El crucero, continuacion

Angela empieza a "comprender" cual es su lugar

Ángela se despierta y abre los ojos, aun esta oscuro, así que debe de ser de noche. Las tripas le exigen que vaya al baño, así que estira la mano para buscar el interruptor de la luz, pero no puede moverla; confundida, intenta incorporarse, y golpea con la cabeza algo metálico, y entonces los recuerdos la asaltan, el secuestro, la jaula, la violación, tratarla como al ganado,... La joven se desespera despertando de una pesadilla para caer en otra, vuelve a patalear, a estirar de los grilletes e incluso da un par de gritos antes de romper a llorar de desesperación Y esto no ha hecho mas que empezar.

Aun no se le han secado las lagrimas cuando las pequeñas cintas transportadoras les sirven el desayuno. Al igual que todas las demás, Ángela saca la cabeza de la jaula como una gallina explotada, pero al ver el desayuno, mas pienso, y al sentir en el culo la presión de las comidas anteriores, decide saltarse el desayuno. Quince minutos después, las cintas se retiran y empiezan a llegar las oleadas de dueños a recoger a sus mascotas. Esta vez Roberto no la hace esperar, le pone la correa, la saca de la jaula y abandonan el almacén junto a otras perras. La lleva a su camarote en silencio y al cerrar la puerta con llave se da cuenta de que su perra esta levemente encogida, mantiene los muslos muy pegados y no para de cambiar el peso de un pie al otro.

-¿Necesitas ir al baño? - Le pregunta sin ocultar cuanto le divierte.

Ella asiente y Roberto ladea la cabeza, como si no entendiera lo que le dicen. Tras unos segundos de extrañeza, Ángela recuerda todo el trato.

-Guau!

-Buena chica – su sonrisa se ensancha – pero para que te deje usar el mio tendrás que hacer algo por mi. Me chuparas la polla.

Ella niega con fuerza, intentando reflejar enfado con la cara, eso es lo que hacen las putas, no las chicas normales y decentes, entonces decide devolverle su juego y emite un gruñido. Al contrario de lo que esperaba, la sonrisa de su captor se ensancha.

-El problema que tenéis las perras sacadas del estado salvaje es que estáis acostumbradas a hacer donde y cuando queréis, pero ahora estas en un mundo civilizado, tienes que cumplir unas normas de tiempo y lugar, y si quieres que te ayude a saltártelas, has de darme algo a cambio. Pero como quieras, yo no tengo prisa, ni necesito tu ropa.

Con estas palabras se sienta en el borde de la cama y observa con calma su bailoteo nervioso. Finalmente Ángela asiente, se acerca a él y se arrodilla mientras Roberto se abre los pantalones y le muestra el pene ya casi erecto. Ella abre la boca y duda, finalmente saca la lengua y lo toca con la punta, como se hace cuando te obligan a probar una comida que no te gusta, poco a poco va lamiendo la punta del pene, cada vez usando mas superficie de la lengua; en seguida se da cuenta de que siempre que la lengua toca mas abajo de la punta él da un respingo, así que va lamiendo cada vez mas abajo, hasta que termina ladeando la cabeza, rodeando el pene con la lengua y recorriéndolo de arriba a abajo. Al oír que Roberto empieza a jadear entiende que ya lo esta excitando y que si sigue así evitara tener que metérselo en la boca, pero él la saca de su error al sujetar el pelo con una mano, extender la otra tras la nuca y empujarla hacia si mismo, metiéndole todo el pene de golpe. Totalmente dominado por la excitación no la deja hacer y la mueve él mismo adelante y atrás, casi como si se estuviera masturbando, hasta que de golpe se corre en el interior de su boca, la suelta y ella cae hacia atrás, tosiendo, jadeando, y escupiendo.

-Maldita perra callejera. ¿Como se te ocurre escupir mi leche? Ella le mira molesta. "Como se te ocurre escupirme eso en la boca".

-El castigo quedara aplazado, o no llegaremos a la cita.

Se agacha, recoge la correa del suelo y entra en el baño; ella le sigue aliviada, y apenas logra contenerse mientras él le baja la ropa con deliberada lentitud, se sienta en el váter y orina tan relajada que no le importa que el ruido de sus necesidades se oigan con absoluta claridad en un momento carente de intimidad. Después de orinar vino lo demás

-No es nada sexy verte apretar, también vamos a tener que remediar eso – le dice Roberto mientras le limpia el culo y la vagina. - vamos, tenemos una cita.

