El cortijo (2)

Espero no defraudaros con esta nueva entrega, aun mas caliente, de mis aventuras y descubrimientos sexuales en el cortijo de mis tios.

EL DESPERTAR DE SANDRA. CAPITULO 2

Al despertarme a la mañana siguiente lo primero que vi es que Aurelia no estaba en la cama junto a mí. Consulté la hora en el pequeño despertador de la mesita y comprendí enseguida porqué mi prima ya no estaba a mi lado : Eran más de las once de la mañana y en esa casa yo era la única que estaba de vacaciones.

Me puse una camiseta extra larga que me hacía las funciones de pijama-camisón y tras pasar cinco minutos por el aseo para hacer un pis y lavarme las manos y la cara –que olían super fuerte, estoy convencida, a chocho de Aurelia -, bajé a la cocina con la intención de pegarme un desayuno de primera pues la noche había sido especialmente cansada y sentía mi estómago reclamar alimento a gritos.

En la cocina, Lola estaba preparando algo de comer, no sé el qué pero olía de maravilla :

¡Buenos días, tata ! – le dije con un tono cargado de buen humor. Y es que me sentía como muy bien, muy feliz... hambrienta pero feliz.

¡Uy, hola, chiquilla ! ¡Vaya dormilona que estás hecha ! – y sin tocarme pues tenía las manos llenas de harina, supuse, me estampó dos sonoros besos en las mejillas.

Llevaba una bata de algodón a cuadros azul y blanca que le llegaba por encima de la rodilla. Viéndola así, a sus casi 50 años, me era fácil imaginar cómo iba a ser Aurelia cuando tuviera su edad : un poquito más gorda, una cara más rolliza, un poco más de vientre, las caderas más anchas, unos muslos y piernas algo más castigados y unas tetas que habrían pasado de ser dos melones franceses a ser como dos sandías murcianas.

De repente me vinieron a la mente las palabras de mi prima : « todos quieren follarte » y me pregunté si ese « todos » incluiría también a mi tía. Esa idea hizo que de inmediato sintiera ese cosquilleo en la entrepierna que se estaba convirtiendo en un reflejo cotidiano, pero como el hambre me acuciaba le pregunté :

¿Tata, aun estoy a tiempo de desayunar algo ? Tengo un hambre que me muero...

Pues claro que sí, tontorrona... Siéntate aquí – me dijo señalándome la mesa – que ahora mismo te preparo unas tortas con mermelada y un buen café con leche... ¿Te vale ?

Hum ! ¿Que si me vale ? Por supuesto, además estoy segura que todo es natural y hecho por vosotros, ¿no ?

¡Ja, ja, ja ! Todo no... el café lo compramos en el pueblo ! – y riéndose a mandíbula batiente su impresionante pechera parecía estar a punto de rebentar el escote de su bata.

Mientras desayunaba le pregunté dónde estaban los demás y me explicó con todo detalle las rutinas cotidianas que comportaba la vida campesina y cómo se distribuían todas las tareas. Jacinto e Ismael se ocupaban de todo lo relacionado con la explotación agrícola y ella y Aurelia del establo, los corrales y las ovejas. La conversación cambió de tono cuando le pregunté :

¿Ismael... no tiene novia ? – la pregunta pareció sorprenderla y por un instante un extraño fulgor se dibujó en sus ojos.

Tuvo una... Hace unos años... Pero no funcionó...

¿No funcionó ? ¿El qué... ?

No... Mi hijo quería que... Bueno... Era una chica del pueblo, bastante fina, como tu madre, ya ves, y como Ismael quería que viviera con nosotros pues... Vaya, que no funcionó y lo dejó plantado. Esta noche, si vamos al baile del pueblo igual la ves... Ahora es la mujer del alcalde...

Tuvo que ser muy doloroso para él, ¿no ?

Sí, al principio sí... Pero... – y con una gran sonrisa cargada de sobrentendidos añadió : - Ahora tiene todo lo que necesita con nosotras... con su familia, quiero decir...

Me quedé sin habla. Me estaba dando cuenta de que no sólo mi primo se tiraba a su hermana – esto ya lo descubrí apenas unas horas antes – sino que también se beneficiaba a la madre... Ostia, qué familia de depravados ! ¿Y mi tío en todo esto ? Seguro que él se folla a la hija, seguro... No me extraña que la otra –la novia- se fugara a la primera ocasión ! ! !

Me quedé colgada en mis pensamientos y con esa acojonante sensación de que los días que iba a pasar con ellos iban a ser inolvidables. Pero lo más curioso es que lejos de sentir miedo o asco o qué sé yo, sentía una creciente excitación y una calentísima curiosidad por saberlo todo de ellos y por experimentarlo todo con ellos... Me sentía muy a gusto en esa familia.

