El cuidador de la obra en construcción

Mi nombre es Antonio, y la historia que les voy a contar me ocurrió hace un año cuando vivía en una ciudad del sur de Argentina. Por aquel entonces yo pasaba todos los días por una obra en construcción.

El cuidador de la obra en construcción

Mi nombre es Antonio, y la historia que les voy a contar me ocurrió hace un año cuando vivía en una ciudad del sur de Argentina. Por aquel entonces yo pasaba todos los días por una obra en construcción.

En una noche de llovizna tenue y húmeda cuando regresaba caminando de una reunión con unos amigos, me encontré justo en la entrada de este edificio en construcción y el hombre que esta cuidaba la misma en la noche. Lo había visto antes pero no había tenido la oportunidad de conversar con él. Es una persona de unos 35 años, piel morena con un cuerpo bien formado, alto y delgado, que se nota a través de su ropa. Me agrada y me excita pero trato de disimular mi turbación. Él me saluda y me pregunta si tengo fuego. Yo le digo que si y el gentilmente me ofrece a pasar porque estaba por tomar un café. En el camino me entero que se llama Romirio, es separado y no tiene hijos.

Cuando estábamos por llegar al fondo del terreno me invita a pasar a la habitación que tiene para descansar. Acepto encantado y le doy el encendedor. Él enciende el calentador y coloca el jarro con agua, echo un vistazo y tiene una cama de una plaza y media sin respaldos un sillón una mesa y par de sillas. Él me dice que me vio algunas veces cuando yo paso por allí enfrente.

Luego me sirve una taza de café y él con otra me invita a sentarme. Le agradezco y me pregunta si tengo novia o alguna relación con alguien, le respondo que negativamente y se sonríe alegrándose de mi respuesta y sé acercándose me dice que yo le gusto mucho. Yo me sonrojo y me empiezo a excitar le toco la mano. Él acerca su boca a mis labios y me da un beso rápido pero apasionado. A continuación y sin terminar el café nos incorporamos, no me hago esperar y sin recato mando mi mano a su pronunciado bulto. Para mi deleite, me encuentro con una gran verga erecta que pide a gritos salir de su prisión. Él me abraza con fuerza y me habla en la oreja.

-¿Te gusta lo que tocas? -Claro que sí. -¿Te gustaría chupármela?

Más tardó él en decírmelo que yo en obedecerlo. A partir de ese instante ya no tengo control sobre mí. Deseo ser culeada, usada, penetrada por todos los orificios imaginables. Me arrodillo ante mi macho y me encuentro con una verga descomunal: unos 24 cm de largo, 6 cm de diámetro, huevos grandes y sin vello.

Abro mi boca lo más que puedo me la introduzco poco a poco mientras con mis manos acaricio sus huevos y la base de la pija. Se la chupo con toda la pasión y experiencia que poseo. Es deliciosa y no paro de saborearla por todos lados. Él jadea y con sus manos presiona mi cabeza para que me la meta mucho más. Sus líquidos preseminales empiezan a brotar y yo me los trago degustando su dulce sabor.

Miro hacia arriba y veo que tiene cerrados los ojos, se ve que está disfrutando mi caricia bucal.

-Te gusta, eh? -Si, papito, me gusta. -¿Te la quieres tragar? -Ahora no, amor, después. - Levántate, putita, que quiero verte las nalgas.

Me levanto, y rápidamente me bajo los pantalones y le muestro la tanga hilo dental que se me pierde en la raya del culo. El también termina de desvestirse.

Que hermoso culo. De quien es? Solo tuyo, respondí. Ah entonces ponete en cuatro putita Me recuesto sobre la cama y él sin hacerse esperar se acerca y refriega su verga por mis nalgas. De pronto se detiene, me da un par de latigazos con su pija, abre mis nalgas, escupe sobre mi hoyito, se lubrica su verga y la apoya en el orificio me la empieza a introducir lentamente y cuando tengo casi la mitad dentro de un solo empujón me la mete entera.

Sentí algo de dolor por lo gorda que era, mientras su verga se abría paso en mis entrañas, pero con la situación tan excitante que estaba viviendo el dolor se convirtió rápidamente en placer. Él comenzó a meter y sacar su verga concentrado únicamente en su propia satisfacción.

-¿La quieres toda, putita? -Sí, Romi. Más… Más… Húndimela toda… Uhm…Soy tuya…. Hace lo que quieras conmigo.

Cada vez se movía con más fuerza. Entraba y salía de mi agujero como poseído. Yo disfrutaba sintiéndome una verdadera hembra entregada a su macho. Mi orificio se contraía y se dilataba al ritmo de sus embestidas.

-¿Así es que te gusta, Ehh, perra? -Si amor, clávamela. –Ahhhh, te acabo, putita, que culo tan rico

Me inundó con su abundante leche y yo acabe mientras mi ojete succionaba sin cesar aquella verga sin fin.

Terminado de eyacular, sacó su verga sin ninguna consideración. Se levantó, y me la ofreció para que se la limpie, pase mi lengua por toda la cabeza y apretando desde la base del tronco para sacar sus ultimas gotas de leche. Me dijo si quería repetirlo. Yo sin vacilar le dije que encantado.

Nos recostamos y me coloque de costado ofreciéndole el culo, su pija seguía dura se ve que hacia rato que no la ponía. La guié a la entrada y él adelantando la pelvis la introdujo. Así enganchados estuvimos largos minutos, luego me senté sobre él dándole la espalda y cabalgue su rica pija, que me entraba sin obstáculos, distendiendo mis paredes interiores. Luego gire sobre mi eje ensartado y quede frente al sin sacarme su ancha verga y continué cabalgando sin parar hasta que estuvo próximo a eyacular. Me incorpore y acerque mi boca y lengua ansiosas de recibir ese hermoso premio que había conseguido su rica leche, que deguste hasta el final.

Desde esa inolvidable noche soy la amante del guardia de la obra en construcción.

Espero que lo hayan disfrutado.

Besos

abcd984@hotmail.com