El cuadro
Este relato cuenta la entrega de mi cuerpo a otro hombre.. De cómo me comporté cómo una puta, cómo una verdadera perra en celo, para cumplir los deseos de mi Amo. También incluye una imagen del regalo que le hice. Espero que os guste.
Había llegado con tiempo de sobra así que aparqué el coche en el puerto y me fui a unos de mis rincones favoritos desde dónde podía contemplar el mar, el puerto, el edificio Carbonell y, al fondo, el Castillo de Santa Bárbara. Su ciudad. Hoy era un día especial, una cita especial. Llevaba un regalo a mi Amo y eso me llenaba de gozo. Quería que pintase un cuadro para ilustrar un relato, una mujer en una postura sumisa, no me dijo más. Ese día yo le iba a entregar mi pintura y Él, sin saberlo, el argumento del relato que lo albergaría. De hecho ya la cita tenía un punto novelesco que la hacia más interesante si cabe. No podía verle, cómo en mis sesiones, pero esto en pleno centro de Alicante presentaba un pequeño problema...La verdad, no me imaginaba con un antifaz de cuero en plena explanada así que cogí uno de tela para, llegado el momento, ponérmelo debajo de unas grandes gafas de sol. Habíamos quedado en una cafetería, frente al quiosco de " Peret" y yo debía sentarme a esperarle en una mesa de espaldas a la puerta. Cuando Él llegase simplemente me diría unas palabras al oído, ya que su voz sería mi única referencia ese día, yo le entregaría el cuadro y, sin más, se iría. O eso pensaba yo...
Se acercaba la hora y me fui caminando hacia el lugar. Era una tarde de octubre extrañamente calurosa y, con cada paso, la emoción y la excitación del encuentro iban haciendo crecer ese calor también dentro de mi. Ayudaba el hecho de ir sin ropa interior y con las bolas puestas, cómo Él me había ordenado, sentir el roce a cada paso y con cada paso Su presencia que lo llena todo. Llegué al lugar, escogí una mesa y me senté. Saqué mi antifaz y me lo puse. Esperé Una mano en mi hombro señala sin preámbulos su presencia y, con tan sólo ese gesto, se apodera de mi, del aire que respiro. Con los ojos tapados mis otros sentidos se agudizan, siento que se acerca, oigo cómo aspira mi olor, huele mi piel, su perfume...
Imagino una sonrisa complacida. Sí mi Amo, pienso, " Obsesión ", nunca olvidaría ese detalle, se que es su sello personal... Y continuó acercándose, hasta que sentí la calidez de su aliento junto a mi oído _Quítate las bolas _Amo ¿aquí? _Sí, AHORA Ni lo pensé, moví el lienzo colocándolo delante y haciendo de pantalla, metí la mano buscando el cordón y tiré de él hasta sacarlas. No fue nada complicado, estaba empapada. _Chúpalas...Así, déjalas bien limpias y guárdalas. Muy bien Mmmm, mi perrita, tengo algo para ti Colgó algo en mi cuello, cogió el cuadro que yo sostenía y depositó un sobre entre mis manos. _Se obediente Y se fue Esperé un poco antes de quitarme el antifaz, mientras palpaba el colgante intentando adivinar... Fue lo primero que miré y me llevé una sorpresa indescriptible, una pequeña piedra roja que aparecía tallada como un diamante, un gran símbolo para mi. No importaba que no brillase, su valor era otro muy distinto, despertó olas de emoción en mi interior y me dejó unos minutos envuelta en magia y paz. Luego recordé el sobre y rápidamente lo abrí, decía así: "Se una buena perra y busca a alguien que meta de nuevo las bolas en tu coño.No te vayas sin ellas.Cuando llegues a tu casa me llamas." ¡Que alguien me meta las bolas!, así sin más.... Lo leo de nuevo, una y otra vez, sin poderlo creer. No se el tiempo que paso con cara de tonta antes de ponerme a llorar. Le imagino diciéndome: "hay una palabra mágica, siempre puedes abandonar..." Extrañamente esta idea me da fuerzas, saca mi orgullo, que tantas veces ha impedido ese abandono, y seco mis lágrimas como despojándome de todo signo de debilidad. En ese momento siento que solo existo con el único fin de complacerlo. Empiezo a darle vueltas al tema, lo primero que se me ocurre es pensar en alguien conocido allí pero enseguida me doy cuenta de lo absurdo de la idea. Aunque tengo el estómago encogido, sonrío... ¿Y si me voy al barrio de las putas?. Pues igual es lo más fácil, no creo que se sorprendan mucho, seguro que les piden cosas más extrañas al cabo del día. Se lo digo a alguna, pago y me voy, se acabó el dilema. No, no me seduce nada la idea y tampoco creo que a mi Amo le agradase.
