El crucero del amor II
Me quedé embobado mirándolo como se enfadaba con sus hijos y pensé que me gustaría ser uno de esos mocosos para sentir su aliento en mi cara
Nos sentamos a desayunar y enfrente nuestro se sentó una familia que parecían americanos. Ella la típica rubia con tetas operadas, delgada y con voz de pito. Una niña y un niño, de no más de 10 años, se veían muy americanos, rubitos, muy blancos y traviesos. Y el papá…el papá, menudo papá. Típico americano también, pero de los guapos. Parecía deportista porque era muy grande y fuerte. Moreno con el pelo rapado tipo militar. Las facciones muy marcadas, unos labios muy carnosos y unos ojos claros. Vestía una camiseta de tirantes que dejaba al aire unos brazos enormes y muy marcados. Me quedé embobado mirándolo como se enfadaba con sus hijos y pensé que me gustaría ser uno de esos mocosos para sentir su aliento en mi cara. En una de esas que el tipo se levantó a coger algo de comida y pude observarlo por detrás y era como armario ropero. Mediría 1,90m, de espalda ancha y fuertes piernas, tenía un culo enorme y firme, que se le ajustaba muy sexy a sus bermudas. Aproveché para levantarme y acercarme a él. Se puso a seleccionar embutido y yo a su lado. Pude olerlo, no olía a colonia ni a jabón, solo a macho recién levantado. Me estaba poniendo como una moto. Le pedí las pinzas de la comida para servirme. Me las dio y puede ver de cerca esas manazas. Le di las gracias y le sonreí. Él me sonrió. Me preguntó si sabía qué tipo de queso era uno de color negro. Le dije que era un especial de cabra. Yo lo había visto en alguna boda. Me preguntó si estaba bueno. Yo cogí un trozo y se lo ofrecí. Él mordió y parece que le gustó. Ahora tenía que morder mi anzuelo. Me dijo que era sudafricano, pero que hacía años que vivía en Nueva York. Yo le dije que era español y él me dijo: servesa fría!! Era lo único que aprendió cuando estuvo en Palma de Mallorca. Fue muy agradable y los cinco minutos más calientes de mi vida. Cada vez que me contaba algo no podía dejar de imaginar esos labios fuertes succionando mi ano. Como no tenía a Julio para que me follara me contenté con una paja.
El día pasó rápido, actividades en la piscina, juegos varios, relax en la playa y por la noche a cenar todos juntos. La noche anterior no me había fijado, pero uno de nuestros camareros era realmente guapo. Leo era brasileño, moreno de piel sin ser negro, no muy alto, pero fuertote. Tenía una sonrisa muy bonita. Cada vez que me servía me la enseñaba y me parecía de lo más sexy. Y cuando se daba la vuelta yo le miraba el culazo brasileño que tan bien le quedaba en el uniforme. Y cuando lo tenía enfrente también le miraba el paquete. Después de cenar fuimos a ver el espectáculo al teatro y al finalizar yo dije que me iba un rato a la cubierta a tomar el aire. Cual fue mi sorpresa que allí estaba mi americano. Daryl llevaba una camisa de lino blanca y unas bermudas verdes, junto con unas sandalias que mostraban sus enormes pies de macho. Me dijo que su mujer y sus hijos se habían ido a dormir y que él necesitaba desahogarse. Me explicó que había ido un poco forzado a ese viaje y encima con los niños. Yo le animé a desconectar, que aquello era increíble y que se podía divertir de muchas maneras. Le invité a tomar una copa, luego dos, luego Daryl se animó y me dijo de ir al casino. Estuvimos un rato jugando y tomando. Después fuimos a la discoteca, seguimos bebiendo. Eran las 2 de la mañana y llevábamos un buen pedo. Pero Daryl no había perdido ni un ápice de sensualidad. Cuando íbamos camino de los camarotes Daryl casi se cae, yo lo agarré, pero era tan grande que no pude y caímos los dos. Sorry my fríend! Me dijo con su voz grave de borracho y me abrazó fuerte. Pude sentir su fuerza en mi cuerpo y su olor a colonia mezclado con sudor y alcohol. Mi polla se puso dura. Lo levanté como pude y lo llevé a mi camarote. Lo tumbé en la cama, le di un poco de agua y lo puse más cómodo. Le quité las sandalias y la camisa. Lo observé detenidamente. Hasta me atreví a rozar mis dedos por su piel. Era tremendamente sexy. Como un Dios griego. Me agaché para olerle la piel y darle pequeños besos. Me fijé en su bulto y parecía grande. Me atreví a tocarlo. Era grande. Lo apreté y él no reaccionó. Le desabroché el botón y le bajé la cremallera. Sus slips negros marcaban un buen nabo. Empecé a tocarlo, pero Daryl no reaccionaba. Le bajé los calzoncillos y un olor a polla y meado inundó mi cara. Tenía una polla muy bonita y gorda junto con unos huevos casi sin pelo. Decidí lamerlos con la puntita de mi lengua, entonces Daryl reaccionó, pero enseguida me metí su polla en la boca y le dije que se relajara.
