El crío

Lo que les voy a contar ahora es algo que se me fue completamente de las manos, y me saco de ese mundo culto de buen gusto e intelectual, donde me sentí reinar desde que soy una adulta. Algo que me hace estar caliente aunque mi guapísimo marido a quien amo me folle muy bien y que me tiene caliente c

Como se empieza un relato que tarde o temprano hablará de sexo? La respuesta a esta pregunta es muy fácil; describiendo físicamente a sus protagonistas y si viene a el caso, haciendo incluso una descripción psicológica.

Esto, que funciona casi siempre, puede tener sus excepciones. Como por ejemplo ante un relato de

zoofilia

, o

necrofilia

, donde a menudo, sería mucho mejor no describir físicamente a los protagonistas y donde describirlos psicológicamente sería impensable:

_era un chihuahua muy especial, tremendamente sexi, aunque de una manera que hasta el mismo desconocía; se lo veía tímido y

excitante

cuando le ponía su mantita rosa de salir a la plaza...o

_a pesar de ser un cadáver nada fácil, duro de trato y quisquilloso, era sensible y con un corazón enorme.

La descripción es importante porque si el lector se siente atraído hacia los protagonistas, es bastante probable que siga leyendo...aunque depende el lector (los hay quienes seguirán leyendo aunque se sientan sumamente repelidos)

Por eso, aquí, bajo un seudónimo, puedo hacer algo que en la vida real sería impensable: hablar de mi apariencia física; Un tema que me da un poco de vergüenza, aunque no tengo el más mínimo problema en alabar extensamente la belleza y los dones ajenos.

físicamente, soy delgada, de estatura media; 1 66 o 67, el pelo oscuro, cortado casi al rape y ojos negros. Muy buen culo, piernas largas y tetas más bien grandes para mi delgadez y a decir de mis amantes, especialmente hermosas.

A pesar de que en general mis rasgos son irregulares y poco etéreos (nariz y boca con mucho carácter, cejas gruesas, etc) el conjunto general es de elegancia y hasta cierta fragilidad. Pero lo mejor de todo es mi piel; muy bella, heredada por linea materna de una serie de cabronas que parecen mucho más jóvenes de lo que son.

Bajo un seudónimo, puedo decir también , que soy muy atractiva sexualmente y que por una razón que se me escapa ( y esto es la pura verdad) soy la hembra dominante en cualquier grupo en el que me encuentre, aunque yo no use una gota de maquillaje y me comporte desde hace años con los hombres como una perra orgullosa (aunque amable y bien educada)

Y es este orgullo, el que desde muy cría me convenció de que jamás iba a permitir que la gente anteponga mi belleza a la fuerza de mi carácter o a mi inteligencia. Ya que la belleza vacía y superficial, es novedad que se posee y se abandona como a un objeto.

Por eso para mi, las pequeñas vanidades y rencillas femeninas son infantiles, no compito nunca y en general, a las mujeres las trato con ternura y sinceridad y me adoran.

Esa soy yo, aunque también podría tener antenitas y tentáculos, lo que

créanme

me produciría un placer enorme. O ser un motero gordo y pelirrojo, lo que quizás también.

Lo que les voy a contar ahora es algo que se me fue completamente de las manos, y me saco de ese mundo culto de buen gusto e intelectual, donde me sentí reinar desde que soy una adulta. Algo que me hace estar caliente aunque mi

guapísimo

marido a quien amo me folle muy bien y que me tiene caliente como un animal aunque me masturbe una y otra vez mordiendo las sábanas y jadeando el nombre de esta persona, este crío 10 años menor a quien traté al principio de conocerlo con condescendencia y hasta un poquito de desdén y por el que estoy ahora mismo con las piernas abiertas el coño completamente mojado y los pezones duros como piedras absolutamente

incapaz

de encontrar la forma de calmarme o de aliviarme.

Y es que derramaría un montón de lágrimas pero soy

incapaz

de soltarlas ni siquiera en la intimidad, aunque para cualquier otra cosa me muestre extremadamente sensible y llore por motivos de lo más humildes y es que no se puede dejar de ser quien uno es y los rasgos que nos caracterizan, por mucho que evolucionemos nos acompañan de una manera u otra y nos marcan a lo largo de la vida.

