El corneador de puertas

Joder cualquiera diría que este es el tío celoso que hasta no hace mucho según él, tenía tales ataques de celos, que corneaba hasta las puertas... Y solo porque creyó que se carteaba por e mail con un locutor de radio.

El Corneador de Puertas.

Está sentada en el sofá del salón. Tal y como acordamos. Perfecto. Con los muslos juntos y las manos sobre las rodillas. Esa postura tan recatadita. Fantástico.

No me mira bien. Me parece normal. Lógico. Pero está dispuesta. Me lo confirma su cara de mala leche. Esas miradas asesinas.

No has mentido en nada. Clase media acomodada. Casi alta diría. Buen gusto en la decoración. Sobria. Elegante. Muebles y objetos de calidad.

Entre lo que me habías contado y lo que veo confirmo íntegramente lo que pensaba de vosotros. Está mal decirlo pero he acertado en todo. La idea que me había hecho es perfecta.

Me habías contado que ella es muy buena vendedora. Tú supongo que serás un puto mediocre en todo. Te sobra el tiempo. De eso no hay duda. Eres un niñato. De buena familia, algo vicioso. Harto de todo. Degenerado, pero no lo suficiente. Un poco cobarde. Sí, con temor a perder tu posición. Los vicios te gustan, te encantan, pero medidos. Ella se la ve currita. Se la ve. Organizada hasta en la forma de doblar la falda. Está acostumbrada a planchársela ella sola.

Con un simple gesto te acercas a la pared y das al botón. La persiana eléctrica sube. El ventanal es enorme. De lujo. Tal y como has descrito. Tú puedes ver, los demás a ti no. Estás demasiado alto. Se ve la playa. El río. Media ciudad. De frente los famosos pisos con los áticos. Ventajas de vivir en el edificio más alto, dices presumido.

Te vas de la habitación. No me mira. Sigue evitando encontrarse con mi mirada. Yo sigo observándola desafiante. Por fin apareces con el telescopio. Cara de asombro. Tu mujer no lo sabía.

Colocas el escenario. La silla, la mesita, las bebidas. El potente telescopio. Conectas la cámara. Empezaste con unos prismáticos pero la afición pudo más.

  • Menudo equipito tienes guarrete...

Una copa. Supongo que de coñac. Yo prefiero whisky. No es tan refinado pero me da igual.

La hago levantarse. Para nada. Sólo por molestarla y comenzar a ver lo obediente que es. No le sienta bien que le mande ir a la cocina por un vaso para mí.

Cuando vuelve te encuentra desnudo. Completamente. Mira asombrada. Sonrío bebiendo whisky sin hielo ni nada. Comprende perfectamente que ha ido a la cocina para nada. Bueno para nada no. Así al volver se ha encontrado esa sorpresita.

La agarro de la cintura, la atraigo. Intento besarla vuelve la cara. Me demuestra su asco. No se resiste a que la acerque, a que me restriegue como un baboso de discoteca contra ella, pero la cara la vuelve. La suelto. La miro desafiante. Una pequeña bofetada. No quiero maltratarla, ni pegarla ni nada de eso. Prefiero humillarla. Asombrada cubre la mejilla con su manita. Boquiabierta. Alucinando. Te mira. No haces nada. Te lo está pidiendo pero no haces nada.

Vuelvo a sujetarla por la cintura. La acerco. Sus tetas se aprisionan contra mi pecho. Le hago sentir mi polla. Se está comenzando a poner durita. La tuya está que explota. No sé cómo resistes las ganas de tocarte.

Un buen morreo. Ahora no me vuelve la cara. No pone empeño. Simplemente se deja besar. Toco las nalgas. Ahora las tetas. No las sobeteo, las toco. Sólo las toco. No las magreo no las sobeteo. "Examino la mercancía".

Descoloco la blusa y meto la mano por debajo. Levanto el sujetador. Le saco medio pecho. Pellizco su pezón. Un quejido. Me separo indiferente. El sujetador le molesta, le aprieta ese pecho. Ella se lo coloca.

Reviso la bolsa de la playa. Fisgo como si ella no estuviera. Tú estás detrás de mí.

Como un perro me sigues. Ella alucina. Seguro que cuando se lo contaste ni se lo creía. Te debe querer mucho para obedecerte hasta estos extremos tan humillantes.

Me siento.

  • ¡¡Sácame el rabo cornudo!! -te grito. Obedeces. Ella alucina. Sigue mirando la escena boquiabierta, hipnotizada.

  • Mira, zorra -le grito a ella-. Ven aquí -Me ve con la polla fuera. Vuelve un poco la cara. Sé que le da asco. El momento se acerca.

