El cuaderno de Elisa ( 7º y 8º capítulo )
Continuación de la historia de Elisa .
Capitulo 7
Salí de esa habitación y a mi izquierda había otra puerta, era de dos hojas, en la parte superior unos ventanucos, alargados de unos 15 cm. por unos 40 cm. Abri la puerta, esta emitio un pequeño chirrido. En la parte frontal, frente, a mi, había una cristalera que daba a un patio. Y no había ningún mueble, ninguna silla, nada, solo en el suelo una compuerta de madera. Con una anilla y una cerradura que me pareció muy antigua. El suelo estaba lleno de suciedad y alguna araña vi. Que estaba haciendo de arquitecto. Una lámpara en el techo, de principios de siglo XX, muy señorial. Me encanto. Y me dije a mi misma: - ¿Habrá todavía luz aquí?
Volví otra vez, hacía la entrada y busque una cuadro de luz, y estaba detrás de una cortina. El contador era de agujas, muy antiguo, los plomos eran muy viejos y en el medio el interruptor, lo cambié de posición y: ¡hurra! , se encendió la luz. Por lo que pude ver era todavía de 125 V. Me extraño muchísimo que todavía funcionase.
Recorrí el pasillo y en el marco de la puerta había un antiguo interruptor de llave, lo giré y se encendió la lámpara. La sala se lleno de luz, no era mucha pero si estuviera limpia se vería mucho mejor. Pero me intrigaba la compuerta del suelo.
Me arrodillé y estiré la anilla y no se abrió. Cogi las llaves que me había dado tía Marta y metí una de las llaves. La giré y se abrió. Me coloque en un lateral, cogí la anilla y levanté la compuerta.
Era una escalera que descendía hacía un sótano. Los peldaños son de madera. Con ayuda de la linterna busco algún interruptor y lo giro. Se enciende otra lámpara, en esta ocasión la luz era de color rojo. Las bombillas estaban pintadas de color rojo. Era una mazmorra. Olía muy mal.
Habían una serie de instrumentos: un potro, una especie de trono, y dos sillas a cada lado de estas y otra puerta. Había una canalización que recorría todo el suelo de la sala. Que iba hacía la puerta, la abrí y en ella una piscina, pequeña. Era cuadrada de unos 8 metros cuadrados y una profundidad de unos 70 cm. Estaba llena de una sustancia verde y olía de una manera nauseabunda. Pero todavía habrá más sorpresas...
Capitulo 8
Volví otra vez a la sala y entre los visillos de la cristalera vi. Que había como una construcción en el patio. En el patio, habían dos mesas redondas metálicas completamente oxidadas por los años y las sillas están igual. Había unas cuatro ventanas y una puerta verde en el centro. Un tejado de tejas llenas de líquenes y algunas rotas. Me di cuenta que me faltaba una llave por probar, y era la de esa cabaña, no se si llamarla así. Abrí la puerta y vi. Algo que no me lo esperaba. Era una sala con dos hileras de mesas, en cada mesa había unos teléfonos muy antiguos. En total había diez. Cinco a cada lado, encima de las mesas lleno de polvo me encontré revistas eróticas de la época. Eran fotografías, sinceramente muy inocentes. En un tablón de anuncios vi. Como un cuadrante. Estaba hecho a mano, la letra me era familiar: ERA DE LA ABUELA ELISA.
Los nombres de las diez chicas eran : Sara , Yolanda , Bonifacia , Cornelia , María , Hortensia , Margarita , Daniela , Georgina y Lucía . Al lado los días que trabajarían. Era una sala para teléfono erótico. ¡Caramba con la abuela que callado se lo tenía! Pero pensé como lo hacía para cobrar los servicios, ¿por adelantado? Me quede con la duda. Había otra puerta y era un lavabo. Cerré la puerta. Salí de la casa y me fui a mi casa.
Mientras iba caminando por la calle, estuve pensando como podría averiguar más cosas de lo que hacía mi abuela, por que me daba mucho corte preguntarlo a mi tía Marta. Sabía que las respuestas estaban en el cuaderno.
Me fui al cuarto de baño, me duche, y mientras me estaba secando el pelo con un secador, no lo pude evitar. Abrí un cajón de mi tocador y volví a leer un poco más del cuaderno, pero en esta ocasión, se me cayó al suelo y salió un recorte de periódico. Era de La Vanguardia Española, estaba fechado en 1946, y era la sección de anuncios. Uno de los anuncios me llamo la atención:
" Se buscan telefonistas con una bonita voz. Buen sueldo. 33343, Preguntar por Elisa”.
Estaba subrayado en rojo y más abajo, en la sección de otros ponía:
" Si estas sólo y quieres que te demos cariño y más cosas, llámanos: 45455 "
Esto no me lo esperaba. Era un negocio de sexo, sadomasoquismo, teléfono erótico. Ahora entiendo como mi abuela tenía tanto dinero, pero en 1946, la gente no tenía apenas dinero. Sobrevivían, era plena posguerra. Me acorde que habían cajones en las mesas de las telefonistas, tengo que volver a mirar. Necesito saber la verdad. Y cuanto cobraba.
Me vestí, y fui al colegio de mi hija a recogerla.