Recorrieron varios pasillos hasta llegar a una zona que Ángela no había visto antes y entraron por una puerta en la que ponía "Veterinario". Dentro les esperaba la típica mesa metálica, cajones y armarios llenos de botellas, y un hombre vestido de verde.

-¿Eres Roberto?

-Si.

-¿Y esta es la perra?- dice mientras la examina con gesto molesto.

-Si. - Asiente de nuevo.

-Esto es poco ortodoxo, pero bueno. ¿Que necesitas? -El clásico reconocimiento básico, quiero que le pongas una espiral anticonceptiva, y que la pongas a mi nombre.- Mientras lo detallaba todo, Roberto volvió a bajarle los pantalones y las bragas, y le enrolló la camiseta bajo las axilas, dejándola semidesnuda.

-Muy bien, veamosla.

En seguida pasaron a hacerle el clásico examen. El veterinario le reviso los dientes, los oídos, la manoseo por todas partes, metió los dedos en su vagina y le puso el termómetro en el culo, todo ello muy humillante.

-En principio no se le ve ningún problema, parece sana y fuerte. Ayúdame a subirla a la mesa y procedemos con lo demás

La pusieron de rodillas en la mesa con la cara pegada contra su superficie, mostrando todo su sexo, lo que permitió que le colocaran el anticonceptivo. Después pasaron a hablar de documentos de propiedad, y Roberto repartió varias firmas mientras el veterinario rellenaba otros, murmurando "raza mestiza, color del pelo negro,...".

-¿Como se llama?

-Sassy.

Ángela miro a Roberto sorprendida y confusa, ¿acababa de cambiarle el nombre? -Ponle bozal mientras ultimo esto.

-No hace falta, se lo aseguro.

-¿Tienes idea de cuantas de estas bestias me han mordido? Yo solo las trabajo con bozal.

-Ya ves que no es cosa mía - La explico mientras sacaba la mordaza y se la ponía

-Vamos allá, enséñame el pecho, bonita.

Entonces ella vio lo que llevaba el veterinario en la mano: una jeringuilla de plástico con una aguja que debía tener tres o cuatro milímetros de grosor. Intento gritar bajo la mordaza y patalear, mientras Roberto la sujetaba por los brazos y los hombros y el veterinario inmovilizaba un pecho con una mano, clavaba la descomunal aguja y presionaba el embolo.

-Ya esta, joder. Y tu no querías ponerle bozal.

Aun sin soltarla, por precaución, el veterinario le paso un chisme blanco sobre el pecho pinchado, el aparato pito y el veterinario metió en el ordenador el numero que le dio la maquina.

-Ya la tienes. - Dijo mientras le mostraba a Roberto la pantalla del ordenador, mostrándosela también a Ángela

Y lo que vio la golpeo como un mazo. Era el registro oficial de perros, del Estado, y estaba abierta la ficha de Sassy con todos los datos, es decir, su ficha. La habían convertido en una perra propiedad de Roberto, legalmente.

-Pues solo falta lo ultimo, yo te doy su nueva cartilla y tu me das la vieja.

Ángela vio que Roberto cogía algo parecido a un pasaporte, y entregaba algo parecido a... no, parecido no, acababa de entregarle su Documento de Identidad, que debía haber estado guardando desde el secuestro.

-Y deme también unos enemas, por favor.

Pocos minutos después la dolorida Ángela dejaba la consulta de su veterinario y se encaminaba de nuevo al camarote junto a su ya dueño legal.

En cuanto entraron en el camarote él la empujo despacio pero con firmeza contra la pared, le desabrocho el pantalón y metió las puntas de los dedos bajo las bragas. Ángela no supo el motivo de su reacción, pues le habían pasado muchas otras cosas, pero al imaginarse violada de nuevo su mente se negó e intento revolverse. Por supuesto Roberto estaba preparado, sujeto la correa justo en donde se une al collar y la pego contra la pared, llevándose consigo el cuello de la chica, piso la cadena que le unía los tobillos para que no pudiera mover las piernas, y rápidamente metió la mano entera bajo las bragas y hurgó en la vagina con los dedos mientras la miraba fijamente. Disfruto viendo como el placer y el éxtasis iban sustituyendo a la ira y el miedo, y cuando se quedo quieta aflojo la mano de la correa y empezó a acariciarle la cabeza mientras le hablaba con voz suave, casi un susurro:

-Eso es, mi pequeña Sassy, eso es.

