El cuerpazo de mi hijo (niños en uniforme IV)
Una mujer y madre caliente se obsesiona con su niño y su cuerpo de hombre, relato para los que disfrutan de un cuerpazo de hombre y una madre lujuriosa
Vaya a mi siempre me han puesto caliente los cuerpos de los hombres, cuando tienen unos pectorales marcados y unos bíceps a los que aferrarse pero sobre todo un buen culo que destaque cuando usan un pantalón o caminen por el lugar. Soy una mujer caliente y pervertida y lo sé, por eso escribo esto, lo hago sin vergüenza y sobre todo sabiendo que tengo una cosa muy tórrida que contar.
- Mami quiero ir al gym-. Nos dijo mi hijo cuando cumplió apenas unos 18 años, mi esposo también va con regularidad a mi me gusta más el spinning o los aeróbicos.
Mi esposo y yo accedimos con mucho entusiasmo pues ver a nuestro hijo cuidarse nos hacia felices, en ese momento no sabia que mi hijo había de iniciar un cambio gradual en mi. Pasaron unos meses y mi hijo al que seguía en facebook comenzaba a subir fotografías de su incipiente marcado abdomen, yo me ponía toda orgullosa y más cuando leía los comentarios que las chicas le hacían.
Así fueron pasando el tiempo, en ese tiempo la relación con mi marido continuo enfriándose y aunque teníamos sexo una vez por semana mi lujuria y hambre por lo hombres no hacia sino aumentar, cada vez que veía a un joven con buen cuerpo me ponía a perseguirlo imaginado tenerlo en mi interior, así en una ocasión mientras caminaba entre la gente de un centro comercia me encontré con un chico con una espalda maravillosa, lo seguí como loca por todos lados hasta que llegamos al estacionamiento.
- ¿Quién eres?-. me miraba interrogándome y desnudándome con la mirada, era muy joven casi de la edad de mi hijo, cesar.
- Lo siento, te confundí con alguien-. Antes de salir huyendo, me tomo de los hombros y me beso, yo quise resistirme pero sus manos escudriñaron en mi falda y solté un gemido profundo y lujurioso.
Pero no paso nada más, unas personas se acercaron y me hicieron volver a la realidad. Mas ese momento, fue un punto de no retorno sin lugar a dudas era una mujer decidida a todo con tal de poder sentirme deseada, volver a sentir un cuerpo caliente dentro mío, y para ello me concentré en mi misma. Me puse a dieta, hice más ejercicio y tras unos meses de conflicto con mi marido me puse unas nuevas tetas, que me hacían ver completamente sensual.
Mi marido al principio de ese cambio pareció volver a la vida, hacíamos el amor más seguido y mientras las personas del pueblo hablaban de lo caliente que me veía yo me sentía satisfecha y llena de valía. No obstante esa etapa de mi marido duro poco al tiempo el estrés de la vida lo volvió a apagar. Yo sin embargo estaba cada vez más prendida y convertida en una autentica zorra.
Una madrugada, me desperté caliente, intentando tranquilizarme metí las manos entre mis piernas, me acaricie lentamente hasta sentir un orgasmo calmado pero que no logró calmar mis ansias de sexo, de un buen pedazo de hombre, así que sin poder conciliar el sueño encendí mi celular e inicié a navegar por facebook y entonces la vi… una de las fotos más calientes que he visto en mi vida, un cuerpo de hombre, musculado, con unos pectorales de muerte y unos brazos duros y fuertes. Era un chico joven, en una fiesta de piscina con un pequeño speedo, me puse calientísima, deseando ver ese cuerpo en vivo sentirlo cerca de mí y en ese momento caí en la cuenta que era mi propio hijo.
Cesar había cambiado mucho casi tres años después de iniciar a ejercitarse ya no era un niño, era un hombre, un hombre con un cuerpazo, con grandes pectorales, y según recordaba con unas piernas y un culo… dios mío ¿hace cuanto que no se lo veía? ¿Cómo no lo había hecho antes? Estaba en shock, entré a su perfil y miré todas sus fotos, allí estaba orgulloso mostrando lo sensual que era y allí estaban mis hermanas, sus tías comentándole que estaba hermoso… eran unas putas me dije y sin pensarlo más me levanté y sin hacer ruido llegue a su cuarto.
