El Cornudo (III) - días de playa

Tercera entrega de la saga el cornudo

Capítulo IV

Al salir de darse un baño, la tela blanca del bikini se transparentaba por completo y dejaba al descubierto todos los encantos de Lola, sus oscuros pezones se marcaban perfectamente en el top y el tanga dejaba ver su peludo coño.

-"mujer, tapate un poco, que se te ve todo y vas a causarle un problema a Carlos"- dije con sorna.

-"tienes razón"- dijo al mirar hacia abajo y comprobarlo; con toda la naturalidad del mundo se despojó del bikini y se quedó completamente desnuda ante nosotros; se agachó muy despacio para recoger el tanga, contoneando levemente sus caderas, y nos regaló una perfecta visión de su coñito, donde se podían apreciar sus rosados labios, fruto de la excitación, que resaltaban enormemente gracias al contraste que proporcionaba su negra pelambrera.

Carlos la devoraba con la mirada y no perdía detalle.

-"ten cuidado con lo que nos enseñas, que no respondo"- dijo riendo mientras se agarraba el paquete -"que desde que me divorcié no mojo el churro y no te creas que todos los días disfruto de la visión de una hembra como tú"-

-"uy, con ese miembro que gastas no creo que estés muy necesitado"- le replicó Lola, tonteando con él -"seguro que tienes a más de una con la que aliviarte"-

-"no te voy a mentir, alguna interesada ha habido, pero cuando ven esto en todo su esplendor"- dijo sujetando su rabo -"salen corriendo asustadas"- comentó con resignación, poniendo cara de afligido; y acto seguido, soltó una carcajada.

Joder con Carlos, no se cortaba un pelo; realmente, no sabía si lo estaba diciendo en serio o no, aunque lo cierto es que esa polla en plena erección impresionaba bastante, como había podido comprobar esa misma mañana.

Pese a que habíamos hablado de todo esto las semanas previas, no me imaginaba que a la hora de la verdad Carlos fuese a ser tan directo; pero me sorprendía incluso más la actitud desinhibida de Lola, que siempre se había mostrado bastante mojigata en lo que al sexo se refería. Aunque en mis fantasías yo solía tener mayor control de la situación, estaba terriblemente excitado con el desarrollo de los acontecimientos.

-"¿quieres que te eche un poco más de crema?"- Preguntó Carlos con picardía. "-que hoy el sol pega con fuerza y te puedes quemar"-

"No te preocupes, que puedo yo solita"- respondió con un deje de rencor.

Extendió su toalla frente a él, se sentó y empezó a untarse la crema por los brazos; prosiguió por sus piernas, abriéndolas un poco, mientras miraba a los ojos a Carlos, dejando expuesta su rajita; estaba claro que deseaba provocarle y vengarse por haberla dejado a medias.

Era increíble la naturalidad con la que se exhibía, actuaba como si yo no estuviese presente... o a lo mejor era mi presencia era el único obstáculo que estaba impidiendo la consumación del acto; en ese momento me arrepentí de haber regresado tan pronto.

Se recreó masajeando sus muslos y cuando empezó a untarse la crema por el vientre, sus dedos bajaron hasta enredarse con los pelos de su pubis, casi parecía que se estuviese masturbando para Carlos, ajena a mi presencia. Este, sin embargo, dejó de prestarle atención, se encendió un cigarrillo, y se puso a charlar conmigo, dándole la espalda, como si el espectáculo privado que se había marcado Lola para seducirlo no fuese con él.

A Lola no le hizo mucha gracia, frunció el ceño, terminó de darse el protector sin demasiados aspavientos y se tumbó a tomar el sol; después de tanto años, mi esposa era transparente para mi, y sabía perfectamente que estaba contrariada, no sé lo que pretendía conseguir con el numerito de la crema, pero le había salido el tiro por la culata, y eso, para una mujer que estaba acostumbrada a conseguir siempre lo que quería, le debía de haber sentado fatal.

El resto de la mañana pasó sin que sucediese nada destacable; Lola, aunque estuvo un poco tirante durante un rato, terminó recuperando su jovialidad habitual.

A eso de las seis de la tarde decidimos recoger los bártulos y regresar a casa de Carlos para comer algo, echarnos la siesta para recuperar fuerzas y encarar con energía el resto del día; yo lo agradecí profundamente porque estaba reventado tras haber conducido tantas horas.

