real!. Estas adictas esclavas a Su Augusta Persona suplican acepte en sacrificio a sus retoños, como humilde regalo a Su Divino Cumpleaños.

¡Jajajajajajajajajajaja!.

Absolutamente asombrada pero con el orgullo de una Reina replico…….

¡Esta bien!. Antes quiero que besen mis zapatos en señal de absoluta sumisión.

Una a una, las fieles mujeres, iban arrodillándose a sus pies besando y lamiendo sus pomposas sandalias.

Victoria saboreaba lentamente aquel dulce momento con un cóctel de suaves licores en sus manos.

Los dos ejecutivos en África Oriental quisieron sorprender a la cruel Archiduquesa emulando una escena de la mítica película "Quo Vadis", un clásico del cine bíblico, donde el sanguinario Nerón se dispone a inmolar a un grupo de inocentes niños cristianos.

Veinte cinco menores jugaban en la arena del anfiteatro.

¡Divina Majestad!. Si Usted lo desea…. con un solo gesto de su dedo pulgar hacia abajo y

Señalando hacia el otro extremo del circo.

Aquellos guardianes soltaran a veinte cinco hambrientos Dogos Argentinos que devorarán a estos inocentes que juegan ahora felices en la arena.

¡Jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja!!!!!!!. Diosa Victoria, sedienta de sangre y acomodada en su lujoso Trono, mostrando toda su magnificencia y esplendorosa figura contesto:

¿Acaso dudáis de cual va a ser mi decisión?.

Decisión que era seguida atentamente por unos miembros del Club Sado no menos sedientos de crueldad.

El inmenso poder que ostenta la Archiduquesa y el resto de miembros del Club, les permite practicar un sado sin límites. Burlando la justicia, la legalidad, la moral y comprando con su dinero el silencio y las voluntades ajenas.

¡Nooo!!!!!!, ¡Por favor!. ¡Deténganse Majestad!. ¡No cometa esta salvajada!.

¡Perooo!…..¡Quien es este subnormal!.

Un capitán del ejército se dirigía hacia Ella.

La Archiduquesa, con cara entre asqueada y asombrada a la vez, giro su inquisitoria mirada hacia el Coronel Dictador que igualmente asombrado intentaba, también con la mirada, disculparse por aquella inesperada intromisión de un oficial a su mando.

Tres eunucos salieron a su encuentro. De un fuerte puñetazo en el estomago lo doblegaron al suelo.

¡Encadenarlo a una columna!!!!!!. ¡Rápido!. Ordeno Victoria.

¡Desnudad a este hijo de perra!!!!!. ¡Como se atreve a entorpecer Mi Fiesta!.

El Coronel se había personado ante Su Alteza intentando disculparse.

¡Quiero que detenga a toda su familia!. ¡Esposa!, ¡hijos!, ¡padres!, ¡abuelos!, ¡primos!. ¡A todos!. ¡Entiende Inútil!!!!!!!. Grito la Archiduquesa sumamente enojada al Dictador.

¡Y también a sus amigos!, ¡y a todos los que hayan tenido contacto con este necio!.

¡Noooooo!!!!. ¡Por favor, ellos no tiene ninguna culpa!. Exclamo desesperado el capitán.

Aquella noche la temida policía junto a centenares de soldados iniciaron una redada por las calles y domicilios de la capital en busca y captura de cualquier persona que hubiera tenido relación con el desdichado oficial.

¡Traedme Mi látigo!. ¡Deprisa!.

Al instante me postre de rodillas ante mi Diosa ofreciéndole su corto látigo de cuero.

Como todos sus objetos personales, también el látigo es una lujosa joya. La empuñadura, en forma de verga esta tallada en fino marfil con su nombre gravado en oro y unas preciosas piedras incrustadas en el.

Con el dominio que solo Ella tiene del látigo, empezó a azotar la espalda de aquel osado oficial.

Supongo que el orgullo militar le impedía, en un principio pedir clemencia. Pero a medida que la bella Archiduquesa castigaba su espalda el valiente soldado termino suplicando.