¿ Y Aurelia ? – pregunté conociendo de antemano la respuesta.

¿Aurelia ? ¡Ji, ji, ji ! Ella desde que era muy chica siempre nos decía que quería ser granjera y vivir con nosotros hasta hacerse viejita... Los chicos del pueblo nunca le han interesado... Ssss ! Dice que aquí lo tiene todo... Y que tiene incluso un novio como ninguna otra chica en la tierra... Pero, basta ya, que me estoy yendo de la lengua... Ya te lo contará ella misma...

En ese instante preciso se oyeron unos extraños golpes en la puerta acristalada de la cocina que daba al jardín. Me giré hacia ella y vi que se trataba de un enorme perro, un soberbio ejemplar de pastor alemán... Quería entrar ...

¿Le abro ? – pregunté a mi tía

Sí, ábrele... Es « Bruto » nuestro perro guardián. Siempre espera que los hombres de la casa estén fuera para entrar. Ellos no quieren al perro en casa.

Al abrirle me saltó encima y me obsequió con unos cuantos lametones babosos. Siempre me habían gustado los perros pero en casa, en la ciudad, mis padres nunca quisieron que tuviera uno. Pero no tuve casi tiempo de acariciarlo porque enseguida se desentendió de mí y se fue derecho a su ama repitiendo las mismas carantoñas. Lola se puso en cuclillas y empezó a acariciarle la cabeza y el lomo con ambas manos y a decirle como si hablara a un niño :

Perro bueno... perro bueno... mi Bruto quiere estar un poco con su mamita... mi Bruto quiere que su mamita le dé de comer – y el hocico del can se perdía bajo la bata entre las piernas de mi tía.

El hecho de acariciar al perro con las dos manos la obligaba a mantener las rodillas muy separadas y la bata bien arremangada cosa que ese perro parecía agradecer pues desde donde yo estaba ya no le veía la cabeza pero en cambio meneaba el rabo mostrando su alegría canina. Y mi tía también parecía agradecerlo pues le cambió la cara de golpe, sofocándose, cerrando y abriendo los ojos, y haciendo una mueca extraña con su boca. Una mueca que supuse no podía ser de otra cosa que de placer pues estaba claro que Bruto se estaba comiendo su conejo madurito y bien caliente.

¡Anda Sandrita, vete a tomar una ducha y vestirte que tengo que enseñarte el cortijo !

Vale, tata... Hasta luego – y al marcharme me pareció entrever el rojizo y puntiagudo pene del perro salir progresívamente de su bolsa peluda.

Subí las escaleras con un calentón increible. Me hubiera gustado que mi tía me invitara a asistir a lo que sin duda alguna iba a ser para mí un espectáculo sin precedentes. Aquello no me lo podía perder de ninguna de las maneras. Una vez en el rellano del piso de arriba me di cuenta de que si me ponía estirada en el suelo en la esquina opuesta de la barandilla podía observar una buena parte de la cocina. Si mi tía se quedaba allí donde estaba podría verlo todo. Y sea como fuera, se quedó ahí...

Lo primero que vi es que había abandonado la posición de cuclillas y ahora estaba de pie con el perro sentado ante ella. La vi desabrocharse algunos de los botones de abajo de la bata y coger un tarro de mermelada de la mesa. Hundió sus dedos en el pote y se los llevó a la entrepierna. Aunque no podía ver exactamente lo que hacía era fácil imaginar que se estaba untando todo el coño con el dulce manjar para que el perro se deleitara lamiéndolo. Y vaya si lo hizo... Mi tía se giró 90 grados para poder apoyarse contra el marmol de la cocina y así poder ofrecer al chucho y a mí la visión de su sexo abierto, babeante y como no podía ser de otra manera peludo como el culo de un yeti.

Tumbada como estaba en el suelo, no me fue nada difícil deslizar una mano entre mis piernas buscando el contacto rápido y eficaz de mi voluminoso botoncito quien agradeciéndome casi de inmediato la caricia que le procuraba me envió una ráfaga de descargas eléctricas que me catapultaron al séptimo cielo. ¡Joder ! pensé, esta familia va a conseguir que me corra con sólo decirles « buenos días » ! Pero abajo, en la cocina, el número de zoofilia continuaba sin interrupción...