Tras terminar de comer, Carlos nos sirvió unas copas, sacó una cajita de madera de un armario y nos dijo, casi canturreando:

-"es la hora del postre"-

Me quedé pálido... ¿qué es lo que traía en esa caja? ¿qué tenía planeado ahora? ¿había algo dentro que podría propiciar el deseado encuentro?

La abrió y me dijo:

-"huele"-

Joder, solo era marihuana, por un segundo se me habían disparado las pulsaciones, menudo susto más tonto me había pegado.

-"bufff... hace años que no me fumo un porro"- respondí -"no sé si voy a recordar como liarlo"-

-"eso es como montar en bici, que nunca se olvida"- respondió Carlos

Era cierto que llevaba años sin fumar, no es que durante mi juventud le hubiera pegado muy duro al cannabis, pero si que tenía la costumbre de fumarme alguno con Carlos cuando regresábamos de fiesta; lo dejé al poco tiempo de empezar a salir con Lola, porque tenía muy demonizadas las drogas, incluso las blandas, temía que no terminase siendo un hombre hecho y derecho si seguía consumiéndolas.

Mientras me liaba el canuto me vinieron a la cabeza un montón de recuerdos de aquellos días, en los que era el adlátere de Carlos, y en como había pasado el tiempo y lo poco que habían cambiado las cosas entre nosotros. Realmente estaba contento de que fuera él el elegido para follarse a mi esposa, no se me ocurría nadie mejor.

-"enciéndetelo"- me ordenó una vez lo hube terminado.

Había quedado bastante regulero, pensé, nada que ver con las formas perfectas de los que liaba de joven, pero servía para su propósito; le acerqué la llama y le dí la primera calada.

-"joder, como rasca"-

-"eso es por la falta de costumbre"- respondió Carlos, rompiendo a reír.

Recordé que Carlos detestaba encenderse los canutos, precisamente para evitar esa primera calada... "solo fumas papel" decía; le dí dos o tres caladas más y cuando ya tiraba bien, se lo fui a pasar a Carlos.

-"pásaselo primero a Lola"-

Me quedé un poco extrañado, puesto que él sabía perfectamente que ella no fumaba, ni siquiera tabaco; aún así, para no contrariarle, se lo acerqué a mi mujer. Lola se quedó dubitativa, sin saber muy bien que hacer.

-"vamos, Lola, hay que estar abierta a probar cosas nuevas"- le animó Carlos.

-'anda, trae"- dijo Lola.

Le dió una pequeña calada y empezó a toser.

-"coff coff... esto no es para mi"-

-"solo tienes que acostumbrarte"- continúo Carlos -¿o es que piensas rajarte ahora?"-

Lola se envalentonó, espoleada por la provocación de Carlos, y le pegó una calada larga; tosió de nuevo, pero volvió a intentarlo, hasta que consiguió retener el humo en sus pulmones durante algunos segundos.

-"pues no le veo la gracia"- comentó Lola.

-"tú espera"- le repondió Carlos.

-"el que no va a esperar mucho más, soy yo"- interrumpí -"con vuestro permiso, me voy a echar un rato que no puedo con mi alma"-

-"¿ya te vas?"- preguntó Lola -"si aún te queda media copa y lo estamos pasando estupendamente"-

-"déjale, él se lo pierde"- replicó Carlos - "además, tu y yo solos también podemos pasarlo genial"-

Me fui por el pasillo, examinando las posibilidades que me daba el entorno para poder espiarles sin ser descubierto; las palabras de Carlos resonaban en mi cabeza, estaba claro que iba a aprovechar la ocasión para mover ficha.

Esperé un tiempo prudencial antes de regresar, sigiloso como un gato, tratando de pasar inadvertido; notaba como un cosquilleo nacía de mi estomago y se extendía por todo mi cuerpo, estaba descubriendo un placer inusitado al ejercer de voyeur.

Lola y Carlos seguían fumando y hablando.