Pero

empecemos

por el principio, por donde siempre empiezan todas las cosas,

por el momento en que lo conocí, hace ya bastante.

Digamos que nos conocimos en la universidad de sociología. Esto no es exactamente cierto, pero como se habrán dado cuenta este relato es una catarsis y no me gustaría que alguien de mi círculo, leyendo esto, se termine dando cuenta de quien soy.

O mejor dicho, no me gustaría que él se diera cuenta, si por casualidad llegara a leer esto.

imagínense ese momento; el primer día:

Uno esta ahí, presentándose por primera vez, hablando con desconocidos. Dice cosas neutrales aunque dando bastante información (al principio es inevitable) pero intenta que esa información sea de lo menos intima posible:

_Si, soy extranjera, vengo de (digamos) Venezuela. _Si, estudié esto, esto y lo de más allá._A, no, es que estoy casada;_Bueno, la sociología me interesa porque blablabla... y de pronto, él dice alguna cosa y lo miro.

Ya lo había visto estando sentados, me llamó un poco la atención pero no demasiado. Pero ahora lo miro nuevamente. Es guapo, pienso, pero así, como al pasar. Es joven (aunque en ese momento creo que mayor de lo que después comprobé que era)

Es muy alto y tiene una camiseta con algún ídolo típico de la adolescencia. Eso es todo lo que sucede el primer día, pero hay más, porque si en aquel momento ni siquiera me quedé con su nombre, le recuerdo ahora a través de sus movimientos que en cambio si me quedaron completamente grabados.

Pero, ahora es tiempo de cambiar el tono. Esto que escribo, se asemeja cada vez más a una historia de amor, y no es, ni tiene que ser nada más que una historia de intenso deseo sexual.

Es así, como al describir a nuestro chico los detalles más importantes deberían ser los que se perciben con el deseo:

Por ejemplo la forma de moverse de un hombre, la forma que tiene de agarrar las cosas, la forma de sus manos...Las manos son de suma importancia para definir la belleza de una persona, las manos suelen ser también una síntesis de alguien y suelen ser coherentes con su sexo.

Con mirar las manos, sé si me iría a la cama con alguien o no. Así de simple.

Es bueno no engañarse al respecto; no son las cualidades del alma las que convencen al animal que habita en una mujer para follar. Si son las que te pueden llevar a una gran amistad o a enamorarte profundamente, y después de eso puede venir el acto en si mismo. Pero lo que te lleva acerca a la cama de alguien son otras cosas, es la genética, la grita desde la sangre con una voz muy poderosa que hay una compatibilidad.

Por eso me interesa el olor de alguien, la estructura osea, el timbre de voz o sus movimientos (y en general toda la información que la naturaleza codifica tan admirablemente) mucho más de lo que me esté contando, de su forma de percibirse y de definirse a si mismo.

Luego está el factor morbo, donde juega su papel la lucha de poderes.

Hay ciertas características que son simplemente irresistibles. Nuestra literatura y nuestra pornografía está llena de ejemplos de algo innegable: muchos hombres han sentido alguna vez esas ganas primitivas de "bajarle los humos" a alguna mujer. Cualquier mujer que esté en una situación privilegiada con respecto a la suya propia y que además sea atractiva, puede pasar a merecer un castigo a base de sexo, con el resultado final de esa misma mujer siendo sodomizada, llamada puta y zorra o de rodillas con la cara completamente cubierta de semen del ofendido. Semen que esta lamerá ávidamente o el cual será obligada a tragar.

Yo no sé si de la vereda de enfrente las cosas son muy diferentes, me es imposible hablar en nombre de "las mujeres" y solo puedo hablar en el mío.

El acicate para mi depravado ego es también y sin originalidad ninguna el poder. El sentirte sutilmente superior a otro ser humano. Ese momento de inseguridad y azoramiento que un hombre intenta ocultar en su mirada. En los momentos en que un hombre es simplemente un libro abierto en el cual lees sin ni siquiera esforzarte y el cual podrías utilizar como un manual de instrucciones si te apeteciera.

Cuanta oscuridad se puede esconder en el sexo! y que increíble es que esa oscuridad sea irresistible para tanta gente.

