El corazón de Zobe

El corazón de Zobe, de Alesandra. En un mundo de difícil supervivencia quedan, no obstante, momentos para el placer.

Hacía noches que la Motricaita no se apagaba, llevaba semanas del color de la amatista. Alen custodiaba el Corazón de Zobe, del cual era responsable desde años atrás, guardado en un pequeño baúl. Lo decían los escritos, sería su generación, o quizá la de su hijo, la que debería enfrentarse al incendio de la Pirámide Global.

Mil veces había imaginado como era el mundo antes, quedaban muestras digitales con restos de recursos que con el tiempo habían desaparecido, y alguna fotografía antigua del ser humano antes de evolucionar a "ser secano". Los labios, ahora eran mucho más abultados, acumulaban el líquido trenzal que de pequeños les inyectaban y se iba distribuyendo a lo largo de toda su vida por el organismo.

A él todo eso siempre le había causado gran curiosidad, las imágenes de grandes cataratas, de caídas de agua abundante, siempre le habían llevado a preguntarse qué se sentiría flotando en el interior de esa sustancia.

La Motricaita se iluminaba con tanta intensidad que el corazón de Alen parecía querer salirse de su caja torácica. Una mano se posó sobre su espalda, lejos de alterarle le produjo una calma inminente. Esos dedos estilizados eran indiscutiblemente los de Valaisea, ella siempre estaba allí cuando él la necesitaba, y con un susurro que acariciaba los pliegues de su cuello le producía una rápida erección. Las manos de ella no tardaron en descender hasta la pelvis masculina y buscar la abertura de su pantalón para acceder a un sexo inflamado...

En la Central el trabajo continuaba, las personas iban de lado a lado estudiando los niveles de calentamiento de la Pirámide. La mayoría de los que allí estaban habían crecido escuchando que tarde o temprano eso ocurriría, al igual que hace cientos de años el agua había desaparecido del globo terráqueo. La erosión del viento fue tan brutal entonces, que la forma esférica quedó convertida en una pirámide con extrañas propiedades, mientras que los seres humanos en el transcurso de años, después de fallecer la gran mayoría de ellos, habían ido evolucionando con la ayuda de la tecnología a un nuevo ser capaz de sobrevivir sin agua, pero en unas condiciones adversas que obligaba, en las ábsides de la pirámide, a establecer centrales en las que las veinticuatro horas del día se vigilara la evolución de las condiciones atmosféricas.

Valaisea acariciaba el falo de Alen de arriba abajo, asomaba por fuera del pantalón mientras el resto de operarios se movían alrededor de ambos controlando los monitores. Ella desnudaba el glande de él, retirando la piel que lo recubría hasta mostrar un brillante hilito de humedad que asomaba...

Mientras con su mano continuaba masturbándolo, enredaba la lengua cerca del lóbulo de su oreja, entre esos dos labios inflamados por aquel líquido que les permitía vivir.

Las escenas sexuales eran habituales en estas centrales, el trabajo bajo presión y la amenaza constante de sobrecalentamiento, generaba en las, y los trabajadores, una fuerte tensión, y se había intentado favorecer que el estado físico de todos ellos fuera el mejor posible.

Valaisea le hablaba cerca del oído, quería follar con él, pero Alen entre gemido y gemido observaba palpitar la Motraicita, y veía como Racon y Tear intentaban ajustar los niveles para mantener la estabilidad.

Antes de poder dar una negativa por respuesta, Valaisea estaba frente a él, con esos pantalones que algunas operarias llevaban, que tenían unas aberturas en las ingles para un rápido desahogo si fuera necesario...

Alen, se encontró con dos largas piernas enfundadas en plástico negro, que comenzaban en un fino tobillo y acababan mostrando una pelvis lampiña, con un sexo desnudo semiabierto...

La única orden que tenía es que siempre debía permanecer en su sala. Los trabajadores estaban repartidos en grupos que habitaban cada estancia, durante el horario laboral, en ella disponían de todo lo que era necesario para cubrir sus necesidades, comida, baño y sexo si lo desearan, nadie censuraría sus movimientos entre esas cuatro paredes, y solo se les pedía que fueran totalmente responsables de lo que se dejaba en sus manos...Las Centrales de la Pirámide no eran una empresa cualquiera, sus trabajadores habían sido seleccionados cuidadosamente.

Alen había apoyado a Valaisea en la pared, miró a sus compañeros y ellos asintieron con la cabeza, en ese momento la penetró con fuerza, ambos dejaron escapar un jadeo profundo de sus labios, y comenzaron a moverse con fuerza y velocidad en busca de un orgasmo bastante rápido.

Se escuchaba en la sala las dos voces, y empezaba a distribuirse un aroma dulzón a sexo...

¡Alen, Alen, te necesitamos...!

La voz alarmada de su compañero obligó al chico a salir del interior absorbente de aquella bella mujer en medio del orgasmo, y fue dejando alguna que otra gota por el suelo...

