El cornudo y la adúltera 3/3

La historia de cómo una esposa, totalmente tradicional y fiel, a través de las intrigas de su marido descubre los placeres del amor adúltero fuera de su anodino matrimonio (final)

Tercera parte: Mancillando el lecho conyugal

A los tres días Toni me mandó un mensaje. Me dijo que había hablado con mi mujer varias veces para pasar la noche, pero que ella no sabía que decirme, así que me pidió que desbloqueara la situación. Le dije que me iría yo a pasar fuera la noche y que les dejaría la casa. Toni estuvo de acuerdo.

Por la noche le dije a mi mujer que el sábado tenía un congreso en Ávila y que tendría que dormir fuera. Ella protestó pero al final se calmó. Al rato la vi coger el móvil y mandar un mensaje. Cuando ella se acostó me conecté al Messenger, y allí estaba Toni. Me dijo que mi mujer le había mandado un mensaje invitándole a pasar la noche en casa.

El sábado después de comer me fui. Había reservado una habitación en un hotel que tenía Internet, y llevaba mi portátil para poder conectarme, pues había quedado con Toni en comunicarnos cuando pudiéramos, que usara mi ordenador.

A las 11 entró en línea. Estaba en el baño, por lo visto. Me dijo que se presentó en casa a eso de las 9. Mi mujer le recibió con un vestido todo de encaje que tiene, un tanga negro y unas botas. Hacía mucho que no se lo ponía, le debe de marcar mucho ahora. Le sirvió una copa en el salón y siguió preparando la cena. De vez en cuando iba a verla y la abrazada desde atrás (debía ser increíble verla hacer la cena de esa guisa), y se besaban en la boca.

Durante la cena y después hablaron mucho, y Toni me dijo que tenía un gran secreto de ella que me iba a sorprender, pero que me lo diría luego. Tras la cena ella dijo que iba al baño a ponerse cómoda, y él aprovechó a conectarse. De repente dijo que ya salía, que luego volvería.

Y así me quedé, inquieto y nervioso. No podía dormir con la pantalla encendida, esperando. A la una de la madrugada volvió a entrar. Él puso la cam para que viera que estaba sudoroso y despeinado. Me dijo que menuda fiera era mi mujer, que la había estado follando más de hora y media y que pedía más la muy guarra. Le había dejado unos minutos de descanso y ahora seguirían. Antes de irse él me dijo que la pensaba follar el culo…

Estaba tan excitado que tuve que hacerme una paja. Me quedé relajado, sobre la cama, con el ordenador encendido, esperando más noticias. Éstas llegaron a las dos y media más o menos. Toni me dijo que le había reventado el culo, que lo tenía estrechísimo, pero que a pesar del dolor lo aguantó casi quince minutos hasta que se corrió bien dentro. Me dijo que ella dormía agotada, y que él iba a hacer lo mismo, aunque luego la despertaría para seguir otra vez.

Ya no tuve más noticias hasta la mañana. A las 10 él se conectó y puso la cam. Estaba desayunando. Entonces vi una escena super morbosa. Mi mujer pasó por detrás, sólo llevaba unas braguitas. Luego fue hasta él y abrazándole le empezó a besar en el cuello (no sabía que yo estaba mirando). Toni le dijo que saludara a un amigo suyo, y sin taparse lo más mínimo su desnudez me tiró un beso por la cam y luego besó a Toni en la boca con fuerza. Entonces se me ocurrió llamarla por teléfono. Ella respondió como si nada, sentada en la pierna de Toni mientras éste la magreaba delante de su “amigo”, que si estaba muy sola, que me echaba de menos y que volviera pronto. Yo le dije que volvería después de comer.

Cuando colgué entonces Toni me dijo “Voy a dar a esta puta lo suyo antes de que vuelva el cabrón de su marido”, y cortó. Ya no supe más de ellos. Después de comer volví a casa. Mi mujer estaba especialmente cariñosa, y no había ninguna prueba ni rastro de lo que allí había pasado; bueno, sí, mi mujer iba mucho al baño, más de lo normal.

Al conectarme Toni no estaba en línea, y le mandé un correo indicándole que esta vez me lo contara todo por mail. A la noche recibí un mensaje muy largo, que prefiero transcribir a continuación:

Pues cuando llegué me recibió con el vestido que te dije, todo transparente, la muy zorra, y super corto. Me puso un cubata para entonarme mientras terminaba la cena. Yo iba de vez en cuando a magrearla, y te puedo asegurar que tenía el coño húmedo.

Después de cenar fuimos al sofá a retozar con una botella de cava, y nos contamos muchos secretos. El suyo te lo dejo para el final, como postre.

Cuando acabamos la botella, ya hartos de darnos bien el lote, tu mujer dijo que iba al baño a ponerse algo cómodo. Fue cuando aproveché para hablar contigo la primera vez. Cuando vi que iba a salir me fui a vuestra cama y me desnudé a esperarla.

¡Joder cómo venía! Llevaba un camisón lila muy cortito y transparente, y nada más; se le clareaba el coño, que se lo había depilado del todo. Me puse como una moto sólo de verla. Ella se tiró a mi polla, y no veas cómo me la mamaba, con un ansia animal. ¡Y cómo me miraba!