¡Basta!. ¡Por Favor!. ¡Se lo suplico!.

¡Jajajajajajajajajajajajajajajajaja!. ¡Así me gusta!. ¡Humillate más!. ¡Imbecil!. ¡Jajajajajajajajajajaja!. ¡Suplica!. ¡Idiota!. ¡Suplica!.

¡Ahahahahahahaaaaaaaaaaaaaa!. ¡Se lo suplico!. ¡Alteza!. ¡Basta!.¡Perdón!, ¡Perdón!.

Sin ninguna intención de cesar la tortura….

¡Sigue implorando! ¡Retardado!. ¡Jajajajajajajajaja!. ¡Quizás me apiade de ti, so imbecil!.

¡Jajajajajajajajaja!. El látigo lleva en su extremo una bolita de oro con estrías destinada a desgarrar la carne de la espalda del condenado.

A cada latigazo el oficial se contorsionaba de dolor.

Victoria golpeaba con dureza una y otra vez, sonriendo con maldad, sin hacer caso de las suplicas del infeliz soldado.

Sus lindas sandalias quedaban pegadas al suelo mientras su hermoso pie se alzaba graciosamente sobre las puntas de sus dedos, para coger un nuevo impulso. Levantando el látigo y haciéndolo rezumbar en el aire lo impactaba en la ya muy castigada espalda de su victima.

Aquellas imágenes eran de una sensualidad y un erotismo brutal.

Cuando ya el lomo del capitán estaba lleno de trazas sangrando abundantemente. Mando a sus verdugos.

¡Esposarle las manos a la espalda!.y ¡Colgarlo con los brazos atrás al gancho de la columna!.

En el momento de desatarlo de las argollas, el hombre, con un rápido movimiento se arrojo a los pies de Diosa Victoria.

¡Perdón!. ¡Perdón!. ¡No quería ofenderla Divina Majestad!.

Victoria, implacable, observaba con autentica diversión como aquel pobre moribundo, porque no era ya otra cosa, se degradaba a sus pies.

¡Vamos a que esperáis!. ¡Colgarlo ya!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!.

El oficial fue colgado de tal manera que el peso de su cuerpo resquebrajaba sus hombros. Sus gritos de angustia eran enormes y cuanto mas pataleaba más dolor le provocaba.

Rudolf. ¿Verdad que tienes hambre?. Victoria dirigiéndose a su fiel perro.

Gua, gua, gua. Ladro Rudolf a la vez que movía su cola y lamía los pies a su Ama.

Su Alteza amarro la cadena al collar de Rudolf y tirando de ella lo acerco al pie de la columna de donde pendía el oficial.

¡Perro!.¡Comete las bolas de este tonto de mierda!. ¡Jajajajajajajajajajaja!.

Rudolf, degradado completamente a ser un perro de por vida, gruñó como un autentico chucho y alzándose sobre dos patas, agarro con la boca los testículos del militar, clavo sus dientes en ellos a la vez que tiraba fuerte arrancándoselos de cuajo.

¡Aaaaah!. ¡Aaaaaaaaaaah!. El griterío de desconsuelo fue terrible.

¡Jajajajajajajajajajajajajaja!. Victoria lanzo una fuerte risotada.

¡Muy bien Rudolf!. ¡Mereces un premio!.

Rudolf devoro los huevos del oficial.

¡Divino querida!. Expreso la malvada Alexia.

¡Exquisito!. Replico Lord William. Mientras que el Príncipe Hans le lamía las nalgas a Victoria.

Sonia y Ágata se daban apasionadamente la lengua entretanto una esclava les besaba y lamía los pies.

Sus Excelencias disfrutaban de lo lindo con tales exhibiciones de sadismo.

El sacrificio.

Dos esclavos abanicaban a Su Alteza. De rodillas a su lado, una dorada muchacha sostenía en sus manos la almohada en donde reposaba su corona.

Victoria, recostada en su Trono, ordeno a una de las adictas madres que permanecían postradas ante Ella que le adorase el clítoris.

¡Ven perra!. Estoy muy caliente. ¡Adórame!.

