El crucero (Ortografía corregida)

Una joven mujer es invitada contra su voluntad a un viaje de placer muy especial

La ciudad estaba medio desierta, ya que la noche anterior habían acabado las fiestas de la localidad, y la gran mayoría de la gente estaba durmiendo, de resaca, o ambas cosas. Ángela volvía andando a casa desde el trabajo todos los días Por mucho que lo veamos en la televisión, la mayoría de la gente no nos preocupamos de cambiar de ruta en nuestro día a día, no tememos meternos en una calle desierta con unos auriculares puestos, ni nos preocupamos de una furgoneta aparcada en nuestra misma acera; al fin y al cabo vivimos en un mundo civilizado en el que la gente peligrosa esta encerrada o escondida. Lo primero que noto fue un doloroso pinchazo en el hombro, en seguida todo su mundo se volvió borroso, su cuerpo pasó a pesar toneladas y el suelo subió a por ella. Lo ultimo que noto fue unas manos registrándole y vaciándole los bolsillos.

Ángela era bastante bonita, sin ser espectacular. Delgada y no muy alta, pechos notorios pero no exagerados, rostro atractivo enmarcado por una melena negra azabache que le llegaba hasta los hombros (de nuevo ni poco ni demasiado), un culo redondeado y firme,... no era la típica buscona que quiere tener a todo el mundo pendiente de ella para poder quejarse de que la miran; vestía una simple camiseta de manga corta y unos pantalones vaqueros ajustados, simplemente era una chica joven volviendo del trabajo, con poco que ofrecer, en principio. Nada extraordinario, al menos.

Allí tirada en el suelo, intentando mover los brazos y las piernas sin que le respondan, con los ojos medio cerrados, ofrecía una imagen curiosa, al mismo tiempo parecía una chica dura intentando defenderse, y una niña pequeña resistiéndose a dormir mientras el sueño la vence.

Apenas treinta segundos después del pinchazo la furgoneta arranca dejando tras de si unicamente su teléfono móvil y las llaves de su casa. Alguien ya tiene lo que desea.

Cuando Ángela recupera el conocimiento los recuerdos y las sensaciones van volviendo a ella poco a poco. El dolor, el mareo, la vaga sensación de que la levantan del suelo,... la cabeza le duele, intenta tocársela con las manos y no puede; no entiende lo que pasa, así que lo vuelve a intentar, y esta vez oye el tintineo de las cadenas, entonces percibe el cuero que tiene en las muñecas. Retuerce la cabeza y los brazos y ve un grillete de cuero en cada muñeca asegurado con un pequeño candado, y una cadena que los une. Entonces nota otros dos grilletes justo sobre los codos, al final de los antebrazos, y supone que tiene otra cadena uniéndolos entre si. De forma involuntaria intenta emitir una exclamación de sorpresa, pero solo logra emitir una especie de bufido, ya que tiene una bola de plástico metida en la boca, y sujetada por otra correa de cuero tras su cabeza. Conforme el miedo crece en su interior intenta mirar a su alrededor. Se encuentra arrodillada y con el abdomen pegado a sus muslos, con las manos atadas a la espalda y amordazada, encerrada dentro de lo que parece una jaula para perros, y dentro de algún vehículo grande de transporte, alguna furgoneta. Al oír el ruido del motor y notar el zarandeo típico de un coche circulando a alta velocidad, Ángela cobra consciencia completa de su situación y se deja llevar por el pánico Intenta gritar bajo la mordaza, forcejear con los brazos y patalear contra las paredes de su jaula. Cuando recupera la calma empujada por el cansancio del forcejeo se da cuenta de que le duelen los pies, tanto la cadena de unos veinte centímetros que le une los tobillos (mas cuero y candados) como el hecho de estar descalza hace muy doloroso golpear barrotes metálicos, sobre todo al ser los barrotes finos de una jaula canina. Respira hondo para intentar tranquilizarse y entonces se da cuenta de que la pared de la jaula que tiene justo enfrente tiene un agujero redondeado; por instinto mete la cabeza, aunque sabe perfectamente que no cabe entera, lo cual se ve confirmado en cuanto sus hombros chocan contra los bordes del agujero. Finalmente Ángela asume que no le queda mas alternativa que esperar a ver a donde le llevan; seguro que la sueltan en cuanto sepan que su familia no tiene mucho dinero. Confiando en que por una vez no tener mucho dinero le venga bien, la chica se acurruca en el suelo de la jaula como un cachorrito, a la espera de su destino. Solo cuando se calma su mente percibe el ultimo cambio, el suave collar de cuero que tiene bien ajustado en el cuello.

