El cornudo del marido cada vez más cornudo.
El marido nos sigue sorprendiendo por como acepta y le gusta el papel de cornudo, es una fuente de vicio y de felicidad.
Como ya conté en otro relato, aparte de seguir llevando mi ritmo habitual, estuve viendo distintivos pisos que me ofrecía el banco, pero la mayoría era de gente que habían echado y los vecinos miraban con malos ojos. Fui desechando cada uno de los que me enseñaban, hasta que me llevaron a una urbanización que tenían los pisos en su totalidad. Tenían piscina, un gym comunitario y una sala multi usos también comunitaria. Una plaza de aparcamiento en exterior y otra en parking además de un buen trastero. Me gusto el último piso, porque la terraza de arriba del todo, se unía con el piso por medio de una escalera de caracol y de uso exclusivo de la vivienda. Lo que no me gusto fue el precio.
Al contrario de con otras edificaciones nuevas, el que vendía la vivienda me dijo, que él no podía decidir pero que hiciera una oferta al banco y lo mismo aceptaban. Poca oferta se podía hacer porque pedían mucho. El caso que por lo que me aconsejaron amigos hice una oferta y casi al mes la aceptaron. Una vez que hicimos los primeros papeles, me permitieron poder ir metiendo cosas en el piso. Poco iba a meter porque no tenía ni un mueble propio.
Empecé a despedirme de mi vecindario poco a poco dejando claro a los que me interesaban que seguiríamos viendo y ellos entendían lo que quería decir viendo. Lo del piso me traía de cabeza y estresado, poco lo amueble de entrada, una buena cama grande, una mesa, unas sillas, una televisión y un simple sofá.
El día que firmamos las escrituras, en el notario nos encontramos varios de los nuevos inquilinos o eso parecía. Luego nos informaron que la siguiente semana había una reunión para la constitución de la comunidad y todas esas historias. El día que dijeron estábamos un montón de gente en la sala multi usos. Que luego llamaron local social.
Todos eran parejas jóvenes, el único que estaba sin pareja era yo. había que elegir al presidente de la comunidad, una administración y más cosas. El que estaba a mi lado, me decía que salga algún voluntario que no quería por sorteo. Salieron 5 voluntarios que querían ser presidente. Nos echamos a reír el que me había dicho que salga algún voluntario. Nos presentamos era Ezequiel de 30 años, físicamente cuidado, de mi altura y luego me presento a su pareja, que no estaban casados. Era Cecilia de la misma edad creo yo, media melena, color caoba, ropa muy ajustada, buen culito y unas tetas lo que se dicen interesante.
Al final el gato al agua se lo llevo uno que era maestro de un colegio que estaba en la misma calle. Era un poco empalagoso para mi gusto pero no podía juzgar como era solo de verlo en ese instante. Al terminar nos quedamos varios vecinos hablando y todos parecían gente agradable. Se quedo en otra reunión en 10 días, para solventar lo que surgiera. El primer contacto fue muy bueno. Todo el mundo quería hacer muchas cosas que por ideas que no faltasen.
Esa primera noche fue muy premonitoria. En mi casa no había colocado todavía ningún estores, pero como a mi les pasaba a muchos vecinos, ni estores, ni cortinas. Era muy bastante tarde y me fui a dormir. Encendí la luz del baño de mi habitación, no quería tampoco dar mucha luz por que se vería todo. No es que me preocupase, pero así lo hice. Después de usar el baño, fui a bajar las persianas un poco, para que cuando amaneciera no me pegara toda la luz de golpe, que me sentaba muy mal.
Pues me encontré de bruces con la pareja de un piso más abajo, visión perfecta follando como conejos. Lo más llamativo que ella estaba de rodillas sobre la cama, él le agarraba su melena negra y unas tetas inmensas, moviéndose de un lado para otro. Los había visto en la reunión, el llego más tarde y en ella me fije, porque se la veía anchota y con carnes prietas, una delicia. Eran unos 8 o 10 años mayores que yo, están en los 30 y pocos.
No eran conscientes del espectáculo que me estaban dando. Mi rabo estaba a tope y me lo acariciaba, vi que el marido, aumentaba de intensidad, se decían algo que no podía oír ni entender, lo que si vi y entendí, es que él se corrió sin hacerlo su mujer, porque puso cara de irritación y justo ene se momento levanto un poco la cabeza y me pillo mirando. Ni se escandalizo ni se cubrió ni nada parecido, el marido la acariciaba diciéndole algo, se le veía mimoso, pero ella le dijo algo y el marido metió su cabeza por detrás de su culo.
