El culo de mi mujer
El mejor culo que he saboreado.
El culo de mi mujer
Siempre he sido un fetichista del olor del culo de las mujeres. Mi afición empezó en la adolescencia cuando un día descubrí las bragas usadas de mi hermana en el cesto de la ropa sucia. Me hice una paja memorable oliendo y chupando sus bragas blancas de algodón, llenas de abundantes manchas amarillentas, mezcla de restos de pipí y flujo, y marrones de caca olorosa que en forma de reguero teñían su parte posterior. Desde ese día, cada día me pajeaba con las bragas sucias que encontraba de mis hermanas, y de mi madre. Algunos días no estaban muy sucias, otros sí, y era en esos días cuando más disfrutaba.
Con el tiempo, mi afición fue aumentando y siempre intentaba salir con chicas que no cuidaran mucho su higiene personal, puesto que lo que más me excita de una mujer son sus olores corporales. La experiencia me ha demostrado que las chicas que son muy peludas son las que más placer pueden proporcionarme.
Así ha sido mi vida hasta que conocí a la que hoy es mi mujer. Aunque rubia, es muy peluda y su naturalidad y falta de pudor me proporcionan gran placer, muchas veces sin ella ser consciente de mis gustos y aficiones. Lo que más me gusta de ella es su gran culo; pese a estar delgada tiene un buen culo, el mejor que he podido saborear. Su ano es perfecto, rosado, sin deformaciones, rodeado de abundante bello. No es excesivamente escrupulosa en su higiene y siempre que mantenemos relaciones me obsequia con su olor natural. Además tiene una gran facilidad para tirarse pedos y, con el tiempo, la he convencido para que se los tire en mi cara mientras hacemos un 69 o le estoy comiendo el culo. Su olor es embriagador, esa mezcla de sudor y caca me provocan grandes erecciones.
De tanto en tanto practicamos sexo anal y es un placer dilatar su ano con mis dedos y contemplar los restos de caca que quedan en ellos cuando los saco para luego olerlos y chuparlos. Últimamente se los enseño y se los hago oler, cosa que me excita un montón comparando nuestros olores corporales ya que es una práctica que también he conseguido que me lo haga a mi. Al principio era reacia pero ahora ya no le disgusta y cuando hacemos el 69 siempre le pido que me coma el culo y que me introduzca uno o dos dedos en mi ano.
Cuando me la follo por el culo, siempre intento que sea un día que no haya hecho caca así, cuando se la saco queda embadurnada de restos de sus excrementos. Aun no he logrado que me la limpie con la boca después, lo máximo que ha hechos a sido pajearme con mi polla sucia y olerla pero, todo se andará.
Otra de mis aficiones es observarla mientras hace caca, algunas veces le pido que levante el culo y me enseñe como se dilata y abre su ano por los empujes de la caca al salir. Es un placer ver como van asomando esos chorizos marrones de su ano, como se aguantan milagrosamente en el vacío hasta que finalmente se desprenden con el inconfundible "plof". Como os he dicho tiene una gran facilidad para tirarse pedos y cuando caga, el esfuerzo le provoca grandes y ruidosas ventosidades que deleitan mis sentidos.
Capítulo a parte merecen sus bragas sucias; no sé como lo hace pero cada día las mancha de restos de flujo y caca. Siempre le pido que me las enseñe para poderlas oler y muchas veces también se las doy a oler a ella, cosa que creo que ya le excita también.
La mayoría de días lleva tanga y casi siempre son blancos, así se lo pido porque resaltan más la suciedad que en ellos queda. Son maravillosas sus bragas o tangas después de un largo día de trabajo, llenas de salpicaduras y teñidas de marrón en la parte que está en contacto con su ano, cosa que fomento pues siempre le compro las prendas muy pequeñas para que así se incrusten más en su ano y queden más manchadas e impregnadas de ese olor que tanto me gusta. Las mejores de todas son las que usa todo el día y que no se cambia para ir al gimnasio, pues a todo el roce del día se le añaden los olores que el sudor del esfuerzo físico le aportan. Con sólo olerlas me causan una gran erección; ella lo sabe y ya no pone reparos a ese juego, quedando incluido en nuestro repertorio sexual.
Como veis, soy un hombre feliz y me gustaría compartir experiencias con otras personas.