Victoria acomodo sus maravillosas piernas encima del reposa brazos de su magnifica poltrona. Dejando a la vista su impresionante y rasurado coño.

La adicta sumisa, de rodillas ante el sagrado chocho de su Diosa, empezó a besarla y a lamerle muy pausadamente la parte interna de los muslos.

Su Alteza emitía unos Reales y sigilosos gemidos de placer.

Su esclava, lamía lentamente su monte púbico, su lengua corría por el surco formado por sus labios mayores.

Despiadadamente la Archiduquesa levanto su puño hacia arriba, su afilada uña del anillado dedo pulgar señalo majestuosamente al suelo. Momento en que sus guardias soltaban las correas a los hambrientos perros.

Con una velocidad vertiginosa los Dogos Argentinos se arrojaron encima de sus presas despedazando los frágiles miembros de los inocentes muchachos que corrían desesperadamente por la arena del anfiteatro buscando una salida que no encontraban.

Victoria contemplaba sádicamente sonriendo aquel atroz espectáculo. Gozando al límite del sufrimiento de aquellas inocentes victimas. Mientras su fiel y adicta esclava tiraba hacia el interior de su boca los labios menores y los chupaba, lamía el área justo afuera de la vagina y el orificio uretral.

Las expresiones de la cara de Victoria reflejaban increíbles placeres. Fruncía la nariz, abría ligeramente la boca y lanzaba ahora sí, sonoros gemidos de intensa satisfacción.

Del centro del anfiteatro llegaban clamorosos lloros y horrendos gritos de dolor.

Los miembros del Club se mostraban igualmente entusiasmados con la despiadada diversión que se les estaba ofreciendo.

Victoria hizo saltar al suelo una de sus sandalias y arqueo su desnudo pie acercándolo a la boca de la muchacha que sostenía la corona. Sin dejarla, lamió lentamente con su lengua las puntas de los maravillosos deditos del pie de la joven y atractiva Archiduquesa y luego chupo con veneración entre ellos.

Noa se acerco a su amada y los carnosos labios de las dos bellezas se comieron pausadamente la boca la una a la otra.

Las esclavas, totalmente insensibles al terrible suplicio que estaban sufriendo sus retoños, seguían postradas con la cabeza pegada al suelo en señal de sometimiento absoluto.

El grado de adicción alcanzado entre los miembros de la secta hacia Su Diosa era tal que los centenares de fieles asistentes en las gradas mostraban también su pasión ante aquella barbaridad.

Victoria estaba chorreando, totalmente mojada, momento en que la sumisa elegida empezó a lamer muy suavemente su clítoris.

¡Sigue!. ¡Sigue!. ¡Perra!.

AH…AH…AH…..AH. ¡Sigue!. ¡Sigue!.¡Así!. ¡Así!

¡Noa!, ordena que enciendan mis veinte cinco velas.

Unos siervos con antorchas se acercaron hasta los afligidos empalados que previamente se les habían untado todo el cuerpo y atiborrado por la boca con aceite puro y les prendieron fuego.

En aquellos momentos los potentes focos se apagaron quedando el anfiteatro completamente iluminado por la luz de aquellos cuerpos ardiendo.

Los feroces perros seguían devorando los desgarrados miembros de las desvalidas criaturas que aun permanecían con vida.

Noa acariciaba y lamía los erectos pezones de la Archiduquesa.

¡Noa!, ¡Soy una Diosa!.

¡Sí!. ¡Vikky!. ¡Eres una autentica Diosa!.

Su Alteza gemía, suspiraba cada vez con mayor intensidad.

Deslizo con sus maravillosos dedos terminados en largas uñas, su capuchón clitoridiano hacia atrás y la esclava lamió y chupo suavemente el glande del clítoris hasta que exploto en un grandioso orgasmo múltiple.

Exhausta, se reclino aun mas en Su Trono, mientras Noa seguía aun morreandola.

Ha sido maravilloso, Noa. Jamás hasta ahora había tenido un orgasmo de esta magnitud.

Quiero que esta esclava forme parte de mi servicio personal.