Se giro de pronto se puso boca arriba y el marido siguio con su cabeza entre sus piernas. Mientras ella se acariciaba las tetas y se tocaba los pezones, se corrió y vi que tal como lo hizo era una mujer que no se cortaba para nada. Al no quitarse como hubiera hecho la mayoría, sabía que tenía que ser muy caliente, aunque lo mismo solo le ponía el calentar.
Esos días de traqueteo aproveche para informarme bien, sobre el bdsm y quedarme con la parte que me interesara, no quería algo muy violento, porque se perdería la gracia. Aprendí mucha teoría de amos, cornudos, esposas calientes y quise poner en práctica parte de lo aprendido y quería tantear sobre todo en qué punto estaba Nela, lo averiguaría al día siguiente.
Había preparado una nota muy particular para Nela, no quería usar el móvil, quería ver su expresión. A la hora que bajaba ella a desayunar lo hice yo también. Iba con compañeros y compañeras de su departamento y yo con los míos. Al encontrármela y de forma natural le di un sobre con membrete del trabajo y le dije, “aquí tienes lo que me pediste, si te hace falta algo más, me lo dices” ella me dio las gracias y no me pare más. Se había puesto un poquito tensa, pero aguanto bien el momento. La muy zorra se guardó el sobre y ni lo miro, me acababa de matar, porque quería ver su cara, que no la perdía de vista.
Al terminar de comer su tostada, se colocó de tal manera que quienes estaban con ella no podían ver lo que iba a hacer. Saco el sobre y leyó lo que ponía, “Zorra, el viernes noche nos vemos en M… trae al cornudo y sobre todo no traigas ropa interior y trae contigo lo que te ordene comprar” volvió a meter la hoja dentro del sobre, su cara no se modificó en nada, siguio tomando café y en un momento se fue al aseo. A su regreso y con disimulo, dejo un papel sobre la barra mirándome con insistencia y mirando el papel que dejaba. Una vez salieron me acerque y haciendo cogiendo un periódico de la barra, cogí también el papel y me lo metí en un bolsillo.
En el trabajo leí lo que me ponía en su nota, “lo que tú digas mi amo, desde la última vez no he permitido al cornudo que me toque, solo lo que ordenes tú y aunque habíamos quedado para cenar con su familia estaremos donde tú has ordenado” leerlo y ponerse mi rabo como el cuello de un cantaor de flamenco fue todo uno. Me daba igual si era verdad lo de la abstinencia y lo de la cena familiar, pero como logro ponerme. Ver tan buena disposición era excitante.
Me pase por un sex shop, quería ver lo que había para tratar de comprar algo para sorprender el viernes. Nunca había entrado a ninguno, no sabía ni donde mirar, había mucha variedad. Deje la tarjeta temblando, compre varias cosas, aunque no sabía si las usaríamos todas. Estaba guardando todo en mi habitación cuando vi a mi vecina y ella me vio a mí. Aunque hizo como si no me viera. Empezó a desnudarse y se agacho un par de veces a recoger cosas tiradas, dejando el culo en un primer plano. Era toda una exhibicionista y una calienta pollas de primera categoría. Se puso un pantalón y una camiseta ajustada, de esas de andar por casa y desapareció. Esta vecina me quería traer por el camino de la amargura, esperaba que colocara cortinas o algún estore.
Al día siguiente fue la nueva reunión de vecinos. Esta vez había sillas no estaríamos de pie. Al llegar enseguida vi a mi vecina exhibicionista y su marido. Me abrí paso y me senté junto a ella. Como estábamos en el tiempo de cortesía esperando a que llegara más gente, empezamos a hablar unos con otros y a presentarnos. Esta pareja se llamaban Manolo y Sabrina de 30 y muy pocos los dos. El más bajo que yo, un pelín de panza y muy hablador. Ella con una mirada desafiante, buenas tetas, parecía más estilizada que cuando la vi desnuda, podía ser por la iluminación de su casa o por la distancia. Venía con mallas y cuando nos dimos la mano, porque no hubo beso, sentí una mano pequeña y caliente, su marido me dio la mano de una manera flácida, de esas que ni aprietan ni nada.