Dentro del vehículo es imposible saber cuanto tiempo pasa hasta que el conductor baja la velocidad, ni cuanto pasa hasta que para por completo. Entonces oye el ruido característico de la puerta de los coches al abrirse y cerrarse, y varias voces hablando, aunque le resulta imposible oír lo que dicen. Al poco la puerta trasera de la furgoneta se abre y Ángela ve a tres hombres: dos de ellos visten un uniforme, un mono de trabajo, el otro viste un traje completo muy elegante. La mujer retoma sus protestas, peticiones de auxilio o lo que sea, que ahogados por la mordaza solo suenan a los gruñidos incoherentes de una perra que lleva mal los viajes. Al ver que los tres hombres la ignoran, intenta empujar las paredes de la jaula con hombros y rodillas, pero se detiene al ver que los hombres uniformados sacan la jaula de la furgoneta y se disponen a cargarla en brazos; lo ultimo que quiere es que caiga al suelo con ella dentro, así que decide quedarse quieta, de rodillas, y aumentar la intensidad de sus protestas. Tras varias horas con la mordaza dificultándole tragar saliva Ángela tiene varios hilos colgándole de los labios, lo que sumado a los gruñidos y a sus constantes intentos de establecer contacto visual con sus captores ofrece una representación de un animal salvaje enjaulado. Imagen mucho mas cercana a la realidad de lo que la chica piensa.

Los operarios dejan la jaula en una plataforma con ruedas y un manillar y uno de ellos se marcha, mientras el otro se gira hacia el hombre trajeado.

-Aquí tiene los documentos señor. – el hombre deja sobre la jaula una carpeta – tiene que firmar aquí, aquí y después aquí también – le dice mientras señala varios puntos de los papeles que deben de estar sobre la carpeta.

Entonces el otro se inclina bolígrafo en mano y empieza a leer y escribir. ¡La estaban usando como mesa! ¡como un simple objeto! Mientras intenta gritar aun mas fuerte Ángela mira a su alrededor, intentando buscar mas ayuda, ya que estos individuos la ignoraban. Vio que se encontraba en un espacio cubierto muy amplio, algún tipo de almacén o nave industrial, y todas las personas que veía paseaban de un lado a otro ignorándola, como si ver a una joven de veintipocos años encadenada, amordazada y enjaulada fuera lo mas normal del mundo. Entonces el hombre trajeado devolvió la carpeta al operario, el cual la dejo en la plataforma junto a la jaula, cogía una gran tela negra y cubría la jaula por completo.

-¿Por que la tela? ¿no se agobiara?

-Al contrario, señor, las ayuda a relajarse. Confíe en nosotros, tenemos mucha experiencia en el transporte de animales vivos.

-Tengo que desinfectar y devolver el coche de alquiler. ¿Cuando zarpamos? -En dos horas señor.

-Muy bien. Cuidádmela. - Entonces se agacho un poco y pro primera vez miro a Ángela a los ojos – hasta luego.

Al oír la palabra zarpar la joven se percato del olor a mar que flotaba en el ambiente. No era posible. ¡No podían subirla a un barco! Emitió aun mas gruñidos mientras oyó arrancar y alejarse la furgoneta y sintió como su jaula se ponía en movimiento. A partir de ahí solo fue medio consciente de lo que debía estar pasando. Oía gente moviéndose por alrededor, a veces eran pasos, otras veces conversaciones, la mayoría solo oía respiraciones, y cada cierto tiempo oía ruidos como de maquinaria moviéndose, motores, ruedas, cadenas y similares. Absolutamente sumida en la oscuridad Ángela volvió a asumir que estaba como en la furgoneta, y que su única opción de momento era esperar, así que volvió a enroscarse en el suelo, ya que era la única forma de tumbarse en su limitado espacio.

Mas de una desesperante hora después noto que su jaula se movía de nuevo, por lo que la mujer hizo lo que pudo por volver a ponerse de rodillas, ya que era lo mas cercano a estar de pie. Tras varios minutos alguien retiro la tela que la apartaba del mundo y Ángela miro a su alrededor. Lo primero que vio fue al hombre que la había devuelto al mundo, enfundado también en un uniforme como los otros; conforme su vista se fue re adaptando miro mas allá, y su miedo fue creciendo conforme procesaba lo que veía Se encontraba en una especie de pasillo ancho, o almacén alargado, sin ventanas, y con las dos paredes alargadas cubiertas de jaulas del suelo al techo. Conforme una maquina eleva la suya del suelo y la coloca en un hueco en una de las paredes de jaulas Ángela intenta vislumbrar los extremos del almacén Debían de haber centenares de jaulas, tal vez mas de mil, todas ellas habitadas por mujeres desnudas, y la gran mayoría parecían tener ataduras o mordazas. Esto tenia que ser una pesadilla, no podía ser real, pero al contrario de lo que suele suceder en estos casos, su mente rechazo negar lo evidente y la obligo a afrontar la realidad: ahora era una esclava sexual.

