El crápula embaucador de mi hijo
Un adolescente nunca debería ver a su madre como Álvaro la admiraba. Era noche cerrada cuando salió de su habitación en camiseta y pantalón de pijama y su madre estaría dentro durmiendo a pierna suelta. El idiota de mi padre prefiere meneársela con una niñata frente a la tele en vez de follársela...
Definitivamente me abrí de mente y a mi hijo. Nos convertimos en "cómplices", en una historia que durante los primeros días me dejó helada…tuve que vivir en una continua disonancia cognitiva reflexionando durante ese tiempo entre lo justo y lo correcto, pero en conclusión comprendí que no hay nada más bonito en esta vida que dar amor y recibirlo…, sin lugar a dudas su máxima expresión está concentrada en cubrir de sexo consentido todo el afecto que le tienes a un hijo. Si hay muchas culturas como la tibetana, que toman el incesto como algo natural, ¿Por qué iba a amargarme por algo que me pedía el cuerpo? Negarme sí era contranatural…. Tengo un hijo precioso llamado Álvaro de años, de 1.70, rubio, de cara aniñada y rasgos casi perfectos, media melena, delgado al que se le comienza a marcar un perfil musculoso. Muy tierno de carácter… afable con sus amigos y con su familia. Yo he de reconocer que soy resultona, morena y de una talla de pecho espectacular que a mis 38 años son bastantes golosos para los hombres, además de un firme culo grande donde perderse…, con este cuerpo y mi sensualidad confirmada siendo popular entre el sexo “fuerte”, no entiendo muy bien que mi marido me desatendía así, privándome de esos buenos polvos que a mí tanto me gusta recibir a diario. Con todos esos machos están dispuestos a dármelos, me sentía un tanto frustrada… por eso, desde que mi hijo me explicó su problema, por otro lado común en todo adolescente, pero que a mi niño lo sumergía anímicamente, volqué todo mi amor en él, mi único y excepcional primer hombre al que amo con locura desde el primer día de su gestación. Si bien fue él quien usurpó el lugar de su padre, luego fui yo quien utilizó las armas de mujer para seducirlo y colmar nuestras necesidades en las largas tardes libres que me permitía el trabajo . En un semental como Álvaro pronto dieron resultado de inmediato mis señuelos…, no olvidemos que a los 18 años están salidos como un monos, poco había que azuzarle para llegar a follar como locos…, a pelo y sin tapujos. He de reconocer que la potencia del chaval me sobrecogió sobremanera desde el principio…su energía, su cipote rondando los 17 cm de largo y una gordura perfecta de 4 cm, es capaz de sacándome dos orgasmos en cada polvo. Estoy segura que… ¡El muy pícaro sabía mucho más de lo que me confesó! , pero no le voy a recriminar por ello.
Aquel día de comienzos de nuestra relación, se metió a darse una ducha, entré justo cuando comenzó a mojarse…. – Bueno, cielo, si quieres te ayudo yo.
– ¡Amparo!, en ocasiones trata de marcar distancias llamándome por mi nombre de pila. – ¡Hace años que no me bañas! Ya no soy un niño…
– ¡¿Y qué crees que me voy a asustar?! Me hice la valiente. – Te recuerdo que soy tu madre, te he visto desnudo durante muchos años, además he de confesarte que a mis 38 años he visto algunas pollas, no solo la de papá… me acerqué a su oído y le confesé… ¡Tu madre ha tenido varios novios antes de casarme con tu padre…! Me quedé riendo.
– Esa confesión se la podías haber ahorrado a tu hijo…
– ¿Crees que por eso tu madre es una Puta?
– Bueno no, supongo que no. Cuando eres joven es normal tener varios novios.
– ¿Entonces no te avergüenzas de mí?
– Claro que no mamá, somos familia y no creo que pase nada porque me veas desnudo duchándome…, pero no mires mucho ¿Eh? No te vayas a enamorar… dijo siguiéndome la corriente de la seducción
– No seas tonto… a mí me tienes enamorada desde el primer día que te tuve en mi vientre .