Que hacer cuando tienes ese poder? Un poder que sirve para dañar a los hombres, para castrarlos negando su masculinidad. Para que los hombres se sientan fascinados y desconcertados por nosotras, y para que algunos, los más débiles, se sientan incluso humillados por nuestro gesto más mínimo o por el simple hecho de que existamos.

Este poder es muy peligroso, es el equivalente a la violencia masculina o mejor dicho, es violencia también y a la larga siempre se vuelve en contra de su portadora, si esta no es capás de ser humana y compasiva. Un acto de violencia siempre genera otro de igual magnitud.

El peligro mayor se esconde en la ira, una ira fría hacia el género masculino, inconsciente y un exterior atractivo son una bomba de relojería.

capítulo 2

El tiempo pasó y nos fuimos conociendo todos un poco más, aquí es importante hablar del factor grupo. Una historia no se desarrolla igual en un grupo cerrado y por lo tanto represivo, que en una isla desierta. Aunque la represión viene siempre desde adentro, en un grupo encuentra los espejos necesarios para reflejarla y hacerla rebotar de manera continuada.

Como siempre pasa en los grupos, poco a poco se comenzaron a distinguir ciertas personalidades. A pesar de hablar abiertamente de mi estado civil y de (incluso) usarlo como escudo, algunos de los hombres no tardaron en marcar territorio a mi alrededor. Al contrario a lo que puede parecer, yo respeto ampliamente este tipo de reacción primitiva y simplemente me comporto al respecto de la manera más sobria que puedo.

Pero él no. Él fue desde el principio diferente; aunque si lo descubrí mirándome muchas veces con una mirada de fascinación casi infantil, algunas otras su mirada irradiaba una masculinidad y una seguridad natural tan grande, que ahora mismo se me altera la respiración solo de recordarlo.

Y es que la lujuria masculina, cuando está contenida por una fuerte personalidad, una que inspira respeto, hace que las mujeres simplemente nos conmocionemos muy profundamente.

Él es un ser humano muy orgulloso, aunque su orgullo está escondido en cierta dulzura. En sus movimientos un poco torpes y sus ideas de chico campesino, un poco ingenuo, muy idealista.

En su forma de no participar nunca de las mezquindades del cotilleo. En el echo de que en todo el tiempo compartido, nunca lo vi burlarse de nadie ni nunca lo vi envuelto en alguna situación baja o vergonzosa.

Como llegué a admirarlo! Me encantaba escucharlo hablar de sus ideales, muchas veces absurdos y sin originalidad propia. Pero siempre nacidos de una bondad natural, y de los cuales casi me burlaba en secreto.

Parece un socialista utópico del siglo pasado. Sin una gota de sarcasmo pero lleno de pasión. Muchísimo más apto para amar a la humanidad y alguna causa perdida que para amar y descubrir el universo de otro ser humano.

Con el tiempo también llegaron los pequeños roces y los no tan pequeños.

Esos que hacen que en un instante te sientas plenamente consiente del cuerpo

de otra persona.

cuando estábamos de a varios, en grupo, le gustaba pararse detrás mío. Acercarse mucho pero sin tocarme; con la polla cerca de mi culo, como para intimidarme, pero no lo suficientemente cerca como para que yo pueda decir o hacer algo al respecto.

Yo en cambio si tenía la oportunidad de estar cerca suyo no podía reprimirme y lo olfateaba, como un animal. Su olor, que tiene algo fresco, limpio, muy joven y delicioso es también un olor a macho y a dominio (si es que algo así puede olerse)ingredientes imposibles de mezclar, supongo, pero que ahí estaban.

Lo que si es innegable, por lo menos en mi caso, que todas estas sensaciones que ahora les cuento, provenían del lado salvaje; ya que la parte racional, ni siquiera se planteaba el verle como un hombre. Simplemente yo tenía el marido perfecto y ningún niñito, le iba a hacer la más mínima sombra.

En aquel momento se los hubiera certificado, e incluso me hubiera reído un poco.

Todas estas cosas que les cuento ahora, mucho más objetiva y sincera que en ese en ese momento, donde se me escapaban. Las iba echando yo en algún lado del inconsciente, restándole importancia y dejándolas que día a día me envenenen.

Pero déjenme que se los describa un poco más. Hoy, que me siento triste y hablar de él tiene algo de consuelo.