Lola se había puesto a cuatro patas en el suelo, la bata recogida sobre su cintura, el culo levantado, al aire, su vulva rezumante y abierta como la boca del metro. Mi tía se daba unos cachetes en las nalgas como reclamo, al mismo tiempo que repetía « Bruto, ven, Bruto, ven... » Y Bruto vino. Se montó sobre mi tía y le insertó a la primera su miembro bien hinchado y erguido. Se notaba que aquella no era la primera vez y que esa danza sexual mixta de canino y humana era más que conocida por las dos partes.

Todo fue muy rápido. El perro se puso a copular como la bestia que era, con embestidas continuas y aceleradas y mi pobre tía aguantando como podía el equilibrio gemía, jadeaba y aullaba como loba en celo. De pronto, Bruto hizo un movimiento raro con sus patas de atrás como si buscara un mejor punto de apoyo y abalanzándose sobre ella la penetró con toda su furia hasta los mismísimos cojones.

¡Arrrrrrrrrrrrggggggg ! ¡Brutoooooooo ! ¡Me mataaaaaasssss !

Creo que nos corrimos los tres a la vez. ¡Santo Cielo ! Me acababa de levantar como quien dice y ya llevaba dos, así tirada en el suelo y sólo de ver a la perra de mi tía dejándose partir el coño por esa bestia de Bruto. Ahora comprendía yo porqué le habían puesto ese nombre.

Durante un buen rato, Bruto y Lola se quedaron inmóviles, literalmente enganchados. El perro debía esperar que la hinchazón de su bola peneal bajara para poder separarse. Mientras tanto mi tía no paraba de jadear y de decirle palabras casi incomprensibles, de agradecimiento, supongo. Finalmente el perro se desenganchó y pude ver como de la vagina dilatada y del diámetro de una pelota de tenis, salían en cascada cantidades increíbles de semen perruno que resbalaban sobre los rechonchos muslos de mi tía hasta depositarse mansamente en el suelo.

La última imagen que retuvo mi retina antes de levantarme para ir a ducharme y vestirme fue la de Bruto lamiéndose el pene y mi tía acariciéndole el lomo repitiendo como en una letanía tántrica:

  • Perro bueno... Perro bueno... Perro bueno...

Unos minutos más tarde, bajo el potente chorro de agua caliente de la ducha, pensaba en todo lo que estaba viviendo en esa casa y que se me antojaba tan irreal y chocante que no acababa de creérmelo. Al mismo tiempo me daba cuenta que todo ello estaba produciendo en mí un cambio drástico : me estaba convirtiendo en mujer, una mujer excitante y perversa.

Cuando estaba secándome, un toc-toc en la puerta me despertó de mis lúbricos pensamientos :

¿Puedo entrar ? – la voz alegre de mi tía pidiendo paso.

Claro, entra – dije llena de curiosidad por ver su reacción al verme desnuda.

Te he traído esto – dijo brandiendo ante mí un mono de trabajo verde guardia civil ; ella llevaba uno de similiar, con una larga cremallera delantera.- Si debemos visitar el cortijo es mejor que te lo pongas para no ensuciarte. Es de tu prima... Te vendrá un poco grande pero es mejor que nada...

Oh, gracias, tata – y lo primero que pensé es que mi tía no se había lavado y que ...Joder, me vinieron unas ganas de decirle « Pero, serás guarra ! »- Con el calor que hace no me pongo nada debajo... – y observando, observando vi que ella tampoco llevaba nada debajo, pues podía verse tras el escote una buena parte de sus lechosas mamas.

¿Sabes que tienes un cuerpo muy bonito ? – me dijo sonriéndome y mostrándome la puntita de su rosada lengua.

¿Tú crees ? – le respondí dando una vuelta completa sobre mis pies como una modelo en la pasarela ; me moría de ganas que mi tía me tocase... de decirle « hazme gozar, tata » ; pero en lugar de eso, me agaché para coger el tanguita y me lo puse mientras ella me respondía :

¿Qué si lo creo... ? Mira – y se acercó hasta poner sus gorditas manos de uñas cortas y redondeadas como sus dedos en mis mejillas – Eres una monada – prosiguió acariciándome la cara con una suavidad inesperada de una vieja campesina- Tienes una cara preciosa, un pelo rubísimo y fino, una boquita que es un pecado – y me pasaba su índice por los labios, y yo que empezaba a sentir el famoso cosquilleo-, una lengua divina – y mientras abría un poco la boca para que la sintiera en la yema de su dedo, me decía que la golfa de mi prima debía haberle explicado ya las maravillas que Sandrita podía hacer con ella – Tienes una piel finísima, suave... ¿Me dejas... ? – « esta gente me va a matar a polvos » pensé, pero qué ganas, por Dios, qué ganas...