Cuando llego el orgasmo, Ángela apoyo la barbilla sobre el hombro de Roberto y casi se desplomo en el suelo, pero el la sostuvo, la cogió en brazos y la tumbo en la cama, para en seguida tumbarse él a su lado, la rodeo con un tierno abrazo y la dejo descansar.

Pero el descanso no duro mucho, en cuanto empezó a aburrirse metió una mano bajo la camiseta y jugo con sus pezones, pellizcando y acariciando, mientras la otra mano bajo hasta el culo, e introdujo dos dedos dentro de su ano. Pero el precalentamiento también acabo aburriéndole, así que no le quedo mas remedio que levantarse, bajarle la ropa a Ángela y poseer su culo de nuevo. Ella mordió la almohada para no gritar de dolor mientras sentía como la partían por la mitad al no tener el ano acostumbrado a las penetraciones. Esto era ahora, un juguete, y mas le valía no romperse. La violación paró cuando volvió a correrse dentro de ella, tras lo que la obligo a levantarse sin descansar.

-Vamos a tomar el aire, pequeña.

Unidos por la omnipresente correa pasearon por la cubierta y se sentaron a disfrutar juntos del sol, él sentado acariciando a su perrita y ella arrodillada a su lado. El calor del sol, la brisa marina y las caricias constantes casi lograron eclipsar el dolor de permanecer sobre sus rodillas y la rabia de estar siendo tratada como una mascota domestica. En un momento dado un hombre que paso junto a ellos la miro con desprecio y pensó en voz alta "Nunca he entendido la costumbre de ponerle ropa a los animales". Bajo este semiplacer la mañana paso volando, hasta que de repente Roberto miro su reloj.

-Pero mira que tarde es. Y tu castigo aun pendiente. Vamos.

El hombre la llevo de la correa hasta la barandilla mas cercana. Una vez allí la hizo arrodillarse de cara al mar, se agacho a su lado y metió una mano bajo el pantalón para acariciarle la entrepierna, mientras con la otra le sobaba las nalgas. En cuanto noto que se estaba calentando de nuevo, la mano del culo se metió bajo su camiseta y fue acariciando la espalda, después el abdomen, y subió hasta sus pechos. Mientras los acariciaba movía la mano de forma que la camiseta iba subiendo cada vez mas hasta dejarlos al aire, y todo ello sin abandonar su vagina. Poco a poco ella comenzó a moverse al compás que él marcaba, dejando claro que volvía a abandonarse al placer, a lo que le exigía su cuerpo, a sus instintos animales; Roberto sonrió justo antes de iniciar su ultima distracción, le metió la lengua en el oído, y noto con satisfacción que ella inclinaba la cabeza para facilitarle el acceso. Justo en ese momento cerro la primera pinza en uno de sus pezones.

Ella grito, mas de sorpresa que de placer, y en cuanto recupero el control soltó un ladrido, como si intentara enmendarse. Ya sin subterfugios, Roberto uso ambas manos para ponerle otra pinza en el otro pezón, pero asegurándose de que la fina cadenita que unía las pinzas rodeaba la barandilla. Ella se miro los pechos atrapados, preguntándose que pensaba hacerle ahora.

-Bueno, Sassy. Espero que a partir de ahora valores todo aquello que decida darte, y para eso he elegido un castigo drástico, un remedio de choque. Como comprenderás, rechazar mi semen no requiere menos. - Entonces le dio un suave y cariñoso beso en la mejilla – Luego nos vemos.

Con esto, Roberto se puso en pie y se alejo de ella. Ángela giro la cabeza, pero él salio de su campo visual. Cuando la chica intento girarse la cadenita se tenso, y noto los pequeños dientecitos clavándose en la tierna carne de sus pezones. Volvió a mirarse las tetas mientras el miedo y la angustia crecían en su interior. Roberto le había dicho que nunca se separara de él, que solo estaba segura a su lado; al menos todo lo segura que podía estar un animal como ella en aquel barco de locos. Volvió a intentar localizarlo, girando la cabeza a un lado y a otro, intentando mirar sobre sus hombros, pero siempre notaba el dolor punzante en los pezones antes de verle. Pensó en llamarle, pero decidió que una perra llamando a su dueño en aquel barco duraría menos que un caramelo en un colegio, les haría saber a todos aquellos pervertidos que estaba sola y sin vigilancia. Mientras pensaba esto seguía mirando a un lado y a otro, esperando encontrárselo de vuelta, pero solo veía desconocidos, y lo que era peor, cuanto mas se desesperaba, mas le parecía que los desconocidos la miraban a ella. No le quedaba mas remedio.