¿Qué pasa?

Ella también se aproximó al lado del monitor, se había quedado a la mitad del placer sexual, se apoyó sobre la mesa y fue cuando otros trabajadores quedaron presos en su sexo, observando como se movían de forma involuntaria sus dos labios brillantes.

Debes sacar el Corazón de Zobe, Alen, la piedra lleva más de setenta y dos horas sin apagarse, la temperatura ronda los ochenta y tres grados y acaba de saltar la alarma...

Los momentos de tensión impedían que uno de los jóvenes y nuevos trabajadores se acercará por atrás a Valaisea, debajo de su pantalón sentía un dolor creciente en su entrepierna, y lejos de ser capaz de valorar la gravedad que tenía la situación en la que se encontraban, él solo pensaba en poder acceder a aquel húmedo sexo femenino.

El Corazón de Zobe era el único pedacito de agua congelada que quedaba de épocas pasadas, aquel baúl refrigerante lo había conservado como una muestra de lo que antiguamente se llamaba glaciar, y debido a los estudios realizados por Zobe, un afamado científico de hacía más de cuatro siglos, se había llegado a la conclusión que ese podría salvar sus vidas. Era su corazón...

Les habían dicho que si alguna vez la Motricaita permanecía más de setenta y dos horas encendida deberían sacar el Corazón de Zobe y pegarlo a ella. Sería un remedio a corto plazo que quizá garantizara una vida los próximos diez años, pero que a raíz de ahí, todo sería pura incertidumbre.

Alen no dudó, el calor fuera de la Central era insufrible, la vegetación en ese mundo era inexistente, y el consumo de energía tan elevado para poder sobrevivir que, se estaban agotando todos los recursos. Eran ya sólo aquellos con un poder adquisitivo elevado los que sobrevivían más allá de los cuarenta años, ya que a pesar de los fármacos diseñados, pocos tenían acceso a ellos por tener que invertir en poder mantener su ambiente a una temperatura soportable.

El líquido de trenzal, ya no solo se inyectaba en los labios, al nacer se introducía un depósito en la zona lumbar, en la que años antes los seres humanos habían tenido unos órganos denominados riñones...

No había duda, había que buscar la solución para el presente, el futuro ya se pensaría. Alen pegó el corazón de Kobe a la Motricaita, y empezaron a observar como los niveles disminuían.

Todos los que estaban en la sala permanecían atentos a los monitores, el color rojo iba degradando a naranja y lentamente casi a amarillo.

Aun asomaba por los pantalones de Alen su sexo, ahora arrugado, sin que prácticamente nadie se percatara de su presencia, y mientras, su propietario respiraba ahora aliviado al ver como todo parecía retomar algo de normalidad.

Pasaron veinte minutos en un total silencio hasta que el color verde pobló todas las pantallas. Estallaron risotadas, palmadas, abrazos... sonrisas de calma y tranquilidad, y pocas palabras y pensamientos acerca de cómo enfrentarse al siguiente paso. La tensión había sido tan tremenda que sólo se pensaba a corto plazo.

El joven y nuevo trabajador, veía a todos abrazarse, principalmente seguía con atención a la rubia chica que llevaba su sexo al aire con total naturalidad.

Valaisea- dijo Alen sonriendo- ¿tú y yo no teníamos algo a medias?

Rieron los compañeros, y ella coqueta agachó el cuerpo para mostrar sus ganas de espaldas...

Alen, tardó solo segundos en volverse a enganchar, alrededor reían algunos, otros resoplaban, y en una esquina el joven muchacho se atrevía a abrir la cremallera de sus pantalones y acariciarse delante de la multitud sin quitar la vista a los gestos de aquella mujer mientras Alen la embestía....

Un ligero movimiento del dedo femenino de repente le apuntaba guiándole hasta su lado... Alen lo vio venir con su sexo hinchado, impaciente entre sus manos, y con algo de celo, casi envidia, aun empujó más fuerte. Los ruidos de su pelvis con las nalgas femeninas al chocar cada vez se oían más.

Valaisea succionó con sus labios hinchados de trenza todo el sexo del muchacho alternándolo con jadeos, y a él pareció que se le doblaban las rodillas por momentos.

Se convirtieron en el centro de atención, alguna trabajadora, se paró a mirar, y quitar el belcro de sus pantalones para liberar su sexo y deleitarse con el espectáculo...

En la Pirámide Central no había agua, Antonio, tenía que volver rápidamente, pero no podía sacar su sexo de aquella cálida y abultada boca que envolvía cada terminación nerviosa. Él sabía que debía dejarlo allí, Alen le miraba fijamente mientras penetraba a Valaisea, y ella envolvía su sexo con una succión que le elevaba al paraíso. Pero estaba sudando demasiado, si seguía gastando energía a ese ritmo no llegaría a tiempo al ábside central para regresar.