En ningún momento el dio la impresión de haberse dado cuenta o de que su mujer se lo contara. Una vez se inició la reunión todo el mundo quería exponer algo. La parte más dura era la derrama que había que hacer para dotar el gimnasio de algún aparato, comprar materiales para la jardinería, etc. En esas estaban cuando Manolo se echó hacia adelante para hablar conmigo, lo que hizo que yo también me agachara para pegarme más a él y eso llevo a que me pegara más a su mujer. Mi pierna rozaba con la suya y mi mano por la posición acariciaba el lado de su muslo. Ni se quitó ni dijo nada, miraba muy interesada lo que decían.
Lo que me quería preguntar Manolo, era que como según él se me veía el cuerpo de gimnasio, saber si los aparatos que decían estaban indicados o no. Le dije que mi idea es que fuera un material que no debiera tener mucho mantenimiento. Antes de la reunión había pasado a comprar una cerradura nueva y un bombín para la que tenía la puerta. Al terminada la reunión, nos quedamos hablando y Manolo me pregunto, “y esas cerraduras, ¿qué vas a fortalecer más la puerta?”, nos reímos y le respondí, “no, es que no me gusta que las llaves hayan podido estar rodando por ahí. Le cambio el bombín y más tranquilo y el nuevo cerrojo, es para ponerle uno más, para no dar facilidades, total, no son muy caros”, Manolo dijo que lo acro era llamar a un cerrajero y yo le dije que es que me los colocaba yo, que el bombín se tardaba 5 o 10 minutos y la cerradura nueva un poco más, pero que merecía la pena.
Sin cortarse un pelo me dijo, “pues ya podías hacer lo mismo con nuestra puerta, que yo soy muy malo para esas cosas” su mujer salto diciendo, “Manolo, córtate, que lo acabamos de conocer y ya le estas pidiendo cosas, de verdad, córtate un poco, perdónale vecino, es que mi marido es de los que se cogen confianzas enseguida” y mirándola y con una sonrisa muy malévola le respondí, “por mí no te preocupes, me pasa como a tu marido, enseguida me cojo confianzas y no me cuesta nada el cambiaros lo que queráis. Total el bombín es algo muy rápido, la cerradura es un poco más complicado, solo es encontrar donde hacer el agujero y meter la cerradura” esto último lo dije con mucha picardía.
En vez de subirnos cada uno a su casa, manolo se empeñó en tomarnos una cerveza en el bar que había junto a nuestra casa, acepte y cuando llegamos no éramos a los únicos que se les había ocurrido la idea. Lleve la conversación de nuevo al tema de la cerradura y Manolo entro en el enseguida.
-YO- Si quieres mañana subo por la tarde y en un momento la tienes colocada. (Sabiendo por un comentario que hizo, que él llegaba tarde)
-MANOLO- Por mi perfecto. Lo único es que yo hasta casi las 9 de la noche no llego.
-SABRINA- Que no pasa nada, que no hay prisa si no en el fin de semana.
-Y- Los fines de semana me es más complicado y si e muy tarde, como hay que usar el taladro puede molestar a algún vecino.
-M- Pues nada, di tú la hora que eres el “ingeniero”
-Y- Creo que la mejor hora es haya a las 5 más o menos. (Lo siguiente que iba a decir, era dedicado a ella y quería ver su cara) Es que es la mejor hora, que así me da tiempo, que no me gusta nunca, “dejar nada a medias” me gusta acabar lo que empiezo y dejar todo perfecto, a satisfacción de todos.
-M- Así me gusta la gente, seria y con principios. (Mientras su mujer me taladraba con su mirada seria, aunque se veía que le faltaba poco para reírse)
Al día siguiente antes de llegar a mi casa compre lo necesario y sobre las 5 llamaba a casa de mis vecinos. Al abrir me dio un subidón, pero a los segundos se me bajo. Sabrina había abierto con unas mallas que marcaban todo su culo y su coño y una sudadera ajustada, sin sujetador y que cualquiera de los pezones le podían sacar un ojo a cualquiera. Esa primera visión me impidió momentáneamente de ver lo demás, lo demás era una mujer mayor que vino enseguida a cotillear. Me hizo pasar y me la presento como a su abuela. Luego mientras me servía un café, me dijo que una vez a la semana se tenía que quedar por la tarde con ella, que su madre no podía. La mujer regreso al salón donde estábamos tomando café y siguio viendo la tele, que estaba muy interesada en el programa de cotilleo que echaban.
