El crucero del amor III

El camarero apuntó su tronco de Brasil en mi culo, dejó caer un escupitajo sobre su polla y empezó a empujar. No le costó nada ya que Daryl había allanado el terreno

Llevábamos una semana en el crucero y estábamos a punto de volver a puerto. No había vuelto a follar con el marinero. Tampoco con el americano. De hecho, Daryl me evitaba siempre. O se sentía avergonzado o no sé. Con quien no paraba de joder era con Julio. Lo hacíamos a casi todas las horas del día en casi todas partes. De las más divertidas fue cuando me hice con un traje de señora de limpieza y piqué a la puerta del camarote de Julio. Sabía que estaba solo haciendo la siesta, su mujer se había ido un rato a la piscina.

-          Servicio de habitaciones

Julio abrió la puerta semidesnudo, tan solo con un calzoncillo blanco.

-          ¿Pero qué coño? – me dijo mientras me agarraba del brazo y me hacía entrar – qué poca vergüenza tienes!

-          Vengo a limpiar el camarote señor, usted puede seguir tumbado en la cama.

Empecé a pasar el plumero por todas partes mientras me movía de forma seductora. Cuando llegué a la mesita de noche me agaché de tal forma que dejé al aire un poco mis plagas. Julio vino corriendo y me dio un azote. Me sobresalté.

-          Por favor señor, no me moleste que estoy trabajando – le dije.

-          Me estás provocando. Deja de limpiar eso y limpia mi sable – me ordenó.

Me cogió en brazos y me llevó hasta la cama. Me bajó una manga del uniforme dejando al aire uno de mis pechos. Empezó a lamerme el pezón de forma lenta, haciendo que se pusiera duro. Hizo lo propio con el otro, mientras su mano ya se había colado entre mis piernas y empezaba a formar mi raja. Me hizo chuparle dos dedos y después se los chupó él. Empezó a meterlos dentro de mi culo, haciendo que me retorciera de placer. Agarré su paquete y estaba duro y mojado. Le saqueé la polla por la bragueta y empecé a masturbarlo lentamente. Julio empezó a besarme con pasión sin dejar de masturbar mi ano.

-          Méteme la polla en la boca – le pedí.

Julio me dio la vuelta, dejando mi cabeza colgando en el borde de la cama. Se puso de pie, metiendo su polla en mi boca, follándomela lentamente. La metía hasta el fondo y me la aguantaba unos segundos y la volvía a sacar. Estuvo un rato haciéndome una garganta profunda, hasta que la tuvo bien babeada. Entonces me puso a cuatro patas en la cama, me levantó la falda del uniforme y me dio dos azotes.

-          Tienes el culo moreno. ¿Has tomado el sol desnudo?

-          Si, ayer hice nudismo en el balcón.

-          Qué guarra eres. ¿No te folló ningún delfín?

-          No tuve suerte, menos mal que hoy si tengo un buen pescado…aaaaah – grité sintiendo como Julio metía su polla en mi culo.

Empezó a bombearme a medio ritmo, haciendo que su rabo se deslizara bien dentro de mi culo. Estábamos tan concentrados en nuestro polvo que casi no oímos las voces de su mujer y mi madre hablando en el pasillo.

-          Mierda – gritó Julio.

Saltamos de la cama y yo me metí debajo. Julio se puso el calzoncillo y se estiró.

-          ¿Aun estás así? Venga levanta que hace un atrae genial. Vamos a pasear – dijo ella.

-          Si si, enseguida me desperezo y voy.

-          Voy a ducharme – le dijo ella.

Se metió en el baño. Yo salí de debajo de la cama. Le bajé el calzoncillo a Julio metiéndome su polla en la boca.

-          No no…que no tardará – me susurró Julio.

Se pensaba que nos pillaría, pero yo sabía que me daría tiempo de hacerle correr. Lo conocía demasiado bien. Seguí mamando y él no pudo evitar rendirse a mi boca. Se la puse bien dura, me senté encima y empecé a cabalgarlo lentamente, cada vez más rápido. Puse mi mano en su boca para evitar que gritara. Él apretó mis pezones. Poco a poco empezó a convulsionar, hasta que apretó fuerte mis nalgas, tensó sus piernas y eyaculó en mi culo. Cuando se relajó y su polla fue saliendo poco a poco de mí, me salí de encima y me marché con el culo bien rellenado. Llegué a mi camarote y mi hice un buen pajote. La situación al límite me puso a cien. Mientras me masturbaba metía mi mano en mi culo notando la leche bien caliente de Julio.