La noche era cálida, yo misma vestía un camisón sin sostén, dejando mis pechos al aire y al asomarme a la habitación de mi hijo pude notar que el también dormía de forma ligera, las sabanas alborotadas dejaban ver su cuerpo a través de la luz que se colaba por la ventana abierta que dejaba pasar a la luna, su espalda brillaba y yo me quede pasmada mirándolo.
No pues resistirme, me acerque al bote de ropa sucia que guardaba en el baño y encontré una de sus trusas, la olí y con ella me masturbe, sentí la tela en contacto con mi vagina y me puse a brincar, como si lo hiciera sobre el pene de mi hijo… dios mío podía sentir su piel, sus manos, su cuerpo cogiéndome con fuerza con todo el brío de su juventud, me vine tras unos minutos y entre jadeos regresé a la cama a dormir con mi marido.
Poco a poco mi cuerpo y mi lujuria comenzó a despertar una bestia en mi, a la mañana siguiente pude mirarle de nuevo el culo… me quede anodada por lo duro y tonificado que lucia era el de un dios, el de un hombre caliente, cuando se lo vi mientras tomaba algo del refrigerador y estaba agachado escogiendo la fruta mis piernas temblaron tan sólo de imaginar esas nalgas tensionadas mientras me la metía, imaginarme exprimiéndolas mientras me penetraba o mientras los dos bajo la ducha cogíamos lujuriosamente mientras su padre duerme en la sala.
- Cesar no te ofendas hijo pero bueno…-. Dije y me arrepentí-. Olvídalo.
- Nada mami, anda dime lo que quieras.
- Tienes unas tremendas nalgas-. Mi hijo me miró, se sonrió de una forma llena de lascivia.
- Gracias mami… tu también tienes unas bellas nalgas.
- Eres un mentiroso-. Me acerque lentamente a él, que cerraba la puerta del frigorífico.
- No lo soy de verdad.
- Vamos se te hace tarde-. Y mientras de daba la vuelta para tomar su mochila le di una nalgada, mi hijo me miró de nuevo con una sonrisita de pícaro.
- ¿Y están tan ricas como se ven mami?-. al escuchar su pregunta sentí el flujo cayendo por mis piernas estaba super excitada.
- Mucho más mi amor.
- Adiós mami, me las cobraré pronto.
Inmediatamente salió por la puerta subí a la habitación y al escuchar que mi marido se duchaba me escabullí y aunque fue decepcionante, tuve sexo con él, un sexo corto y aunque su pene esta vez si respondió no logró colmarme las ganas que tenía, recorrió mis pezones, acarició mis muslos pero no pude llegar a sentir, la lujuria que deseaba.
Por unas semanas traté que mi hijo me viera, me puse leggins casi exclusivamente, enseñándole mi trasero, mis senos operados, lo abrazaba por detrás dejando que sintiera mis duros pechos, cuando podía, me restregaba contra él. Los jugueteos con su culo no me dejaban dormir, era el mejor culo que podía pedir, duro… musculoso…. Rico en todos los sentidos, cada vez que lograba rozarlo con mis dedos me humedecía y sentía la necesidad de pedirle que me cogiera.
Tras esos primeros escarceos, una mañana decidí aumentar la apuesta y ya no me puse corpiño antes de salir a despedirme de él, le mostraba mis pechos desnudos y él al verme se quedo sorprendido, mi pijama además dejaba ver por la espala que llevaba una tanga de encaje roja, él lucía su uniforme escolar, su camisa blanca y ese cuerpo de hombre que sobresalía de la ropa diseñada para niños.
- Mami te ves… bueno wow.
- ¿te parece? Pensé que ya te ibas y no quería dejar de despedirme, así que por las prisas no pude cambiarme, lo siento mi amor.
- ¿Perdón? Me acabas de alegrar el día mami.
- Ayer mi amor-. Me acerqué a él y coloque mi mano en su pecho, sus pectorales estaban duros, dios me tenia loca ese cuerpo-. Vaya mi amor que pectorales.
- Gracias mami-. Me dijo sonriendo y tocando mi mano.