No te tenías que haber molestado, que seguro que tendrías muchas cosas que hacer.
Que va mujer, no me cuesta nada. Si quieres empiezo, que cuanto antes lo haga, antes os dejo tranquilas.
Oye que a mí no me molestas, que no te estoy echando. Abuela vigila por si se despierta la niña. (Nos levantamos apara ir a la puerta)
No sabía que teníais una hija.
Si tenemos una niña de 10 meses.
Al salir del salón cerró la puerta para que el ruido del taladro no despertara a la niña. Lo que decía el bombín no tarde prácticamente nada. Lo que tarde es que quite un embellecedor a cosa hecha, para hacer algo que tenía pensando, muy osado, pero que sería esclarecedor. Le dije si podía sujetar con los dedos el embellecedor, sin tapar los agujeros para los tornillos y ella se colocó, en vez de hacer que se pusiera de lado, hice que se pusiera de frente, para quedar detrás de ella.
No la roce para nada, colocando el primer tornillo, en el segundo, contuve mi respiración y me pegué a su culo, mientras atornillaba me movía suavemente, con el movimiento del esfuerzo. Sabrina no decía nada, ni tampoco se movía, parecía de hielo. Lo que no era de hielo era mi rabo. Que se calentó al máximo y se puso muy duro. Según se fue poniendo duro, a ella su respiración fue en aumento y en el último tornillo, el movimiento de mi rabo y el de su culo se acompasaron, como si fuera accidental. Qué pena que nos quedáramos sin tornillos. Al girarse los pezones le habían aumentado y su cara estaba sofocada. De ese impase nos sacó la abuela llamándola.
Me había puesto “malo” menudo culo que tenía. Empecé a taladrar y el ruido era muy fuerte, pero ella no volvió, ya había acabado prácticamente y estuve haciendo tiempo, hasta que ya era muy descarado tardar tanto. Pensé otra cosa, como me quedaban los embellecedores para poner, me acerque al salón y no llame a la puerta abrí, me quede cortado porque ella estaba dando de mamar a su niña, pedí disculpas rápidamente y ella dijo que no pasaba nada. Me pregunto qué quería, le dije que nada que ya me las apañaba yo. Entonces le dijo a su abuela que me pusiera una cerveza, que me sentara que en cuanto acabara me echaba una mano.
La abuela puso mala cara, pero porque tenía que dejar de ver la tele. Que estaba muy alta, porque no debía oír muy bien la mujer y además por lo que chillaban discutiendo en la tele. Me dio la cerveza que casi la deja caer. A Sabrina, se veía su pecho pero lo que era parte de la forma, porque la niña tapaba todo. No hablábamos, me limitaba a mirarla y ella a hacer juegos con su boca, como si fueran casuales. Cuando acabo de dar de mamar a la niña, se la paso a la abuela, dejando el pecho fuera y viéndose perfectamente el pezón. Se limpio con la misma tranquilidad el pezón, echándome un par de miradas y se guardó el pecho.
Me quería ir, mi rabo necesitaba estallar. Ella se vino a ayudarme y sin decirla nada se colocó, más provocativamente. Desde el primer momento me pegue a ella y casi la empotro contra la puerta. Quise agarrarle sus caderas y se quitó, casi, casi ofendida, diciéndome, “estamos en mi casa, mi familia está ahí al lado y soy una mujer casada” me quedé estupefacto. Terminé de colocar todo sin más ayuda y me despedí. Nunca mejor dicho con el rabo entre las piernas. Menudo marrón con esta tía, lo mismo confundí todo, sería cuestión de alejarse. Estaba en mi habitación completamente a oscuras y mis pensamientos iban a la vecina para ir luego a Nela, así una y otra vez. Hasta que de pronto se ilumina un poco mi habitación con el reflejo de una luz exterior.
Me levanté y fui a echar una mirada porque suponía que sería mi vecina. Miré y vi que tenían cortinas pero estaban bastante abiertas. Ella lucía un sugestivo camisón, que tapaba poco e insinuaba mucho. Se tumbo en la cama pero no miraba hacia afuera, hablaba con alguien y apareció en escena Manolo. Empezaron como una “pelea” pero era una manera de meterse mano. Sabrina se escapó de la cama, abrió la ventana, que la dejo entornada y oí como él no estaba muy conforme y ella le decía que si no luego olía muy fuerte.