Asentí con la cabeza, cerré los ojos y me dejé llevar por sus hábiles caricías. Primero, fueron mis senos, sobretodo mis pezones ; se deleitó lamiéndolos, chupándolos y mordisqueándolos, sin parar de hacer comentarios sobre su grosor y su dureza... Después me sacó las bragas – qué poco que habían durado puestas !- diciéndome que en esa casa las mujeres no llevan nunca – no, si ya me había dado cuenta yo, vaya – y me hizo sentar en el reborde de la bañera, se arrodilló entre mis piernas y como Bruto con ella un rato antes me ofreció una rica sesión de lengüetazos aderezados de contundentes pellizcos de mis erógenos pezoncitos que me arrancaron tal cantidad de grititos felinos que no pudo más que exclamarse :

¡Igualita, igualita a su mami !

Lejos de interrumpir mi tercera descarga orgásmica de la mañana, sus palabras la fortificaron pues me puse a imaginar muchos de los orgasmos que había presenciado y oído de mi madre y , qué carajo, que tenía razón, que me corría con los mismos gestos, jadeos, chillidos y gritos que ella :

¡Tataaaaaaa ! ¡Aaaaaaaaaaa ! ¡Iiiiiiiiii ! ¡Yaaaaaaaaaa !

Se levantó y tomándome en sus brazos me obsequió con un cálido y amatorio abrazo :

Hija mía... Eres extraordinaría... Vas a ser muy feliz con nosotros. Y nosotros contigo !

Tal como me había pedido, me puse el mono verde –sin bragas, por supuesto- y unas botas de plástico y salimos al jardín por la puerta de la cocina. Como era de esperar, Bruto vino a nuestro encuentro y feliz como un garbanzo en un potaje nos acompañó durante toda la visita. Estuvimos andando y charlando una buena media hora y esta vez ya no me sorprendió la naturalidad con que lo hacíamos, como si aquí no hubiera pasado nada... Debía estar grabado a fuego lento en los cromosomas de la familía : ¡aquí te pillo, aquí te mato ! Y luego, un besito y al trabajo !

Me enseñó el huerto : que si aquí los guisantes, que si allí las zanahorias, los tomates y los ... pepinos. ¡Ah, los pepinos ! Mi tía me hablaba de ellos como si fueran primos hermanos...¡ Seguro que se los metía de dos en dos !

Después me mostró la pocilga con los marranos pasándoselo en grande en el lodazal, llenos de barro hasta las orejas... Hay que ver, estos animales si te los miras con buenos ojos hasta parecen bonitos... Con esos morritos... Ji, ji, ji... ¡Como mi tía y mi prima !

Algo más lejos, el corral – no veas el escándalo que arman los gallos de buena mañana- y el hangar para las ovejas. Nos quedamos en la puerta y señalándome el interior me explicó que también tenían algunas vacas lecheras –y me vino el recuerdo de la frase que Aurelia me había lanzado al saborear la leche de su hermano : « así que has ordeñado a mi hermanito... »- y un burro...

¿Un burro ? ¿Y para qué queréis un burro ? – pregunté con toda la inocencia del mundo.

¡Ay, mi niña ! Esto mejor que te lo cuente tu prima... Es ...

Caramba, tía, cuánto misterio...

No... No... Es que no sirve para nada... Pero, la niña se encaprichó de él... Y mira, ahora son inseparables... Pero ya te contará Aurelia...

Oye, cambiando de tema... Cuando estábamos en el baño y... Vaya, qué tonta, me da corte decirlo...

Es normal, pequeña... Estas cosas se hacen pero no se dicen – curiosa manera de cambiar el orden del proverbio- Pero no te preocupes, ya lo digo yo por ti : cuando te estaba chupando con muchísimo gusto tu maravilloso conejo...

No... Cuando me estaba corriendo... Has dicho que era igualita que mi madre... ¿Por qué lo has dicho ?

No sé si debo contártelo...

Anda, porfa...

Prométeme que no le dirás nada...

Te lo prometo. Mi boca quedará sellada como una tumba. – y me apreté los labios como si me los cerrara con una pinza. Lola se echó a reir y mirándome con mucha malicia me dijo :

Eres muy peligrosa, Sandrita... Nos tienes a los cuatro locos por poseerte. Cada pedacito de tu cuerpo despierta en nosotros los instintos más primarios. Ahora mismo, el gesto que acabas de hacer con tu boquita, nada de especial... y sin embargo sólo con verlo ... me vuelvo loca, me excitas hasta un punto que no eres capaz de imaginarte... En el baño, cuando he llamado a la puerta, rezaba para que estuvieras desnuda y luego, dándote la vuelta para que te observara... Niña , todo en ti es sexo, cada poro de tu piel huele a sexo, eres una máquina erótica de infinito potencial... Tu madre también era así...