-¡Guau!

Ladro una vez y espero en silencio a oír una aprobación. Como no oyó nada volvió a ladrar.

-¡Guau, guau! ¡Buf, guau!

Mas silencio.

-¡Guau, guau, guau! ¡Auuuuuuuuuuu! ¡Guau!

Muy a su pesar se imagino a un perro llorando porque lo atan en la calle para entrar en una tienda. Contemplo la idea de liberarse de un tirón, pero tras meditarla decidió que, si bien las pinzas no le arrancarían los pezones, si era probable que le hicieran varios cortes profundos, y lo ultimo que quería era que la curara el veterinario.

De repente alguien a quien no había oído llegar se apoyo en la barandilla a su lado para mirar al mar. Ella se callo de golpe, confiando de manera absurda en no llamar su atención, a pesar de que llevaba varios minutos ladrando y aullando delante de todo el mundo. Cuando aquel tipo la miro de reojo empezó a temblar, entonces él la miro directamente, la sonrió, dio media vuelta y se fue.

Al rato Ángela gano confianza de nuevo y retomo sus ladridos de llamada, pero a los pocos minutos volvió a callarse, pues noto que tenia a otro hombre junto a ella. Este no perdió el tiempo, simplemente se inclino sobre ella y acerco una navaja a su garganta; ella se quedo congelada de miedo, permitiéndole meter la otra mano bajo su pantalón "Ya esta, se están envalentonando. Van a violarme y a matarme, y todo por no querer tragar un poco de liquido". Pero para su sorpresa se limito a agarrar sus bragas, estirar de ellas, cortarlas con la navaja y olerlas. Después hizo una pelota con ellas y se las metió en la boca, empujándolas bien adentro con los dedos. Se marcho sin mas, conseguido el silencio que deseaba.

Ángela estaba temblando visiblemente cuando se le acerco el tercer hombre, que se quedo detrás de ella. La rodeo con ambos brazos, masajeo sus pechos y... soltó ambas pinzas. La joven necesito unos segundos antes de darse cuenta de que ya no estaba atada a la barandilla, pero cuando lo hizo se dio la vuelta rápidamente para encararse con su asesino, pero al tener los tobillos esposados, su torso giro mas que sus rodillas y callo sobre el individuo, que la aferro con ambos brazos. Ella intento revolverse y liberarse del abrazo.

-Soy yo, Sassy. Soy tu amo.

Sin lograr explicarse como o porque, Ángela enterró el rostro en su hombro y rompió a llorar. Había vuelto con ella, volvía a estar a su lado, volvía a estar segura. Jamas se había sentido tan asustada, tan desvalida y desprotegida, ni si quiera la primera vez que despertó atada y enjaulada. Realmente había temido morir, y eso ahora quedaba atrás, con él de nuevo allí

Lloro durante un buen rato abrazada a él, mientras le acariciaba el pelo con una mano y el culo con la otra, y le susurraba "ssssh, ya esta, ya ha terminado, ssssh". Cuando finalmente se recompuso, le saco las bragas de la boca y se las guardo en un bolsillo.

-Ya casi es hora de comer, vamos al camarote.

Esta vez le siguió con mas docilidad que nunca, inundada por una absurda sensación de gratitud por no haberla abandonado del todo... por haberla perdonado.

Una vez en el camarote Roberto no perdió el tiempo, y le enseño una gran ampolla de goma con forma de lagrima, un típico enema.

