El crucero

Una mujer se va de crucero para olvidar a un marido infiel, ¿Que le pasará? ¿A quien conocerá?

El crucero.

(Primera Parte)

Me apetecía hacer un crucero por el Mediterráneo, tenia ganas de salir al mundo ya que por mil causas nunca había podido hacerlo, después de mi divorcio, (mi marido me había dejado para irse con una chica que podía ser su hija), tenia ganas de estar sola y sin ver la cara apenada de mis amigos, a los que seguramente les daría un morbo enorme verme como una divorciada con ganas de marcha, mas de un marido de mis amigas con mas "suerte" que yo se dedicaron a tirarme los tejos, pero les mande a hacer puñetas, no iba a ser yo la que hiciese daño a otra mujer.

Fui a la agencia de viajes y contraté el viaje, duraba una semana y recorría desde la Costa Azul hasta Malta, me gustó lo que vi y lo contraté, además la señorita que me atendió me dio muchas explicaciones ya que ella había echo ese mismo viaje pero en viaje de novios.

He de decir que a mis 40 años era una mujer guapa, me gustaba mucho arreglarme y no escatimaba en cremas de belleza, además me conservaba en el mismo peso y talla que cuando tenia 25 años, lo que hacia que muchos hombres y mujeres voltearan su cara cuando iba andando por las calles de Barcelona taconeando las calles, como si fuesen mías.

Llego el día del ansiado viaje, la noche anterior había llamado a una amiga de Roma, Carlota, que se emociono como una niña cuando le había dicho que en tres días estaría allí, si no naufragábamos, que en cuanto llegase la llamaría, y pasaríamos el día juntas si quería.

Y allí estaba yo, haciendo una kilométrica cola para entrar en el enorme barco, cuando por fin pude entrar en el fue como un sueño, todo estaba preparado para que el cliente de aquel enorme hotel flotante fuese el rey, y como en un cuento de hadas me vi llevada hasta mi camarote en la cubierta siete, una suite con terraza en la que podría tomar el sol en top-les o desnuda como quisiera ya que nadie me podía ver.

Al poco rato de estar en la habitación, trajeron mi maleta, no me había llevado mucha ropa porque quería disfrutar al máximo de las piscinas de los jacuzzis y del sol, además que en pleno verano con un par de vestidos frescos y un vestido de noche en paz.

Subí a la cubierta numero ocho allí, nos invitaron a todos los que viajábamos a un coctail de bienvenida, mientras una pequeña orquesta animaba el ambiente con su música.

Cuando me senté en una mesa, solo vi gente que se movía de un lado a otro, la brisa del mar hacia que me sintiese bien, dispuesta para disfrutar de todo.

Estaba mirando cuando una voz masculina me pregunto:

- ¿Puedo sentarme, señorita?

Levanté la mirada y vi al hombre mas guapo que había visto en mi vida, era alto, fuerte de sonrisa afable y con un cuerpo de escándalo, iba vestido con un pantalón y una camisa blanca, que dejaba entrever un pecho musculoso y con pelo negro, llevaba su espeso pelo muy bien cortado, estaba muy moreno y al sonreír se le veían unos dientes magníficos blancos como la nieve.

Le dije que por supuesto que podía sentarse, el ambiente, la gente y los coctails hicieron el resto.

Esa misma noche, cenamos juntos y después nos fuimos a ver uno de los espectáculos de los muchos que hacían, Alejandro que así se llamaba mi nuevo acompañante se comportó como un perfecto caballero, y al acabar el show, me acompaño a mi habitación, nos hizo mucha gracia a los dos compartir la misma cubierta, mi suite era la 722 y la suya la 733, así que sin darnos cuenta, éramos vecinos, por lo menos durante esa semana.