En cuanto los operarios terminaron de cargar a toda la mercancía viva desalojaron el almacén y apagaron las luces, dejando a las mujeres totalmente a oscuras. Mientras Ángela se recostaba en su jaula por tercera vez en su vida se esforzó en luchar contra el miedo, se decía que saldría de allí, que encontraría una forma de escapar, pero en cuanto empezó a oír sollozos a su alrededor su animo y su valor se vinieron a bajo y ella misma rompió a llorar hasta que se quedó dormida, agotada por la angustia y la tensión.

Varias horas después se despertó al encenderse las luces. Ángela volvió a ponerse de rodillas e intento ver lo que pasaba en el pasillo central. Un grupo de hombres y algunas mujeres entraron en el almacén. Había de todo, gente con traje, gente vestida de calle, algunos disfrazados, otros totalmente cubiertos de cuero, e incluso algunos iban desnudos también Empezaron a distribuirse por unos paneles electrónicos, insertaban una tarjeta y tecleaban algo, entonces las maquinas sacaban una jaula de la pared y la bajaban junto al panel, la persona retiraba la tarjeta, abría la jaula, y con mas o menos dificultad dependiendo del caso, se llevaban fuera a la mujer mientras la maquina volvía a guardar la jaula. Entonces entraban mas personas y se llevaban mas mujeres. Todo parecía muy bien organizado, había un flujo constante de gente que iba vaciando el almacén poco a poco, hasta que quedaron muy pocas mujeres en sus jaulas, incluyendo a Ángela, quien no sabia si alegrarse o desesperarse mas, pues desconocía que la esperaba fuera del almacén, pero tras varias horas enjaulada, habría dado lo que fuera por salir.

Paso por lo menos una hora mas antes de que el hombre de la furgoneta entrara en el almacén Esta vez vestía una sencilla camiseta y un pantalón largo. Se paro frente al panel mas cercano a Ángela, y al igual que los demás, inserto una tarjeta, luego algún tipo de código y las maquinas la llevaron hasta el suelo con suavidad. Entonces el hombre abrió la jaula con una llave que saco de su bolsillo y se aparto un poco.

-Sal ya, preciosa.

Ella miro fuera, entre la jaula y su secuestrador apenas había espacio para ella, lo que sumado al hecho de que tenia que salir de rodillas la ponía totalmente a su merced. Su espíritu luchador estaba volviendo, y se negaba a ponerse voluntariamente en sus manos, así que negó con la cabeza mientras le miraba con todo el odio que logro imprimir en su mirada.

-Solo te lo voy a repetir una vez, y te conviene obedecer. Sal.

De nuevo negó intentando fulminarlo con la mirada. Entonces el se acerco a la jaula, se agacho un poco y metió la mano, a lo que ella respondió gateando hasta el fondo de la jaula en donde se encogió como un animal asustado, sin darse cuenta de que al ser la jaula pequeña apenas había ganado unos pocos centímetros Entonces él respiro hondo, la miro fijamente, y con un movimiento rápido metió el brazo entero, la agarro del pelo y estiro con fuerza. Cuando ella logro reaccionar ya tenia fuera medio cuerpo, así que apenas pudo patalear un poco. El hombre la tiro al suelo boca arriba y estando limitada por los grilletes no pudo hacer nada antes de que él se sentara a horcajadas en su abdomen.

-Quédate con esto rápido. Eres mía, estas a mi merced, y cuanto mas obedezcas menos sufrirás

Entonces el hombre alargo su mano derecha despacio y la acerco a la sien y la mejilla de Ángela, pero antes de que la tocara ella ladeo la cabeza, pero de inmediato una dolorosisima bofetada propinada con la mano izquierda se la enderezo. De nuevo él intento acariciarle la cara, ella aparto la cara movida por el asco y otra bofetada la devolvió a la posición correcta. Por tercera vez él intento tocarla, y ella logro controlar el impulso de apartarse, animada por el escozor que se iba extendiendo por el lado derecho de su cara, así que esta ocasión si logro acariciarle la cara con suavidad, despacio, disfrutando del contacto con su piel.