Allí estaba haciéndose el interesante con la polla al aire todavía un poco flácida pero larga, con el Glande cubierto por el prepucio aun, con un poco de pelusilla en el pubis pero el cipote límpido y precioso y, unos grandes huevos colgando dentro de un estirado escroto, me sonreí. No sé por qué, pero estaba feliz con aquella aventura. Empecé a bañarlo, sentía que mi hijo podía haber sido mi único "novio", el chico pronto se dejaba hacer por mis manos sobre su cuerpo. Le enjaboné el pecho y el cuello. Mi mano rozó su suave culo sin pelo alguno… tierno, carnoso y terso. Y se dio la vuelta. Nadie dijo nada, pero ambos sabíamos que tenía que asearle su masculina virilidad también. Lo hice con la mano, acariciando ese "tronco" suave de donde cuelga una gran bolsa carnosa que contiene el gran par de huevos bien sabrosos…, en nada empezó a crecer entre mis dedos. Le miré a los ojos y, observé que su miraba se hallaba directamente a mis ubres a través del escote. Y con la mano derecha, como una pava, seguía magreándole el palo, que a su edad era ya es de un tamaño adulto o más grande y gruesa si cabe. De repente, en una de mis sacudidas salió su orondo glande bajando el prepucio… aquella polla descapullada era digna de una obra de arte clásica de Mirón . No paré en ese momento, ni siquiera me tapé el escote porque sería demasiado obvio. Me levanté y él intentó darme un beso que no esquivé. Su respiración iba a mil…, lo enjuagué con la lluvia de la ducha.
– Bueno, mi vida, a secarte...
No pude contenerme y le sequé de primeras su falo, para ver como pulsaba, me electrizo todo el cuerpo. Notaba su calor y dureza a través de la toalla. Los dos de pie, frente a frente, pecho a pecho, nos abrazamos en tal clima propiciado por la intimidad y la lascivia de su madre sonriendo cínicamente….
– Gracias mami, me expresó a media voz.
Notaba clavada su masculinidad endurecida en mi bata. Y empezamos besarnos en los labios, con un pico, del pico pasamos a los labios húmedos y de ahí por hizo falta mucho para llegar a la lengua… nos comíamos como obsesos entregándonos nuestras salivas inmersos en la lujuria ¡Me encanta comerme a mi hijo! Empezó a apretarme contra él para notar cerca mis pezones erguidos, me besaba por la cara, en mi cuello. Me desató la bata y noté su pecho y su vientre directamente con mis tetazas y mi barriguita, pero en especial su polla pegada a mi vulva carnosa e hinchada, dejándome mis labios vaginales lubricados al saber lo que me esperaba.
De repente, me pasó su lengua por mis pezones succionándolos a modo de saca leches…. – ¡No puedo controlarme mami!
– Pues no pares de mamarme las tetas que te alimentaron… aunque ya no tengan leche.
Sentí un dolor punzante cuando me mordió el pezón erecto, sin embargo me excitó como a una perra en el instante que el semental la quiere montar…me separé bruscamente de él acalorada ¡Toda la sangre de mi cuerpo hervía! Fui al dormitorio cayendo sobre la cama, mi chico me siguió los pasos. Me di cuenta que estaba desnuda sobre las sábanas expuesta para él, mi hijo tenía sus ojos clavados a mis tetas de pezones duros en ese momento, en mi coño, en mí cuerpo sugestivo para la cópula, presto al apareamiento animal. El muy salido ¡Se puso encima mí con intención de follarme! ¡¡Sin preliminares!! Esa era una de las actitudes que debía cambiarle, un buen semental ha de aprender a tratar a las hembras que se folla, de tal modo que disfruten también. Apreté mis muslos y noté su verga atrapada en ellos.
En un último intento, mientras el apretujaba en duras caricias mis mamas, le puse mi mano en su cara y le dije… – Álvaro, hoy me puedes follar hasta que me revientes el coño…. pero antes tienes que comérmelo.
El solo pudo contestar…. – ¡Mamá, me haces daño, me duelen los huevos!
¡Menudo dilema! Era mi tesoro, y en ese momento temí hacerle daño en sus delicadísimos testículos todavía en crecimiento. Miré preocupada hacia abajo y abrí mis muslos…le había apresado sus tiernos huevos… y es que el muy cabrón los tiene tan grandes que le cuelgan mucho.
