El Culo de mi Novio (2)
Segunda parte
Hola a todos de nuevo, debido a la gran acogida que tuvo el primer relato que escribí sobre este tema me he decidido a darle una merecida segunda parte. Como siempre, todo lo que cuento son historias reales, con ciertos matices y detalles modificados para preservar mi intimidad y la de mi pareja (ex-pareja en este caso); así como para proporcionar un punto más de morbo y excitación si así fuera necesario.
Espero que lo disfruten como la primera parte y, si no la han leído, les invito a leerla en mi perfil para entender la historia. Agradeceré sus comentarios tanto en la web como de forma privada a través de mi correo electrónico, el cual respondo lo más asíduamente que puedo (
) Me encanta saber que somos muchas y muchos los que disfrutamos de este placer oculto.
Con todo esto comienzo el relato, espero que lo disfruten.
Habían pasado varios días desde nuestro último encuentro, aquel en el que logré introducir gran parte de mi cadena de bolas anales en el culito virgen de mi novio. Los primeros días no volvimos a mencionar lo ocurrido; él parecía que no quería hablar sobre ello y yo no quería forzar la situación, aunque nuestros siguientes encuentros fueron más tímidos que de costumbre.
Después de varias sesiones con menor fogosidad, mientras estábamos tumbados los dos en la cama, se decidió a hablarme sobre ello.
Me contó que, aunque le costara admitirlo, había disfrutado mucho cuando tomé el control de la situación. Que no supo reaccionar ante la sorpresa que le dí, cuando estaba decidido a abrirme el culo como de costumbre pero adquirí mi papel de dómina y le hice mi sumiso por primera vez.
Me explicó que tenía dudas sobre ello, que él no se consideraba homosexual pero que alcanzó un placer indescriptible cuando introduje mi juguete en su culito virgen. Finalmente me confesó que se moría de ganas de probarlo de nuevo.
Como pasaríamos la semana trabajando los dos, quedamos en organizarlo todo para el fin de semana siguiente. Aprovechamos que estaríamos solos en mi piso, ya que mis compañeras de piso se iban todas a sus respectivas casas y tendríamos ese momento de intimidad necesario para pasar toda la noche follando. Aparte de eso, tomando ya el control de la situación, le dije que tendría prohibido masturbarse durante toda la semana hasta que llegara el día; no quería que se echase atrás, quería que estuviera más cachondo que nunca.
Durante la semana, que de alguna forma pasó más despacio que de costumbre, al menos para mi, fui recopilando información y algunos objetos necesarios. Leí mucho en diversos foros y revistas acerca de la masturbación anal masculina, de la estimulación de la próstata o punto P, así como las distintas técnicas que volverían loco a mi chico.
Además, aparte de mi cadena de bolas anales y varios plugs anales que ya tenía en mi poder, compré un lubricante especial para la ocasión, específico para el sexo anal. También, aunque no sabía si se atrevería con ello, compré un arnés de cuero compatible con mis dildos personales. En esos momentos, sólo tenía dos dildos: uno rosa pequeñito sin muchos ornamentos, de 2.5cm de diámetro y 10cm de largo, que era el que usaba normalmente para masturbarme junto al vibrador. El otro lo habíamos comprado juntos, con ciertas reticencias por mi parte, ya que era un enorme dildo color marrón, de 20 cm de largo y casi 4 cm de ancho con forma hiper-realista, de una silicona suave con estrías y un glande muy bien representado.
Cuando adquirimos este juntos, su idea era poder introducirlo en mi culo mientras me lo follaba el coño, aunque tras varios intentos fue imposible que me lo metiera en el ano sin que me doliera, de forma que solo lo usaba vía vaginal y en pocas ocasiones.
Como decía, toda la semana pasó muy lenta. Le recordaba cada día los días que quedaban restantes para que se convirtiera en mi sumiso, así como la prohibición que se mantenía de masturbarse hasta que llegase el momento. Yo por mi parte, le mandaba algunas fotos para provocar y aumentar su excitación. Le enseñé el lubricante anal nuevo, fotos mías muy calientes e incluso le mostré los dildos mientras me masturbaba con ellos.
Finalmente llegó el sábado previsto. Para nuestra desgracia, a mi compañera Susana se le estropeó el coche dos días atrás, con lo que finalmente no estaríamos solos en el piso aquella tarde. A pesar de este imprevisto, seguimos con el plan, seguramente motivados por el calentón acumulado.
Llegó a mi piso cuando todavía eran las 6 de la tarde, le invité a entrar tras un morreo muy sensual y, tras saludar a Susana la dejamos en el salón y nos metimos en mi habitación.
Nada más entrar, le noté muy nervioso. Estaba muy excitado pero en su cara noté el miedo a lo que allí iba a pasar. Yo, que tenía todo preparado, le fui desnudando poco a poco hasta dejarle en calzoncillos. Le puse mi antifaz y le ayudé a tumbarse en la cama.
Aproveché para fijarme en su miembro por debajo de la tela de su ropa interior. A pesar de que no habiamos empezado aún, ya estaba duro y tenso como pocas veces había visto. Sentí un deseo enorme de lamer aquel miembro enorme y meterlo en mi interior, pero sabía que estropearía todo el plan que tenía para él si se le mamaba y le dejaba venirse en mi boca.
Tras colocarle en cuatro, le bajé sus calzoncillos y dejé al descubierto su culo y su duro falo. Comprobé que me había hecho caso, rasurándose toda la zona anal con esmero, dejando ese culito casi virgen a mi disposición completa. Como notaba que empezaba a estar un poco cortado e impaciente, no le hice más esperar, asique empapé mi dedo en lubricante y comencé a introducirlo en su ano lentamente.
