El Culito de Florencia
Un joven está muy caliente después de intentar aprovecharse sin éxito de su novia. Así que fija su atención en su hermana a la que comienza a acosar
Esta historia me sucedió hace ya un año. Resulta que tenía para ese entonces 20 años de edad y mi hermana unos 18 años. La verdad que ella muy repentinamente empezó a formarse como mujer desarrollando su hermoso cuerpo, sus tetas, su culo, digamos todo. Estaba hecha una verdadera hembra. Yo de un día para el otro me empezaba a excitar con sus movimientos y verla tan atractiva aunque fuese mi hermana.
Todo empezó un día sábado cuando estaba con mi novia, resulta que ésta se había enojado cuando traté de aprovecharme de ella en mi auto. La maldita me dejó y yo estaba al re palo todavía. Llegando a mi casa a eso de las 11:00 pm mi hermana Florencia me abre la puerta. Qué linda estaba la nena, estaba más linda que mi novia, vistiendo una camiseta pegada a sus tetas y una minifalda ajustada. Se le notaban todas las curvas a la perfección. Y más me excitó cuando se dio la vuelta yendo a la cocina mostrándome su culito. Yo le dije de dónde venía, contestándome que de a bailar con sus amigas y que recién había llegado. Yo con la calentura que mi novia me había dejado no sabía que hacer. Estaba como loco. Le pregunté dónde estaban nuestros padres lo cual me respondió que habían ido al cine hacía media hora.
Estuvimos hablando en la cocina durante un buen rato cuando de repente se cortó la luz en toda la casa. Eso era común en mi barrio. En eso ella fue a buscar velas a un cajón, luego yo acercándome le pregunté si las había encontrado. Negándome ella, yo estaba con la idea de poseerla allí mismo, así que haciéndome el que me tropezaba me tiré contra su cuerpo apoyando mi vientre en su culo, enseguida me dijo que tuviera cuidado, pero yo comencé a manosearle las tetas sobre su camiseta y refregando mi bulto sobre su colita. Se resistió al principio, pero luego de mi insistencia se dejó llevar gimiendo levemente.
Cuando me disponía a subirle la minifalda escuché el timbre de la casa, eran mis padres. Habían arruinado todo. Así que ella se separó de mí y fue a abrirles la puerta.
Luego de lo sucedido los días transcurrían pero distinto a siempre ya que mi hermanita me miraba de otra forma, hasta que dos semanas después sucedió lo mejor.
Fui hacia la pileta, una no tan grande que tenemos en el patio, y allí estaba ella tomando sol boca abajo vistiendo su traje de baño rojo de esos de una sola pieza y ajustados. Acercándome allí me senté en una reposera para tomar sol, y no sólo para eso, jeje. Un minuto después aparecen mis padres diciéndome que se iban al supermercado que iban a tardar un tiempo en regresar.
Al momento en que ellos se marcharon mi hermana me dijo si yo no le pondría crema en su espalda, por supuesto que acepté. Empecé a pasarle por toda su espalda muy despacito hasta que en un momento le propuse ir a bañarnos a la pile, ella aceptando, le dije que me iría a cambiar.
Al regresar ella ya estaba dentro haciendo unos largos. Luego de sumergirme empezamos a competir un ratito hasta que ella sumergiéndose me bajo el short del que rápidamente surgió mi erecto miembro, estaba a full. Se estaba riendo de una forma muy picara cuando la tomé entre mis brazos y empecé a besarla hasta acercarla contra el borde de la pileta en la zona baja. Le manoseaba las tetas con una mano y con la otra su culito.
Me tienes loca hermanita, te quiero follar ahora, le decía mientras sobaba todo su cuerpo. Me tomó la pija con una mano y la empezó a pajear arriba y abajo, por dios qué sensación, me volvió loco y por eso la tomé del cuello y la bajé hasta quedar su cabeza frente a mi miembro. Abriendo su boca se la metió toda adentro, mamaba de maravilla, como una experta.
La levanté de los brazos diciéndole que la quería follar, así que ya de pie la giré inclinándola sobre el borde de la pileta corriendo así su traje de baño hacia un costado y posicionando mi pija en su concha la penetré lentamente. Sus gemidos comenzaron a salir de su boca mientras mis embestidas aumentaban. Estaba por acabar pero no quería terminar ahí, sino en su culo. Ese había sido mi sueño durante tanto tiempo, dársela por atrás.
Saqué mi pija de su interior y lo posicioné en la entrada de su ano, pero su reacción fue repentina empujándome hacia atrás. Me dijo que era un sucio degenerado, o algo así. Luego se marchó dentro de la casa. Durante todo el día no me habló.
En la noche mientras estaba en la cama todavía repasaba las imágenes de la pileta y todavía quería cumplir mi sueño, dársela por atrás. En eso me fui hacia la cocina a tomar un poco de agua cuando escuché a alguien bajar las escaleras y para mi sorpresa era Florencia que venía hacia aquí. Al verme se asombró y puso cara de enojo. Luego me preguntó por qué había hecho eso en la pileta. Le dije que se me había ocurrido en ese momento. Además es lo que más me gusta de ti.
Una risita salió de su boca y dándose la vuelta inclinándose sobre la mesa me dijo que qué esperaba para someterla. Por dios, la posición esa y sus palabras me dejaron fuera de sí. Le dije si estaba segura, respondiéndome que estuvo pensando en probarlo. Sin más ni menos la tomé de su trasero, le bajé su short de lycra, luego las bragas hasta las rodillas. Le dije que abriera sus nalgas con sus propias manos y así facilitar la sodomización. Posicioné mi aparato ya bien erecto en su culito. Con una mano le tapé la boca y de uno, dos, tres y hasta cuatro intentos perforé su lindo trasero. Gritos de puro dolor trataron de escapar de su boca, pero mi mano lo impedía. Sodomicé ese culito cuanto más pude penetrándolo salvajemente mientras mis huevos rebotaban en sus perfectas nalgas. Me sentía en la gloria, era lo máximo para mí, mi hermana ofreciéndome su culito para sodomizarlo en la cocina.
Con mi mano libre tomé su cabello fuertemente jalándolo hacia atrás mientras ella sacaba mi otra mano de su boca gimiendo de placer. Sus gemidos eran leves ya que mis padres dormían. Me incliné totalmente en su espalda y así la penetración se hacía más placentera, y cuando la metía, ella empezó a gemir más fuerte así que tuve que taparle la boca nuevamente. Mientras le decía que era mi perra y que lo haríamos todos los días, ella movía la cabeza afirmativamente. Los movimientos se hacían mas rítmicos hasta que no pude más y besándole el cuello le descargué todo mi semen, que era bastante, dentro de sus entrañas, sintiendo luego un suspiro de satisfacción de parte de ella. Por fin había cumplido mi sueño, el de desvirgar el culo de mi hermana sellándolo con mi semen. A partir de ese día los días siguientes fueron diferentes, lo hacíamos en la terraza, en la habitación de nuestros padres, el baño, el altillo, sótano, etc. Siempre y cuando no estaban mis padres.
Ah, y a mi novia la dejé, jeje.
Fénix