Manolo la provocaba verbalmente mientras la metía mano, estaba colocado en la posición de la cucharita, no se distinguía muy bien lo que decía y ella le decía con voz más firme que no le oía bien. Él le preguntaba que había hecho y a donde había ido, que como había ido vestida y ella se lo detallaba todo. Manolo le decía que seguro que había puesto cachondos a muchos, que era muy puta, se lo repetía varias veces, a cada comentario que hacía y ella todas las veces le respondía “¿no es lo que quieres tú?” y se notaba que se ponía muy cachondo. Le preguntaba como la había mirado, una persona en concreto u otra, si se le habían insinuado y ella no le decía ni sí ni no. A la gente que se refería no sabía quiénes eran. El que más cachondo se ponía de los dos era él. Hasta que pregunto, “y el vecino, ¿hace buenos agujeros?” ella se reía y le contestaba, “que cosas tienes, no lo sé, pero puede, porque está bien fuerte y debajo de los pantalones se sospecha que pude tener algo interesante”, Manolo volvía a ponerse más fogoso y le decía con voz cachonda, “te dije que le provocaras, que le pusieras palote y no me has hecho caso” ella con voz fingida de indignación le respondió, “si con mi abuela aquí, tú estás loco y que no, que en casa pones a un hombre cachondo y puede suceder cualquier cosa y que no soy de piedra, que empiezas por un dedo y no sabes por donde acabas y luego te encabronas”
El seguía insistiendo y le conto el momento en el que entre cuando estaba dando de mamar, Manolo le pedía que le contase de una forma “enfermiza” y ella puso y quito a su conveniencia cosas que sucedieron. Como que me empalme y se me noto algo “monstruoso” que no fue así, ver no lo vio, lo sintió en su culo, pero eso no lo dijo. Manolo empezó a moverse a toda velocidad como si fuese un conejo y Sabrina muy cachonda le decía, “Manolo con calma, con calma que sabes lo que te pasa cuando te pones así” y acababa de decir eso cuando Manolo se convirtió en Manolon por los gritos, insultos y exabruptos que soltó. Se quedo como muerto sobre su mujer y esta protestaba, lo mandaba a la mierda y le decía que era un desastre.
Para compensarla empezó a tocarla con sus dedos y no paraba de decirle que mañana iba a hacer que el vecino fuese a su casa. Que como no estaría la abuela lo pusiese a full. Le decía como tenía que actuar, que se tenía que poner y recalcaba mucho un vestido blanco y negro. Que ella le decía que imposible, que con lo que le había aumentado el pecho, se le saldrían las tetas.
Sabrina hizo un leve ruido y por lo que se ve se había corrido o eso le dijo a su marido. Manolo se cogió un cigarro y se iba a fumar en la ventana, pero ella se lo recrimino y le dijo que ya sabía que en la habitación no se fumaba, que se fuera a la galería. Se fue y ella se acercó desnuda a la ventana, viéndose a la perfección sus dos grandes tetas, miro hacia mi ventana y me aparte justo, no por nada, que se le quedara la duda. Como mi casa estaba sin amueblar a penas y de cortinas nada, se le quedaría la duda seguro.
Al salir a trabajar me encontré con Manolo, no sé si fruto de la casualidad o fue provocado. Me saludo, me dio las gracias por lo de las cerraduras y me dijo que el cerrojo nuevo era como si se atorase, si le podría echar un vistazo esa tarde. Mi contestación fue, “no sé si podre y tampoco se la hora a la que tu mujer le vendría mejor, pero te daré mi móvil y ya me dices tu horarios y vemos si se puede encajar” me dijo que lo consultaría con su mujer. Me llamo más tarde y le dije que me seria casi imposible, se llevó un buen chasco, porque no se lo esperaba y seguro que su mujer se lo llevaría más grande. Lo malo que cuando llegue a mi casa andando, vi que él llegaba en su coche, no supe si me vio o no, porque trate de escabullirme. Me puse a ver alguna revista de muebles que tenía y echaba cálculos, viendo que tardaría un poco en poder amueblar la casa, así que estaba decidiendo lo más básico que tenía que comprar, cuando me sonó el móvil. Lo primero que pensé que era Manolo que me había visto. Pero era un número desconocido.
Hola, ¿sabes quién soy?