  • Mira, guarra... Por este telescopio...

Lentamente le cuento todo lo que hace el cerdo de su marido.

-."Al principio este cabronazo se contentaba con mirar como algunas mujeres tomaban el sol con las tetas al aire. Luego descubrió a las parejitas metiéndose mano. Cuando vio por primera vez cómo una chavalilla le sacaba el pene a su noviete y allí, furtivamente mirando constantemente hacia los lados se la chupaba se volvió loco del todo. Fue el día que perdiste el control por primera vez y tuviste que masturbarte como un puto mono. A tu edad, con esposa, y tocándote el pito como un quinceañero... ¡qué vergüenza!".

Te pones colorado. Te mira de vez en cuando escuchando el relato. Al principio incrédula, negándose a aceptar que su marido sea tan degenerado. Pero tanto detalle y, sobre todo, tu silencio le convencen. Su mirada te va fulminando. Agachas la cabeza. Vuelve a mirarte. A veces con asco, otras con furia, algunas veces creo que con pena. Sujeto la cabeza, tu cabeza. Te obligo a comerme el rabo.

  • ¿Ves lo que hace tu marido? Curioso, ¿verdad? Todo un experto y tú ni las has probado.

Sé que eres muy tradicional. Nada de filigranas en la cama. Educación conservadora a tope. A cumplir con él débito conyugal y ya está. Por eso mismo, sé que te molesta que tu marido me haya contado tus intimidades, tus secretos, tus perjuicios de cara al sexo. Si te gusta, por supuesto que te gusta, no eres una reprimida ni nada de eso, pero no eres precisamente una aventurera en este terreno. Habrá que educarte pienso.

  • Ven aquí cerda.

Te repatea que te insulte. Lo sé. Vaya mirada. Me hubieras matado. Esos ojos me clavan puñales.

  • ¡Quita de aquí cornudo! -le aparto con un empujón. Casi rueda por el suelo.

Sujeto mi rabo por la base. Casi está ya tieso del todo. Lo Bamboleo presumido.

  • Arrodíllate, puta.

No sé ni de donde sacas fuerzas para no salir corriendo y obedeces. Tu cara de asco es total. Te deben estar revolviendo las tripas. ¿Vomitarás? ¡Qué arcadas! y eso que no ha hecho nada más que empezar. Sólo te he metido el capullo en la boca y ya estás a punto de devolver. Te voy guiando: "Usa los labios. La lengua. Bésame la puntita, lame de esta forma o de esta otra. Rodea el capullo con la lengua, juega en esa zona. Ahora baja hasta los huevos, lámelos, sube, ensaliva el tronco..."

  • Tú, cabrón, enseña a esta guarra cómo se come un rabo.

Alucino. Con qué ansia me comes la polla. No la miras. Te da palo ver la cara de odio que pone. ¿De odio o de asco? Sé que algo dentro de ella se está rompiendo cuando te mira comerme el rabo. Obviamente no es el primero que te pones delante de los morros.

  • ¿Has visto como se hace? Ahora te toca a ti.

  • Dásela.

Cuando te pone mi polla cerca de tu boca hasta a mí me dan nauseas. Me la ha dejado escurriendo de babas. Te aguantas. Cierras los ojos y a regañadientes te la vas metiendo en la boca. No te fuerzo. Valoro tu decisión, tu valentía. Te tienes que estar ahogando de tragan tanta bilis. Seguro que si pudieras le matarías en ese instante. Y después a mí.

  • Ahora lo haces mejor. Vas mejorando, guarra -te digo.

Sujeto la cabeza y enrosco la mano en tu pelo haciendo una especie de cola de caballo.

  • Muy bien, zorra. Mejor que antes -te animo moviendo las caderas como si te estuviera follando por el coño-. Muy bien... ya verás cómo hoy vas a aprender muchas cositas...

  • Bueno, para un poco que si no, no le vas a dejar nada a este capullo -te digo, riéndome de tu marido.

Me le quedo mirando. Se la está tocando.

-. Qué pasa, ¿te ha gustado ver como tu mujer me chupa el nabo? ¿Te excita verla haciendo de putita?

No contestas hasta que te lo ordeno a voces.

-. Si.

Es un si tímido, susurrante, pero un si al fin y al cabo. La miro, te miro.

-. Pues díselo hombre, llámala puta... llámala zorra... digo a carcajadas...

No tardas en obedecerme.

-. Puta...

Las lágrimas de odio, de rabia. Juraría que todos tus músculos están tensos. Le matarías. Que yo te insulte te saca de quicio. Pero que lo haga él ya es demasiado. La rabia te paraliza, no te deja articular palabra. Ni siquiera en pensar en la venganza.