– Gracias, mamá, ahora está mejor.
Se puso entre mis muslos y se los abrí para que alojara la cabeza entre ellos y su boca en mi coño. El chico sabía tratar mi vulva, mis labios e incluso el clítoris bajo mis instrucciones, no lo hacía como era lo deseable, pero pronto no habría que indicarle nada para que lo hiciese bien. Su lengua recorría mi raja e introducía la punta en el conducto, para sacar el fluido de él…luego se encarnizaba con el clítoris, un espigón endurecido tan grande como un garbanzo del que estoy muy orgullosa. Mi hijo lo trataba bien, y de vuelta a mi vulva follándome el coño con la lengua. Continuó el cunnilingus lo esperando mi orgasmo…, finalmente estallé con mi hijo entre las piernas… – Ahora tu madre necesita que la folles, le dije muy puta.
No se demoró un instante, bien empalmado, su falo entró en contactó con mis labios vaginales, me abrió la gran raja de mi coño ¡Estaba mojadísima…! Y bajo mi atenta mirada comenzó a penetrarme viendo como desaparecía su rabo en la hendidura por donde le vi nacer. Él empujaba con fuerza mientras se agarraba de mis hombros. No podía hacer otra cosa… "consentí". Di un respingo y dejé que poco a poco mi hijo amado me conociera, que sintiera mi vagina húmeda y mi cuerpo ardiente. Se puso frenético avivado por las sensaciones de estar follándome, hizo unos movimientos pélvicos extremados provocando que su tranca se saliera del conejo acogedor materno, hizo varios intentos para perforarme de nuevo, su estoque no daba con la entrada pese a que tengo un buen coño .
No pude más… – Shsssss. Espera cariño… Le cogí la vega y la dirigí a mi cueva otra vez.
Me la insertó con presteza, lo sentía dentro, lo sentía duro entrando y saliendo cada vez un poco más deprisa. A veces se salía del todo pero ya aprendió a clavarla…entraba perfectamente por lo húmedos que estábamos, la dilatación producida en mi vagina y la rigidez perpetua de su polla. Yo empinaba un poco el culo para que la inserción fuera más directa a la par que profunda, notando sus huevos golpear mi coño, al tiempo que me besaba en la boca, yo también se la ofrecía. En un abuso de poder masculino la insertó hasta la raíz con cierta rabia, deseando partirme en dos. Me abrí por completo a mi hijo para que sus 17 cm de tranca me perforasen sin compasión.
Era un acto de amor supremo. Lo amaba por completo… – ¡¡Mamá, mamá…, me voy a correr muy rápido, que me voy ya…!! Me clamaba como si eso fuera un delito…
– Tranquilo, cielo, no te preocupes por nada. Piensa en otra cosa y aguantará más…
Le besé en la mejilla dulcemente, hasta que se puso coloradísimo. Me soltó varios empujones fuertes, tan contundentes que casi me mete los huevos en el coño y sin poder remediarlo más eyaculó dentro de mí. Noté la leche derramarse en el conducto uterino, ese lugar donde últimamente su esperma me regaba uniéndose a la de su padre, ambos me inundaban con intención de ser fecundada… Así era como lo sentía. Al tiempo que desovaba su descarga seminal, acabé besando con lujuria su nuez, pues sé que en al tal circunstancia es lo que más le excita, así me confesó, a la vez le metía un dedo por su ano… la mejor forma de obtener una copiosa eyaculación del semental. Se vació todo el contenido del escrotal, dejando seca su próstata. El chico se quejó de su precocidad eyaculadora, pidiéndome perdón.
Lo amaba tanto que quise hacer de aquella experiencia algo normal, para nada traumático… – ¡Álvaro mi vida, mi amor! No pasa nada, ¿Vale? Hoy te has corrido muy rápido, otra vez aguantarán más… solo es cuestión de mucha práctica.
Enseguida preguntó algo que debía tener preparado… – ¡¿Mamá verdad que hacemos lo hacen otras muchas familias?!
