El crucero del amor

Y así solo con la gorra y su polla semi erecta, esperó mi marinero, a que yo me arrastrara hacia él y empezara a comerle el rabo con ganas

El vuelo salía con retraso y Julio, el socio de mi padre y mi habitual amante, aprovechamos el delay para buscar un baño en el aeropuerto donde no hubiera mucha gente y poder dar rienda suelta a nuestro calentón. Pero fue misión imposible, en pleno agosto el aeropuerto lleno y los baños también. En vista del éxito nos metimos en el cuarto para cambiar a los bebes. Me quité los pantalones y me ensalivé bien el culo metiendo dos dedos para dilatarlo. Mientras Julio se había bajado sus bermudas y calzoncillos y ya estaba menando su polla semidura mientras observaba como masturbaba mi culo. Cuando ya tuve listo mi ano, bajé el cambiador de bebes, me subí encima y me espatarré, invitando a Julio a follarme a pelo. Con su rabo duro se escupió bien de saliva y apuntó en mi agujero. Sus 17cm fueron entrando con todo el amor.

-          Aaaaaaaaaaaah siiiii – yo gemía de placer.

Julio empezó un bombeo delicioso, en círculos, adelante y atrás, clavando su polla lo más fuerte que podía. Me subió la camiseta hasta el cuello y empezó a comerme las tetas con ganas, poniendo mis pezones bien uros para después pellizcarlos fuerte, mientras no dejaba de follarme con ganas. El cambiador empezó a hacer ruido y menos mal que enseguida se corrió porque de esa nos cargamos el chiringuito. Descargó toda la leche en mi culo mientras clavaba más fuerte su polla.

-          ¡Qué gustazo! ¡Cómo lo necesitaba! – me dijo mientras sacaba su rabo de mi culo.

Nos vestimos y al salir una señora extranjera con un bebé pelirrojo y feo nos miraba con cara de pocos amigos, pero salimos tan corriendo que no le dio tiempo de decirnos nada.

Por fin despegamos rumbo a San Juan de Puerto Rico para coger un crucero que nos llevaría por las todas las islas de Caribe. La familia de Julio y la de mi padre decidimos hacer ese viajazo por las buenas ventas del año. Durante el vuelo Julio y yo nos escapamos alguna vez al baño para hacerle una mamada, no podía creer la energía que tenía mi macho y lo bien que rellenaba sus huevos de leche. Al aterrizar fuimos al hotel, el barco no zarpaba hasta el día siguiente, así que nos relajamos haciendo turismo, un poco de piscina y a dormir pronto.

El barco era precioso, de 15 plantas, con todo tipo de detalles. Los pasajeros fuimos accediendo al interior hasta llenarlo con 3500 personas. Los camarotes estaban super bien hasta tenían balcón. Los bufets de comida espectaculares y el servicio del barco muy amables todos. La primera noche era la cena del capitán, donde este cenaba con nosotros y daba un discurso de bienvenida. Teníamos que vestir de gala y Julio estaba espectacular con su traje fino de color azul. Yo no podía dejar de mirarlo y él a mí. Alguna vez nos lanzamos una mirada lasciva o yo le sacaba la lengua. Incluso llegué a tocarle el paquete con mi pie por debajo de la mesa. Me estaba poniendo malo, pero debía controlarme. El capitán resultó ser el típico de película, canoso con barba y coloretes. Nada atractivo, pero me fijé en el chico que estaba a su derecha, debía de ser un ayudante porque vestía con el traje blanco de marinero y llevaba algunos galones. Era realmente atractivo. Pelo rubio, ojos claros, no debía tener más de 30 años. Parecía sueco. Era alto y se veía fibrado por los bíceps que marcaba su brazo mientras sujetaba una copa de champan. Le lancé un par de miradas, pero no se dio cuenta. Al terminar la cena debíamos ir al teatro del barco porque hacían un espectáculo. Yo fui con mi padre a saludar al capitán por cortesía, pero a quién quería saludar era al marinero buenorro. Efectivamente era extranjero, danés. Me contó que llevaba 6 años como oficial en ese barco. Le gustaba mucho su trabajo, aunque echaba de menos a su familia. Yo seguí con la charla hasta preguntarle si se iba a su camarote o nos tomábamos una copa. Afortunadamente aceptó. ¡Era marinero, danés y gay! Allí dejé a mi familia y a Julio mirando con recelo como me iba con el marinero.

