El Contrato

Breve imaginación.

El Contrato

Esto lo escribi en uno de esos momentos.....

Espero sugerencias, criticas, todo.

Llovía. Era de noche. El sueño resbalaba por la gabardina hasta mezclarse con los charcos. Las gotas soñaban con ser río, mar, océano: espejo de dios.

Llegó a la dirección como nadando, era el último edificio del callejón sin salida. Junto los cablecitos pelados para que sonara el timbre. La llave sónica abrió la puerta rechinante. Subió las escaleras como una sirena que emerge de una laguna urbana. El anuncio que había leído ella, no decía nada sobre subir al cielo, sobre la ausencia de elevador. Frente al apartamento del onceavo piso se quito la piel artificial que cubría su piel, aún escurría olas, sal, arena. Se acomodó las bragas: pantaleta negra color de silencio. Esta vez el timbre era un botón redondo platinado, similar al filo de una bala.

A penas se cerro la puerta, la oscuridad le cercenó la mirada. Caminó hacía donde la voz la llamaba como meciéndose por el viento de un huracán. Sus brazos no estaban lejos de ser ramas y el poco placer que guardaba en recuerdos por el trabajo de sus nalgas se le caía cual hojas en otoño. El hombre estaba de espaldas frente a una ventana. Golpeó el colchón dos veces y ella entendió.

Quitate la cortina de tu torso y muéstrame la ventana de tus pechos, dijo. Dos gotas de carne se confundieron con las que caían afuera. Quitate el telón de tu cadera y muéstrame la actuación de tu sexo, dijo. Un rebaño de pelos se confundió con la noche.

Las luces de la ciudad son moscas volando alrededor de este mojón vertical que los ingenieros llaman edificio. Mi pito es un edificio que voy a levantar dentro de ti, un candelabro que quiere alumbrar tus entrañas. Déjame esconder mi desnudez en tu desnudez, dijo una vez más.

El primer beso fue tan filoso que le degolló la lengua. La primer caricia fue tan explosiva que le mutiló el brazo. La primer estocada fue tan dulce que le acarició el corazón. Con la sangre que llovía le pintó los ojos para besarle la mirada. De su culo salían gotas de humo que él embarraba  en el cuerpo de la noche. Nadie antes le había quitado la mascara a su mascara a través del sexo (ese sentimiento era mutuo). Y mientras gemían, soñaban que se vestían con una piel intermitente para detener el tiempo.

Piernas abiertas, él recargaba sus manos en las rodillas de ella para empujar la soga más allá del cuerpo, como queriendo cogerse al espíritu. Una y otra vez el animal entraba y salía. De vez en cuando pasaba la lengua por sus pezones, se agachaba a beber agua de carne. Pujaban haciendo una música que despertaba los pájaros del silencio. Los cuerpos eran dos fantasmas que se cruzaban, hasta que la verga escupió el veneno como un rayo de luz.

Parecía que todo había terminado. Pero algo estaba empezando al otro lado de los cuerpos.

Afuera las calles estaban húmedas como su culo, y las moscas seguían volando. La salida ya no existía. Habían firmado con el cuerpo quedarse ahí para siempre.

Espero sus comentarios,

Gracias

Sergioramospe@hotmail.com