– No lo dudes mi vida. Esto es muy bueno hacerlo con frecuencia para que lo aprendas bien….
Nos vestimos como si nada anormal hubiera ocurrido. Quise aparentar normalidad, como madre moderna que soy, pese a que el incesto no tiene nada que ver con la modernidad. En mi interior tenía enormes dudas, que iba dirimiendo a medida que nuestra relación se consolidaba… Yo solo deseaba lo mejor a mi único hijo, como buena madre desvivida por su bienestar físico y anímico, sin embargo no siempre pensé de la misma manera, como es de imaginar en una familia con roles clásicos donde… un hijo es hijo y nunca amante. No obstante, obviar que los hijos varones tengan fantasías sexuales con su madre es ridículo. Somos la mujer más entregada a ellos y suelen confundir amor maternal con carnal…
Un adolescente nunca debería ver a su madre como Álvaro la admiraba. Era noche cerrada cuando salió de su habitación en camiseta y pantalón de pijama. Le sorprendió ver una luz tenue y titilante iluminando vagamente el recibidor, al fondo del pasillo. Con sigilo atravesó el corredor hasta llegar a la puerta acristalada del salón de dónde provenía la luz. La tenue fuente lumínica no era otra cosa que la pantalla de televisión del salón que alguien visionaba a esas horas y cuyos haces luminosos no solo alumbraban la estancia sino que traspasaban la cristalera de la puerta que daba al recibidor. Con una insana curiosidad empujó la puerta suavemente para poder meter la cabeza en el salón y , ver quién estaba haciendo uso de la tele a esas horas. La coronilla que sobresalía por encima del respaldo del sofá era claramente la de su padre y lo que estaba viendo le dejó entre pasmado y divertido. Unas imágenes de una adolescente retozando desnuda, besándose con un maromo que la penetraba. Se le antojó demasiado joven para su padre con un coñete de pelo muy fino y unas tetitas aún muy tiernas incluso para el mozo que se la follaba.
Con una sonrisa pérfida volvió tras sus pasos, cerrando la puerta con sigilo y puso rumbo en dirección al baño ubicado frente a la puerta de su dormitorio, en mitad del pasillo, tal y como había sido su intención inicial. Antes de meterse dentro y encender la luz para orinar se fijó en la puerta del cuarto de sus padres al otro lado del pasillo. Estaba entreabierta y sin duda su madre estaría dentro durmiendo a pierna suelta. “El idiota de mi padre prefiere meneársela con una niñata frente a la tele en vez de follar con su mujer. ¡Qué suerte tan mal aprovechada tienen algunos!” De repente una idea alocada cruzó como un rayo por su cabeza. Retrocedió un paso volviendo a plantarse en mitad del pasillo. Miró hacia el fondo del corredor fijando su vista en la puerta tras la cual dormía su madre y pensó en su padre meneándosela en solitario poniéndole los cuernos a su hermosa madre merecedora de todos los polvos de mundo…. Inspiró una bocanada de aire y, con cautela y sigilo, dirigió sus pies descalzos hacia la entrada del dormitorio, empujó la puerta y se coló en el cuarto de sus padres plantándose a los pies de la cama nupcial. No sabía exactamente con qué propósito lo hacía, sin duda guiado por la cabeza menos pensante de las dos. Se dijo a sí mismo que solo quería ver a su madre dormir y disfrutar, si era posible, del dibujo que sus tetas formarían en el fino salto de cama. O tal vez un pajote frente a su cara y correrse en su pelo. Pero entonces, en medio de la penumbra y con la polla en la mano oyó decir casi sonámbula de boca de su madre…
– Ya estás aquí ¡Umm!