Tata, lo que me dices me turba pero a la vez me alaga... Sé que soy muy joven todavía pero soy muy consciente también que soy muy ardiente y que todo lo que hago y me hacéis me gusta... Ayer con ...

No, no hace falta que me lo cuentes... Lo sé todo... Y soy feliz de verte así, feliz tú también... Pero déjame seguir con la historia de tu madre... Ven, sentémonos aquí, cerca de la alberca...

Nos sentamos a la sombra de un inmenso sauce llorón. Habían instalado un banco justo delante de la alberca que debía servirles de depósito de agua y abrevadero para el ganado.

Físicamente sois muy parecidas. El mismo pelo, aunque ahora tu madre lo lleve corto cuando la conocí que tenía más o menos tu edad lo llevaba largo como tú, las mismas expresiones, los mismos ojazos azules... La misma silueta, fina, elegante, delgadita como tú... Los mismos pechos, pequeñitos pero muy bien puestos, altivos y los mismos pezones puntiagudos, salientes y siempre erguidos... El mismo triángulo púbico, rebosante de vello color caramelo y suave como el terciopelo...

Pero... ¿cómo sabes tú tantos detalles de la anatomía de mi madre ?

Calla... Todavía no he terminado... Aurelia, esta mañana al levantarse, me ha contado todo cuánto hicisteis anoche y... me ha hablado de tu coño... estaba alucinada... decía que tienes un clítoris que se te hincha como una cereza y tu cuevita es como un ángel con dos enormes alas granates. Yo lo he podido comprobar hace un ratito : el mismo coñito que mi cuñada y como ella la misma calentura, los mismos orgasmos y ... el mismo vicio !

No has contestado mi pregunta...

Ha pasado mucho tiempo pero no podré olvidar nunca lo que significó para mí, para nosotros conocer a tu madre. Jacinto y yo estábamos casados desde hacía algunos años, Ismael debía tener unos 5 o 6 añitos y Paco, tu padre, todavía muy joven no acababa de encontrar a ninguna chica que le gustara. Y tal día como hoy pero de hace, uf, un montón, en las fiestas del pueblo conocimos a Merche, tu madre. Y nos enamoramos los tres como locos de ella, pero sin decírnoslo... Tu madre, Sandra, tenía fuego en el cuerpo – la escuchaba hipnotizada por sus revelaciones y con la extraña sensación de que estaba hablando de mí – era un volcán en erupción permanente, infatigable, insaciable...

Sigue, sigue... Qué historia más increible.

Esa misma noche nos la llevamos al cortijo y ahí se quedó sin salir durante una semana...

Y...

Y... Poco a poco se fue decantando por Paco. Nosotros, Jacinto y yo, le propusimos que se quedara a vivir con nosotros, que seríamos su familia y sus amantes, que no le faltaría nunca de nada y que la haríamos gozar por partida triple...

Pero no quiso, ¿no, tata ?

No solamente no quiso sino que además se nos llevó a tu padre, lejos de la vida de campo, lejos del cortijo... – y por instante tuve miedo de que se echara a llorar porque no hubiera sabido qué decirle ; las historias que me contaba no hacían más que calentarme aún más de lo que estaba-.

Sin embargo, habéis continuado viéndoos, ¿no ?

Viéndonos y... follando como el primer día – y me soltó una carcajada que me dejó de piedra – Y es que : ¡ más puta que tu madre no creo que exista !

Sí que existe... ¡su hija ! – y riéndonos como dos locas cachondas nos besamos y abrazamos con ternura y fogosidad.-

Minutos más tarde oímos el ronquido del tractor John Deere que dio por terminada nuestra conversación. Sin embargo, mi tía aun tuvo tiempo de decirme :

Otro día te contaré cómo tu madre consiguió convertirse en gerente de la editorial donde trabaja... Y muchas cosas más... Tú, Sandrita querida, eres un angelito inocente comparada con tu madre...

No creo, tata... Los ángeles no tienen sexo. Y yo sí ! Uno que sólo desea una cosa : ¡que lo follen  enseguida !

Pronto, mi amor... Pronto !

Del tractor salieron los tres, Jacinto, Ismael y Aurelia. Iban sucios y empapados de sudor :

Este puto tractor –soltó colérico Jacinto – Se le ha estropeado el aire acondicionado y un poco más nos morimos deshidratados.

¡Hola a todos ! – como una cabrilla me puse a besarlos a los tres y bien es cierto que olían a tigre- ¿Os voy a buscar unas cervezas fresquitas ? – les dije cariñosamente.

