El Culito de Andreina (2)

Esta historia cuenta como logré controlar a mi sobrina Andreina, incluyendo disfrutar de su culito. 2nda parte

El culito de Andreina (2)

En el presente

Esperé a la próxima oportunidad para hablar con Andreina a solas. Efectivamente, tarde ya en la noche, me cruce con ella en el pasillo y le di un bolsito.

  • Aquí tienes un regalito, quiero que te lo pongas

  • No entiendo, que es?

  • Si entiendes y te gusta,  póntelo – Andreina y yo sabíamos que era un juguetito (consolador) anal tal como ya habíamos jugado en el pasado.

Andreina se fue a su cuarto sin decir nada.

  • Mañana en la mañana quiero vértelo puesto – le dije finalmente, mientras ella cerraba la puerta.

Mientras tanto recordé encuentros anteriores…

Recordando

Luego del primer encuentro con mi sobrina Andreina regresé a la partida de dominó que se jugaba en mi casa. Pero perdí la concentración en el juego pensando en cómo continuar y avanzar en el juego sexual con Andreina. También, en cómo evitar que se notase mi ausencia. Finalmente, más lento de que lo que yo esperaba, pero rápido debido a errores garrafales míos, pedimos la partida y nos tocó pararnos a mi compañero y a mí. Dos jugadores que estaban esperando se colocaron para continuar, según la costumbre como jugábamos.

Me despedí del grupo, alegando cansancio y sin prisa aparente, me dirigí al cuarto donde me esperaba Andreina. Calcule que tenía unas dos horas hasta que llegaran sus primas de la parranda. Para ser conservador, decidí no demorarme más de una hora. Tome nota de la hora de entrada…

Abrí la puerta del cuarto silenciosamente y allí estaba Andreina acostada, tocándose lentamente su pecho. Una mano estaba debajo de su pantaleta y fue claro para mí que se estaba masturbando lentamente. Decidí que había que ponerle disciplina de inmediato por lo que le dije:

  • Que haces? Quien te dio permiso de tocarte?

Separo sus manos de su cuerpo y me miro con miedo.

  • No vuelvas a tocarte sin mi permiso. Me oíste!

Se me quedo mirando con cara de reganada.

  • Ahora quiero que te quites la piyama – le ordene

Mantener a Andreina bajo control era importante si quería tener éxito con ella. Andreina no dijo nada, pero procedió a quitarse la blusa del piyama.

  • Ahora el pantalón – le ordene

Para obedecerme, tuvo que levantarse de la cama y así quedo solo con su pantaleta. Le agarre la cara y le dije,

  • Te gustó como jugamos hace un rato

  • Si – me respondió con voz baja

  • Quieres seguir jugando

  • Si

  • Bueno, pero tienes que jugar con mis reglas y hacerme caso en todo lo que voy a decirte.

Mi mano derecha fue a tocar su tética. El pezón ya estaba duro y lo apreté hasta hacerla suspirar

  • Está claro? Vas a hacer lo que yo te diga?

Mi mano fue a su otra tética y apreté. Le acerque su cara a la mía esperando su respuesta

  • Siiii – dijo finalmente en medio de un suspiro.

  • Bueno, voy a ensenarte unas cositas ricas, que te gustaran, pero…

Mi mano bajo a su pantaleta, llegue a su cuevita húmeda y froté. Andreina suspiraba

  • … tienes que obedecerme en todo lo que te voy a decir. Estas dispuesta?

  • Si, si

Mi mano estaba paseándose por su cuquita, desde su botoncito, pasando por el huequito húmedo y luego llegando al huequito inicialmente seco de su culito. Luego de unas tres veces, su culito estaba ya húmedo y le comencé a meter mi dedo medio. Andreina suspiraba y ya la sentía que le venía otro orgasmo.

Entonces, súbitamente saque mi mano y acercando mi boca a su oído le dije

  • Quieres venirte, perrita?

  • Si, si quiero – me contesto

  • Bueno, pero tienes que ganártelo, perrita.

Me separe un poco de ella y comencé a bajarme el pantalón y los interiores. Mi guevo duro quedo a su vista.

  • Has visto un guevo de hombre antes?

  • Si… pero no así

  • Así como, duro? – y lleve su mano a mi guevo

  • Si, así…

  • Bueno, ahora vas a aprender a acariciarlo y a besarlo. Ponte de rodillas.