Claro, ¿no eres Sabrina?
Jajaja, sí. Es que te he visto por la ventana llegar y como Manolo no me ha dicho si vendrías o no vendrías a mirar lo de la cerradura, pues te he llamado.
Es que en principio no iba a venir, pero al final lo que tenía que hacer ya no era falta.
Entonces, ¿cuento contigo para que veas la cerradura?
Si, vale. ¿A qué hora llega Manolo? Porque me espero y así le explico cómo va.
Uf, Manolo hoy vendrá tardísimo.
Bueno en media hora o así estoy ahí.
Me extraño lo de su marido. Juraría que era el al que vi en ese coche y con la soltura que lo dijo ella, me dejo todas las dudas. Me fui a mi habitación, para ver si podía despejar mis dudas, viendo su casa, pero tenía las cortinas de su habitación echadas. Me fui a la cocina que era la otra parte de la casa donde se podía ver algo la suya. Vi que ella iba a la galería, llevaba un chándal puesto y veía sus labios moverse como si hablara con alguien y una humareda que salía. Al final logre ver a Manolo, cuando los dos se metían dentro de la casa. No me disgusto, todo lo contrario, pensaba reírme mucho.
Llame a su timbre y me aguantaba la risa, me había puesto un pantalón ajustado, que provocaría que cuando me empalmase, mi rabo se notase de forma exagerada. Me abrió y me hizo pasar bastante rápido. Al verla bien lo entendí. Llevaba un vestido corto, era de punto y con una abertura en el escote importante y como decía ella la noche anterior, sus tetas estaban por salirse. Estaba increíble para follársela allí mismo, no hacía falta ni una cama ni nada. Empecé con mi “juego” no quise pasar al salón cuando me invito a hacerlo. Saqué aceite para cerraduras y se lo puse. Le dije que probara ahora y me dijo que iba muy bien la llave. Insistió en que me tomara algo y nos tomamos un whisky. De dos cosas me di cuenta, de que había movido los asientos un poco y que la puerta del salón quedo abierta, viendo otra medio echada, donde supuse que estaría Manolo.
Pues muchas gracias y fíjate que un poco de aceite y ya está.
Es que más vale maña que fuerza, cuando algo que debe entrar cuesta, no hay nada como una buena lubricación para que entre suave. (Se puso un poco acalorada y sonrío)
En eso tienes mucha razón.
Me voy a tener que ir.
¿Tan pronto? Si no te has tomado toda la copa, o ¿es que me tienes miedo? Porque yo no me como a nadie.
No te tengo miedo, eres una mujer casada, tu marido no está aquí y luego pueden venir los comentarios. Que seguro que más de un vecino sabe que estas sola.
A mí los vecinos me dan igual. Ahora si tienes miedo, jajaja, lo comprendería.
Que no te tengo miedo. Que yo soy muy particular para mis relaciones.
¿Siiiiii? Cuéntame.
Nos acabamos de conocer como quien dice y tendría que ser un poco “bruto” para expresarme, que no encontraría palabras para explicarme. Ves si estuviéramos en una reunión con más gente o si estuviera tu marido, pues no habría problema, porque no se me interpretaría tan mal.
Soy mayorcita y no me voy a asustar. Así que menos rollos y cuenta.
Pues que no me gusta estar atado a nadie, no quiero una pareja convencional, me gusta poder volar tranquilamente, sin tener que mentir. No he encontrado a la mujer adecuada. Que para relacionarme tampoco me vale cualquiera, soy muy especial.
Uy y como te gustan las mujeres.
Perdona mis expresiones, me gustan muy putas en la cama, que no se corran una sola vez y digan, vale ya está, hasta mañana. Que les guste por delante y por detrás y si se portan “mal” darles una buena azotaina en el culete, para luego rematarlo.
Sus pezones se le marcaban más y no dijo nada, solo su mirada la delataba y de pronto, señale a una brújula antigua que tenía en una estantería y me levante a verla, ella se acercó conmigo y me explicaba su funcionamiento. Ahora estábamos fuera de la visión de Manolo y aproveche para meterle mano y mientras hablaba le decía con señas que sabía que Manolo estaba allí. Se sonreía mucho y seguía explicando, estaba chorreando. Dejo la brújula de nuevo en la estantería y seguíamos hablando de ella, pero ahora agarré su mano y la puse sobre mi rabo y ella me lo acariciaba por encima. Hasta que sin más le dije que me marchaba y así fue. Esta vez en la despedida fue muy tranquila y eso que sabía que si la hubiera intentado besar no diría que no. No sabía su juego, pero si quería jugar jugaríamos todos.