- Ayer leí que uno no debe dejar que sus hijos se vayan sin despedirse, puede pasar cualquier cosa y yo deseo que sepas que tu mami te esta esperando caliente en casa, perdón mi amor-. Mi hijo levantó la ceja y sonrió-. Quise decir que te espera en casa con comida caliente.
- Lo sé mami, gracias-. Y al terminar de decirlo me dio un beso en la mejilla.
- Apúrate-. Le dije al separarnos y al darse la espalda le di de nuevo una nalgada pero esta vez más lujuriosa pues aproveché para exprimírselas y tan caliente quede que no pude evitar morderme el labio, cosa que mi hijo vio y que lo hizo de nuevo mirarme como si estuviera completamente desnuda.
- Nos vemos mami-. Salió o pensé que lo había hecho pues al darme vuelta sentí como de daba una nalgada en mi desnudo y culo y yo en lugar de recriminarlo gemí como una puta-. Te dije que me la pagarías.
- Eres un diablillo mi amor.
Por horas permanecí en trance, estaba en celo, ya no podía negar que deseaba cogérmelo y que era inevitable.
Así por unas semanas más el juego se repetía, mi hijo me baba un beso en la mejilla y a cambio le daba una buena nalgadas y él también, aunque cada vez se envalentonaba más y metía sus dedos casi sintiendo mi vagina caliente y humeda.
Los fines de semana no podíamos tocarnos pues su papa no trabajaba pero como su fuera una respuesta a nuestras ganas mi marido anunció que tendría que trabajar un fin de semana entero fuera de la ciudad pero que si lo acompañábamos tendríamos que hacerlo con nuestro propio recurso, mi hijo y yo preferimos quedarnos en casa para no cargarlo en gastos. Él aceptó.
El sábado, desperté temprano acompañé a mi marido a la estación y de regresó conducía muy lentamente, llegue prácticamente a las 9 de la mañana esperaba encontrar a mi cesar dormido pues los fines de semana dormía hasta el mediodía, sin embargo cuando llegue escuché ruido en el comedor y cual fue mi sorpresa cuando lo encontré de espaldas ¡completamente desnudo! Pude ver su espalda, su musculosa espada caer lenta y sensualmente hasta su abultado y perfecto culo, sus piernas tonificadas y perfectas y al escucharme detrás de él, volteo la mirada y me vio con una sonrisa, mostrándome sus pectorales, su abdomen plano y delgado y entre sus piernas un pene que superaba mis expectativas.
- Mami estaba tan acalorado que mientras preparaba el desayuno decidí estar así, si quieres me pongo algo y mientras decía eso alcanzó su ropa interior.
- No-. Grité-. ¿Por qué no querría ver ese cuerpazo de hombre?
Y me acerque a él y lo bese, mordí su labio inferior y mientras lo hacia tomé su pene y lo acaricie con una mano mientras que con otra mantenía uno de sus glúteos agarrado con fuerza. Se dio la vuelta y siguió cocinando mientras yo, me deshacía de mi camisa y de mi sostén, baje mi pantalón de pijama y debajo sólo llevaba mi hijo dental.
Le acaricie la espalda lentamente y presione mis senos contra su espalda y de pronto, apagó la estufa y confrontándome, me arrojó contra la espalda, beso mis senos, con su lengua recorrió la aureola y con sus manos arrancó mi tanga. Jadeando como un animal, como siempre lo imagine me ensartó de un solo golpe… estaba como loca chorreando flujos y cabalgándolo incluso cuando la mesa estaba a punto de romperse, sus músculos se tensionaban, mi cuerpo danzaba a su ritmo, mis uñas lo arañaban y al sentir que el orgasmo estaba cercano, lo tomé de las nalgas y lo metí más profundamente.
Sentí que ya habíamos terminado pero mi hijo tenía otros planes, me volteó y abriéndome las piernas, roció azúcar en mi espalda, azúcar que con sus sensuales labios, su lengua jugo con toda mi espalda y de nuevo su pene entró en mi, me dio con tanta fuerza que casi me rompe mientras yo le gritaba, soy tu pita, dame duro, demuéstrame que eres un hombre y él como un animal salvaje sólo metía su pene una y otra vez entre jadeos.
Exhalamos al mismo tiempo y supimos que ambos lo habíamos disfrutado.
- Eres un animal… que rico coges.
- Tuve que aprender mami… las titas querían verga muy seguido…