Lo hacía tan bien que me la puso rápido bien dura, y entonces se colocó en cuclillas sobre ella sin soltarla, se la enfiló y se arrodilló. Se la metió hasta los huevos, se puso a cabalgar sin dejar de gemir. Yo la agarraba del culo, y la levantaba para follarla con energía. La tuve jadeando y gritando casi media hora, se corrió y aún pedía más. La estrujé las tetas, que no veas cómo se le movían, la pellizcaba el culo y los muslos, hasta le daba palmetazos, todo le gustaba a la muy zorra. Al final me corrí agarrándola fuerte del culo para soltárselo bien dentro (follábamos a pelo, ya sabes).

Conseguí despegármela, y se volvió a abalanzar sobre mi polla. Me la dejó bien limpia y bien tiesa de nuevo. La eché sobre la cama y la volví a penetrar con dureza. Me estaba absorbiendo, no veas cómo sudábamos (el camisón ha quedado hecho un asco). Se volvió a correr, y yo como era mi segundo aguanté casi media hora, por lo que pude dar a tu mujercita otro orgasmo antes de correrme.

Ya pareció quedarse más relajada, y nos tomamos un descanso. Mientras hablaba contigo se me ocurrió encularla, a ver si así ya la dejaba satisfecha. Fui al baño a buscarla, se estaba lavando el chocho rebosante de mi lefa. Le pregunté si tenía vaselina, y me la dio. La llevé a la cama, ya desnuda, y le hice una buena comida de coño que la dejó casi al borde del orgasmo. Entonces la puse a cuatro patas, con el culo bien abierto. Cuando le empecé a lamer el ano ella ya sabía lo que le esperaba, y se puso a jadear. La metí un dedo y le di vueltas.

Cuando iba a untarme vaselina en la polla, la muy guarra me dijo que no, que sin vaselina, que a pelo. “¡Joder!”, pensé, pero nada, era su culo. Se la puse un poco en la boca y ella misma se encargó de ensalivarla bien, y no veas con qué gusto.

Le separé bien los muslos y puse el capullo en su ano. Empujé un poquito, y luego más. Cuando metí el capullo tu mujer dio un respingo, entonces la agarré de las caderas para hacer fuerza.

No veas cómo me costó que le entrara, pero al final a fondo. Tuve que empujar fuerte, aunque claro, sin lubricante lógico. No veas cómo chillaba, como una loca, la muy zorrona, pero nunca dijo que ya era bastante, a pesar de que le caían lágrimas por la cara. Al final se la encajé bien a fondo, metí la mano por su entrepierna y le toqué el clítoris hasta que se corrió, que fue bien pronto. Entonces ya me decía que se la sacara, pero yo nada, la aguanté cinco minutos más de fuerte enculada antes de correrme en sus intestinos. No veas cómo tenía el ojete de rojo y abierto.

Después de eso fue al baño a soltar todo lo que tenía dentro y nos tumbamos a dormir. Yo fui a hablar contigo un momento, pero me fui, tenía que descansar.

Me desperté a las 6, ya recuperado y con ganas de más. Tu mujer aún dormía, abrazada a mí. La intenté despertar, pero no hubo manera. Al final decidí dormirme de nuevo.

Nos volvimos a despertar a las 9 y media del domingo. Desayunamos y recordarás que “hablamos” los dos contigo. Tu mujer es un pedazo de putón; imagínate la situación, ella hablando con su marido por teléfono mientras su amante la magrea pero bien y un “amigo” de éste lo ve todo por la cam ¡tremendo!

Pues debes saber que después seguimos. Nos dimos una ducha que no veas. Jabón por todos lados, restregones y follada de pie en la bañera con el agua cayendo.

Sabes, la invité a comer, y ella me llevó al chino que soléis ir y donde os conocen bien. No veas cómo nos miraban, aunque parte de la culpa era de tu mujer, qué pedazo de escote que se puso. Bueno, y el pedazo de beso con lengua que nos dimos en la boca mientras le acariciaba los muslos. Yo de ti no volvía a ese restaurante.

Bueno, y querrás saber ya ese gran secreto. Pues como imaginaba, yo no soy el primero que te ha corneado, pues ha habido dos más antes, y uno duró varios meses.

El primero fue antes de casaros, en un viaje que ella hizo a Irlanda a “aprender” inglés (donde estudió algo más que la lengua), un irlandés rubio y guapo que se ligó. El segundo fue ya de casada, hace unos años, un compañero de trabajo también bastante guapo y locuaz, con el que “comía” en los ratos libres. Y si no sigue con él ahora es porque le trasladaron a otro país. Esas cenas que tenía con sus amigos no eran el tipo de cena que pensabas.

Me quedé atónito. Me podía esperar cualquier cosa menos eso. ¿Cómo no me di cuenta? Lo de Irlanda vale, pero lo otro… ¿cómo lo pudo ocultar? Lo cierto es que en pocos días descubrí que no conocía a mi propia mujer.

Epílogo: Embarazo

Aunque mi esposa se tomó la píldora, como resultas del primer polvo con Toni ha quedado embarazada. Ella sigue sin decirme nada, y aunque no lo dice, yo se que el niño no es mío. Toni se ha puesto muy contento, y me ha dicho que no es el primero que tiene así.

He sabido por Toni que se han seguido viendo hasta hace bien poco; ahora está de ocho meses y tiene una hermosa barriga. Supongo que después de que nazca el bebé me quedaré a cuidarlo mientras ellos se juntan...

Fin