El crucero (2)

¿Que pasará entre Marta y Alejandro?

El crucero.

(Segunda Parte)

Cuando cerré la puerta de la habitación, repasé mentalmente todo lo ocurrido, no podía creérmelo, yo que según muchas personas era una mujer fría, me había comportado con ese desconocido como si fuésemos amigos de toda la vida.

Salí a mi pequeña terraza, allí el aire de la noche me despejó bastante, me estiré en una de las dos hamacas que habían allí, y recordé cuanto tiempo hacia que un hombre no me hablaba como él me había hablado como el me había tratado y como el me había mirado, con esa mirada penetrante de ojos oscuros que parecían querer meterse en mi sangre para sentir como me bombeaba el corazón, sin darme cuenta me estaba excitando, hacia tanto tiempo que mi ex no me tocaba, que, como siempre empecé a acariciarme los pechos, sentía como mis pezones respondían enseguida con su dureza, me imaginaba a Alejandro pasando su lengua suavemente por ellos, sentía como los lamía y chupaba con dulzura y con pasión, mientras mi sexo se humedecía mas y mas, lentamente baje mi mano hasta mi pantalón y empecé a acariciarme por encima de el, sentía como un orgasmo nacía dentro de mi como un volcán , entre en la habitación, me desnudé y me tire en la cama, allí empecé a masturbarme, acariciando con frunción mi clítoris, y en menos de cinco minutos alcancé un orgasmo brutal y que gracias a las almohadas que me tapaban la cara no se oyeron mis gemidos en toda la cubierta.

Me dormí enseguida.

Al día siguiente me levante tarde, eran mas o menos las diez de la mañana, me puse el bikini y me fui a dar un buen baño en una de las piscinas, busqué con la mirada a Alejandro pero no le vi, después del baño, pedí un café y me senté a tomar el sol, cuando una voz conocida me saludó.

-Buenos días bella durmiente.

-Buenos días Alejandro, ¿cómo estas?

-Muy bien y tu, ¿Has dormido bien esta noche?

Al oírle hablar así creo que me puse roja, recordé como me había masturbado pensando en el, no pude por menos que mirarle, llevaba un bañador de esos que tapan hasta media pierna, pero sin querer mis ojos se fueron hacia su "paquete", imaginaba como la tendría seguramente seria de buen tamaño, con gruesas venas marcándole todo su pene y unos grandes huevos, seguramente tendría mucho vello, pues a la vista estaba su pecho y esa pequeña franja de pelo que nacía de sus ingles y se perdía hacia arriba.

-Marta, te estoy diciendo si quieres un café

-Perdona Alejandro, estaba distraída, claro que si.

-No quieres salir hoy, dicen que Sicilia es hermosa muy hermosa .

Al decir eso no me quitaba ojo de encima, vi como calibraba mis pechos y como miraba mis piernas, yo no sabia como comportarme así que nerviosamente las crucé , el no decía nada sólo me miraba y yo como una tonta pensaba que si me habría oído la noche anterior, pero despeje esos pensamientos, en aquel momento el camarero trajo el café y no se que movimiento hice que el café vino a parar encima mío, salte como un gato al sentir como me quemaba, el hombre se deshacía en mil disculpas, y yo le dije que no pasaba nada que había sido un accidente, que había sido culpa mía, pero una enorme mancha roja se extendía en mi muslo, así que me levanté y me dirigía hacia mi habitación a cambiarme, cuando Alejandro se me acerco me cogió por el brazo y me dijo:

-Ven Marta, en mi habitación tengo una crema para casos como este, te irá muy bien.

Me deje llevar por el hasta su habitación una vez dentro, me dijo que me iba a lavar con agua y jabón y que luego me pondría la crema.

Y allí estaba yo, tendida en su cama, mientras el me lavaba aquella rojez con delicadeza, yo miraba sus manos, de pronto nos miramos los dos y el se acercó a mi y beso donde me había quemado, me miro a los ojos y siguió besando mas arriba, hasta que llego a la braguita del bikini, y entonces siguió besando mi pubis por encima, al oír mis gemidos, sus manos se pusieron sobre mis pechos y acaricio mis pezones, notó su dureza y como en mi sueño, empezó a lamerlos, su lengua era grande, espesa, cuando me beso en la boca nuestras lenguas se encontraron, sentía su aliento, y sentía como dentro de mi crecía un deseo que no podía soportar, así que alargue mi mano y la puse encima de su pene que estaba duro como una piedra y era enorme.

Nos desnudamos con urgencia con ganas de hacer el amor como dos animales, la palabra clave era deseo, cuando estuvimos desnudos, Alejandro se puso encima de mi y de una vez me metió todo su ariete dentro, creía que me moría de placer, cabalgamos los dos, como dos animales en celo, me corría, no podía evitarlo, me corría como nunca, mientras follabamos nos mordíamos la boca el cuello, y el seguía mamando de mis pechos, hasta que en medio de aquel fragor, sentí como me llenaba de su semen, mientras de nuevo yo me corría otra vez mas.