Esta niñita vale un potosí – dijo mi tío perdiendo en el acto todo su enfado.

Mamá – ahora era Ismael quien hablaba con su tono seco habitual – He estado hablando con Aurelia y pensamos que Sandra ya está preparada... ¿Tú qué opinas ? –os juro que al oirle decir eso me temblaron las piernas y mi chochito se puso a chorrear.

Sí, hijo... Sandrita está más que preparada... Pero primero daos un baño en la alberca que oléis a cerdo.

Obedeciendo a la matrona se quitaron los tres simultáneamente los monos de trabajo quedándose ante mí en pelota picada. Como a Aurelia ya la conocía de sobras y a Ismael un tanto, me fijé en el padre y vi que tenía la misma constitución que Ismael, quizás, como es normal, los músculos algo más flácidos, el cuello y la cara más arrugados, el culo menos prieto. Ambos tenían la verga bien morcillona, sin que fuera todavía una auténtica erección y me fije que Jacinto tenía el capullo descubierto, al contrario de Ismael, y que los cojones le colgaban, enormes, mucho más que a su hijo.

Voy a por las cervezas – les dije mirándoles descaradamente sus genitales.

Eh, que sólo tienes ojos para ellos, ¿o qué ? – me desafió mi prima, girándose y mostrándome su culazo separándose lascivamente las nalgas con sus manos.

¡Aurelia ! – gritó teatralmente Lola- ¡Qué nos la vas a asustar !

¿A ésta, mamá ? A ésta no la asusta nada...

Y dicho esto se metieron en la alberca soltando gritos pues el agua debía estar helada. Y yo me fui para adentro lo más deprisa posible para poder regresar enseguida a su lado y verlos retozar en el agua : igual me dejaban participar de la orgía !

Las cosas fueron de otra manera. Al regresar a la alberca vi que ya habían salido del agua. Pero seguían desnudos y además se les había unido Lola que ofrecía a mi vista todo el esplendor de su opulenta gordura ; todo en ella era más gordo, más hinchado... Sus tetazas blanquísimas reposaban como dos enormes panes de campaña sobre su vientre, coronadas por dos oscuras aureolas de impresionante diámetro –las de Aurelia ya me habían parecido extraordinarias, pero éstas las superaban con creces- y en su centro dos pezones endurecidos por el contacto del agua fría y que eran como dos guindas en lo alto de un pastel. Lola que veía cómo mi mirada se focalizaba en sus soberanas tetas, dijo :

¡Ay, cariñito ! Si las hubieras visto hace treinta años, cuando tuve a Isma... Pero con los años y estos tres mamones !

Estos tres ... Y otros cientos más, ¡so puta ! – le respondió su marido de manera un tanto abrupta- Si hasta le diste de mamar al cura del pueblo, que lo teníamos aquí tres veces por semana y eso que ni íbamos a misa !

¡Serás cabrón de decir esto ! Si eras tú el primero que a la mínima ocasión me las sacabas y las ofrecías a todo Dios para que las catara... – Lola explicaba todas estas anécdotas sin atisbo de ofensa, más bien parecía orgullosa de la pasión que sus tetazas habían despertado en los hombres –y alguna que otre mujer – de todo el pueblo.

Venga, Tata, no te enfades... Para mí sigues teniendo unos senos maravillosos – y acercándome a ella le agarré con mis dos manos uno de sus cántaros y me puse a mamarlo con suma dedicación.

¡Mmmmm ! ¡Qué rico, mi cielo ! ¡Mmmmm ! ¡Qué bien mama mi sobrinita ! – y dirigiéndose a los otros : - Y vosotros... ¿A qué esperáis ? Vamos, volver a la casa y preparadlo todo para la comida.

Mamaaá... Yo quiere quedarme – suplicó Aurelia.

¡Ni hablar ! Tú ya la has tenido toda la noche...

Mi prima se fue refunfuñando y yo seguí a mis labores de ordeño, mameo y sobeo que catapultaron en un tris-tras a mi tía en un soberbio estado de calentura. Se estiró en el suelo, sobre un pequeño espacio de hierba húmeda tocando a la alberca, y abrió al máximo sus piernas mostrándome su peludísimo felpudo mientras con ambas manos se abría espectacularmente la raja :

¡Hazme gozar, Sandrita ! ¡Hazme lo que quieras ! ¡Soy tu perrita !