-"Tiene que ser duro para ti volver a esta casa, ¿verdad?"- comentó Lola -"estará cargada de recuerdos de Verónica"-

-"no te voy a engañar, al principio, si... pero al final, el tiempo todo lo cura"-

-"al menos con ella no tendrías problemas... en la cama, digo"-

-"mujer, no eramos la pareja perfecta, ni en nuestros mejores momentos, pero si que te puedo decir que Verónica ha sido la mejor amante que he tenido"- hizo una pausa y continúo con bastante teatralidad -"aunque como te decía antes, tampoco es que haya muchas con las que compararla, la mayoría salen despavoridas cuando ven el aparato que gasto"-

-"serás fantasma"- replicó riendo Lola.

-"¿fantasma? ¿yo?"- dijo haciéndose el ofendido -"pero si tu misma has podido comprobarlo en tus carnes"-

-"respecto a eso"- el tono de Lola se hizo más serio -"ha sido un error fruto del calentón que no se volverá a repetir... gracias a Dios que al final no ha pasado nada"-

-"mira, Lola, te voy a dar un consejo"- espetó Carlos -"si pretendías ser convincente no deberías de haberme mirado el paquete mientras lo decías"-

Se hizo un incomodo silencio mientras Carlos apuraba las últimas caladas del canuto.

-"reconozco a una mujer necesitada en cuanto la veo"- prosiguió Carlos -"y tú lo estás, y mucho; tu marido no es mal tío, pero es obvio que es insuficiente para una hembra como tú"-

-"te confundes completamente"- replicó Lola -"soy muy feliz en mi matrimonio"-

-"puedes repetirlo todo lo que quieras, los dos sabemos que solo estás tratando de engañarte a ti misma... esas palabras que salen por tu boca no son más que una fachada, en el fondo estás deseando que te clave mi polla, pero no te atreves a pedirlo"-

-"Carlos, te estás pasando... no sé quien te crees que soy para que me hables así"- dijo Lola bastante airada.

-"quien eres lo tengo bastante claro, una puta, tu misma me lo dijiste en la playa"-

-"no tengo que soportar que me hables así"- respondió Lola, haciendo ademán de levantarse.

-"quieta ahí"-

La voz de Carlos sonaba firme, casi como una orden; Lola le hizo caso sin siquiera rechistar.

-" de acuerdo, puede que tengas razón"- continuó Carlos -"o puede que la tenga yo...  es un conflicto de muy fácil solución"-

-"¿ah, si? ¿y se puede saber cómo?"-

-"ya te digo que la solución es sencillísima... solo tienes que bajarte las bragas"-

-"si piensas que voy a enseñarte el coño es que no estás en tus cabales, no sé lo que llevaría ese porro pero esas últimas caladas no te han sentado nada bien"-

-"no te hagas la pudorosa ahora, Lola, que lo que escondes entre las piernas ya me lo has enseñado muy bien esta mañana"- dijo Carlos, y a continuación se puso de pie y se bajó los pantalones, dejando a la vista su enorme rabo -"así estaremos los dos en igualdad de condiciones"-

Lola se quedó como hipnotizada con el penduleo del miembro de Carlos, sin articular palabra, levantó un poco su culo, recogió el vestido hasta la cintura y agarró el elástico de sus braguitas, quitándoselas muy lentamente; las recogió del suelo con el pie, sin levantarse, y lo extendió para ofrecérselas a Carlos, quien las agarró con delicadeza para llevárselas a su nariz.

-"como imaginaba, cerda, estás empapada"- dijo mientras esnifaba la parte de la tela que había estado en contacto directo con la entrepierna de lola -"menudo aroma a perra en celo que desprenden"-

Su polla saltó como un resorte; Lola acercó su mano al rabo de Carlos y empezó a masturbarlo suavemente, suvía y bajaba su mano tratando de retraer el prepucio para dejar al descubierto su glande.

Carlos cerró los ojos y se dejó llevar por el placer que le proporcionaba Lola.

Lola dejó caer un poco de saliva sobre la punta del capullo, para que actuase de lubricante.

-"puedes hacerlo mucho mejor, guarra"-

Lola parecía dispuesta a complacer a Carlos en todo lo posible. Acercó su boca al glande de Carlos, sin dejar de mirarle a los ojos y sacó su lengua, como si fuese a chupar un helado.

A mi rara vez me hacía una mamada, lo normal es que me la meneara un poco y ya está, toda esa actitud tan sexualizada de la que estaba haciendo gala era nueva para mi.