Fue en la penúltima noche donde logré hablar de nuevo con Daryl. Estábamos en la barra del bar tomando una cerveza mientras me contaba que se lo había pasado muy bien conmigo, todo y que casi no recordaba nada, pero que su mujer lo tenía muy controlado desde entonces. Al otro lado de la barra, Leo el camarero, escuchaba a medias la conversación. Yo mientras intentaba convencer a mi americano que me follara otra vez, rozando su paquetazo con mis dedos, no llevaba calzoncillos mí. Yo le decía que sería la última, pues después nunca nos volveríamos a ver en la vida. Él me decía que le encantaría pero que no podía, intentando quitar mi mano de su pantalón. Al final se lo pensó. Le dio el ultimo trago a la cerveza y me llevó hasta el baño más lejano del barco. Nos encerramos en uno de los wáteres y me hizo arrodillarme. Se bajó el pantalón y disparó su polla a mi cara. Estaba semi erecta. La agarré con ambas manos y empecé a besarla y a lamerla lentamente. Daryl poco a poco fue empujando mi cabeza hasta a hacérmela tragar entera. Comencé un mete saca con mi boca haciendo que se le pusiera bien dura. Lo hice sentar en la taza del wáter, me bajé el pantalón y escupí en mi mano. Unté mi ano con la saliva, me di la vuelta y me senté entre las piernas de mi vaquero americano. Fui clavando su pollón hasta quedarme ensartado. Empecé a subir y bajar por su tronco mientras Daryl me decía no parara. Me dejó llevar el ritmo pidiéndome que me la clavara fuerte. Yo la sacaba casi toda de mi culo y me la volvía a clavar de golpe. Daryl me llamaba puta y me pedía que no parara, agarrando mi cintura y acompañando mis movimientos. De vez en cuando me daba algún azote en el culo para seguir con el ritmo.  Seguí obedeciendo a mi macho hasta que decidió él coger el ritmo. Me cogió mis piernas, levantándolas del suelo y empezó a follarme. Me sentía un muñeco en sus manos. Puse mis pies sobre sus piernas haciendo que mi agujero se abriera más y que su polla entrara más adentro. Me estaba tocando todos los puntos de mi culo y yo iba a gritar de placer. Menos mal que se dio cuenta y puso su manaza en mi boca.

-          Marcos soy Leo – picó a la puerta el camarero – dejarme participar. Yo no me lo pensé y el americano mientras siguiera con su polla en mi culo le daba igual.

Abrí la puerta y Leo ya estaba con la polla fuera. Una polla morena, sin pelo en los huevos. Unos huevos gordos. Se la cogí y me la metí en la boca. Sabía a haber estado sudada todo el día. Me encantó. Lamí con ansia mientras Daryl seguía jodiéndome el culo. Cuando tuve bien la dura la polla del brasileño le dije al americano que parara. Sacó su polla de mi culo, dejando un GRAN vacío en mí que pronto iba a llenar. Hice que Daryl se pusiera de pie en la taza del wáter. Desde abajo se veía inmenso, tuvo que agacharse un poco ya que daba en el techo. Cogí su falo que se veía más inmenso aun y empecé a lamerlo por todos los lados.

-          ¿Venga métemela, a que esperas? – invité a Leo.

El camarero apuntó su tronco de Brasil en mi culo, dejó caer un escupitajo sobre su polla y empezó a empujar. No le costó nada ya que Daryl había allanado el terreno. La polla del brasileño se deslizó dentro de mi recto hasta notar sus huevos chocando con mi culo. Empezó bombear mi culo mientras me sujetaba fuerte la cintura. Yo seguía lamiendo la salchicha de Daryl y este me animaba con su mano. Aquella orgía improvisada con esos dos machos era de lo más excitante. Daryl le pidió cambio a Leo. Se bajó del wáter, me hizo subirme a mi de cuclillas y me la metió, haciendo que de mi boca se escapara un grito. Rápidamente Leo metió su polla en mi boca. Sabía bien a culo. Empezó a follarme la boca mientras Daryl seguía penetrando fuerte mi culo. No quería que se corriera aun así que cambiamos de postura. Hice sentar a Leo en wáter y me senté frente a él. Me clavé su polla y llevé sus manos a mi culo. Me agarró fuerte las nalgas y fue acompañando mi cabalgada. Daryl acercó su rabo a mi boca me hizo chuparla. Se la mamé de gusto sin sacarla de mi boca mientras Leo seguía sin sacar su polla de mi culo. Daryl avisaba que se corría e hice a Leo que se corriera también. Les dije que quería su leche en mi boca. Me arrodillé y mirando a sus caras de vicio, esperé a que derramaran toda la lefa de sus pollas en mi cara. Fue bastante cantidad, se notaba que se habían puesto bien cachondos. Me dejaron allí tirado y sucio, pero encantado.

El día siguiente llegábamos a puerto y volvíamos a casa. Antes de bajar fui a despedirme de todos mis amantes marinos. Encontré al oficial danés y le di un morreo, otro para Daryl y otro más para Leo, agradeciendo que me hubieran enseñado el auténtico crucero del amor.