-¿Ves como así es mucho mas fácil? Es inevitable y no te conviene luchar.

Ella cerro los ojos mientras lagrimas de frustración e ira le brotaban y caían al suelo.

-No, no, no. - Dijo él con tono suave y animado- Ábrelos, tienes que ver lo que te hace tu amo.

Durante unos segundos apretó aun mas los parpados, pero el dolor de su piel le recordó que no perdía nada por abrirlos, y así lo hizo.

-Buena chica, estoy convencido de que me voy a divertir poniéndote en tu sitio.

Sin decir mas, saco de un bolsillo una correa larga y fina, engancho el mosquetón en el collar de Ángela, se puso en pie y la ayudo a ella a levantarse. En absoluto silencio se dio la vuelta y camino, totalmente despreocupado de si la chica le seguía o no; la correa se encargaría de asegurar que si.

Hubo algunos forcejeos y tirones, pero Ángela estaba bastante frustrada al ver como el control de su vida se colaba entre sus dedos como la arena sin que pudiera evitarlo y en general el paseo fue tranquilo.

Durante un rato caminaron por pasillos estrechos; se encontraban con algunas personas, la mayoría trabajadores, y todos saludaban a su secuestrador y a ella la miraban terriblemente extrañados. ¿Que pasaba? A esta gente le parecía normal verla enjaulada pero pasear con correa si les parecía extraño o sorprendente? Realmente estaban locos, totalmente locos. Finalmente llegaron a una puerta con un ojo de buey por el que entraba luz natural; al fin iba a ver el sol, la primera buena noticia desde... ¿cuanto tiempo llevaba capturada? ¿unas horas, un día, una semana? No tenia ni idea, y ser consciente de ello la atemorizo. El hombre abrió la puerta y salieron al exterior y Ángela se quedo totalmente congelada. Estaban en la cubierta de un barco, y toda ella estaba llena de gente jugando con las mujeres que habían sacado del almacén, algunas eran tratadas como animales, perras, gatas, yeguas,... otras eran violadas salvajemente, vio a gente que parecía intercambiarse o prestarse a sus esclavas. Había esclavas de todas las etnias, de todos los aspectos, y de todas las edades. Algunas hasta parecían disfrutar de lo que les pasaba. Ángela se vio totalmente rodeada de depravación y decadencia. De nuevo se dijo que no podía ser real, que un sitio así no podía existir. Entonces cayo en la cuenta de porque todo el mundo la miraba con extrañeza, ella era la única esclava atada y vestida

, eso era lo que les sorprendía, que conservara un rasgo de humanidad.

-Ven quiero que veas algo.

Sin esperar respuesta el hombre dio un tirón de la correa y se encamino hacia el borde de la cubierta, se pego a la barandilla, enrollo la correa en su mano para acercarla a él y la rodeo con un brazo como si fueran dos amantes disfrutando del aspecto del mar. Al principio ella no entendió que quería que viera.

-Estamos en aguas internacionales, aquí no hay leyes, o como nos gusta verlo a nosotros, todo lo que sucede en este barco es legal.

Entonces ella oteo el horizonte en todas direcciones y vio que era cierto, no se veía tierra, ni siquiera montañas, o islas, ni un misero barco; estaban en medio de la nada, rodeados por un océano infinito.

Entonces algo en el agua capto su atención, una especie de cable colgaba de una grúa y se hundía en el mar, junto a la grúa habhabía varios hombres gritando y jaleando, como si animaran y discutieran a la vez. Entonces la grúa se puso en marcha, tenso el cable y a los pocos segundos una jaula emergió del mar, llevando consigo a una mujer inerte; todos los hombres estaban en silencio hasta que la mujer empezó a toser, y entonces algunos rompieron a gritar, e intercambiaron algo, probablemente dinero.

-Eso no es nada, créeme En algún lugar de este barco las hacen pelear hasta la muerte, en otros las torturan hasta que desean la muerte, y en otras quienes no han podido traer a su propia mascota pagan por utilizar las de otros. -Miro su reloj- Ya han pasado unas 7 horas desde que te encontré en la calle, tendrás ganas de orinar.

Ella pensó en intentar protestar por la opinión que parecía tener del secuestro, pero amordazada era imposible, así que se limito a mirarle furiosa y asentir. Realmente necesitaba aliviarse.

Sin mas preámbulos volvieron a entrar dentro del barco unidos por la correa, símbolo universal de lealtad y obediencia.