- Espero que me dures más que con la bebida – le dije.
Y empecé a lamer su pollón con ganas hasta ponérselo muy duro y grande. 20 cm rodeaban mi mano mientras le pajeaba. Daryl empezó a suspirar de placer. Ya lo tenía como quería.
- Te voy a cabalgar grandullón – le dije.
Me desnudé, me unté lubricante en el culo y le puse un condón a Daryl. Me subí encima de mi macho americano y fui metiendo su polla en mi culo, pero entre la goma y su borrachera no había manera de meterla. Me salí de encima y le quité la goma. Empecé a chupársela de nuevo hasta volver a ponérsela dura y esta vez no me lo pensé. Tenía que meterme esa polla como fuera. Me senté a pelo y esta vez si aguantó dura. Comencé un sube baja lento notando como las venas de su polla rozaban mi culo. Él suspiraba y me pedía más. Me llamaba pequeño marica mientras me daba alguna nalgada. No sé si se había follado algún culo gay, pero se estaba esforzando de lo lindo. No cambiamos de posición pues no hubiera podido moverlo, así que seguí cabalgando su polla durante un rato y cada vez más fuerte. Me encanta estar montado en una buena polla y llevar el ritmo de la follada. Me muevo en círculos muy rápido y se les pone la polla durísima. Después subo y bajo y me quedo con la polla a medio meter para después clavármela hasta el fondo. Eso no falla para que se corran de gusto. Daryl empezó a bufar como un toro y avisó que se corría. Yo me saqué la polla del culo y toda la lechada cayó en mi espalda, resbalando caliente hasta mis nalgas. FUCK! Es lo que gritó Daryl. Había hecho un buen trabajo. Me salí de encima de él y empecé a chuparle la polla recogiendo el resto de su semen. Me gustaba y seguí lamiendo su tronco. Pareció gustarle y se puso de nuevo a tono. Me dijo que no parara. Le empecé a comer los huevos y hasta me dejó chuparle el culo. Le levanté las piernas y allí estaba majestuosos su culazo de macho, bien sudado. Lamí su raja y sus nalgas mojadas, hasta llegar con mi lengua a su ano. Daryl se moría de gusto y empezó a masturbarse con ganas. Yo también hice lo mismo. Me agarró del pelo y me dijo que se corría. Me obligó a meter mi boca en su polla y no sacarla hasta que hubiera descargado toda la leche. Yo la tragué con gusto mientras me corría. Acabamos exhaustos y dormimos juntos. A las 7 de la mañana Daryl se despertó un poco avergonzado y desconcertado. Le expliqué lo que había pasado. Lejos de enfadarse se disculpó y se marchó. Y me pidió que no dijera nada. A veces también sé tener la boca cerrada. Yo seguí durmiendo y me despertó Julio picando a la puerta. Le abrí desnudo.
- No has venido a desayunar – me dijo.
- Me acosté tarde – le dejé entrar y me fui a la cama otra vez.
- ¿Mucha fiesta? – me preguntó dándome un azote en el culo. Me agarró por detrás y empezó a besarme el cuello.
- Una fiesta americana – le dije mientras jadeaba notando sus besos.
- ¿Y por qué no avisas?
- Eran las 2 de la mañana y tú estabas acurrucado con tu mujer.
- Pero ella estaba vestida, no como tú ahora. Y tú coño me gusta más – me dijo metiendo dos dedos dentro de mi culo.
- Ves con cuidado que aún estoy sensible – me quejé un poco – el yanqui tiene una buena salchicha…aaaaaah
- Te lo ha dejado bien abierto - Julio sustituyó sus dedos por la polla. Y así toda dentro me empujó hasta el balcón, salimos al exterior y empezó a follarme de pie, de forma suave como le había pedido, pero con todo el placer.
- Estás loco – le dije, aunque aquella situación me estaba encantado.
- Así verán tus otros machos que yo también puedo darte placer – y empezó a empotrarme – y tú aprenderás a no exhibirte delante de mí, guarra - se agarró a la baranda para darme más fuerte.
- ¿Estás celoso? – le dije gimiendo.
- Un poco – me dijo mientras daba más fuerte. Yo empecé a gemir, sin miedo a que nos pudieran oír y mientras miraba el inmenso mar, un inmenso líquido llenaba de nuevo mi culo.