-"así no, furcia, ¿es que el cornudo de tu marido no te ha enseñado nada?... empieza por las pelotas"-

Lola se agacho, hasta que sus labios entraron en contacto con los testículos de Carlos; si su rabo era enorme, estos no tenían nada que envidiarle, eran unos huevos gordos y peludos, no me extrañaba que dejara repletas de esperma las prendas que le había pasado. Lola abrió timidamente la boca y empezó a succionar con delicadeza.

-"chupa con más fuerza, que no se va a romper"-

Ella obedeció inmediatamente, chupó con intensidad hasta que tuvo todo el testículo dentro de su boca.

-"me encanta que mis putas me coman los cojones... como premio, te has ganado un bocado de esto"- dijo Carlos retirando el prepucio y mostrando su glande.

Lola fue recorriendo con su lengua todo el falo hasta llegar al capullo, dilató su mandíbula hasta el máximo y trató de alojarla toda dentro, cosa que se antojaba físicamente imposible. Carlos asió su cabeza con ambas manos y empezó a mover su cadera como si se la estuviese follando; las babas se caían por la comisura de los labios de Lola, que solo era capaz de emitir sonidos guturales, mientras las lágrimas inundaban sus ojos. Carlos, visiblemente frustrado antes la resistencia que presentaba Lola, cejó en su empeñó y se retiró, lo que permitió que mi esposa cogiese una bocanada de aire.

-"esta claro que ni para chuparla vales... y yo que creía que tenías madera puta; si lo llego a saber, en vez de estar aquí perdiendo el tiempo, me hubiera ido a echar la siesta, como ha hecho tu marido"-

Lola se arrastró hasta sus pies y rompió a llorar:

-"lo siento, Carlos, dame otra oportunidad, te aseguró que lo haré mejor"-

Carlos se puso de cuclillas y acarició tiernamente la mejilla de Lola:

-"lo siento, no debería de haberte tratado así, no sé lo que me ha pasado"- Carlos parecía otra persona, de su rostro había desaparecido la expresión viciosa de minutos atrás y sus ojos miraban con ternura a Lola. Comenzó a besarla con calidez, muy despacio al principio, aumentando la intensidad al ver que Lola le correspondía.

La cogió entre sus brazos y se la llevó al sofá, el se sentó a su lado, acariciándola, y fue ella la que tomó la iniciativa, echándose encima de él, cogiendo su rabo y tratando de introducirlo en su coño. Carlos la frenó tirándola del pelo:

-"creí que no querías que te follara"-

Ella le miró fijamente a los ojos y se dejó caer,  tratando de que su vagina engullese la tranca de Carlos. El tiró con más fuerza del pelo de Lola.

-"te he dicho que no"- dijo Carlos -"hoy no te lo has ganado"-

Lola no dejaba de mirarle a los ojos, y empezó a mover su cadera adelante y hacia atrás, frotándose contra el miembro de Carlos, mientras que con la mano derecha empezó a acariciarse energéticamente el clítoris.

Era una escena muy morbosa, yo estaba ahí sin saber que hacer, con una erección monumental, mientras saltaban las chispas entre Carlos y Lola.

Los fluidos de Lola resbalan por el falo y los cojones de Carlos, en todos nuestros años de matrimonio nunca la había visto chorrear así.

-"por favor, Carlos, fóllame"- suplicó Lola.

Él agarró su rabo y apuntó a la entrada del coño de Lola.

-"métete solo la puntita"-

Los glúteos y muslos de Lola se tensaron mientras bajaba lentamente, su cara revelaba una mezcla de placer y dolor; empezó a respirar agitádamente, mientras chocho trataba de devorar centímetro a centímetro el capullo de Carlos.

-"Joder, Carlos, es muy gorda"-

subió sus pies encima del sofá y se puso de cuclillas, rodeando el cuello de Carlos con sus brazos, dejando que fuese la fuerza de la gravedad la que la ayudase a introducir aquel descomunal trozo de carne; una vez tuvo el capullo introducido, comenzó con un suave vaivén.