¡Azotarla para que no olvide este día!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!. Rieron a carcajadas Vikky y Noa.

La esclava en cuestión recibió veinte cinco latigazos, mientras a Sus Excelencias se les servia un delicioso pastel de cumpleaños acompañado del respectivo champaña a la luz de las especiales velas que iluminaban el circo.

Victoria avanzo hasta personarse ante el pobre oficial que colgaba de la columna.

¡Descolgar a este perro!. Tengo mejores planes para él. ¡Jajajajajajajajajajaja!.

Fin de los espectáculos.

Pasada la media noche las trompetas anunciaron el fin del sádico espectáculo. Antes de retirarse del anfiteatro Su Alteza Real, con un gesto piadoso, autorizo a que se diera de comer a los centenares de fieles que permanecían en las gradas.

Unos esclavos instalaron en el centro de la arena unas grandes comedoras. Llenándolas seguidamente de una especie de rancho.

Cuando los guardianes abrieron las puertas que daban acceso al ruedo, los leales adeptos de la secta "Diosa Victoria" se abalanzaron encima de la comida llenando con ansia sus bocas.

Empujones, patadas, peleas. Fue la reacción desesperada de los hambrientos fieles que hacia horas y horas que no habían comido ni bebido nada.

La noche refrescaba, dos doradas esclavas cubrieron el Divino cuerpo de Victoria con una larga capa de raso dorado, los hombros y cuello de la cual era de mullida piel de leopardo.

Ya en pie, Sus Excelencias, contemplaban desde la posición de privilegio que les ofrecía la Tribuna Real, la espeluznante escena de desesperación que les ofrecían los pobres adeptos que pugnaban para poder comer alguna cosa.

¡Fijaos!. Victoria dirigiéndose a sus crueles huéspedes con cara de asco. ¡Parecen animales!. ¡Jajajajajajajajajajaja!.

¡Son animales!. Añadió la Condesita.

Carcajearon todos las demás sádicas y sádicos miembros del club. Retirándose definitivamente del circo.

Vikky y Noa se retiraron juntas a los aposentos de la Archiduquesa acompañadas por sus doncellas, Chuani y Ly-Gao. Al día siguiente las dos esclavas mostraban signos de haber sido brutalmente torturadas.

Reunión de Ejecutivos

Hacia las seis de la tarde, precedida por sus corpulentos guardaespaldas, hacia entrada provocadoramente vestida con un diminuto top de cuero negro Su Alteza Real Victoria Fernández Von Kummer Haider, en la magna sala de reuniones del Palacio de la Archiduquesa.

Calzaba unos impresionantes sttiletos de charol negro.

Los cuarenta ejecutivos, que hacia más de un par de horas esperaban su llegada, se pusieron en pie como símbolo de acatamiento y respeto hacia la Augusta persona de Su Excelencia.

Acomode tras Ella la silla situada en la presidencia de la mesa de reuniones una vez mi Ama se hubo situado en su lugar.

Sus dos doncellas, Chuani y Ly-Gao sirvieron a los asistentes unos tés acompañados de dulces pastas.

Un señor de mediana edad que actuaba como administrador de la Junta de Directivos abrió la sesión.

Damas y Caballeros, por expreso deseo de Su Alteza Real presente hoy aquí, celebramos esta Junta de Directivos para pasar balance de la situación actual y beneficios de las cuantiosas empresas, entidades financieras, sociedades, multinacionales, compañías e industrias de su propiedad.

Uno a uno los eficientes y agresivos ejecutivos iban exponiendo delante de la Archiduquesa y los demás asistentes sus logros y rentabilidades en los diferentes sectores en donde operaban.

Mostrándose como más beneficioso el sector energético, sobre todo el relacionado con el petróleo y el nuclear.

Pero también reportaba grandes beneficios el relacionado con la explotación de las materias primeras. Destacando las minas de uranio, diamantes y oro donde los obreros trabajan en pésimas condiciones cobrando míseros jornales.

Otros sectores que también resultaban ser muy rentables eran las inversiones en la industria armamentística y las financieras.