Se escapaban jadeos de su boca de forma muy grave, tan fuertes que empezó a llamar la atención del resto de sus compañeros aún con mayor intensidad, Valaisea no alejaba la boca de su falo, y Alen empezaba a cambiar su rostro...

Las piernas de Antonio se inundaron de corrientes, quizá el orgasmo más intenso que había tenido en toda su vida, sintió un ligero vahído, como un mareo que le hizo caer al suelo mientras llenaba la boca de Valaisea con su placer...

Sin saber cuanto tiempo hacía que había perdido la consciencia, al despertar se preocupó...

¿Qué hora es?

A su lado estaba Alen mirándole seriamente...

¿Por qué tus labios no están hinchados?- le preguntó de forma curiosa y con desconfianza

Tengo sed, debo irme- dijo Antonio poniéndose en pie sintiendo un gran malestar...

¿Sed?

El joven muchacho echó a correr, tenía que llegar, tenía que llegar o si no nunca podría retornar, tenía que llegar de nuevo a su casa, y decir a todo el mundo que era verdad, que era cierto...

Pero había gastado mucha energía, demasiada para que su cuerpo, aun sin evolucionar pudiera soportarlo. La garganta se le iba achicando, estaba a doscientos metros, solo doscientos, pero sus manos ya estaban muy hinchadas y sus pies apenas le permitían ponerse en pie. Los zapatos se le clavaban, buscó en sus bolsillos algo que le diera fuerza, quizá una de las pastillas de concentrados, pero todo lo que logró alcanzar fue su tarjeta de identidad:

Antonio Méndez Ruiz

C/ Oca, 21

28034 Madrid

Nacido el 14 de Mayo de 1982

Creyó escuchar como su corazón perdía intensidad, su cuerpo sobre la tierra agrietada se quemaba bajo los rayos del sol, la piel ardía y tenía dificultad para poder respirar. Sus pómulos cada vez más marcados y una boca casi inexistente mostraban la deshidratación letal del muchacho.

EL Dominical 12- agosto-2006

DESAPARECIDO EL JOVEN ANTONIO MENDEZ RUIZ, ALUMNO AVENTAJADO DEL CENTRO DE INVESTIGACIONES INTERNACIONALES ACERCA DEL CAMBIO CLIMÁTICO, SIN DEJAR NINGUN RASTRO

El pasado día 10 de agosto desapareció la joven promesa del Centro de Investigaciones Internacionales en un descanso de un meeting que ofrecía en la Universidad de Deusto, cuando se ausentó al recibir una llamada de teléfono avisándole que ya tenía disponible su innovador invento que ese día iba a ser presentado y sobre el que se mantenía un secretismo absoluto.

La policía no tiene ninguna pista al respecto, se manejan varias hipótesis, entre ellas que esto hubiera sido un montaje para conseguir notoriedad y haya huido al no ser capaz de cubrir las expectativas que había creado al mencionar, varias veces entre sus conocidos, que había conseguido construir una máquina del tiempo, por la que se decía que varias empresas le habían puesto sobre la mesa importantes cantidades de dinero para adquirir la patente.

Antonio, era conocido como "el bohemio" del Centro de Investigaciones pero contaba con gran credibilidad en su entorno profesional, por haber demostrado siempre un talento especial en el terreno de la Investigación con tan solo veinticuatro años, pero con un coeficiente intelectual que sobepasaba los ciento treinta.

La Pirámide Año BZA39342

SITUACIÓN DE EMERGENCIA EN LA PIRÁMIDE GLOBAL CON UNA VICTIMA MORTAL.

El pasado día la Central vivió una situación extrema, los niveles de calentamiento alcanzados superaron los ochenta y dos grados de temperatura. Fuentes fidedignas aseguran que el Comité de dirección pasó momentos de verdadera angustia. En más de un núcleo familiar se produjeron mareos y pérdidas de conocimiento, hay más de veinte individuos que se encuentran en observación. Una única víctima mortal, aun sin identificar legalmente ha aparecido deshidratada a doscientos metros del ábside central, vestía con el uniforme de la Central pero nadie parece tener datos reales sobre él. El misterioso hombre, con algunas anomalías físicas, según destaca en los resultados de la autopsia, apareció con un extraño mensaje, se piensa que cifrado, en el que mostraba como fecha de nacimiento el año 1982, junto con el nombre de Antonio Méndez. Si alguien pudiera aportar más datos acerca de este extraño suceso, puede ponerse en contacto con el XY876. Mientras tanto se siguen esperando datos de una segunda autopsia, y estamos a la espera de que se produzca una rueda de prensa para informarnos acerca de todo lo ocurrido hace las pasadas cuarenta y ocho horas...

"El tiempo, lento e infinito, va sacando a la luz cuanto está oculto,

y ocultando las cosas manifiestas" (Sófocles)