Ante la indudable confusión de su progenitora pensó que podría meterse en la cama y, quizás, pegarse a ella sin que se diera cuenta de la usurpación de roles, abrazarla desde atrás y notar su calor. El calor de sus tetas entre sus manos. Rodeó la cama hasta el lado contrario al que ocupaba su madre, apartó las mantas y se detuvo un momento nervioso, indeciso con el ritmo cardiaco en ascenso y la polla erguida… “Si se despierta, le puedo decir que no podía dormir y que solo quería abrazarla como cuando era pequeño”.Se dijo para sí y s e metió en la cama con sumo cuidado, observó la tenue luz del pasillo a través de la puerta con los cinco sentidos en alerta. No había indicios de que su padre estuviera volviendo pero tenía el corazón a mil por hora. Con suavidad se pegó a su espalda plegando su cuerpo al de ella. La erección al notar su culo contra sus ingles no se hizo esperar. La tela era lo suficientemente fina como para que Álvaro pudiese meter su polla entre las nalgas de su madre por encima de la prenda. Apoyó una mano en su cintura mientras se apretaba contra ella se manera muy sutil. Las leves embestidas le proporcionaban tanto placer que pensó de nuevo en la paja que se estaba haciendo su padre frente a la tele. Pensar que el idiota lo prefería a esto. Él también se estaba pajeando pero lo hacía con el culo de su mujer, que se dejaba hacer poniendo el culo respingón para sorpresa del chico que atendía a su ofrecimiento. La mano que tenía posada en la cadera de su madre comenzó a acariciar toda la extensión de su culo. Era una hembra hermosa digna de los placeres divinos del olimpo. Cada vez exploraba más y más porción de su cuerpo hasta que le dio por intentar atrapar una teta. Y lo consiguió. Tenía cogida la teta por encima de la tela saboreando el inmenso pezón del que un día mamó la leche materna. La excitación era tan grande que casi se corre de gusto ahí mismo de no ser porque la culpabilidad y sobretodo el miedo de ser descubierto por su padre, todo ello hacía que fuese un manojo de nervios… “¿Y si la sobo debajo del camisón? Si se despierta no sabrá que soy yo el que le mete mano con esta oscuridad. Si me dice que la deje en paz paro y me voy. Nadie sabrá que le he tocado las peras a mi madre”. Dicho y hecho.
No solo le había bajado el tirante asomando una teta que sobaba como masa de pan, sino que además había levantado la parte baja del camisón colando su polla junto a su culo. Solo las bragas impedían que su polla tuviera acceso a algo más íntimo. Lo mejor de todo era que su madre pacía en un duerme vela recibiendo al macho de la casa. Su respiración era honda y prolongada lo que no indicaba un profundo y pesado sueño como hubiera deseado en un principio, pero estaba allí con el consentimiento de ella, dispuesta a ser follada…. Era uno de esos días felices de tu vida y no lo iba a desaprovechar, tanto que estaba a punto de llorar de placer. La sobada de teta junto a los leves empujoncitos de su polla contra su culo iba a terminar en una corrida muy placentera que no olvidaría jamás. Anda que no iba a hacerse pajas a costa de lo de hoy. Entonces se oyó un carraspeo que casi le hace caerse de la cama. ¿Su padre? Peor aún. Su madre acababa de despertarse del duerme vela, y es que los leves empujoncitos de su polla no lo eran tanto como él pensaba…
– Mmmm, joder Martín. Si es que vienes muy tarde a la cama…. A la vista tenía su verga enfilada en la mullida vulva sintiendo amenazado el coño, sin dejarle decir una palabra prosiguió diciendo… – ¡Venga, fóllame pero acaba pronto! ¡Ummm! Dijo entre sueños siempre igual.
Su madre se colocó boca arriba con las piernas levemente separadas. Escasos segundos después volvía a caer adormilada tal y como su respiración rasposa demostraba. Álvaro, atónito y todavía con la teta en la mano, no daba crédito. Se había pegado tal susto que casi se le cae el mundo abajo. Su madre se había despertado mientras le sobaba la teta y no se había dado cuenta de que era él y no su marido. Una risa floja asomó en su cara cuando la sangre volvió a circular por sus venas. Miraba a su madre en la penumbra sin perder de vista la puerta. Ese era el momento adecuado para pirarse a su cuarto a hacerse una paja tal y como su padre estaba haciendo ahora en el salón. Tenía la boca seca y su respiración era tan agitada que iba a acabar con todo el aire de la casa. Si lo dejaba aquí podría salir como un campeón. Tentar la suerte nunca trae buenas consecuencias y sobar el coño de su madre no es tentar a la suerte, es jugar a la ruleta rusa. Dejó de pensarlo más y se desnudó por completo tirando la ropa al suelo. Su madre no se movió de su posición así que puso la mano sobre una teta , la amasó unos segundos y la fue deslizando hacia abajo cautelosamente.