Tras recorrer de nuevo las entrañas del barco llegaron a un pasillo con varias puertas, se detuvieron frente a una de ellas, el hombre saco una llave y la abrió, revelando el que debía de ser su camarote. Era bastante pequeño, con una cama a la derecha, un escritorio con una silla al lado, un ojo de buey, y a la izquierda dos puertas, una de ellas debía de ser un armario, y la otra se trataba del baño, como pudo comprobar Ángela cuando el individuo la guió hasta dentro tras cerrar con llave el camarote. Una vez en el baño él se inclino y extendió las manos hacia su cintura, y por acto reflejo ella dio un paso atrás

-¿Piensas mear con los pantalones puestos?

"También podrías desatarme". La joven volvió a dar un paso a delante mientras evitaba mirarle, intentando demostrar que la concesión que hacia era en contra de su voluntad. Le desabrocho los pantalones y se los bajo hasta las rodillas, luego hizo lo mismo con las bragas, levanto la tapa del váter y se hizo a un lado, ella se sentó y después le miro fijamente, a lo que él respondió con una mirada divertida. Tras varios segundos de resistencia la voluntad de la joven cedió y empezó a orinar delante de aquel desconocido. Nada mas terminar se puso en pie, intentando acabar con la humillación, y entonces le vio cortar un trozo de papel higiénico

-Agáchate- ordeno.

Sabiendo que no tenia mas remedio obedeció y permaneció mirando la pared que tenia enfrente intentando no sentir el papel en la entrada de su vagina. Ella se irguió mientras él tiraba de la cadena, le subió las bragas y después los pantalones, pero antes de que se diera cuenta de que no se los había abrochado la empujo contra la pared, pego su cuerpo al de ella y empezó a besarla en el cuello, ella intento retorcerse para escapar, lo cual le excito mas aun y paso a lamerle el cuello y las mejillas mientras con una mano en cada nalga manoseaba su culo; cuando finalmente le mordió el lóbulo de una oreja ella logro empujar contra la pared y quitárselo de encima, pero el débil empujón sumado a la estrechez del baño no lograron que él perdiera el equilibrio y se mantuvo en pie, agarro la correa que se sacudía en el aire y salio del baño. Ella estiro en dirección contraria, aunque sabia que en el baño no había salida; finalmente él dio un fuerte tirón de la correa y la hizo perder pie, gracias a las cadenas de los tobillos, tirándola en el suelo; con una mano sujetando la correa, y la otra agarrándola del pelo, la levanto del suelo y la lanzo sobre la cama. Mientras ella se retorcía como un pez fuera del agua él cogió una fina y corta cadena que estaba soldada al cabecero de la cama y la engancho al collar, después, con mas calma, uso otra cadena soldada a los pies de la cama para sujetar la que le unía los pies a la cama, obligándola a quedar tumbada boca arriba, y totalmente estirada, con los brazos aun atados a su espalda.

-Por esto te elegí a ti. La mayoría de la gente que hay ahí fuera viene a aprovecharse de presas fáciles que casi siempre les han comprado a otros. Yo no quiero eso, no quiero un animalito asustado del que aprovecharme. Yo te elegí y te recogí en estado salvaje porque lo que me gusta es domar fieras. - Él asintió mientras ella la miraba con puro odio en los ojos – Voy a domarte.

Sin mas explicaciones él se sentó a su lado y le levanto la camiseta hasta las axilas; ella se retorcía todo lo que podía, pero las ataduras la dejaban totalmente a su merced. Utilizo una pequeña navaja para liberar sus pechos y tiro el sujetador al suelo, entonces envolvió una de sus tetas con una mano y la apretó un poco para llevarse el pezón a la boca, lo rodeo con los labios y lo succiono. Con la otra mano fue acariciando suavemente su cintura, paseo los dedos despacio por su abdomen, y sin ningún tipo de prisa los metió bajo los pantalones y las bragas.

-Estas totalmente mojada, perrita. - Ella dejo de luchar, dirigió la mirada a la pared, avergonzada, y noto como abundantes lagrimas de humillación recorrían sus mejillas. - Este es el mejor momento, cuando os dais cuenta de que no sois mas que animales, todo impulsos e instintos, no tenéis voluntad ni control sobre vuestro cuerpo. No existís para pensar por vosotras mismas, existís para nuestro beneficio, como cualquier otro animal.

Para finalizar este alegato pellizco con fuerza el clítoris de la chica. Ella chillo bajo la mordaza y volvió a mirarle, toda llena de odio y furia.

-Ahí esta mi fierecilla, creía que te habías ido.

Entonces el hombre dedico su atención a bajar pantalones y bragas hasta los tobillos.