Vamos a llamarlo S, no porque quiera imitar esas novelas del romanticismo alemán y francés, tan llenas de condes de G o señoritas que mandan correspondencia a la casa de campo de su primo en el pueblito de D, si no porque me es imposible llamarlo por cualquier otro nombre que no sea el suyo.

He hablado mucho del efecto definitivo que las manos de los hombres tienen conmigo, sin embargo sus manos nunca me atrajeron. A pesar de no ser pequeñas o regordetas, tienen algo de incompleto y de imposible de identificar.

No soy capaz de decir como son en realidad. Aunque se que no son bellas o atractivas, si son muy masculinas, pero de alguna manera no las entiendo y no podría describirlas.

y luego el resto; la espalda muy ancha, no demasiado musculoso, elástico, fuerte, delgado y de miembros elegantes.

Muy alto, ya lo dije antes y oscuro, aunque no su piel, bastante clara. Con la boca sensual, gruesa, y la nariz recta perfecta.

No voy a mentir, a veces lo veía feo, vulgar incluso con un aire un poco tonto.

Otras en cambio, lo veía tan hermoso, que le hubiera saltado al cuello como una loca, muerta de deseo por él. Y es que nunca en mi vida me sentí tan atraída por alguien. Con la necesidad de morder y gritar y con ganas de que me folle contra una pared, como a una prostituta, delante de todo el mundo y sin que me importe una mierda.

La situación por supuesto

comenzó a influir en mi comportamiento. De pronto un día me sorprendí vistiéndome para él. Provocándole aunque sin aceptarlo. Rechazando sus miradas pero volviéndolo loco con un flujo mucho más sutil. con las palabras justas y con la ropa justa.

Desde siempre me vestí algo sexi, con un punto de chica mala, sin excederme, pero sin negar la carga sexual que posee la ropa. marcándome la distancia a el resto del mundo (Excepto por la ropa interior, que al ser un secreto, es donde la sexualidad se puede expresar a sus anchas)

Pero en ese tiempo cada vez que me vestía, la ropa me acariciaba de manera distinta. La ropa le hablaba a él, le explicaba lo que yo no podía. Que a pesar de todo lo que estaba sintiendo, de la locura interna que comía al desayuno me negaba rotundamente a descorrer el velo.

Porque soy cobarde, porque amo a mi esposo y me niego a lastimarlo, porque quiero proteger a S. Porque me importa el juicio negativo sobre mi persona. porque soy soberbia y me creo mejor que otros. Porque tengo miedo de perder a mi marido. Porque tengo la suficiente disciplina para aguantar la tortura. porque siempre me puedo enojar con la vida y echarle la culpa de todo.

Las razones más mezquinas se mezclan con las más elevadas, para descubrirse al final, que no hay elevado o mezquino. que como es arriba es abajo.

Come dice el I ching: "El hombre superior debe proteger alentar e influir sobre los vulgares con su bondad". El hombre superior es uno mismo, los vulgares también.

incluso ahora, tan lejos siento de pronto una bocanada de anhelo que no tiene ninguna explicación y a la que no logro encajar en molde alguno. Anhelo de otro ser humano? de poseerlo?.

pero bueno, no sé donde quiero llegar con todo esto. Como se están imaginando aquí es el omnipresente orgullo el que está a punto de salir ganador en esta historia; el ego rancio, la personalidad imposible.

Hubiera hecho falta mucha humildad para entregarme a la situación. A él le hubiera hecho falta demasiada experiencia para manejarla.

El amor es el único capaz de unir lo dispar. de acoger en su sacralidad todo lo que se contradice. Es lo único capaz de lograr que dos ideas o seres opuestos convivan en el mismo mundo. Pero el amor generoso está a veces en una dimensión inalcanzable para nosotros.

La historia termina más o menos de esta manera (o no, quien sabe) yo lo rechazo cien veces y el me rechaza una pero definitiva y aniquiladoramente. Nos separamos bastante tristes los dos, nadie puede consolar al otro, aunque nos gustaría.

Todos salimos perdiendo (pero también ganando).

Se que prometí que la historia hablaría de sexo tarde o temprano. Y lo hay, hay un montón de apasionado sexo. Pero de pronto me he quedado sin estomago para afrontar la tarea (como les dije esto es una catarsis)

...

Lo siento mucho, es injusto y les pido que me perdonen.

Quizás la próxima.