Llegamos a su camarote y nos empezamos a besar con pasión. Metía su lengua hasta el fondo de mi boca, mientras con sus manazas apretaba fuerte mi culo. Me decía que estaba super caliente. Que hacia muchos días no mojaba y que tenía los huevos llenos. Yo le decía que lo iba a vaciar. Se quitó su chaqueta blanca y su camisa más blanca aun, quedando con camiseta de tirantes, pantalones, gorra y zapatos. Estaba super sexy. Yo me alejé de él y empecé a desnudarme lentamente. Me quité la camisa y me bajé el pantalón y espaldas a él mostrándole mi tanga blanco. Él puso cara de vicio y me llamó putita. Cogí su chaqueta y me la puse, también su gorra, y me tumbé en la cama. Le dije que podía continuar con el striptease. Él se quitó la camiseta mostrando un pecho fuerte y sin un solo pelo, un abdomen marcado y unos brazos a juego. Se bajó el pantalón y su calzoncillo era blanco también, bien ajustado a su paquete, un paquete que empezaba a endurecerse. Le lancé la gorra y le dije que se desnudara. Se quitó los gayumbos, mostrando una polla larga y blanca como su ropa. Unos huevos gordos que prometían estar llenos de leche. Me saludó a la orden y le dije que no se moviera. Y así solo con la gorra y su polla semi erecta, esperó mi marinero, a que yo me arrastrara hacia él y empezara a comerle el rabo con ganas. En más de una ocasión quiso bajar el brazo, pero le obligué a tenerlo así mientras durara la mamada. Me encantaba tener a ese macho oficial sometido a mi boca. Conseguí poner su polla bien dura hasta que alcanzó unos 21 cm, se la dejé bien babeada, lista para enfundarme. Me apoyé contra la mesa poniendo mi culo bien en poma. Él me quitó el tanga mientras besaba mis nalgas, para después abrirlas y meter su lengua en mi agujero. Era delicioso sentir como mi ojete se abría cada vez que me pasaba la lengua. Apreté bien su cara contra mi culo mientras él no dejaba de devorarlo. Se levantó y se puso un condón. Poco a poco fue metiendo su barco en mi puerto. Íbamos tan cachondos que no hizo falta mucho para que enterara hasta el fondo. Alucinó con mi capacidad anal y eso le excitó más. Empezó a follarme con ganas mientras yo seguí curvado hacia delante con mis manos apoyadas en la mesa, soportando cada embestida de mi marinero. Cuando se cansó de esa posición me cogió en volandas y empezó a follarme en el aire, mientras mis piernas rodeaban su cintura y mis brazos su cuello, él agarraba fuertemente mi culo. Después me puso en el suelo de moqueta y abriendo bien mis piernas empezó follarme, apoyó una de mis piernas en su hombro y empezó a embestirme con fuerza fuerte. De pronto empezó a convulsionar y me avisó que se corría, que venía mucha leche. Me preguntó dónde la quería. Yo cogí su gorra y le pedí que se corriera dentro. Se sorprendió, pero lo hizo. Varios trallazos cayeron dentro de la gorra. Después incliné la gorra sobre mi boca y dejé que toda su leche entrara dentro. La saboreé bien y me la tragué. El sonrió mientras se secaba el sudor. Le pregunté si me regalaba la gorra y el aceptó. Le día un beso y así bien follado me fui a mi camarote con el souvenir de mi marinero bien impregnado de lefa.

Al día siguiente Julio estaba sentado espatarrado en la cama de mi camarote, queriendo saber todos los detalles del polvo con mi marinero, pero yo no podía contarle nada porque tenía la boca llena de polla.

Te folló bien el marinerito? La tiene grande?

Yo asentí a todas sus preguntas sin dejar mamar su rabo, cada vez más rápido. Cuando noté que le faltaba el aire para preguntar y avisé que se corría, empecé a hacerle un pajote hasta que escupió toda la leche mañanera en mi cara. Yo relamí todo y me lo tragué.

-          Ya podemos ir a desayunar – le dije. Mientras Julio se guardaba su rabo limpio y yo pensaba lo bien que había empezado el crucero y lo increíble que me lo iba a pasar.