El Corsario Pata Chula y la grumete (02)

Continuación de la primera entrega. Lo dicho, un beso de Miel (Sandra Raquel).

"El Corsario Pata-Chula y la grumete"

Blake

El enorme galeón anclado a 300 yardas de la portana, se veía acompañado por otras dos naves algo inferiores.

Blake, miraba por su catalejo lo que sucedía en la portana. Apreciaba el revuelo que se había creado con aquel ladronzuelo, que misteriosamente había desaparecido.

Distinguió a sus hombres, quedando tranquilo de que no hubiera algarada alguna. Sin embargo, no entendía como aquel jovenzuelo había podido dar esquinazo a los guardias. Miró a su derecha, despegando el ojo del catalejo y comentó con Fuso.......:

-           No entiendo que está sucediendo allí. De todos modos, estate atento y avisa a los demás por si se crean problemas.

-           He estado observando también todo ese alboroto, pero nuestros hombres están al parecer bien. - dijo Fuso.

-           Por si acaso se pone fea la cosa, avisa a Diego "Veneno" y a Shaman, que estén alerta. - comentó Blake.

Mientras desde las otras naves, los pensamientos y deduciones eran similares a la de la nave maestra, con su bandera de 3 tibias cruzadas, la incertidumbre también se apoderaba del nervioso Diego y en la otra de Shaman.

Mientras en la cantina, Sir Dark y Saderectus reían con la pequeña Miel entre ellos dos.

-           Así, que esta pequeña jovencita, no sólo se niega a pagar tributo, sino que se atreve a desafiarnos, al referirnos que esa joya es para nuestro amado Jefe Blake. - Exclamaba Sir Dark, entre las miradas lascivas y risas broncas de todos los demás.

Miel, aunque se sentía sobeteada por su salvador y su compañero, sabía que a pesar de las risas y las miradas llenas de lascivia de sus hombres, no le sucedería nada, mientras no viera a Blake. Conocía a esos dos hombres, aunque ellos nunca habían coincidido con ella. Al menos de modo consciente. Ahora hablaba Miel, diciendo :

-           Señores, gracias por la capa y sabré pagarlo adecuadamente, pero por el momento no es oportuno que entregue mi trofeo. Comprenderéis que una sola piedra, no se puede repartir entre dos Señores como sóis vos, mis salvadores, pero sí hay algo que podréis tener ambos.

-           Cómo tu cuerpecito, pequeña arrogante?. - exclamó Saderectus, entre las carcajadas de todos los presentes, que bebían ya desaforadamente.

-           Pues no, Señores. Mi cuerpo es solo un cuerpo, quizás les gustase saber en donde está escondido un tesoro inmenso, de los galeones españoles que se hundieron hace 2 años al sur del paso de los vientos.

-           Vaya, esta pécora sabe de todo. Qué sabes tu de ese tesoro preciosa putita?. - rió Sir Dark.

-           Bueno sé cosas, pero está siempre vigilado por las mazoneras.

-           Las qué?. Pero se puede saber que burla es esa para tus salvadores?.

-           No es una burla, Saderectus. Las mazoneras, son corsarias de tierra, aunque a veces navegan por estos mares. Son muy peligrosas y casi nadie se ha atrevido a aventurarse para lograr ese tesoro. La prueba está en que hay 5 naves hundidas más. Pero, yo sé el modo de capturar el tesoro. Claro, que yo sola no podría y entre mi gente no hay nadie leal.

Sir Dark se mesaba la barba espesa mientras Miel comentaba esos detalles. Miró a sus hombres y ya no reían y si prestaban mucha atención a aquella mocosa. Advirtió que hasta su compadre Saderectus, la prestaba atención. Y repasó en silenció aquel naufragio que se escuchaba entre algunos piratas ya retirados.

Mientras en la nave, Blake seguía intentando averiguar algo de sus hombres, pero supuso que estarían en alguna de las cantinas del otro lado de la portana, pero cercana a donde tenían las barcas.

-           Cool, prepara un guiso para los Jefes, tendremos sesión esta noche.

-           A la orden Jefe, estará todo listo en un par de horas.

Cool, se alejó contento de tener una misión especial y se adentro escaleras abajo hasta la enorme cocina, mientras dos barcazas enormes traían a Shaman en una y en la otra Diego.

Cuando estuvieron a bordo, Fuso les saludó y se acercaron los tres hasta Blake, que ya descansaba de su intento de descubrir a sus hombres.

Comentaron la escandalera en el puerto, aunque ninguno supo decir que había sido del ladrón y organizador del tumulto.