Andreina se arrodillo lentamente, sin separar la vista de mi guevo. Le acerque mi guevo a la cara, pasándolo lentamente por sobre sus ojos, nariz y finalmente su boca.

  • Abre la boquita. Tienes que aprender a mamar…

Efectivamente abrió la boca y metí la punta de mi guevo en su boquita.

  • Bien perrita, abre grande. Pásale la lengua y ten cuidado con los dientes.

Así comencé a meterle mi guevo poco a poco en su boquita. Andreina hacia esfuerzos para que le entrara todo. Me encontraba en la gloria, viéndola en pantaleticas, de rodillas, con la boca abierta mamando mi guevo. Puse mi mano en su nuca… Dado todo lo que había pasado esa noche, no tarde mucho en venirme, llenándole la boca de leche.

  • Traga toda mi leche – le ordene.

Andreina no entendía bien que estaba pasando. Trato de tragar, pero parte se salió por su boca y nariz, haciéndola toser. No quise forzarla mucho y la deje que sacara mi pene de su boca mientras tosía.

Luego de unos minutos, recupero el aliento y me dijo

  • No me gusto hacer eso… especialmente lo que me diste.

  • No me importa – le conteste – tienes que mamar como una perrita buena y tendrás tu recompensa. Con un poco de práctica, le vas a agarrar el gusto -Mientras tanto la ayude con un pañuelo a limpiarse.

  • Mmm, no se…

  • Vamos, a ver, acuéstate en la cama.

Andreina se acostó, pero con una cara de miedo. Le quité las pantaleticas para ver su cuquita todavía muy húmeda.

  • Sube las piernas hasta tus hombros

La ayude hasta que sus piernas estaban a cada lado de su cabeza, levantando su cintura y dejando sus huequitos todavía vírgenes a la vista. Acerque mi cabeza y comencé a darme banquete con la lengua sobre su pepita. Al igual que antes con mi dedo, recorrí con la lengua desde su botón, su cuquita y hasta su huequito del culo, repetidas veces.

Andreina comenzó a suspirar nuevamente, preparándose para otro orgasmo ruidoso. Entonces pare y le dije

  • Esto si te gusta?

  • Si… sigue…

  • Bueno, voy a seguir, pero acuérdate que tienes que hacer todo lo que yo te pida

Volví entonces a mi trabajo de mamar su cuquita, pero con una diferencia. Mi dedo pulgar paso de su cuquita a su culito e hice presión hasta que entro en su ahora húmedo culito. Mientras tanto, con la otra mano le agarre una tética y con la boca le mordía suavemente su pequeño botón.

Andreina llego al punto de no retorno con su orgasmo. Para evitar problemas, subí mi mano de su tética y le tape la boca, silenciando su gemido profundo. Andreina, prácticamente convulsiono, mientras seguía con mi dedo pulgar en su culito y mi boca dándome banquete con su húmeda cuquita.

Al fin se tranquilizó y retire mi dedo. Me acosté a su lado en la cama. Le dije al oído.

  • Te gusto, perrita?

  • Si… - me dijo, mientras recuperaba el aliento.

  • Bueno, si te portas bien, te puedo ensenar más cositas que te van a gustar.

Me miro a los ojos con cara de lujuria, algo nuevo para esta niña. Me di cuenta que tenía un volcancito sexual para entrenar y gozar.

  • Pero, acuérdate que tienes que hacer todo  lo que yo te diga

  • Si, si

  • Ok. Vamos a comenzar con un recuerdo que quiero de esta noche. Sube nuevamente las piernas sobre tus hombros

Andreina se colocó la posición previa. Busque mi celular y activé la función de cámara. Le dije,

  • Sonríe, este será un recuerdo

Le tome una foto, donde se veía desde su cabeza con una sonrisa tímida, sus téticas, su ombliguito y abajo, por supuesto sus agujeritos vírgenes.

Luego la levanté, me senté a su lado y le mostré la foto.

  • Me da pena…

  • Este recuerdo me hará muy feliz. Espero que tú también estas feliz y dispuesta a ser mi perrita

  • Si…

  • Sí que?

  • Si estoy feliz…

  • Y.. – le dije mirándola a los ojos

  • Estoy dispuesta a ser... tu perrita...