Ya en el turno final de la reunión, el administrador de la Junta de Directivos y coordinador de la comisión ejecutiva encargada de controlar todos los sectores propiedad de Su Alteza, concluyo que los beneficios del conjunto de multinacionales eran enormes, sin poder acordarme de las cifras allí expuestas.

El colofón final lo puso, como no podía ser de otra manera, la misma Archiduquesa.

Haciendo valer su absoluta autoridad, caprichosamente ordeno que se retirara la financiación a un pequeño país de Centroamérica por el mero hecho de estar gobernado por una coalición de izquierdas a la cual la majestuosa Archiduquesa siente una especial aversión. Sumiendo en la total miseria a millares de familias dependientes del trabajo que les proporcionaban sus inversiones.

Luego dirigiéndose a sus Directores Generales:

Debo felicitaros por los magníficos resultados obtenidos por vuestras gestiones y exhortaros a seguir trabajando incansablemente para aumentar todavía más los beneficios.

¡No me basta con ser de las diez personas mas ricas del planeta!. ¡Quiero ser la Más…. Rica y poderosa del mundo!.

Estas palabras arrancaron un sonoro aplauso de los ejecutivos asistentes.

Antes de dar por finalizada la Junta, la preciosa Archiduquesa quiso darse un regusto de crueldad.

Yo mismo, junto con las dos criadas, fuimos los encargados de repartir a cada uno de los asistentes unas bonitas cajas de metal, ornamentadas con el omnipresente emblema de Su Alteza Real.

Cuando ya todos las tuvieron delante.

¡Las podéis abrir!. Ordeno una placentera y sonriente Victoria.

En el interior hallaron un magnifico collar de diamantes, obsequio de la Archiduquesa para las esposas de sus eficientes ejecutivos. Un grueso sello con las iniciales DV debajo de la corona imperial, destinado a ser exhibido por sus fieles directivos como muestra de lealtad hacia ella y un cuantioso cheque valorado en 25.000 dólares.

Cuatro de ellos, los mismos que enojaron a Su Alteza indultando a sus corceles en el día de la fastuosa fiesta de su cumpleaños; en lugar de joyas, encontraron una bala de oro donde no faltaba grabado su símbolo. Un cheque del mismo valor y una carta de despedida, en donde los cuatro escogidos debían estampar su firma.

La misiva iba dirigida a sus familiares y explicaba los motivos por los cuales decidían poner fin a sus vidas, que no era otro que el haber decepcionado a Su Divina Majestad.

Al instante de abrirla uno de ellos se rebelo.

¡Noooo!. ¡No hay derecho!. ¡Siempre he cumplido fielmente todos los mandatos!. He entregado lo mejor de mí vida en el cumplimiento de mis deberes. ¡Mi expediente lo demuestra!.

¡Tengo tres hijos!. ¡Por favor!. ¡Alteza!. ¡Perdóneme!

Pero la despiadada Archiduquesa no estaba dispuesta a dar marcha atrás. Había decidido castigar la debilidad de sus ejecutivos y así se haría.

Dos de sus guardaespaldas flanqueaban al contestatario directivo que se hecho a llorar como un niño implorando piedad.

Victoria hizo un leve gesto a sus gorilas y estos depositaron un revolver ante él.

Hundido, abatido y derrumbado moralmente el defenestrado directivo cargo el arma y llevándosela a la sien.

¡Alto!!!!. Grito la Archiduquesa.

¡De rodillas!!!!. Ordeno la desalmada Victoria señalando con sus majestuosos y anillados dedos al suelo.

Victoria no tenía bastante con que se quitaran la vida, quería también que se humillasen y degradasen ante Ella.

Obligado por los guardas, el ejecutivo se arrodillo y ahora sí, disparo la pistola cayendo desplomado al suelo en medio de un charco de sangre.

Los demás directivos observaban silenciosos. Pasmados algunos y risueños otros, viendo desaparecer a auténticos y detestables rivales en aquella especial corte de la cruel y bella Archiduquesa.

En sus bellos labios se dibujaba una malévola y sádica sonrisa.