Bueno aquí sentada no hago nada, me pongo en pie dispuesta a salir y, en ese momento, mi mirada se cruza con la del camarero del local que me sonríe. Me pregunto si habrá visto algo y siento mis mejillas arder... ¿Sabe mi Amo lo que me ha pedido? Antes de irme en busca de no sabía exactamente que, decido tantear esa mirada.
Fui a sentarme en el último taburete. Era el más alejado de la puerta y estaba justo en la entrada de la barra. Se acercó, me saludó cortésmente y me volvió a sonreír, ahora le devolví directamente la sonrisa y, le pedí una copa. Mientras me la ponía le miré descaradamente. Era más joven de lo que en un principio me había parecido incluso me resultó atractivo .
_No podía irme con la curiosidad de saber lo que habías visto, le dije en tono pícaro
Me contestó con una pregunta:
_¿Era un juego?
_Sí, más o menos
Después de una pequeña pausa siguió
_Pues casualmente te he visto justo en el momento que te ponías el antifaz. La verdad, luego con las gafas no se notaba Si no me hubiese percatado de eso seguramente me habría perdido todo lo demás .
_¿Lo demás?
¡Todo!, ¡no se había perdido un detalle! Cuando acabó de describirme la escena me preguntó:
_¿No llevas bragas?
_No, le dije
_¿Porqué te has quedado?
Era el momento y no lo pensé dos veces, le contesté:
_Me preguntaba si tu me las querrías poner
_¿Las bragas?
_No, las bolas..
Nos sonreímos y le sostuve una larga mirada. Supongo que calibraba si hablaba en serio. Debió darse cuenta de que sí. Su erección era notable y no se lo pensó mucho.
Fue hasta la puerta y la entornó.
Se colocó detrás de mí y empezó a tocarme las tetas, las masajeaba, las apretaba mientras me besaba el cuello. Se fue dando la vuelta y se puso de frente, me desabrochó la camisa y empezó a lamer mis pezones. De vez en cuando miraba hacia la puerta por si entraba alguien...
Yo pensaba en mi Amo, imaginaba que era él quién me tocaba, pensaba como me apretaría y retorcería él esos mismos pezones y sentí mi humedad a la vez que los dedos del hombre buscaban mi entrada. Me abrí de piernas y me senté más hacia el borde del taburete. Bajó hasta mi coño y empezó a lamerlo mientras con un dedo masajeaba mi clítoris y con el otro buscaba mi ano. Yo fui a buscar mis pezones ávidos de su pequeño castigo. Los pellizqué, los retorcí y los estiré mientras sentía su lengua moviéndose en mi sexo, entrando, saliendo, lamiendo de abajo arriba.
Estaba disfrutando como una puta, es lo que me sentía en ese momento, cuando ví a un hombre agazapado tras una puerta que supuse de la cocina o el almacén del bar. Me sobresalté pero en cuestión de segundos decidí callar, no sabía que podría pasar si decía algo, ni si tendría otra oportunidad, así que me concentré en lo que ocurría entre mis piernas.
El camarero estaba intentando introducir su dedo en mi ano, saque un poco más hacia afuera mi culo para facilitar el acceso y apreté su cabeza contra mi coño, empecé a gemir de placer, sentí como metía un dedo, luego dos y movía su lengua a más velocidad. Me corrí como una loca mientras miraba hacia dónde estaba el otro hombre que, en ese momento, se masturbaba para mi.
El no había acabado. Ví cómo sacaba un preservativo y se lo ponía en su polla erecta, me bajó del asiento, me pidió las bolas y dobló mi cintura sobre el asiento sujetándome la cabeza con una mano. En esa posición veía a la gente pasar por delante del bar e imaginaba el panorama que tendría el hombre de la trastienda de mi culo y mi coño...
Nunca pensé que una situación así podría darme tanto morbo.
Empecé a sentir como me metía sus dedos, luego la primera bola mientras me preguntaba si me gustaba y me decía lo puta que era. Eso volvió a calentarme y gemía de gusto pidiéndole más. Abría mi culo con sus manos y echaba su saliva para lubricarlo.
Yo le decía que quería sentir su polla en mi culo y me movía como una perra en celo cuando metió la segunda bola con sus dedos detrás. Llegaba mi segundo orgasmo. Entoces me penetró salvajemente y siguió moviéndose hasta que acabé. La sacó bruscamente, me dió la vuelta del mismo modo y me dijo:
_Ahora chúpala puta, sácame toda la leche
La metió en mi boca y me la folló. Cuando estaba a punto de correrse la sacó y acabó con su mano llenándome la cara de su leche caliente y abundante que yo restregaba con satisfacción pensando en el deber cumplido....
Me fui al baño, arreglé mi ropa y me lavé. Cuando salí me despedí con una sonrisa y salí a buscar mi coche para volver a casa, deseando llegar para hablar con mi Amo y contarle.
Después de preguntarme cómo estaba y si llevaba puestas las bolas me dijo que no quería que se lo contase sino que lo escribiese y que lo publicase aquí.
Esa fue mi orden y aquí está mi relato.
Siempre a los pies de mi Amo