Llego mi cita con Nela y Maikel. Llegue primero por pocos minutos. Ella venia con un vestido negro ceñido a su cuerpo, muy cortito, se le marcaban completamente los pezones. El pelo lo traía como engominado, parecía pegado a su cabeza como el vestido a su cuerpo y unos zapatos de tacón muy bonitos. Un montón de tíos le clavaron la mirada al entrar. Me llamo la atención que el bolso que portaba era minúsculo. ¿Dónde estaba el consolador con arnés? Y me fije en Maikel, que llevaba una bolsa con un paquete.
Al saludarnos mis dos besos fueron casi en sus labios y una de mis manos toco más debajo de su cintura, comprobando que no llevaba nada debajo.
Salimos a bailar, estaba casi todo con muy poca luz y la abraza fuertemente contra mí, era la envidia de todos los que miraban. Mi duro rabo se pegaba a ella, que se contoneaba para excitarme más. No me aguante le dije al oído, “eres muy puta, te da igual quien mire, me estas poniendo cachondo y te gusta provocarme, eso tendrá su castigo” ella lo único que hizo fue apretarse más aún. Le di una buena cachetada y nos fuimos con su marido. Estando juntos le dije que abriera el regalo que era para él. Su cara fue de no esperarlo y sin saber que era me dio las gracias.
Desenvolvió parte del paquete hasta que vio lo que era y con cara de sorpresa, lo metió rápidamente en la bolsa y en voz baja nos preguntó, “¿Y esto? ¿Para quién es? ¿Paras que es?”, Nela y yo nos reímos, Nela le dijo, “de verdad Maikel, menudas preguntas que tienes. Para que va a ser, hoy te vamos a dejar el culo bien abierto” Maikel se quedó con cara de no estar muy convencido. Les dije que era hora de marcharnos y nadie se opuso. Fuimos en el coche de ellos, mi idea era ir Nela y yo detrás, pero no queríamos que alguien nos parara por ir no adecuadamente. Nos dirigimos a mi casa y aunque no tenía coche en esos momentos, si tenía plaza de parking. Por lo que metimos el coche dentro.
Una vez aparco el coche y salimos de él. Apoye a Nela en el vehículo y nos empezamos a besar de manera salvaje. Le metía mano por todos los sitios y tenía hasta los muslos mojados, estaba tan cachonda como yo. Le pase las llaves a Maikel mientras su mujer y yo seguíamos a lo nuestro. Entramos en mi casa y nada de tomar algo, directos a la habitación. De la entrada a la habitación no hay mucho y llegamos los dos desnudos completamente. Caímos en la cama y Nela trataba de subirse encima de mí, quería montarse sobre mi rabo empinado, no la deje porque era muy pronto. Ordene a Maikel que se desnudase o se fuese. No lo dudo y fue tan rápido en desnudarse como lo fuimos nosotros. Luego le hice que sacara de un armario un contenedor grande de plástico con ruedas. Lo abrió y sus ojos se agrandaron. Era un contenedor muy especial, lo había llenado con objetos para el sexo.
Sin decir nada, me puse a atar las manos de Maikel que se dejaba hacer sin decir nada. Una vez bien atadas las enganche a los pies de la cama, quedando de pies. Estaba empalmado, le dije a Nela que se fuera colocando su regalo y no sabía muy bien como colocarse el arnés y la ayude. Estaba muy excitada y ahora le entregue un buen bote de lubricante, para que sin prisas preparara a su marido. No quería que fuera con prisas y la iba indicando. Desde que le metiera bien el lubricante en el culo, como que le lubricara el rabo para que se pusiera más cachondo y lo hacía muy bien.
Me di cuenta de que si seguía así el cabrón del marido se correría antes de tiempo.