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Cuando llego a la altura de sus bragas las palpó por encima y disfrutó del mullido bulto. Un coño formidable capaz de tragarse el cipote de un caballo…, el suyo no era tan grande pero sus dimensiones eran a tener en cuenta para su edad. Ante la inerte pasividad de su madre, Álvaro metió la mano bajo la prenda y exploró sus pliegues con deseo. Cerró los ojos y bendijo ese día por encima de todas las cosas. Dios, no se lo podía creer. ¡¡El preciado coño de su madre!! Le estaba sobando el coño a su madre cuyos efluvios llegaban a sus papilas gustativas regodeándose en ese sabor a hembra, y menudo coño tenía por frondoso, por el calor de esa vagina formidable, y el tacto de su escaso vello en el pubis y el resto depilado…todo era un sueño. Con esas tetazas y ese conejo no entendía cómo el lerdo de su padre babeaba por un palo seco de tetitas a medio hacer. Deslizó el dedo por la raja suavemente arriba y abajo, introdujo la yema entre sus pliegues que advirtió grandes cual orejones, y en un momento dado metió el dedo por completo en aquel agujero caliente y húmedo de manera cadenciosa, despacio. La penetró digitalmente con cuidado sin poderse creer todavía lo que estaba pasando. Tomo aire de nuevo y decidió jugarse el todo por el todo asiendo sus bragas y tirando hacia abajo de ellas para sacárselas por los tobillos con la leve colaboración de su madre. Después se colocó sobre ella sintiendo el acogedor candor y la suavidad de su piel. Estaba en la gloria. Ella se despatarró un poco más dejando mejor acceso a su hombre, levantó ligeramente el culo justo en el momento que Álvaro, guiándola encontró el camino en el tercer intento que apuñaló el calenturiento coño de su madre. Con muchos nervios y desacertada puntería consiguió meterla un poco.
Después la fue penetrando poco a poco, con leves empujones, hasta quedar alojada por completo dentro de tan añorado coño. Comenzó a empujar calando poco a poco un poco más de polla en el chumino de mamá. Su madre gemía vagamente cada vez que su hijo se movía sobre ella, dentro de ella, por ella. Una vez dentro de su madre, el joven crápula mamó y sobo sus pezones antes de comenzar a entrar y salir de ella con suavidad y sigilo… Tampoco dio ninguna señal de que notara desagrado en los sobeteos y mamadas a sus pezones por parte de su hijo, como tampoco se inmutó cuando la punta de la polla de Álvaro se colocó en la entrada de su coño partiéndolo en dos. Le hubiera gustado alargarlo hasta el infinito, pero el miedo a ser descubierto por su padre follándose a su mujer le urgía acabar cuanto antes. Las prisas hacían volar sus manos que acariciaban y amasaban todo su cuerpo lo que hacía peligrar el estado de somnolencia de su madre que botaba en la cama de manera cada vez más frenética con cada empellón. Cada empujón era más fuerte que el anterior, cada lamida más húmeda y cada sobeteo más rudo. Buscó su cuello para saborearlo como cuando era niño… esa acción le tranquilizaba y el excitaba, obteniendo su aroma dulce de mujer que tanto le volvía loco, disparando los niveles de testosterona, dopamina y adrenalina a la vez.
El acoplamiento de sus sexos comenzaba a ser perfecto en un apareamiento sin paragón, sincronizándose en sus movimientos cual si ya se conocieran de otras tantas fornicaciones, lo cual daba un mayor ritmo y mayor profundidad a las acometidas logrando golpetear una y otra vez con sus testículos el esponjoso coño de su madre. Ella sentía la fortaleza del macho penetrándola sin compasión, lo notaba más fulguroso que en otras ocasiones, pero a quién le amarga un dulce cuando le está dando con el fierro inhiesto una follada placentera, un tanto extraño por el implacable ritmo olvidado después de tanto tiempo cuando aún eran una adolecente y sus novios la follaban con ahínco antes de marcharse a casa. No eran aquellos tiempos, si no su marido quien la jodía con masculinidad… sí, era su esposo. Todavía no pasarían de los cinco minutos del escandaloso polvo, cuando el chico comenzó a sentir no poder soportar la presión de sus huevos queriendo soltar toda la leche acumulada que andaba hirviendo dentro de su escroto… Por fin las andanadas de placer no tardaron en llegar a salir a borbotones. Estaba empezando a correrse cuando, en plena efervescencia orgásmica, le metió un dedo por el culo a su madre y, se puso a jugar con él metiéndolo y sacándolo al compás de su polla.