-           Amigos míos, esperaremos a Saderectus y Sir Dark. Ellos sabrán relatarnos lo sucedido. Además debemos hablar de algo que ha llegado a mis oídos. Algo fuerte y serio, pero lo haremos mas tarde. Esta noche cenaremos aquí, todos reunidos y determinaremos la acción a tomar.

Mientras en la cantina, Miel ya había logrado el interés de todos sus nuevos, aunque peligrosos compañeros. Y Sir Dark había tomado ya la decisión de volver al navío. A un gesto suyo, sus hombres se pusieron manos a la obra y caminaron alrededor de Miel, con lo que quedó invisible para el resto de los pocos habitantes de aquel lugar.

Miel, fue depositada en una de las barcazas y cubierta por una serie de sacas, mientras descendían los Jefes y se alejaban de la portana, en dirección al galeón mayor.

Un vigía en la cubierta, anunció el regreso de las dos barcazas. Fueron ayudados a subir al galeón y algunos quedaron estupefactos, cuando vieron ascender a aquela jovencita con ropas de grumete. Sin embargo, ni el más atrevido se insinuó, llegando con Saderectus y Sir Dark.

Blake los recibió en el enorme camarote, junto a sus otros invitados. Pero nada mas ver a la jovencita que les acompañaba, se sintió tenso. Aunque fue un solo segundo lo que duró, que pasó inadvertido para los demás, menos para Cool, que se tragó una sonrisa propia.

-           Vaya, buena juerga en tierra y encima tenemos invitada, verdad?.

-           Blake, esta mocosa es la que organizó todo el tumulto en el puerto. Además de lo que requisó a quien no lo lucía, dice que es para entregároslo a vos. El cómo os conoce, no lo sé y por el momento, tampoco deseo saberlo. - respondió Sir Dark.

-           Uuuuummmmm, así que esta criatura es la del revuelo en el puerto. Y además tiene algo para mí. Verdad?.

-           Si, Blake, es lo que te acabo de decir yo mismo.

-           Si, si, perdona Dark, estaba pensando en alto. Bien, acércate criatura. Dime como te llamas y que tienes para mí?.

-           Me llamo Miel, Señor Blake y he cogido la "luz azul" para vos. En tierra todo el mundo habla del gran Blake y deseé conocerle, Señor.

-           Muy bien Miel, así que en tierra firme soy nombrado agradablemente parece, bien.....y tienes la "luz azul" para mí....bien...bien. Sí, entrégamelo y veamos tu regalo.

Miel sacó de dentro de su camisola el diamante y pasándolo lentamente ante la mirada de todos, se lo entregó a Blake, que lo tomó entre nervioso y azorado. No estaba acostumbrado a recibir ofrendas y mucho menos de una mocosa, como aquella.

Sin embargo, el murmullo de expectación de los hombres al ver esa piedra, fue como un coro mágico, hasta quedar en manos de Blake.

Blake, la miró y la remiró. Y miró a sus amigos y les pasó la piedra y pasó de mano en mano, hasta llegar de nuevo a las suyas.

-           Muy bien, pequeña Miel, que pides a cambio de semejante regalo?.

-           Embarcarme en sus aventuras Señor. Como un miembro más de la tripulación Señor.

-           Nada más y nada menos, que sólo eso, verdad?. Criatura, sabes que tipo de seres hay en un navío como éste?. Sabes los problemas que podrías causar entre la tripulación?. Sabes que podrías ser asaltada y violada en algún momento?. Sabes lo que estás diciendo?.

-           Lo sé Señor Blake, pero ellos no se atreverán a dañar a un compañero Señor. Además, ya tengo mis protectores Señor Blake.

-           Ah, perfecto y se puede saber donde están ahora mismo, mocosa?.

-           Si, Señor Blake, delante de Ud, Señor.

-           Delante de mí......uuummmm, nómbralos, pequeña viborita, que ya te veo venir.

-           Sir Dark y Saderectus, Señor Blake.

-           Pero que estás diciendo mogigata?.......- exclamó Saderectus encolerizado.

-           Es así, Señor Blake. Aunque el Señor Saderectus no lo admita, lo hará cuando él os anuncie como conquistar el tesoro de los galeones españoles. Y que yo solamente sé donde está y como extraerlo, Señor Blake.

-           Bien, bien y bien.........me encanta esta mocosa, si. Bien por el momento seré yo tu protector, pero espero que cumplas con tu parte del trato grumetilla. Cenará con nosotros, amigos míos, así tendremos tiempo de hablar sobre ese tesoro.

* (continuará) *