-Vamos a adecentarte un poco – dijo mientras cogía del escritorio un bote de espray y se llenaba la mano de espuma. - Las perritas especiales son agradables a la vista y al tacto.

Y dicho esto le unto la espuma en la entrepierna, cubriendo todo su vello púbico, que en seguida empezó a retirar con una cuchilla de afeitar. Por supuesto la chica se quedo totalmente quieta a pesar de la tremenda humillación que estaba sufriendo, pues no quería ni imaginar el daño que podía hacer ahí una cuchilla de afeitar. Al final le paso un paño húmedo para retirar todos los restos, y sin ningún tipo de pausa metió la cara entre sus piernas y metió la lengua en su interior. Ella arqueo la espalda sobre la cama, y lo peor es que no sabia si lo hacia para alejar la vagina de su cara... o por placer; pero cuando sus caderas empezaron a moverse solas arriba y abajo intentando aumentar la fricción de la lengua que se movía en su interior no le cupo duda de que lo causaba. La sensación de humillación no paraba de aumentar, pero al mismo tiempo crecía en su interior una sensación de placer y éxtasis que luchaba por hacerse con el control de su mente. ¿Como era posible? La estaban violando y su cuerpo se permitía el lujo de disfrutar; peor aun, intentaba que su mente también disfrutara.

Respiro aliviada cuando el placer se detuvo, pero el alivio se esfumo en cuanto noto algo duro que intentaba entrar dentro de ella. Con las piernas abiertas no tubo opción de impedir la penetración, y se limito a cerrar los ojos y recibir las embestidas, pero entonces el dejo de sujetarla por la cintura, puso una mano en cada pecho, las cerro como si sujetara dos asas y aumento la fuerza de sus embestidas. Ella abrió los ojos y le miro a la cara con tanta ira como no había sentido en su vida. Eso era lo que quería, que viera lo que le hacia, quien se lo hacia, él quería ver a su fiera.

El hombre se retiro tras varios minutos, o tal vez horas, de violación, y la pequeña Ángela cometió el error de volver a sentir alivio. Su secuestrador se puso en pie, soltó la cadena que una el collar a la cama, y aprovechando el agotamiento de la muchacha la dio la vuelta poniéndola boca abajo, cogió la cadena que unía sus muñecas y estiro hacia arriba, y la sujeto a otra cadena que colgaba del techo, obligándola a permanecer de rodillas en la cama, con los pues atados a la cama, los brazos tensionados hacia el techo y la cara y los pechos colgando fláccidos. Aquí se detuvo a contemplar su obra, acariciando con las manos su expuesto culo, y también sus pechos; entonces, con la lentitud de quien aparta un mechón de pelo de la persona amada, cerró sobre uno de sus pezones una pinza de la que colgaba una campanita. La joven despertó y grito, aunque apenas se movió, tal era su agotamiento físico; impotente, se limito a ver como cogía otra pinza de la mesa y se la ponía en el otro pezón Tras dar unos golpecitos a las campanas y disfrutar con la melodía de tintineos y gemidos de dolor se puso de rodillas tras ella. Entonces sintió la misma cosa dura intentando abrirse paso en su interior, pero esta vez era por donde nadie la había tocado jamas. Mientras notaba como la presión iba aumentando de forma gradual, solo le quedaban fuerzas para llorar e intentar suplicar. Como su actitud no cambio cuando ya hubo metido todo su pene en el culo de Ángela, él se vio obligado a combatir su falta de interés cogiendo la correa y estirando hacia atrás, dificultándole la respiración, mientras con la otra mano iba azotándole el culo, ahora una nalga, ahora la otra, y por supuesto, aumentaba el ritmo y la fuerza de sus embestidas. Esta vez la chica pudo notar como se corría dentro de su intestino, diseminando un liquido caliente y espeso por sus tripas.

Después de eso solo noto como la desenganchaba del techo y de la cama, se acurruco en posición fetal y lloro, lloro de dolor, de rabia, de frustración, de miedo, lloro hasta quedarse totalmente seca, y aun así, su violador la dejo seguir allí tumbada un rato mas. Pero no para siempre, había mucho que hacer.

-Levántate

Ella le ignoro. ¿Que mas podía hacerle? ¿Con que la podía asustar ahora que la había violado vaginal y analmente? ¿Que podía hacer para obligarla a obedecer ahora?

-O te levantas de inmediato o te utilizo para apostar sobre cuanto aguantas bajo el agua.

Eso la hizo reaccionar. Tenia que seguir viva. Ya era una esclava sexual, un juguete, un objeto, lo único que debía preocuparle ahora era seguir viva, solo así podría escapar algún día, y quizás vengarse.