La mano con que empuñaba la pistola, apuntando su sien, el segundo de los directivos le temblaba como una hoja, su frente sudaba de angustia.

Arrodillado ante Su Alteza apretó el gatillo y cayo abatido al instante.

Los otros dos restantes, sin tener que obligarles se postraron de rodillas y al grito de:

¡Por Su Alteza Real!. Dispararon el revolver en sus bocas.

¡Bien!. Es lo que merecen estos cobardes, débiles y blandengues traidores

¡ Jajajajajajajajajajajajajajaja!.

¡Limpiar esta porquería inmediatamente!. Me ordeno mi Ama.

Puestos de nuevo en pie los agresivos Ejecutivos brindaron por Su Alteza y terminaron la reunión besando uno a uno los sagrados pies de Diosa Victoria.

Al siguiente día todos los Directores Generales partieron hacia sus países de destino para incorporarse inmediatamente a sus puestos de mando.

Los selectos miembros del Club Sado iban marchando escalonadamente hacia sus dominios. Al cabo de quince días ya tan solo quedaban en el suntuoso palacio Su Alteza Real y la escultural Noa, inseparable amante de Vikky.

Visita del Dictador.

Las dos preciosas Damas andaban en sendos batines de satén, dorado la mulata y blanco la Archiduquesa, calzaban las dos unas suntuosas zapatillas de alto y fino taco.

Sus uniformadas doncellas les servían en tazas de fina porcelana un apetitoso desayuno con caviar acompañado de delicioso champaña.

¡Excelencias!. ¿Me conceden permiso para hablar?. Pregunte dirigiéndome a mi Ama.

¡Habla esclavo!. Me contesto bruscamente Victoria.

El Coronel Dictador quisiera ser recibido por Su Alteza Real.

Las dos bellezas se miraron y se carcajearon con ganas.

¡Que querrá este imbecil ahora!. Cuando nos vea le saltaran los ojos de la cara al degenerado este. Exteriorizo Victoria.

¡Jajajajajajajajajajajajaja!. Rieron con ganas las dos lindas chicas.

El Dictador era un hombre, que al igual que yo sobrepasaba los cincuenta y cinco años, de raza negra, como la mayoría de habitantes del país, pelo canoso y algunas arrugas en la cara.

¡Hazlo pasar!.

Ya ante las hermosas jóvenes, el Coronel se cuadro militarmente. Ni Victoria ni Noa hicieron el más mínimo gesto para devolver el saludo.

El Dictador avanzó unos pasos y beso primero la mano a la Archiduquesa y seguidamente a la preciosa mulata.

¿Solo las manos, Coronel…….?. Pregunto con malévola sonrisa la pervertida Archiduquesa a la vez que desenfundaba de su zapatilla el perfecto pie donde luce un precioso anillo y lo alargaba hacia la boca del Dictador.

El sanguinario militar se inclino impulsivamente y devoro a besos el delicado pie de Su Alteza Real.

¡Jajajajajajajajajajajajajajaja!. Victoria al igual que Noa, mostraban sin pudor alguno toda la monumental belleza de sus esculturales cuerpos.

¡Basta ya!. ¡Coronel!. Ahora le toca a mi amiga. ¡Jajajajajajajajaja!.

Noa no hizo ningún esfuerzo para facilitarle el cometido al viejo militar que se tuvo que arrodillar para besarle los pies.

El Dictador lamía fervorosamente los pies y las zapatillas de la hermosa mulata.

¡Coronel!, ¿quiere un poco de champaña?. Pregunto burlona y maliciosa Victoria.

El militar que aun seguía arrodillado asintió afirmativamente con la cabeza.

La Archiduquesa agarro la botella del dorado y costoso liquido y lo vertió encima de su perfecto pie, al tiempo que con cara de picara lo introducía en la boca del Coronel que trago sin contemplaciones el delicioso champaña.

Noa descalzó una de sus zapatillas y introdujo la puntera en la boca del Dictador, al tiempo que vertía champaña por la parte del talón. Resbalando, el burbujeante líquido, penetro en la boca del Tirano Coronel. Seguidamente, Noa, refregó en la lengua del viejo militar la parte de la zapatilla en donde reposan los pies.