Ver a mi tía en ese estado me propulsó de inmediato a las puertas del orgasmo. Sólo me faltaba un ligero toqueteo en mi botoncito para correrme en un santiamén. Me desprendí del mono y me arrodillé entre sus piernas y levanté tanto como pude mi culito en pompa, pensando, esperando, suplicando que alguién viniera a follarme, quienquiera que fuese sería bienvenido, incluso a Bruto lo acogería con todo mi ser.

Pero pasaron los minutos –no muchos, en realidad, pues la cachonda de mi tía se me corrió tras tres lengüetazos bien dados y que sabían todavía, imaginé, a leche de perro, y una rápida penetración de mi manita en su engullidora vagina- y no apareció nadie por mi retaguardia así que tuve que contentarme con un frustrante auto-orgasmo :

¿Tata Lola ? – dije con medio brazo todavía clavado en sus entrañas...

... ... – mi tía con los ojos en blanco y el coño como un manantial telúrico y ardiente fundiéndome la piel de mi mano y de mi antebrazo.

Yo ya no puedo más... Necesito una polla, ya ! Aunque sea la de Bruto ! –le dijé sin cesar de clavarle mi brazo hasta lo más hondo.

... ... – y eso que abriendo los ojos completamente desorbitados, la boca babeando jadeante, mi tía fue presa de espasmódicas convulsiones en su vientre y en sus muslos y empezó a correrse de nuevo en un alarido interminable que debió oirse a diez quilómetros a la redonda : -¡OooooooooAaaaaaaaa ! ¡Ahhhhhhh ! ¡Uh, uh, uh, uh, uh ! ¡Arrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrgggggggggggggggggg !

¡Qué pasada, Tata ! ¡Qué pasada ! Te gusta más mi mano que la verga de tu Bruto, ¿eh ? – me había dado cuenta de que cada vez que mencionaba el nombre del animal el placer de mi tía se multiplicaba por mil –

¡Me estás mataaaaando ! – le saqué mi mano casi por completo, brillante, chorreante de mil jugos vaginales, seminales y véte a saber qué más - ¡No, no, no ! Más, quiero más, dame más.

Tus deseos son órdenes ! – y le hundí el puño esta vez hasta tocar con mis nudillos los confines hirvientes de su vagina. - Te he visto esta mañana como una perra en celo, dejándote follar por tu bestia de Bruto y no gritabas tanto como ahora...

¡Arrrrrrrrrrrrrrrggggggggggggggg ! ¡Sigue, sigue, siiiiiiiiiiiiigueeeeeeeeeee ! – y mi puño que acelera, que acelera, que entra, que sale.

Tata... Yo también quiero que me folle... Yo también quiero sentir su verga rebentándome el coño... Yo también quiero que me inundé de lefa...

¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii ! ¡Me corrooooooooooooohhhhhhhh !

Sacándole y metiéndole el brazo brutalmente la dejé que casi pierde el conocimiento. Sin embargo, yo me había concentrado tanto en darle placer que me había olvidado completamente de mi misma y a pesar de estar caliente como una moto ya no deseaba otra cosa que una buena polla que me partiera en dos. Retiré delicadamente mi mano de su coño sin sospechar que todavía me aguardaba una curiosa sorpresa.

Espera, por favor. No te vayas. Tengo algo para ti... No, no te levantes... Quédate donde estás...

Entonces, mi tía se arqueó levantando de un palmo el culo del suelo y se puso a orinar. Un chorro dorado salió con fuerza de su coño estrellándose sobre mi pecho. Mi primer reflejo fue apartarme y gritarle « ¡Estás loca ! ¡Qué guarrada ! » Pero no lo hice, al contrario, me dejé duchar por esa primera lluvia dorada de mi vida experimentando unas sensaciones confusas pero terriblemente excitantes. Litros de líquido amarillento y caliente resbalaban por mis tetillas, por mi vientre... Me senté de rodillas sobre mi culo dejando que sus meados me empaparan el pubis y se filtraran entre los pelillos hasta lamerme mi vulvita y perderse entre mis piernas.

Estás hecha una auténtica guarra, Tata... Mira cómo me has puesto...

No te preocupes mi vida. Después de lo que acabas de hacerme, me parece que te mereces un buen servicio de limpieza.

Intercambiamos posiciones y, como durante la noche había hecho su hija, Lola me obsequió con una limpieza de cutis brutal que terminó con una comida de coño que aunque no fuera lo que más deseaba en ese momento, pues, que a nadie le amarga un dulce, ¿no ?

Cuando estaba a punto, a punto de romper la barrera del silencio con mis maullidos orgásmicos, se oyó la poderosa voz de Jacinto :

¡A comeeeeeerrrrrr ! – y Lola levantando la cabeza de entre mis piernas :

Y ¿qué se cree éste que estoy haciendo ? – dijo bajándola de nuevo y aplicándome su masaje lingual con extrema pasión me abrió por yoquesé ava vez las puertas del paraíso.