Despacio y con dificultad por el agotamiento muscular se deslizo por la cama hasta el borde y bajo los pies hasta el suelo, se inclino hacia delante, se dio impulso y se puso de pie; no logro mantener el equilibrio, pero él la sujeto de la correa antes de que volviera a caer sobre la cama y la puso totalmente erguida para después, despacio y con dulzura, casi como un padre vistiendo a su hijita, le subió las bragas, le abrocho los pantalones, le quito las pinzas de los pezones y se los cubrió con la camiseta. Adecentada su perrita, se asomo al baño, cogió algo, abrió la puerta del camarote y salio fuera, guiándola con la correa de vuelta a la cubierta. Pasearon hasta que encontraron una silla recostable libre en la que él se sentó

-De rodillas- dijo señalando el espacio libre a su lado.

Ella obedeció con cansancio, y entonces él saco el cepillo que había cogido antes de salir y empezó a peinarle y arreglarle el pelo. Al principio Ángela se sintió asqueada, pero poco a poco, conforme pasaba el tiempo, las agujas del cepillo masajeando su cuero cabelludo la fueron relajando y cuando se dio cuenta su culo toco sus talones.

-¿Acaso eres japonesa? He dicho de rodillas, perra.

Ella levanto el culo de inmediato, volviendo a descargar todo su peso sobre las rodillas. Lo que mas la molesto no fue el dolor de la posición, si no el haber cambiado de postura sin pensar, movida por el tono de enfado del hombre; había reaccionado por miedo.

-La compañía nos ofrece este refugio para poder hacer lo que nos gusta, pero es muy consciente de que aquí hay de todo, muchas personas están locas, no son de fiar, o directamente delincuentes, – el desprecio en su voz denotaba que él no se consideraba nada de todo eso, era un ciudadano de lo mas normal obligado a convivir con chusma de la peor calaña – es por esto que la compañía que organiza estos cruceros nos asegura el bienestar de nuestras mascotas con sumas muy generosas, siempre y cuando no muráis por negligencia de vuestro dueño, lógicamente

En este punto dejo de peinarle y simplemente acaricio sus cabellos con la mano, como una persona que disfruta de tomar el sol con su perrita.

-Esto quiere decir que todo el personal del barco esta interesado en que estés a salvo, que no te pase nada malo, pero no son policías, no trabajan para un estado; si desapareces, nadie te buscara, si tu seguridad les cuesta demasiado preferirán indemnizarme. Y créeme, la mayoría de la gente de aquí, cuando encuentra a una perrita perdida no buscan a su dueño, la adoptan y se la quedan. - Deja de acariciarle el cabello, y sujetando su barbilla la hace mirarle a la cara - ¿Entiendes ahora que lo mas seguro es quedarte siempre junto a mi, o con el personal del barco?

Ella asiente, sumisa.

-¿Y entiendes que aquí nadie te va a ayudar, nadie te va a tratar como la humana que aun crees que eres, que molestarles solo te daría problemas?

Con algo mas de dudas, al no entender a donde quiere ir a parar, Ángela vuelve a asentir.

-Entonces tu y yo vamos a llegar a un trato: yo te quito la mordaza y tu aceptas que eres una perrita, y como perrita no volverás a hablar, todo lo que tengas que decir lo dirás ladrando, gruñendo o gimoteando. ¿Cerramos el trato?

Ella vuelve a asentir, esta vez con energía, entusiasmada por la perspectiva de quitarle la mordaza y poder cerrar la boca y tragar saliva con normalidad. ¿Que daño podía hacerle aceptar ese absurdo trato? Estaba bajo su control igualmente.

Satisfecho él le aparta el pelo, abre la hebilla de la mordaza y se la saca de la boca. Mientras la envuelve en un trapo y se la guarda en un bolsillo ella abre y cierra la boca varias veces, intentando recuperar la sensibilidad en los músculos de la mandíbula

Al poco rato otro hombre se sienta junto a ellos, saluda a su secuestrador y se ponen a hablar del magnifico clima que parece que van a tener este crucero. Durante la larga e insípida conversación el extraño no para de lanzar miradas de soslayo hacia Ángela, y finalmente dice:

-Tengo que preguntártelo, Roberto, siento gran curiosidad. ¿Por que sigue vestida? Así

que su violador se llama Roberto. Roberto rompe a reír

-¿Y porque no? - vuelve a poner una mano posesiva sobre su cabeza y a acariciarle el pelo de forma distraída – es muy especial, esta me gusta mucho, y lo digo habiéndola probado ya; y lo mas importante, es solo mía Su cuerpo es solo para mi, nada de que la gente me la babee.