-Con esto ya no volverás a tener ganas en la jaula, lo vas a tirar todo aquí

Ella negó con la cabeza, ya le había metido suficientes cosas por el culo, y él le respondió recortando la correa y aplastándola contra la pared, dejo de presionarle para bajarle los pantalones hasta las rodillas, y aprovecho que ella se separo de la pared intentando luchar para darle la vuelta y volver a empujarla, esta vez cara a la pared. Con una mano la sujeto de la correa de nuevo, con un pie piso los grilletes de los tobillos, y con la mano libre le metió la punta de plástico del enema. Entonces acerco la cara a su nuca y le susurro "no es una petición, es mi voluntad, ¿entendido?". Ángela asintió y entonces él apretó la ampolla de goma. La chica apretó los dientes mientras el asqueroso liquido inundaba sus intestinos.

-Ahora toca esperar a que te haga efecto. Mientras esperamos, ¿que tal una mamada? Ella supo que no era una proposición, así que se arrodillo ante él, y se metió el pene en la boca. Sin quererlo ni planearlo, hizo su trabajo al mismo ritmo que el enema, pues fue acelerando conforme aumentaba la presión en su ano, y cuando logro que se corriera ella misma se sentía explotar. Por supuesto hizo un gran esfuerzo, y se trago todo lo que había salido del pene sin que se notaran mucho las arcadas. Entonces, estando Roberto satisfecho, la llevo hasta el baño y la dejo aliviarse mientras él miraba. Fue humillante, por supuesto.

-¿Ves? Así es mucho mas agradable de mirar, y podemos decidir cuando lo haces, y por descarte cuando no lo haces. A partir de ahora dormirás sin interrupciones de tus costumbres de cuando eras salvaje.

En cuanto hubo terminado la frase, sonó la sirena que marca el momento de guardar a los animales y se encaminaron al almacén Entre el miedo pasado durante el castigo, el no haber desayunado, y el desagrado del enema Ángela estaba muerta de hambre, así que en cuanto le sirvieron la comida cedió ante las exigencias de su estomago sin importarle que se trataba de comida para perros; solo tenia quince minutos para saciarse, así que apenas masticaba lo justo para que las bolas le cupieran en la garganta, las tragaba y volvía a llenarse la boca, tal y como hacen los perros. No se sintió mal como las anteriores veces pensando en que comían todas a la vez asomadas por una reja como ganado, en esta ocasión era toda hambre y ansia, y no fue capaz de pensar con claridad hasta que dejaron de suministrarles mas pienso.

Una vez terminada la comida se tumbo en el suelo de su jaula en espera de que Roberto volviera a buscarla. Miro a su alrededor, a las otras jaulas, a las otras perras. La mayoría intentaban dormir, unas pocas aun lloraban por su suerte, pero todas en algún momento u otro lanzaban miradas llenas de envidia y odio hacia la jaula de Ángela En realidad llevaba viendo esos sentimientos desde que subió al barco, pero le daba la sensación de que las emociones que transmitían eran cada vez mas intensas. La veían vestida (no sabían que no llevaba ropa interior, y tampoco era probable que les importara), caminando erguida sobre sus patitas traseras, y todas se preguntaban porque ellas estaban obligadas a ser incluso menos. La joven tubo mucho tiempo para pensar en ello tras la comida, en como debían de sentirse las demás, y cuando su dueño la saco de su jaula ella le siguió como siempre, pero intentando levantar bien alta la cabeza. Al ser consciente de los sentimientos de las otras perras no pudo evitar sentirse superior a ellas; a ella no la exhibían ante todo el mundo, no la obligaban a moverse a cuatro patas; Ángela era una esclava, un juguete, pero en comparación con las demás era casi humana, y lo peor es que se lo debía a Roberto, él la hacia especial, él la ponía por encima de todas las demás, la había convertido en una princesa entre todo aquel ganado.

Esa tarde fueron a su habitación, él se sentó en la cama y ella se arrodillo a sus pies para hacerle una felación, pero antes de empezar Roberto le metió un pequeño huevo vibrador en la vagina y lo encendió

-Así podemos precalentar los dos.

Fue mucho mas fácil disfrutar de la mamada cuando vio que ella empezaba a mover las caderas adelante y atrás al mismo ritmo que la cabeza, intentando follarse a una polla que no existía, provocada por el vibrador.

Cuando se sintió cerca de terminar la cogió del pelo y estiro hacia atrás, con la otra mano se sujetó el pene y pregunto:

-¿Donde quieres que lo coloque?