Entramos en la casa desnudas y cogidas de la mano. Los tres, esta vez vestidos, desde la mesa nos miraban con miradas llenas de amor y de deseo...

¡Vaya escandalera, Mamá ! ¿Qué te ha hecho esta putilla para que soltaras estos gritos ? – dijo Aurelia.

¡Joder, Lola ! – ahora era su marido quien hablaba- Si hasta hemos tenido que sujetar al perro que no paraba de ladrar y de tirar hacia vosotras con la polla saltándole entre las patas.

Nos echamos a reir y sin contestarles nos fuimos cada una a nuestro cuarto para vestirnos. Estaba claro que si nos poníamos a comer con ellos en pelotas, poco íbamos a comer. Y la verdad es que ya estaba yo como que muy hambrienta.

Una vez más, la comida fue opípara y deliciosa, como deliciosa fue la conversación que tuvimos. Yo quería de todas todas dejar bien claras unas cuántas cosas y enterarme de unas cuántas más. Así que, a la que tuve ocasión, ataqué :

Sé que mis padres me han mandado aquí con vosotros porque tenía miedo de que perdiera en la ciudad mi virginidad con cualquiera y de cualquier manera. – Lola hizo ademán de hablar – No, déjame seguir, Tata. Llevo menos de un día con vosotros y me parece comprender que después de lo que he visto, oído, hecho y que me habéis hecho, está más que claro que la intencion de mis padres no era otra que la de que perdiera mi virginidad con vosotros...

Bueno, bueno –Lola hablaba de nuevo – Esta niña es más lista de lo que nos podíamos imaginar.

Sigo –sin dejarme interrumpir-. Quiero que me digáis ahora mismo y sin remilgos cuáles son vuestros proyectos. Y os voy a decir una cosa que os ayudará un montón – cuatro miradas expectantes se clavaron en mí – Antes de venir empecé a tomar la pastilla...

¡Uauhhh ! No dejarás nunca de sorprendernos – mi prima llena de admiración.

No pensaba que iba a ser con vosotros. Pero lo deseaba tanto que me imaginé que no sería difícil encontrar a un buen chicarrón en las fiestas del pueblo...

¡Ni hablar ! Escucha. – mi tío endulzando tanto como sus rústicos modales se lo permitían -. Queremos que sea algo bonito e inolvidable para ti. Esta tarde no podemos. Nos vamos los cuatro a la asamblea anual de cooperativas agrícolas. Después, por la noche, cena y baile en el pueblo. Queremos ante todo que te diviertas, que te lo pases en grande. Mañana por la tarde estaremos los cuatro a tu entera disposición.

No sé si podré esperar tanto. Me habéis metido en un estado de cachondez inimaginable... Os aseguro que si hubiera tenido a mi disposición un buen consolador ...

Ten paciencia, pequeña –Ismael como siempre con sus aires misteriosos – Mañana vas a tener dos a tu servicio...

Y te aseguro que no se les acaba nunca la pila, ¡ja, ja, ja ! – la zorra incestuosa de mi prima hablaba con conocimiento de causa.

Cambiando de tema – si quería que la impaciencia no me devorase debía hablar de otra cosa enseguida - ¿Y yo qué hago esta tarde ?

He pensado – dijo Aurelia- que podías irte a bañar y a tomar el sol al río. Está sólo a unos veinte minutos a pie y es un lugar realmente paradisíaco.

¡Genial ! – contesté entusiasmada. Me llevaré un libro que desde que estoy con vosotros no me habéis dejado ni un minuto de reposo. Rieron todos a coro mi ocurrencia y mi prima añadió :

Y puedes llevarte a Bruto – miré a mi tía con ojos interrogantes...

No te preocupes, no te hará nada malo. Además te puede ser útil para ahuyentar mirones indeseables. – me tranquilizó Lola.

La comida se fue terminando en un ambiente de complicidad y de buen humor remarcables. Todo ello servía para reafirmar mis convicciones sobre lo bueno que puede ser el sexo si vive en armonía y en buena compañía. Mis familiares me amaban y me deseaban por igual. Se entregaban a mí con lujuria y pasión, cierto, pero también con muchísima ternura y cariño. ¿Qué más podía pedir una adolescente que quiere convertirse en mujer ? Hasta me puse a soñar despierta imaginándome convertida en la granjera que un día mi madre no quiso ser. Pero claro, no eran más que sueños de jovencita. Pero... ¡Qué calientes !

Continuará...