-. Ahora vas a ir a la playa. Allí, con las tías aquellas... a la zona de guarras como dice el mirón... a lucir tetas...

La fuerzo a mirar. Sobo su culito mientras. Es un rincón algo apartado de la playa.. Varias mujeres toman el sol en top less. Claro que hay tías enseñando las tetas en toda la playa, pero esas son distintas... Esas además de lucir las bolas van buscando otra cosa.

  • Tú harás lo mismo. Pero con la braga del bikini medio suelto. Quiero que se te vea el potorro. Sí, toda la pelambrera. No quiero que te ajustes las bragas. Exhíbete como una vulgar cerda. Y sabremos si lo haces cariño, con esto se ven hasta los poros de la piel.

Sé que jamás ha hecho algo similar. Ni en la playa ni en ningún sitio. Menos en su ciudad. Me encantas. Tiemblas. De ira. De odio. De timidez. De vergüenza. Eres como un libro abierto.

-. Si se te arrima alguien lígatele, siempre hay algún chulito. Déjate sobar.

-. ¡Qué! Gritas escandalizada. ¡Estáis locos! ¿Pero qué os pasa, ¡ Roberto!. ¡¡¡Esto ya pasa de castaño oscuro!!!

Hago ademán de darte una bofetada -la segunda-, pero tu marido me está comiendo la polla.

  • Mira, zorra, no te doy una hostia porque este cornudo me la está comiendo de puta madre...

Miras a Roberto. No sólo me la está comiendo, se la está meneando como un mandril. Alucinas en colores. Casi con lágrimas en los ojos asientes.

  • Espera -te grito-. Ven.

Te coloco al lado contrario. Te levando la falda. Interno la mano. No te descubro. Al tacto se nota una abundante y "mullida" pelambrera. Comienzo a masturbarte mientras te obligo a mirar por el telescopio. A él le sujeto la cabeza con mi polla incrustada hasta las amígdalas. No quiero que de momento vea como te toco.

  • Mira, so puta, te estaré mirando por aquí, y tu marido lo hará cuando yo se lo diga. Cuando te estén sobando las tetas...

O la historia en sí, o el morbo o lo que ves, o... que bobadas, los toqueteos en el coñito te están comenzando a gustar guarrilla. La braguita se va a mojar. Te tengo casi atrapada. Te miro. Estás poniendo carita de placer. Los ojitos cerrados, mordiendo el labio inferior... No lo digo en voz alta, y creo que lo agradeces. Te morirías de vergüenza. Te pongo casi al borde del orgasmo. Paro. Quiero que estés caliente. Comprendes el juego. No hay que explicarte más.

  • Lo quiero así, te digo apretando el bikini.

Sabemos que te dejará una manchita -sonrío cabroncete. Por cierto para que no te arrepientas te mando quitarte el sujetador y dejarlo en casa. No quiero que te quites la blusa, no quiero verte las tetas ahora. Tienes que hacer malabares bajo la blusa. Me sigo divirtiendo. Sé que las peras te irán bailando desnudes bajo la ropa y eso por un lado te va a crear una sensación de desnudez, de vergüenza brutal, pero por otro lado el roce de la tela en tus pechos te va a excitar. Como se te pongan duros los pezones no lo vas a pasar precisamente bien...

Te vas. Tu marido intensifica la mamada. Le ha gustado ver cómo se te movían las bolas al caminar.

Le mando parar y me desnudo. Me pongo de pie. Quiero que desde abajo me lama los huevos y por qué no, también el culo. Alucino yo también. En mi vida había conseguido algo similar. Vaya lengua que tiene el tipejo este. No me va mucho este rollo de hacérmelo con un tío a solas, pero la polla no tiene ojos, y esa lengua se mueve que da gusto.

Se lo voy contando. Ya has llegado a la zona cero. Extiendes la toalla. No se ha quitado las gafas de sol. Lógicamente comienza por la falda. Una pequeña manchita. Sólo pequeña muy pequeña. Me lo callo. Fuera blusa.

Se tumba rápidamente. Parece un poco avergonzada, azorada. Sin soltar mi polla, el marido asiente con la cabeza. Parece que recuerda las instrucciones. Suelta las cuerdas del bikini. No del todo, solo las afloja. Da un poco de volumen a la braguita. Algún pelillo se escapa. Me he equivocado en esa orden. La manchita estaba creciendo. Sus pezones lo confirman. A esta puta la está excitando, esto si lo digo en voz alta. Seguro que se muere de vergüenza pero no puede negar que se está excitando. ¡Joder! y yo me estoy poniendo como loco.