Ella dudo unos segundos, mas por la sorpresa de que le preguntara que por no saber que responder, pero en cuanto se repuso giro sobre sus rodillas hasta darle la espalda y se agacho pegando la cara al suelo, ofreciéndole su culo y su vagina. Satisfecho bajo los pantalones, saco el vibrador y metió el pene en su sitio. Horrorizada, cayo en la cuenta de que sentía alivio y satisfacción al sentir al fin el pene que su cuerpo venia reclamando desde que le vibrador se lo puso en marcha. No solo había perdido el control de su cuerpo, también el de sus pensamientos y emociones.

-Has sido una buena perrita, y esto merece un recompensa. Vamos a tomarnos una ducha caliente.

Solo con imaginar la sensación del agua caliente sobre la piel los ojos de la joven se llenaron de lagrimas de emoción, cuando pensó en que para ducharla tenia que desnudarla, y que eso requeriría desatarla lloro abiertamente de esperanza. Cuando finalmente Roberto le soltó las cadenas que unían sus grilletes se derrumbo en el suelo frotándose los insensibilizados brazos como podía Se dejo desnudar mientras trataba de mover los miembros, y cuando la puso en pie siguió dócil a su dueño a la ducha. Entonces él también se desnudo, se metió con ella en la ducha, puso una mano en su mejilla y le dijo:

-Ahora vamos a ponerte bien guapa, ¿vale, Sassy? -¡Guau! - respondió ella casi sin pensarlo.

En cuanto él abrió la llave del agua Ángela se sintió flotar, realmente sentía como el agua se llevaba toda la suciedad, tanto física como mental, dejándola limpia y pura de nuevo. Roberto la cubrió de jabón con las manos, frotando cada centímetro de su piel despacio y con suavidad, mimando a su mascota. Después ella se arrodillo y él le enjabono la cabeza, masajeando bien su cuero cabelludo; la joven cerro los ojos y se abandono por completo al placer, olvidándose de lo que había mas allá de aquella ducha, se centro en disfrutar de aquello. De nuevo el agua la cubrió de arriba abajo, llevándose todo el jabón, el sudor, el miedo, la ira,... todo se fue por el desagüe

Entonces Roberto empezó a besarle el cuello y a masajearle uno de los pechos con una mano, mientras la otra rodeaba su culo y la atraía hacia si. Ella se dejo hacer, limitándose a rodearle con los brazos el cuello mientras Roberto volvía a penetrarla. Una vocecilla en su cabeza le recordó que si no trataba de impedirlo dejaba de ser violación, pero ¿que iba a hacer? El camarote estaba cerrado con llave, y aunque lograra abrir fuera solo había sádicos y lunáticos, no tenia escapatoria ni razones para luchar. Habiéndolo hecho apenas unos minutos antes, su dueño no tardo en volver a correrse, por lo que la dio la vuelta poniendola cara a la pared y restrego el pene contra su culo para volver a excitarse. En cuanto recupero la erección apoyo la punta en el ano y empezó a presionar. Ángela apretó los dientes para aguantar el dolor, pero en cuanto sintió la primera punzada su cuerpo reacciono, sus brazos empujaron la pared y con la espalda golpeo a Roberto, que al estar sobre el suelo mojado y no haberse preparado para el golpe acabo estampado contra la pared. Ángela aparto de un golpe la cortina de la ducha y salio fuera, pero también resbalo y a punto estuvo de caerse de bruces; logro mantener el equilibrio, pero perdió el tiempo que necesitaba Roberto para saltar desde la pared sobre ella y tumbarla en el suelo. Se levanto, quedándose de rodillas sobre ella, de forma que cuando Ángela apoyo los brazos contra el suelo y empezó a levantarse, él rodeo su cintura con un brazo para impedirla alejarse, y con la otra mano cogió el brazo de la chica y lo retorció hasta su espalda. En esta postura Ángela estaba inmovilizada, con una mano atrapada a su espalda y la otra impidiendo que su cara golpeara el suelo. Excitado por la pelea Roberto no perdió el tiempo y la penetro analmente sin contemplaciones ni pausas, sin preocuparse de si el ano se dilataba a tiempo o no. Lo único importante era recordarle su lugar con fuertes y veloces embestidas.

-Sabia que serias difícil de domar, Sassy – le dijo entre embestidas y jadeos – por esto te elegí.. pocas perras salvajes... me harían disfrutar tanto la doma... y me satisfarían tanto cuando las hubiera domado... Aprenderás cual es tu sitio... que ahora eres domestica... te lo juro.