Ella emitió un sonoro grito ahogado tan cercar de su oído que casi se le corta la leche, pero no, la descarga se había iniciado y eso no lo podía contener nadie. Se corrió abundantemente vaciando largos chorros de leche espesa …, al menos cinco o seis descargas de lefa fueron expulsadas con total vehemencia en el interior del útero de su madre. Su semen inundó el coño materno mientras éste se encargaba de llenar sus tetas de chupones, succionado los duros pezones. Cuando por fin todo acabó se quedó extenuado reposando su cabeza sobre el cuello de su madre intentando recuperar el resuello. Las pulsaciones de su madre eran tan rápidas como las suyas, pero fueron cayendo hasta quedar lentas y regulares, quedando plácidamente tendida tras haber recibido su inseminación, tan tranquila que daba la sensación que ni un terremoto hubiera sido capaz de sacarla de su sopor. Poco a poco la sangre fue volviendo a su poco utilizado cerebro golpeándole con un jarro de fría realidad… “Joder, ¿qué cojones he hecho? Acabo de tirarme a mi madre. Me la acabo de follar. Hostia puta, tiene mi leche dentro de su coño”. Se maldijo una y mil veces, cerró los ojos con fuerza y tomo una honda bocanada de aire. Con cautela comenzó a apartarse de ella levantando su cuerpo y deslizando su polla hacia afuera. Como si de un resorte se tratara, su madre salió de su duermevela y, al percatarse de la finalización del coito, se giró a su posición inicial dando la espalda a su hijo mientras balbuceaba algo inaudible posiblemente deseando las buenas noches. Álvaro, tumbado boca arriba tras su madre y con todos sus sentidos arácnidos alerta esperó inmóvil cualquier señal de alarma. No se oía ni una mosca. Su padre tampoco daba señales de vida. Momento oportuno para salir echando leches, nunca mejor dicho. Aguardó unos segundos antes de deslizarse por el borde de la cama. Agarró su ropa en un revoltijo y se dispuso a abandonar la estancia.
Asomó la cabeza al pasillo. No había moros en la costa. Salió con paso raudo hacia su dormitorio y al llegar a su puerta, se fijó en la tenue luz azulada proveniente del salón. Después volvió la mirada al dormitorio de su madre y sonrió. “Qué curiosa es la vida de mis padres y sus hábitos. Pensar que acabo de follarme a mi madre a pelo… y de correrme en su coño, sin embargo ninguno de los dos se ha dado cuenta, absortos como están cada uno en sus propio mundo”. En estos pensamientos andaba cuando la tenue luz que iluminaba el pasillo desapareció, señal inequívoca de que la sesión de cine erótico nocturna había acabado. Entró en su cuarto con el máximo sigilo, dejó caer el ovillo de ropa al suelo, se metió en la cama y se durmió como una marmota en menos de dos minutos con una sonrisa de oreja a oreja. A la mañana siguiente Álvaro se encontró a sus padres desayunando en la cocina. Mientras se sentaba con ellos, y se mezclaba en su conversación, estuvo atento a cualquier signo anormal en el comportamiento de ambos pero aparentemente todo iba como siempre. Su padre había entrado a hurtadillas en su propia cama con actitud culpable por su paja nocturna a expensas de su mujer a la cual no quería despertar. Su madre, por otra parte, había tenido otra “típica noche sexual” con su marido cuyos lances no tenía intención de rememorar. Ninguno de los dos sospechaba nada de lo que realmente sucedió en su propio dormitorio.
CONTINÚA...