Aparece un chulito, dos mirones, varios viejos verdes. Vamos la típica fauna que rodea estos sitios, pero ninguno parece decidirse. Dos chavalillos se acercan a pedirla fuego. Parece que tienen unos 17-18 años. Menudas miradas. De arriba abajo, pero son demasiado jóvenes.

Pasa el tiempo. Llamamos por teléfono. Protesta. No puede obedecer, no hay nadie... si, una tía detrás de ella. Se la nota perfectamente de qué va. Enfoco a la cara. Miedo pavor, esto puede romperse, pienso, no tenses tanto la cuerda. Hacerla acercarse a una lesbiana... para el primer día puede ser demasiado.

-. Levántate y pasea un poco, métete la braga por la raja el culo como si fuera un tanga. Si es necesario, ofrécete o te mando con la "sargento" la amenazo. Rápida comprende el por qué del mote de la sargento.

Diana. Acepta la orden. Joder parece una puta ofreciéndose. Está cortada. Tímida, no sabe qué hacer, pero creo que va a tener éxito. Ya está hablando con dos tipos. Uno le toca el culo. Un morreo. Cambio. Se besa con el otro. También la soba las nalgas. No le digo nada al marido. Espero. Se la llevan un poco hacia una zona más apartada.

  • ¿Serán capaces de follarse a esta puta? Digo en voz alta. El marido levanta la cabeza, suplica que le deje mirar. Solamente un instante. Casi grita de emoción, puede que incluso de alegría: "¡le soban las tetas!, ¡le soban las tetas!", grita otra vez.

  • Le han quitado la braga. Joder la han desnudado entera.

El marido coge lo prismáticos. Yo sigo mirando por el telescopio.

Se desató la locura: voces, gritos, saltos... ¡Se la follan!, ¡Se la van a follar!. Y Gritos y más gritos. ¡Joderos a esa cerda!, ¡darla de si el coño!, ¡venga cabrones folladla! ¡no tengáis piedad hijos de puta!, ¡folladla!, ¡venga calzaros a esa zorra!, ¡folladla!, ¡folladla!, ¡Ya veréis como chilla la hija de puta!, ¡Venga hacedla chillar!, ¡puta!. ¡Vamos metedla el rabo ya veréis como la gusta! ¡No seáis maricones!

Joder cualquiera diría que este es el tío celoso que hasta no hace mucho según él, tenía tales ataques de celos, que corneaba hasta las puertas... Y solo porque creyó que se carteaba por e mail con un locutor de radio. ¡Vaya tela!.

¡Abridla las piernas!, ¡llenadla el chocho de carne!, ¡vamos hijos de puta, joderla de una vez!

Pero ella solo les masturba y se deja tocar. No hacen nada más.

Pero parece que fue suficiente. Esté hijo de puta guarro casi me ducha, ni tocarse el rabo ni gaitas, y le sale que parece una fuente.

Le agarro y le fuerzo a agacharse. He tenido que jurarle que sacaré fotos. Por primera vez en mi vida me voy a correr en la boca de un tío.

Fascinante. Morreando con uno y meneándosela al tiempo. Mientras el otro la soba las tetas. Cambio de pareja. La sientan en medio de los dos. De frente su tupida y oscura pelambrera dibuja un oscuro triángulo. Da la impresión de que es una braguita. La hurgan. Apenas se distingue una franja rosada. Los manoseos la van abriendo bien abiertas las piernas. La meten los dedos. Creo que varios. La debe gustar, cierra los ojos y se dedica a los chicos.

Ahora tiene las dos pollas en la mano. Casi al tiempo. No se aguantan, creo que les da igual, buscan placer rápido y lo obtienen. Me hubiera gustado que hubieran sido más morbosos, más guarros... pero no ha estado mal del todo. Hubiera sido más excitante ver como la salpicaban la cara, las tetas... solo la han manchado un poco las manos. El de la izquierda la ha salpicado un poco el muslo. En fin, otra vez será.

Supongo que ahora vendrá el típico hasta luego. Acerté. La dejan allí plantada.

Alucino. Se ha dado la vuelta. Disimuladamente, pero sé que se está acariciando ella sola. Mejor. Uso de nuevo el teléfono.

  • Vístete puta. Y deja de tocarte el coño cerda. -está sollozando avergonzada-. Te hemos visto. Espera, zorra. Te paso con el cornudo.

Ni siquiera la saluda. A gritos la ordena que no se siente, que hable de pie. Luego cambia repentinamente el tono de voz. De agresivo, de histérico y furioso pasa a un tono muy dulce.