Hice que empezara a follarse el culo del marido. Al principio fue un poco bruta y más con el tamaño del consolador. El grito y quería soltarse, decía que se había arrepentido y le dije, “cállate la boca de una puta vez, querías tener una verdadera puta, pues ya la tienes” bajo el tono pero protestaba a ratos. Con una cinta le tapé la boca, cogí un cinturón especial para azotar que había comprado y me puse a azotar el culo de Nela. A medida que la azotaba ella se envalentonaba mas y era mas brusca con su marido. Tardo pero llego el momento, se lo había metido todo en el culo, rápido cogió el ritmo Nela, lo follaba con cara de vicio, estaba que se salía, como la estaba gustando. Me puse detrás de ella, metí mi mano entre sus piernas y era escandaloso como tenia sus muslos de mojados.
El culo lo tenía marcadísimo por mis zurriagazos. Pero cada vez los recibia con mas gusto, pare cuando me dijo, “que vicio tiene mi marido, como mueve su culo, le gusta recibir, lo vamos a convertir en todo un putito, ¿verdad que sí? Señor amo” entonces me fije en Maikel y era verdad que movía el culo. Le quite la cinta que le tapaba la boca. Hacia ruidos de placer y Nela se había echado sobre él, para coger su rabo y hacerle una paja mientras se lo follaba, no me pude aguantar, me puse un condón y le di por culo a ella. Era un flipe follarme a la puta de la mujer mientras esta follaba al cornudo de su marido. Se empezaron a entremezclar los gemidos de todos. Fue una corrida inigualable. Nela se dio rápidamente la vuelta, se quito el arnés, me quito el condón y empezó a hacerme una mamada. Hizo un alto, desato a Maikel y le dijo, “ven vamos a hacer una mamada en dúo”y se pusieron los dos, eran unos auténticos viciosos dispuestos a llenarme de placer.
La muy zorra, cuando se me puso el rabo a tope, hizo que su marido se quitara y se dedico ella a mamarlo sola. Tardo pero al final me corrí en su boca y se lo paso a su marido, quien la beso con mucha efusividad. Nos quedamos muy relajados los tres y fue cuando Maikel dijo, “cari, será hora de ir vistiéndose” ella le hizo un par de caricias malévolas y le respondió, “porque no nos dejas el resto de la noche solos y ya te contare, venga no seas malo y si quieres nos puedes traer algo para comer al mediodía, venga se un buen cornudo”, no quise añadir nada, me quede expectante y la respuesta de el fue que a las 2 de la tarde volvería.
Ella lo acompaño a la puerta y desde la puerta de la habitación me dijo, “el cornudo ya esta mas que dominado, ahora quiero que me domines a mí, que seas en verdad duro, que me dejes el culo de tal manera, que cuando lo vea durante unos días, me acuerde nada mas de lo macho que eres, quiero que me jodas duro”, lo siguiente que hizo fue abrir el armario que tenía un espejo, coloco una silla delante de él, me dio el cinturón y coloco su culo en disposición para una buena zurra.
No había que defraudar a una dama como esa. Su idea fue genial. Ella se podría ver en el espejo, pero yo también vería su cara. Era un subidón, la cara que ponía cuando el cinturón daba en sus nalgas, se oía el “plash” y la cara de ella al recibir. Me retaba, me pedía que fuera mas duro y no quería pasarme, pero ella era insaciable. Cogí el arnés y saqué el vibrador de la sujeción, no le puse ningún lubricante y se lo metí en el culo, costaba pero lo fui metiendo, con la dureza que ella quería, mientras le decía lo puta que era, que la iba a hacer mas puta. Me senté en la silla e hice que se sentara encima. Se metió mi rabo de una vez, ahora estaba llena por los dos sitios.
Ahora eres solo una puta, pero te voy a convertir en un auténtico PUTÓN.
Lo que tu quieras. Lo que tú quieras.
Te voy a hacer que te comas un coño, que se corran en tu boca. (No quería contestar a eso y me pare, para darle duros azotes con mis manos)
Si, si, también lo hare.
Atare al cornudo y luego hare entrar a algún amigo, para follarte entre tres a la vez, te llenaremos todos tus agujeros.
SIIIIII, SIIIIII (Estaba muy cachonda)
Me comía la boca, los labios, compulsivamente, esta muy excitada y se movía con cierta violencia, hasta que se hinco bien sobre mí, estiro sus piernas y se corrió con unos gritos alucinantes. Entre esos gritos que dio me corrí llenándola completamente. Nos fuimos a tumbar a la cama, no sé cuándo nos dormimos, pero si supe porque me desperté. Sentí como alguien estaba mamándome el rabo, entraba toda la luz del día y Nela estaba enganchada a mi rabo, que mejor manera para empezar el día.