  • Eso es! Me gusta que nos entendamos.

Estuvimos luego hablando tranquilamente. Mis manos estaban pasando por la parte superior de su cuerpo. Su boca, orejas, cuello, hombros, teticas. Aproveche para preguntarle qué experiencia sexual tenia (prácticamente ninguna) y su rutina diaria. Me di cuenta que podía buscarla en las tardes ya que quedaba sola en casa después del colegio.

Cuando ya estaba por terminar la hora que me había puesto como límite, le dije que le iba a dar un regalito. Saque de mi bolsillo un pequeño juguete anal (consolador) de unos seis cm de largo y de dos cm de diámetro en su parte más gruesa. Luego se reducía hasta medio centímetro y finalmente, una base o tapa de tres centímetros, que sirve de tope.

Le mostré su juguetico mientras lo lubricaba con un aceite especial. Se sorprendió cuando le dije que se lo iba a poner en su culito. La hice colocar en cuatro sobre la cama, apoyada en sus rodillas y codos, con las rodillas abiertas. Con esta posición, le puse un poquito de lubricante en su asterisco y metí mi dedo. Andreina lanzo un suspiro. Luego, tome el consolador y se lo coloque en el culito, empujando poco a poco hasta que entro a la posición final.

  • Te duele? – le pregunte

  • No, pero se siente raro… me siento como con ganas de ir…

  • Sí. Así debe ser, pero te gustará.

Procedí a mover el consolador sacándolo parcialmente y metiéndolo, mientras con la otra mano jugaba con su cuquita, nuevamente muy húmeda. Le dije que mordiera la almohada para no hacer ruido. Toda la conversación más la estimulación que le di en su cuquita cerradita hicieron que se viniera de nuevo. Rico…

Me levante y busque nuevamente mi teléfono y le tome dos fotos, una en que se veía claramente el consolador en su culito. La otra desde el otro extremo, se veía su cara, téticas, pero se notaba que estaba sin ropa.

Le mostré las fotos y le dije:

  • Así me gusta mi perrita. Estas para comerte.

  • Me da pena…

  • No te preocupes. Estas fotos son solo para mi uso. Por cierto, de lo que paso hoy aquí no le digas nada a nadie

  • No, no

  • A nadie, perrita

Le dije luego que se pusiera su piyama (las pantaletas me las quede de recuerdo) y que se acostara a dormir. La tape con una sábana y me despedí. Cuando estaba por salir me pregunto:

  • Tengo que quedarme esto?

  • Te refieres a tu regalito? Sí. Lo quiero dentro de ti. Te lo quitas solo en la mañana cuando vayas al baño.

Le explique que se lo debía poner nuevamente y le deje el tubo de lubricante con las explicaciones de uso.

-  Después te lo pones tu nuevamente, usa el lubricante que te dejo. Me gusta que te abra un poquito el culito y además, así te acuerdas de mí.

Abrí la puerta y salí a descansar… estaba cansado, pero ansioso por las posibilidades que se abrieron esta noche.

Volviendo al presente…

A la mañana siguiente me di cuenta que Andreina entró al baño. Antes de que cerrara con seguro, entré y cerré yo.

  • Ya te pusiste el regalito que te di?

  • No… iba a ponérmelo más tarde – mintió Andreina, nerviosa.

No tenía intenciones de ponérselo, pero yo no la iba a dejar escapar tan fácil.

  • Te lo di para que salieras del cuarto con el juguetito puesto. Perrita mala. No importa, aquí tengo otro.

Saque de mi bolsillo otro juguetico, con un tubo de lubricante y empuje suavemente a Andreina contra el lavamanos. Le baje el pantalón de piyama y la pantaleta y luego de tocarle rápidamente su cuquita (estaba encharcada, como yo suponía), procedí a colocarle el juguete en su culito. Luego le subí las pantaletas y el pantalón y luego de darle un rápido beso en el oído, le dije,

  • Te dejo también esta foto, para que recuerdes. Pero eso sí, guárdala, si no quieres que la vean por allí – en la foto se veía a Andreina pasando su lengua sobre una cuquita, que ella y yo sabíamos que era de mi amiga María Eugenia.

Salí entonces del baño rápidamente, satisfecho del progreso logrado hasta el momento…


Pueden hacer llegar sus comentarios a eabfm@hotmail.com