-¡No me llamo Sassy! ¡Me llamo Ángela!- ella rompió a llorar de nuevo - ¡Tengo familia, trabajo, una vida! ¡Soy una persona, tengo derechos! - él apretó contra su culo con mas fuerza, infligiendo mas dolor que cualquier bofetada - ¡Ahhhh! ¡Para, por favor!

Él se para con el pene aun dentro de su culo.

-¿Como te llamas?

-¡Ángela! - embestida - ¡Ah!

-¿Cual es tu nombre?

-¡Ángela! - otra corrección - ¡Basta, por favor!

-¡Dime como te llamas!

-¡Ángela, me llamo Ángela! ¡Ángela! ¡Ángela! ¡Ángela! ¡Ang...! En ese momento Roberto pasa a mayores, le mete una toalla en la boca, sujeta el otro brazo de la chica, permitiendo que su cara golpee contra el suelo, le sujeta ambas muñecas a la espalda con las dos manos, y usándolas como asas redobla la fuerza de su penetración anal, deseando realmente hacerle daño.

Ángela siente como se parte por la mitad, como si la hubieran vertido acero fundido por el recto, jamas en su vida había sentido tanto dolor, debía de estar desgarrándola

-¡Bafta, ov favod! ¡O dife! ¡Lo di-e!

Él redujo el ritmo de la penetración hasta casi pararse y le quito la toalla de la boca.

-Sassy... me llamo Sassy – dice la joven entre lagrimas – mi nombre es Sassy. Solo Sassy... basta, por favor...

-¿Que eres?

-Una perra... - vuelve a apretar con fuerza - ¡Ah! ¡Tu perra! ¡Tu esclava, tu mascota, tu juguete! ¡Soy todo lo que tu quieras, pero para ya!

Roberto sale de su interior, pero antes de soltarla le pone una prueba mas.

-¿Y que es lo que tienes?

-Nada... solo tengo lo que mi dueño quiere darme... solo soy lo que mi amo quiere que sea...

-Bien, creo que tenemos una excelente oportunidad para comprobar que lo dices de corazón ¿Lo has dicho todo de corazón?

-Si, mi amo... soy Sassy – le responde mientras se acurruca en el suelo llorando – me llamo Sassy... soy Sassy...

-Bien, pues ponte a cuatro patas. Ya.

Ella obedeció todo lo rápido que su dolorido cuerpo le permitió

-Levanta bien la cabeza, mira al frente, y no te muevas lo mas mínimo

Teniéndola totalmente inmóvil en una posición que recuerda a los perros de exposición, el hombre coge una toalla y se seca todo el cuerpo despacio, sin prisa, sin preocuparse por si Ángela esta incomoda. Cuando termina consigo mismo pasa a secarla a ella, pero con fiereza, frotando su piel con fuerza hasta enrojecerla. A Ángela le cuesta horrores, pero el miedo a otro castigo y el saber que cuando se porta bien la recompensa la ayudo a quedarse quieta. Después le seco y peino el pelo, en donde si puso toda la suavidad que podía, estaba claro que le gustaba su pelo, o tal vez los cabellos en general, quizá era algún tipo de fetiche.

Cuando ambos estuvieron secos salieron del baño y se vistieron. Ángela no se sorprendió cuando él volvió a atar sus tobillos, muñecas y codos, pero si de que le hablara tras hacerlo.

-¿Entiendes que tu me obligas a ser duro? ¿Que yo no quiero esto? Me encantaría poder llevarte sin grilletes, pero no estas preparada. - de nuevo acaricia su rostro con una mano antes de repetir - ¿Lo entiendes?

Ella asiente, aun sorprendida de no haber encontrado sangre en el baño, dado lo que le escocia el ano.

-Bien, túmbate en la cama.

Ella obedeció sin dudarlo un instante, Roberto se sentó a su lado, le bajo los pantalones hasta los muslos, volvió a ponerle el huevo encendido sobre el clítoris y metió los dedos de la otra mano en su vagina. Una mano no permitía que el clítoris se apartara del vibrador, y la otra no paraba de escarbar en su interior, explorándolo toda la vagina. Estimulada por dentro y por fuera, y frente al contraste del dolor que venia de su ano, Ángela tardo unos pocos minutos en correrse.

Si, definitivamente era mejor obedecer.