La Archiduquesa aparto ligeramente el batín que tapaba su lindo culo y mostrándolo al Coronel lo incito a besárselo.

¡Bese mi endiosado culo, Coronel!.

Sin dudarlo ni un instante, el Dictador empezó a pasar su lengua por la suave piel del Real ano de la bella Aristócrata.

Noa empujaba la cabeza del militar contra el trasero de su amante.

¡Noa, creo que voy a……….!

¡Jajajajajajajajajajaja!. ¡No me digas Vikky!.

¡Abre bien la boca!. ¡Viejo!. Que tu Diosa quiere depositar un regalo en ella.

¡Jajajajajajajajajajaja!. Rieron las dos perversas jóvenes. Al tiempo que la Archiduquesa se cagaba en la boca del sanguinario Dictador.

Todo y la humillante, degradante y deshonrosa situación en que se encontraba, el Coronel continúo lamiendo con fruición el Divino ano de Victoria.

¡Comete la sagrada mierda de tu Diosa!. ¡Asqueroso!!!!!. ¡Jajajajajajajajaja!. Grito la guapa mulata.

Vikky y Noa observaban deleitosas las vejaciones a que estaban sometiendo a todo un poderoso Presidente de un soberano país.

El Dictador se corrió mojando los pantalones de su impecable uniforme militar.

¡Ya te dije Noa, que este viejo degenerado perdería el culo por nosotras!. Las dos Damas reían a gusto a costa del Tirano.

¡Fíjate como ha manchado los pantalones!. ¡Jajajajajajajajajaja!. ¿Es que tienes incontinencia viejo?.

Ya cansadas y una vez permitieron al Coronel asearse un poco..

¿Que le trae ante Mí?. Interrogo la joven Archiduquesa.

Vera Alteza. ¿Qué debo hacer con todos los familiares y amigos del depuesto capitán que aun permanecen detenidos en los calabozos?.

¡No seee!. Dijo Victoria. ¡Noa! ¿que te parece que hagamos con ellos?.

¡Que se pudran en los calabozos!. Dijo desenfrenada la linda mulata.

¿Y si hacemos que los fusilen?. Apunto la cruel Victoria.

¡Pero Vikky!, seria poco castigo para ellos. ¡Jajajajajajajajajaja!. Rió sádicamente Noa.

El Coronel seguía atento y silencioso el debate entre las dos Damas.

Dada a los excesos, Noa propuso……..

Podríamos hacerlos crucificar a todos. Seria sumamente divertido. ¿verdad Vikky?.

¡Verdad Noa!. Pero tardarían mucho tiempo y quiero algo más rápido.

¡Ya se!. Exclamo Victoria. ¡Podría realizar una brutal fantasía que hace tiempo ronda por mi cabeza!.

¡Coronel!. ¡Haga que los encierren completamente desnudos, como si fueran cerdos, en un camión de transporte de ganado!.

Victoria y Noa volvieron a reír alocadas.

¡Vikky!, tu siempre tan perversa. ¿Que pretendes?.

¡Jajajajajajajajajaja!. No te impacientes Noa, ¡Ya lo veras!.

La partida de la Diosa.

Cuatro eunucos limpiaban con sus lenguas la suntuosa limousine de Su Alteza Real la Archiduquesa.

Hacia mediodía mi Ama me llamo.

¡Mayordomo!.

¡Si Majestad!. Conteste cuadrando los pies.

¡Prepare inmediatamente la limousine!. ¡Nos tendrá que llevar a Noa y a Mi al aeropuerto!. Y….. ¡Encargase de mi equipaje y por supuesto el de Noa!.

¡Si Mi Ama!

¡Mayordomo!. ¡Llame al palacio presidencial y comunique al Coronel que me marcho!.

¡Dígale también que mande a mi Palacio al camión de ganado!. ¡Jajajajajajajajajaja!. Dijo irónicamente Victoria.