-Siempre se te ha considerado un poco excéntrico, pero esto es pasarse – dice señalándola, y de inmediato ambos se ríen

-Cumplo todas las normas del crucero, al que no le guste como trato a mi perrita que mire para otro lado.

-Por supuesto, por supuesto. Sabes que yo no me meto en los asuntos de los demás

Una sirena les interrumpe.

-Vaya, ya es la hora de cenar, toca ir recogiendo.

Al igual que ellos, todo el mundo empieza a desalojar la cubierta y entrar dentro, llevándose a sus animales con ellos. Poco a poco y de forma organizada se dirigen a los almacenes, piden a las maquinas que bajen las jaulas y van guardando a las mascotas. Cuando Roberto abre la jaula que la grúa ha dejado frente a ellos, ella la mira, y rápidamente le mira a él y habla:

-Solo unas ultimas palabras.

Roberto la mira con dureza, claramente molesto, pero tras pensar unos segundos dice:

-Las ultimas.

-¿De verdad no me va a tocar ni a mirar nadie mas que tu?

-Te lo juro.

Y antes de que se le ocurra añadir nada mas, estira de la correa con una mano, pone la otra tras su cabeza y la besa; ella duda, pero decide responderle metiendo su lengua en la boca de Roberto por si acaso tiene la idea de romper su juramento. Mas vale un solo violador que decenas. En cuanto se separan él le señala la jaula y ella entra obediente. Solo entonces le quita la correa. Tras cerrar la jaula Roberto ordena al panel que la lleve a su sitio y se marcha.

-Ah, por cierto, aquí abajo esta prohibido hablar, y no depende de mi, son normas del barco. Te sugiero que las acates, o no podre protegerte.

Mientras espera a que se apaguen las luces Ángela repara en que en una esquina de la jaula hay sujeta una botella de plástico con una tetilla de goma, como un biberón sobre dimensionado. Solo entonces cae la muchacha en la sed que tiene, acerca la cara a la botella, se mete la tetilla en la boca y succiona, notando con placer como su garganta se llena de agua, agua asquerosamente caliente, pero agua. No pudo evitar darse cuenta, y se odio por ello, de que por su postura, mas que una perrita bebiendo, parecía una ternerita bebiendo de su madre.

Para su sorpresa las luces no se apagaron. En lugar de eso el ruido de la maquinaria en marcha inundo la sala, y unas barras alargadas empezaron a descender del techo. Sin nada mejor que hacer, Ángela se acerco a la puerta de su jaula para ver lo que sucedía Las barras se fueron colocando horizontalmente frente a las jaulas, una barra frente a cada hilera de jaulas, unos centímetros mas arriba que el suelo de la jaula. Cuando una de las barras se paro frente a la jaula de la joven vio que no era una barra realmente, era un canal, y por dentro circulaba una pequeña cinta transportadora de izquierda a derecha. En cuanto los canales estuvieron en posición, la cena empezó a circular por su interior. Ángela vio que las otras mascotas (aquellas que no estaban amordazadas) empezaron a sacar la cabeza por el agujero que había en las puertas de las jaulas y a comer como podían la comida que les pasaba por delante. Ángela las imito y vio lo que les estaban sirviendo: unas bolas hechas de polvo marrón compactado, a todas luces pienso para perros. Aun así decidió cenar, resignada; las consideraban ganado, era lógico que las alimentaran sin pensar en su salud; de hecho esta era solo una humillación mas de una lista interminable.

Tras unos quince minutos el pienso dejo de circular, y cuando los canales se hubieron vaciado se retiraron al techo.

Cuando se planteaba intentar dormir Ángela reparo en que sus intestinos empezaban a moverse, y se pregunto que tenían que hacer cuando la necesidad apretara. ¿Les sacarían a pasear como a los perros? Carecía de sentido en un barco. Tubo la respuesta en cuanto la cena puso en marcha las tripas de sus compañeras de estancia. Vio a muchas acuclillarse dentro de las jaulas y orinar o defecar sin mas, y el sonido de agua corriente la indico que debía de haber algún sistema de gestión de deshechos que mantenía limpias las jaulas y a sus inquilinas. Entonces le vino su propia preocupación: ella estaba vestida, y esposada y sin espacio para moverse le seria imposible bajarse los pantalones para hacer sus necesidades. ¿Cuando la sacarían de allí? ¿Aguantaría hasta entonces?

Por suerte el cansancio y la tensión pudieron con las preocupaciones por su ropa y termino durmiéndose profundamente.