El marido dulcemente se lo cuenta, se lo confirma todo. Le obligo a contarle cuando y como se ha corrido, y que otra vez se la está cascando... Naturalmente le ha contado que se tragado toda mi corrida, si justo cuando ella tenía las dos pollas, una en cada mano, me he corrido en su boca. Apenas la escucho decir algo así como "eres un cerdo asqueroso.".

No sé que más le dice. Él frunce el ceño y se limita a contestar con un "ya lo probarás tu" muy cariñoso, casi hasta paternal.

-. ¿No has tenido bastante?, dice gimoteando...

-. Vete a... la dirección. Esas son las llaves por las que preguntabas... Si, las del ático famoso... Efectivamente ese donde solían pasear en pelotas esa pareja de nudistas que alquilaron el apartamento... ¿El sobre? ... Si, las instrucciones. Tu marido que piensa en todo... Ya ves el cerdito es todo un hombre de detalles... Léelas en voz alta por favor.

Casi gimoteando comienzas a leer: "Tu saldrás a la misma terraza. Lúcete bien. Pasea. Menea el culito. Haz bailar las tetas. Que te vean todos los mirones.. Luego irá él. A lo mejor son ellos. Estarás un ratito así. Quiero que sientas como el aire te envuelve, se mete entre tus piernas. Sé que te vas a sentir desnuda. Muy desnuda, no sólo físicamente.

Te van a encontrar así. Te van a sobar a conciencia. Luego te colocarán como quieran y te follaran. Sí, allí mismo. Puede que hasta te den por el culo."

Sé que pone algo más. Te has callado. Ni has levantado la vista del papel. Seguro que has seguido leyendo. Te han delatado los gestos de tu linda carita. Supongo que será alguna burrada.

Particularmente me encantaría encontrarla con las palmas apoyadas en la barandilla del balcón. Las tetas colgando. Algo abierta de piernas. Como si la fueran a registrar, a cachear por un policía. Esa postura me encanta. Mi vieja fantasía. Llegar y sobarla por detrás... Masajear las tetas hasta cansarme... Buff... La locura... Pero no digo nada. Dejaré que vaya surgiendo todo. Más emoción.

Gimoteas. Sorbes las lágrimas. Ibas a decirme algo. Seguro que me ibas a contar que nunca te han sodomizado, pero no lo haces. Das por sentado que tu marido ya me lo habrá contado. Lo sé.

-.¿Nos van a ver?

-. Tu marido fijo, y supongo que algún vecino tuyo también. Que si mujer, supongo que el único mirón del barrio no será tu marido...

. ¿Puedo hablar con Roberto?... ¿Roberto? Quieres de verdad que vaya...

Silencio. No paras de llamarle, pero nadie te contesta.

Cojo el teléfono y me separo donde no me pueda oír.

-. Mira niña, tu marido no te va a decir nada. Si hija sí, te lo creas o no, a este cerdo le tienes pegado al telescopio desde hace un buen rato. Con disimulo, mira al del bañador blanco. ¿Ves que pollón tan grande tiene? Pues a tu marido le he dicho al oído que está en el ajo, que es un amiguete y que te va a reventar el coño. Y ahí le tienes, pelándose el rabo como un mono... No tranquila... no le conozco de nada... Yo estoy acabando el whisky. Luego voy... Tu unos 15 minutos... Supongo que yo llegaré un poco más tarde... (Se me van a hacer eternos).

Más serena, te veo recoger las cosas en la bosa de la playa. Sacas las gafas de sol. Te pones la camiseta. Miras las bragas del bikini. Pareces dudar. Miras a tu alrededor. Pones cara de preguntarte a ti misma si merece la pena ponértelas. Seguramente ya te sientas sucia. Además dentro de nada te sentirás toda una puta. Miras a tu alrededor otra vez.

Los musculitos. Los viejos verdes, los buscones. Allí siguen todos. Los buitres de costumbre, pero en vez de estar en la disco, están en la playa, rodeándote, mirándote, devorándote con sus miradas a plena luz.

Sabes que esos tipos te están mirando. Te pones la falda sin bragas debajo. No te importa que lo sepan. ¿O sí?. Según tu marido, lo de ir sin ropa interior te horrorizaba. A la vista de todos has doblado las braguitas y las has metido en la bolsa. Sacas las llaves y juegas con ellas en la mano.

-. Te espero allí, dices antes de colgar bruscamente. No identifico bien el tono de voz. No sé distinguirlo. No sé si me lo dices a mi o a...

Te veo caminar indiferente entre los viejos verdes, sin siquiera mirarles. Él te sigue.

perverseangel@hotmail.com &

undia_esundia@hotmail.com