Sentí como empezaba a emitir pequeños gemidos mientras hundía su cabeza en la almohada, asi que fui introduciendo uno, dos y hasta tres dedos en su culito, el cual los aceptaba con mucha facilidad. Aproveché que estaba con el antifaz y no podía verme para sacar los dos plugs anales que tenía en la mesita. Primero, el más grande, se lo metí cuidadosamente en la boca para que comenzara a chuparlo, lo cual hizo mientras ahogaba sus gemidos en él.
Cuando lo tenía todo lubricado con saliva se lo saqué de la boca y, cuidadosamente, le eché un poco más de lubricante y lo coloqué sobre su culito. El plug era de un tamaño considerable y sabía que, aunque no podia verlo, conocía su tamaño de haberlo metido en mi interior. Sabía que era un momento decisivo en el cual mi chico podría echarse atrás y terminar con nuestro juego. Pero esto no ocurrió, fui introduciendo poco a poco todo el plug en su culo virgen, viendo cómo se dilataba a cada centímetro que le penetraba, hasta que se metió por completo y quedó solo el diamante rojo en el exterior.
En ese momento me fijé en su miembro. Seguía duro como una roca pero, además, había dejado una gran mancha de pre-semen sobre mis sábanas. Un fino hilo de líquido viscoso salía de su punta y aumentaba la mancha dejada.
Sabía que mi chico estaba a punto, y decidí que yo también estaba suficientemente cachonda como para haberme ganado un premio. Bajé mis bragas, donde no podía disimular lo excitada que estaba viendo lo empapadas que las tenía. Aproveché para quitármelas y meterlas en su boca, me sentía una diosa y quería que saboreara lo que estaba produciendo aquella situación en mi. Aproveché para introducir el plug de tamaño más pequeño y, tras rozarlo un poco contra mi coñito empapado, lo metí en mi culo sin ningún problema (normalmente siempre usaba el grande y, por tanto, fue muy fácil meterlo)
Una vez estuvimos los dos con el culo abierto, me puse frente a él con las piernas bien abiertas y le obligué a comerme el coño. Se sorprendió al notar con su lengua el plug ya dentro de mi culo, aunque siguió haciéndome quizá el mejor sexo oral que me habia hecho nunca. Consiguió que me corriera una vez y entonces me di cuenta de que él no aguantaría mucho más.
Decidí pasar a la acción. Saqué el plug de su culo con gran facilidad y comprobé lo dilatado que estaba. Me coloqué el arnés nuevo que había comprado y le puse el dildo rosa, con sus 10 centímetros de longitud nada despreciables. Le quité su antifaz y por primera vez le dejé ver mis intenciones. Sus ojos se abrieron mucho al verme con aquel artilugio entre mis piernas, aunque la excitación era inmensa en la habitación. Sólo le dije:
- ¿Te atreves?
No hizo falta respuesta. Me miró a los ojos, me besó y sin decir nada, se puso de nuevo a cuatro patas. Iba a desvirgar el culo de mi novio con el mismo dildo que me hacía correrme todas las noches en mis sábanas.
Comencé a introducirlo sin mucha paciencia, notaba todavía el plug insertado en mi culo cada vez que contraía mis músculos. Empecé un camino lento y sin pausa mientras todo el ano de mi novio se abría para recibir aquel enorme pedazo de goma en su interior. Él gemía sin parar, tratando de ahogar sus gritos para que no le escuchase Susana desde su habitación.
Cuando lo tuve todo dentro lo mantuve unos instantes para que se acostumbrase al tamaño. Rocé mi coñito y lo encontré encharcado prácticamente, mojando por completo las tiras de cuero del arnés que estaban en contacto con él. Estaba extasiada y le susurré:
- Dile adiós a tu virginidad anal cariño, ahora tu culo me pertenece, y ahora voy a follártelo como tú has hecho tantas veces con el mio.
No dijo palabra, sólo gemía de placer. Comencé mis embestidas poco a poco hasta ganar velocidad. Me estaba follando a mi novio por el culo y no podía creerlo. Veía mi dildo aparecer y desaparecer en su interior a toda velocidad mientras seguía gimiendo contra la almohada.
Aproveché para levantar su cabeza de la cabeza mientras aceleraba mis embestidas. Quería sentirme su dueña, quería que Susana supiese que estaba siendo su dueña, que escuchase sus gemidos ahogados mientras abría su culo una y otra vez sin miramientos. Entonces me dijo que no aguantaba más sin tocarse, que por favor quería correrse y soltar todo lo acumulado de la semana.
Le agarré su miembro mientras seguía embistiendo más y más y noté su semen correr por mis dedos. Ni siquiera tuve que masturbarle, sólo con rozarle empezó a expulsar chorros y chorros de caliente semen sobre mi mano que resbalaban hasta caer en la cama. Chupé todos mis dedos para limpiarlos mientras sacaba el dildo de su culito, el cual estaba muy rojo y abierto.
Nos quedamos un rato en la habitación mientras limpiabamos todo. También notaba cierta vergüenza por su parte, al fin y al cabo, se encontraría con mi compañera al salir y le debía haber escuchado sus gritos de placer.
Finalmente nos despedimos y le acompañé a la salida. Dijo adios muy rapidamente y se marchó sin decirle nada más a Susana, la cual estaba tan cortada como él según me pareció.
Una vez volví a mi habitación cerré la puerta y comencé a tocarme. No pude evitar sacarme el plug que tenía en el culito y meterme el mismo dildo que habia usado con mi chico. No tardé en venirme ni 3 minutos, oliendo mis sábanas llenas de semen recién sacado y mis bragas sucias tiradas. Me sentía una diosa.
Había desvirgado a mi novio. Me había follado su ano y había disfrutado haciéndolo. A partir de ese momento, supe que aquel culo me pertenecería para siempre.