Desde donde yo estaba, la vista era perfecta, veía como el coño de Lola retrocedía, dejando al descubierto el glande de Carlos, y como volvía a bajar, hasta que desaparecía por completo; incluso podía oír el chapoteo, que entre los ahogados gemidos de Lola y los bufidos de Carlos, daban lugar a una melodía orgásmica; estaba tan absorto con el espectáculo que ni siquiera me estaba tocando, además, tenía miedo que el placer y la excitación que sentía en esos momentos desapareciese tras la corrida, así que mi único interés era tratar de recrearme en todos los detalles posibles, ya me masturbaría después.

Lola aceleró sus movimientos, sus nalgas subía y bajaban cada vez a mayor velocidad, la llegada de su orgasmo parecía inminente.

-"Me voy a correr, no aguanto más"- dijo Lola, mientras su cuerpo empezaba a convulsionarse; de su coño empezaron a rezumar fluidos, en tal cantidad que parecía que se estuviera meando.

Carlos le cruzó la cara de una bofetada.

-"¿acaso te he dado permiso para que te corrieras, cerda?"-

Lola se quedó alucinada.

-"perdona... Carlos...  yo no..."- dijo titubeando

-"está bien, es tu primera vez, tampoco tenías porqué saberlo- dijo, mostrándose comprensivo -"pero apréndetelo bien para la próxima vez y que no se repita, mis putas se corren solo cuando se lo ordena su Amo"-

Lola asintió con la cabeza.

-"y ahora, abre esa boquita, que yo aún tengo que descargar"-

Lola se puso de rodillas en el suelo, con la boca bien abierta, esperando la corrida de Carlos, que se estaba machacando la polla con fuerza, disfrutando de la sumisión de mi esposa.

Carlos bufó, su rabo se tensó y el primer lefazo cruzó media cara de Lola; le siguieron otros bastante copiosos que cubrieron su rostro, y solo los últimos acabaron acertando en su objetivo. Con un par de dedos empujó la leche que estaba desperdigada en su cara, hasta que acabó toda dentro de su boca.

-"traga"- dijo Carlos, con voz firme.

Si era raro que mi mujer me hiciese una mamada, tragarse el semen era algo que no había hecho nunca, siempre le había dado mucho asco; atónito presencié como hacía el esfuerzo, que terminó en una arcada. La leche de Carlos se escurría de sus labios y acabó estampada contra el suelo.

-"habrá que limpiar esto, no queremos que se entere el cornudo de tu marido, ¿verdad?"-

Lola se levantó como una autómata y se dirigió hacia la cocina.

-"¿donde vas?- preguntó Carlos.

-"a por una bayeta, ¿no quieres que lo recoja?"-

-"me he debido expresar mal"- dijo Carlos, esbozando una sonrisa maliciosa -"quiero que lo limpies con tu lengua"-

Lola se quedó pálida, aunque sin dudarlo acató la orden de Carlos; se puso de rodillas y empezó a lamer es suelo sin rechistar, pese a que en su cara se reflejaba la repugnancia que le producía dicho acto.

-"bueno, me voy a ir a echar un rato, luego veré si has dejado el suelo impoluto o no; y ni se te ocurra ducharte, por si lo estabas pensando, me gusta que mis putas huelan a hembra en celo- dijo, mientras le proporcionaba un fuerte azote en el culo; tras esto, abandonó la habitación, dejando Lola chupando el suelo, para eliminar cualquier rastro de las corridas de ambos.

En la posición en la que estaba podía ver su culo expuesto y su coño, abierto como nunca; metí la mano en mis pantalones y me corrí sin apenas tocarme.

Regresé a la habitación y fingí estar durmiendo. Lola tardó al menos 5 minutos en llegar, y cuando lo hizo, se puso a rebuscar algo en la maleta; la persiana estaba bajada y había poca luz, así que me costaba distinguir que era lo que había cogido. Se tumbó a mi lado, pensé que se iba a acostar, pero noté como se abría de piernas y se empezaba a tocar.

Estaba tumbado de lado, de espaldas a ella, así que no podía ver la escena, cerré los ojos y traté de concentrarme en el resto de mis sentidos. Lola respiraba agitádamente y algunos gemidos, casi inaudibles, escapaban de su boca. Ahora si que podía oír con claridad el chapoteo que manaba de su sexo, era el "chof, chof" característico de una penetración, un sonido que se repetía cada vez con mayor cadencia, hasta que Lola explotó en un nuevo orgasmo... oí como un objeto caía al suelo y después, se hizo el silencio.

La habitación olía a sexo.

[continuará]