A primeras horas de la tarde conducía la lujosa limousine, con las dos bellas Damas recostadas en el interior, por la carretera que lleva al aeropuerto.

Delante nuestro iban amontonados en el interior del camión de ganado los numerosos familiares y amigos del desafortunado capitán, capturados tan solo por haber tenido alguna relación con el depuesto oficial.

Hacia al menos un par de días que aquellos pobres desgraciados permanecían apilados, sin comer ni beber, en aquella siniestra jaula con ruedas.

Gemían, aullaban, bramaban, lloraban y suplicaban.

Lloviznaba un poco cuando lleguemos al pequeño aeropuerto de la capital cerrado por completo al transito aéreo para facilitar la seguridad y sobre todo la intimidad de la majestuosa Archiduquesa.

Baje del auto y sin demora abrí la puerta para que las dos bellas jóvenes descendieran de el.

Esbeltas, glamorosas, seductoras y estilizadas, las elegantes Damas bajaron majestuosamente de la suntuosa limousine.

Noa vestía unos leggins de cuero negro acompañados de una camisa blanca y botines de alto y fino tacón y Vikky ataviada completamente con prendas de cuero negro. Corta cazadora por la obertura de la cual se vislumbraba un mini sujetador conjuntado con una diminuta top y unas altas bucaneras de fino tacón aguja.

Uno de sus eunucos, que esperaba desde hacia horas, hizo entrega a la Archiduquesa de sus dos perros (Rudolf y Capitán) amarrados de una cadena de acero.

Capitán había sido sometido a un rápido adiestramiento que lo transformo en un autentico perro.

¿Verdad Noa que este negro (refiriéndose al color de piel del antiguo militar) es una pareja ideal para mi otro perro Rudolf?.

¡Jajajajajajajajajajajajajajaja!. Sonrió, junto a Noa, Su Alteza Real.

En el recinto aéreo, el Coronel esperaba ansioso su llegada para despedir a las elegantes y poderosas Señoras.

¡Coronel!. Dijo Victoria. Recompensare cuantiosamente su fidelidad hacia Mí.

La Archiduquesa hizo entrega como compensación de su absoluta lealtad al Sanguinario Tirano un maletín que contenía una verdadera fortuna en billetes.

¡Gracias Alteza Real!. Al tiempo que se arrodillaba y besaba los pies a la distinguida Archiduquesa.

Burlona, Victoria ordeno al Coronel.

¡Haga que rocíen de gasolina el camión!.

El dictador quedo al momento paralizado, horrorizado, sin saber que hacer, pero por devoción y obediencia hacia la Archiduquesa terminó cumpliendo sus deseos.

Victoria encendió una cigarrita, hecho una profunda calada y avanzó junto a Noa hacia al camión donde el griterío había aumentado enormemente.

¡Vikky!. No, no me digas que vas a……..

¡Toma Noa!. ¡El placer es tuyo!. Pasándole la cigarrita a su hermosa amante.

¡Pero que báaaaarbara eres Vikky!. Exclamo la malvada Noa besando entusiasmada la boca de la Archiduquesa y explotando en una sonora carcajada de placer al tiempo que calaba profundamente la cigarrita y la arrojaba en un charco de gasolina e inmediatamente prendió fuego al camión.

Gritos de dolor, de desespero, de angustia, exasperación, rabia.

A Capitán le resbalaba una lágrima por la mejilla mientras las llamas abrasaban a los que una vez fueron sus seres más queridos.

En una muestra de absoluta abyección y degradación total de su dignidad, Capitán beso y chupo con su lengua las largas botas de la preciosa Archiduquesa.

Victoria y Noa contemplaban entusiasmadas aquella espeluznante masacre. Victimas de la diabólica y perversa mente de la atractiva Archiduquesa.

Sonrientes y divertidas las dos sádicas Damas subieron al lujoso jet de Noa que les llevaría a la mansión que la sutil y elegante mulata posee en California.

¡Mayordomo!. ¡Encárguese de que todo nuestro equipaje llegue a su destino!.

¡Sí Divina Majestad!

De rodillas bese el suelo ante Ella.

FIN